PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
CARMELO TERESIANO: Octava de Pascua, Fr Julio César González Carretti OCD
1. OCTAVA DE PASCUA
(Ciclo B)
Celebramos la semana de la Octava de Pascua, semana entera que la
Iglesia dedica a la celebración de la Resurrección de Cristo, como si
fuera un solo día Domingo de Pascua. Se inauguran los cincuenta días
del tiempo pascual antes de Pentecostés. Las apariciones del
Resucitado, son el centro de cada una de las lecturas de estos días;
se une a ellas, el caminar de la naciente Iglesia, con las peripecias que
sufrieron los apóstoles por el anuncio del Evangelio, narrados en los
Hechos.
LUNES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 2,14. 22-33: Dios resucitó a Jesús.
En la primera lectura, nos encontramos con el segundo sermón de
Pedro a los judíos. Se ha cumplido la profecía de Joel (cfr. Jl.3, 1-5),
con la resurrección de Jesús de entre los muertos, han llegado los
últimos tiempos. Pedro expone el kerigma de Jesús, hombre
acreditado por Dios en todo lo que hacía: milagros, prodigios y signos
(vv. 22-23). Sin embargo, Jesús muere por designio divino, anunciado
por las Escrituras y cuyos responsables son ellos, los judíos (vv. 32-
36). Desde antes de su Encarnación, Jesús era Mesías, solo después
de su Misterio Pascual; se ha sentado a la diestra del Padre, siendo
constituido Señor, mejor dicho: Jesús es el Señor (cfr. Hch. 3, 36).
Esta es la fórmula original de la confesión cristiana, de los primeros
testigos de origen judío. A las palabras de Pedro, sigue el
arrepentimiento de los judíos, caen en la cuenta, que han llegado los
últimos tiempos, es decir, el momento del juicio está cerca. Estamos
en los inicios de la tarea evangelizadora de la Iglesia, con los primeros
2. testigos del acontecimiento Cristo Jesús, los apóstoles, que con su
vida sembraron la semilla del Evangelio en los corazones de los
hombres. La Iglesia, va tomando Cuerpo precisamente por la Palabra
y celebración de la Eucaristía; “la Iglesia hace la Eucaristía, la
Eucaristía hace a la Iglesia”, enseñaba el P. Pablo VI.
b.- Mt. 28, 8-15: Aparición de Cristo a las mujeres.
En el evangelio, encontramos el anuncio de la resurrección de Jesús.
Desde el sepulcro vacío, salen las mujeres convertidas en pregoneras
de la resurrección del Señor Jesús y los soldados van a los sumos
sacerdotes para comunicarles lo ocurrido. Todos coinciden en un
hecho: la tumba está vacía. Ni las mujeres, ni los guardias, ni los
sacerdotes en el templo lo pueden negar. ¿Se han robado el cuerpo
de Jesús? o ¿Verdaderamente ha resucitado? El lector de Mateo debe
optar por la versión de las mujeres: la resurrección de Jesús, sólo se
admite desde la fe. Ese es el mensaje del ángel que la mujeres
escucharon, y que Jesús confirma (vv. 5-10). Ellas buscaban al
Crucificado muerto, pero encontraron, a Jesús Resucitado. La muerte
ha sido vencida por la vida, devorada por la victoria de Cristo sobre
ella. Dios no ha permitido que su Santo, conociera la corrupción, con
la Resurrección de Cristo, ha comenzado el tiempo final. El ángel
confirma que Jesús, ha dicho la verdad. Dios ha dejado caer una
sentencia sobre el pecado, con la muerte de Jesús, es sentencia
liberadora de gracia y de vida nueva, para los que creen en el
Resucitado. A los apóstoles, se les manda ir de Jerusalén a Galilea,
donde todo había comenzado, ahí lo encontrarán glorificado. Estaban
