Segunda Jornada Ejercicios Espirituales - P. Juan Carlos Di Camillo, C.R.

2012
EJERCICIOS ESPIRITUALES: “Nacer de lo Alto para renacer”
CLÉRIGOS REGULARES -TEATINOS- CONSEJO GENERAL PLENO
SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CASTAÑAR, AGOSTO DE 2012
P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. Q.P.R.D

Segunda jornada

Pág.

PRIMER ENCUENTRO
EJERCICIOS ESPIRITUALES
1.- Ver y entrar en la dinámica del Reino

P. Juan Carlos Di Camillo, C.R.
1.1. Consideraciones previas
1.2.- Ver: la carencia manifestada en los ciegos del Evangelio. 5
TEXTOS DE LA SEGUNDA JORNADA
1.3.- Entrar: la inoportunidad y presunción de los Zebedeos 8

SEGUNDO ENCUENTRO:

Materiales correspondientes
2.- Herederos de un Reino en permanente construcción:
a la predicación de los Ejercicios Espirituales
la Vida Fraterna como anticipo y anuncio de Vida Eterna 12
dirigidos al Consejo General Pleno
 2.1.- Cuestiones para orar y compartir 18
del los Clérigos Regulares (Teatinos)
Santuario de Nuestra Señora del Castañar.
4.-Resonancias, resistencias, intuiciones
Agosto de 2012 20

II JORNADA Página 1 de 23
© P. JUAN CARLOS DI CAMILLO, C.R. -Prepósito Provincial-
Pcia. Argentina Ntra. Sra. de Luján y San Cayetano
2012


1.- Ver y entrar en la dinámica del Reino
«Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.

Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.”

(Liturgia de las Horas)

1.1.- Consideraciones previas:

A yer presentábamos la figura de Nicodemo, como un ícono de la experiencia
creyente. También hoy y a lo largo de esta segunda jornada de encuentro con el
Señor, será el mismo Nicodemo quien nos lleve de la mano en medio de la noche y
nos vaya iluminando el camino, presentándonos a otros ”buscadores”, es decir, algunos
de esos personajes evangélicos significativos que también tienen algo que contarnos en
relación a las “necesidades y carencias “que mencionábamos en la reflexión inicial.

Siguiendo un orden lógico, nos adentraremos en un primer momento en ese “tiempo”
secuencial de acercamiento al misterio de Cristo que se marca en el texto base (Jn 3).

Vemos, entonces, que se trata de un diálogo iluminador y de progresiva revelación de los
planes de Dios. A lo largo de todo el relato nos transformamos en testigos privilegiados de
cómo el Señor va desmontando las defensas de un Nicodemo “políticamente correcto” y
aun anclado en sus preconceptos sobre la trascendencia, el Reino de Dios y la Vida Eterna.
De ese modo, cada vez que Nicodemo pregunta, entre el asombro y la incredulidad, por el
“cómo“ ha de ser ese “nacer de nuevo” la respuesta del Señor es una “pro-vocación” (
nunca mejor dicho); es decir, una llamada sutil y paciente a ver, entrar y heredar esa Vida
Eterna de la que Nicodemo, aun sin saberlo, está hambriento…



Así, Jesús responde en primer término: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de
lo alto no puede ver el Reino de Dios…” (Jn 3,3).

Para nosotros, teatinos, “especialistas en esto de ser buscadores del Reino”, quizás nos
evoque una realidad demasiado trillada. Un concepto que de tanto “verlo” escrito en
nuestros documentos internos y en los frontales de nuestros templos, pareciera haber
diluido su atractivo. Cabe preguntarnos por qué lo que nos sedujo en los primero años de
seguimiento de Cristo ha terminado por opacarse de tal modo que en ocasiones se torna
“invisible”…

Y aquí, en cuestiones de “ver”, Nicodemo nos lleva a la carencia manifestada en “los
ciegos” del Evangelio. En un primer momento haremos un recorrido por ese pedido
desesperado que los ciegos hacían a Jesús: "Maestro, que yo pueda ver" (Mc); “Señor,
que vea” (Mt) o bien, "Señor, que yo vea otra vez" (Lc).

