INVESTIGACION DEL LIBRRO DE GERARDO SANCHEZ DIAZ, para el Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Michoacana, agradezco al señor GERARDO SANCHEZ por permitirme conocer un poco o mucho de mi bello pueblo Coalcomán.
Historia del coalcoman del siglo xx por mariana solorio alvarez
1. Coalcomán era a principios del siglo XX, una población aislada en donde se vivía con
tranquilidad. Era cabecera de distrito y contaba con un poco más de 2,500 habitantes,
dedicados en su mayoría a labores agrícolas y a la crianza de ganado. El conjunto urbano se
componía por cuatro cuarteles, divididos de Norte a Sur por la calle Zaragoza y de Oriente
a Poniente por la primera y segunda Calle Nacional, mismos que se integraban por 49
manzanas, formadas por siete calles orientadas de Oriente a Poniente y nueve de Norte a
Sur. El centro lo formaban dos plazas, la del 2 de Abril o justo Mendoza al Norte y la de El
Comercio,al Sur. Por tres costadosrodeabanel centroportalescontechosde teja sostenidos
por pilares de madera sobre bases de ladrillo, cal y canto. Aliado Norte estaban las Casas
Consistoriales,sededel ayuntamiento,la prefectura,el juzgadoyla cárcel distrital.Al Oriente,
se levantaba el temploparroquial dedicadoa SantiagoApóstol,deuna sola nave, construido
de ladrilloypiedra,conventanasy torreojivalesyfachada neogótica.Enseguida,a loscuatro
costados del centro se ubicaban las casas de las familias más acomodadas, amplias,
construidas de adobe, con techos de teja, piso de ladrillo y patio central[1]
.
A partir de la década de los años sesenta del siglo XIX, se establecieron en ese escenario
familias que procedían de Cotija, Purépero, Los Reyes, Jaripo, Jiquilpan y otras poblaciones
alteñas de Michoacán; otras provenían de Zapotlán, Pihuamo, Tamazula y otros lugares del
sur de Jalisco. De esta forma, podemos decir que los Valencia, Mendoza, Guízar y González
eran originarios de Cotija; los Cervantes, Moreno y Manzo eran de Jaripo; los Rodríguez,
Pimentel y García de Purépero; los Vázquez de Chavinda; los Sandoval, Ochoa y Montaño
del sur de Jalisco, especialmente de Zapotlán y Pihuamo; en tanto que los Chávez, Álvarez
y Pallares provenían de Zamora y Morelia[2]
.
Entre las familias que vivían frente a la plaza, se distinguía la de los Pallares, cuyo
tronco en Coalcomán lo había formado don Antonio Pallares, el viejo, que se había
establecido en el lugar en tiempos de la Reforma y había militado en las filas liberales,
llegando a ocupar diversos puestos en la administración pública del distrito de Coalcomán.
Su hijo, José Natividad Pallares, contrajo matrimonio en Coalcomán con Francisca Chávez,
hija del juez de primera instancia José María Chávez, de cuya unión nacieron Reynalda,
Rogelio, Antonio, José Natividad, Rita y Lauro. La señora Francisca Chávez murió a fines de
diciembre de 1894 sin dejar testamento, por lo que después de un largo proceso, parte de
sus bienes fueron adjudicados a sus hijos. A Reynalda y Rogelio, se les asignó una casa
ubicada en el portal Morelos, frente a la plaza[3]
.
A fines de octubre de 1908, Reynalda Pallares contrajo matrimonio con el joven
Natalio Vázquez Sánchez, hijo de Rafael Vázquez y María del Refugio Sánchez, ambos de
orígenes campesinos pero avecinados desde hacía tiempo en la cabecera municipal[4]
. El
joven matrimonio se instaló en la casa que la señora Reynalda había heredado de su madre,
allí nacieron sus dos primeras hijas Teodolinda y Socorro. En 1910, el señor Natalio Vázquez
Sánchez fue electo alcalde segundo del Ayuntamiento de Coalcomán y más tarde, por
2. recomendación de los familiares de su esposa, desempeñó el cargo de juez menor
municipal[5]
.