dispersos, ahora deben reunirse en torno a Jesús, Señor glorioso,
lleno de poder. Los que no lo vieron muerto, porque habían huido, lo
verán ahora Resucitado. No podemos olvidar el miedo y la alegría de
las mujeres; lo primero, es propio ante la aparición del poderoso ángel,
lo segundo, porque se han cumplido las palabras de Jesús: al tercer
día iba a resucitar. Hay que hacer notar, como el Resucitado habla de
sus discípulos, como “mis hermanos”, a pesar de la reacción y
escándalo, que tuvieron a causa de la Cruz. Jesús, estará con ellos,
como con nosotros, como Señor de la Vida. A la verdad de la
3. resurrección, se une la mentira inventada por los sacerdotes del
templo, que sobornan a los soldados para acusar a los discípulos, que
habían robado el cuerpo de Jesús. Los soldados no confesaron que se
habían dormido, como tampoco que temían a la reacción de Pilatos
cuando se enterara de esta falta. ¿Qué interés podían tener los
soldados en difundir esta historia? Si los corazones ya estaban
endurecidos, por todo lo que habían vivido los judíos, muchos
creyeron esta mentira. Sin embargo, la noticia de la Resurrección de
Jesucristo, el Mesías, es como luz en medio de las tinieblas. Muchos,
hoy tampoco creen en la Resurrección de Jesús, en cambio, para los
que creen poseen vida renovada; han pasado de las tinieblas del
pecado, a la luz de la gracia, que brilló el alba del domingo de
Resurrección. La comprensión de la fe y sus misterios, comienza a dar
frutos en la mente, corazón y vidas de los apóstoles, y también de los
que escuchan esta noticia por primera vez, con las apariciones del
resucitado.
MARTES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 2, 36-41: Convertíos y bautizaos
Seguimos en el segundo sermón de Pedro a los judíos, y hoy
meditamos, la reacción de la gente a sus palabras (v. 37). La
respuesta de Pedro es clara: convertirse, bautizarse y recibir el
Espíritu Santo. Las palabras de Pedro conmueven a los oyentes.
¿Qué los lleva a reflexionar? Pedro los exhorta a reconocer su culpa,
con lo que nace el arrepentimiento; se dan cuenta, que han llegado los
últimos tiempos. Si bien, no se habla de la segunda venida de Cristo,
el tema del Juicio, está incluido en el mensaje del profeta Joel. Surge
espontánea la pregunta, también para nosotros: ¿qué hemos de
hacer? La respuesta: conversión, bautismo, acoger al Espíritu Santo.
El bautismo tiene una nueva dimensión, desde la muerte y
resurrección de Cristo: ahora se administra en su Nombre, el creyente
4. le pertenece para siempre, queda bajo su autoridad, es agregado a su
familia, el nuevo pueblo, la Iglesia. El Espíritu Santo, don del Padre y
del Hijo, se comprende como el principio, que cambia la vida del
creyente, desde dentro y, por lo mismo, la vida de la comunidad
eclesial. Todos los que respondieron a la llamada de Dios, les han sido
perdonados los pecados, y responden con una adhesión de fe a
Jesucristo, que es el Señor. La confesión de fe, es la que nos libra de
esta generación perversa, es decir, todos aquellos que se oponen a
Cristo o son un obstáculo, para que otros, crean en el Señor. Ese día,
hubo un número considerable de bautismos, enseña Lucas, con lo que
se quiere poner de relieve, la fuerza de la predicación, la acción del
Espíritu Santo y la bendición de Dios sobre la naciente iglesia.
b.- Jn. 20,11-18: Aparición a la Magdalena.