Se trata de una imagen nítida que bien puede ilustrar la carencia inicial con la que
llegamos a estos ejercicios. Porque, como decíamos ayer, también en estos días el Señor
nos está preguntando –como a los ciegos - “¿Qué quieres que haga por ti?”

En un segundo momento, consideraremos la siguiente respuesta de Jesús a Nicodemo:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios.“ (Jn 3,5). Aquí la idea va más allá. Ya no se trata sólo de ver los signos del
Reino, sino de entrar en la dinámica del Evangelio para participar de la misión profética y
salvadora de Cristo.

Cabe entonces, dejar que Nicodemo nos presente a unos personajes muy particulares:
“los Zebedeos”, esos hermanos que se tomaron al pie de la letra eso de “entrar“ y de
“tomar posesión del Reino” pero que, tanto ellos como su madre, no se percataron que
también para las cosas de Dios hay reglas, o más bien, procesos y condiciones que no
pueden ser omitidos. Veremos cómo, también a ellos, el Señor les pregunta “¿Qué
quieren que haga por ustedes”, de igual modo que nos lo seguirá preguntando a cada uno
de nosotros a lo largo de estos días. Y caeremos en la cuenta de que, más de una vez, en
nuestra historia personal o comunitaria hemos fantaseado con ciertas aspiraciones que
poco o nada tenían que ver con la adhesión a la persona de Cristo. Porque buscábamos
reinar antes que servir; porque evadíamos el “cáliz” de las exigencias en el seguimiento de



Cristo o bien porque defendíamos más nuestros intereses personales, por encima de la
gratuidad y el servicio, las dos novedades del Reino ineludibles en la vida común.

Para cerrar la jornada de hoy, reflexionaremos sobre el tercer verbo significativo que el
Señor menciona en el diálogo con Nicodemo: “Heredar” la Vida Eterna”. Veremos qué
resonancias tiene en la vida cotidiana de nuestras casas religiosas y en la forma en cómo
podemos ser –o no- testimonio de la alegría de una vida fraterna vivenciada en clave del
Reino, siempre en construcción, y por ende, siempre convocante a sumar nuestras manos
en la tarea. Esta vez los personajes evangélicos que nos guiarán serán un doctor de la Ley,
hombre importante e influyente, similar a Nicodemo; y un pobre samaritano…de quien
nadie esperaba nada.

Igual que ayer, les propongo dedicar unos minutos a observar las resonancias, resistencias
e intuiciones que los personajes evangélicos han generado en nuestro camino de
conversión y crecimiento, que en estos días revisamos…



1.2. VER: La carencia manifestada en los ciegos del Evangelio

Curación de Bartimeo (Mc Curación de los ciegos de Curación de un ciego
10,46-52) Jericó (Mt de Jericó (Lc
20,29-34) 18,35-43)