En los últimos meses de 1912, la familia VázquezPallares dejó la casa en que vivía y
se estableció en la finca ubicada en la esquina de la primera calle Nacional e Hidalgo. Casa
amplia, con patio central rodeado de corredores, con techos de teja, sostenidos por pilares
de madera, en ese espacio había abundantes macetas de helechos, malvas, estrellas de mar,
grancenas, piñonas, belenes y betunias. En las paredes colgaban jaulas con jilgueros,
canariosy otros pájaros,cuyos cantos dabanuna alegría especial a la casa y en ambospatios
crecían árboles de lima y un añoso cafeto[6]
. En esa finca a principios de 1913, nació el tercer
hijo de la familia, el primer varón, que según el acta de registro civil nació el 5 de enero,
"como a las seis de la mañana", en tanto que en un documento parroquial se asienta que
"José Natalio,hijolegítimodeNatalioVázquezyReynalda Pallares,nacióel primerodeenero
de 1913 y fue bautizado el día 5 del mismo mes por el Pbro. José Amezcua"[7]
.
En la esquina de la casa que habitaba la familia se abrió una tienda de ropa y
abarrotes que era atendida por don Natalio en el tiempo que le quedaba libre, después de
concluir sus labores en el rancho de Camichines, cercano a la población en donde tenía un
molino de caña y al que en tiempos de molienda acudían las familias de Coalcomán a días
de campo y a comprar piloncillo, alfeñique, melcocha, melado, cachaza y otros productos
derivados de la caña.[8]
En ese ambiente familiar de trabajo urbano y rural fue creciendo
Natalio Vázquez Pallares, que desde temprana edad, después de asistir a la escuela que
dirigía don Ignacio Valente Manzo,[9]
viejo liberal compañero de correrías políticas de su
bisabuelo materno, acompañaba a su padre en las labores agrícolas. Para ese tiempo, a
Natalio se le recuerda en Coalcomán como un muchacho inquieto, de buena memoria y con
facilidad de palabra, por esa razón en la escuela casi siempre era seleccionado para
pronunciar pequeños discursos o recitar alguna poesía en las fiestas escolares o en las
celebraciones cívicas del 16 de septiembre.[10]
Así, entre la escuela, el trabajoy el ejercicio de
la comunicación con los demás se fue moldeando la disciplina y el carácter del adolescente,
que perduraría durante toda su vida.
Por esos años el ambiente educativo en Coalcomán, según lo recuerda Lauro Pallares
Carrasquedo, primo de Natalio, guardaba el siguiente panorama: "En la primaria oficial de
niños el profesor Barbosa, ya listo para la enseñanza habitual; un hombre mestizo venido de
Calima, estado que tiene una magnífica Normal; naturalmente que es el director, sin
embargo sus métodos pedagógicos son a la antigüita -la letra con sangre entra- y para
demostrarlo, anda en su salón de clases con una gruesa regla enristre. En la Escuela Oficial
de Niñas, está una educadora nativa al frente, Tulita Cerda, una señorita quedada, que no
3. ha tenido tiempo de entender los requerimientos del amor, por su entrega total a su
apostolado; pero tiene unas sobrinas que son muy guapas, que sí se dan tiempo para oírlos.
Tulita es muy buena, sin dejar de ser enérgica. La escuela particular, la dirige el también
ameritado maestrode gran entrega a la educación, don Valente Manzo, hombre maduro de
pelocanoy debarba elegantequeviste con suma pulcritudy usa lentes que le danun toque
de distinción; serio y mesurado con inmensa vocación para la enseñanza".[11]
En sus recuerdos cargados de nostalgia del Coalcomán de la década de los veinte,
Lauro Pallares hace remembranzas de cómo era por esos años la vida cotidiana en
Coalcomán, la lentitud con la que pasaba el tiempo, a no ser cuando se interrumpía por los
días festivos y la algarabía que causaban los rancheros en las ocasiones en que bajaban al
pueblo, sobre todo durante las fiestas patrias y el 12 de diciembre. De esa forma, Pallares
Carrasquedo recuerda que: "Frente a la Plaza de Armas, "Justo Mendoza" que es el centro
mismo del lugar existe un despacho que es punto de reunión de las gentes liberales del
pueblo, es de Titi Pimentel, medio tinterillo, medio político; un hombre de gran inquietud;
ya frisa en los 50 años y la maestra Tulita Cerda, no le hace del cabal, para un añorado
matrimonio. Este grupo tendrá gran importancia en la proyección histórica de la población...