María Magdalena, está afuera llorando por que se han llevado al
Señor y no sabe dónde le han puesto. La ausencia de Jesús provoca
su tristeza, se cumplen así las palabras de Jesús, pero esa tristeza se
convertirá en alegría (cfr. Jn. 16, 20). Los ángeles, custodian el
sepulcro, como un espacio sagrado y como señal de la resurrección
de Jesús. La pregunta de los ángeles, prepara el encuentro con el
Señor Jesús, María mira hacia atrás y ve a Jesús, sin reconocerle y lo
confunde con el hortelano, media el tiempo en que pasa del plano
humano al divino o sobrenatural. El diálogo, que sobreviene indica que
el mensaje de Pascua, no proviene de las esperanzas de los hombres
ni de circunstancias, sino de lo escatológico, es decir, el
acontecimiento pascual, está fuera de toda posibilidad humana. Sólo
cuando María, escucha su nombre, entonces reconoce a Jesús
Resucitado. Renacen las esperanzas, el reconocimiento de cuanto
había hecho y dicho Jesús, se restablece la confianza y el amor, que
existía antes de la Pasión. Es el propio Jesús, quien las consolida en
forma definitiva, mediante su trato amoroso y soberano. Este realidad
de la resurrección de Jesús, supone un cambio radical, es un mundo
nuevo, donde se relativizan las leyes y criterios conocidos, para asumir
los de Cristo y su evangelio. Para Juan, todo comienza en el ámbito
familiar. El diálogo entre el Resucitado y la mujer, parecen reflejar ese
5. mundo nuevo, hecho de una llamada y una respuesta de fe, y sobre
todo de amor. Diálogo de amor entre Dios y la criatura, entre Cristo y
el creyente, tanto que María, siente la necesidad de abrazarlo. Tocar,
abrazar, llamar, responder, es una forma de comunicarnos en lo
humano. Las palabras de Jesús, déjame, suéltame, vienen a indicar,
que la resurrección no se puede comprobar a lo humano, sino que
desde la fe. Al Resucitado, no se le detiene ahora en lo humano, va
hacia su Padre y nuestro Padre (v.17). Juan, es quizá quien mejor
refleja esta nueva forma de comunicarse de Jesús, no por los sentidos
o lo palpable, sino por la fe. Su ida al Padre, abre el camino definitivo
de comunicación de la comunidad eclesial con Jesús glorioso, sentado
a la derecha del Padre, tal como lo manifestó en los discursos de
despedida. María, tiene como misión anunciar el regreso de Jesús al
Padre a sus hermanos, los apóstoles. El Señor resucitado, los
introduce en el mismo trato que tiene con su Padre, son las nuevas
relaciones, que establece con los suyos. Ya no son siervos, sino
amigos (cfr. Jn. 15,15). Dios ha elegido al hombre para establecer una
relación de amistad y pertenencia a través de Jesús de Nazareno, el
Mesías Crucificado, ahora Resucitado, constituido en Señor para
siempre.
MIERCOLES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 3, 1-10: Pedro y Juan sanan a un paralítico.
La primera lectura, nos habla del primer milagro que obraron Pedro y
Juan, dentro de un marco de sana de convivencia de judíos y judíos
cristianos. Los dos apóstoles, acuden a la oración de las tres de la
tarde, hora en que se sacrificaba el cordero en el templo de Jerusalén.
El lugar exacto, era la puerta hermosa, donde encontraron a un tullido
de nacimiento que pedía limosna, una buena ocasión que tenían los
judíos para dar limosna a los pobres, obra equivalente a la oración. El
autor de los Hechos, recalca estos milagros, como los hechos por
6. Jesús, porque son testimonio de la nueva era que inauguró Cristo
Jesús con su vida y obras, pero especialmente con su Misterio
Pascual. Se cumple la palabra de Jesús, que les había encargado de
sanar enfermos y predicar el evangelio, con los mismo poderes con
que sanaba ÉL y que les había confiado (cfr. Lc. 9, 2). La palabra de
los apóstoles es confirmada, por los milagros que obraban (cfr. Lc. 8,
6); los milagros, eran la mejor ocasión para predicar sobre Jesús, la
salvación que traía a los hombres, pero, que provocaba una reacción
muchas veces adversa de parte de los judíos por la adhesión de
algunos a la fe (cfr. Hch. 5, 17; 14,8). La curación de este paralítico,
marca un hito en la vida de ese hombre que pasa de la muerte a la
vida, y en los apóstoles, revivir el poder sanador de Jesucristo, en
beneficio de los necesitados. El Nombre de Jesús es invocado, es
decir, su persona y autoridad; los apóstoles obran con el poder de
Jesús, e invitan al enfermo a dirigirse y poner su confianza personal en
ÉL. Pedro intenta demostrar que Jesús de Nazaret, está vivo, que ha
sido constituido en Mesías y Señor (cfr. Hch. 2, 36).
b.- Lc. 24,13-35: Los discípulos de Emaús.
El evangelio se puede dividir en tres momentos el encuentro (vv.13-
16), la conversación (vv.17-27), la revelación durante la cena (vv.32-
35). Este evangelio nos presenta el desconcierto de unos discípulos
de Jesús; cegados de tal modo que no lo reconocen por el camino,
sólo después de una catequesis sobre las Escrituras y su persona, le
reconocen a la hora de partir el pan durante la cena. De la decepción
se pasa al gozo de haber visto al Jesús, vuelven a Jerusalén a
comunicar la noticia a los apóstoles. Dos caminantes vuelven de
Jerusalén y se dirigen a Emaús, venidos por las fiestas pascuales.
