2. Muchas veces me he preguntado:
¿Por qué algunas personas tienen la necesidad de ¡hacer
de menos! a otras por su color de piel, posición social,
diferencias físicas,…?
En mi caso, les cuento que no fue por ninguna de las
anteriores, sino por el simple hecho de haberme
inscripto en la “carrera para maestra”.
3. Lo que ésas personas (las que me mostraron su
menosprecio) ignoran es, el motivo de mi elección.
Me decidí a formarme para ser una Maestra, porque
quiero con todas mis fuerzas llegar a cambiar, desde
mi práctica pedagógica, la sociedad en la que
estamos inmersos.
Quiero ser “simplemente una Maestra”, pero una de las
¡buenas! como lo fue mi mamá.
4. Ingresé a la carrera con muchas ansias, expectativas y
miedos. Expectativas de las cuales algunas se
cumplieron, otras se aplazaron, y unas nuevas
surgieron; miedos que se vieron muy potenciados en
los primeros años del cursado (como creo nos sucede
en todo comienzo), y que poco a poco desaparecieron.
5. Doy gracias a Dios por haberme brindado la
posibilidad de aprender tanto en éstos 4 años. Con
respecto ello puedo decir que si bien el Instituto
formador tuvo y aún tiene falencias, no puedo
negar el abanico de conocimientos que me ha
brindado; conocimientos que demanda mi
profesión, pero que sin duda me sirvieron para
crecer como persona.
6. Conocimientos y docentes que no olvidaré, docentes que
me enseñaron que “así no se enseña”, como otros que
llegaban con todo al aula y se retiraban graficados,
docentes que marcaron una huella y que me
enseñaron que la responsabilidad de superarme no es
sólo de la Escuela, Profesores o Directivos, sino que
también es mía, es decir que, simplemente