Después llegaron a Jericó. Cuando salieron de Jericó, Cuando se acercaba a Jericó,
Cuando Jesús salía de allí, mucha gente siguió a Jesús. un ciego estaba sentado al
acompañado de sus Había dos ciegos sentados al borde del camino, pidiendo
discípulos y de una gran borde del camino y, al enterarse limosna. Al oír que pasaba
multitud, el hijo de Timeo - de que pasaba Jesús, mucha gente, preguntó qué
Bartimeo, un mendigo ciego- comenzaron a gritar: "¡Señor, sucedía. Le respondieron que
estaba sentado junto al Hijo de David, ten piedad de pasaba Jesús de Nazaret. El
camino. Al enterarse de que nosotros!". La multitud los ciego se puso a gritar:
pasaba Jesús, el Nazareno, reprendía para que se callaran, "¡Jesús, Hijo de David, ten
se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo pero ellos gritaban más: "¡Señor, compasión de mí!". Los que
de David, ten piedad de Hijo de David, ten piedad de iban delante lo reprendían
mí!". Muchos lo reprendían nosotros!". Jesús se detuvo, los para que se callara, pero él
para que se callara, pero él llamó y les preguntó: "¿Qué gritaba más fuerte: "¡Hijo de
gritaba más fuerte: "¡Hijo de quieren que haga por ustedes?". David, ten compasión de
David, ten piedad de mí!". Ellos le respondieron: "Señor, mí!". Jesús se detuvo y
Jesús se detuvo y dijo: que se abran nuestros ojos". mandó que se lo trajeran.
"Llámenlo". Entonces Jesús se compadeció de ellos y Cuando lo tuvo a su lado, le
llamaron al ciego y le tocó sus ojos. Inmediatamente, preguntó: "¿Qué quieres que
dijeron: "¡Animo, levántate! recobraron la vista y lo siguieron. haga por ti?". "Señor, que yo
El te llama". Y el ciego, vea otra vez". Jesús le dijo:
arrojando su manto, se puso "Recupera la vista, tu fe te ha
de pie de un salto y fue hacia salvado". En el mismo
él. momento, el ciego recuperó
Jesús le preguntó: "¿Qué la vista y siguió a Jesús,
quieres que haga por ti?". El glorificando a Dios. Al ver
le respondió: "Maestro, que esto, todo el pueblo alababa
yo pueda ver". Jesús le dijo: a Dios.
"Vete, tu fe te ha salvado".
En seguida comenzó a ver y
lo siguió por el camino.



Los ciegos
Vamos a detenernos en algunas cuestiones exegéticas que nos ayudarán a
comprender mejor los textos propuestos. Notemos que el encuentro con Jesús
se da en distintos momentos: por ejemplo, en Mc se produce a la llegada a
Jericó; en Mt. cuando salen de Jericó y en Lc cuando se acercaban a Jericó. Esto
nos mueve a reflexionar: ¿en qué momento de nuestra vida (en que estuvimos
ciegos) nos encontramos con Jesús?

En este mismo orden, notemos que eran distintas las personas que
acompañaban a Jesús. Así, en Mc. Jesús estaba acompañado de sus discípulos y
una gran multitud. En Mt. “mucha gente” seguía a Jesús - no se hace referencia
explícita a la presencia de los discípulos-. En Lc., por otra parte, no se hace
referencia al seguimiento. Cabe preguntaros quiénes son los que
verdaderamente siguen a Jesús y en quiénes nos podemos reconocer.

También vemos que en Mt. los dos ciegos no son mendigos. Así mismo el ciego
de Mc. tiene nombre y origen: Bartimeo, el hijo de Timoteo.

Por otra parte, es interesante ver la respuesta de los dos ciegos de Mt. ante la
pregunta de Jesús “¿Qué quieres que haga por ti?” La respuesta que dan es
“queremos que se abran nuestros ojos”. Y luego de ser sanados de convierten
en discípulos, al igual que en los otros evangelios.

Queda ahora hacer mención al concepto clave que encuadra todo el relato: la
fe. La fe en Mc. y Lc. se presenta como fuente de salvación, y en Lc. se añade el
carácter testimonial: “todo el pueblo alababa a Dios….” Por tanto, los tres
textos nos dan una respuesta que denotan un progreso en la fe llamando a
Jesús con el título de “Señor” (o de “Maestro”) y que además le piden lo propio
de Jesús: que ejerza la compasión en el (ellos) dándole la vista ( a Bartimeo en
Mc y a los ciegos de Mt.)



En cambio al ciego de Lc. le pide que le devuelva la visión. Este pedido implica
que antes veía.

Nosotros podemos pedirle que podamos ver o que nos devuelva la visión que
hemos perdido. La respuesta que dan es que a través de devolverle la visión Jesús
ejerza aquello que le es propio la compasión y por lo cual muestra como es el
Dios que está en Él.

¿Quiénes son los ciegos que están al borde del camino reconociendo la presencia
de Jesús y se ponen a gritar?

Es interesante rescatar el contenido del grito: “Jesús Hijo de David ten compasión
piedad) de mí (o de nosotros)”. Ante todo reconocen en Jesús su descendencia
mesiánica.