Van conversando de todo lo acontecido los últimos días; han sido días
difíciles para los seguidores de Jesús. Se les une otro caminante, era
Jesús, con un cuerpo de Resucitado, no le reconocen (cfr. Jn.20,14-
15; Lc.9,45; 1Cor. 15,35). Ante la pregunta de qué hablaban por el
camino, hacen una pausa (v.17), no pueden creer que alguien que
venga de la ciudad, celebrado la Pascua, no sepa lo sucedido con
Jesús de Nazaret esos días (vv.18-19). Hacen una pausa. Cleofás
7. hace un sumario de lo acontecido y de la obra de Jesús de Nazaret,
reconocido como profeta, poderoso en palabras y obras, condenado a
muerte por los líderes de Israel, pensaban que sería el liberador de
Israel (v.21; cfr. Jr.14,8; Zac.1,68-79), algunas mujeres, debido a una
aparición de ángeles, dicen que está vivo (v. 23), en Lucas, en ningún
momento las mujeres ven a Jesús, los discípulos también fueron pero
lo vieron (v.24; cfr. Jn. 20,11-18). Interviene Jesús les reprocha no
creer ni interpretar los hechos según las Escrituras; Jesús está
desilusionado de ellos, ya que no han creído lo anunciado (cfr.Is.3,8).
Jesús alude a que su inteligencia y su corazón no han profundizado
en lo ÉL les enseñó. El Cristo, debía padecer para entrar así en su
gloria, donde el enunciado teológico, se convierte en necesidad
nacida de la voluntad de Dios (cfr. Lc. 24, 5-8). Es precisamente la
muerte la que hizo entrar a Jesús en su gloria, lo contrario, de lo que
querían sus enemigos. Jesús se dedicó a explicarles las Escrituras,
desde Moisés y los profetas, en lo que se refería a ÉL (cfr. Sal.118,
22; 110,1; Is. 53,12). Avanzaba la tarde, y llegada la hora de cenar,
nace el deseo de los discípulos que el desconocido permanezca con
ellos (vv.28-29). Cuando el forastero reparte el pan, da la bendición,
entonces se les abren los ojos de la fe (vv. 30-31. 34). Todo se centra
en esto: Jesús Resucitado les repartió el Pan, es decir, Jesús está
vivo en la Eucaristía, escondido si se quiere, puesto que cuando
quieren retenerle con su mirada, desaparece. Jesús está allí, como
Pan y Vida nueva para los suyos, con lo que ilumina todo el misterio
de su muerte y resurrección. Los apóstoles regresan a Jerusalén a
contar lo vivido (vv.32- 33), pero ellos a su vez se encuentran con la
confesión de la comunidad apostólica: “Es verdad. ¡El Señor ha
resucitado, y se ha aparecido a Simón!” (v. 35; 1Cor.15,5). Cada uno
de ellos había experimentado el encuentro con Jesús Resucitado,
pero especialmente Pedro, por la tarea que Jesús le había
encomendado: confirmar la fe de sus hermanos. Cada Domingo
Jesús Resucitado reparte el Pan de vida en la Eucaristía.
JUEVES
Lecturas bíblicas:
8. a.- Hch. 3,11-26: Dios ha resucitado a su Siervo.
Luego de sanar al tullido de nacimiento, el milagro es la plataforma
para exponer el kerigma cristiano. La reacción de la gente, es de
admiración hacia los apóstoles, pero Pedro establece, que no es por
su piedad o poder que han hecho caminar al tullido. Ha surgido una
nueva realidad, capaz de salvar y sanar al hombre, sin alternar la
historia de la revelación; el mismo de Dios de Abraham, Isaac y Jacob
sigue actuando y cumpliendo las promesas del AT. Introduce la
explicación del nombre de Jesús, el juicio en que ellos pidieron su
muerte, pero a ese, al Jefe que lleva a la vida, Dios lo resucitó de entre
los muertos, y ellos son testigos, de esa acción (v.15). Puesta la fe en
ese Nombre, ellos han podido sanar a ese hombre tullido; se trata de
contar con ese nombre y poder sanador y salvífico que Dios ha hecho
aparecer entre los hombres. Jesús en su pasión fue rechazado por los
hombres, pero ha sido glorificado por Dios, la actitud de Israel debe
ser de conversión, ya que las antiguas promesas se cumplen en Jesús
(cfr. Dt. 18, 15). A Israel, le es ofrecida la gracia de la conversión, y el
arrepentimiento, en primer lugar, en el templo, corazón de la fe judía.