En la esquina de la plaza de abajo, doña Cuca está con su mesa vendiendo canelas con
alcohol; se trata de una mujer con historia, medio cacariza, que todos los días al asomar la
tarde, se instala en el mismo lugar, con su mesa y su anafre, en el que hace una olla grande
de agua con canela y hierba, para atender a su diaria clientela; a esas horas, el conjunto de
arpa está actuando y uno de los parroquianos con buena dosis de canela está tamboleando
el arpa con mucho ritmo y fuerza, mientras los rancheros de Maruata, de barba luenga y de
magníficas federicas hacen bailar primorosamente sus finos caballos; y no será nada difícil
que alguno de ellos dispare su pistola 38 súper pavoneada, aunque después tenga que
pagar una multa para que no lo detengan, con la regañada al canto del señor presidente
municipal.
En cambio los muchachos, jóvenes adolescentes, se van hasta la tienda de doña
Ramona y mandan tocar la vitrola RCA Víctor, por 20 centavos; aquella popular canción Te
he de quere, te he de adorar, qué nos puede suceder, qué admiración les causa que yo
quiera a esa mujer. Y naturalmente por otra cantidad se toman su copita de rompope para
consumar su integral osadía. Esos chamacos de 15 a 18 años forman grupos de diferentes
clases sociales, ya que en el pueblo no son muy sensibles las diferencias económicas. Portan
su limpio pantalón caqui y una camisa de color encendido; ya apunta en su labio superior
un remedo de bigote y algunos se atreven a fumar, a escondidas, algún cigarro".[12]
4. En 1924, cuando Natalio contaba con 11 años, la tranquilidad de la familia se vio
interrumpida en forma violenta cuando la noche del 1º de mayo, don Natalio Vázquez
Sánchez fue asesinado por unos forajidos cuando despachaba a unos clientes en su tienda.
A partir de ese acontecimiento doloroso, la señora Reynalda Pallares tuvo que enfrentar
diversos problemas para salir adelante con sus siete hijos. Fue entonces cuando Natalio
empezóa trabajarcomoescribienteenla AdministracióndeRentas,de dondemás tardefue
despedido por las diferencias políticas surgidas entre el administrador Rogelio Zepeda y los
Pallares, a raíz de unas elecciones municipales. Poco después, Natalio empezó a trabajar
como ayudante en el Juzgado de Primera Instancia, con el señor Ignacio Torres, padre del
Lic. Carlos Torres Manso, y luego con su tío Rogelio Pallares, en el Registro Civil.
En 1926, la paz y la tranquilidad pueblerina de Coalcomán fue interrumpida por la
rebelión cristera, en la que se vio involucrada la mayor parte de los rancheros de la sierra de
Coalcomán, que se levantaron en armas en contra del gobierno, capitaneados por el Sr. cura
José María Martínez y Luis Navarro Origel.[13]
En esas circunstancias, la señora Reynalda
Pallares se estableció en Colima por algún tiempo y volvió a Coalcomán un poco antes de
terminar el conflicto, en los días en que el general Lázaro Cárdenas dejaba temporalmente
el gobierno de Michoacán para iniciar las negociaciones con los jefes rebeldes para pactar
el proceso de paz en la región.[14]
Durante su permanencia enCoalcomán,entrejunio y juliode 1929, el general Lázaro
Cárdenas estableció su cuartel en una casa ubicada en la calle de Madero, a media cuadra
de la plaza. Esa casa pertenecía a la señora Reynalda Pallares y como dijimos antes, la había
recibido como herencia de su señora madre. Según me contó la señora Socorro Vázquez
Pallares, en una entrevista verificada en octubre de 1982, en las tardes el general Cárdenas
solía visitar a doña Reynalda para tomar una taza de café y en más de una ocasión le llegó
a pedir opiniones sobre algunos jefes cristeros con los que negociaba la pacificación. En una
de esas reuniones, asistió el diputado Mariano Hurtado, un tipo fanfarrón, hijo de
propietarios de la hacienda de Los Bancos, ubicada en la jurisdicción de Parácuaro, quien se
ostentaba como uno de los hombres más revolucionarios y anticlericales del callismo
militante. Un día, al ver que doña Reynalda conservaba algunas imágenes religiosas, el
diputado le pidió a la señora "que le entregara esos monos para quemarlos en la plaza". Al
escuchar eso, el general, en tono severo, se dirigió al diputado para exigirle respeto a la
señora Pallares y a sus legítimas creencias ya que según le dijo "a Coalcomán no hemos
venido a quemar santos, sino a negociar la pacificación para promover el progreso de
Michoacán", y en tono enérgico, el general Cárdenas le advirtió al diputado que no volviera
a ponerun pieen la casa de esta bondadosa mujer,quea pesar deser viuda estaba haciendo
un esfuerzo por sacar adelante a sus hijos.[15]
Siempre me he preguntado si por esos días el
joven Natalio aún se encontraba en Coalcomán y si en esas circunstancias se dieron sus
5. primeros contactos con el general Cárdenas o si los acercamientos ocurrieron más adelante,
cuando ya estudiaba en el Colegio de San Nicolás.