En el pedido aparece una de las categorías hermenéuticas más relevantes que
hacen los Evangelios de Jesús, muy trabajada en la T.L.: la compasión.

En Cristo, Dios se presenta como compasivo, el que es capaz de “padecer – con”.
Notemos también, que ante el grito/súplica de compasión muchos trataban de que
no se oyese, es más los reprendían con fuerza. Parece ser que esta reprensión fue
muy importante ya que lo rescatan los tres evangelistas.

¡Cuántos ciegos de nuestro tiempo – incluso en nuestras propias comunidades-
están gritando al borde de los caminos y cuántos quieren acallar – o disimular-
sus voces! ¿Será nuestra acción compasiva siguiendo el modelo de Cristo o
somos parte de los que prefieren no ver ni oír su clamor?

Los ciegos (¿nosotros?) La pregunta queda instalada al igual que la respuesta.
Jesús te pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? Y también nos pregunta en
plural: ¿Qué quieren que haga por ustedes?



1.3.- ENTRAR: La carencia manifestada
en la inoportunidad y presunción de los Zebedeos

Los hijos del Zebedeo ( Mc 10, 35-45 )

“Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
"Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les
respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". Ellos le dijeron:
"Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando
estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el
cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?"."Podemos", le
respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo
beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi
derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos
puestos son para quienes han sido destinados".

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra
ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se
considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños,
y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe
suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de
ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud".



¿Quiénes son los Zebedeos?

Los que no supieron pedir y acoger el don de Dios.

Jesús no es el que llama sino que los discípulos se acercan. y entran en diálogo con una
pregunta casi imperativa “Señor queremos que nos concedas lo que te vamos a
pedir”.

La pregunta de Jesús es la misma “¿Qué quieren que haga por ustedes”. Pero
notemos que lo que piden no es la compasión, que es lo propio de este Dios que
presenta Jesús, sino un lugar – privilegiado y poderoso- en el Reino.

Por tanto Jesús se ve obligado a cuatro cosas:

A presentarles las exigencias del seguimiento - (Mc 10,38): “beber el Cáliz”-

Mostrarles la equivocación en el pedido - ( Mc 10, 40): “esto es propio del Padre “

Corregirlos en el modo de pensar/actuar/sentir/vivir/ser - (Mc 10, 42): “entre
ustedes no debe ser así”-

Mostrarles cuál es la novedad del Reino –(Mc 10, 43-45): la gratuidad y el
Servicio-

Es interesante ver el texto paralelo de Mt 20,20-29 donde los que piden un lugar
en el Reino no son directamente Santiago y Juan sino la madre de ellos.



Petición de Santiago y Juan

(Mt 20, 20-29)

20:20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus
hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
20:21 El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
20:22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis
beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con
que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.
20:23 El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con
que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a
mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado
por mi Padre.
20:24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.
20:25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las
naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas
potestad.
20:26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse
grande entre vosotros será vuestro servidor,
20:27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
20:28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos.

También los invito a acercarse a estos textos con una mirada más amplia: veremos
que en Mc. se nos presenta una secuencia sugestiva y muy interesante que nos puede
ayudar a la reflexión; así encontramos que después de que Jesús anuncia su pasión por
tercera vez, Santiago y Juan solicitan un lugar en el Reino, y Jesús se ve obligado a
corregirlos y luego inmediatamente aparece la perícopa de la curación del ciego de Jericó,
quien pide como corresponde.



Es importante ver como los discípulos -los más cercanos, los que en teoría tendrían
que ser los que más comprenden a Jesús, (como nosotros provinciales o consejeros) están
más preocupados por sus intereses personales que por la lógica del Reino. Y, una vez más,
como siempre, esta lógica la captan mejor los que están al borde del camino, como el
ciego.

Para pensar

¿Cómo nos dirigimos a Jesús?
¿Qué le pedimos?
¿Alguna vez tuve que ser corregido como lo hizo Jesús con los Zebedeos?
¿Nos damos cuenta que muchas veces nuestras relaciones, escuchas, mediaciones,
están cargadas de muy buena voluntad, como la madre de los Zebedeos pero son
un obstáculo en nuestra misión?