Pedro denomina a Jesús, como autor de la vida, o líder o pionero u
originador de la vida (v.15), Él nos introduce en la vida nueva de
resucitado, porque ha vencido a la muerte, posee la vida en plenitud.
Hay también un rol importante de la fe en esa curación, pues en su
Nombre, por su poder y autoridad, se realizó el milagro. En el
trasfondo del discurso, se habla de la culpa de Israel, mitigada por la
ignorancia con que actuaron en su momento al pedir la muerte de
Jesús. Conversión y penitencia, es exigencia recurrente desde Moisés
y los profetas hasta Jesucristo; quien no acepte la fe, no será
reconocido el día del Juicio como judío (vv.22-26), a ellos fue enviado
primeramente, porque las promesa hechas a Abraham se cumplen en
Cristo (v. 26).
b.- Lc. 24, 35-48: Jesús resucitado se aparece a los discípulos.
El evangelio es un pasaje único de Lucas, relacionado con otros
relatos sobre la resurrección de Jesús (cfr. Mc. 6,45-51; Jn. 20,19-23;
9. 1Cor.15, 35-49). El texto se puede dividir. Aparición repentina del
Resucitado (vv.36-37), primera prueba que está vivo: pueden tocarle
(vv.38-40), y la segunda prueba: Jesús come con ellos (vv. 41-43);
últimas instrucciones a los apóstoles (vv.44-48). Ante las dudas de los
discípulos, Lucas, elabora este relato donde se resaltan lo corporal del
Resucitado. Es domingo, luego del relato de los peregrinos de Emaús,
Jesús se aparece, se pone en medio de ellos y sus primeras palabras
son un saludo de paz, paz con Dios que llegó con su venida y ahora
con su resurrección (v. 36; cfr. Lc. 2,14; 7,50; 10,5; 19,42). La reacción
de los apóstoles es extraña, que luego de haber escuchado la noticia
que Jesús estaba vivo, de parte de las mujeres, de Pedro, y ahora de
los peregrinos de Emaús, sientan temor; reacción normal ante una
teofanía (v.37). Ellos habían sido testigos de la pasión, juicio y muerte,
la resurrección era algo extraordinario. Creen ver un espíritu, no una
realidad corporal, que viene de las sombras de la muerte (cfr.1Sam.
28, 3-19). A la aparición se agrega ahora la palabra de Jesús, su voz
convence: ¿por qué esa turbación, esas dudas en su corazón? (v.38;
Jn. 20,16). La alusión a lo interior de ellos, lugar de sus dudas, revela
que eran escépticos, la noticia de la resurrección escapa a su razón. A
la vista, ver a Jesús, el oído, escuchar al Resucitado, se agrega el
tacto, podrán tocar sus manos y sus pies, con las señales de los
clavos (v.40; cfr. Jn.20,19-23: 1Cor.15,35-49). Todas las dudas
desaparecen cuando les pide algo de comer y lo ven comiendo
delante de ellos (cfr. Jn.21,9). Lo más importante de estas últimas
instrucciones es la continuidad entre la enseñanza del Jesús histórico
con las del Resucitado (v. 44). Palabras que ahora alcanzan su
verdadera interpretación, anunciadas, ahora alcanzan plenitud,
referidas en la Ley de Moisés, en los Profetas, y en los Salmos. El
Mesías debía ser como Moisés, los Profetas dibujaron sus
características, Jesús aporta con la experiencia de un Mesías
sufriente. Ahora los discípulos comprendieron las Escrituras que Jesús
como Mesías debía padecer, para resucitar al tercer día; comprendido
el mensaje lo deben ahora predicar desde Jerusalén a todas las
naciones (vv.45-46; cfr. Lc. 24, 27.32.45). Les confía el Evangelio,
que predicarán en su Nombre, la autoridad de Yahvé, la heredó el
10. Resucitado como su Mediador. La pasión entraba en el plan salvífico
de Dios, predicar la conversión, para el perdón de los pecados (cfr.
