El documento describe las diferentes danzas que ocurren en las fiestas públicas de candomblé en Brasil. En la primera parte de la fiesta hay danzas llamadas xirê donde todos los fieles bailan en círculo para honrar a cada orixá. Más tarde ocurren las incorporaciones donde los orixás se manifiestan a través de los fieles en trance. Finalmente, las divinidades bailan la coreografía de dar rum para presentarse al público de forma impredecible, guiadas por la voluntad del orixá y la música.
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Coreografias
1. Coreografias
Trataré aquí las danzas en la fiesta pública del candomblé. En su
primera parte, son reconocibles dos tipos de danza.
En el comienzo de la fiesta, tenemos el xirê (literalmente "jugar"),
donde se canta para todos los orixás un mínimo de tres cantigas,
acompañadas por las danzas. Cada orixá posee cantigas y gestualidad
particulares, pertenecientes solo a él. Esas danzas son previsibles, porque
son ejecutadas todavía en estado consciente y siguen un patrón fijo que
depende del orixá dueño de la fiesta. No se danza para Exú, porque él fue
homenajeado en el padê que ocurrió previamente.
Todas las hijas y los hijos-de-santo participan de esas danzas,
formando, en el inicio, un gran círculo, llamado roda. Esa primera parte de
la fiesta puede ser considerada una cosmovisión: todas las energías de la
naturaleza son llamadas a descender a fin de restablecer el antiguo
equilibrio entre las energías de la naturaleza y los hombres. En general, los
fieles danzan uno atrás del otro, siguiendo un patrón jerárquico, en sentido
anti-horario.
Cuando se danza el xirê, segun Oliveira (1998):
"(…) los movimientos son de dimensión pequeña como si fuese
solo un esbozo del paso, se llaman 'dançar pequenino', porque
son movimientos de dimensiones pequeñas y sirven para que las
sacerdotisas se concentren y se preparen para recibir el orixá."
Como un segundo tipo, tenemos las que son ejecutadas en los
toques que llaman a las divinidades. En poco tiempo, después de tener
alejadas a las abiãs, comienzan las incorporaciones.
En tercer lugar, después de esas incorporaciones, cuando todos los
orixás ya están manifestados, las divinidades danzan la coreografía
llamada primera de dar rum, que las presentan al público. Ese tipo de
danza es ejecutada en estado de inconsciencia, porque los fieles están en
transe, es el propio orixá que danza en ese momento, siguiendo y
dialogando con el ritmo sagrado de los tambores. En esa parte, a pesar de
haber un patrón de desenvolvimiento ritual fijo, la andanza de la fiesta es
imprevisible porque no se sabe exactamente cuales serán las coreografías,
porque eso depende de la voluntad del orixá, así como de las cantigas
entonadas por los fieles presentes, de la memoria para recordar las
antiguas cantigas y también de la presencia de las iá-tebexê o de los babá-
tebexê, es decir, de las hijas o hijos-de-santo que tienen la tarea de
entonar las cantigas y de continuarlas cuando los otros no se acuerdan de
ellas.
En la parte de las danzas de transe, los orixás son llamados a
2. manifestarse en todas sus formas posibles y también junto con las otras
fuerzas de la naturaleza. El orixá muestra al público su historia mitológica,
redistribuyendo la energía vital, axé, y trayendo el mundo sagrado de vuelta
a lo cotidiano.
Cuando los orixás se presentan, entran en el barracão en fila,
siguiendo la jerarquía de los orixás y la de los más viejos en santo; al frente
viene siempre Ogúm, aquel que abre el camino, después, las hijas más
viejas, seguidas de aquellas con menos tiempo de iniciación. En el final,
hay una coreografía de despedida, en general igual para todos los orixás
que saludan al público, a la mãe-de-santo y a los atabaques,
restableciendo el orden inicial. Entonces, las fuerzas de la naturaleza
llamadas a concentrarse en el espacio sagrado son esparcidas
nuevamente y repartidas en su locus originario.
Como intenté aclarar anteriormente, cada orixá posee cantigas,
comidas, ropas litúrgicas y una coreografía propia que se relaciona, en una
correlación perfecta, con la música, en una síntesis armónica, o sea, todos
esos elementos se inscriben en un universo simbólico rico y sofisticado.
Un análisis de los movimientos en el ritual muestra una gramática
litúrgica fundamentada en la experiencia del cuerpo y en la de la posesión.