2.- Herederos de un Reino
en permanente construcción:
la Vida Fraterna como anticipo y anuncio de Vida Eterna

«Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Digo al Señor: “Tú eres mi bien”.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano…
Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré...”
(Salmo 15)

E
n el diálogo con Nicodemo Jesús nos decía que hay que nacer de lo alto para ver el Reino de
Dios y que había que nacer del agua y del Espíritu para entrar en el Reino de Dios, Ahora en
el texto que les propongo meditar encontramos un nuevo desafío: qué hacer para heredar
la Vida Eterna. No nos olvidemos que el objeto de la fe es Jesucristo y éste nos da la vida eterna.
“Yo soy el camino la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6-14). “Quien come mi cuerpo y bebe mi sangre
tendrá vida eterna” (Jn 6, 54).

Ahora, les propongo otro texto para seguir nuestra reflexión: Lc 10,21-29; a este texto antecede la
designación y el envío de los 72 discípulos, la lamentación por las ciudades que no se convierten y
la vuelta de los discípulos. Veamos el texto:

La revelación del Evangelio a los humildes
Mateo 11, 25-29

10:21 En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los
prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
10:22 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como
nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
10:23 Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos
que ven lo que ustedes ven!
10:24 ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo
vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!"



El mandamiento principal
Mateo 22, 34-40 / Marcos 12, 28-34

10:25 Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?"
10:26 Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"
10:27 Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
10:28 "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

La parábola del buen samaritano

10:29 Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién
es mi prójimo?"
10:30 Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó
y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron,
dejándolo medio muerto.
10:31 Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
10:32 También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
10:33 Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
10:34 Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso
sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
10:35 Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
"Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver".
10:36 ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los
ladrones?"
10:37 "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú
de la misma manera".

Releyendo el texto propuesto encontramos que Jesús, después de escuchar a los
discípulos que regresaban de su actividad misionera, alaba al Padre porque ha ocultado
estas cosas a los sabios y prudentes y se las ha revelado a los pequeños. Y les dice a los
discípulos” felices por lo que ven”. Entonces, interviene un doctor de la ley y le hace la
pregunta ¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna? Pregunta que todo
creyente se hace y que en algún momento de la vida es necesario responder desde Cristo.
Jesús repregunta “¿qué lees en la ley?”.

Quizá hoy nosotros podemos estar preguntándonos qué tenemos que hacer para
vivir lo que profesamos, para renovar nuestra esperanza, o qué tenemos que hacer para



renovar nuestra amada Orden; en definitiva, como hombres que somos, siempre surge la
pregunta sobre lo que “hay que hacer” – más que lo que hay que ser y encarnar-. Y, hoy
como ayer, Jesús nos responde de la misma manera: qué dicen nuestras Constituciones;
qué dicen nuestra historia y tradición, qué dicen nuestros fundadores… ¡¡¡¿¿Qué dice el
Evangelio??!!!

Por otra parte, el texto de Lucas 10, y lo que nos ocupa, (el tema de la herencia)
sería bueno confrontarlo con Mc (12, 28-34). Si se comparan vemos que son muy
distintos: Mc. y Mt (22, 34-40) se parecen; no así Lc (10, 25-28).

En los dos primeros la respuesta la da Jesús; sin embargo en Lc Jesús responde con
otra pregunta y la respuesta la da el Doctor de la ley. En Mc es un letrado que interviene
después de escuchar una discusión con los saduceos sobre la resurrección y vio como
Jesús responde acertadamente. En Mt. al enterarse como Jesús les tapa la boca a los
saduceos se reúnen en torno a Él con malicia. La pregunta en Mt. y Mc. es el precepto más
importante, en Lc. La cuestión versa sobre cómo heredar la vida eterna.

