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Libro de cuentos sobre la prevención del
Embarazo en Adolescentes de Loreto.
PROYECTO
En alianza con:
En asocio con:
Historias
de nuestras
Huambrillas
¿Qué queremos lograr?
¿Cómo?
Las y los adolescentes de Loreto mejoran el ejercicio de sus derechos sexuales y
derechos reproductivos y acceden a servicios de salud sexual y reproductiva para
prevenir el embarazo adolescente y embarazo no deseado.
PROYECtO
• Promoviendo agencia en las adolescentes sobre sus derechos sexuales y
reproductivos.
• Mejorando servicios de salud sexual y reproductiva, y educación sexual integral
en las instituciones educativas.
• Fortaleciendo las capacidades del personal de instituciones distritales y regionales
para responder a las necesidades de salud y derechos sexuales y derechos
reproductivos de las y los adolescentes.
3
2
Edición elaborada por:
Plan International INC
© Oficina Nacional Plan International INC
Primera edición
Loreto - Perú, octubre 2020
Plan International INC.
Oficina Nacional
Av. Del Parque Norte N° 639- San Isidro-Lima.
Telf: (511) 4215163 Fax: (511) 4215280
Unidad de Programas Loreto
Calle San Martin N° 132 - Distrito de Iquitos, Provincia de Maynas
Telf: (065) 233484
www.planinternational.org.pe
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú
Tiraje:
2000 ejemplares
Los contenidos de este texto pueden ser reproducidos total o
parcialmente, siempre y cuando se cite la fuente.
Equipo Técnico
Plan International Oficina Loreto
Ericka Urdániga Lezcano
Coordinadora del proyecto ¡Decidamos ya! Reducir el embarazo adolescente
en Loreto
Gobierno Regional de Loreto
Elisbán Ochoa Sosa
Gobernador Regional de Loreto
Instancia Regional de adolescentes - GOREL
Silvia Montoya Isern
Gestor profesional responsable
Dirección Regional de Educación de Loreto – DREL
Luis Réategui Dávila
Director de Gestión Pedagógica de la Dirección Regional de Educación de Loreto
Kely Sierralta Pinedo
Coordinadora de Tutoría de la Dirección Regional de Educación de Loreto
Sub gerencia de Promoción Cultural del Gobierno Regional de Loreto - GOREL
Carlos Daniel Vásquez Pinedo
Especialista en Cultura de la Sub gerencia de Promoción Cultural del GOREL
Claudio Valentín García De Freitas
Gestor Cultural Promotor del GOREL
Dirección Regional de Salud de Loreto-DIRESA
Emily Puluche Salas
Coordinadora Etapa Vida Adolescente de la Dirección Regional de Salud de Loreto
Fotografía, ilustración, diseño y diagramación
Luz de María Guzmán García
Pinturas de portada y contraportada
Jaime Luis Choclote Martínez
Libro de cuentos sobre la prevención del
Embarazo en Adolescentes de Loreto.
PROYECtO
En alianza con:
En asocio con:
Historias
de nuestras
Huambrillas
4
DEDICATORIA
A las maravillosas “huambrillas adolescentes” que nos
compartieron sus experiencias, sus expectativas y sus sueños.
Porque nos trasmitieron su voz a través de cada historia como
un grito de liberación.
9
8
AGRADECIMIENTOS
A las adolescentes
Porque son ellas las que nos motivan día a día a seguir trabajando y luchando por un mundo justo e igualitario en donde las niñas, las
adolescentes y las mujeres vivan su vida seguras, plenas y libres de todo tipo de violencia.
Al equipo impulsor del Concurso Historias de nuestras Huambrillas
Por su compromiso, sensibilidad para levantar un tema tan álgido en la región como es el embarazo en adolescentes.
Kely, por tu labor desde la DREL para convocar y promover la participación de las adolescentes en el concurso.
Direcciones Regionales de Educación Salud, Subgerencia de Promoción Cultural del GOREL.
Al equipo de directivos y docentes de las instituciones educativas
Por participar en el concurso y promover la participación de las estudiantes, por la dedicación y el acompañamiento a las adolescentes para la
elaboración y entrega de sus cuentos y por la coordinación permanente con el equipo impulsor para concretar con éxito el concurso.
Al equipo del proyecto ¡Decidamos Ya!
Por el gran esfuerzo para hacer posible la realización del Concurso de Cuentos "Historias de nuestras Huambrillas" demostrando su compromiso
a favor de la igualdad de la niñas y adolescentes de la región Loreto.
11
10
Plan International es una organización sin fines de lucro cuyo propósito es promover un mundo justo que trabaje por los derechos de la niñez e igualdad de las
niñas; desde el año 1994 Plan International viene implementando programas y proyectos para mejorar la calidad de vida de niñas, niños y adolescentes en 4
regiones del Perú: Loreto, Piura, Cusco y Lima.
En Loreto se viene implementando el proyecto ¡Decidamos ya! Reducir el embarazo adolescente en Loreto, cuyo objetivo es que las adolescentes, especialmente
de origen indígena, mejoren el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos y acceden a servicios de salud sexual y reproductiva para prevenir el embarazo
adolescente y embarazo no deseado en Loreto. Este proyecto tiene como socio clave a la organización Kallpa y está financiado por el Gobierno de Canadá.
En Plan International creemos fehacientemente que las niñas y adolescentes tienen el poder de cambiar sus vidas para desarrollar su pleno potencial; pero para
ello es necesario propiciar su agencia, condición y posición en la sociedad; asimismo, es necesario el trabajo integrado a multinivel donde intervengan las familias,
comunidad, escuelas, Gobierno y finalmente trabajar en el fortalecimiento de las habilidades de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
El libro de cuentos “Historias de nuestras huambrillas” nació de la necesidad de contar con un compilado de historias contadas por adolescentes estudiantes de
nivel secundario de instituciones educativas de los distritos de Belén, Iquitos, Nauta, Punchana y San Juan Bautista de la región Loreto, con el fin de visibilizar sus
vivencias, creencias, actitudes y conocimientos acerca de la sexualidad y embarazo en adolescentes que tanto las afecta en sus proyectos de vida; ello a través de
las experiencias de sus abuelas, madres, hermanas, parientes, amigas o conocidas. Y de ese modo, propiciar su empoderamiento, influir en demás adolescentes
de su región y mostrarles que pueden cumplir sus sueños.
Para dicho propósito, se realizó el concurso de cuentos “Historias de nuestras Huambrillas” en coordinación con la Dirección Regional de Educación (DREL), la
Dirección Regional de Salud (DIRESA), y la Subgerencia de Promoción Cultural del Gobierno Regional de Loreto, para lo cual participaron 150 de adolescentes
mujeres de 20 escuelas, resultando ganadoras 20 de ellas por condensar la más cruda realidad que enfrentan las niñas, adolescentes y mujeres en el ejercicio de
su salud y sus derechos sexuales y reproductivos en la región.
Estos cuentos han sido recopilados, impresos y puestos a disposición del público en general con el objetivo de visibilizar, analizar y cuestionar esta realidad
inefable que viven las niñas, adolescentes y mujeres en una sociedad que, a través de prácticas, valores y normas, legitiman la desigualdad y los métodos de
dominación masculina y de subordinación femenina. Es evidente la necesidad de información, orientación, acceso a servicios de calidad y trabajo articulado e
integral a fin de prevenir el embarazo en adolescente; ustedes podrán encontrar en las historias creencias y costumbres propias de la región Loreto, así como
ejemplos de la vida cotidiana de nuestras autoras en cuanto a la temática.
Al respecto, todas las historias y expresiones de las adolescentes vertidas en este libro son situaciones por las que Plan International lucha cada día a través de
sus diferentes intervenciones a nivel nacional y mundial para lograr una sociedad transformada e igualitaria.
Tenemos la plena seguridad de que para todas las adolescentes que han compartido sus historias, ha sido una experiencia valiosa, enriquecedora, con mucho
aprendizaje y una oportunidad para expresarse y mostrar esas emociones y sentimientos que no es fácil compartir con sus familias y demás personas a su
alrededor. Escribir estas historias también les abre un mundo de oportunidades para llegar a las autoridades y actores clave e ir generando acciones de incidencia
en base a evidencias para incorporar y priorizar en la agenda política de la región la salud y los derechos sexuales reproductivos de adolescentes hombres y
mujeres para la prevención de su embarazo.
Esperamos que con esta obra las y los principales tomadores de decisiones en elaboración e implementación de políticas públicas, familias y comunidades,
tomen en cuenta las necesidades de las adolescentes a fin de contribuir con su pleno potencial y disminuir el embarazo en adolescentes en la región. Finalmente
buscamos que las adolescentes puedan aprender, decidir, liderar y prosperar, y para ello es necesario un análisis crítico e individual de estas realidades, poder
cuestionarse y cuestionar para la acción y transformación de nuestra sociedad.
Susy Valdiviezo Rivera
Gerenta de la Unidad de Programas de Plan International en Loreto
prefacio
13
12
15
14
ÍNDICE
Un cielo azul
Juanita y Manuel
Niñas emprenden el
cambio
Aurora dice ¡no!
a su Sherete
Prólogo
Glosario
La Guerrera
Amazónica
Aves
rompiendo las
esferas
de cristal
La decisión
tomada
El cumpleaños
de Luciana
Un giro de 180
grados: Mi reacción…
Quererme a mí misma
Amándome
Sueño de Shora
Toda decisión
tiene su
consecuencia
Historia de cambio
de nuestras huambrillas
Un quince
de julio
El sufrimiento
de Marisol
La adolescencia
de Margarita
Una esperanza
Había una vez
una chica de
12 años...
La tragedia
de María
Historia de
cambio de
nuestras
huambrillas
Epílogo
Mención
honrosa
24
32
34
40
19
20
44
52
58
62
86
90
96
106
68
72
78
82
112
118
122
128
132
136
01
02
04
03
05
BELÉN
iquitos
PUNCHANA
NAUTA
SAN JUAN
BAUTISTA
17
16
PALABRAS DE COMPROMISO PARA ABORDAR LAS PRINCIPALES
DIFICULTADES DE LAS Y LOS ADOLESCENTES DE LA REGIóN
Los niños, niñas y adolescentes constituyen uno de los sectores más vulnerables de la población de nuestro país; aun así, uno de los aspectos menos atendidos
en las políticas públicas corresponde a las necesidades y demandas de las poblaciones de adolescentes y jóvenes. En Loreto, 2 de cada 10 habitantes son
adolescentes (12 a 19 años) alcanzando los 139,074 habitantes, de los cuales 70,401 (50,6%) son varones y 68,673 (49,4%) son mujeres. (INEI 2017).
En los últimos años, el enfoque de desarrollo desde el gobierno nacional se ha orientado a la atención de las necesidades primordiales en cada etapa de vida; es
así que, para la etapa de vida adolescente, se han trabajado políticas y estrategias desde los diversos sectores a favor de su desarrollo afectivo y social. A pesar
de ello, falta mucho por hacer, en especial en los sectores de la población de pobreza y pobreza extrema.
Como Gobierno Regional de Loreto, nos comprometemos a generar espacios donde ellos puedan expresar sus opiniones y contribuir en la construcción de
políticas públicas regionales a su favor, a propiciar el trabajo articulado desde todos los sectores vinculados como salud, educación, sociedad civil organizada,
gobiernos locales, para impulsar las herramientas necesarias que coadyuven a que las adolescencias de nuestra región tengan un desarrollo integral.
Como región, sabemos que existe un arduo camino por recorrer, pero nos encontramos firmes en la decisión de impulsar el desarrollo integral para cada uno de
los pobladores de Loreto.
Elisban Ochoa Sosa
Gobernador Regional de Loreto
PRÓLOGO
19
18
glosario
Buchisapa: Persona con la barriga grande.
Casharo: Persona con el cabello parado o trinchudo.
Chejo: Bizco o tuerto. Persona de vista corta.
Chimbar: Cruzar o pasar.
Compasho: Compadre.
Emponado: Entablado.
Huambra: Niña.
Huambrilla: Niña pequeña.
Huambrillo: Niño pequeño. Guambrillo.
Huayrahumo: Persona que se olvida las cosas rápido.
Humari: Mantequilla vegetal de la selva.
Lechehuayo: Tipo de árbol amazónico.
Masato: Bebida elaborada a base de yuca, arroz, maíz o piña.
Mojarra: Tipo de pez.
Moshaco: Que tiene varias chicas.
Motocarrista: Conductor del motocarro o mototaxi.
Motocarro/mototaxi: Vehículo motorizado ligero de tres ruedas.
Pandisho: Pan de árbol.
Patacala: Persona que anda descalza.
Patarashco: Plato típico.
Pishpira: Mujer inquieta.
Primushina: Prima.
Shapaja: Palmera que produce fruto con almendra en su interior, comestible para los selváticos.
Sherete: Enamorado.
Tushpa: Candela.
Winsho: El último de la familia.
21
20
01
belén
UN CIELO AZUL
ALIAS: LA CHINITA
Bajo un cielo azul y un sol radiante en la ciudad de Iquitos, en el distrito
de Belén, vivía una familia de bajos recursos económicos, formada por
Teresa, madre soltera y su hija e hijo, Sarita y Samuel.
Esta pequeña familia se diferenciaba de otras familias del barrio por su
impecable educación. Teresa, a pesar de ser madre soltera, les enseñaba
a Sarita y Samuel cuáles eran sus derechos y valores éticos para que
así, cuando poco a poco fueran ascendiendo en sus profesiones, fueran
respetuosos y valorados por todas las personas.
Teresa y su familia se dedicaban al campo. A las 5 de la mañana ya
estaban camino a cosechar sus productos. Sarita estudiaba cerca de su
casa, en una I.E. humilde, y cada vez que veía la pobreza de su colegio,
se repetía: “…pero eso no importa: el colegio no hace al alumnado,
el alumnado hace al colegio”. Ella siempre destacaba por sus buenas
calificaciones y conducta.
Un lunes, un mes después de haber comenzado las clases, cuando
Sara y su grupo estaban por exponer su trabajo de Física, llegó un joven
de piel blanca, ojos color café, elegantemente vestido. Él pidió hablar
con la profesora, era urgente. Ella salió del salón y, 10 minutos más tarde,
regresó. Minutos después dijo que tenía un asunto muy importante que
resolver y que vendría un nuevo profesor para reemplazarla y así fue.
Llegó un nuevo profesor de nombre Joel quien no tuvo problema
en ir a darnos clases. Se presentó como el profesor de reemplazo.
Nos sorprendió que tuviera solo 27 años. Para conocernos mejor, nos
pidió que nos presentáramos persona por persona. Luego, al finalizar la
explicación del tema que tratamos ese día, empezó a hacer preguntas a
la clase, creo que para calificar nuestra forma de hablar y para escuchar
nuestras opiniones. Entonces llegó mi turno, y me preguntó si como mujer
sabía valorarme, entonces le respondí:
–Sí profesor, yo sé valorarme. He aprendido que tanto las mujeres como
los hombres tenemos que saber valorarnos y respetarnos para que nada ni
nadie afecte nuestra autoestima o falte el respeto… porque saber valorarse
es quererse a sí mismo.
El profesor pensó que no respondería su pregunta y murmuró diciendo:
“interesante respuesta, Sarita”. No puedo negar que estaba inquieta
porque quería saber más de la vida del profesor, pero me controlé. Al
parecer el profesor se dio cuenta de mi inquietud y me echó una sonrisa
como tratando de disimular ante todos. Sentí que era una buena señal
para acercarme a él, pero decidí no hacerlo. Después de unos minutos, me
di cuenta de que el profesor estaba muy cerca de mí, casi a medio metro
de mi distancia. El momento era oportuno para hablar con él, entonces le
dije: “¿me da un minuto de su tiempo?”. Él no dudó en acercarse mientras
hablaba con otra compañera de clases.
–Te organizas con algunos de tus compañeras y compañeros para reali…–,
decía, cuando lo interrumpí con mi pregunta:
–¿Usted se quedará hasta terminar el año? –, le pregunté.
–¿Por qué la pregunta, señorita? –, replicó.
–Por curiosidad, profesor–, respondí con una sonrisa cómplice.
–En realidad, desearía quedarme, pero la maestra no demorará mucho
tiempo–, dijo en voz baja y con un tono que expresaba que él tampoco
quería retirarse.
¡El abuso sexual es un delito y debes denunciarlo!
"Todas tenemos derecho a tener relaciones de pareja libres de violencia e igualitarias y a
denunciar en las instituciones protectoras"
25
Tres meses después, vimos entrar nuevamente a la profesora. Sí, la
profesora que era muy estricta, seria y la que no socializaba ni con las
maestras ni maestros. Para mí eso era bastante extraño porque creo que
en toda institución educativa las personas deben ser muy unidas y ayudarse
mutuamente. Por esa y otras razones más, no quise acercarme y preguntar
en qué colegio estaba trabajando el profesor Joel.
Una mañana salí al mercado con mi mamá y allí encontré al profesor. Me
separé de mamá sin que se diera cuenta y fui a hablar con él. Después de
una breve charla, le pedí su número telefónico para estar en contacto. No se
negó, me lo dio; y regresé rápidamente con mi mamá.
Pasaron seis meses entre conversación y encuentros. Pasamos tanto tiempo
juntos que yo ya sentía que éramos una pareja: él con 27 años y yo con tan
solo 15 años. A mi edad, yo quería estar con esa persona mayor porque
quería que me enseñara muchas cosas: cómo enfrentar los problemas que
se presentan en la vida, cómo crecer como persona de bien.
Decidimos estar juntos. Una tarde fui a casa de Joel porque habíamos
quedado en vernos para salir a cenar. Cuando estaba muy cerca de la casa,
escuché a dos personas discutiendo acaloradamente. A pesar de eso, toqué
el timbre, salió un pequeño niño.
–¿Sí?, ¿qué necesita? –, preguntó el niño mirándome extrañado.
–¿Joel, estás ahí? –, dije ignorando al niño
–¡Papá! –, gritó el niño
Joel salió y me dijo que me fuera rápidamente, que él me llamaría después
para explicarme lo que sucedía en ese momento. Me negué a irme y detrás
de él, salió una chica de aproximadamente 25 años.
–¿Quién eres? ¿para qué buscas a Joel? –, preguntó un poco molesta.
–Es mi alumna. Cité a un grupo de estudiantes para que dieran una práctica
porque no entendieron bien la clase –respondió Joel sin dejarme hablar.
–Vuelve más tarde, él está ocupado resolviendo un asunto relacionado
con su hijo–, añadió y siguió hablando.
Confundida solo alcancé a escuchar que Joel era el padre de su hijo, que
llevaban ocho años juntos, que ella se había ausentado un tiempo porque
tuvo que viajar para cuidar a su mamá que estaba enferma en Lima. Ahora
ya estaba mejor.
No pude contener mis lágrimas y salí rápidamente de ese lugar pensando
hacerme a un lado. “No puedo estar con alguien que ya creó su propia
familia”: me repetía mientras me alejaba. En mi cabeza solo había un
pensamiento: “fue una mala decisión haber estado con él”.
Fui a mi casa, mi mamá ya había llegado y, al verme, se dio cuenta de
que me sentía mal. Se acercó a mí y me aconsejó que pidiera disculpas si
había discutido con alguien, “…así no te sentirás mal”. Me quedé callada
y ella continuó hablando: “yo estaré a tu lado en tus malos momentos, y
no permitiré que te alejes de mí, mírame, hija”. Le di un fuerte abrazo a
mamá y me fui a descansar. Minutos después sonó mi celular, me llamaban
de un número que no conocía. Contesté y alguien respondió, de inmediato
reconocí la voz de Joel. Quería que nos encontráramos, yo acepté sin dudar
…porque también necesitaba hablar con él.
Cuando me vio, quiso abrazarme, pero lo rechacé. Se molestó. Entonces
empecé a hablar.
–Ya no puedo estar contigo, no quiero dañar tu relación de ocho años y
tampoco alejarte de tu hijo, por eso he decidido alejarme–, le dije.
27
26
Saliendo de la universidad fui a mi casa y le dije que quería hablar con ella.
Cuando la tuve frente a mí, empecé a llorar y a pedirle disculpas y, sin más
rodeos, se lo dije.
–Mamá, estoy embarazada, por favor, perdóname–, le supliqué mientras
la miraba.
En ese momento no dijo nada, pero su rostro…sus ojos me decían que
estaba decepcionada. Después se levantó y solo agregó: “no tengo nada
que decirte, te enseñé a respetarte y a valorarte. Por no escuchar ahora
estás viviendo las consecuencias”. Mi mamá creía que yo me había buscado
esto, que no me había sabido cuidar. Recordé que me había prometido
estar a mi lado en los malos momentos, que no permitiría que nadie me
alejara de su lado. ¿Acaso lo dijo sin pensar? ¿mintió? Tomé mis cosas y me
fui, no quería saber nada de mi familia.
Dos meses antes de que mi bebé naciera, durante una visita al doctor,
me crucé con Joel. Se acercó sonriendo hacia mí y me preguntó si era su
bebé el que yo llevaba en mi vientre. Le respondí que sí, con mucha timidez
porque pensé que me ayudaría; pero me equivoqué otra vez. Me dijo que,
si regresaba a buscarlo, me quitaría a mi bebé, se acercó y sonriendo se
– No puedes hacer eso, yo puedo y quiero seguir contigo, haremos que
nadie se entere de lo nuestro, seremos más reservados–, respondió nervioso.
–¿Estás loco? ¿Recuerdas tu primer día en el colegio? ¿Me preguntaste si
sabía valorarme como mujer o no? –, le pregunté
–Claro–, respondió murmurando.
–Y entonces, ¿por qué me pides que siga contigo si tienes pareja? Si no
me valorara, lo aceptaría; pero no lo acepto porque tengo dignidad. Tú eres
un profesor, ni siquiera deberías pedírmelo–, respondí molesta.
Se molestó mucho, me jaló muy fuerte de la blusa y me obligó a subir a
una moto que pasaba por allí, y me llevó a un lugar que no conocía. En ese
lugar, quería tener relaciones sexuales conmigo, yo me resistí y me empezó
a golpear. Me dio un golpe tan fuerte que ya no puede seguir luchando.
Entonces abusó de mí y mientras lo hacía decía que yo no iba a ser de nadie,
solo de él. Yo le suplicaba que me dejara ir: “no diré nada”, pero no lo hizo.
Después me regresó al mismo lugar en el que nos habíamos encontrado,
como si nada hubiera pasado. “Regresa a tu casa”. Así lo hice, entré sin
saludar a nadie, solo me encerré en mi cuarto.
No dije nada porque tenía vergüenza, pensaba que no me creerían y que
ni siquiera abrirían un caso, así que no dije nada…no dije nada.
Un par de meses después, ingresé a la universidad para estudiar la carrera
de Derecho. Empecé a sentirme diferente, mi cuerpo había cambiado.
Además, estaba preocupada hacía dos meses. Decidí hacerme una prueba
de sangre, los resultados fueron positivos: estaba embarazada. En ese
instante, no pude pensar en otra persona más que en mi mamá.
29
28
despidió. Yo estaba muy asustada, no supe qué hacer. A pesar de que este
bebé era producto de una violación, decidí darle amor y cuidado porque él
no tenía la culpa de nada.
El día del parto se acercaba. Yo seguía pensando que Joel podía quitarme
a mi bebé y, de pronto, vino a mí la idea de dar en adopción a mi bebé.
Sentí que estaba dando el paso más difícil de mi existencia, mi dolor era
profundo, pero mi amor por el bebé era aún más. Empecé a averiguar todo
lo que debía hacer para dar mi bebé en adopción. Inicié los trámites de
adopción, y pocos días después me comunicaron que mi bebé ya tenía una
familia adoptiva que por mucho tiempo había deseado tener un hijo o hija.
Me sentí tranquila.
El parto fue natural, tuve mucho dolor…sufrí y el dolor se hacía más grande
porque sentía una inmensa tristeza: iba a perder a mi bebé. Todo pasó muy
rápido. Oí llorar a mi bebé y pedí que me dejaran verle. Dijeron que no, “el
reglamento de adopción lo prohíbe”. Supliqué llorando, pero fue inútil. Me
dormí por la anestesia y cuando desperté, ya no estaba.
Pasaron los meses y todavía soñaba con mi bebé como lo hacía desde
el primer momento en que me dijeron que sería madre. No pienso que la
adopción sea mala. Creo que es una opción para las mujeres que no pueden
criar a sus hijas o hijos; pero eso no era para mí. Me considero una mujer
fuerte y luchadora, ahora era sé que habría logrado salir adelante con mi
bebé y habría podido darle una vida digna. Tal vez tenga una hija o hijo
en el futuro, pero nunca recuperaré al que perdí y seguiré lamentándome.
Sin embargo, seguiré luchando y les enseñaré a las chicas que no tienen el
apoyo de sus familias, cómo salir adelante. Les enseñaré que la clave del
éxito es la responsabilidad.
Nota de la autora:
Quiero agradecer a la DREL en articulación con Plan Internacional por
el Proyecto “Decidamos ya”, cuyo objetivo es reducir el embarazo de
adolescentes en Loreto. ¡Gracias por permitirnos estar presentes en este
concurso! “Historias de cambio de nuestras Huambrillas” es un concurso
que nos facilita dar a conocer casos como este para enseñarnos, para
prevenirnos y así poder estar listas y tomar una buena decisión… para evitar
estar en el lugar de Sarita.