Jl.2, 32). Serán los discípulos a ir a las naciones a predicar el Reino de
Dios, testigos del acontecimiento Cristo, pasión y resurrección,
comenzando por Jerusalén. Les anuncia la venida del Espíritu Santo
Lc. 24, 49), promesa del Padre, luego de ascender al cielo, don a los
discípulos de su Hijo, que entran en una nueva relación con Dios.
VIERNES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 4, 1-12: Ningún otro Nombre puede salvar.
El milagro realizado por Pedro y Juan, tuvo su lógica reacción hostil de
parte de las autoridades religiosas de la ciudad de Jerusalén. Se
mencionan a los sumos sacerdotes y saduceos por una parte, y los
escribas y fariseos, por la otra. Los primeros tenían el control y
administración del templo, de ahí su interés, y promueve el arresto de
Pedro y Juan, por los posibles disturbios que se pudieran producir, en
realidad son los primeros padecimientos de la Iglesia. La verdadera
razón, es el tema de fe en resurrección de Jesús, en la que los
saduceos no creían, motivo de la oposición y encarcelamiento de los
apóstoles. En cambio, los fariseos sí creían en la resurrección de los
muertos. Pedro en su respuesta, tercer discurso, confirma que la
palabra de Jesús se ha cumplido al enviar al Espíritu Santo para
defenderlos, cuando fuesen encarcelados por su causa (cfr. Lc. 12,
11-12). Un segundo tema, es que son acusados por una obra buena
que hicieron, como fue darle la salud a un enfermo, no por un crimen
cometido. Esto le da pie a Pedro para ir a la causa de esa sanación:
haber invocado el nombre de Jesús Nazareno, y su poder de
sanación. Nueva ocasión, para exponer al Sanedrín, es decir, ante
todo Israel, el kerigma cristiano: “sabed todos vosotros y todo el
pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo,
a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los
11. muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí
sano delante de vosotros. Él es la piedra que vosotros, los
constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra
angular. (Sal. 118,22). Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a
los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.» (vv. 10-12). Las
palabras del Salmo, delata a los constructores de la casa, que son
ellos, los jefes del pueblo. Despreciaron la piedra angular, Cristo, Dios
rechazando su actuar, ha convertido a la piedra en cimiento de todo el
edificio. Sólo en el Nombre de Jesús, dice Pedro, se encuentra la
salvación, y también es la causa por qué han sido sometidos ellos a
juicio. Hay que hacer notar, la fuerza expresiva y argumentativa de
Pedro, es la acción del Espíritu Santo, que comienza a guiar el
caminar de la naciente Iglesia de Jesucristo.
b.- Jn. 21, 1-14: Aparición a orillas del lago de Tiberíades: “¡Es el
Señor!”
El evangelio nos presenta otra aparición de Jesús resucitado al grupo
de los discípulos. Se puede dividir en tres momentos: una introducción
(vv.1-13), la pesca milagrosa (vv.4-8), la comida (vv.9-14). La
narración comienza con una afirmación: Jesús se reveló a sus
discípulos junto al lago de Tiberíades (cfr. Jn. 1,31; 2,11; 3,21; 7,4; 9,3;
17,6). Siete discípulos están reunidos, suben a la barca, pero no
cogen nada; regresan a la playa y Jesús resucitado, les espera, no lo
reconocen, los que compartieron su ministerio; mientras el amanecer
vencía la oscuridad de la mañana (vv. 4-5). Llama la atención que
después de la pasión volviesen a sus actividades normales, como si
Jesús no hubiera estado presente en sus vidas. “Muchachos, no tenéis
nada que comer” (v. 5; Jn. 4, 49; 16,21), viene a encerrar una cierta
autoridad de carácter íntimo. Está preocupado por haber fracasado la
pesca de esa noche, les manda echar la red a la derecha,
prometiéndoles una abundancia de peces. Imperativo que manifiesta
la autoridad de Jesús, sobre la naturaleza como sobre la actitud de los
discípulos (v.6; Jn.2,1-11; 6,1-15.16-21). Luego de la pesca milagrosa,
Juan reconoce al desconocido de la playa: “Es el Señor”, le dice a
Pedro (v. 7). Ambos adquieren un protagonismo particular, lo que
12. recuerda su visita a la tumba vacía, siempre es Juan quien confiesa su
fe en Jesús resucitado (cfr. Jn. 20,4-8), mientras Pedro se lanza al
agua. El resto de los discípulos acercó la red con los peces a la playa.
