1. EL RENACIMIENTO
1. Introducción
El Renacimiento es un movimiento tan considerable y tan complejo que no
es posible formularlo en una definición sucinta. Tradicionalmente siempre
se ha querido transmitir la idea de que en un momento dado de la Historia y
más concretamente llegado el S.XV se produce una auténtica revolución
cultural y artística, que bruscamente reniega de todas sus tradiciones
medievales y se aventura en una nueva intención estética, marcada
principalmente por el renacer de la cultura clásica. Es la idea tradicional
asumida durante mucho tiempo como válida desde que la impusiera desde
su magisterio el historiador J. Burckhardt en 1860. Hoy, en cambio,
sabemos que ni el cambio fue tan brusco ni las fechas de esa evolución tan
precisas. Ésta sería en realidad la teoría básica de la obra de E. Panosfsky:
Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, que no se puede
establecer una frontera concreta que determine con precisión cuándo
empieza el cambio de la Modernidad en el arte, y que por otro lado a lo
largo de la Edad Media se produjeron igualmente frecuentes intentos
artísticos de volver al clasicismo que luego reivindicará el Renacimiento. Si
bien en determinados aspectos como la arquitectura si parece buscar esa
vuelta al pasado, en otros campos, tiene más de continuidad y de
culminación del proceso iniciado en el s. XIII que de ruptura con él.
Si del Renacimiento se ha acentuado sobre todo el naturalismo y el
descubrimiento del mundo y del hombre, ni lo uno ni lo otro era exclusivo
del Renacimiento pues venían dándose desde la Edad Media. Lo que si era
nuevo era el modo de acercarse a la naturaleza por el arte: desaparecido ya
casi todo el simbolismo medieval, el artista tratará de representar el mundo
sensible cada vez de una manera más resuelta y consciente.
Naturalismo, humanismo y por lo tanto racionalismo e individualismo,
sentido de la unidad, influencia del pasado clásico, pero en ningún
modo ruptura con los logros medievales, son rasgos que ayudan a
definir el movimiento renacentista y que tendrán una cumplida
manifestación en el arte italiano de los siglos XV y XVI.
El propio término Renacimiento nos da una clara idea de su significado
“vuelta a la vida”, en contraposición a la idea de “oscura Edad Media”. Se
trataba de “volver a nacer”, recuperando las formas pérdidas de la
Antigüedad clásica, reinterpretándolas y adaptándolas al nuevo lenguaje
artístico en torno a dos conceptos: la perspectiva y la proporción.
Perspectiva
Fruto del sentido racional y objetivo otorgado al arte en el Quattrocento se
plantea la necesidad de representar verídicamente el espacio. La forma de
representación racional del espacio es la perspectiva. La perspectiva del
Quattrocento es la perspectiva geométrica o lineal. Esta revolucionó el
concepto de la pintura al permitir la representación en una superficie plana
de la apariencia de profundidad, esto es, tres dimensiones donde solo hay
dos.
2. Su empleo consiste en plantear en la pintura una serie de líneas de fuga que
convergen en un único punto de fuga. Esas líneas forman una pirámide
imaginaria que puede ser cortada en distintos planos. En esos planos, los
objetos representados reducen su tamaño proporcionalmente al acercarse al
vértice de la pirámide, dando la sensación de profundidad.
El descubrimiento de la perspectiva y su primera formulación se deben a
Brunelleschi y Alberti, que en su Tratado de la pintura plasmó la teoría.
La representación del espacio que surge de esta perspectiva, es en efecto
racional, reflexiva, intelectual. Pero resultará artificial para los autores
posteriores, que la tachan de inmóvil, al no contar más que con un único
punto de vista.
En cualquier caso la experimentación constante de este período y de los
posteriores en el campo de la óptica irá profundizando cada vez más el
ámbito de la perspectiva.
Los pintores también hicieron importantes avances en la utilización de la
luz, con la que conseguían mostrar el volumen de los objetos o seres
representados y que se apreciaran los planos de profundidad.
Proporcionalidad
En línea con el sentido antropocéntrico de la cultura quattrocentista y con la
referencia del arte clásico, se establece asimismo una teoría de la
proporcionalidad.
También en este caso será la mente humana la que reduce todo a distintas
relaciones de tamaño.
Así, en arquitectura, hay una relación de proporcionalidad entre la altura
de las columnas y la apertura de los arcos; entre el diámetro medio de las
columnas y su altitud; entre basa, fuste y capitel; entre los planos del
edificio; entre altura y anchura de las superficies, etc. Incluso se establece
un sistema de proporcionalidad entre el plano del edificio y el cuerpo
humano, al fin y al cabo, referencia y medida de todas las cosas.