Me pareció muy interesante esta comparación para no hacer lecturas equivocadas.
Hay que tener en cuenta que la comunidad a la que se dirige Lc es muy pobre y por eso el
tema de heredar adquiere una connotación importante. Basta con recordar que Lc en las
bienaventuranzas no dice “felices los pobres de espíritu” sino simplemente “felices los
pobres”.

Al hilo de estos conceptos- herencia-heredad-, cabe tener en cuenta una definición
de lo que etimológicamente implica el término “clero”:

“El término clero deriva del griego "klêros", que significa "parte", "heredad",
indicando la porción de los fieles cristianos especialmente reservada a Dios, sea para el
servicio de su culto como para el cuidado pastoral de la comunidad de los creyentes",( R. Di
Stefano - L. Zanatta, Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conquista hasta fines del
siglo XX, Buenos Aires, Sudamericana, 2009, p. 95). De este modo, "clérigo" alude a quien
conforma esa parte, esa heredad.



Pero volvamos al Maestro de la Ley: sin duda su respuesta fue certera por que
respondió con lo fundamental que tiene que hacer todo hombre creyente:

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas, con todo tu espíritu, y a tu próximo como a ti mismo”.

Notemos que el maestro de la ley es el que responde y su respuesta está basada en
lo que dice el Deuteronomio 6,1-13

El más importante de los mandamientos

6:1 Este es el mandamiento, y estos son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó
que les enseñara a practicar en el país del que van a tomar posesión, 6:2 a fin de que temas al
Señor, tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo, y así tengas una larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto. 6:3 Por eso, escucha,
Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la
tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido.

6:4 Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. 6:5 Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6:6 Graba en tu corazón estas
palabras que yo te dicto hoy. 6:7 Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu
casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 6:8 Átalas a tu mano como un signo,
y que estén como una marca sobre tu frente. 6:9 Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus
postes.

6:10 Cuando el Señor, tu Dios te introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus
padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob —en ciudades grandes y prósperas que tú no
levantaste; 6:11 en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos
que tú no cavaste; en viñedos y olivares que tú no plantaste— y cuando comas hasta saciarte,
6:12 ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.

6:13 Teme al Señor, tu Dios, sírvelo y jura por su Nombre.



Y le agrega lo que dice el Levítico 19,1-2; 11-18.

Deberes religiosos y sociales

19:1 Habló Yahveh a Moisés, diciendo: 19:2 Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles:
Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo.

19:11 No hurtaréis; no mentiréis ni os defraudaréis unos a otros.
19:12 No juraréis en falso por mi nombre: profanarías el nombre de tu Dios. Yo, Yahveh. 19:13
No oprimirás a tu prójimo, ni lo despojarás. No retendrás el salario del jornalero hasta el día
siguiente. 19:14 No maldecirás a un mudo, ni pondrás tropiezo ante un ciego, sino que
temerás a tu Dios. Yo, Yahveh.

19:15 Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con
justicia juzgarás a tu prójimo. 19:16 No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra
la vida de tu prójimo. Yo, Yahveh. 19:17 No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a
tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa. 19:18 No te vengarás ni
guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo,
Yahveh.

Estos textos son interesantes leerlos en su contexto y veremos como el amor a
Dios y al prójimo son condiciones necesarias e imprescindibles para heredar la tierra
prometida y tener vida.

Pero Jesús va más allá. Ante la nueva intervención del maestro de la Ley
preguntando sobre quién era el prójimo, cosa que bien sabía este hombre por ser maestro
de la ley, Jesús cambia totalmente el sentido de prójimo. Él dirá que el prójimo no es el
otro sino el que se hace cercano al débil, caído, al medio muerto. Cercanía que supera el
espacio físico, que conlleva compasión, detenimiento ante la realidad del otro, ruptura de
estructura o leyes que impiden el cuidado de la vida, inversión de tiempo, dinero, recursos
posibles e imposibles, hasta llegar a la modificación de los propios proyectos.

Permítanme compartir el texto nuevamente Lc. 10, 29-37 y tengamos en cuenta
que este texto hay que leerlo en unidad, como un todo con la pregunta del doctor de la
ley



La parábola del buen samaritano

10:29 Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta:
"¿Y quién es mi prójimo?"