Voy a contar mi experiencia para que no comentan el error que yo cometí,
para que no terminen arrepintiéndose de haber perdido lo más preciado
que la vida nos puede dar.
31
30
¡Hola! Soy Juanita, tengo 13 años y vivo en Belén. Diariamente tengo que
chimbar en canoa para ir a mi casa que queda en el caserío San Francisco.
Hoy les quiero contar mi historia.
Mi sherete se llama Manuel, y de cariño le dicen Mañuco. Es el winsho del
compasho de mi papá. A mi primushina Valisha no le cae bien. Como todavía
soy una huambrilla, me quieren cuidar. Un día, le conté a mi mamá quién era
mi sherete. Ella se sorprendió y me dijo: “¿cómo vas a estar con ese casharo,
canilla de tanrilla, todo patacala que anda?”. Y siguió diciéndome: “¡Tal vez
estás cheja! Vamos a hacer tus lentes de humari, vas a ver”.
A mí no me importaba que no estuvieran de acuerdo. Yo seguía viendo
a Mañuco a escondidas. Él me llevaba a su casa a comer patarashca de
mojarra con pildorita y masato de pandisho, era lo que su mamá preparaba
en su tushpa, al costado de su emponado.
Un domingo mi mamá me mandó a recoger lechehuayo. Mientras
caminaba, podía sentir que alguien me seguía. No quería voltear, tenía
miedo de que fuera el shapshico que me quería robar, pero ¡no!, era Mañuco
que me estaba siguiendo.
–¿Adónde estás yendo? –, me preguntó sonriendo.
–Oye, Huayrahuma, yo te dicho adónde me ha mandado mi mamá–, le
respondí.
Entonces Mañuco me acompañó y, llegando a la chacra, empezamos a
besarnos. Como estábamos solos, lo veía más moshaco conmigo a Mañuco,
me quería tocar.
–¿Me quieres?
–Sí.
–Entonces, ¡Dame la prueba del amor! –, dijo casi exigiéndolo.
–¿Qué? Bien chambón eres, ahorita vas a chupar tu shapajaso. ¿Acaso
quieres que yo quede buchisapa? la arragadera te hace pensar tonterías,
¿no? – respondí riéndome.
–Entonces no me quieres, eres como esas huambrillas pishipiras–, dijo
molesto.
–¿Tú piensas que yo quiero quedar buchisapa siendo tan huambrilla?
No, ñañito, todavía quiero estudiar. Me da pena que mi papá viva tirando
anzuelo. Yo sé que, poniéndole ganas al estudio, voy a sacar adelante a mi
familia y, con el tiempo, voy a encontrar a alguien mejor que tú–, traté de
explicarle con mucha seguridad.
Y allí lo dejé parado y me fui corriendo a mi casa. Esa noche, echada
en mi hamaca, estuve pensando que Manuel solo quería jugar conmigo:
¿cómo podía pedirme que tuviera relaciones sexuales con él? Yo todavía
soy una huambrilla, me faltan muchas experiencias por vivir, me faltan retos
que cumplir.
Por eso les digo a todas las huambrillas que, antes de querer a otra
persona, debemos querernos a nosotras mismas. No debemos saltar etapas
en nuestra vida porque todo llega a su debido tiempo.
JUANITA Y manuel
ALIAS: aarm
¡Nadie puede obligarte a iniciar tu vida sexual, siempre debe ser tu decisión!
"Todas tenemos derecho a vivir nuestra sexualidad de manera libre, responsable y sin manipulación"
33
Violeta es una chica muy estudiosa y extrovertida. Vivía feliz su etapa de
adolescencia, hasta que un día, por la tarde, su padre Martín y su madre
Luciana la llamaron para hablar porque querían decirle algo importante.
La madre empezó diciéndole que, hacía tiempo, había conocido a un
hombre de buena posición y que estaba muy interesado en ella. Su padre
añadió: “sí, hijita, ese hombre te ayudará a salir adelante, solo tendrás que
atenderlo muy bien y más adelante irte a vivir con él”.
Violeta en ese momento respondió muy segura: “¡No! Mamá ¡no! Papá
¡no! No quiero estar con ese hombre que ni siquiera conozco, ¡No me quiero
vender!”. Su madre la calló con una cachetada y le exigió que hiciera lo que
ella y su padre le ordenaban, o de lo contrario lo lamentaría.
Violeta volvió a responder llorando:
–Si usted me quisiera apoyar para que yo salga adelante, no me pediría
esas cosas. ¡No quiero y no voy a ir con ese hombre, mamá! –, repitió Violeta
muy firmemente.
En ese momento, Violeta escuchó
–Aquí no se hace lo que tú quieras, esta es mi casa, y se hace lo que tu
madre y yo te decimos, que te quede bien claro, Violeta. Mañana vendrá y
lo conocerás, lo tratarás amablemente. Si no lo haces, …¿entendiste? –, le
dijo su padre tomándola de un brazo.
–Sí, papá–, respondió Violeta.
Violeta subió a su cuarto confundida y muy deprimida. Sin embargo, es-
taba muy segura de algo: no se iría con ese hombre, aunque su mamá y
papá la mataran a palos. Lloró tanto y tan desconsoladamente que se quedó
dormida sin comer nada.
A la mañana siguiente, la mamá de Violeta subió a su cuarto y empezó a
gritar.
–Levántate, ya tienes que arreglarte, que tu futuro esposo va a llegar pron-
to–, le ordenó.
Violeta se levantó, buscó la ropa más seria que tenía y se la puso. Alguien
tocó la puerta y sus padres le ordenaron que bajara y abriera.
–Hola, Violeta, me llamo Teodoro. Mucho gusto.
–De igual manera –, le respondió seria.
–¡Hola Teodoro! ¿Cómo estás? Pasa, siéntate en un momento serviremos
el desayuno–, dijo Luciana la madre de Violeta, y la miró con mucha rabia.
–Ya, gracias …y … ¿dónde está el señor Martín? –, preguntó Teodoro.
–Está cambiándose, hijo –, le respondió la mamá de Violeta.
–Tengo unos obsequios para ustedes, que venga el señor y se los daré–,
dijo mirando a Violeta.
–Ya, no te preocupes, Teodoro, primero vamos a comer –, respondió Lu-
ciana.
Al bajar al comedor, el padre le ordenó a Violeta que ayudará a su madre
a poner la mesa, porque él tenía que hablar en privado con Teodoro.
Mientras servía la comida, su madre le recordó qué tenía que hacer y le
pidió que cambiara de cara porque se veía horrible.
–¿No pudiste vestirte más sexy? Así pareces una vieja de 100 años–, aña-
dió.
–No puedo estar mejor, mamá, ya que me están vendiendo a ese viejo
que puede ser mi padre–, respondió Violeta.
niñas emprenden el cambio
ALIAS: ngb
¡No calles, no estás sola, somos muchas!
"Todas tenemos derecho a decidir con quién y cuándo iniciar nuestra convivencia"
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–Pero no lo es y deja de estar contestándome de esa manera–, dijo su
madre.
–La mesa está servida, siéntense–, dijo Luciana y cada uno tomó su lugar.
Durante toda la comida hablaron, Violeta solo quería que todo termina-
ra. Cuando todos terminaron de comer, Violeta y su mamá recogieron los
platos y los lavaron. Después salieron de nuevo a la sala, Teodoro en ese
momento mencionó que era hora de repartir sus obsequios. Empezó con el
regalo de la señora Luciana, luego con el del señor Martín y al final dijo que
tenía un regalo para la mujer más hermosa del mundo y se lo dio a Violeta,
que agradeció muy seria. Después su mamá, su papá, y Teodoro se queda-
ron solos para hablar por mucho más tiempo.
Al llegar el mediodía, Violeta se cambió para ir al colegio. Bajó y se despi-
dió de su mamá y de su papá y de Teodoro que todavía seguía ahí.
–Hasta luego, señor–, dijo.
–¿Cuál señor? Dime Teodoro o Teo–, respondió riendo.
–Ya me voy–, repitió Violeta.
–¡Que te lleve Teodoro, Violeta! –, dijo Luciana.
–No, yo puedo ir sola.
–Para mí no hay ningún problema, sube a mi auto–, replicó Teodoro.
–¡Violeta, ya! –, gritó su papá.
Violeta tenía que obedecer y subió. Al llegar al colegio abrió la puerta del
carro y salió sin decir nada. Todo le salió mal ese día, no podía concentrarse.
Cuando llegó la hora del recreo, se acercó a donde estaban sus amigas,
Lucrecia, Amy y Elizabeth.
–Tengo que contarles algo–, dijo Violeta bajando la mirada.
–Sí, dinos–, contestaron las tres.
–Estoy pasando por un mal momento en mi casa. Mi madre y mi padre
quieren que esté con un hombre que podría ser mi padre, tiene la misma
edad que él–, confesó.
–Eso no está bien, pero, ¿lo conoces? –, protestó Amy
–Hoy lo vi por primera vez–, respondió Violeta.
–¡Rebélate! Si no lo haces, te vas a arrepentir toda tu vida–, dijo insisten-
temente su otra amiga.
Entonces Lucrecia les confesó que sentía vergüenza y que por eso no les
había contado algo que solo sus padres sabían. Les dijo que vivía con un
hombre de 30 años con quien había tenido una hermosa niñita que ahora
tenía tres años. Dijo que él la apoyaba para que siguiera estudiando, pero
abusaba de ella cuando él quería.
–¿Qué? Lo siento mucho, yo contando esto y tú mi Lucrecia estás viviendo
algo peor–, dijo Violeta abrazándola.
–Bueno, ya me acostumbré. Aunque no lo amo y siento que me hace
mucho daño, sí amo a mi hijita que no tiene la culpa de nada. Yo no conté
nada, pero tú sí. No dejes que tu mamá y papá decidan por ti–, respondió
Lucrecia.
Entonces, sonó el timbre que indicaba que debían regresar a las aulas de
clases. Elizabeth solo pudo quejarse de lo rápido que había pasado el tiem-
po de recreo. Las alumnas y los alumnos regresaron y continuaron sus clases
hasta que tocaron el timbre de salida. Hubo un tema que interesó a todas y
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todos, especialmente a Violeta y sus amigas: ¿qué podían hacer para reducir
el embarazo en adolescentes?
De regreso a casa y mientras caminaban, Violeta les propuso a sus amigas
iniciar una campaña para luchar contra el embarazo a temprana edad o para
ser la voz de aquellas chicas a las que nadie escuchaba. Además, les pidió
a sus amigas que fueran muy reservadas porque no quería que sus padres
se enteraran.
–¡Sí! Es una gran idea, entregaremos folletos a las chicas y a los chicos–,
dijo entusiasmada Amy.
–Sí, porque en algunos casos, las y los jóvenes tienen relaciones sexuales,
no se cuidan.
–Empezaremos mañana mismo. Yo conozco a un amigo que puede dise-
ñar el folleto, algo con el nombre de “NIÑAS EMPRENDEN EL CAMBIO”
y… después le pagamos–, añadió Elizabeth.
–Ya, yo tengo unos ahorritos–, dijo Amy.
–Yo también–, dijeron juntas Lucrecia y Elizabeth.
–Bien, entonces las veo mañana y empezamos a repartir los folletos.
–Nos vemos mañana, chicas–, se despidió Amy.
Violeta llegó a su casa, comió y subió a su cuarto donde empezó a chatear
con sus amigas y acordaron crear una cuenta de Facebook. Lucrecia era la
encargada y así lo hizo, creo la cuenta “NIÑAS EMPRENDEN EL CAMBIO”
e invitó a todas las personas que conocía. Muchas chicas y chicos aceptaron
la solicitud y, además, le sugirieron a sus amigos y amigas a hacer lo mismo.
Violeta ya no se sentía tan presionada en su casa porque había casi decidido
no dar importancia a lo que su mamá y papá dijeran de Teodoro.
Al día siguiente, Violeta le pidió permiso a su mamá para hacer una tarea
con sus amigas, aunque en realidad era para repartir los folletos. No debió
mentirle, pero tenía miedo de que no la dejaran salir. Estuvieron entregando
folletos por horas e inscribiendo a las chicas y los chicos que querían ser
voluntarias y voluntarios en esa campaña.
Después fueron al colegio a seguir aprendiendo y también para repar-
tir más folletos. Les explicaron a todos y todas el objetivo de su campaña
para que se unieran y tomaran consciencia de lo que estaba pasando a su
alrededor. Pasaron días, semanas, meses y la campaña se hizo tan popular
que llegó a oídos de la madre y del padre de Violeta. Solo entonces com-
prendieron que estaban haciendo muy mal al quererla entregar a un hombre
que ella no conocía ni amaba. Le pidieron perdón mientras la abrazaban
amorosamente.
La vida de Violeta y sus amigas empezó a cambiar desde que crearon esa
campaña. Se sentían más fuertes y orgullosas por el bien que habían hecho.
Las chicas, los chicos, las madres y los padres tomaron consciencia de que
la vida es muy importante y que deben dejar disfrutar cada etapa de la vida
a sus hijas e hijos sin presión ni obligación. Las chicas y los chicos entendie-
ron que había un momento adecuado para traer una hija o hijo al mundo y
que esto debía ser planificado. “Siendo maduras podremos darle lo mejor
a esa niña o niño, y enseñarle cada día a disfrutar y respetar su vida. Siendo
personas maduras podremos inculcarle a esa niña o niño que el objetivo de
su vida debe ser hacer el bien, así cada persona engrandecerá y mejorará
su país”.
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Esa mañana, desperté con un dolor punzante en el pecho y se lo conté
a mi mamá, muy asustada. Ella me dio unos consejos algo extraños, pero
confiables: calienta una cuchara en la flama de la cocina, y luego póntela en
el pecho en las mañanas¨. Así lo hice, y…me dolió más.
El sábado 6 de agosto de 2015, cumplí 12 años. Fue el peor cumpleaños
que había tenido. Me desperté y, cuando iba a levantarme, miré mi cama
porque la sentía húmeda. Ay, me asusté tanto: ¡estaba completamente roja!
Llamé a mi mamá y ella me explicó qué pasaba.
Pasó el tiempo y yo iba al colegio como siempre, pero un día sentí algo
distinto. Vi a un huambrillo. Había algo en él que me gustó. No sé, en
realidad: era su sonrisa o su mirada tierna, su peinado, su forma de caminar
o tal vez su forma de vestir. No sé… solo me enamoré. ¡Ah… y su forma de
hablar!
Y bueno, al sonar el timbre de salida, tropecé con él y me pidió disculpas.
Le pregunté su nombre. Se llamaba Shisho. ¡Qué lindo nombre! Hablamos
unos minutos y luego me invitó a comer un helado. Nos hicimos amigos y un
día me invitó a dar un paseo en canoa. Le pedí permiso a mi mamá y ella me
dijo que sí, pero que debía estar de regreso a las seis de la tarde.
Me peiné, me arreglé: quería estar muy bonita. Vino Shisho, tocó la puerta
y preguntó por mí. Salí corriendo y me despedí de mi madre, quien me miró
y me hizo una señal. Entendí: “ve con cuidado, hija”. Shisho y yo íbamos
caminando por el puente. Entonces él se arrodilló y me dio unas flores que
tenía en las manos y me dijo: “Aurora, desde el día que te vi, me enamoré
de tu mirada dominante, me enamoré de tu cabello negro, de tus manos
delicadas, de tu carita de princesa, de tu sonrisa que brilla como el sol”. Y
le dije que sus palabras me halagaban mucho. Él me miró y me preguntó lo
que había esperado.
–¿Quieres ser mi enamorada? –, me preguntó mirándome a los ojos.
–¡Sí! –, le respondí con una enorme sonrisa.
Pasaron los meses, salíamos siempre. Íbamos al río Itaya. Íbamos a todas
partes y un día le comenté que quería presentarle a mi mamá no como mi
amigo sino como mi sherete. Mi mamá estuvo de acuerdo cuando se lo
pedí, además no podía decir que no porque la fecha de mi cumpleaños
se acercaba. El día llegó. Había invitado a mis amigas y amigos. Todos
bailábamos y uno de mis amigos me invitó a bailar "la anaconda". Ese día
festejaba mis 15 años. Lamentablemente, Shisho bebió y se emborrachó.
Empezó a tener actitudes que demostraban sus celos. Hizo comentarios que
nunca había hecho antes, era raro verlo así. De repente, me jaló y me llevó
arriba a mi cuarto. Nadie se dio cuenta. Mi mamá estaba abajo bailando.
–¿Me amas? –, me preguntó y sentí su aliento.
–Claro que sí, Shisho–, le respondí nerviosa.
–¡Entonces, demuéstramelo!
–¿Cómo? Ya te he demostrado que te quiero mucho.
–¡Dame la prueba del amor!
–¿Qué? Estás loco– respondí, y él añadió – entonces no me amas.
Me preocupaba que se fuera. Así que le dije que lo había pensado mejor
…y le repetí que lo amaba. Shisho insistió: “hay que hacerlo”. Le respondí
muy firmemente que no: “¡No, Shisho, no lo haré!”
Se molestó, su mirada dulce de siempre se transformó en una mirada de
rabia. Me amenazó diciendo que, aunque no quisiera, lo haría; y empezó a
Aurora dice ¡no!
a su Sherete
ALIAS: princesa loretana
¡Tu bienestar emocional y físico es primero!
"Todas tenemos derecho a decidir con quien estar y podemos terminar una
relación cuando esta no es saludable y nos lastima, merecemos ser felices"
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golpearme. Empecé a gritar, traté de defenderme. Nadie me escuchaba.
Entonces agarré un macetero pequeño que estaba cerca y lo golpeé en la
cabeza. Él se cayó al suelo. Corrí y corrí hasta llegar a nuestro lugar favorito
y lloré. Lloré mucho… como nunca lo había hecho antes. Luego regresé a
mi casa y le conté a mi madre. Lloraba porque lo amaba de verdad, pero a
la vez me sentía muy confundida por lo que él había hecho.
Pasaron los días, no supe nada de él. ¿Lo extrañaba? ¡Sí! Un día tocaron la
puerta de mi casa, fui a abrir y era él …con rosas y chocolates. Se arrodilló y
me pidió disculpas: “regresa conmigo, Aurora”. Le dije que no. Y añadí con
mucha seguridad: “los hombres que golpean una vez, lo hacen dos y tres y
miles de veces más”.
Así que, huambrillas, recuerden que el hombre que las quiere de verdad
no las obligará a hacer algo que no quieren.
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02
iquitos
En una habitación, un padre arropaba a su pequeña hija antes de ir a
dormir. Jaime acomodó la sábana sobre el cuerpo de Marielita y le dio
un beso en la frente como los padres amorosos lo hacen con sus hijas e
hijos. Estaba por irse silenciosamente, pero la niña lo sujetó de la mano y
le pidió que le contara una historia. Al ver el rostro de la dulce criatura, el
padre accedió y se sentó en la cama acariciándole los cabellos. No había
necesidad de preguntarle qué historia quería la niña. Él sabía perfectamente
cuál era. Él sabía cuál era su leyenda favorita: Las Amazonas.
Mientras su padre narraba la historia, Marielita escuchaba muy atenta,
maravillada con las hazañas de aquellas guerreras, valientes, fuertes,
respetadas y hermosas…ella quería ser como ellas cuando creciera. Al
terminar la historia, Marielita y su padre se despidieron. Ella volvió a decirle
que sería una amazona. Se lo prometió a su padre y él, con una voz muy
suave, le dijo que sí, que él la ayudaría a ser una gran guerrera amazona.
Pasaron muchos años. Mariel, que ahora era una mujer adulta, estaba
ansiosa y no sabía por qué. Estaba al borde del río Amazonas, observaba
los árboles y aves que volaban por allí. El sonido del bosque creaba ecos
en su cabeza, esos ecos se transformaban en pensamientos: cómo sería
Panguana. Eso la calmaba. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Le resultaba
gracioso pues aún mantenía sus creencias. Todavía, como cuando era niña,
creía que la naturaleza albergaba espíritus capaces de ayudar cuando lo
necesitabas. Seguía sonriendo mientras un rayo de sol caía sobre sus ojos,
el fresco viento movía sus cabellos. Ahhh, cómo la relajaba eso. Su ansiedad
desaparecía. Le agradeció a la naturaleza.
Ese día ella tenía unos libros. Estos libros eran importantes para ella.
Los tomó, miró y se repitió que los regalaría cuando comenzara su labor
como maestra. Mariela había estudiado Educación pues le encantaba tener
acceso a niñas, niños y adolescentes. Ella quería educarlos con una visión
diferente de la vida. Una visión positiva que incluso aplicaba en la suya.
Estos libros contenían un mensaje importante: debían defender y luchar por
sus derechos. Eso les enseñaría. Esa sería su misión como maestra.
De regreso a su casa, decidió cambiar de ruta. Llegó a un caserío, observó
la espesura predominante del bosque. Había hermosos árboles y sus hojas
se movían porque traviesos monos saltaban de un lado a otro. Se quedó
asombrada y feliz por tener cerca todo aquello …Esa escena solo la había
leído en obras sobre las amazonas.
No se dio cuenta de que unos ojos la observaban curiosos y hasta con
desconfianza. Luego sintió esa mirada. A pesar de ello, no se intimidó y se
dirigió a un grupito de niños que jugaban descalzos. Entusiasta los saludó:
“¡Hola!”. Algunos niños retrocedieron y otros se alejaron tímidamente.
Mariela les mostró los libros que llevaba. Ellos sintieron curiosidad y se
fueron acercando a ella. Ella, con más confianza, les preguntó sus nombres.
Sólo escuchó balbuceos. Luego María observó cómo los niños finalmente se
alejaban y corrían hacia sus madres. Mariel intentó mantener la sonrisa, su
rostro tenía esa mirada dulce que tenía desde niña. Sin más, se apresuró a
seguir su camino para alcanzar la lancha que la llevaría a su casa.
Las semanas posteriores, ya conocía más el lugar. Estaba maravillada con
el lugar y las costumbres que cada día descubría. Notó que las niñas y los
niños de allí eran rápidos para aprender. Su aprendizaje facilitaba su labor,
pues a pesar de que aparentaban no tener mucho interés a veces, ellos
guardaban en su interior ganas de conocer más sobre las cosas, y eso le
encantaba a Mariela.
la guerrera
amazónica
ALIAS: lia nhell
¡Nadie debe forzarte hacer lo que tu no quieres!
"Todas tenemos derecho a elegir a nuestra pareja, decidir si queremos o no tenerla y saber el momento adecuado"
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se avergonzaba. Mientras ella hablaba, el color de sus mejillas la delataban;
pero después notó, por su mirada perdida, que la huambrilla de cabellos
lacios ya no escuchaba lo que decía. Mariela pensó que necesitaba decir
algo que le resultara interesante a Chabela: algo que la hiciera entender
lo que trataba de decirle su maestra, pero sin tener que insistir con más
consejos.
-¿Conoces la leyenda de las Amazonas? ¿Has oído hablar de ellas? -Mariela
inclinó un poco su cara para atrapar la mirada de Chabela, pero la niña solo
movió la cabeza en señal negativa.
-Ellas eran mujeres guerreras, protectoras de la naturaleza, valientes
y comprometidas con cuidar lo que les rodeaba. Eran muy respetadas,
capaces de enfrentarse a todo. Divinidades guiaban sus acciones. Un día
llegó un hombre que descubrió el río y las conoció. Quedó maravillado y
encantado con ellas, por eso en su honor nombró al río Amazonas. Si ellas
fueron así de inspiradoras, ¿por qué no podemos ser como ellas? Somos
mujeres, merecemos ser respetadas y admiradas. Eres tan fuerte como esas
guerreras, capaz de lograr lo que te propongas, eres valiosa e inigualable.
No te dejes maltratar por un hombre, existen muchas alternativas para salir
adelante, conseguir un esposo no es una opción. No dependas de alguien,
sé el orgullo de tu mamá y papá- dijo Mariela.
Chabela solo abrazaba, con manos nerviosas, su bolso. Luego de seguir
conversando, se despidieron y Chabela le prometió hablar con su mamá y
papá, pero para Mariela aquella promesa no parecía sincera.
Las cosas mejoraron. Chabela comenzó a acercarse a Mariela para hablar
sobre las historias y pedirle que le contara muchas más. Mostraba más y
Una tarde, cuando Mariela salía de trabajar, escuchó una conversación en
la parte trasera del deteriorado colegio donde enseñaba.
–¿Qué dijeron tu mamá y papá? –, preguntó una huambrilla cuya voz le
parecía conocida.
–Ay, Carmen. Le hablaron al profesor desde un principio y dijeron que
él debía llevarme a Iquitos para una mejor vida. Pero mi mamá y papá no
saben…
–¿Qué cosa?
–Que por su culpa perdí al bebé, en una discusión él me golpeó.
-¿Qué? ¡Chabela! ¡Aprovecha! En Iquitos tendrás una casa grande y tu
marido te va a mantener.
–No sé, yo ya no quiero estar con Walter–, respondió con voz temblorosa.
Al escuchar aquello, Mariela se quedó muy sorprendida. Esas niñas casi
adolescentes hablaban con total naturalidad de una vida sexual activa, sin
conocer el verdadero significado y responsabilidad de emprender una vida
adulta. Entonces recordó que Chabela era una de sus alumnas. Una niña
muy aplicada en el estudio, incluso era la mejor de su clase. Sin saber qué
hacer, caminó de regreso a su casa y durante el resto de la noche no pudo
conciliar el sueño. Así pasaron días y días y ella seguía preocupada, así que
decidió hablar con Chabela.
