3. Introducción
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Renovar nuestra mente es
despojarnos de los patrones de
pensamiento pecaminosos con
los que hemos venido del mundo
por medio de la adopción e
interiorización de patrones de
pensamientos piadosos que
vienen de la Palabra de Dios.
4. Introducción
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▪ Parte material: Cuerpo físico,
que es el vehículo del alma y el
espíritu humanos. El cuerpo del
creyente aún está sujeto al
pecado, enfermedad y muerte
▪ Parte inmaterial: Compuesto
por el alma humana y el espíritu
humano. Donde residen
nuestras emociones, voluntad,
pensamientos y esencia
6. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis
cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Romanos 12:1-2)
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7. Presentando
nuestros
cuerpos a
Dios
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“Así que, hermanos, os ruego
por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro
culto racional”
(Romanos 12:1)
8. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo
que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco
presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como
instrumentos de justicia” (Romanos 6:12-13)
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9. “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así
como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para
servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros para servir a la
justicia” (Romanos 6:19)
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10. “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de
Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré
miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis
que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?
Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se
une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación.
Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera
del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo
peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de
Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1
Corintios 6:15-20)
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11. Renovando
nuestra
mente para
Dios
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“No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro
entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y
perfecta”
(Romanos 12:2)
12. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad” (Efesios 4:22-24)
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13. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y
oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con
vosotros” (Filipenses 4:8-9)
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14. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro
Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por
obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:4-5)
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15. “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios,
de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de
nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino
según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en
vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13)
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Queridos hermanos en esta oportunidad quiero compartir con ustedes en detalle, durante esta y algunas semanas adicionales, un importante tema acerca de la renovación de nuestra mente. Esto es necesario para poder vivir una vida cristiana llena de gozo, victoria, plenitud y significado. En resumen, renovar nuestra mente es despojarnos de los patrones de pensamiento pecaminosos con los que hemos venido del mundo por medio de la adopción e interiorización de patrones de pensamientos piadosos que vienen de la Palabra de Dios. Se trata de desechar los pensamientos pecaminosos y cambiarlos por pensamientos bíblicos. A eso Pablo le llama “desvestirnos del viejo hombre” y “revestirnos del nuevo”. Ahora, no solo se trata de adquisición de información, porque en la Biblia nunca se hace esa separación entre conocimiento y vivencia. La idea es que el conocimiento me lleva a la práctica y la práctica bíblica demuestra mi conocimiento de la Palabra de Dios.
Parte material: Cuerpo físico, que es el vehículo del alma y el espíritu humanos. El cuerpo del creyente aún está sujeto al pecado, enfermedad y muerte. El cuerpo del creyente puede ser usado para bien (instrumento de justicia) o para mal (para pecar), según el creyente decida. El cuerpo del creyente será completamente controlado por el Espíritu de Dios en la glorificación.
Parte inmaterial: Compuesto por el alma humana y el espíritu humano. Donde residen nuestras emociones, voluntad, pensamientos y esencia. El espíritu del incrédulo está muerto; pero el espíritu del creyente ha sido vivificado y aquí mora el Espíritu de Dios. El creyente debe batallar para llevar en sujeción su alma a Dios y vivir en obediencia al Señor.
Un paradigma son los “lentes” con los que vemos y nos comportamos en el mundo. Si cambiamos nuestras creencias, reemplazándolas por creencias bíblicas provenientes de la Palabra de Dios, entonces nuestras actitudes van a empezar a cambiar, nuestros comportamientos también porque dejaremos de hacerlo malo y empezaremos a obedecer la Palabra de Dios. Esto nos llevará a sentir gozo, paz y plenitud.
La idea del texto es que la adoración lógica de un creyente, lo que es natural, lo que se espera de todo hijo de Dios es que presente su cuerpo como un sacrificio vivo, apartado y agradable a Dios. La Biblia abunda en mandamientos donde se nos exhorta a usar nuestros cuerpos para obedecer a Dios. No es posible adorar a Dios sin que nuestro cuerpo esté involucrado. Debemos usar nuestro cuerpo para orar, para congregar, para servir, para relacionarnos con los demás hermanos, para cantar a Dios. Quien piense que solo puede adorar a Dios en espíritu, debe recordar que debe adorar a Dios “en espíritu y en verdad”.
Queda claro entonces que nuestro cuerpo también debe ser usado para glorificar a Dios porque es el vehículo de nuestra alma y por medio de ella se debe adorar a Dios y servirle.
Para que la decisión de presentar nuestro cuerpo a Dios sea persistente en el tiempo y no sea mera religiosidad, el apóstol Pablo manda a los creyentes a no amoldarnos a los principios pecaminosos de este sistema mundano alejado de Dios, sino que seamos transformados (gr. methamorpoo). La transformación es la meta de la santificación, la cual es progresiva a lo largo de nuestra vida; pero que tendrá su plenitud cuando seamos conformados completamente a la imagen y semejanza de Jesús. La transformación será realizada no por arte de magia, sino por medio de la renovación de nuestra mente, la cual nos llevará a cambiar nuestras creencias, actitudes y comportamientos. El resultado de este proceso es que el creyente puede comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Estos versos nos muestran que la renovación de nuestra mente es posible y participan de ella tanto nosotros como responsables del cambio, como el mismo Espíritu de Dios quien obra en nosotros por medio de su Palabra:
Así pues, la base de la renovación de nuestra mente es la Palabra del Señor. Miraremos en los próximos capítulos de esta serie como utilizar la Biblia para la renovación
La próxima semana, Dios mediante exploraremos porque es necesario renovar nuestra mente y cuáles son los principales obstáculos para este proceso en la vida de nosotros los creyentes. Por lo pronto, es nuestra oración que nos comprometamos con este proceso de cambio bíblico, tomando la decisión de meditar en las Escrituras, memorizarlas, interiorizarlas y orar al Señor para que nos ayude en la transformación de nuestras vidas para la gloria de Dios.
Oremos al Señor.