1. Aún lo recuerdo. ¿Y tú? Era noviembre, llovía, bueno, diluviaba. ¡Cómo nos pusimos!
Mi madre me echó la bronca cuando llegué a casa. Total, los zapatos se secaron, la
ropa también. No sé por qué se cabreó tanto. Una semana sin móvil. ¡Qué importa!
Repetiría una y mil veces. Te empeñaste en coger el metro para ir a la exposición. Lo
hice por ti, sabes lo que odio meterme bajo tierra. Otra vez. Ya estuve mucho tiempo en
modo avestruz. Me niego. A ti te pilló por sorpresa, yo lo sabía, yo lo sentía. La
exposición, ¿te gustó? No me acuerdo de ella, me pasé todo el día mirándote, lo
confieso. Por eso iba un paso por detrás, para verte. Tienes un buen culo. Solo por
eso, no. Para que no vieras lo rojo que me ponía cuando sonreías. Todos nos miraban,
admito que era raro ver a dos jóvenes en una exposición de Acuarelas. Estuvimos casi
una hora. ¡Qué pesado te pusiste! No te conformabas con ver los dibujos, tenías que
leer todos los textos. Yo me limitaba a asentir a todo lo que me decías- mira- desde
este lado se ve claramente el perfil de una mujer- decías. ¿Qué mujer? Yo solo veía
cuatro líneas difuminadas. Esto del arte moderno es muy subjetivo. No logro
entenderlo. Al salir nos fuimos al Vips, yo una caña, tú un zumo. Siempre has sido un
chico sano. Te cuidas bien. El cielo se nublaba. Tu mirada no. Verde. ¡Qué ganas de
que se haga la luz! Charlamos durante casi dos horas. Se me pasó el tiempo volando,
¿recuerdas qué apostamos sobre el Derby del sábado? A mí no me gusta el fútbol, pero
eso de las porras tiene su gracia, 2-1 la tuya, 1-3 la mía. Perdimos los dos, la porra,
digo. La vida la empezamos a vivir ese día. Esa tarde. Las calles estaban casi vacías,
no me extraña, menuda forma de jarrear. Los charcos eran inmensos, y los coches
directos a ellos. ¡Joder! ¡Parece que lo hacían adrede! Aceleraban al pasar junto a ellos.
Un te puso perdido. Te mojó hasta la cara. ¿Recuerdas? Cogí un pañuelo y te sequé el
rostro. No lo notaste, pero temblaba. Me ponías nervioso. Estaba seguro de no
2. equivocarme, pero dudaba. Yo lo sabía, yo lo sentía. Corrimos un buen trecho, hasta
llegar a tu portal. Empezó a llover con más fuerza y me hiciste pasar. Ya serían las 9.
Tenía que irme. Bromeábamos, sobre la acuarela del perfil de mujer, sobre la porra,
sobre las pintas que teníamos en ese momento, tus ojos daban luz a mi vida. Y en un
instante callamos. Nos acercamos un poco más, y me besaste. No me lo esperaba,
había soñado con besarte primero porque yo sentía, no sabía que tú también eras como
yo. Debió ser duro para ti. Nadie lo hubiera apostado. Yo tampoco, pero lo deseaba.
Callamos unos segundos y después nos fundimos en un largo y apasionado beso. No lo
olvidaré, aunque ya no estés. Aunque no pueda tocarte otra vez. Te echo de menos.
Mañana es el gran día del orgullo. No voy a ir, sin ti no tiene sentido. Tal vez el año que
viene, o al siguiente. Este año no. Viviré muchos orgullos, pero nunca a tu lado.
Te he traído este ramo, espero que te guste. Descansa.