Los rituales del candomblé pueden ser equiparados a una cosmogonía en la cual cada año se repite el comienzo del universo y el papel que cada orixá, las energías de la naturaleza, es llamado a desempeñar, o sea, cada fiesta llama a la energía del orixá a manifestarse — después de haber
llamado a las otras para reorganizar el universo — en la sociedad a la cual pertenece y en el fiel que será poseída.
1. La danza del cosmos
Según la filosofía del candomblé el universo es dinámico y al
mantenerse en movimiento el está en equilibrio, en armonía. La danza es el
testimonio más concreto y expresivo de ese ritmo universal. La vida forma
parte de ese proceso rítmico y dinámico de creación y destrucción, de muerte
y renacimiento, expresado en el ritmo de las danzas de los orixás, que
simbolizan las energías de la naturaleza en ese eterno y alterno ritmo, que
continua en ciclos infinitos.
Los rituales del candomblé pueden ser equiparados a una cosmogonía
en la cual cada año se repite el comienzo del universo y el papel que cada
orixá, las energías de la naturaleza, es llamado a desempeñar, o sea, cada
fiesta llama a la energía del orixá a manifestarse — después de haber
llamado a las otras para reorganizar el universo — en la sociedad a la cual
pertenece y en el fiel que será poseída.
Todos los años tiene un ciclo ritual nuevo, como en el mito del eterno
retorno con el papel de Oxalá, el padre de todos, vivos y muertos; como dice
Eliade (1969: 33):
"… la repetición del acto cosmogónico no consiste tanto en
una repetición de los procesos vitales, sino en una verdadera
y propia creación de los mismos procesos a través de la
repetición ritual de aquel acontecimiento primordial,
arquetípico, que en 'illo tempore', generó la misma vida. Existe
un tiempo mítico y primordial en el cual todo ya aconteció, un
tiempo puro que se identifica con el instante de la creación".
Las danzas, de esa manera, cuentan como cada energía (cósmica) de
los orixás desenvuelve un papel en si misma: los orixás femeninos, las
aiabás, seducen, procrean, preparan la comida, cuidan de los niños y los
orientan; los orixás masculinos procuran la comida, son guerreros, son
cazadores o conocedores de los encantos de las hiervas; en fin, cada uno
tiene su papel. Por eso, en el ritual, los fieles reviven el momento originario
de la creación y, actuando así, exorcizan la muerte, el sufrimiento, y reciben
nuevas energías.
La angustia de no sobrevivir a la expiración de la vida y el pasaje del
tiempo es tan antigua como el mundo, y el ser humano siempre intentó
exorcizarla a través de danzas rituales, en las cuales el ser humano cree salir
de la esfera del tiempo y entrar en contacto con la esencia primordial, en la
cual en el correr del tiempo y las dimensiones conocidas del espacio. Lévi-
2. Strauss (1971: 590) destaca la necesidad del ser humano de parar el tiempo
en el ritual y de celebrarlo danzando, de no dejarlo transcurrir en su pasaje,
calmando, de ese modo, la angustia existencial. Danzando, el ser humano
ritualiza la victoria sobre el tiempo que pasa y la conmemora para revivirla y
para continuar viviendo eternamente, volviéndose así, ancestral. Las danzas
de las divinidades se vuelven, por lo tanto, la síntesis del ritmo humano (del
nacimiento y de la muerte) y de los ciclos cósmicos de la creación y de la
destrucción. Ellas se vuelven, entonces, símbolos del binomio espacio-
tiempo, que mide la historia del mundo, y de las energías que se manifiestan
fuera del tiempo.
En el candomblé existe la consciencia de una unidad entre todos los
seres y el cosmos, y se sabe también que los movimientos del cuerpo en las
danzas de transe transcienden la pura gestualidad, insertándose en el
movimiento del universo y recuperando energía. Para el candomblé, por lo
tanto, las danzas son fundamentales, porque imitando y transcendiendo, se
fundan en el movimiento de las energías naturales. Se entiende así el porqué
de la repetición y de la búsqueda de perfección de los movimientos, siendo
una de las técnicas hacia la relación con esas energías.
La danza tiene la tarea de acompañar el ser humano en el camino
iniciático y también en la metamorfosis del transe, necesaria para encontrar
lo sagrado. El transe, como ya dijimos, es una experiencia difícil de se
expresa con palabras, porque es una transformación interna, que puede ser
manifestada apenas por el movimiento del cuerpo que se vuelve fluido y de
una mayor grandeza gestual. La religión usa mucho las artes y la
comunicación no verbal, porque expresa sensualmente mensajes profundos
que serian imposibles de expresar con palabras. De ahí la importancia del
arte ritual como mensajera del alma humana. Langer (1953: 40) explica eso
cuando dice: "el arte es la creación de formas que simbolizan los
sentimientos humanos".
Mas las danzas también representan la vida del orixá y sus
características. Para Bastide (1978: 22):
"La danza constituye la evocación de algunos episodios de la
historia de la divinidad que son fragmentos del mito y el mito
tiene que ser representado al mismo tiempo que contado
para adquirir todo el poder evocador".
Así, la danza puede ser considerada una forma de literatura oral,
según Bastide (1978) que ya había evidenciado su carácter de cuento.
Cada orixá tiene un patrón que es aprendido antes de la iniciación y en
el roncó, pero existe claramente una libertad para expresar la propia
3. creatividad y la "cualidad" del orixá. Finalizo con las palabras de Susan
Langer (1980: 178):
"El movimiento corporal es muy real, pero lo que vuelve el
gesto emotivo y su origen espontánea, en lo que Laban llama
de 'movimiento-pensamiento-sentimiento".
De esa manera, es posible entender la importancia del gesto, que no
es mera repetición, sino la fuerza de la espontaneidad que está dentro de
nosotros.
Toda la liturgia en el ritual del candomblé se apoya en la música y en la
danza; en cuanto a la primera es el hilo que identifica y conecta los distintos
momentos del ritual, la danza es la comunicación. Así, para entender el
desenvolvimiento de la ceremonia y cuales mensajes están pasando los
orixás, y para quien, es preciso tener conocimiento de los ritmos y de las
cantigas que se conectan entre si las partes del ritual.
Traducción: Nicolás Rodríguez.
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Bibliografia: - BARBARA, Rosamaria Susanna; A DANÇA DAS AIABÁS: Dança,
corpo e cotidiano das mulheres de candomblé; São Paulo; 2002.