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EL FMI RECLAMA EL ALIVIO DE LA DEUDA GRIEGA.
Manfred Nolte
El tema de la deuda, de sus quitas o alivios parciales, de sus auditorias en orden
a determinar su legitimidad o su carácter odioso siguen siendo tema de
enfrentado debate. Desde hace décadas, el FMI y el Banco Mundial tienen
vigente el proyecto ‘HIPC’ (‘Highly indebted poor countries’ o ‘países pobres
altamente endeudados’) bajo el que se realizan condonaciones sistemáticas de
deuda a los países más desasistidos, siempre bajo una severa condicionalidad.
Recientemente, determinados partidos populistas hicieron campaña para
denunciar y repudiar lo que ellos calificaban como ‘deuda odiosa’. En el
microcosmos de Madrid la jueza Carmena ha ordenado el análisis de la bondad
de la deuda acumulada por el ayuntamiento de la capital que supera los 5.000
millones de euros, una auditoria que persigue renegociar los tipos de interés y
quitas selectivas del pasivo de la Corporación. Pero donde se cuece de verdad el
tema del mantenimiento o alivio de la deuda es en un país central-
supuestamente desarrollado- como es Grecia. Resulta que, a pesar de que las
Instituciones europeas acaban de aprobar un tercer rescate al gobierno helénico
de 86.000 millones de euros, el FMI, icono de la ortodoxia y de las políticas de
rigor presupuestario no quiere participar en la iniciativa por considerarla
insatisfactoria e insuficiente. Veamos.
El 14 de julio de 2015, en plena crisis negociadora del tercer rescate griego, los
técnicos del FMI publicaron un documento de análisis sobre la sostenibilidad de
la deuda griega. El documento fue distribuido al Consejo ejecutivo del FMI la
tarde del 10 de julio de 2015, y a los ministros de finanzas de la eurozona en la
mañana del 11 de julio de 2015. Como anécdota hay que señalar que no está
aprobado, ni siquiera discutido, en el seno de dicho consejo ejecutivo. El escrito,
respaldado por la directora ejecutiva del FMI Cristina Lagarde advertía que “la
deuda griega se ha tornado altamente insostenible. Dado que con el tercer
programa de rescate la deuda exterior griega alcanzaría el 200% de su PIB, esta
solamente resultaría sostenible y repagable a través de un alivio sustancial de la
misma”, mucho más allá de lo que en principio la eurozona estaría dispuesta a
asumir.
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La Eurozona desea vivamente que el FMI no solamente de buenos consejos sino
que se implique financieramente en el rescate. El conflicto está servido: de una
parte el FMI no participará en el tercer préstamo griego sin un ‘alivio’ de su
deuda y de otra, gran parte de los países de la eurozona, incluida Alemania, son
reacios a recortar el ‘importe’ de la deuda griega. Ante tal situación, la
comunidad académica y también los líderes de las distintas facciones políticas
se posicionan a favor o en contra del dictamen del FMI exhibiendo
argumentarios de mayor o menor calado, que como casi todo en economía,
resultan finalmente relativos y discutibles.
Para unos, el FMI hace bien no participando en el acuerdo de préstamo firmado
entre el Mecanismo Europeo de Estabilidad(MEDE) y Grecia. No se discute que
el primer ministro Alexis Tsipras tenga que poner toda la carne en el asador
para estimular el crecimiento económico, asumiendo a regañadientes un
pretendido modelo de austeridad, que atribuye a las reformas estructurales
efectos revitalizadores para la economía. Pero aunque cumpla cuanto los lideres
europeos le pidan hacer –una lista de acciones que incluye el recorte de las
pensiones, la subida del IVA, la simplificación de las regulaciones, la
privatización de empresas públicas y la creación de un fondo de titulización de
50.000 millones de euros dotado de activos griegos –el país no podrá devolver
los 300.000 millones de euros que debe. En lugar de incurrir en un impago
soberano a la vuelta de unos pocos años, juega en favor de Europa el escuchar
el consejo del FMI y reestructurar la deuda griega ya, ahora.
Para otros –la mayoría de los prestamistas y un sector de la academia- se trata
de inquirir qué grado de insostenibilidad tiene en última instancia la deuda
griega, partiendo de las propias premisas del FMI, al reconocer su informe que
esta se produce precisamente por “la relajación de las políticas durante el último
año, con el reciente deterioro del entorno macroeconómico y financiero
domestico debido al cierre de los bancos que ha afectado significativamente a
una dinámica adversa” o sea por una pésima gestión. Pero hay un matiz que
conviene resaltar. En realidad, la Eurozona va a proceder a la firma del
‘Memorando de entendimiento’ sin el FMI, en la esperanza de que este se
enganche en una fase ulterior. Porque la eurozona ‘considerará’ el tema del
alivio de la deuda después de la primera revisión del nuevo rescate, que podría
resultar tan pronto como en Octubre. Lo que no hará será un ‘recorte’ (‘haircut’)
o quita del valor facial o nominal de la deuda. De tal manera que existe un
campo o base de posible acuerdo. Como siempre el diablo estará en los detalles
y como valorar el término ‘sostenibilidad’.
El enfoque tradicional del cociente entre deuda y PIB (200%) no puede
aplicarse a Grecia porque los prestamos otorgados tienen un carácter
fuertemente subvencionado con vencimientos y periodos de carencia muy
largos, a tipos de interés extremadamente bajos. Una alternativa mas realista
viene dada por el valor actual de la deuda ateniense, lo que vale el total de sus
repagos en dinero de hoy. Como ejemplo, el valor actual del nuevo rescate de
86.000 millones de euros, concedido al 1% con un vencimiento medio de 32,5
años arroja un valor actual equivalente al 50% de su valor facial, un ‘alivio’ en s
deuda de 40.000 millones de euros. Los anteriores préstamos concedidos por el
MEDE a Grecia han reducido su valor actual a un equivalente del 49% del PIB,
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con lo cual su deuda conjunta se reduciría a un 130% de su PIB, un nivel muy
elevado pero comparable al de Italia. Los anteriores criterios podrán
combinarse con el servicio anual de la deuda en términos de PIB y el coste
medio de la deuda en comparación con la tasa de crecimiento corriente del PIB.
Tomados todos estos factores en su conjunto Grecia puede requerir un alivio
adicional de su deuda, pero quizá sin necesidad de quitas o recortes de su
importe nominal.
Recordemos, también, que la solidaridad en la eurozona es una virtud necesaria
siempre que se corresponda con un comportamiento responsable en sus
beneficiarios y evaluado rigurosamente el alcance del posible agravio
comparativo. Otros países periféricos que han hecho frente a la crisis y han
cumplido las reglas del juego europeo con sacrificios heroicos podrían
justamente darse por aludidos si las recomendaciones del FMI tuvieran una
excluyente aplicación unilateral a Grecia. Y no olvidemos el llamado ‘riesgo
moral’, no sea que, en breve, líderes populistas tilden de odiosas las nuevas
ayudas a Grecia y metan en el mismo saco de culpables a prestatario y
prestamistas ya que estos últimos –dirán- volvieron a fomentar los desvaríos
tradicionales del primero.