Una tarde al terminar su clase, cuando todos salían de la escuela, Mariela
vio a Chabela y empezó a hacerle señas para indicarle que quería hablar
con ella. La niña saludó a la maestra sin entender lo que pasaba. Mariela
había imaginado el diálogo, no iba a tocar el tema de manera directa, sería
muy cautelosa. Al fin le dijo lo que pensaba. Al principio notó que Chabela
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más interés en las historias que narraban la vida de las guerreras Amazonas.
Mariela le relató emocionada historias que ella creaba y mejoraba cada día,
y así poco a poco se hicieron más cercanas. Chabela estudiaba cada vez
más y se reunía con su maestra, cerca de las cosechas de plátano de su
padre, para que ella le enseñara. La mamá y papá de Chabela estaban tan
felices de ver a su hija muy concentrada en sus estudios, que hasta soñaban
con ahorrar algo de dinero para que accediera a una profesión, pero aún
quedaba pendiente el compromiso con el maestro, así que decidieron
hablar con él.
Cuando la mamá y papá de Chabela pusieron fin al compromiso de su hija
y el maestro, ella se sintió aliviada, pero el maestro Walter se retiró molesto,
y antes de irse le pidió a Chabela que se encontraran en secreto en la noche.
Chabela acudió por temor, con la mentira de “conversar”, él la llevó cerca
de la ribera del río donde otros desconocidos la esperaban. Walter quería
vengarse. La niña gritó y se resistió. La fuerza de esos hombres era mayor
que la suya. Ella solo pensaba que quería ser como las amazonas, pero ya
no se estaba defendiendo …no podía más. Cerró los ojos resignándose
a lo que sucedería, escuchando sus ropas ser arrancadas y sintiendo esas
gruesas manos extrañas recorrer su cuerpo. Entonces, en un último intento,
clamó a la naturaleza, pidió que la ayuda llegara de alguna forma, que la
liberaran, su pecho se oprimió ante el frío mientras soltaba una lágrima.
La naturaleza jamás abandona a quienes necesitan su protección. Se
escuchó la voz de Mariela, quien había estado siguiendo a Walter desde
que Carmen, la madre de Chabela, le comentara que él había discutido
casi violentamente con Chabela luego de la cancelación de su compromiso.
Es por eso que la maestra, acompañada por un grupo de habitantes con
lámparas para ver el camino, llegaron y liberaron a la muchacha de aquellos
perversos sujetos.
Mariela supo que al profesor lo castigaron y llevaron a otro lugar, y que
la mamá y papá de Chabela cumplieron su promesa de apoyarla, aunque
seguían sintiéndose culpables por lo que había pasado, porque alguna vez
quisieron que ese hombre llevara a su hija a una mejor vida. Mariela les dio
orientación para que la apoyaran en sus estudios, y no viviera algo así otra
vez. Ella sabía que, con la ayuda de su mamá y papá, Chabela sería más
consciente de sus derechos y sería una mujer ejemplar.
Meses después, una lancha recogía a una maestra que miraba con
nostalgia el lugar que dejaría, pero con cierta alegría por regresar a Iquitos,
casi saboreando la deliciosa aguajina de su tía Lucha, emocionada por
reencontrarse con sus padres. Y a su lado, estaba Chabela acomodando
sus cosas mientras se despedía de su propia familia también. La niña, hoy
muchacha, se iba con la maestra para estudiar en la ciudad y convertirse en
una profesional. Chabela la miró y supo que estaba convirtiéndose en una
guerrera amazónica.
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En lo más profundo del frondoso bosque amazónico, el azul cielo y
el maravilloso tinte verde de la espesa extensión de árboles exóticos,
vislumbraba el amanecer de la selva cautivadora, la luz llamaba a gritos su
despertar y la noche caía rendida ante la realidad de su nuevo día.
Para el pueblo de Cochiguira, el despertar yacía antes de que el gallo
cantara. Para esta comunidad, el día comenzaba en cuanto el último sideral
dejaba de brillar en el extenso cielo de color azul tormentoso. Los árboles,
los animales, las flores, las plantas, para el pueblo, lo eran todo. Tenían la
creencia de que todo lo otorgado era una bendición y nunca una casualidad,
es por eso que trabajaban duro día tras día, noche tras noche, entre la luz
y la penumbra. La tierra era su Dios y eso nada lo cambiaría. Por todas
aquellas razones, en cuanto nacían sus hijas e hijos, les enseñaban a amar,
cuidar y sembrar hasta la más pequeña semilla.
La vida allí pareciera maravillosa, perfectamente rodeada de lo más variado,
de lo magnífico… en un mundo ya corrompido por paredes de concreto,
móviles de metal y suelo de cemento. Ya nada era natural y era verdad que
en el microcosmo Amazónico todo era diferente. Sin embargo, en realidad,
el tinte verde no era diferente del tinte negro: la existencia de una sociedad
corrompida hacía iguales a todas y todos: las y los adolescentes habían
cambiado su forma de pensar, pero, ¿quién podía imaginar que iba a ser
así?
Las huambrillas, vulneradas por un supuesto amor, creían que casarse y
tener hijas e hijos era la mejor manera de vivir, pero quién las podría culpar
cuando la educación y el progreso nunca estuvieron cerca de la vida rural.
Vendidas han caído en las garras de una vida de dolor … Las madres y los
padres no han hecho nada porque creían que eso era lo mejor ya que no
aves rompiendo las
esferas de cristal
ALIAS: dr
había nada en una tierra donde eran personas olvidadas, pertenecientes a
un mundo desterrado frente al progreso de una ciudad totalmente distinta a
nuestro mundo: un árbol, un pájaro volando libremente en la extensión del
cielo. Un día ese dolor terminó. Todo eso cambió cuando ella alzó la voz y
dijo nunca más a una vida de sumisión.
Desde muy pequeña soñaba con volar, miraba el cielo e imaginaba ser un
Víctor Díaz. Amaba a esa ave porque podía ser todo lo que yo no era: libre.
Sus alas, su color… todo llamaba mi atención. Era tan hermosa. Siempre
me preguntaba por qué yo no podía ser igual. Tengo dieciséis años y toda
mi vida ha estado ligada a esta tierra cautiva, donde las reglas son lo más
importante y donde el dolor, el maltrato y la explotación es lo que menos
preocupa, donde las madres y padres, resignados, prefieren casar a sus hijas
con alguien que les dará una "vida mejor", aunque saben que, en realidad,
nada de eso es real. Las hijas piensan erróneamente que, al conseguirse un
esposo, no trabajarán más y tendrán una buena vida.
Yo tenía muchas amigas que pensaban igual, pero su vida era solo maltrato,
sumisión y más trabajo cumpliendo los deseos del esposo y cuidando a sus
hijas e hijos. Era una vida que, con seguridad, yo no quería para mí; pero
supongo que en algún momento tenía que aceptar por orden de mi mamá
y papá, quienes pensaban igual que mis amigas y todo el pueblo: “la vida
es mejor si nuestra hija encuentra un esposo”. No entendía por qué. Ellos
sabían muy bien cuanto se sufría, pero yo no era nadie, así que tenía que
acatar las órdenes… no había otra opción.
Un día miré el cielo y solo lágrimas salían de mis ojos, tan saladas, tan
amargas que podría jurar que, si no paraba de llorar, saldrían lágrimas color
escarlata. No dejaba de preguntarme por qué no podía convertirme en un
¡Puedes llegar muy lejos, hasta donde quieras, los límites los pones tú!
"Es nuestro derecho el estudiar y nadie puede ni debe negárnoslo, podemos decidir
sobre nuestro futuro y construir nuestro proyecto de vida"
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–Tranquila, no te voy a hacer nada, Nora. Solo tienes que hacerlo, tú vas a
ser mi mujer, no seas tonta – dijo con un tono que reflejaba la molestia que
trataba de disimular.
Entonces dije las palabras que salieron de mi boca como cuchillos y que
regresaron a mí, a mis entrañas: “está bien”. No sentí nada. Era simplemente
un títere que fue hecho y deshecho a la vez. Él hizo lo que tenía que hacer y
yo simplemente lo permití. Fui cobarde y me repudiaba por eso.
Pasaron dos meses, tenía miedo, mi menstruación no había llegado. No
quería estar embarazada. No quería convertirme en la sirvienta de Juancho.
No quería. No sabía qué hacer, nunca había tenido charlas de educación
sexual, no sabía a quién acudir. Corría peligro en cualquier lugar. Durante
todo ese tiempo, no dejaba de pensar en quién me podría ayudar, pero no
encontraba a nadie. Al final tuve que decírselo a Juancho.
–¿En serio? – dijo Juancho- No sabes cuánta felicidad me das. Te juro que
vas a ser la mujer más feliz del mundo…. ya lo verás –, él se veía tan feliz,
pero yo sabía que solo eran palabras vacías.
Después mi mamá y papá se enteraron y decidieron que debía ir a vivir
con Juancho. Toda mi niñez la pasé aprendiendo a ser una buena esposa…
nunca pensé que lo sería hasta el día en que me dijeron que me fuera con
él. Al día siguiente, vi como desembarcó un equipo médico. Esas personas
acostumbraban venir a fines de agosto. Estábamos iniciando septiembre.
En cuanto los vi, corrí y hablé con alguien. Uno me pareció doctor, me paré
frente a él y le expliqué lo que me preocupaba. Muy atento, me ayudó. Me
explicó todo lo que necesitaba saber: cómo usarlo. Así que en la soledad
ave…para volar lejos de allí. De pronto entendí la razón: era un ave cautiva,
no era libre. Caminé lentamente. Estaba decidida, no mostraría sentimiento
alguno, sería fuerte a pesar del momento.
Caminéporsenderosqueconocíamuybien.Todaminiñezestuvecorriendo
de aquí para allá, jugando con Pancho, mi amigo de la infancia. Alguna vez
pensé que él terminaría siendo mi sherete, pero lamentablemente prefirió
las drogas y terminó muriendo en una redada. ¡Qué pena! Muchas personas
no se dan cuenta lo difícil que es vivir en zonas rurales. Las autoridades
prefieren no mirar, no escuchar. Nos olvidan, olvidan que somos personas y
que, aunque no vivamos en la ciudad, merecemos ser llamados parte de la
sociedad, merecemos una buena educación.
Quizás si muchos jóvenes como Pancho no hubieran elegido un mal
camino…quién sabe. ¿Por qué estaba pensando ahora en eso? No entendía
por qué…luego entendí. El pueblo también era cautivo en una vida sin
oportunidades, una vida que les cobraría, y …entonces … ahora la vida
me cobraría a mí la injusticia de un país que existía, pero no para los que
necesitan. Caminar por ese lugar se volvió un tormento.
Llegué a la casa en donde me esperaba Juancho, así se llamaba la idea
que tanto me había atormentado. Hoy era el día – porque mi mamá y papá
lo habían decidido así –. Él estaba postrado en la estera esperándome. Mi
mamá y papá habían planeado esto, casi podía escucharlos diciendo que
tenía que servir al hombre que sería mi marido. Yo no podía decir que no,
ahora estaba allí …y no podía retroceder.
–¿Lista Nora? – preguntó Juancho.
–No lo sé, Juancho, todavía estoy dudando.
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de mi cuarto –esperé a que Juancho se fuera a la chacra– me hice la prueba
tal como me habían indicado. Espere unos minutos que fueron como años.
Al ver el resultado, lloré, no podía creerlo, después de tanto sufrir, la prueba
era negativa: no estaba embarazada. Salí corriendo, corrí, corrí como nunca,
corrí por los senderos que me habían visto crecer, los que me vieron reír,
llorar, y recordé mi vida. De pronto la alegría que me invadía, se convirtió en
sonidos, los pájaros cantaban libres, su canto era el más maravilloso canto
que había escuchado. Era como si supieran que yo era como ellos: ahora
era libre.
Llegué a donde estaba el doctor que me había ayudado y le pregunté
si lo que pensaba era correcto. Él me explicó que, muchas veces, las
adolescentes suelen tener problemas hormonales por estrés, angustia o
ansiedad. Salí corriendo feliz de vuelta a la casa. No tenía idea de a quién
me encontraría, llegué y encontré a mis padres y a Juancho esperándome.
Mi felicidad desapareció en cuanto los vi. ¿Para qué me esperaban? ¿Para
obligarme a seguir viviendo con Juancho? No estaba embarazada y “no
tengo por qué seguir viviendo con él” me repetía.
–Nora, trae el masato – ordenó mi madre.
–Nora, trae el pescado – ordenó mi padre.
–Nora, trae el plátano – también ordenó Juancho.
“Nora, trae esto… trae lo otro”. Esas palabras eran las únicas que se
repetían en mi cabeza. Yo siempre amé a mi mamá y papá, siempre fui
paciente y respetuosa con ella y él; pero ya no podía más. No podía seguir
con esa vida y no pensaba soportar a un hombre como Juancho.
–No – dije.
–¿Qué dijiste, huambrilla? – dijo mi padre.
–No lo pienso hacer, no estoy embarazada, no hay nada que me una
Juancho.
Además, era un simple acuerdo que no pensaba cumplir. Yo había
hablado con la tía Amelia. “Voy a Iquitos con ella, voy a estudiar. ¡No
pienso quedarme acá!” – dije con tal determinación que hasta yo misma me
sorprendí. Apenas dije esto, salí de esa casa.
El cielo amaneció con un coloquial rojo potente y amarillo brillante. El río
presentaba su mejor reflejo. El aire movía mi cabello y sentía como si nunca
hubiera salido de mi casa. Después de ocho años, volvía al lugar en donde
nací. Sin embargo, no volvía como salí, tampoco volvía sola: éramos casi
veinte personas las que íbamos en el bote. Allí estábamos: yo y lo que había
creado gracias a mi profesión.
Al pisar la orilla, recordé que cuando llegué a la ciudad, todo parecía tan
difícil. También recordé que, con esmero y mucho esfuerzo, había logrado
graduarme como abogada. Terminar mis estudios en mi pueblo me había
servido para no volver a iniciar desde cero en la ciudad. Después de un par
de años, empecé a trabajar en un despacho legal. Allí conocí personas que
habían vivido la misma historia que yo. Y con ese deseo común por lo vivido,
decidimos formar una organización de ayuda orientada a las adolescentes
que carecen de información útil para la vida, especialmente sobre peligros
que pueden amenazar su existencia. Era una organización que buscaba
ayudar a niñas a empoderarse y no depender de un hombre. Buscábamos
desterrar la idea de dependencia.
Nota de la autora:
Ya no somos aves cautivas, ya no somos acechadas por un depredador.
Somos libres. Podemos volar. Somos fuertes y dejamos que el viento nos
lleve a nuestro destino porque nuestros colores son inmensos y brillantes
más que el sol ¡Somos mujeres! ¡Somos luchadoras! Y ¡Nuestras cadenas
están rotas!
57
56
¡Por ahí iba yo!... feliz con mis 14 años, pensando en divertirme sin fijarme
en lo que me rodeaba, sin fijarme en el mundo. Un día conocí a un chico
llamado Luciano. Era alto y hermoso, también amable, era mi niño precioso.
Me enamoré sin pensarlo, pasó un mes de nuestro noviazgo, todo era
felicidad y amor.
Hasta que un día, fui a su casa. donde jamás imaginé lo que estaba por
pasar en ese momento de mi vida. Todo fue tan rápido, casi instantáneo.
Había sucedido lo que me causaba miedo antes: me entregué a él, entregué
mi cuerpo, entregué, en un abrir y cerrar de ojos, lo más valioso que tenía.
Aún no lo puedo creer…
Pasó el tiempo, mi niño precioso y yo seguíamos juntos demostrándonos
tanto amor. Para mi él era el amor de mi vida. Lo dimos todo. Luchamos
contra nuestras madres y padres por salvar el amor que teníamos.
Hasta aquel día, día de mi pesadilla…
Era un primero de enero y, como todos, queríamos celebrar el comienzo
de un año nuevo. Salimos juntos a ver el paisaje nocturno. Cuando todo
terminó, nos fuimos a su cuarto y volvió a pasar nuevamente. Un mes
después sentí cambios en mí, ya no era la misma. Mi cuerpo estaba
cambiando. Decidimos hacer una prueba de embarazo. Salió negativo, nos
tranquilizamos; pero los cambios en mí eran cada vez más notorios.
Mi mamá y papá sospechaban que algo ocultaba, me preguntaron y lo
negué. Un día decidieron averiguarlo y saber lo que me estaba pasando.
Y llegó, aquel día, día de mi pesadilla. ¡Puffs! Sí, sí estaba embarazada.
Mi mamá y papá se pusieron en contra de él y de mí, de los dos, y yo no
sabía qué hacer. Luciano estaba a favor de tenerlo, pero yo pensaba en el
futuro: “ese bebé va a sufrir en este mundo, por culpa de dos adolescentes
la decisión tomada
ALIAS: Luz
irresponsables”. Actuamos sin pensar en las consecuencias y en todo lo que
esta irresponsabilidad causaría.
Conversé con mi mamá y papá y les confesé que no deseaba ese bebé. Mi
madre, muy dulce y amorosa, me dio dos opciones, en ambas ella prometía
apoyarme.
–Puedes tener al bebé, yo te apoyaré en todo momento, o puedes
practicarte un aborto– dijo.
Cuando la escuché, me sentí asustada. Era algo escalofriante. Mientras
trataba de reponerme, escuchaba a mi papá gritando – no podía entender
lo que decía– pero mirándolo podía adivinar lo que decía con mucha rabia.
Yo era la culpable.
Era la hora de tomar una decisión.
Mi mamá estaba destrozada, decepcionada por verme en esa situación.
Ella jamás pensó que yo cometería semejante desobediencia. Ella siempre
había soñado con verme estudiar, progresar y crecer con responsabilidades.
A la mañana siguiente, después de pensarlo durante toda la noche, ya
había tomado una decisión. Sentí – tal vez lo imaginé – sus pequeños latidos
de miedo dentro de mí, quién sabe si los sentí realmente. Quizás eran mis
latidos, una señal de mi miedo. Y llegó ese momento. Mi decisión era final.
No importa ahora si yo decidí o solo acepté no tenerlo. Solo sé que lo hice
porque yo tenía miedo, miedo a ser madre, pensaba que esa criatura no
debía sufrir junto a mí. No sé si fui egoísta.
Era una tarde nublada, hacía frío y había viento. Ahí iba yo, junto a mi
mamá y papá, temerosa y con dudas, por lo que había decidido, tal vez iba
a cometer un crimen. Llegamos a aquel lugar, era oscuro. Mi mamá y papá
¡Tú decides si ser madre y cuándo serlo!
"Todas tenemos derecho a ser reconocidas como sujetas de derechos en todos los espacios de nuestra vida"
59
entraron y hablaron con el encargado. Había llegado a la hora acordada,
era la hora de practicarme el aborto. Entré en pánico y solo recuerdo que
me pusieron en una camilla, me inyectaron algo, anestesia, sí debió ser
anestesia porque mi cabeza daba vueltas y vueltas.
Abrí los ojos, me sentía confundida. No entendía lo que en esos momentos
estaba sucediendo hasta que recordé por qué estaba allí. Me levanté
mareada… y me vi, vi a mi madre que había estado junto a mí en todo ese
trance. Estuvo ahí, apoyándome a pesar del dolor que le había causado.
Llegué a casa, mi mamá y papá hablaron conmigo después de lo
sucedido. Me exigieron que pusiera fin a mi relación con el chico del que
estaba profundamente enamorada. En algún momento, tendría que hablar
con él y explicarle lo que había pasado, con el corazón destrozado –sí, con
seguridad me sentiría así–.
Después de muchas tardes, vino a verme. Era la hora de hablar con él y
ponerle fin a todo. Llegó y me abrazó con todas sus fuerzas. Pude notar lo
mucho que me había extrañado. Mi corazón latía a mil por minuto, cada
segundo significaba un adiós. Le conté lo que hice. La noticia lo destrozó
porque él deseaba y amaba al bebé; pero no comprendía lo que yo sentía
en esos momentos. Le puse final a nuestro noviazgo, sí …con mi corazón
roto.
Después comprendí que aún mi cuerpo no estaba preparado para ser
madre, que mi vida corría riesgo, era muy, muy joven para todo eso. Mi
mamá me quería con vida, lloraba todas las noches mientras yo dormía. Fui
egoísta e irresponsable, no pensé en las consecuencias. Aunque eso era
verdad, ahora pienso que la decisión que tomé no fue la correcta. Tardé
demasiado en darme cuenta de que mi bebé podría estar mejor conmigo,
que si no hubiera vivido tan rápido, que si no hubiera sido irresponsable,
todo sería diferente; pero ya estaba hecho. Ahora no había nadie que lo
pudiera cambiar.
El tiempo pasó, descubrí que el mundo era grande y tenía mucho que
darme. Todo lo que me pasó, me ayudó a comprender y aprender. Me
di cuenta de que la vida continúa, fue mi lección de vida. Aprendí a salir
adelante pese a los problemas que la vida me ofreció o que yo misma creé.
Ahora sigo aquí, dando todo de mí, aprendí a pensar antes de actuar.
Todo lo que me sucedió me ayudó… a superarme.
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60
Luciana era una adolescente que vivía con una familia amorosa que había
decidido semanas antes hacer una fiesta sorpresa para celebrar sus 15 años.
No sería una gran fiesta porque la familia no tenía mucho dinero. Solo
querían ver a Luciana feliz, era una forma de demostrarle que valoraban su
esfuerzo y dedicación. Era una chica estudiosa, buena amiga. Solo querían
que fuera una fecha muy especial para ella.
Luciana estaba en la casa de su tía Sofía y no sabía que su fiesta de cum-
pleaños se realizaría a las 10:30 pm. Su tía entró al cuarto donde estaba
ella, le traía un regalo, se lo entregó, y ella lo abrió. ¡Era un hermoso vestido
color rosado! Sofía le pidió que se diera un baño y que se pusiera el vestido
para ir a su casa. Seguramente a su mamá le gustaría mucho verla con su
vestido nuevo.
Cuando las dos llegaron a su casa, Luciana vio a sus compañeras y com-
pañeros. La fiesta, aunque pequeña, la hizo llorar de emoción. Abrazó a
su mamá Laura y a su papá Ernesto sin dejar de agradecerles. Entonces
empezó a sonar la música y la fiesta comenzó oficialmente cuando todos
empezaron a bailar y a divertirse. Así era Luciana…alguien a quien todas las
personas querían.
Un día, Karen, una amiga de Luciana, le propuso ir a dar un paseo por
la plaza para tomar un poco de aire. A Luciana no le pareció mala idea. Le
pidió permiso a su mamá y papá. Ellos aceptaron. Laura, su madre, le dijo:
“regresen dentro de una hora, por favor, no se demoren mucho porque les
puede pasar algo”.
Así, las dos chicas subieron a un motocarro y pidieron ir a la plaza. Estuvie-
ron por allí y se les antojó tomar unos helados. Mientras iban a comprarlos,
se encontraron con David, un amigo al que no veían hacía años. Hablaron,
el cumpleaños de
luciana
ALIAS: yadira
recordaron su niñez, se estaban divirtiendo. De repente, él les preguntó:
“¿Por qué no vamos a una discoteca de acá cerca?” Karen estuvo de acuer-
do, Luciana dudaba, pero su amiga insistió tanto que terminó aceptando.
En realidad, quería ir …Entonces, caminaron rumbo a la discoteca que es-
taba “acá cerca”.
Mientras caminaban, hablaban. David participaba de la conversación,
pero lo hacía planeando algo. Él siempre había estado enamorado de Lu-
ciana, pero nunca había sido correspondido. Él había cambiado mucho y
ellas no lo sabían. Estaba obsesionado con ella y quería verla sufrir mucho.
Ya en la discoteca y después de un rato, él sirvió dos vasos de cerveza. Na-
die notó que había vertido un poco de droga en los vasos. Después de unos
minutos, ambas empezaron a sentirse extrañas, no podían mantenerse en
pie…se quedaron dormidas.
David se llevó a Luciana y dejó a Karen con un amigo más. Una vez en su
casa, abusó de Luciana sin que ella pudiera hacer algo pues estaba com-
pletamente inconsciente. Más tarde llamó a una prima de Luciana y le pidió
que la recogiera porque “le duele la cabeza y necesita ir a su casa”, explicó.
Así llegó Luciana a su casa, confundida y con un fuerte dolor de cabeza.
Su mamá estaba molesta, aunque estaba más preocupada porque era muy
tarde: “¿por qué has llegado tan tarde? ¿por qué, Luciana? ¿por qué?”. Su
mamá la miraba y Luciana no respondía …porque no podía…solo la miraba.
Su mamá quería saber por qué estaba así y por qué tenía los ojos tan rojos.
La prima le respondió que Luciana había ido a la casa de David a tomar una
pastilla porque le estaba doliendo mucho la cabeza y por eso tenía los ojos
rojos. La mamá decidió dejarla ir a dormir.
¡Mereces ser feliz y tener relaciones saludables!
Todas tenemos derecho a vivir libres de violencia, a denunciar, acceder a justicia y no ser revictimizadas.
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Al día siguiente, Luciana habló con su madre y le comentó que no recorda-
ba nada. Pasaron algunas semanas, ella empezó a sentirse un poco extraña
y con leves dolores de cabeza, pero no prestó mucha importancia. La mamá
también lo notó, pero decidió no decirle nada a su hija.
