Las danzas en la playa expresan la diversidad de la vida a través de los cuerpos que participan en la fiesta. Los cuerpos bailan en círculos en la arena, moviéndose al ritmo de los tambores y cantos. Sus movimientos curvos y ondulantes manifiestan la fuerza de la energía compartida y la unidad del grupo. Las danzas sagradas revelan el encuentro entre lo divino y lo humano, y representan la celebración, el agradecimiento y la ofrenda a las deidades afro-brasileñas
1. “Odô Iyá ê”: los cuerpos danzantes en la arena
Danzar es expresar la diversidad de la vida. Esa afirmación puede ser
encontrada a partir de los cuerpos que participan de la fiesta, construyendo
mecanismo de lenguajes diversos que permiten establecer comunicación entre
participantes de todas las edades, condición socioeconómica y representaciones
religiosas y políticas, además entre grupos artísticos distintos que se encuentran en un
lugar común a través de la danza. Cabe destacar que, a pesar de estar relacionado con
la dinámica general de la fiesta, “lo común” no significa que los anhelos, deseos y
emociones parten de un mismo lugar. Al contrario, se percibe, de forma evidente, la
diversidad cultural que apunta hacia diferentes construcciones de espacios y
encuentros en una misma fiesta.
Escena 1 – El principio de la circularidad de los cuerpos en
la oriya de la playa
[...] la danza es un punto en común que tienen todos los
ritos de iniciación o de transmisión del saber tradicional.
Ella es claramente pedagógica o ‘filosófica’, en el sentido de
que expone o comunica un saber el cual deben estar
presentes en las generaciones presentes y futuras.
Incitando el cuerpo a vibrar al ritmo del cosmos,
provocando en él una abertura para la llegada de la
divinidad, la danza implica una meditación, que implica al
mismo tiempo cuerpo y espíritu, sobre el ser del grupo y del
individuo, esenciales en la arquitectura de la condición
humana. (SODRÉ, 1988, p. 124)
Cada roda tiene su singularidad, producen sus propios sonidos, ritmos, estéticas
y mixtura de colores, siempre en círculos, donde los cuerpos ruedan, se arrodillan,
gritan, cantan y saltan en la arena.
En ese sentido, la arena de la playa no es un simple lugar por donde las
personas transitan de un lado a otro, a fin de ofrecer presentes a la Reina del Mar. Ella
es el lugar donde los cuerpos expresan, a través de las danzas sagradas, sus
sentimientos, sus deseos, sus murmullos y sus enunciados. Se puede considerar ese
lugar como un vasto espacio de pasaje entre los humanos y las divinidades de la
religiosidad afro-bahiana, y encuentro entre cuerpos que favorecen una dimensión
colectiva de los cuerpos-pasaje, aquello que Sant’Anna (2001, p. 107)puso:
[...] hay gran diferencia entre un cuerpo que resuena solos
para si mismo y un cuerpo que sirve como pasaje de
fuerzas.
En este recorrido por intermedio de las danzas, los cuerpos reflejan el
encuentro colectivo, la “solidaridad” –“Los pueblos reflejan a través de las danzas su
sentido de sociabilidad, reunión social, y, sobretodo, su espíritu religioso.” (DIEGUES
2. JUNIOR, 2005, p. 257) Las danzas manifestadas aquí, cargan un fuerte sentido
ritualistico de los terreiros de candomblé y umbanda. Ellas revelan la fuerza de las
danzas sagradas (a partir de la ancestralidad afro-bahiana), más conocidas como
danzas de orixás, cuya trama revela las potencias enunciativas del cuerpo en transe en
el espacio abierto sobre la arena de la playa.