Los movimientos y los ritmos señalan varios aspectos del ritual, por
ejemplo, las variadas fases de él: comienzo, llegada de los orixás, entrada
de las divinidades paramentadas y salida final. Las danzas también
expresan la energía que sustenta el orixá y, por medio de las cantigas,
colaboran para contar episodios de la historia mítica y transmitir la visión-
de-mundo al grupo. Pero, por otro lado, también los pasos parecidos de las
divinidades viejas, por ejemplo, nos muestran una sabiduría alcanzada con
los años, o, los saltos de los orixás más jóvenes muestran una vitalidad
más instintiva de lo que la sabiduría prueba. Ya los movimientos redondos
de Iemanjá y Oxum nos hablan de la maternidad, del lado fértil y fecundo
de las mujeres. En fin, a través de la fluidez del movimiento y de otros
elementos narran la historia personal de la hija o hijo-de-santo y su
experiencia de fe y de cura.
La coreografía de algunas divinidades posee algunos pasos
semejantes que deben demostrar algún tipo de relación entre ellas, por
ejemplo, el hecho de pertenecer a un mismo elemento (agua, tierra, fuego,
aire, etc.), o a una misma nación, o una misma función en el cosmos.
Existen movimientos relacionados a la energía de los elementos de la
naturaleza, por ejemplo el agua; todos los orixás femeninos relacionados a
ese elemento tienen algún movimiento en común que, sin embargo, es
elaborado con otros movimientos o con algunos objetos típicos de cada
orixá.
3. Del mismo modo existen movimientos ligados a los orixás de la tierra
(de nación jeje) — Nanã, Oxumarê y Omulu — cuyas danzas son más
inclinadas en dirección a la tierra, al igual que los movimientos de los
brazos y de las manos son extendidos hacia el frente y traídos hacia el
torso. Los orixás del bosque como Ogum, Oxóssi, Ossaim, el dueño de las
hojas, y Oiá, el viento, andan a veces como si buscaran algo
incesantemente: Ogum busca al guerrero oponente, Oxóssi, la caza,
Ossaim, las hojas. Oiá, sin embargo trae el viento y se transforma en
búfalo: sus brazos son traídos alternadamente hacia el frente y hacia atrás,
con un gran empujón de los pies que se deslizan hacia el frente y, en un
segundo momento, son llevados para atrás.
El rey Xangô se identifica con gestos firmes de abrir y cerrar el
ángulo de los codos y cerrar los puños, diseñando movimientos abiertos
que abarcan las fuerzas de su elemento mágico, el fuego. No podemos
olvidar que Xangô es el orixá del rayo y, por lo tanto, su danza
característica es arrojar rayos para arriba y para abajo. El movimiento de
los pies es continuo y, en el contratiempo, repetidamente lleva un pié para
el frente y da un leve salto para atrás con las rodillas dobladas. El ritmo de
los pies se asemejan bastante, en el impulso rítmico, al de Oiá que, por
ser del elemento aire en movimiento, se relaciona estrechamente al
fuego cuando danza su ritmo característico, el ilu, llamado también darão
(en Gantois) o, popularmente, quebra-prato.
Los orixás de agua, todos femeninos (Iemanjá y Oxum), danzan con
una gran fluidez en los brazos indicando el lado acogedor de las mujeres.
Las danzas se dividen en danzas que identifican el orixá como
aquellas de dar el rum que significa que el orixá recién-llegado debe
conectarse con el rum (el tambor más importante que seria la voz del
orixá). Dar el rum significa dar el fundamento, la base del orixá, y, por lo
tanto, son los pies que deben conectarse con el rum. Es como si apenas el
ritmo, sin el canto, significase la personalidad del orixá, el fundamento de
él, al mismo tiempo que las cantigas cuentan las historias mitológicas.
El alabê, el atabaque y el orixá deben estar interrelacionados como
si participasen de un mismo campo energético para poder oírse y hablarse.
Los tres deben estar presentes y firmes en la situación, concentrándose en
aquello que están haciendo en el momento. Es una tensión muy grande la
que se desenvuelve entre el alabê y el orixá, porque uno depende del otro,
indisolublemente. Se forma, entonces, una corriente que no puede ser
quebrada. Por eso es que se usa cambiar de tocador a lo largo del ritual,
porque el desperdicio de energía es muy grande.
Muchas veces hasta el mismo alabê ejecuta movimientos corporales
que no llegan a ser una danza, pero que muestran claramente el
4. acompañamiento del cuerpo a la percusión. Sobre todo aquel que toca el
rum participa corporalmente de su música. Los brazos son lanzados hacia
lo alto y todo el cuerpo sigue el ritmo de la percusión.
La mirada es fija, en dirección a los pies del orixá, listo para percibir
las variaciones en la danza o algún mensaje.
Traducción: Nicolás Rodríguez.
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Bibliografia: - BARBARA, Rosamaria Susanna; A DANÇA DAS AIABÁS: Dança,
corpo e cotidiano das mulheres de candomblé; São Paulo; 2002.