Pasó exactamente un mes y medio. Luciana preocupada le contó a su
mamá que no había tenido su menstruación. Laura se lo contó a Ernesto, su
esposo y decidieron llevarla a una farmacia cerca de la casa. Luciana entró y
se realizó la prueba de embarazo; era positivo. Ella, su mamá y papá esta-
ban sorprendidos: ¡sería madre pronto!
Regresaron a su casa, aparentemente su mamá y papá estaban tranqui-
los; pero no era así. Empezaron a reclamarle. De pronto su padre empezó
a golpear a Luciana. Nunca lo había hecho antes. Su madre lo detuvo y le
pidió que se tranquilizara. Le hizo entender que no solucionaría nada con
violencia. Su padre se fue y su madre inició una conversación con Luciana.
Una conversación que no olvidaría, eran consejos de una madre para su hija,
una hija que no estaba preparada para semejante responsabilidad.
Una vez en su cuarto, Luciana lloró como nunca lo había hecho. Se sentía
muy, muy mal por ella. Le pidió a Dios que le diera fuerza y valor para poder
tener a su bebé y que nada le pasara pues quería cuidar de esa criatura. Por
alguna razón, ella decidió en ese momento, dejar el pasado atrás y empezar
a prepararse para recibir a su bebé que no tenía la culpa de nada.
Pasaron meses. Ahora Luciana estaba en la sala de parto. Tuvo a su bebé
sin ninguna complicación. Agradeció a Dios porque todo había salido bien.
Era madre…ya era madre.
Después de mes y medio de haber tenido a su hijo, Luciana empezó a
trabajar con su mamá en la hamburguesería, y Ernesto, ahora el abuelo, tra-
bajaba para comprar los pañales, la leche, y para lo que le pudiera faltarle a
su nieto. Luciana se levantaba cada día sintiendo que su vida era diferente:
su hijo era el motor y motivo de su existencia. Y aunque no había sido su
culpa, se dio cuenta de que los errores enseñan.
Nota de la autora:
Esta es una realidad vivida durante la adolescencia, y para evitarla, es
necesario crear programas para concientizar a las y los jóvenes a vivir una
sexualidad responsable, y crear centros de apoyo para las adolescentes
embarazadas y así evitar más abortos.
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64
03
nauta
Un día una familia humilde decidió salir de un pueblo llamado Triunfo
para mejorar su vida. La hija mayor estaba en tercer año de secundaria. Ahí
conoció a varias amigas y amigos. Después de un tiempo, ella empezó a
cambiar. Tenía actitudes de rebeldía que nadie entendía: no obedecía a su
madre, y tampoco quería cumplir con las obligaciones de la casa. Debido
a su actitud, su madre se cansó de darle consejos, y dejó que ella hiciera
lo que deseaba. La huambra, al ver que no le decían nada, empezó a ir a
fiestas, a tomar alcohol y a trasnochar con sus amigas.
Andaba de fiesta en fiesta, y así conoció a un muchacho, con el que
se ilusionó. Empezaron a salir, a dormir juntos, hasta tuvieron relaciones
sexuales. Ella se sentía feliz porque nadie le decía nada: su mamá y papá
trabajaban y no tenían tiempo para ella.
Después de algún tiempo, la huambra se dio cuenta de que no había
tenido su menstruación. Entonces fue a buscar al muchacho para contarle
lo que le pasaba. Él, al escucharla, se quedó muy pensativo y luego le dijo:
“¿Tú no estarás embarazada?”. Ella se desmayó del susto, no quiso saber
nada más del muchacho y regresó a su casa.
La huambra no sabía que estaba embarazada, pero sí sabía que traer una
hija o hijo a este mundo no era fácil. Así que decidió callarse y no decirle
nada a nadie, mucho menos a su madre porque le tenía miedo. Un día la
huambra vomitó delante de su madre y luego se desmayó. Su preocupada
madre la llevó al centro de salud donde le tomaron algunas pruebas que
más tarde revelaron que tenía dos meses de embarazo. Su madre reaccionó
con violencia y empezó a golpear a la muchacha. Los doctores intervinieron
diciéndole que debía aceptar lo que le pasaba a su hija. Entonces, la
angustiada madre lloró y se disculpó con su hija por no tener tiempo para
ella por dedicarse al trabajo, al igual que el padre. La madre le dijo: “Hija, a
pesar de los problemas o dificultades, te apoyaremos y saldremos adelante
con o sin la ayuda de quien hizo esto”.
Más tarde, la mamá y el papá dialogaron para decidir cuál de los dos
dejaría de trabajar para dedicarle tiempo a su hija. Fue la madre quien
decidió quedarse para cuidar a la huambra, mientras el padre trabajaba para
mantener a su hija y a su nieto. Sin embargo, la huambra les comunicó a sus
padres que después de que naciera su hijo, ella seguiría estudiando. Y así
lo hizo. La muchacha terminó sus estudios secundarios y luego ingresó a un
instituto superior donde estudió durante tres años la carrera de enfermería
técnica. La huambra, con mucho sacrificio y esfuerzo, logró su meta.
Cuando ella ya trabajaba, conoció a un abogado. Con el tiempo ambos
se enamoraron. Ella fue sincera con él: le contó su pasado y que tenía un
hijo. Al abogado no le importó y le dijo que él lo iba a criar como si fuera su
propio hijo. Se casaron, formaron una familia y vivieron felices para siempre.
¡La familia debe ser un espacio de amor, no de sufrimiento!
"Tenemos derecho a planificar cuándo ser madres y formar familias libres de violencia"
historia de cambio
en las huambrillas
ALIAS: MAr
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Casos como este, se viven en la etapa de la adolescencia. Son casos de
la vida real. Cuando por falta de comunicación entre madres y padres con
sus hijas e hijos: las chicas o los chicos buscan el cariño que no tienen en
sus hogares. Muchas veces las chicas que vienen de las comunidades a la
ciudad son víctimas de atropellos en la ciudad y en el mundo. En realidad,
es un virus que no se puede controlar: las chicas quedan embarazadas a
temprana edad y se convierten en una carga más para la familia.
Este es un gran problema en nuestra sociedad; sin embargo, la inclusión
social permite a las chicas embarazadas continuar con sus estudios y lograr
sus objetivos. Para esto, es necesario motivar a todas las chicas de nuestra
sociedad a continuar a pesar de las dificultades que puedan presentarse
ya que para estudiar no hay límites de edad. También es necesario que las
madres y padres les inculquen buenos valores, que les enseñen que una
persona sin estudios no es útil para la sociedad.
Dejo el dicho de que “Ni para el amor, ni para el estudio hay límites de
edad”.
71
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un quince de julio
ALIAS: mfp
“Quizás con el tiempo, esa mujer, que existía en mí, se perdió. ¿Qué
sucedió realmente conmigo? Es hora de asumir esto, pero tengo miedo…”.
Estas son las palabras de una niña que no sabía lo que hacía, ni lo que quería
para su futuro. No pensaba con claridad. Esa niña que aprendió a ser mujer
soy yo. Todo empezó hace diez años cuando yo solo tenía quince.
2 de abril de 1994
Querido diario, últimamente han pasado cosas extrañas. Hoy en clase, el
tema principal fue el amor. Mis amigas, al oír esta palabra, se emocionaron
y empezaron a contar sus experiencias; yo solo escuchaba y me reía. Al
terminar la clase, una de ellas me preguntó si alguien me gustaba. Tuve un
poco de vergüenza de contarles, ya que casi todas tienen enamorado.
Dentro de un rato tengo un trabajo en equipo y ¿qué crees? Él estará ahí,
estoy emocionada.
6 de abril de 1994
Hoy fue un día súper lindo. Mario es un chico carismático, cada día me
enamoro más. Tenemos una amistad; me espera en los recreos, estudiamos
en pareja, salimos a pasear. Me agrada estar con él. Es cariñoso. Hoy en
la tarde estuvo conmigo haciendo las tareas. Como no estaba mamá, se
quedó hasta las ocho de la noche. Le pregunté si su mamá y papá no se
molestarían y me dijo que él vive con su abuelita y que ella regresa tarde
de su chacra. Después de estudiar, vimos una película. Mis amigas dicen
que haría linda pareja con él y, por eso, me empezaron hacer bromas. ¡Ojalá
mañana sea igual que hoy!
3 de mayo de 1994
Ha pasado ya un mes y …estoy de maravilla. Hoy fue el mejor de mis
días, ¿sabes por qué? Mario me pidió que fuera su novia. Cuando me
lo dijo, yo quería morirme. Primero vino a mi casa y, como mamá había
llegado temprano del trabajo, le pidió permiso para salir un rato a pasear
y ella aceptó. Nos fuimos a la plaza a tomar helado. Después, cuando ya
estábamos de regreso, me preguntó si quería ser su enamorada y yo le dije
que sí. Fue ahí cuando di mi primer beso.
8 de julio de 1994
Son ya tres meses de relación con Mario y estoy feliz de estar a su lado.
Es comprensivo y me ayuda, pero hace poco se ha alejado de mí, ya no me
busca, no me espera. Él dice que es porque no estamos teniendo una buena
relación. Él quiere estar besándome a cada momento; antes no era así. Eso
me incomoda, y él se molesta por eso. Trataré de dejarme llevar, al final es
un simple beso.
10 de julio de 1994
Estoy un poco preocupada. Hoy Mario no me quiso hablar, parece que
está molesto conmigo porque le dije que no me gusta que haga ciertas
cosas en público. Debo hacer algo para que me perdone; mañana saliendo
del colegio iré con él a pasear toda la tarde, ya que cumpliremos cuatro
meses juntos.
¡No se debe sentir culpa por disfrutar de la sexualidad responsablemente!
"Todas tenemos el derecho a vivir libre de violencia, en relaciones saludables y tener una maternidad deseada.
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15 de julio de 1994
Me siento un poco extraña. Hace unos días cumplimos cuatro meses de
enamorados y, ese día, al salir del colegio, me llevó a su casa. Como mi
mamá iba a llegar tarde de su trabajo, acepté ir con él. Cuando llegamos
a su casa, su abuela no estaba; él me dijo que había salido. Estábamos en
la sala, empezamos a hablar, y me dio un pequeño regalo, lo abrí: ¡era un
collar! Yo estaba observándolo cuando, de repente, él se lanzó sobre mí y
empezó a besarme. En ese momento dejé que lo hiciera, no quise decirle
que no me gustaba para que no se molestara; pero poco a poco sus besos
iban haciéndose cada vez más bruscos. De besos en la boca pasó al cuello.
En ese instante le dije que parara, pero él me aclaró que eso lo hacían
todas las parejas de nuestra edad. La verdad, yo tenía miedo, no sabía cómo
actuar, ni qué decir. ¿Será mi primera vez? – pensé, me agarró de la mano
suavemente y me llevó a su cuarto.
Mis profesores hablan mucho de esto, nos aconsejan, dicen que debemos
cuidarnos y que no estamos en la edad adecuada para hacer ese tipo de
cosas. Mario me dijo que estaba muy informado acerca de esto, que tomaría
precauciones y yo confié en él. Además, es normal que eso suceda, ayudará
a fortalecer nuestro amor. Si no lo hago, se aburrirá de mí y me dejará–,
pensé.
31 de julio de 1994
Hace unas semanas Mario ya no es el mismo. Pasó de hacer cosas conmigo
a ya no querer más; no me habla y cuando lo hace termina enfadándose.
Tendré que hablar con él de lo que está pasando, no podemos seguir así,
mañana hablaré con él. Lo tengo decidido.
1 de agosto de 1994
Hoy hablé con Mario, como lo había dicho, estoy muy mal por esto.
Mario terminó conmigo. Tengo muchas ganas de llorar. No puedo pensar
con claridad, me entregué a él por amor y no sé lo que va a pasar de ahora
en adelante.
10 de octubre de 1994
Desde que Mario y yo ya no somos enamorados han transcurrido algunas
semanas. Este tiempo sola me ha servido. He tratado de salir adelante,
estoy más tranquila y enfocada en elevar mi rendimiento académico. Sin
embargo, no puedo hacerlo por los constantes mareos, me siento cansada
y… hace unas horas… vomité.
Hoy mis amigas estuvieron observándome. Me dijeron que estaba
engordando. También me preguntaron si había hecho… algo. Tuve
vergüenza al principio, pero les conté. Entonces, me dijeron que tal vez estaba
embarazada. Intenté recordar la última vez que me dio la menstruación:
¡hacía dos meses y medio!
Estoy muy nerviosa. Una de mis amigas sugirió comprar una prueba de
embarazo. Primero me negué porque no estaba preparada para hacer eso y
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74
3 de noviembre de 1994
No sé cómo pasó esto, siento miedo. Hoy regresé a casa, mamá me
acompañó. No, no, ¿cómo pudo ocurrirme esto? Te perdí... ¡ya no estás!
Solo bastó tenerte en mi vientre para saber que, cada día al despertar,
tendría fuerzas por ti. No sé cómo pasó esto, ¿por qué?, Señor, ¿por qué?
No sé cómo actuar. Sentir tus patadas, ver tu carita tan pequeña, tus manitos
formándose fue una sensación única que nunca olvidaré. Ahora mismo las
lágrimas caen por mis mejillas y es que no puedo contenerlas, se me parte
el corazón. Por ti seguiré adelante, lo haré. Dios me puso este reto y saldré
adelante porque tú serás la razón de mi vivir. Fuiste y eres lo mejor que me
ha pasado. Descansa en paz, amor mío, sé que desde el cielo estarás ahí.
Te amo…
porque no creía que estuviera embarazada. Ahora creo que sí lo haré. Ellas
me ayudarán en esto: esta semana irán a comprar la prueba de embarazo y,
como mi mamá trabaja, yo estaré sola para hacerme la prueba.
12 de octubre de 1994
Estoy devastada, no sé qué hacer. Hoy en la tarde mis amigas llegaron
a mi casa. Al principio tenía miedo, me explicaron cómo tenía que usar la
prueba y seguí las instrucciones. Después, esperé un rato. Fueron minutos
interminables … sentí que mi mundo se derrumbaba.
Estoy muy preocupada, ¿qué le diré a mi mamá?, ¿cómo pudo pasarme
esto? Tengo mucho miedo. Tengo tan solo quince años, no me siento capaz
de afrontar esto.
15 de octubre de 1994
Mi mamá ya sabe. Se enteró porque vio en el bote de basura la prueba
de embarazo. Entró corriendo y me preguntó qué era eso. Yo no sabía qué
decirle, solo lloraba. Ella me abrazó muy fuerte y lloró conmigo. Me dijo que
se arrepentía de no haber estado apoyándome en los momentos que más
lo necesitaba, por no haberme aconsejado. Me dijo: “hoy cambiarán las
cosas” y me prometió que estaría conmigo.
No sé qué es lo que voy a hacer con un bebé. De tan solo pensarlo, se me
ponen los pelos de punta y el miedo se apodera de mí.
Los días han sido un poco difíciles para mí. Hace poco, mi mamá me llevó
al doctor y este le dijo que tenía tres meses de embarazo. Me dio muchas
indicaciones y vitaminas para que el bebé naciera sin ninguna enfermedad.
Traté de hablar con Mario, pero no le importó. Le dije que estaba
embarazada, se alteró y me echó toda la culpa. Ahora no quiere saber nada
de mí.
En el colegio ya saben que estoy esperando un bebé. Me miran de reojo,
se burlan de mí y hasta me tienen lástima. Mis amigas me apoyan porque
tengo dificultades con los estudios. Por eso le comenté a mamá que no
quería seguir estudiando. Hemos llegado a un acuerdo las dos: dejaré de
estudiar por un tiempo hasta que nazca el bebé, luego volveré a estudiar,
aunque perderé el año.
Tengo constantes dolores en el cuerpo. El doctor me dijo que tendría
problemas porque soy pequeña.
29 de octubre de 1994
Todo esto es nuevo para mí, no estoy preparada para ser madre. En la
noche tengo pesadillas. La barriga ya se me nota, tengo sensaciones
extrañas y lloro todas las noches. Mi mamá me apoya, ella es mi fortaleza.
Poco a poco siento al bebé moverse dentro de mí, es linda la sensación, mi
bebé no tiene la culpa de lo que está pasando.
Nota de la autora:
Estos fueron mis últimos escritos. Ahora tengo veinticinco años. Aún re-
cuerdo todo lo que viví en mi secundaria, yo nunca pensé que me pasaría
esto. Sí, hace diez años perdí a mi bebé con tan solo tres meses de embara-
zo, fue muy duro. Han pasado tantos años, pero lo recuerdo como si hubiera
sido ayer. Lo superé poco a poco, ahora estoy estudiando Psicología de la
educación y desarrollo en la Universidad de la Amazonía Peruana (UNAP).
Después de lo que pasó en Nauta, tuve que mudarme y empezar de cero.
En unos minutos tengo que ir a un colegio como practicante para dar
charlas a las y los adolescentes, para guiarlos… para que tomen decisiones
informadas sobre su sexualidad.
No olvidaré que un quince de julio tuve relaciones sexuales por primera
vez y fue cuando empezó todo. Mi nombre es Ana y estoy lista para volver
a contar mi historia.
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En el río Marañón, hay un pueblo llamado San Martín, donde vivía Marisol,
una bella jovencita que era alegre, además de ser muy amable y respetuosa
con las personas de su pueblo. A ella le gustaba jugar con sus amigas y
amigos. Siempre acompañaba a su padre a la pesca, no quería quedarse
sola en su casa, tenía miedo porque su mamá había fallecido en un accidente
de tránsito hace poco.
Un día su padre conoció a una señora llamada Luz. Poco tiempo después,
él conversó con Marisol y le habló de sus sentimientos. Por amor a su padre,
ella aceptó a Luz, la mujer que se convertiría después en su madrastra.
A Luz le gustaba ir a la chacra y Marisol la acompañaba porque no quería
quedarse sola en su casa… por su miedo. Hasta entonces, todo era perfecto
porque tenía un padre bueno, una madrastra, que era buena y mala al mismo
tiempo, y un pueblo que la quería mucho.
Un día, el padre de Marisol se fue a la pesca, y ella y Luz se quedaron
en la casa. Ese día, la madrastra estaba muy molesta con Marisol porque
no había querido ir a la pesca con su padre, aun cuando Luz sabía que era
muy peligroso para la muchacha. Esa misma tarde se presentó un hombre
diciéndole a la madrastra que necesitaba una señorita para que fuera a
Iquitos a trabajar como niñera. La madrastra de Marisol decidió conversar
con ella y le dijo: “Marisol, tú ya eres una adolescente y deberías ir a trabajar.
Mira, este hombre quiere una chica para que se vaya a Iquitos a trabajar
como niñera, dime ¿qué dices?”. Marisol le respondió: “Me gustaría trabajar,
pero… mi padre no sabe nada de esto”. La madrastra insistió diciéndole
que no se preocupara, que ella se lo diría. Esto convenció a Marisol y así
decidió aceptar ir a trabajar a Iquitos.
Marisol se sentía muy triste porque no se había despedido de su padre,
pero la madrastra le decía: “¡Lárgate a trabajar, no te preocupes, yo
conversaré con tu padre! ¡Solo vete!”. Marisol se fue sintiéndose una mala
hija por haber dejado a su padre, pero también pensaba que podría ahorrar
y …
Cuando la muchacha llegó a Iquitos, se dio cuenta de que no iba a trabajar
como niñera. El hombre la vistió con ropas muy llamativas y la llevó a un bar,
donde había muchos hombres groseros. Ella quiso escapar de ese horrible
lugar, pero el hombre la agarró de las manos y le dijo: “¿Adónde crees que
vas, no ves que vas a trabajar?”. Ella le gritó: “No, usted dijo que iba a
trabajar como niñera, es un mentiroso”.
Marisol se arrodilló…
–¡Por favor, no me deje en este lugar! ¡Esos hombres me van a hacer
mucho daño! –, suplicó Marisol.
–¿No te gusta que los hombres te toquen todo el cuerpo? Mira a esas
chicas, ellas dejan que esos hombres las toquen, se ríen y lo disfrutan–,
respondió el hombre.
–Espera un momento ahorita viene el jefe que te va a llevar–, añadió.
Mientras el jefe y el señor negociaban, Marisol lloraba en una esquina
diciéndose: “Todo esto es mi culpa por haber aceptado. ¡Odio a mi
madrastra y me odio a mí misma! Quisiera matarme para no estar en este
espantoso lugar”. Esa noche, Marisol trabajó por primera vez.
Así pasaba sus días en ese lugar donde vivía completamente triste porque
esos hombres abusaban de ella. Tiempo después Marisol recordó que una
tía vivía en Iquitos. Ella pensaba siempre “cómo no pasa mi tía por este
lugar”. Un día, cuando terminaba de repetírselo como muchas otras veces
el sufrimiento
de marisol
ALIAS: mjga
¡Las mujeres no somos un objeto, no nos pueden negociar!
"Las uniones forzadas son un delito, recuerda tienes derecho a denunciar si sientes que
te obligan a estar con una persona que no quieres"
79
había hecho, la vio pasar. ¡Sí, era su tía! Marisol decidió correr, tomó de la
mano a su tía y le dijo: “Corre, tía, corre”.
–¿Qué haces acá? ¿Por qué estás vestida así? ¿Quién te mandó? –,
preguntó su tía cuando llegaron a su casa.
–Mi padre conoció a una señora y ella no me quería. Entonces, un día
me mandó con un señor a trabajar como niñera, pero todo era mentira –,
respondió Margarita.
Mientras Marisol contaba su triste historia, su tía lloraba pensando en todo
lo que había vivido. Esa noche Marisol se fue a dormir sintiéndose segura.
Marisol cerró los ojos, se durmió, pero empezó a soñar que esos hombres
estaban abusando de ella. Se despertó gritando y pidiendo ayuda: “¡Están
abusando de mí! ¡Ayúdenme, por favor!”. La tía fue hacia la habitación
donde estaba Marisol y la abrazó fuertemente diciéndole que todo estaría
bien y que ya no debía tener miedo porque ya no estaba sola.
–Yo te voy a proteger y querer siempre…siempre –, le dijo su tía.
Al día siguiente, su tía decidió volver a San Martín con Marisol. Esto puso
muy feliz a la muchacha porque al fin podría ver a su querido padre. Tan
feliz estaba que ni pensó, en ese momento, en su madrastra. El viaje duró
mucho tiempo. Cuando llegaron, Marisol vio a su padre llorando y alcanzó
a oír lo que decía:
–¿Dónde está mi hija? –, decía su padre
–Padre, ¿por qué estás llorando si yo estoy acá? –, le respondió Marisol
El padre, al escuchar su voz, levantó la mirada y vio a su hija. Corrió y la
abrazó con todas sus fuerzas. Ambos empezaron a llorar y se perdonaron
por lo sucedido.
Marisol le contó a su padre lo que había vivido en Iquitos. Después de
escucharla, le pidió disculpas porque no se dio cuenta de cómo era Luz
realmente. En ese momento, Marisol le preguntó: “¿y dónde está esa
señora?”. El padre le contó que Luz se había ido con otro hombre y que no
volvería jamás.
Marisol, su tía y su padre decidieron olvidar la historia. El padre salió de la
casa y les avisó a sus vecinos que su hija había vuelto. Entonces, las personas
del vecindario, decidieron adornar todo el lugar para hacerle una fiesta a
Marisol. Todos festejaron muy felices y Marisol, su tía y su padre vivieron
felices por siempre.
81
80
Les voy a narrar un cuento que tiene como protagonistas a una familia.
Esa familia tenía una hija, Margarita, que tenía once años y cursaba el primer
año de secundaria. Vivían en la ciudad de Nauta. A Margarita le gustaba
contradecir a sus docentes y ser rebelde, razón por la cual le llamaban
siempre la atención. No le gustaban los quehaceres del hogar, pero sí le
gustaba asistir a las fiestas de cumpleaños y discotecas. Su madre y su padre
trabajaban mucho y no tenían tiempo para cuidar a su hija, aunque eso no
justificaba el mal comportamiento de Margarita. Ellos se esforzaban mucho
para que a su hija no le faltara nada y tuviera una buena educación.
Cuando Margarita cumplió los doce años, se volvió mucho más rebelde.
No obedecía a nadie. Se divertía haciendo cosas de mayores. Así continuó
hasta que conoció a un chico llamado Jorge por una red social. Margarita
le mandaba mensajes amorosos a Jorge y él respondía con caritas de
enamorado. Un día Margarita recibió un mensaje:
–Conozcámonos en persona hoy mismo–, propuso Jorge.
–Está bien, nos vemos en la plaza Bolognesi a las cuatro de la tarde–,
respondió Margarita.
–Está bien, estaré allí –, dijo Jorge.
Una semana después de haberse conocido en la plaza, ya era costumbre
que se vieran a escondidas, y una tarde cuando estaban juntos:
–¿Me quieres? –, le preguntó Jorge con una voz dulce.
– Pues, claro que te quiero, si eres mi primer amor –, respondió Margarita.
– Necesito una prueba de tu amor… ¿podemos tener relaciones? –,
preguntó Jorge.
– Lo que digas – dijo Margarita sin pensarlo mucho.
Pasaron algunas semanas y a la muchacha andaba bastante preocupada.
Compró un test de embarazo porque quería salir de dudas, y resultó
positivo: Margarita estaba embarazada. Su vida cambió completamente,
su madre y padre no quisieron hacerse cargo de ella pues pensaban que
ella debía asumir las consecuencias de sus actos como si fuera una adulta.