Despuésde la pacificacióncristera,losjóvenes de Coalcománempezarona salirpara
estudiar, unos en Morelia otros en Colima, en Guadalajara o en la Ciudad de México. Al
respecto, Lauro Pallares comenta en sus memorias: "Por aquellos tiempos se inició el envío
de jóvenes que terminaron su primaria a Morelia, con el objeto de una formación
profesional. Las madres, acongojadas despedían con lágrimas, a sus hijos. Los papás, con
más entereza,se limitabana dar consejos:debes esforzarte,ser estudioso;no vayas a perder
tu tiempoy porlo tanto,esta oportunidadquetebrinda la vida.Los preparativosseiniciaban
unos dos meses antes. Se mandaban hacer buena cantidad de camisas, con cuello
despegable, de brillantes tonos de color; pantalones claros de caqui, telas frescas de uso en
una región de clima templado y hasta trajes de la misma tela. La mayoría y conste que al
principionoéramosmuchos, obteníamosalguna beca yllegábamosa la Casa del Estudiante.
Con gran vehemencia y esperanza en el futuro, al empezar a amanecer de un mes
de enero, salimos de Coalcomán, ya nos habíamos despedido de la familia, amigos y por
qué no, de la novia. En vez de cuatro jornadas a caballo, en buenos animales y monturas,
durábamos 3 días para llegar a Uruapan; era el desbordamiento de nuestra emoción. Pronto
nos acostumbramos al ir y venir. Cinco años en el Colegio de San Nicolás; otros tantos en la
Facultad. Sin embargo, las cosas caminaban, en el adolescente afloraba el hombre. Después
del trayecto en tren a Uruapan salíamos en estampida sobre los lomos de nuestros caballos,
remuda que nos traía un mozo de confianza, el señor Lúa, hacia el pueblo, a estar con los
suyos y lucir nuestra ropa adquirida y uniformes, a ver a nuestras novias. Allá estaban María,
Rosa,Rita, Carlota ylos amigosconlos que jugaríamosvillarypasearíamosa caballo,iríamos
a la hacienda dela Máquina,que se había repartido ahora la otra mitad,era de don Salvador,
esposo de doña Aurelia, la corredera. Siempre gentiles recibían a los estudiantes del pueblo
y alegraban el lugar sus hijas la prieta y Alida, una era morena llena de simpatía, la otra
blanca, femenina y sencilla... Cuando regresábamos al lugar de nuestros estudios, otros lo
harían a Guadalajara, íbamos queriendo llegar pronto a Uruapan a gastar la mayor parte del
dinero que nos entregaban, estaríamos en los lupanares tomando algunas copas con
mujeres cariñosas y después seguiríamos en tren la ruta de Morelia, para incorporarnos a
nuestras clases y a nuestras palomillas".[16]
En ese ambiente de renovación juvenil, de aprendizaje a ser hombres, de las nuevas
generaciones nacidas en Coalcomán, fue cuando en 1929, ayudado por el profesor Rafael
Vázquez Chávez, pariente de su familia paterna, el joven Natalio, a sus escasos 16 años, dejó
Coalcomán y viajó a Morelia para inscribirse en el Colegio Primitivo y Nacional de San
6. Nicolás de Hidalgo, en donde cursó sus estudios de secundaria y bachillerato. En esta ilustre
institución, pronto inició una intensa actividad estudiantil, llegando a ser Presidente del
Consejo Estudiantil Nicolaita en el que junto con otros compañeros luchó por una reforma
administrativa y académica de la Universidad, de tal forma que ésta estuviera al servicio del
proceso de transformación revolucionaria que se vivía en el Estado de Michoacán y el país.