Muniz Sodré considera el transe – o incorporación de entidad – como una “[...]
experiencia de pasaje de un plano hacia otro, como vivencia somática de un principio
cósmico que permite, gracias a los ciclos repetitivos de la cosmogonía, reinterpretarse
en el aquí y ahora del rito.” (SODRÉ, 1999, p. 182) En la dramaturgia ritualistica, las
danzas expresan el encuentro de pasajes entre la divinidad y el sujeto sensible
(iniciado), “[...] un puente entre lo individual y lo colectivo, entre el mito y el aquí-
ahora histórico.” (SODRÉ, 1999, p. 183)
Como característica estética encontrada en esas danzas, se registra la
circularidad, tanto en la composición de una roda, donde todos giran en círculo, tipo
caracol, como si fuese una concha en el mar. Al percibirse esa formación circular de las
danzas realizadas en la playa, se revive el sagrado principio original de la danza en la
historia de la humanidad (OSSOMA, 1988), en donde las comunidades “ancestrales”
imprimían sentidos cargados de simbología y espiritualidad a sus rituales de
celebración de la vida y de la muerte, de siembra y de cosecha, y de los demás ciclos
que marcaban las culturas y tradiciones de diferentespueblos.
Las danzas en la arena revelan, formas de expresiones de los cuerpos –
curvados, inclinados hacia el suelo, mirando hacia el centro del círculo. Esos
movimientos expresan la fuerza vibrante de la energía compartida en la relación
espiritual, hombre-naturaleza, al curvarse hacia la tierra, o en la armonía de la roda,
trayendo energía hacia el centro y fortaleciendo la unidad a partir de cada cuerpo
danzante, en una formación circular – en el cual la distancia del centro es la misma
para todos los cuerpos. Eso prueba la potencia singularde cada participante.
También se observa que las danzas en la arena son conducidas por el ritmo de
los atabaques, cantos, palmas y gritos, lo que vuelve todavía más vibrante las
expresiones de vida allí contadas, fortalecidas en la unidad circular para saludar a la
Reina del Mar. Esas danzas se manifiestan a través de movimientos ligeros y sueltos
que, en cualquier instante, pueden cambiar de dirección, plano, eje o también
modificar la característica corporal, sin perder la sintonía del principio de circularidad
de la roda que mueve todo el ritual. Los cuerpos en transe revelan otra anatomía
política del poder, diferente de las instituciones disciplinares como en la escuela, el
hospital, el ejercito y la fabrica interpelan sobre los cuerpos formando una “maquinaria
de poder.” (FOUCAULT, 1987) Esa característica corporal de los cuerpos curvados no
representa más que la sumisión del cuerpo frente al poder hegemónico de otra, que a
través del látigo y de las cadenas amordazaban los cuerpos negros esclavizados,
disciplinándolos y docilizandolos. Ese desalineación del cuerpo revela la fuerza del axé,
flujo de energía, “[...] es aquello que hace funcionar los códigos comunicacionales, que
preside a las transformaciones o pasajes de una situación a otra.” (SODRÉ, 1999, p.
181)
3. En ese sentido, la curvatura del cuerpo en transe no expresa un simple
movimiento de flexión del tronco, es el paso de cada Orixá en la danza y representa el
modo por lo cual la entidad se manifiesta, revelando un campo de significados como
un balanceo del cuerpo que desequilibra de un lado hacia otro, de arriba hacia abajo (y
viceversa), entre otros.
Los cuerpos danzantes comulgan la fe y fiesta. El sol y el mar, invita a los
cuerpos a bailar en la espuma y en la arena, en un culto a la ancestralidad; las
entidades entonces se manifiestan a través de sus transes. Las emociones y la
religiosidad desbordan, son diseñadas por las líneas corporales esencialmente curvas,
ora hacia el frente sugiriendo respeto, ora hacia los lados, con los brazos posicionados
hacia el frente y con movimientos ondulantes. Movimientos giratorios en torno del
propio eje remite a una fluidez rítmica que a veces alterna su sentido, impone un
balanceo natural al sonar de las ondas, de los batuques y de los cánticos. El cuerpo, de
vez en cuando con la espalda arqueada hacia atrás, sugiere entrega y adoración al ir
hacia el frente repentinamente con los movimientos frenéticos de los hombros – el
jiká.