Margarita tuvo que dejar de estudiar y tuvo a su hija. Nunca dejó de pensar
en una vida mejor. Decidió, entonces, vender golosinas y aguaje. Cuando
su hija tenía ya un año, la muchacha, que en ese entonces se sentía feliz y
motivada, decidió seguir adelante y se propuso retomar sus estudios. La
actitud de Margarita hizo que su madre y su padre cambiaran de opinión,
y decidieran apoyarla haciéndose cargo de las necesidades de la bebé,
incluso, el abuelo le dio su apellido a su nieta porque su padre biológico
abandonó a Margarita cuando supo que estaba embarazada.
Ahora Margarita tiene veintiocho años, estudió una carrera y es ingeniera
industrial. Tiene una bella familia, y su hija está terminando sus estudios de
quinto año de secundaria.
Hoy, después de su experiencia, nos deja este consejo: “Disfruten su
juventud responsablemente”. Ella me ha dicho que hay un gran porcentaje
de embarazos en menores de edad, sobre todo en la ciudad de Nauta.
La generación de hoy debe informarse que iniciar la actividad sexual a
muy temprana edad ocasiona serios problemas y graves consecuencias en
algunos casos. La vida es un examen difícil y muchas personas pierden por
copiar a otras. Propónganse metas para cumplirlas. Participen en proyectos
juveniles para lograr un mejor futuro.
“La familia debe estar unida en los buenos y malos momentos”
la adolescencia
de margarita
ALIAS: kop
¡Tú decides cuándo iniciar tu vida sexual, no te pueden ni deben obligar!
"Todas tenemos derechos sexuales y reproductivos y los debemos ejercer con libertad y responsabilidad.
83
04
punchana
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  • 1. Libro de cuentos sobre la prevención del Embarazo en Adolescentes de Loreto. PROYECTO En alianza con: En asocio con: Historias de nuestras Huambrillas
  • 2. ¿Qué queremos lograr? ¿Cómo? Las y los adolescentes de Loreto mejoran el ejercicio de sus derechos sexuales y derechos reproductivos y acceden a servicios de salud sexual y reproductiva para prevenir el embarazo adolescente y embarazo no deseado. PROYECtO • Promoviendo agencia en las adolescentes sobre sus derechos sexuales y reproductivos. • Mejorando servicios de salud sexual y reproductiva, y educación sexual integral en las instituciones educativas. • Fortaleciendo las capacidades del personal de instituciones distritales y regionales para responder a las necesidades de salud y derechos sexuales y derechos reproductivos de las y los adolescentes. 3 2
  • 3. Edición elaborada por: Plan International INC © Oficina Nacional Plan International INC Primera edición Loreto - Perú, octubre 2020 Plan International INC. Oficina Nacional Av. Del Parque Norte N° 639- San Isidro-Lima. Telf: (511) 4215163 Fax: (511) 4215280 Unidad de Programas Loreto Calle San Martin N° 132 - Distrito de Iquitos, Provincia de Maynas Telf: (065) 233484 www.planinternational.org.pe Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Tiraje: 2000 ejemplares Los contenidos de este texto pueden ser reproducidos total o parcialmente, siempre y cuando se cite la fuente. Equipo Técnico Plan International Oficina Loreto Ericka Urdániga Lezcano Coordinadora del proyecto ¡Decidamos ya! Reducir el embarazo adolescente en Loreto Gobierno Regional de Loreto Elisbán Ochoa Sosa Gobernador Regional de Loreto Instancia Regional de adolescentes - GOREL Silvia Montoya Isern Gestor profesional responsable Dirección Regional de Educación de Loreto – DREL Luis Réategui Dávila Director de Gestión Pedagógica de la Dirección Regional de Educación de Loreto Kely Sierralta Pinedo Coordinadora de Tutoría de la Dirección Regional de Educación de Loreto Sub gerencia de Promoción Cultural del Gobierno Regional de Loreto - GOREL Carlos Daniel Vásquez Pinedo Especialista en Cultura de la Sub gerencia de Promoción Cultural del GOREL Claudio Valentín García De Freitas Gestor Cultural Promotor del GOREL Dirección Regional de Salud de Loreto-DIRESA Emily Puluche Salas Coordinadora Etapa Vida Adolescente de la Dirección Regional de Salud de Loreto Fotografía, ilustración, diseño y diagramación Luz de María Guzmán García Pinturas de portada y contraportada Jaime Luis Choclote Martínez Libro de cuentos sobre la prevención del Embarazo en Adolescentes de Loreto. PROYECtO En alianza con: En asocio con: Historias de nuestras Huambrillas 4
  • 4.
  • 5. DEDICATORIA A las maravillosas “huambrillas adolescentes” que nos compartieron sus experiencias, sus expectativas y sus sueños. Porque nos trasmitieron su voz a través de cada historia como un grito de liberación. 9 8
  • 6. AGRADECIMIENTOS A las adolescentes Porque son ellas las que nos motivan día a día a seguir trabajando y luchando por un mundo justo e igualitario en donde las niñas, las adolescentes y las mujeres vivan su vida seguras, plenas y libres de todo tipo de violencia. Al equipo impulsor del Concurso Historias de nuestras Huambrillas Por su compromiso, sensibilidad para levantar un tema tan álgido en la región como es el embarazo en adolescentes. Kely, por tu labor desde la DREL para convocar y promover la participación de las adolescentes en el concurso. Direcciones Regionales de Educación Salud, Subgerencia de Promoción Cultural del GOREL. Al equipo de directivos y docentes de las instituciones educativas Por participar en el concurso y promover la participación de las estudiantes, por la dedicación y el acompañamiento a las adolescentes para la elaboración y entrega de sus cuentos y por la coordinación permanente con el equipo impulsor para concretar con éxito el concurso. Al equipo del proyecto ¡Decidamos Ya! Por el gran esfuerzo para hacer posible la realización del Concurso de Cuentos "Historias de nuestras Huambrillas" demostrando su compromiso a favor de la igualdad de la niñas y adolescentes de la región Loreto. 11 10
  • 7. Plan International es una organización sin fines de lucro cuyo propósito es promover un mundo justo que trabaje por los derechos de la niñez e igualdad de las niñas; desde el año 1994 Plan International viene implementando programas y proyectos para mejorar la calidad de vida de niñas, niños y adolescentes en 4 regiones del Perú: Loreto, Piura, Cusco y Lima. En Loreto se viene implementando el proyecto ¡Decidamos ya! Reducir el embarazo adolescente en Loreto, cuyo objetivo es que las adolescentes, especialmente de origen indígena, mejoren el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos y acceden a servicios de salud sexual y reproductiva para prevenir el embarazo adolescente y embarazo no deseado en Loreto. Este proyecto tiene como socio clave a la organización Kallpa y está financiado por el Gobierno de Canadá. En Plan International creemos fehacientemente que las niñas y adolescentes tienen el poder de cambiar sus vidas para desarrollar su pleno potencial; pero para ello es necesario propiciar su agencia, condición y posición en la sociedad; asimismo, es necesario el trabajo integrado a multinivel donde intervengan las familias, comunidad, escuelas, Gobierno y finalmente trabajar en el fortalecimiento de las habilidades de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. El libro de cuentos “Historias de nuestras huambrillas” nació de la necesidad de contar con un compilado de historias contadas por adolescentes estudiantes de nivel secundario de instituciones educativas de los distritos de Belén, Iquitos, Nauta, Punchana y San Juan Bautista de la región Loreto, con el fin de visibilizar sus vivencias, creencias, actitudes y conocimientos acerca de la sexualidad y embarazo en adolescentes que tanto las afecta en sus proyectos de vida; ello a través de las experiencias de sus abuelas, madres, hermanas, parientes, amigas o conocidas. Y de ese modo, propiciar su empoderamiento, influir en demás adolescentes de su región y mostrarles que pueden cumplir sus sueños. Para dicho propósito, se realizó el concurso de cuentos “Historias de nuestras Huambrillas” en coordinación con la Dirección Regional de Educación (DREL), la Dirección Regional de Salud (DIRESA), y la Subgerencia de Promoción Cultural del Gobierno Regional de Loreto, para lo cual participaron 150 de adolescentes mujeres de 20 escuelas, resultando ganadoras 20 de ellas por condensar la más cruda realidad que enfrentan las niñas, adolescentes y mujeres en el ejercicio de su salud y sus derechos sexuales y reproductivos en la región. Estos cuentos han sido recopilados, impresos y puestos a disposición del público en general con el objetivo de visibilizar, analizar y cuestionar esta realidad inefable que viven las niñas, adolescentes y mujeres en una sociedad que, a través de prácticas, valores y normas, legitiman la desigualdad y los métodos de dominación masculina y de subordinación femenina. Es evidente la necesidad de información, orientación, acceso a servicios de calidad y trabajo articulado e integral a fin de prevenir el embarazo en adolescente; ustedes podrán encontrar en las historias creencias y costumbres propias de la región Loreto, así como ejemplos de la vida cotidiana de nuestras autoras en cuanto a la temática. Al respecto, todas las historias y expresiones de las adolescentes vertidas en este libro son situaciones por las que Plan International lucha cada día a través de sus diferentes intervenciones a nivel nacional y mundial para lograr una sociedad transformada e igualitaria. Tenemos la plena seguridad de que para todas las adolescentes que han compartido sus historias, ha sido una experiencia valiosa, enriquecedora, con mucho aprendizaje y una oportunidad para expresarse y mostrar esas emociones y sentimientos que no es fácil compartir con sus familias y demás personas a su alrededor. Escribir estas historias también les abre un mundo de oportunidades para llegar a las autoridades y actores clave e ir generando acciones de incidencia en base a evidencias para incorporar y priorizar en la agenda política de la región la salud y los derechos sexuales reproductivos de adolescentes hombres y mujeres para la prevención de su embarazo. Esperamos que con esta obra las y los principales tomadores de decisiones en elaboración e implementación de políticas públicas, familias y comunidades, tomen en cuenta las necesidades de las adolescentes a fin de contribuir con su pleno potencial y disminuir el embarazo en adolescentes en la región. Finalmente buscamos que las adolescentes puedan aprender, decidir, liderar y prosperar, y para ello es necesario un análisis crítico e individual de estas realidades, poder cuestionarse y cuestionar para la acción y transformación de nuestra sociedad. Susy Valdiviezo Rivera Gerenta de la Unidad de Programas de Plan International en Loreto prefacio 13 12
  • 9. ÍNDICE Un cielo azul Juanita y Manuel Niñas emprenden el cambio Aurora dice ¡no! a su Sherete Prólogo Glosario La Guerrera Amazónica Aves rompiendo las esferas de cristal La decisión tomada El cumpleaños de Luciana Un giro de 180 grados: Mi reacción… Quererme a mí misma Amándome Sueño de Shora Toda decisión tiene su consecuencia Historia de cambio de nuestras huambrillas Un quince de julio El sufrimiento de Marisol La adolescencia de Margarita Una esperanza Había una vez una chica de 12 años... La tragedia de María Historia de cambio de nuestras huambrillas Epílogo Mención honrosa 24 32 34 40 19 20 44 52 58 62 86 90 96 106 68 72 78 82 112 118 122 128 132 136 01 02 04 03 05 BELÉN iquitos PUNCHANA NAUTA SAN JUAN BAUTISTA 17 16
  • 10. PALABRAS DE COMPROMISO PARA ABORDAR LAS PRINCIPALES DIFICULTADES DE LAS Y LOS ADOLESCENTES DE LA REGIóN Los niños, niñas y adolescentes constituyen uno de los sectores más vulnerables de la población de nuestro país; aun así, uno de los aspectos menos atendidos en las políticas públicas corresponde a las necesidades y demandas de las poblaciones de adolescentes y jóvenes. En Loreto, 2 de cada 10 habitantes son adolescentes (12 a 19 años) alcanzando los 139,074 habitantes, de los cuales 70,401 (50,6%) son varones y 68,673 (49,4%) son mujeres. (INEI 2017). En los últimos años, el enfoque de desarrollo desde el gobierno nacional se ha orientado a la atención de las necesidades primordiales en cada etapa de vida; es así que, para la etapa de vida adolescente, se han trabajado políticas y estrategias desde los diversos sectores a favor de su desarrollo afectivo y social. A pesar de ello, falta mucho por hacer, en especial en los sectores de la población de pobreza y pobreza extrema. Como Gobierno Regional de Loreto, nos comprometemos a generar espacios donde ellos puedan expresar sus opiniones y contribuir en la construcción de políticas públicas regionales a su favor, a propiciar el trabajo articulado desde todos los sectores vinculados como salud, educación, sociedad civil organizada, gobiernos locales, para impulsar las herramientas necesarias que coadyuven a que las adolescencias de nuestra región tengan un desarrollo integral. Como región, sabemos que existe un arduo camino por recorrer, pero nos encontramos firmes en la decisión de impulsar el desarrollo integral para cada uno de los pobladores de Loreto. Elisban Ochoa Sosa Gobernador Regional de Loreto PRÓLOGO 19 18
  • 11. glosario Buchisapa: Persona con la barriga grande. Casharo: Persona con el cabello parado o trinchudo. Chejo: Bizco o tuerto. Persona de vista corta. Chimbar: Cruzar o pasar. Compasho: Compadre. Emponado: Entablado. Huambra: Niña. Huambrilla: Niña pequeña. Huambrillo: Niño pequeño. Guambrillo. Huayrahumo: Persona que se olvida las cosas rápido. Humari: Mantequilla vegetal de la selva. Lechehuayo: Tipo de árbol amazónico. Masato: Bebida elaborada a base de yuca, arroz, maíz o piña. Mojarra: Tipo de pez. Moshaco: Que tiene varias chicas. Motocarrista: Conductor del motocarro o mototaxi. Motocarro/mototaxi: Vehículo motorizado ligero de tres ruedas. Pandisho: Pan de árbol. Patacala: Persona que anda descalza. Patarashco: Plato típico. Pishpira: Mujer inquieta. Primushina: Prima. Shapaja: Palmera que produce fruto con almendra en su interior, comestible para los selváticos. Sherete: Enamorado. Tushpa: Candela. Winsho: El último de la familia. 21 20
  • 13. UN CIELO AZUL ALIAS: LA CHINITA Bajo un cielo azul y un sol radiante en la ciudad de Iquitos, en el distrito de Belén, vivía una familia de bajos recursos económicos, formada por Teresa, madre soltera y su hija e hijo, Sarita y Samuel. Esta pequeña familia se diferenciaba de otras familias del barrio por su impecable educación. Teresa, a pesar de ser madre soltera, les enseñaba a Sarita y Samuel cuáles eran sus derechos y valores éticos para que así, cuando poco a poco fueran ascendiendo en sus profesiones, fueran respetuosos y valorados por todas las personas. Teresa y su familia se dedicaban al campo. A las 5 de la mañana ya estaban camino a cosechar sus productos. Sarita estudiaba cerca de su casa, en una I.E. humilde, y cada vez que veía la pobreza de su colegio, se repetía: “…pero eso no importa: el colegio no hace al alumnado, el alumnado hace al colegio”. Ella siempre destacaba por sus buenas calificaciones y conducta. Un lunes, un mes después de haber comenzado las clases, cuando Sara y su grupo estaban por exponer su trabajo de Física, llegó un joven de piel blanca, ojos color café, elegantemente vestido. Él pidió hablar con la profesora, era urgente. Ella salió del salón y, 10 minutos más tarde, regresó. Minutos después dijo que tenía un asunto muy importante que resolver y que vendría un nuevo profesor para reemplazarla y así fue. Llegó un nuevo profesor de nombre Joel quien no tuvo problema en ir a darnos clases. Se presentó como el profesor de reemplazo. Nos sorprendió que tuviera solo 27 años. Para conocernos mejor, nos pidió que nos presentáramos persona por persona. Luego, al finalizar la explicación del tema que tratamos ese día, empezó a hacer preguntas a la clase, creo que para calificar nuestra forma de hablar y para escuchar nuestras opiniones. Entonces llegó mi turno, y me preguntó si como mujer sabía valorarme, entonces le respondí: –Sí profesor, yo sé valorarme. He aprendido que tanto las mujeres como los hombres tenemos que saber valorarnos y respetarnos para que nada ni nadie afecte nuestra autoestima o falte el respeto… porque saber valorarse es quererse a sí mismo. El profesor pensó que no respondería su pregunta y murmuró diciendo: “interesante respuesta, Sarita”. No puedo negar que estaba inquieta porque quería saber más de la vida del profesor, pero me controlé. Al parecer el profesor se dio cuenta de mi inquietud y me echó una sonrisa como tratando de disimular ante todos. Sentí que era una buena señal para acercarme a él, pero decidí no hacerlo. Después de unos minutos, me di cuenta de que el profesor estaba muy cerca de mí, casi a medio metro de mi distancia. El momento era oportuno para hablar con él, entonces le dije: “¿me da un minuto de su tiempo?”. Él no dudó en acercarse mientras hablaba con otra compañera de clases. –Te organizas con algunos de tus compañeras y compañeros para reali…–, decía, cuando lo interrumpí con mi pregunta: –¿Usted se quedará hasta terminar el año? –, le pregunté. –¿Por qué la pregunta, señorita? –, replicó. –Por curiosidad, profesor–, respondí con una sonrisa cómplice. –En realidad, desearía quedarme, pero la maestra no demorará mucho tiempo–, dijo en voz baja y con un tono que expresaba que él tampoco quería retirarse. ¡El abuso sexual es un delito y debes denunciarlo! "Todas tenemos derecho a tener relaciones de pareja libres de violencia e igualitarias y a denunciar en las instituciones protectoras" 25
  • 14. Tres meses después, vimos entrar nuevamente a la profesora. Sí, la profesora que era muy estricta, seria y la que no socializaba ni con las maestras ni maestros. Para mí eso era bastante extraño porque creo que en toda institución educativa las personas deben ser muy unidas y ayudarse mutuamente. Por esa y otras razones más, no quise acercarme y preguntar en qué colegio estaba trabajando el profesor Joel. Una mañana salí al mercado con mi mamá y allí encontré al profesor. Me separé de mamá sin que se diera cuenta y fui a hablar con él. Después de una breve charla, le pedí su número telefónico para estar en contacto. No se negó, me lo dio; y regresé rápidamente con mi mamá. Pasaron seis meses entre conversación y encuentros. Pasamos tanto tiempo juntos que yo ya sentía que éramos una pareja: él con 27 años y yo con tan solo 15 años. A mi edad, yo quería estar con esa persona mayor porque quería que me enseñara muchas cosas: cómo enfrentar los problemas que se presentan en la vida, cómo crecer como persona de bien. Decidimos estar juntos. Una tarde fui a casa de Joel porque habíamos quedado en vernos para salir a cenar. Cuando estaba muy cerca de la casa, escuché a dos personas discutiendo acaloradamente. A pesar de eso, toqué el timbre, salió un pequeño niño. –¿Sí?, ¿qué necesita? –, preguntó el niño mirándome extrañado. –¿Joel, estás ahí? –, dije ignorando al niño –¡Papá! –, gritó el niño Joel salió y me dijo que me fuera rápidamente, que él me llamaría después para explicarme lo que sucedía en ese momento. Me negué a irme y detrás de él, salió una chica de aproximadamente 25 años. –¿Quién eres? ¿para qué buscas a Joel? –, preguntó un poco molesta. –Es mi alumna. Cité a un grupo de estudiantes para que dieran una práctica porque no entendieron bien la clase –respondió Joel sin dejarme hablar. –Vuelve más tarde, él está ocupado resolviendo un asunto relacionado con su hijo–, añadió y siguió hablando. Confundida solo alcancé a escuchar que Joel era el padre de su hijo, que llevaban ocho años juntos, que ella se había ausentado un tiempo porque tuvo que viajar para cuidar a su mamá que estaba enferma en Lima. Ahora ya estaba mejor. No pude contener mis lágrimas y salí rápidamente de ese lugar pensando hacerme a un lado. “No puedo estar con alguien que ya creó su propia familia”: me repetía mientras me alejaba. En mi cabeza solo había un pensamiento: “fue una mala decisión haber estado con él”. Fui a mi casa, mi mamá ya había llegado y, al verme, se dio cuenta de que me sentía mal. Se acercó a mí y me aconsejó que pidiera disculpas si había discutido con alguien, “…así no te sentirás mal”. Me quedé callada y ella continuó hablando: “yo estaré a tu lado en tus malos momentos, y no permitiré que te alejes de mí, mírame, hija”. Le di un fuerte abrazo a mamá y me fui a descansar. Minutos después sonó mi celular, me llamaban de un número que no conocía. Contesté y alguien respondió, de inmediato reconocí la voz de Joel. Quería que nos encontráramos, yo acepté sin dudar …porque también necesitaba hablar con él. Cuando me vio, quiso abrazarme, pero lo rechacé. Se molestó. Entonces empecé a hablar. –Ya no puedo estar contigo, no quiero dañar tu relación de ocho años y tampoco alejarte de tu hijo, por eso he decidido alejarme–, le dije. 27 26
  • 15. Saliendo de la universidad fui a mi casa y le dije que quería hablar con ella. Cuando la tuve frente a mí, empecé a llorar y a pedirle disculpas y, sin más rodeos, se lo dije. –Mamá, estoy embarazada, por favor, perdóname–, le supliqué mientras la miraba. En ese momento no dijo nada, pero su rostro…sus ojos me decían que estaba decepcionada. Después se levantó y solo agregó: “no tengo nada que decirte, te enseñé a respetarte y a valorarte. Por no escuchar ahora estás viviendo las consecuencias”. Mi mamá creía que yo me había buscado esto, que no me había sabido cuidar. Recordé que me había prometido estar a mi lado en los malos momentos, que no permitiría que nadie me alejara de su lado. ¿Acaso lo dijo sin pensar? ¿mintió? Tomé mis cosas y me fui, no quería saber nada de mi familia. Dos meses antes de que mi bebé naciera, durante una visita al doctor, me crucé con Joel. Se acercó sonriendo hacia mí y me preguntó si era su bebé el que yo llevaba en mi vientre. Le respondí que sí, con mucha timidez porque pensé que me ayudaría; pero me equivoqué otra vez. Me dijo que, si regresaba a buscarlo, me quitaría a mi bebé, se acercó y sonriendo se – No puedes hacer eso, yo puedo y quiero seguir contigo, haremos que nadie se entere de lo nuestro, seremos más reservados–, respondió nervioso. –¿Estás loco? ¿Recuerdas tu primer día en el colegio? ¿Me preguntaste si sabía valorarme como mujer o no? –, le pregunté –Claro–, respondió murmurando. –Y entonces, ¿por qué me pides que siga contigo si tienes pareja? Si no me valorara, lo aceptaría; pero no lo acepto porque tengo dignidad. Tú eres un profesor, ni siquiera deberías pedírmelo–, respondí molesta. Se molestó mucho, me jaló muy fuerte de la blusa y me obligó a subir a una moto que pasaba por allí, y me llevó a un lugar que no conocía. En ese lugar, quería tener relaciones sexuales conmigo, yo me resistí y me empezó a golpear. Me dio un golpe tan fuerte que ya no puede seguir luchando. Entonces abusó de mí y mientras lo hacía decía que yo no iba a ser de nadie, solo de él. Yo le suplicaba que me dejara ir: “no diré nada”, pero no lo hizo. Después me regresó al mismo lugar en el que nos habíamos encontrado, como si nada hubiera pasado. “Regresa a tu casa”. Así lo hice, entré sin saludar a nadie, solo me encerré en mi cuarto. No dije nada porque tenía vergüenza, pensaba que no me creerían y que ni siquiera abrirían un caso, así que no dije nada…no dije nada. Un par de meses después, ingresé a la universidad para estudiar la carrera de Derecho. Empecé a sentirme diferente, mi cuerpo había cambiado. Además, estaba preocupada hacía dos meses. Decidí hacerme una prueba de sangre, los resultados fueron positivos: estaba embarazada. En ese instante, no pude pensar en otra persona más que en mi mamá. 29 28