10:30 Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó
y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron,
dejándolo medio muerto.
10:31 Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
10:32 También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
10:33 Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
10:34 Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso
sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. 10:35 Al día
siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que
gastes de más, te lo pagaré al volver".

10:36 ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los
ladrones?" 10:37 "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y
procede tú de la misma manera".

Leyendo este texto y teniendo como guía a nuestras constituciones que nos
indican en el Capítulo I (párrafos 7,8 y 9) me pregunto, en este año vocacional, si nuestro
modo de animar a las comunidades es desde la cercanía a los más débiles o, al contrario,
nos paramos ante ellas como el maestro de la ley.

A la hora de pensar nuestro obrar lo hacemos desde la verticalidad y el
cumplimiento de las prescripciones o nos motiva el poder rescatar la vida o mejor la
media vida que tienen muchos de nuestros hermanos o comunidades.

Así como el Maestro de la Ley nos adentró en la región más vulnerable de nuestro
espíritu (esa en la que, más de una vez, intentamos “poner a prueba” la acción del
Espíritu), la figura del Samaritano es un ícono vigente a la hora de pensar y vivenciar una
nueva forma de estar en el mundo, como sacerdotes, teatinos y…samaritanos.



Este "Principio-Misericordia" 1es el que debe actuar en la Iglesia de Jesús; y el
pathos de la misericordia (padecer con, abajarse con la mirada y los sentimientos de
Jesús) es lo que debe informarla y configurarla. Esto quiere decir que también la Iglesia, - y
nosotros, teatinos, en cuanto Iglesia-, debe releer la parábola del buen samaritano con la
misma expectativa, con el mismo temor y temblor con que la escucharon los oyentes de
Jesús: qué es lo fundamental; en qué se juega todo. “ (Cfr. Jon Sobrino, “Una iglesia
samaritana y el principio misericordia”)

Veamos lo que nos propone en nuestro aquí y ahora:

El Samaritano 2

• Comenzamos mirando la escena, como si estuviésemos presentes en ella: Ante todo,
nos sorprende el realismo lúcido del autor que no ahorra los tonos sombríos:

• un asalto de bandidos,

• un hombre despojado, derribado y medio muerto

• y dos transeúntes "cualificados" que pasan de largo

• Pero… un samaritano...

• Nos resulta inevitable recordar el bandidaje de nuestro mundo, sus víctimas
olvidadas en los márgenes de la exclusión, la indiferencia de los que pasan o
pasamos, atareados con nuestros propios asuntos ...

Pero… un samaritano
• Ese pequeño "pero" ¿no nos está comunicando algo de cómo mira Jesús la
historia y de su terca esperanza que ve emerger en ella una poderosa aunque en
apariencia débil fuerza de resistencia evangélica?

• El Samaritano que también había entrado en escena de manera anónima y sólo
identificado por su pertenencia étnica, desvela al final su verdadera identidad:

1
SOBRINO, JON : El principio misericordia. UCA Editores, San Salvador, 1992
2
ALEIXANDRE, DOLORES: Buscadores de pozos y caminos, dos iconos para una vida religiosa samaritana. En
web: http://www.uisg.org/uisg/Spanish/Conferencias/Conferencia_dolores_sp.html



• la misericordia que lo habitaba le ha hecho comportarse como prójimo de quien le
necesitaba para continuar viviendo.

• Recibe de Jesús un nombre nuevo: “el que tuvo compasión”.

El Hombre medio muerto

• El que ocupe el centro del cuadro nos hace pensar que a Jesús le era natural mirar las
cosas desde abajo, con los ojos de los que viven o malviven en las peores situaciones.

• Sería interesante mirar hacia dentro y hacia abajo de nuestra realidad comunitaria. Tal vez
encontraríamos más “Hermanos necesitados“-de los cuales nos tenemos que hacer
prójimos como lo hizo el samaritano- y menos “bandidos y enemigos”, como, a veces,
imaginamos.