Los cuerpos se contuercen, se descontraen y en breves momentos de letargo
suben etapas de puro transe, etéreos, con una mezcla de espiritualidad, religiosidad y
ancestralidad; es el momento en el que el cuerpo y el Orixá se unen,
[...] cantan, danzan y se transforman en el santo (entran en
transe). (SANTOS, 2006 p. 28)
En el espacio de la arena y de la orilla del mar, las asociaciones semánticas
entre fe, religión y fiesta se confunden y nos confunden frente al real sentido del que
está presentándose. ¿Por que la adoración? ¿Por que la ofrenda? ¿Por que danzar? La
danza representa celebración, agradecimiento, pedido, homenaje. Complementada
con las indumentarias, adornos, agua de lluvia y comidas, ese cuerpo social, castigado
por el trabajo, ahora es fluido; bonito. Los movimientos mecanizados y automatizados
cotidianos dan lugar a la belleza gestual, a las líneas ondulantes, sinuosas en el espacio
no definido, infinitas en el diseño de las manos que traducen toda la fluidez del
sentimiento de fe. Las manos escriben cosas que no sabemos lo que significan – suben,
descienden, flotan, hablan (algunos dicen que simulan el movimiento de los vientos y
de las aguas). Los ojos cerrados indican un completo desplazamiento local y espacial –
¿Donde están? ¿Quien está aquí? ¿Quien danza? – ¿El hombre/mujer o el Orixá? –
extasi total.
La polirritmia característica de las danzas africanas es potencializada por
factores extrínsecos (objetos, sonidos). Thompson (1974, p. 16) afirma “[...] la
polirritmia en la danza promueve medios para articular el cuerpo humano de forma
más completa de lo que sería posible en una expresión ordinaria común.” La variación
de movimientos en un corto intervalo de tiempo y espacio es algo notorio, rico y
sorprendente. Los individuos incorporados quienes son según Deleuze: el ser es uno,
es voz y es un solo en un mismo sentido.
4. lo esencial de la univocidad no es que el ser se cuente en un
único y mismo sentido. Es que el se cuente, en un único y
mismo sentido, de todas sus diferencias individuales o
modalidades intrínsecas. (DR, 53) La univocidad del ser no
quiere decir que haya un único y mismo ser: al contrario, los
entes son múltiples y diferentes, siempre producidos por
una síntesis disyuntiva, la diferencias propias y divergentes.
La univocidad del ser significa que el ser es Voz, que él se
dice, y se dice en un único y mismo ‘sentido’ de todo
aquello acerca de lo cual el se dice. (ZOURABICHVILI, 2004,
p. 57)
La polirritmia expresa en los individuos que danzan en círculos, proclamando la
solidaridad, continuidad y comunión de cuerpos y sentimientos, refleja la diferente
percepción que cada un tiene de los sonidos y ritmos; los cuerpos responden a su
modo, en su tiempo, sin prisa o con movimientos cortos y rápidos, como el jiká, o con
movimientos ondulantes y continuos, como los dos brazos y manos. El cuerpo oscila de
un lado a otro, cambia el peso y el sentido en los pies, descalzos para un mayor
contacto con las fuerzas de la naturaleza.
El conjunto de movimientos expuestos es fruto de las repeticiones en los
terreiros, el arte del aprendizaje basado en la tradición y en el respeto a los orígenes
que perpetúan ese moverse e imprimen una particularidad gestual. La indumentaria es
un espectáculo a parte, que compone un escenario de belleza y complementa
estéticamente la escena.
En ese escenario al aire libre, en comunión con los elementos de la naturaleza,
la celebración tiene dos características distintas: forma parte del momento de la fiesta
y, al mismo tiempo, se desliga de esta, mostrando un profundo contraste entre
religiosidad y diversión. Son muchos los que colocan los brazos en alto,
balanceándolos, disfrutando la sensación de expresaralegría.
Traducción: Nicolás Rodríguez.
Bibliografia:
- CASTRO JÚNIOR, Luís Vitor; Festa e Corpo, as expressões artísticas e culturais nas
festas populares baianas; Edufba; Salvador; 2014