  • 16. despidió. Yo estaba muy asustada, no supe qué hacer. A pesar de que este bebé era producto de una violación, decidí darle amor y cuidado porque él no tenía la culpa de nada. El día del parto se acercaba. Yo seguía pensando que Joel podía quitarme a mi bebé y, de pronto, vino a mí la idea de dar en adopción a mi bebé. Sentí que estaba dando el paso más difícil de mi existencia, mi dolor era profundo, pero mi amor por el bebé era aún más. Empecé a averiguar todo lo que debía hacer para dar mi bebé en adopción. Inicié los trámites de adopción, y pocos días después me comunicaron que mi bebé ya tenía una familia adoptiva que por mucho tiempo había deseado tener un hijo o hija. Me sentí tranquila. El parto fue natural, tuve mucho dolor…sufrí y el dolor se hacía más grande porque sentía una inmensa tristeza: iba a perder a mi bebé. Todo pasó muy rápido. Oí llorar a mi bebé y pedí que me dejaran verle. Dijeron que no, “el reglamento de adopción lo prohíbe”. Supliqué llorando, pero fue inútil. Me dormí por la anestesia y cuando desperté, ya no estaba. Pasaron los meses y todavía soñaba con mi bebé como lo hacía desde el primer momento en que me dijeron que sería madre. No pienso que la adopción sea mala. Creo que es una opción para las mujeres que no pueden criar a sus hijas o hijos; pero eso no era para mí. Me considero una mujer fuerte y luchadora, ahora era sé que habría logrado salir adelante con mi bebé y habría podido darle una vida digna. Tal vez tenga una hija o hijo en el futuro, pero nunca recuperaré al que perdí y seguiré lamentándome. Sin embargo, seguiré luchando y les enseñaré a las chicas que no tienen el apoyo de sus familias, cómo salir adelante. Les enseñaré que la clave del éxito es la responsabilidad. Nota de la autora: Quiero agradecer a la DREL en articulación con Plan Internacional por el Proyecto “Decidamos ya”, cuyo objetivo es reducir el embarazo de adolescentes en Loreto. ¡Gracias por permitirnos estar presentes en este concurso! “Historias de cambio de nuestras Huambrillas” es un concurso que nos facilita dar a conocer casos como este para enseñarnos, para prevenirnos y así poder estar listas y tomar una buena decisión… para evitar estar en el lugar de Sarita. Voy a contar mi experiencia para que no comentan el error que yo cometí, para que no terminen arrepintiéndose de haber perdido lo más preciado que la vida nos puede dar. 31 30
  • 17. ¡Hola! Soy Juanita, tengo 13 años y vivo en Belén. Diariamente tengo que chimbar en canoa para ir a mi casa que queda en el caserío San Francisco. Hoy les quiero contar mi historia. Mi sherete se llama Manuel, y de cariño le dicen Mañuco. Es el winsho del compasho de mi papá. A mi primushina Valisha no le cae bien. Como todavía soy una huambrilla, me quieren cuidar. Un día, le conté a mi mamá quién era mi sherete. Ella se sorprendió y me dijo: “¿cómo vas a estar con ese casharo, canilla de tanrilla, todo patacala que anda?”. Y siguió diciéndome: “¡Tal vez estás cheja! Vamos a hacer tus lentes de humari, vas a ver”. A mí no me importaba que no estuvieran de acuerdo. Yo seguía viendo a Mañuco a escondidas. Él me llevaba a su casa a comer patarashca de mojarra con pildorita y masato de pandisho, era lo que su mamá preparaba en su tushpa, al costado de su emponado. Un domingo mi mamá me mandó a recoger lechehuayo. Mientras caminaba, podía sentir que alguien me seguía. No quería voltear, tenía miedo de que fuera el shapshico que me quería robar, pero ¡no!, era Mañuco que me estaba siguiendo. –¿Adónde estás yendo? –, me preguntó sonriendo. –Oye, Huayrahuma, yo te dicho adónde me ha mandado mi mamá–, le respondí. Entonces Mañuco me acompañó y, llegando a la chacra, empezamos a besarnos. Como estábamos solos, lo veía más moshaco conmigo a Mañuco, me quería tocar. –¿Me quieres? –Sí. –Entonces, ¡Dame la prueba del amor! –, dijo casi exigiéndolo. –¿Qué? Bien chambón eres, ahorita vas a chupar tu shapajaso. ¿Acaso quieres que yo quede buchisapa? la arragadera te hace pensar tonterías, ¿no? – respondí riéndome. –Entonces no me quieres, eres como esas huambrillas pishipiras–, dijo molesto. –¿Tú piensas que yo quiero quedar buchisapa siendo tan huambrilla? No, ñañito, todavía quiero estudiar. Me da pena que mi papá viva tirando anzuelo. Yo sé que, poniéndole ganas al estudio, voy a sacar adelante a mi familia y, con el tiempo, voy a encontrar a alguien mejor que tú–, traté de explicarle con mucha seguridad. Y allí lo dejé parado y me fui corriendo a mi casa. Esa noche, echada en mi hamaca, estuve pensando que Manuel solo quería jugar conmigo: ¿cómo podía pedirme que tuviera relaciones sexuales con él? Yo todavía soy una huambrilla, me faltan muchas experiencias por vivir, me faltan retos que cumplir. Por eso les digo a todas las huambrillas que, antes de querer a otra persona, debemos querernos a nosotras mismas. No debemos saltar etapas en nuestra vida porque todo llega a su debido tiempo. JUANITA Y manuel ALIAS: aarm ¡Nadie puede obligarte a iniciar tu vida sexual, siempre debe ser tu decisión! "Todas tenemos derecho a vivir nuestra sexualidad de manera libre, responsable y sin manipulación" 33
  • 18. Violeta es una chica muy estudiosa y extrovertida. Vivía feliz su etapa de adolescencia, hasta que un día, por la tarde, su padre Martín y su madre Luciana la llamaron para hablar porque querían decirle algo importante. La madre empezó diciéndole que, hacía tiempo, había conocido a un hombre de buena posición y que estaba muy interesado en ella. Su padre añadió: “sí, hijita, ese hombre te ayudará a salir adelante, solo tendrás que atenderlo muy bien y más adelante irte a vivir con él”. Violeta en ese momento respondió muy segura: “¡No! Mamá ¡no! Papá ¡no! No quiero estar con ese hombre que ni siquiera conozco, ¡No me quiero vender!”. Su madre la calló con una cachetada y le exigió que hiciera lo que ella y su padre le ordenaban, o de lo contrario lo lamentaría. Violeta volvió a responder llorando: –Si usted me quisiera apoyar para que yo salga adelante, no me pediría esas cosas. ¡No quiero y no voy a ir con ese hombre, mamá! –, repitió Violeta muy firmemente. En ese momento, Violeta escuchó –Aquí no se hace lo que tú quieras, esta es mi casa, y se hace lo que tu madre y yo te decimos, que te quede bien claro, Violeta. Mañana vendrá y lo conocerás, lo tratarás amablemente. Si no lo haces, …¿entendiste? –, le dijo su padre tomándola de un brazo. –Sí, papá–, respondió Violeta. Violeta subió a su cuarto confundida y muy deprimida. Sin embargo, es- taba muy segura de algo: no se iría con ese hombre, aunque su mamá y papá la mataran a palos. Lloró tanto y tan desconsoladamente que se quedó dormida sin comer nada. A la mañana siguiente, la mamá de Violeta subió a su cuarto y empezó a gritar. –Levántate, ya tienes que arreglarte, que tu futuro esposo va a llegar pron- to–, le ordenó. Violeta se levantó, buscó la ropa más seria que tenía y se la puso. Alguien tocó la puerta y sus padres le ordenaron que bajara y abriera. –Hola, Violeta, me llamo Teodoro. Mucho gusto. –De igual manera –, le respondió seria. –¡Hola Teodoro! ¿Cómo estás? Pasa, siéntate en un momento serviremos el desayuno–, dijo Luciana la madre de Violeta, y la miró con mucha rabia. –Ya, gracias …y … ¿dónde está el señor Martín? –, preguntó Teodoro. –Está cambiándose, hijo –, le respondió la mamá de Violeta. –Tengo unos obsequios para ustedes, que venga el señor y se los daré–, dijo mirando a Violeta. –Ya, no te preocupes, Teodoro, primero vamos a comer –, respondió Lu- ciana. Al bajar al comedor, el padre le ordenó a Violeta que ayudará a su madre a poner la mesa, porque él tenía que hablar en privado con Teodoro. Mientras servía la comida, su madre le recordó qué tenía que hacer y le pidió que cambiara de cara porque se veía horrible. –¿No pudiste vestirte más sexy? Así pareces una vieja de 100 años–, aña- dió. –No puedo estar mejor, mamá, ya que me están vendiendo a ese viejo que puede ser mi padre–, respondió Violeta. niñas emprenden el cambio ALIAS: ngb ¡No calles, no estás sola, somos muchas! "Todas tenemos derecho a decidir con quién y cuándo iniciar nuestra convivencia" 35
  • 19. –Pero no lo es y deja de estar contestándome de esa manera–, dijo su madre. –La mesa está servida, siéntense–, dijo Luciana y cada uno tomó su lugar. Durante toda la comida hablaron, Violeta solo quería que todo termina- ra. Cuando todos terminaron de comer, Violeta y su mamá recogieron los platos y los lavaron. Después salieron de nuevo a la sala, Teodoro en ese momento mencionó que era hora de repartir sus obsequios. Empezó con el regalo de la señora Luciana, luego con el del señor Martín y al final dijo que tenía un regalo para la mujer más hermosa del mundo y se lo dio a Violeta, que agradeció muy seria. Después su mamá, su papá, y Teodoro se queda- ron solos para hablar por mucho más tiempo. Al llegar el mediodía, Violeta se cambió para ir al colegio. Bajó y se despi- dió de su mamá y de su papá y de Teodoro que todavía seguía ahí. –Hasta luego, señor–, dijo. –¿Cuál señor? Dime Teodoro o Teo–, respondió riendo. –Ya me voy–, repitió Violeta. –¡Que te lleve Teodoro, Violeta! –, dijo Luciana. –No, yo puedo ir sola. –Para mí no hay ningún problema, sube a mi auto–, replicó Teodoro. –¡Violeta, ya! –, gritó su papá. Violeta tenía que obedecer y subió. Al llegar al colegio abrió la puerta del carro y salió sin decir nada. Todo le salió mal ese día, no podía concentrarse. Cuando llegó la hora del recreo, se acercó a donde estaban sus amigas, Lucrecia, Amy y Elizabeth. –Tengo que contarles algo–, dijo Violeta bajando la mirada. –Sí, dinos–, contestaron las tres. –Estoy pasando por un mal momento en mi casa. Mi madre y mi padre quieren que esté con un hombre que podría ser mi padre, tiene la misma edad que él–, confesó. –Eso no está bien, pero, ¿lo conoces? –, protestó Amy –Hoy lo vi por primera vez–, respondió Violeta. –¡Rebélate! Si no lo haces, te vas a arrepentir toda tu vida–, dijo insisten- temente su otra amiga. Entonces Lucrecia les confesó que sentía vergüenza y que por eso no les había contado algo que solo sus padres sabían. Les dijo que vivía con un hombre de 30 años con quien había tenido una hermosa niñita que ahora tenía tres años. Dijo que él la apoyaba para que siguiera estudiando, pero abusaba de ella cuando él quería. –¿Qué? Lo siento mucho, yo contando esto y tú mi Lucrecia estás viviendo algo peor–, dijo Violeta abrazándola. –Bueno, ya me acostumbré. Aunque no lo amo y siento que me hace mucho daño, sí amo a mi hijita que no tiene la culpa de nada. Yo no conté nada, pero tú sí. No dejes que tu mamá y papá decidan por ti–, respondió Lucrecia. Entonces, sonó el timbre que indicaba que debían regresar a las aulas de clases. Elizabeth solo pudo quejarse de lo rápido que había pasado el tiem- po de recreo. Las alumnas y los alumnos regresaron y continuaron sus clases hasta que tocaron el timbre de salida. Hubo un tema que interesó a todas y 37 36
  • 20. todos, especialmente a Violeta y sus amigas: ¿qué podían hacer para reducir el embarazo en adolescentes? De regreso a casa y mientras caminaban, Violeta les propuso a sus amigas iniciar una campaña para luchar contra el embarazo a temprana edad o para ser la voz de aquellas chicas a las que nadie escuchaba. Además, les pidió a sus amigas que fueran muy reservadas porque no quería que sus padres se enteraran. –¡Sí! Es una gran idea, entregaremos folletos a las chicas y a los chicos–, dijo entusiasmada Amy. –Sí, porque en algunos casos, las y los jóvenes tienen relaciones sexuales, no se cuidan. –Empezaremos mañana mismo. Yo conozco a un amigo que puede dise- ñar el folleto, algo con el nombre de “NIÑAS EMPRENDEN EL CAMBIO” y… después le pagamos–, añadió Elizabeth. –Ya, yo tengo unos ahorritos–, dijo Amy. –Yo también–, dijeron juntas Lucrecia y Elizabeth. –Bien, entonces las veo mañana y empezamos a repartir los folletos. –Nos vemos mañana, chicas–, se despidió Amy. Violeta llegó a su casa, comió y subió a su cuarto donde empezó a chatear con sus amigas y acordaron crear una cuenta de Facebook. Lucrecia era la encargada y así lo hizo, creo la cuenta “NIÑAS EMPRENDEN EL CAMBIO” e invitó a todas las personas que conocía. Muchas chicas y chicos aceptaron la solicitud y, además, le sugirieron a sus amigos y amigas a hacer lo mismo. Violeta ya no se sentía tan presionada en su casa porque había casi decidido no dar importancia a lo que su mamá y papá dijeran de Teodoro. Al día siguiente, Violeta le pidió permiso a su mamá para hacer una tarea con sus amigas, aunque en realidad era para repartir los folletos. No debió mentirle, pero tenía miedo de que no la dejaran salir. Estuvieron entregando folletos por horas e inscribiendo a las chicas y los chicos que querían ser voluntarias y voluntarios en esa campaña. Después fueron al colegio a seguir aprendiendo y también para repar- tir más folletos. Les explicaron a todos y todas el objetivo de su campaña para que se unieran y tomaran consciencia de lo que estaba pasando a su alrededor. Pasaron días, semanas, meses y la campaña se hizo tan popular que llegó a oídos de la madre y del padre de Violeta. Solo entonces com- prendieron que estaban haciendo muy mal al quererla entregar a un hombre que ella no conocía ni amaba. Le pidieron perdón mientras la abrazaban amorosamente. La vida de Violeta y sus amigas empezó a cambiar desde que crearon esa campaña. Se sentían más fuertes y orgullosas por el bien que habían hecho. Las chicas, los chicos, las madres y los padres tomaron consciencia de que la vida es muy importante y que deben dejar disfrutar cada etapa de la vida a sus hijas e hijos sin presión ni obligación. Las chicas y los chicos entendie- ron que había un momento adecuado para traer una hija o hijo al mundo y que esto debía ser planificado. “Siendo maduras podremos darle lo mejor a esa niña o niño, y enseñarle cada día a disfrutar y respetar su vida. Siendo personas maduras podremos inculcarle a esa niña o niño que el objetivo de su vida debe ser hacer el bien, así cada persona engrandecerá y mejorará su país”. 39 38
  • 21. Esa mañana, desperté con un dolor punzante en el pecho y se lo conté a mi mamá, muy asustada. Ella me dio unos consejos algo extraños, pero confiables: calienta una cuchara en la flama de la cocina, y luego póntela en el pecho en las mañanas¨. Así lo hice, y…me dolió más. El sábado 6 de agosto de 2015, cumplí 12 años. Fue el peor cumpleaños que había tenido. Me desperté y, cuando iba a levantarme, miré mi cama porque la sentía húmeda. Ay, me asusté tanto: ¡estaba completamente roja! Llamé a mi mamá y ella me explicó qué pasaba. Pasó el tiempo y yo iba al colegio como siempre, pero un día sentí algo distinto. Vi a un huambrillo. Había algo en él que me gustó. No sé, en realidad: era su sonrisa o su mirada tierna, su peinado, su forma de caminar o tal vez su forma de vestir. No sé… solo me enamoré. ¡Ah… y su forma de hablar! Y bueno, al sonar el timbre de salida, tropecé con él y me pidió disculpas. Le pregunté su nombre. Se llamaba Shisho. ¡Qué lindo nombre! Hablamos unos minutos y luego me invitó a comer un helado. Nos hicimos amigos y un día me invitó a dar un paseo en canoa. Le pedí permiso a mi mamá y ella me dijo que sí, pero que debía estar de regreso a las seis de la tarde. Me peiné, me arreglé: quería estar muy bonita. Vino Shisho, tocó la puerta y preguntó por mí. Salí corriendo y me despedí de mi madre, quien me miró y me hizo una señal. Entendí: “ve con cuidado, hija”. Shisho y yo íbamos caminando por el puente. Entonces él se arrodilló y me dio unas flores que tenía en las manos y me dijo: “Aurora, desde el día que te vi, me enamoré de tu mirada dominante, me enamoré de tu cabello negro, de tus manos delicadas, de tu carita de princesa, de tu sonrisa que brilla como el sol”. Y le dije que sus palabras me halagaban mucho. Él me miró y me preguntó lo que había esperado. –¿Quieres ser mi enamorada? –, me preguntó mirándome a los ojos. –¡Sí! –, le respondí con una enorme sonrisa. Pasaron los meses, salíamos siempre. Íbamos al río Itaya. Íbamos a todas partes y un día le comenté que quería presentarle a mi mamá no como mi amigo sino como mi sherete. Mi mamá estuvo de acuerdo cuando se lo pedí, además no podía decir que no porque la fecha de mi cumpleaños se acercaba. El día llegó. Había invitado a mis amigas y amigos. Todos bailábamos y uno de mis amigos me invitó a bailar "la anaconda". Ese día festejaba mis 15 años. Lamentablemente, Shisho bebió y se emborrachó. Empezó a tener actitudes que demostraban sus celos. Hizo comentarios que nunca había hecho antes, era raro verlo así. De repente, me jaló y me llevó arriba a mi cuarto. Nadie se dio cuenta. Mi mamá estaba abajo bailando. –¿Me amas? –, me preguntó y sentí su aliento. –Claro que sí, Shisho–, le respondí nerviosa. –¡Entonces, demuéstramelo! –¿Cómo? Ya te he demostrado que te quiero mucho. –¡Dame la prueba del amor! –¿Qué? Estás loco– respondí, y él añadió – entonces no me amas. Me preocupaba que se fuera. Así que le dije que lo había pensado mejor …y le repetí que lo amaba. Shisho insistió: “hay que hacerlo”. Le respondí muy firmemente que no: “¡No, Shisho, no lo haré!” Se molestó, su mirada dulce de siempre se transformó en una mirada de rabia. Me amenazó diciendo que, aunque no quisiera, lo haría; y empezó a Aurora dice ¡no! a su Sherete ALIAS: princesa loretana ¡Tu bienestar emocional y físico es primero! "Todas tenemos derecho a decidir con quien estar y podemos terminar una relación cuando esta no es saludable y nos lastima, merecemos ser felices" 41
  • 22. golpearme. Empecé a gritar, traté de defenderme. Nadie me escuchaba. Entonces agarré un macetero pequeño que estaba cerca y lo golpeé en la cabeza. Él se cayó al suelo. Corrí y corrí hasta llegar a nuestro lugar favorito y lloré. Lloré mucho… como nunca lo había hecho antes. Luego regresé a mi casa y le conté a mi madre. Lloraba porque lo amaba de verdad, pero a la vez me sentía muy confundida por lo que él había hecho. Pasaron los días, no supe nada de él. ¿Lo extrañaba? ¡Sí! Un día tocaron la puerta de mi casa, fui a abrir y era él …con rosas y chocolates. Se arrodilló y me pidió disculpas: “regresa conmigo, Aurora”. Le dije que no. Y añadí con mucha seguridad: “los hombres que golpean una vez, lo hacen dos y tres y miles de veces más”. Así que, huambrillas, recuerden que el hombre que las quiere de verdad no las obligará a hacer algo que no quieren. 43 42
  • 24. En una habitación, un padre arropaba a su pequeña hija antes de ir a dormir. Jaime acomodó la sábana sobre el cuerpo de Marielita y le dio un beso en la frente como los padres amorosos lo hacen con sus hijas e hijos. Estaba por irse silenciosamente, pero la niña lo sujetó de la mano y le pidió que le contara una historia. Al ver el rostro de la dulce criatura, el padre accedió y se sentó en la cama acariciándole los cabellos. No había necesidad de preguntarle qué historia quería la niña. Él sabía perfectamente cuál era. Él sabía cuál era su leyenda favorita: Las Amazonas. Mientras su padre narraba la historia, Marielita escuchaba muy atenta, maravillada con las hazañas de aquellas guerreras, valientes, fuertes, respetadas y hermosas…ella quería ser como ellas cuando creciera. Al terminar la historia, Marielita y su padre se despidieron. Ella volvió a decirle que sería una amazona. Se lo prometió a su padre y él, con una voz muy suave, le dijo que sí, que él la ayudaría a ser una gran guerrera amazona. Pasaron muchos años. Mariel, que ahora era una mujer adulta, estaba ansiosa y no sabía por qué. Estaba al borde del río Amazonas, observaba los árboles y aves que volaban por allí. El sonido del bosque creaba ecos en su cabeza, esos ecos se transformaban en pensamientos: cómo sería Panguana. Eso la calmaba. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Le resultaba gracioso pues aún mantenía sus creencias. Todavía, como cuando era niña, creía que la naturaleza albergaba espíritus capaces de ayudar cuando lo necesitabas. Seguía sonriendo mientras un rayo de sol caía sobre sus ojos, el fresco viento movía sus cabellos. Ahhh, cómo la relajaba eso. Su ansiedad desaparecía. Le agradeció a la naturaleza. Ese día ella tenía unos libros. Estos libros eran importantes para ella. Los tomó, miró y se repitió que los regalaría cuando comenzara su labor como maestra. Mariela había estudiado Educación pues le encantaba tener acceso a niñas, niños y adolescentes. Ella quería educarlos con una visión diferente de la vida. Una visión positiva que incluso aplicaba en la suya. Estos libros contenían un mensaje importante: debían defender y luchar por sus derechos. Eso les enseñaría. Esa sería su misión como maestra. De regreso a su casa, decidió cambiar de ruta. Llegó a un caserío, observó la espesura predominante del bosque. Había hermosos árboles y sus hojas se movían porque traviesos monos saltaban de un lado a otro. Se quedó asombrada y feliz por tener cerca todo aquello …Esa escena solo la había leído en obras sobre las amazonas. No se dio cuenta de que unos ojos la observaban curiosos y hasta con desconfianza. Luego sintió esa mirada. A pesar de ello, no se intimidó y se dirigió a un grupito de niños que jugaban descalzos. Entusiasta los saludó: “¡Hola!”. Algunos niños retrocedieron y otros se alejaron tímidamente. Mariela les mostró los libros que llevaba. Ellos sintieron curiosidad y se fueron acercando a ella. Ella, con más confianza, les preguntó sus nombres. Sólo escuchó balbuceos. Luego María observó cómo los niños finalmente se alejaban y corrían hacia sus madres. Mariel intentó mantener la sonrisa, su rostro tenía esa mirada dulce que tenía desde niña. Sin más, se apresuró a seguir su camino para alcanzar la lancha que la llevaría a su casa. Las semanas posteriores, ya conocía más el lugar. Estaba maravillada con el lugar y las costumbres que cada día descubría. Notó que las niñas y los niños de allí eran rápidos para aprender. Su aprendizaje facilitaba su labor, pues a pesar de que aparentaban no tener mucho interés a veces, ellos guardaban en su interior ganas de conocer más sobre las cosas, y eso le encantaba a Mariela. la guerrera amazónica ALIAS: lia nhell ¡Nadie debe forzarte hacer lo que tu no quieres! "Todas tenemos derecho a elegir a nuestra pareja, decidir si queremos o no tenerla y saber el momento adecuado" 47
  • 25. se avergonzaba. Mientras ella hablaba, el color de sus mejillas la delataban; pero después notó, por su mirada perdida, que la huambrilla de cabellos lacios ya no escuchaba lo que decía. Mariela pensó que necesitaba decir algo que le resultara interesante a Chabela: algo que la hiciera entender lo que trataba de decirle su maestra, pero sin tener que insistir con más consejos. -¿Conoces la leyenda de las Amazonas? ¿Has oído hablar de ellas? -Mariela inclinó un poco su cara para atrapar la mirada de Chabela, pero la niña solo movió la cabeza en señal negativa. -Ellas eran mujeres guerreras, protectoras de la naturaleza, valientes y comprometidas con cuidar lo que les rodeaba. Eran muy respetadas, capaces de enfrentarse a todo. Divinidades guiaban sus acciones. Un día llegó un hombre que descubrió el río y las conoció. Quedó maravillado y encantado con ellas, por eso en su honor nombró al río Amazonas. Si ellas fueron así de inspiradoras, ¿por qué no podemos ser como ellas? Somos mujeres, merecemos ser respetadas y admiradas. Eres tan fuerte como esas guerreras, capaz de lograr lo que te propongas, eres valiosa e inigualable. No te dejes maltratar por un hombre, existen muchas alternativas para salir adelante, conseguir un esposo no es una opción. No dependas de alguien, sé el orgullo de tu mamá y papá- dijo Mariela. Chabela solo abrazaba, con manos nerviosas, su bolso. Luego de seguir conversando, se despidieron y Chabela le prometió hablar con su mamá y papá, pero para Mariela aquella promesa no parecía sincera. Las cosas mejoraron. Chabela comenzó a acercarse a Mariela para hablar sobre las historias y pedirle que le contara muchas más. Mostraba más y Una tarde, cuando Mariela salía de trabajar, escuchó una conversación en la parte trasera del deteriorado colegio donde enseñaba. –¿Qué dijeron tu mamá y papá? –, preguntó una huambrilla cuya voz le parecía conocida. –Ay, Carmen. Le hablaron al profesor desde un principio y dijeron que él debía llevarme a Iquitos para una mejor vida. Pero mi mamá y papá no saben… –¿Qué cosa? –Que por su culpa perdí al bebé, en una discusión él me golpeó. -¿Qué? ¡Chabela! ¡Aprovecha! En Iquitos tendrás una casa grande y tu marido te va a mantener. –No sé, yo ya no quiero estar con Walter–, respondió con voz temblorosa. Al escuchar aquello, Mariela se quedó muy sorprendida. Esas niñas casi adolescentes hablaban con total naturalidad de una vida sexual activa, sin conocer el verdadero significado y responsabilidad de emprender una vida adulta. Entonces recordó que Chabela era una de sus alumnas. Una niña muy aplicada en el estudio, incluso era la mejor de su clase. Sin saber qué hacer, caminó de regreso a su casa y durante el resto de la noche no pudo conciliar el sueño. Así pasaron días y días y ella seguía preocupada, así que decidió hablar con Chabela. Una tarde al terminar su clase, cuando todos salían de la escuela, Mariela vio a Chabela y empezó a hacerle señas para indicarle que quería hablar con ella. La niña saludó a la maestra sin entender lo que pasaba. Mariela había imaginado el diálogo, no iba a tocar el tema de manera directa, sería muy cautelosa. Al fin le dijo lo que pensaba. Al principio notó que Chabela 49 48