Seguramenteporesos días,el jovenNataliotambiénformópartedelosgruposestudiantiles
que asistieron a los debates que sobre diversos temas cada quince días daban vida a los
célebres cafés nicolaitas institucionalizados durante la gestión del Dr. Jesús Díaz Barriga
como Rector de la Universidad Michoacana, reuniones en las que al año siguiente se dieron
los primeros encuentros del gobernador Lázaro Cárdenas con los universitarios nicolaitas y
cuyo resultado fue la fundación de la Escuela de Ingeniería y el establecimiento de
programas de Servicio Social comunitario en los que a partir de entonces participaron los
estudiantes de Derecho y Medicina.[17]
Uno delos aspectosdemayorrelevancia de la participaciónpolíticadel jovenNatalio
como líder estudiantil, lo constituye sin duda su intervención a nombre del estudiantado
nicolaita en la sesión del Congreso del Estado celebrada el 4 de agosto de 1931, en la que
solicitó a la legislatura la supresión de la Escuela Libre de Derecho, considerada por los
estudiantes universitarios como el refugio de profesionistas conservadores y el lugar en el
que, en su opinión, se fraguaban actos conspirativos encaminados a sabotear la política
educativa, agraria y laboral que estaba impulsando el general Cárdenas, como gobernador
del Estado.En esa ocasión, antela asamblea parlamentaria,el jovenNatalioargumentó"que
la Escuela Libre de Derecho, que sustentaba la misma ideología del clero pugnaba porque
la clase proletaria no se educara, por lo que la Universidad Michoacana protestaba no sólo
contra esa escuela, sino también contra el clero que la sostenía".[18]
En 1931, el joven Natalio terminó sus estudios de preparatoria, al final de los cuales,
según el cardex de su expediente que se localiza en el Archivo Histórico de la Universidad
Michoacana, los concluyó con promedio de P.B. (perfectamente bien), por lo que a fines de
enero de 1932 se le dio el pase para ingresar a la Escuela de Medicina, en la que sólo cursó
parte del primer año de estudios ya que por una enfermedad tuvo que suspenderlos y más
adelante por prescripción médica, se retiró en forma definitiva de la carrera de medicina.
Fue entonces cuandodecidióinscribirseen la Escuela de Derecho.En esta institución, la vida
estudiantil deNatalioVázquezPallarestambiénfueintensa.En 1932/ con otroscompañeros,
entre ellos Alejandro Rábago y José Chávez, fundó el periódico Diferente, que dio cabida a
escritos sobre asuntos universitarios y problemas políticos y sociales de esa época. También
por esos días colaboró con artículos en publicaciones periódicas editadas por la
Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo. En ese año también se iniciaron las
actividades docentes de Natalio en la Universidad como preparador de física en los
laboratorios del Colegio de San Nicolás.[19]
7. Más tarde, sin que se puedan determinar con exactitud las causas, el joven Natalio
se trasladó a la capital de Jalisco para continuar sus estudios de jurisprudencia en la
Universidad de Guadalajara. En esa institución, con algunos de sus compañeros participó
activamente en la fundación de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente,
organización que impulsó la reorientación de la educación media y superior en varios
estados y que en 1936 promovió la organización del Primer Congreso Internacional de
Estudiantes Antiimperialistas, ante el cual, en su carácter de delegado, Nataliopronunció un
candente discurso en contra de las formas hegemónicas de dominación que ejercían los
países ricos sobre los menos desarrollados, y llamó a la juventud latinoamericana a unirse
para integrar frentes amplios de lucha en defensa de la soberanía nacional de los países
sojuzgados económicamente y a reforzar las relaciones solidarias. En ese discurso, sostuvo
la tesis de que en el proceso de liberación antiimperialista mucho tenían que ver los
estudiantes, quienes más tarde como profesionistas tendrían bajo su responsabilidad la
conducción de esas transformaciones.