• "Cuidó de él“, leemos en el texto. "Cuida de él", dirá después al posadero:

CUIDAR…
• Esta dimensión humana del "cuidar“ puede bañar con su calidez nuestras relaciones
comunitarias, puede romper nuestras defensas, puede conseguir que se resquebraje esa
dureza que puede hace sombrío nuestro celibato …

• Puede permitirnos derramar cordialidad e inventar gestos de ternura.

Llegamos a la posada …
El lugar queda marcado de nuevo por el cuidado, pero ahora todo sucede en el "adentro" de
una casa, de unos muros (de una institución, pensamos nosotros).



2.1-CUESTIONES PARA ORAR Y COMPARTIR

No basta con la contemplación estéril. La voz del Maestro resuena una y otra vez.
Escucha tu corazón. Le oirás decir: ¿Dónde está tu hermano? Le oirás decir: ¿Con
quién practicas la compasión? Le oirás decir: “Vete y haz tú lo mismo”

Muchas otras cosas deber ser y hacer la Iglesia; pero, si no está transida -por cristiana
y por humana- de la misericordia de la parábola, si no es, antes que nada, buena
samaritana, todas las demás cosas serán Irrelevantes y podrán ser incluso peligrosas si
se hacen pasar por su principio fundamental.

El Samaritano recibe de Jesús un nombre nuevo. Del desprecio por un gentilicio poco
favorecedor, pasa a ser “el que tuvo compasión“ ¿Qué nombre nuevo te daría hoy
Jesús a ti ?

CUIDAR ES UN VERBO PODEROSO Y TRANSFORMANTE. Contemplamos de nuevo al
hombre "medio muerto“ y nos preguntamos … ¿ no será a veces la propia Vida
Religiosa responsable de las "medio - muertes" de algunos de sus miembros?

Porque la sinceridad nos obliga a reconocer la existencia de vidas "a medias“ que no
parecen esponjadas ni felices, supeditadas al funcionamiento de las instituciones,
asfixiadas por la inercia de un orden inamovible y unas tradiciones incuestionables,
deshabitadas en su corporalidad, con la iniciativa y la espontaneidad
sofocadas, raramente invitadas a pensar por sí mismas, a expresar libremente sus
opiniones, sus desacuerdos, sus deseos o sus sueños.

Habría que calificar como de "No-vida-no-religiosa" a la que produce
semejantes "sujetos necrosados" en su seno estéril, cuando quienes llegaron a ella
venían buscando la vida en abundancia prometida por el Viviente.



¿Cómo conseguir que las estructuras que hemos creado sean "posadas" al servicio de
la vida, espacios en los que nos sintamos acogidos, que nos ofrezcan estabilidad y
permanencia y nos rehagan para poder retornar a los caminos?

¿Cómo hacer para no olvidarnos de que su razón de existir es generar (otro verbo
femenino) "pertenencias cohesivas" y facilitar estructuras y espacios de encuentro?
¿Cómo mantener la memoria de aquello para lo que nacieron, cuando el torbellino
creativo de los fundadores las inventaba flexibles, con imaginación para que no se
anclaran en puntos fijos sino que se mantuvieran abiertas a sueños movibles?

Sería interesante cerrar esta jornada reflexionando sobre el punto 14 de “Caminar
desde Cristo” y confrontarlo con la Palabra de Dios que hemos ido rumiando a lo largo
del día: “Descubrir el sentido y la calidad de la vida consagrada es tarea fundamental
de los superiores y de las superioras, a los que se ha confiado el servicio de la
autoridad, un deber exigente y a veces contestado. Eso requiere una presencia
constante, capaz de animar y de proponer, de recordar la razón de ser de la vida
consagrada, de ayudar a las personas que se les han confiado a una fidelidad
siempre renovada a la llamada del Espíritu. Ningún superior puede renunciar a su
misión de animación, de ayuda fraterna, de propuesta, de escucha, de diálogo. Sólo
así toda la comunidad podrá encontrarse unida en la plena fraternidad y en el
servicio apostólico y ministerial…”



4.- Resonancias, resistencias, intuiciones

NOTAS:
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