  • 26. más interés en las historias que narraban la vida de las guerreras Amazonas. Mariela le relató emocionada historias que ella creaba y mejoraba cada día, y así poco a poco se hicieron más cercanas. Chabela estudiaba cada vez más y se reunía con su maestra, cerca de las cosechas de plátano de su padre, para que ella le enseñara. La mamá y papá de Chabela estaban tan felices de ver a su hija muy concentrada en sus estudios, que hasta soñaban con ahorrar algo de dinero para que accediera a una profesión, pero aún quedaba pendiente el compromiso con el maestro, así que decidieron hablar con él. Cuando la mamá y papá de Chabela pusieron fin al compromiso de su hija y el maestro, ella se sintió aliviada, pero el maestro Walter se retiró molesto, y antes de irse le pidió a Chabela que se encontraran en secreto en la noche. Chabela acudió por temor, con la mentira de “conversar”, él la llevó cerca de la ribera del río donde otros desconocidos la esperaban. Walter quería vengarse. La niña gritó y se resistió. La fuerza de esos hombres era mayor que la suya. Ella solo pensaba que quería ser como las amazonas, pero ya no se estaba defendiendo …no podía más. Cerró los ojos resignándose a lo que sucedería, escuchando sus ropas ser arrancadas y sintiendo esas gruesas manos extrañas recorrer su cuerpo. Entonces, en un último intento, clamó a la naturaleza, pidió que la ayuda llegara de alguna forma, que la liberaran, su pecho se oprimió ante el frío mientras soltaba una lágrima. La naturaleza jamás abandona a quienes necesitan su protección. Se escuchó la voz de Mariela, quien había estado siguiendo a Walter desde que Carmen, la madre de Chabela, le comentara que él había discutido casi violentamente con Chabela luego de la cancelación de su compromiso. Es por eso que la maestra, acompañada por un grupo de habitantes con lámparas para ver el camino, llegaron y liberaron a la muchacha de aquellos perversos sujetos. Mariela supo que al profesor lo castigaron y llevaron a otro lugar, y que la mamá y papá de Chabela cumplieron su promesa de apoyarla, aunque seguían sintiéndose culpables por lo que había pasado, porque alguna vez quisieron que ese hombre llevara a su hija a una mejor vida. Mariela les dio orientación para que la apoyaran en sus estudios, y no viviera algo así otra vez. Ella sabía que, con la ayuda de su mamá y papá, Chabela sería más consciente de sus derechos y sería una mujer ejemplar. Meses después, una lancha recogía a una maestra que miraba con nostalgia el lugar que dejaría, pero con cierta alegría por regresar a Iquitos, casi saboreando la deliciosa aguajina de su tía Lucha, emocionada por reencontrarse con sus padres. Y a su lado, estaba Chabela acomodando sus cosas mientras se despedía de su propia familia también. La niña, hoy muchacha, se iba con la maestra para estudiar en la ciudad y convertirse en una profesional. Chabela la miró y supo que estaba convirtiéndose en una guerrera amazónica. 51 50
  • 27. En lo más profundo del frondoso bosque amazónico, el azul cielo y el maravilloso tinte verde de la espesa extensión de árboles exóticos, vislumbraba el amanecer de la selva cautivadora, la luz llamaba a gritos su despertar y la noche caía rendida ante la realidad de su nuevo día. Para el pueblo de Cochiguira, el despertar yacía antes de que el gallo cantara. Para esta comunidad, el día comenzaba en cuanto el último sideral dejaba de brillar en el extenso cielo de color azul tormentoso. Los árboles, los animales, las flores, las plantas, para el pueblo, lo eran todo. Tenían la creencia de que todo lo otorgado era una bendición y nunca una casualidad, es por eso que trabajaban duro día tras día, noche tras noche, entre la luz y la penumbra. La tierra era su Dios y eso nada lo cambiaría. Por todas aquellas razones, en cuanto nacían sus hijas e hijos, les enseñaban a amar, cuidar y sembrar hasta la más pequeña semilla. La vida allí pareciera maravillosa, perfectamente rodeada de lo más variado, de lo magnífico… en un mundo ya corrompido por paredes de concreto, móviles de metal y suelo de cemento. Ya nada era natural y era verdad que en el microcosmo Amazónico todo era diferente. Sin embargo, en realidad, el tinte verde no era diferente del tinte negro: la existencia de una sociedad corrompida hacía iguales a todas y todos: las y los adolescentes habían cambiado su forma de pensar, pero, ¿quién podía imaginar que iba a ser así? Las huambrillas, vulneradas por un supuesto amor, creían que casarse y tener hijas e hijos era la mejor manera de vivir, pero quién las podría culpar cuando la educación y el progreso nunca estuvieron cerca de la vida rural. Vendidas han caído en las garras de una vida de dolor … Las madres y los padres no han hecho nada porque creían que eso era lo mejor ya que no aves rompiendo las esferas de cristal ALIAS: dr había nada en una tierra donde eran personas olvidadas, pertenecientes a un mundo desterrado frente al progreso de una ciudad totalmente distinta a nuestro mundo: un árbol, un pájaro volando libremente en la extensión del cielo. Un día ese dolor terminó. Todo eso cambió cuando ella alzó la voz y dijo nunca más a una vida de sumisión. Desde muy pequeña soñaba con volar, miraba el cielo e imaginaba ser un Víctor Díaz. Amaba a esa ave porque podía ser todo lo que yo no era: libre. Sus alas, su color… todo llamaba mi atención. Era tan hermosa. Siempre me preguntaba por qué yo no podía ser igual. Tengo dieciséis años y toda mi vida ha estado ligada a esta tierra cautiva, donde las reglas son lo más importante y donde el dolor, el maltrato y la explotación es lo que menos preocupa, donde las madres y padres, resignados, prefieren casar a sus hijas con alguien que les dará una "vida mejor", aunque saben que, en realidad, nada de eso es real. Las hijas piensan erróneamente que, al conseguirse un esposo, no trabajarán más y tendrán una buena vida. Yo tenía muchas amigas que pensaban igual, pero su vida era solo maltrato, sumisión y más trabajo cumpliendo los deseos del esposo y cuidando a sus hijas e hijos. Era una vida que, con seguridad, yo no quería para mí; pero supongo que en algún momento tenía que aceptar por orden de mi mamá y papá, quienes pensaban igual que mis amigas y todo el pueblo: “la vida es mejor si nuestra hija encuentra un esposo”. No entendía por qué. Ellos sabían muy bien cuanto se sufría, pero yo no era nadie, así que tenía que acatar las órdenes… no había otra opción. Un día miré el cielo y solo lágrimas salían de mis ojos, tan saladas, tan amargas que podría jurar que, si no paraba de llorar, saldrían lágrimas color escarlata. No dejaba de preguntarme por qué no podía convertirme en un ¡Puedes llegar muy lejos, hasta donde quieras, los límites los pones tú! "Es nuestro derecho el estudiar y nadie puede ni debe negárnoslo, podemos decidir sobre nuestro futuro y construir nuestro proyecto de vida" 53
  • 28. –Tranquila, no te voy a hacer nada, Nora. Solo tienes que hacerlo, tú vas a ser mi mujer, no seas tonta – dijo con un tono que reflejaba la molestia que trataba de disimular. Entonces dije las palabras que salieron de mi boca como cuchillos y que regresaron a mí, a mis entrañas: “está bien”. No sentí nada. Era simplemente un títere que fue hecho y deshecho a la vez. Él hizo lo que tenía que hacer y yo simplemente lo permití. Fui cobarde y me repudiaba por eso. Pasaron dos meses, tenía miedo, mi menstruación no había llegado. No quería estar embarazada. No quería convertirme en la sirvienta de Juancho. No quería. No sabía qué hacer, nunca había tenido charlas de educación sexual, no sabía a quién acudir. Corría peligro en cualquier lugar. Durante todo ese tiempo, no dejaba de pensar en quién me podría ayudar, pero no encontraba a nadie. Al final tuve que decírselo a Juancho. –¿En serio? – dijo Juancho- No sabes cuánta felicidad me das. Te juro que vas a ser la mujer más feliz del mundo…. ya lo verás –, él se veía tan feliz, pero yo sabía que solo eran palabras vacías. Después mi mamá y papá se enteraron y decidieron que debía ir a vivir con Juancho. Toda mi niñez la pasé aprendiendo a ser una buena esposa… nunca pensé que lo sería hasta el día en que me dijeron que me fuera con él. Al día siguiente, vi como desembarcó un equipo médico. Esas personas acostumbraban venir a fines de agosto. Estábamos iniciando septiembre. En cuanto los vi, corrí y hablé con alguien. Uno me pareció doctor, me paré frente a él y le expliqué lo que me preocupaba. Muy atento, me ayudó. Me explicó todo lo que necesitaba saber: cómo usarlo. Así que en la soledad ave…para volar lejos de allí. De pronto entendí la razón: era un ave cautiva, no era libre. Caminé lentamente. Estaba decidida, no mostraría sentimiento alguno, sería fuerte a pesar del momento. Caminéporsenderosqueconocíamuybien.Todaminiñezestuvecorriendo de aquí para allá, jugando con Pancho, mi amigo de la infancia. Alguna vez pensé que él terminaría siendo mi sherete, pero lamentablemente prefirió las drogas y terminó muriendo en una redada. ¡Qué pena! Muchas personas no se dan cuenta lo difícil que es vivir en zonas rurales. Las autoridades prefieren no mirar, no escuchar. Nos olvidan, olvidan que somos personas y que, aunque no vivamos en la ciudad, merecemos ser llamados parte de la sociedad, merecemos una buena educación. Quizás si muchos jóvenes como Pancho no hubieran elegido un mal camino…quién sabe. ¿Por qué estaba pensando ahora en eso? No entendía por qué…luego entendí. El pueblo también era cautivo en una vida sin oportunidades, una vida que les cobraría, y …entonces … ahora la vida me cobraría a mí la injusticia de un país que existía, pero no para los que necesitan. Caminar por ese lugar se volvió un tormento. Llegué a la casa en donde me esperaba Juancho, así se llamaba la idea que tanto me había atormentado. Hoy era el día – porque mi mamá y papá lo habían decidido así –. Él estaba postrado en la estera esperándome. Mi mamá y papá habían planeado esto, casi podía escucharlos diciendo que tenía que servir al hombre que sería mi marido. Yo no podía decir que no, ahora estaba allí …y no podía retroceder. –¿Lista Nora? – preguntó Juancho. –No lo sé, Juancho, todavía estoy dudando. 55 54
  • 29. de mi cuarto –esperé a que Juancho se fuera a la chacra– me hice la prueba tal como me habían indicado. Espere unos minutos que fueron como años. Al ver el resultado, lloré, no podía creerlo, después de tanto sufrir, la prueba era negativa: no estaba embarazada. Salí corriendo, corrí, corrí como nunca, corrí por los senderos que me habían visto crecer, los que me vieron reír, llorar, y recordé mi vida. De pronto la alegría que me invadía, se convirtió en sonidos, los pájaros cantaban libres, su canto era el más maravilloso canto que había escuchado. Era como si supieran que yo era como ellos: ahora era libre. Llegué a donde estaba el doctor que me había ayudado y le pregunté si lo que pensaba era correcto. Él me explicó que, muchas veces, las adolescentes suelen tener problemas hormonales por estrés, angustia o ansiedad. Salí corriendo feliz de vuelta a la casa. No tenía idea de a quién me encontraría, llegué y encontré a mis padres y a Juancho esperándome. Mi felicidad desapareció en cuanto los vi. ¿Para qué me esperaban? ¿Para obligarme a seguir viviendo con Juancho? No estaba embarazada y “no tengo por qué seguir viviendo con él” me repetía. –Nora, trae el masato – ordenó mi madre. –Nora, trae el pescado – ordenó mi padre. –Nora, trae el plátano – también ordenó Juancho. “Nora, trae esto… trae lo otro”. Esas palabras eran las únicas que se repetían en mi cabeza. Yo siempre amé a mi mamá y papá, siempre fui paciente y respetuosa con ella y él; pero ya no podía más. No podía seguir con esa vida y no pensaba soportar a un hombre como Juancho. –No – dije. –¿Qué dijiste, huambrilla? – dijo mi padre. –No lo pienso hacer, no estoy embarazada, no hay nada que me una Juancho. Además, era un simple acuerdo que no pensaba cumplir. Yo había hablado con la tía Amelia. “Voy a Iquitos con ella, voy a estudiar. ¡No pienso quedarme acá!” – dije con tal determinación que hasta yo misma me sorprendí. Apenas dije esto, salí de esa casa. El cielo amaneció con un coloquial rojo potente y amarillo brillante. El río presentaba su mejor reflejo. El aire movía mi cabello y sentía como si nunca hubiera salido de mi casa. Después de ocho años, volvía al lugar en donde nací. Sin embargo, no volvía como salí, tampoco volvía sola: éramos casi veinte personas las que íbamos en el bote. Allí estábamos: yo y lo que había creado gracias a mi profesión. Al pisar la orilla, recordé que cuando llegué a la ciudad, todo parecía tan difícil. También recordé que, con esmero y mucho esfuerzo, había logrado graduarme como abogada. Terminar mis estudios en mi pueblo me había servido para no volver a iniciar desde cero en la ciudad. Después de un par de años, empecé a trabajar en un despacho legal. Allí conocí personas que habían vivido la misma historia que yo. Y con ese deseo común por lo vivido, decidimos formar una organización de ayuda orientada a las adolescentes que carecen de información útil para la vida, especialmente sobre peligros que pueden amenazar su existencia. Era una organización que buscaba ayudar a niñas a empoderarse y no depender de un hombre. Buscábamos desterrar la idea de dependencia. Nota de la autora: Ya no somos aves cautivas, ya no somos acechadas por un depredador. Somos libres. Podemos volar. Somos fuertes y dejamos que el viento nos lleve a nuestro destino porque nuestros colores son inmensos y brillantes más que el sol ¡Somos mujeres! ¡Somos luchadoras! Y ¡Nuestras cadenas están rotas! 57 56
  • 30. ¡Por ahí iba yo!... feliz con mis 14 años, pensando en divertirme sin fijarme en lo que me rodeaba, sin fijarme en el mundo. Un día conocí a un chico llamado Luciano. Era alto y hermoso, también amable, era mi niño precioso. Me enamoré sin pensarlo, pasó un mes de nuestro noviazgo, todo era felicidad y amor. Hasta que un día, fui a su casa. donde jamás imaginé lo que estaba por pasar en ese momento de mi vida. Todo fue tan rápido, casi instantáneo. Había sucedido lo que me causaba miedo antes: me entregué a él, entregué mi cuerpo, entregué, en un abrir y cerrar de ojos, lo más valioso que tenía. Aún no lo puedo creer… Pasó el tiempo, mi niño precioso y yo seguíamos juntos demostrándonos tanto amor. Para mi él era el amor de mi vida. Lo dimos todo. Luchamos contra nuestras madres y padres por salvar el amor que teníamos. Hasta aquel día, día de mi pesadilla… Era un primero de enero y, como todos, queríamos celebrar el comienzo de un año nuevo. Salimos juntos a ver el paisaje nocturno. Cuando todo terminó, nos fuimos a su cuarto y volvió a pasar nuevamente. Un mes después sentí cambios en mí, ya no era la misma. Mi cuerpo estaba cambiando. Decidimos hacer una prueba de embarazo. Salió negativo, nos tranquilizamos; pero los cambios en mí eran cada vez más notorios. Mi mamá y papá sospechaban que algo ocultaba, me preguntaron y lo negué. Un día decidieron averiguarlo y saber lo que me estaba pasando. Y llegó, aquel día, día de mi pesadilla. ¡Puffs! Sí, sí estaba embarazada. Mi mamá y papá se pusieron en contra de él y de mí, de los dos, y yo no sabía qué hacer. Luciano estaba a favor de tenerlo, pero yo pensaba en el futuro: “ese bebé va a sufrir en este mundo, por culpa de dos adolescentes la decisión tomada ALIAS: Luz irresponsables”. Actuamos sin pensar en las consecuencias y en todo lo que esta irresponsabilidad causaría. Conversé con mi mamá y papá y les confesé que no deseaba ese bebé. Mi madre, muy dulce y amorosa, me dio dos opciones, en ambas ella prometía apoyarme. –Puedes tener al bebé, yo te apoyaré en todo momento, o puedes practicarte un aborto– dijo. Cuando la escuché, me sentí asustada. Era algo escalofriante. Mientras trataba de reponerme, escuchaba a mi papá gritando – no podía entender lo que decía– pero mirándolo podía adivinar lo que decía con mucha rabia. Yo era la culpable. Era la hora de tomar una decisión. Mi mamá estaba destrozada, decepcionada por verme en esa situación. Ella jamás pensó que yo cometería semejante desobediencia. Ella siempre había soñado con verme estudiar, progresar y crecer con responsabilidades. A la mañana siguiente, después de pensarlo durante toda la noche, ya había tomado una decisión. Sentí – tal vez lo imaginé – sus pequeños latidos de miedo dentro de mí, quién sabe si los sentí realmente. Quizás eran mis latidos, una señal de mi miedo. Y llegó ese momento. Mi decisión era final. No importa ahora si yo decidí o solo acepté no tenerlo. Solo sé que lo hice porque yo tenía miedo, miedo a ser madre, pensaba que esa criatura no debía sufrir junto a mí. No sé si fui egoísta. Era una tarde nublada, hacía frío y había viento. Ahí iba yo, junto a mi mamá y papá, temerosa y con dudas, por lo que había decidido, tal vez iba a cometer un crimen. Llegamos a aquel lugar, era oscuro. Mi mamá y papá ¡Tú decides si ser madre y cuándo serlo! "Todas tenemos derecho a ser reconocidas como sujetas de derechos en todos los espacios de nuestra vida" 59
  • 31. entraron y hablaron con el encargado. Había llegado a la hora acordada, era la hora de practicarme el aborto. Entré en pánico y solo recuerdo que me pusieron en una camilla, me inyectaron algo, anestesia, sí debió ser anestesia porque mi cabeza daba vueltas y vueltas. Abrí los ojos, me sentía confundida. No entendía lo que en esos momentos estaba sucediendo hasta que recordé por qué estaba allí. Me levanté mareada… y me vi, vi a mi madre que había estado junto a mí en todo ese trance. Estuvo ahí, apoyándome a pesar del dolor que le había causado. Llegué a casa, mi mamá y papá hablaron conmigo después de lo sucedido. Me exigieron que pusiera fin a mi relación con el chico del que estaba profundamente enamorada. En algún momento, tendría que hablar con él y explicarle lo que había pasado, con el corazón destrozado –sí, con seguridad me sentiría así–. Después de muchas tardes, vino a verme. Era la hora de hablar con él y ponerle fin a todo. Llegó y me abrazó con todas sus fuerzas. Pude notar lo mucho que me había extrañado. Mi corazón latía a mil por minuto, cada segundo significaba un adiós. Le conté lo que hice. La noticia lo destrozó porque él deseaba y amaba al bebé; pero no comprendía lo que yo sentía en esos momentos. Le puse final a nuestro noviazgo, sí …con mi corazón roto. Después comprendí que aún mi cuerpo no estaba preparado para ser madre, que mi vida corría riesgo, era muy, muy joven para todo eso. Mi mamá me quería con vida, lloraba todas las noches mientras yo dormía. Fui egoísta e irresponsable, no pensé en las consecuencias. Aunque eso era verdad, ahora pienso que la decisión que tomé no fue la correcta. Tardé demasiado en darme cuenta de que mi bebé podría estar mejor conmigo, que si no hubiera vivido tan rápido, que si no hubiera sido irresponsable, todo sería diferente; pero ya estaba hecho. Ahora no había nadie que lo pudiera cambiar. El tiempo pasó, descubrí que el mundo era grande y tenía mucho que darme. Todo lo que me pasó, me ayudó a comprender y aprender. Me di cuenta de que la vida continúa, fue mi lección de vida. Aprendí a salir adelante pese a los problemas que la vida me ofreció o que yo misma creé. Ahora sigo aquí, dando todo de mí, aprendí a pensar antes de actuar. Todo lo que me sucedió me ayudó… a superarme. 61 60
  • 32. Luciana era una adolescente que vivía con una familia amorosa que había decidido semanas antes hacer una fiesta sorpresa para celebrar sus 15 años. No sería una gran fiesta porque la familia no tenía mucho dinero. Solo querían ver a Luciana feliz, era una forma de demostrarle que valoraban su esfuerzo y dedicación. Era una chica estudiosa, buena amiga. Solo querían que fuera una fecha muy especial para ella. Luciana estaba en la casa de su tía Sofía y no sabía que su fiesta de cum- pleaños se realizaría a las 10:30 pm. Su tía entró al cuarto donde estaba ella, le traía un regalo, se lo entregó, y ella lo abrió. ¡Era un hermoso vestido color rosado! Sofía le pidió que se diera un baño y que se pusiera el vestido para ir a su casa. Seguramente a su mamá le gustaría mucho verla con su vestido nuevo. Cuando las dos llegaron a su casa, Luciana vio a sus compañeras y com- pañeros. La fiesta, aunque pequeña, la hizo llorar de emoción. Abrazó a su mamá Laura y a su papá Ernesto sin dejar de agradecerles. Entonces empezó a sonar la música y la fiesta comenzó oficialmente cuando todos empezaron a bailar y a divertirse. Así era Luciana…alguien a quien todas las personas querían. Un día, Karen, una amiga de Luciana, le propuso ir a dar un paseo por la plaza para tomar un poco de aire. A Luciana no le pareció mala idea. Le pidió permiso a su mamá y papá. Ellos aceptaron. Laura, su madre, le dijo: “regresen dentro de una hora, por favor, no se demoren mucho porque les puede pasar algo”. Así, las dos chicas subieron a un motocarro y pidieron ir a la plaza. Estuvie- ron por allí y se les antojó tomar unos helados. Mientras iban a comprarlos, se encontraron con David, un amigo al que no veían hacía años. Hablaron, el cumpleaños de luciana ALIAS: yadira recordaron su niñez, se estaban divirtiendo. De repente, él les preguntó: “¿Por qué no vamos a una discoteca de acá cerca?” Karen estuvo de acuer- do, Luciana dudaba, pero su amiga insistió tanto que terminó aceptando. En realidad, quería ir …Entonces, caminaron rumbo a la discoteca que es- taba “acá cerca”. Mientras caminaban, hablaban. David participaba de la conversación, pero lo hacía planeando algo. Él siempre había estado enamorado de Lu- ciana, pero nunca había sido correspondido. Él había cambiado mucho y ellas no lo sabían. Estaba obsesionado con ella y quería verla sufrir mucho. Ya en la discoteca y después de un rato, él sirvió dos vasos de cerveza. Na- die notó que había vertido un poco de droga en los vasos. Después de unos minutos, ambas empezaron a sentirse extrañas, no podían mantenerse en pie…se quedaron dormidas. David se llevó a Luciana y dejó a Karen con un amigo más. Una vez en su casa, abusó de Luciana sin que ella pudiera hacer algo pues estaba com- pletamente inconsciente. Más tarde llamó a una prima de Luciana y le pidió que la recogiera porque “le duele la cabeza y necesita ir a su casa”, explicó. Así llegó Luciana a su casa, confundida y con un fuerte dolor de cabeza. Su mamá estaba molesta, aunque estaba más preocupada porque era muy tarde: “¿por qué has llegado tan tarde? ¿por qué, Luciana? ¿por qué?”. Su mamá la miraba y Luciana no respondía …porque no podía…solo la miraba. Su mamá quería saber por qué estaba así y por qué tenía los ojos tan rojos. La prima le respondió que Luciana había ido a la casa de David a tomar una pastilla porque le estaba doliendo mucho la cabeza y por eso tenía los ojos rojos. La mamá decidió dejarla ir a dormir. ¡Mereces ser feliz y tener relaciones saludables! Todas tenemos derecho a vivir libres de violencia, a denunciar, acceder a justicia y no ser revictimizadas. 63