En escultura, los cánones repetirán algunos de los establecidos por la
escultura greco-romana, aunque en el Quattrocento no se establecen cánones
fijos, sino que varían en gran medida en consonancia con el sentido del
movimiento, tan importante también en esta primera fase del renacimiento.
La proporcionalidad en pintura está íntimamente relacionada con la
perspectiva.
3. El regreso a la Antigüedad traerá consigo la vuelta a una cultura
antropocéntrica, donde el ser humano se siente el centro del universo
arropado por el espíritu humanista del momento, en contra del teocentrismo
de la etapa medieval, donde Dios era el centro del mundo. Surge el
“humanista” que retoma la lectura de los clásicos, el griego, el latín, la
filosofía, el interés científico por la naturaleza y la pasión por el arte.
El carácter antropocéntrico produce un retorno a la medida humana como
referencia. El hombre se convierte en referencia universal, en medida de
todas las cosas, y todo además debe ser representado según la propia visión
del hombre. Lo cual desde un punto de vista artístico desembocará en un
lógico naturalismo.
Esta valoración del individuo va a estar respaldada por la figura del
mecenas, personaje de gran prestigio social que avalará la labor de los
grandes humanistas y artistas del momento, afectando a todos los ámbitos
culturales. Entre los más célebres encontramos a la familia Medici, en
Florencia; los Sforza en Milán; los Montefeltro en Urbino, o el mismo
Papado en Roma. Esta sociedad en gran medida materialista, está
interesada en la objetividad de las cosas. No le interesa el mundo visionario
e idealista medieval; le interesa más el mundo concreto de la Naturaleza y el
Hombre.
La costumbre de adquirir prestigio mediante el arte dio un nuevo valor a
los artistas. Estos reivindicaron un nuevo estatus: rechazaron que se les
considerase meros artesanos, ya que, argumentaban, que sus obras eran
fruto de una reflexión teórica e intelectual.
En arte, se anteponen los valores de belleza y perfección técnica a los de
significación de la obra y espiritualidad. El concepto de belleza es un
término definido por la coincidencia de la visión antropocéntrica del mundo
y de la valoración de la naturaleza y de sus leyes. Con estos ingredientes, el
sentido de la belleza renacentista recupera el canon clásico de
proporcionalidad; un naturalismo idealizado, reflejo siempre de virtudes
morales y cívicas; y una insistencia en el sentido de la armonía y el
equilibrio, que no resultará contradictorio con la preocupación constante por
la plasmación del movimiento.
El Renacimiento se inicia en Italia, donde nunca se había perdido del todo
la herencia clásica. En el siglo XV los arquitectos renacentistas descubren la
obra de Vitrubio, arquitecto romano del siglo I a.C. , que escribió un tratado
sobre esa disciplina. Esta obra, los diez libros de arquitectura, será
estudiada por los más reconocidos maestros de obras. No menos importante
fue el hecho de conocer muy de cerca las ruinas grecorromanas, tan
abundantes en Italia. Igualmente a que las más relevantes Repúblicas
italianas se encontraban en esos momentos en una fase de bonanza
económica, provocada por la rentable actividad comercial de una incipiente
burguesía, que como es natural repercutirá muy positivamente en la
expansión del mecenazgo artístico. Además, la toma de Constantinopla en
1453 propició la llegada a Italia de sabios y artistas que dieron a conocer
4. aspectos de la antigua cultura griega olvidados en Occidente. Del mismo
modo, el desarrollo de las universidades durante el Gótico
Este movimiento será universal. Desde Italia se extenderá al resto de
Europa, para pasar más tarde hasta América. Pero no por ser universal será
uniforme y homogéneo, porque sobre cada país sobre el que se asiente habrá
que contar con la tradición local que condicionará su desarrollo y lo llenará
de matices.
Cronológicamente, el Renacimiento se desarrolló en dos fases:
. El Renacimiento del siglo XV, o Quattrocento.
. El Renacimiento del siglo XVI, con dos etapas muy definidas: el
Cinquecento, hasta 1527, y el Manierismo, hasta 1594, aproximadamente.
Como vemos el Cinquecento es un momento efímero. Muy pronto los
grandes artistas de la época se aventuran en una constante evolución
renovadora que tendrá curiosamente como consecuencia principal la ruptura
del lenguaje clásico, aunque sin perder sus referencias y motivaciones. Es
decir, se siguen aprovechando los recursos plásticos y los elementos
formales característicos del clasicismo, aunque empleados ahora al margen
de las normas y los criterios tradicionales. Es un momento de rebeldía, pero
de gran creatividad, que solemos encuadrar en el período denominado
Manierismo.