  • 33. Al día siguiente, Luciana habló con su madre y le comentó que no recorda- ba nada. Pasaron algunas semanas, ella empezó a sentirse un poco extraña y con leves dolores de cabeza, pero no prestó mucha importancia. La mamá también lo notó, pero decidió no decirle nada a su hija. Pasó exactamente un mes y medio. Luciana preocupada le contó a su mamá que no había tenido su menstruación. Laura se lo contó a Ernesto, su esposo y decidieron llevarla a una farmacia cerca de la casa. Luciana entró y se realizó la prueba de embarazo; era positivo. Ella, su mamá y papá esta- ban sorprendidos: ¡sería madre pronto! Regresaron a su casa, aparentemente su mamá y papá estaban tranqui- los; pero no era así. Empezaron a reclamarle. De pronto su padre empezó a golpear a Luciana. Nunca lo había hecho antes. Su madre lo detuvo y le pidió que se tranquilizara. Le hizo entender que no solucionaría nada con violencia. Su padre se fue y su madre inició una conversación con Luciana. Una conversación que no olvidaría, eran consejos de una madre para su hija, una hija que no estaba preparada para semejante responsabilidad. Una vez en su cuarto, Luciana lloró como nunca lo había hecho. Se sentía muy, muy mal por ella. Le pidió a Dios que le diera fuerza y valor para poder tener a su bebé y que nada le pasara pues quería cuidar de esa criatura. Por alguna razón, ella decidió en ese momento, dejar el pasado atrás y empezar a prepararse para recibir a su bebé que no tenía la culpa de nada. Pasaron meses. Ahora Luciana estaba en la sala de parto. Tuvo a su bebé sin ninguna complicación. Agradeció a Dios porque todo había salido bien. Era madre…ya era madre. Después de mes y medio de haber tenido a su hijo, Luciana empezó a trabajar con su mamá en la hamburguesería, y Ernesto, ahora el abuelo, tra- bajaba para comprar los pañales, la leche, y para lo que le pudiera faltarle a su nieto. Luciana se levantaba cada día sintiendo que su vida era diferente: su hijo era el motor y motivo de su existencia. Y aunque no había sido su culpa, se dio cuenta de que los errores enseñan. Nota de la autora: Esta es una realidad vivida durante la adolescencia, y para evitarla, es necesario crear programas para concientizar a las y los jóvenes a vivir una sexualidad responsable, y crear centros de apoyo para las adolescentes embarazadas y así evitar más abortos. 65 64
  • 35. Un día una familia humilde decidió salir de un pueblo llamado Triunfo para mejorar su vida. La hija mayor estaba en tercer año de secundaria. Ahí conoció a varias amigas y amigos. Después de un tiempo, ella empezó a cambiar. Tenía actitudes de rebeldía que nadie entendía: no obedecía a su madre, y tampoco quería cumplir con las obligaciones de la casa. Debido a su actitud, su madre se cansó de darle consejos, y dejó que ella hiciera lo que deseaba. La huambra, al ver que no le decían nada, empezó a ir a fiestas, a tomar alcohol y a trasnochar con sus amigas. Andaba de fiesta en fiesta, y así conoció a un muchacho, con el que se ilusionó. Empezaron a salir, a dormir juntos, hasta tuvieron relaciones sexuales. Ella se sentía feliz porque nadie le decía nada: su mamá y papá trabajaban y no tenían tiempo para ella. Después de algún tiempo, la huambra se dio cuenta de que no había tenido su menstruación. Entonces fue a buscar al muchacho para contarle lo que le pasaba. Él, al escucharla, se quedó muy pensativo y luego le dijo: “¿Tú no estarás embarazada?”. Ella se desmayó del susto, no quiso saber nada más del muchacho y regresó a su casa. La huambra no sabía que estaba embarazada, pero sí sabía que traer una hija o hijo a este mundo no era fácil. Así que decidió callarse y no decirle nada a nadie, mucho menos a su madre porque le tenía miedo. Un día la huambra vomitó delante de su madre y luego se desmayó. Su preocupada madre la llevó al centro de salud donde le tomaron algunas pruebas que más tarde revelaron que tenía dos meses de embarazo. Su madre reaccionó con violencia y empezó a golpear a la muchacha. Los doctores intervinieron diciéndole que debía aceptar lo que le pasaba a su hija. Entonces, la angustiada madre lloró y se disculpó con su hija por no tener tiempo para ella por dedicarse al trabajo, al igual que el padre. La madre le dijo: “Hija, a pesar de los problemas o dificultades, te apoyaremos y saldremos adelante con o sin la ayuda de quien hizo esto”. Más tarde, la mamá y el papá dialogaron para decidir cuál de los dos dejaría de trabajar para dedicarle tiempo a su hija. Fue la madre quien decidió quedarse para cuidar a la huambra, mientras el padre trabajaba para mantener a su hija y a su nieto. Sin embargo, la huambra les comunicó a sus padres que después de que naciera su hijo, ella seguiría estudiando. Y así lo hizo. La muchacha terminó sus estudios secundarios y luego ingresó a un instituto superior donde estudió durante tres años la carrera de enfermería técnica. La huambra, con mucho sacrificio y esfuerzo, logró su meta. Cuando ella ya trabajaba, conoció a un abogado. Con el tiempo ambos se enamoraron. Ella fue sincera con él: le contó su pasado y que tenía un hijo. Al abogado no le importó y le dijo que él lo iba a criar como si fuera su propio hijo. Se casaron, formaron una familia y vivieron felices para siempre. ¡La familia debe ser un espacio de amor, no de sufrimiento! "Tenemos derecho a planificar cuándo ser madres y formar familias libres de violencia" historia de cambio en las huambrillas ALIAS: MAr 69
  • 36. Casos como este, se viven en la etapa de la adolescencia. Son casos de la vida real. Cuando por falta de comunicación entre madres y padres con sus hijas e hijos: las chicas o los chicos buscan el cariño que no tienen en sus hogares. Muchas veces las chicas que vienen de las comunidades a la ciudad son víctimas de atropellos en la ciudad y en el mundo. En realidad, es un virus que no se puede controlar: las chicas quedan embarazadas a temprana edad y se convierten en una carga más para la familia. Este es un gran problema en nuestra sociedad; sin embargo, la inclusión social permite a las chicas embarazadas continuar con sus estudios y lograr sus objetivos. Para esto, es necesario motivar a todas las chicas de nuestra sociedad a continuar a pesar de las dificultades que puedan presentarse ya que para estudiar no hay límites de edad. También es necesario que las madres y padres les inculquen buenos valores, que les enseñen que una persona sin estudios no es útil para la sociedad. Dejo el dicho de que “Ni para el amor, ni para el estudio hay límites de edad”. 71 70
  • 37. un quince de julio ALIAS: mfp “Quizás con el tiempo, esa mujer, que existía en mí, se perdió. ¿Qué sucedió realmente conmigo? Es hora de asumir esto, pero tengo miedo…”. Estas son las palabras de una niña que no sabía lo que hacía, ni lo que quería para su futuro. No pensaba con claridad. Esa niña que aprendió a ser mujer soy yo. Todo empezó hace diez años cuando yo solo tenía quince. 2 de abril de 1994 Querido diario, últimamente han pasado cosas extrañas. Hoy en clase, el tema principal fue el amor. Mis amigas, al oír esta palabra, se emocionaron y empezaron a contar sus experiencias; yo solo escuchaba y me reía. Al terminar la clase, una de ellas me preguntó si alguien me gustaba. Tuve un poco de vergüenza de contarles, ya que casi todas tienen enamorado. Dentro de un rato tengo un trabajo en equipo y ¿qué crees? Él estará ahí, estoy emocionada. 6 de abril de 1994 Hoy fue un día súper lindo. Mario es un chico carismático, cada día me enamoro más. Tenemos una amistad; me espera en los recreos, estudiamos en pareja, salimos a pasear. Me agrada estar con él. Es cariñoso. Hoy en la tarde estuvo conmigo haciendo las tareas. Como no estaba mamá, se quedó hasta las ocho de la noche. Le pregunté si su mamá y papá no se molestarían y me dijo que él vive con su abuelita y que ella regresa tarde de su chacra. Después de estudiar, vimos una película. Mis amigas dicen que haría linda pareja con él y, por eso, me empezaron hacer bromas. ¡Ojalá mañana sea igual que hoy! 3 de mayo de 1994 Ha pasado ya un mes y …estoy de maravilla. Hoy fue el mejor de mis días, ¿sabes por qué? Mario me pidió que fuera su novia. Cuando me lo dijo, yo quería morirme. Primero vino a mi casa y, como mamá había llegado temprano del trabajo, le pidió permiso para salir un rato a pasear y ella aceptó. Nos fuimos a la plaza a tomar helado. Después, cuando ya estábamos de regreso, me preguntó si quería ser su enamorada y yo le dije que sí. Fue ahí cuando di mi primer beso. 8 de julio de 1994 Son ya tres meses de relación con Mario y estoy feliz de estar a su lado. Es comprensivo y me ayuda, pero hace poco se ha alejado de mí, ya no me busca, no me espera. Él dice que es porque no estamos teniendo una buena relación. Él quiere estar besándome a cada momento; antes no era así. Eso me incomoda, y él se molesta por eso. Trataré de dejarme llevar, al final es un simple beso. 10 de julio de 1994 Estoy un poco preocupada. Hoy Mario no me quiso hablar, parece que está molesto conmigo porque le dije que no me gusta que haga ciertas cosas en público. Debo hacer algo para que me perdone; mañana saliendo del colegio iré con él a pasear toda la tarde, ya que cumpliremos cuatro meses juntos. ¡No se debe sentir culpa por disfrutar de la sexualidad responsablemente! "Todas tenemos el derecho a vivir libre de violencia, en relaciones saludables y tener una maternidad deseada. 73
  • 38. 15 de julio de 1994 Me siento un poco extraña. Hace unos días cumplimos cuatro meses de enamorados y, ese día, al salir del colegio, me llevó a su casa. Como mi mamá iba a llegar tarde de su trabajo, acepté ir con él. Cuando llegamos a su casa, su abuela no estaba; él me dijo que había salido. Estábamos en la sala, empezamos a hablar, y me dio un pequeño regalo, lo abrí: ¡era un collar! Yo estaba observándolo cuando, de repente, él se lanzó sobre mí y empezó a besarme. En ese momento dejé que lo hiciera, no quise decirle que no me gustaba para que no se molestara; pero poco a poco sus besos iban haciéndose cada vez más bruscos. De besos en la boca pasó al cuello. En ese instante le dije que parara, pero él me aclaró que eso lo hacían todas las parejas de nuestra edad. La verdad, yo tenía miedo, no sabía cómo actuar, ni qué decir. ¿Será mi primera vez? – pensé, me agarró de la mano suavemente y me llevó a su cuarto. Mis profesores hablan mucho de esto, nos aconsejan, dicen que debemos cuidarnos y que no estamos en la edad adecuada para hacer ese tipo de cosas. Mario me dijo que estaba muy informado acerca de esto, que tomaría precauciones y yo confié en él. Además, es normal que eso suceda, ayudará a fortalecer nuestro amor. Si no lo hago, se aburrirá de mí y me dejará–, pensé. 31 de julio de 1994 Hace unas semanas Mario ya no es el mismo. Pasó de hacer cosas conmigo a ya no querer más; no me habla y cuando lo hace termina enfadándose. Tendré que hablar con él de lo que está pasando, no podemos seguir así, mañana hablaré con él. Lo tengo decidido. 1 de agosto de 1994 Hoy hablé con Mario, como lo había dicho, estoy muy mal por esto. Mario terminó conmigo. Tengo muchas ganas de llorar. No puedo pensar con claridad, me entregué a él por amor y no sé lo que va a pasar de ahora en adelante. 10 de octubre de 1994 Desde que Mario y yo ya no somos enamorados han transcurrido algunas semanas. Este tiempo sola me ha servido. He tratado de salir adelante, estoy más tranquila y enfocada en elevar mi rendimiento académico. Sin embargo, no puedo hacerlo por los constantes mareos, me siento cansada y… hace unas horas… vomité. Hoy mis amigas estuvieron observándome. Me dijeron que estaba engordando. También me preguntaron si había hecho… algo. Tuve vergüenza al principio, pero les conté. Entonces, me dijeron que tal vez estaba embarazada. Intenté recordar la última vez que me dio la menstruación: ¡hacía dos meses y medio! Estoy muy nerviosa. Una de mis amigas sugirió comprar una prueba de embarazo. Primero me negué porque no estaba preparada para hacer eso y 75 74
  • 39. 3 de noviembre de 1994 No sé cómo pasó esto, siento miedo. Hoy regresé a casa, mamá me acompañó. No, no, ¿cómo pudo ocurrirme esto? Te perdí... ¡ya no estás! Solo bastó tenerte en mi vientre para saber que, cada día al despertar, tendría fuerzas por ti. No sé cómo pasó esto, ¿por qué?, Señor, ¿por qué? No sé cómo actuar. Sentir tus patadas, ver tu carita tan pequeña, tus manitos formándose fue una sensación única que nunca olvidaré. Ahora mismo las lágrimas caen por mis mejillas y es que no puedo contenerlas, se me parte el corazón. Por ti seguiré adelante, lo haré. Dios me puso este reto y saldré adelante porque tú serás la razón de mi vivir. Fuiste y eres lo mejor que me ha pasado. Descansa en paz, amor mío, sé que desde el cielo estarás ahí. Te amo… porque no creía que estuviera embarazada. Ahora creo que sí lo haré. Ellas me ayudarán en esto: esta semana irán a comprar la prueba de embarazo y, como mi mamá trabaja, yo estaré sola para hacerme la prueba. 12 de octubre de 1994 Estoy devastada, no sé qué hacer. Hoy en la tarde mis amigas llegaron a mi casa. Al principio tenía miedo, me explicaron cómo tenía que usar la prueba y seguí las instrucciones. Después, esperé un rato. Fueron minutos interminables … sentí que mi mundo se derrumbaba. Estoy muy preocupada, ¿qué le diré a mi mamá?, ¿cómo pudo pasarme esto? Tengo mucho miedo. Tengo tan solo quince años, no me siento capaz de afrontar esto. 15 de octubre de 1994 Mi mamá ya sabe. Se enteró porque vio en el bote de basura la prueba de embarazo. Entró corriendo y me preguntó qué era eso. Yo no sabía qué decirle, solo lloraba. Ella me abrazó muy fuerte y lloró conmigo. Me dijo que se arrepentía de no haber estado apoyándome en los momentos que más lo necesitaba, por no haberme aconsejado. Me dijo: “hoy cambiarán las cosas” y me prometió que estaría conmigo. No sé qué es lo que voy a hacer con un bebé. De tan solo pensarlo, se me ponen los pelos de punta y el miedo se apodera de mí. Los días han sido un poco difíciles para mí. Hace poco, mi mamá me llevó al doctor y este le dijo que tenía tres meses de embarazo. Me dio muchas indicaciones y vitaminas para que el bebé naciera sin ninguna enfermedad. Traté de hablar con Mario, pero no le importó. Le dije que estaba embarazada, se alteró y me echó toda la culpa. Ahora no quiere saber nada de mí. En el colegio ya saben que estoy esperando un bebé. Me miran de reojo, se burlan de mí y hasta me tienen lástima. Mis amigas me apoyan porque tengo dificultades con los estudios. Por eso le comenté a mamá que no quería seguir estudiando. Hemos llegado a un acuerdo las dos: dejaré de estudiar por un tiempo hasta que nazca el bebé, luego volveré a estudiar, aunque perderé el año. Tengo constantes dolores en el cuerpo. El doctor me dijo que tendría problemas porque soy pequeña. 29 de octubre de 1994 Todo esto es nuevo para mí, no estoy preparada para ser madre. En la noche tengo pesadillas. La barriga ya se me nota, tengo sensaciones extrañas y lloro todas las noches. Mi mamá me apoya, ella es mi fortaleza. Poco a poco siento al bebé moverse dentro de mí, es linda la sensación, mi bebé no tiene la culpa de lo que está pasando. Nota de la autora: Estos fueron mis últimos escritos. Ahora tengo veinticinco años. Aún re- cuerdo todo lo que viví en mi secundaria, yo nunca pensé que me pasaría esto. Sí, hace diez años perdí a mi bebé con tan solo tres meses de embara- zo, fue muy duro. Han pasado tantos años, pero lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Lo superé poco a poco, ahora estoy estudiando Psicología de la educación y desarrollo en la Universidad de la Amazonía Peruana (UNAP). Después de lo que pasó en Nauta, tuve que mudarme y empezar de cero. En unos minutos tengo que ir a un colegio como practicante para dar charlas a las y los adolescentes, para guiarlos… para que tomen decisiones informadas sobre su sexualidad. No olvidaré que un quince de julio tuve relaciones sexuales por primera vez y fue cuando empezó todo. Mi nombre es Ana y estoy lista para volver a contar mi historia. 77 76
  • 40. En el río Marañón, hay un pueblo llamado San Martín, donde vivía Marisol, una bella jovencita que era alegre, además de ser muy amable y respetuosa con las personas de su pueblo. A ella le gustaba jugar con sus amigas y amigos. Siempre acompañaba a su padre a la pesca, no quería quedarse sola en su casa, tenía miedo porque su mamá había fallecido en un accidente de tránsito hace poco. Un día su padre conoció a una señora llamada Luz. Poco tiempo después, él conversó con Marisol y le habló de sus sentimientos. Por amor a su padre, ella aceptó a Luz, la mujer que se convertiría después en su madrastra. A Luz le gustaba ir a la chacra y Marisol la acompañaba porque no quería quedarse sola en su casa… por su miedo. Hasta entonces, todo era perfecto porque tenía un padre bueno, una madrastra, que era buena y mala al mismo tiempo, y un pueblo que la quería mucho. Un día, el padre de Marisol se fue a la pesca, y ella y Luz se quedaron en la casa. Ese día, la madrastra estaba muy molesta con Marisol porque no había querido ir a la pesca con su padre, aun cuando Luz sabía que era muy peligroso para la muchacha. Esa misma tarde se presentó un hombre diciéndole a la madrastra que necesitaba una señorita para que fuera a Iquitos a trabajar como niñera. La madrastra de Marisol decidió conversar con ella y le dijo: “Marisol, tú ya eres una adolescente y deberías ir a trabajar. Mira, este hombre quiere una chica para que se vaya a Iquitos a trabajar como niñera, dime ¿qué dices?”. Marisol le respondió: “Me gustaría trabajar, pero… mi padre no sabe nada de esto”. La madrastra insistió diciéndole que no se preocupara, que ella se lo diría. Esto convenció a Marisol y así decidió aceptar ir a trabajar a Iquitos. Marisol se sentía muy triste porque no se había despedido de su padre, pero la madrastra le decía: “¡Lárgate a trabajar, no te preocupes, yo conversaré con tu padre! ¡Solo vete!”. Marisol se fue sintiéndose una mala hija por haber dejado a su padre, pero también pensaba que podría ahorrar y … Cuando la muchacha llegó a Iquitos, se dio cuenta de que no iba a trabajar como niñera. El hombre la vistió con ropas muy llamativas y la llevó a un bar, donde había muchos hombres groseros. Ella quiso escapar de ese horrible lugar, pero el hombre la agarró de las manos y le dijo: “¿Adónde crees que vas, no ves que vas a trabajar?”. Ella le gritó: “No, usted dijo que iba a trabajar como niñera, es un mentiroso”. Marisol se arrodilló… –¡Por favor, no me deje en este lugar! ¡Esos hombres me van a hacer mucho daño! –, suplicó Marisol. –¿No te gusta que los hombres te toquen todo el cuerpo? Mira a esas chicas, ellas dejan que esos hombres las toquen, se ríen y lo disfrutan–, respondió el hombre. –Espera un momento ahorita viene el jefe que te va a llevar–, añadió. Mientras el jefe y el señor negociaban, Marisol lloraba en una esquina diciéndose: “Todo esto es mi culpa por haber aceptado. ¡Odio a mi madrastra y me odio a mí misma! Quisiera matarme para no estar en este espantoso lugar”. Esa noche, Marisol trabajó por primera vez. Así pasaba sus días en ese lugar donde vivía completamente triste porque esos hombres abusaban de ella. Tiempo después Marisol recordó que una tía vivía en Iquitos. Ella pensaba siempre “cómo no pasa mi tía por este lugar”. Un día, cuando terminaba de repetírselo como muchas otras veces el sufrimiento de marisol ALIAS: mjga ¡Las mujeres no somos un objeto, no nos pueden negociar! "Las uniones forzadas son un delito, recuerda tienes derecho a denunciar si sientes que te obligan a estar con una persona que no quieres" 79
  • 41. había hecho, la vio pasar. ¡Sí, era su tía! Marisol decidió correr, tomó de la mano a su tía y le dijo: “Corre, tía, corre”. –¿Qué haces acá? ¿Por qué estás vestida así? ¿Quién te mandó? –, preguntó su tía cuando llegaron a su casa. –Mi padre conoció a una señora y ella no me quería. Entonces, un día me mandó con un señor a trabajar como niñera, pero todo era mentira –, respondió Margarita. Mientras Marisol contaba su triste historia, su tía lloraba pensando en todo lo que había vivido. Esa noche Marisol se fue a dormir sintiéndose segura. Marisol cerró los ojos, se durmió, pero empezó a soñar que esos hombres estaban abusando de ella. Se despertó gritando y pidiendo ayuda: “¡Están abusando de mí! ¡Ayúdenme, por favor!”. La tía fue hacia la habitación donde estaba Marisol y la abrazó fuertemente diciéndole que todo estaría bien y que ya no debía tener miedo porque ya no estaba sola. –Yo te voy a proteger y querer siempre…siempre –, le dijo su tía. Al día siguiente, su tía decidió volver a San Martín con Marisol. Esto puso muy feliz a la muchacha porque al fin podría ver a su querido padre. Tan feliz estaba que ni pensó, en ese momento, en su madrastra. El viaje duró mucho tiempo. Cuando llegaron, Marisol vio a su padre llorando y alcanzó a oír lo que decía: –¿Dónde está mi hija? –, decía su padre –Padre, ¿por qué estás llorando si yo estoy acá? –, le respondió Marisol El padre, al escuchar su voz, levantó la mirada y vio a su hija. Corrió y la abrazó con todas sus fuerzas. Ambos empezaron a llorar y se perdonaron por lo sucedido. Marisol le contó a su padre lo que había vivido en Iquitos. Después de escucharla, le pidió disculpas porque no se dio cuenta de cómo era Luz realmente. En ese momento, Marisol le preguntó: “¿y dónde está esa señora?”. El padre le contó que Luz se había ido con otro hombre y que no volvería jamás. Marisol, su tía y su padre decidieron olvidar la historia. El padre salió de la casa y les avisó a sus vecinos que su hija había vuelto. Entonces, las personas del vecindario, decidieron adornar todo el lugar para hacerle una fiesta a Marisol. Todos festejaron muy felices y Marisol, su tía y su padre vivieron felices por siempre. 81 80
  • 42. Les voy a narrar un cuento que tiene como protagonistas a una familia. Esa familia tenía una hija, Margarita, que tenía once años y cursaba el primer año de secundaria. Vivían en la ciudad de Nauta. A Margarita le gustaba contradecir a sus docentes y ser rebelde, razón por la cual le llamaban siempre la atención. No le gustaban los quehaceres del hogar, pero sí le gustaba asistir a las fiestas de cumpleaños y discotecas. Su madre y su padre trabajaban mucho y no tenían tiempo para cuidar a su hija, aunque eso no justificaba el mal comportamiento de Margarita. Ellos se esforzaban mucho para que a su hija no le faltara nada y tuviera una buena educación. Cuando Margarita cumplió los doce años, se volvió mucho más rebelde. No obedecía a nadie. Se divertía haciendo cosas de mayores. Así continuó hasta que conoció a un chico llamado Jorge por una red social. Margarita le mandaba mensajes amorosos a Jorge y él respondía con caritas de enamorado. Un día Margarita recibió un mensaje: –Conozcámonos en persona hoy mismo–, propuso Jorge. –Está bien, nos vemos en la plaza Bolognesi a las cuatro de la tarde–, respondió Margarita. –Está bien, estaré allí –, dijo Jorge. Una semana después de haberse conocido en la plaza, ya era costumbre que se vieran a escondidas, y una tarde cuando estaban juntos: –¿Me quieres? –, le preguntó Jorge con una voz dulce. – Pues, claro que te quiero, si eres mi primer amor –, respondió Margarita. – Necesito una prueba de tu amor… ¿podemos tener relaciones? –, preguntó Jorge. – Lo que digas – dijo Margarita sin pensarlo mucho. Pasaron algunas semanas y a la muchacha andaba bastante preocupada. Compró un test de embarazo porque quería salir de dudas, y resultó positivo: Margarita estaba embarazada. Su vida cambió completamente, su madre y padre no quisieron hacerse cargo de ella pues pensaban que ella debía asumir las consecuencias de sus actos como si fuera una adulta. Margarita tuvo que dejar de estudiar y tuvo a su hija. Nunca dejó de pensar en una vida mejor. Decidió, entonces, vender golosinas y aguaje. Cuando su hija tenía ya un año, la muchacha, que en ese entonces se sentía feliz y motivada, decidió seguir adelante y se propuso retomar sus estudios. La actitud de Margarita hizo que su madre y su padre cambiaran de opinión, y decidieran apoyarla haciéndose cargo de las necesidades de la bebé, incluso, el abuelo le dio su apellido a su nieta porque su padre biológico abandonó a Margarita cuando supo que estaba embarazada. Ahora Margarita tiene veintiocho años, estudió una carrera y es ingeniera industrial. Tiene una bella familia, y su hija está terminando sus estudios de quinto año de secundaria. Hoy, después de su experiencia, nos deja este consejo: “Disfruten su juventud responsablemente”. Ella me ha dicho que hay un gran porcentaje de embarazos en menores de edad, sobre todo en la ciudad de Nauta. La generación de hoy debe informarse que iniciar la actividad sexual a muy temprana edad ocasiona serios problemas y graves consecuencias en algunos casos. La vida es un examen difícil y muchas personas pierden por copiar a otras. Propónganse metas para cumplirlas. Participen en proyectos juveniles para lograr un mejor futuro. “La familia debe estar unida en los buenos y malos momentos” la adolescencia de margarita ALIAS: kop ¡Tú decides cuándo iniciar tu vida sexual, no te pueden ni deben obligar! "Todas tenemos derechos sexuales y reproductivos y los debemos ejercer con libertad y responsabilidad. 83