A ser reintroducidos Pedro y Juan en la narración de la que habían
desaparecido, luego de haber regresado a casa, después de haber
visto los signos de la victoria de Jesús sobre la muerte y creído en ÉL,
sin haberlo visto. El autor, al orientar a estos discípulos a la vida nueva
de Jesús, indica que Juan, ahora cree en Jesús porque lo ve delante
de sus ojos (cfr. Jn.20, 8.10.29). Una vez en la playa, Jesús les tiene
preparada una comida: en las brasas unos peces, y pan (v.9). Las
brasas, que cocinan el pescado y el pan, recuerdan esas otras brasas
durante la Pasión, mientras se calentaba, en que Pedro negó a Jesús,
mientras que ahora lo confiesa (cfr. Jn. 18,18). Jesús le manda a
Pedro traer algunos de los peces que acaba de pescar; en la red había
ciento cincuenta y tres, la red no se rompió (v.11). En la mente del
autor, se puede pensar que alude a la universalidad de la Iglesia, fruto
de la iniciativa de Jesús (cfr. Jn.21, 6), el pastoreo de Pedro y Juan
(cfr. Jn.21,7), al trabajo misionero del resto de los discípulos (cfr. Jn. 4,
34-38). El no romperse la red, puede aludir a la túnica de Jesús que no
se rompe (cfr. Jn. 19, 23-24). “Venid y comed” (v.12), los discípulos
guiados por la fe de Juan y la obediencia de Pedro, reconocen que
Jesús está entre ellos, indican la celebración eucarística como el acto
central del culto de la primitiva comunidad cristiana (cfr. Jn. 6,1-15.51-
58; 13, 21-38; 19,35). Es en la celebración de la Eucaristía, donde
encontramos a Jesús vivo, resucitado para alimentarnos con el Pan de
vida eterna.
SABADO
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 4, 13-21: Valentía de los apóstoles
Esta lectura nos presenta el reconocimiento que hacen los jefes
religiosos de Jerusalén, de la valentía que Pedro y Juan, a la hora de
13. hacer su defensa. Se admiran de ellos, porque saben que son
hombres sin instrucción. Valentía que nace de la fe en Jesucristo
Resucitado. Situación muy diferente a aquella del Sanedrín, que
actuaba por intereses creados, faltos de libertad interior, faltos de fe.
Los acusadores se convierten en acusados, porque Jesús Resucitó, el
mismo que ellos crucificaron. El motivo de la acusación, la sanación
del tullido, es la mejor defensa de los apóstoles, Dios legitima en ese
hombre, ahora sano, el poder de Jesús y la predicación de sus
enviados. Los incultos se convierten en maestros y los sabios en
necios; ellos interpretan la escritura y los jefes religiosos la leen, pero
no la comprenden. Ante esta situación, les manda callar y no enseñar
al pueblo en nombre de Jesús, pero los apóstoles presentan una
disyuntiva: ¿obedecer a Dios o a los hombres? La orden, iba en contra
de la voluntad de Dios. Lo que habían visto y oído con Jesús de
Nazaret, y luego con el Resucitado, no se podía callar, conocían cual
era la voluntad de Dios. Los que verdaderamente quedaron mudos
fueron los propios jefes religiosos. No tenían pruebas en contra de los
apóstoles, sabiendo que predicaban a Jesús, al que ellos habían
matado. El hombre, ahora sano y el pueblo estaba con los apóstoles;
los dejaron libres y sin castigo.
b.- Mc. 16, 9-15: Id al mundo entero y predicad el evangelio.
Este evangelio es una síntesis, de las apariciones del Resucitado, que
relatan los otros evangelios, en especial Lucas (cfr. Lc. 24,13-35; 36-
43), Juan (cfr. Jn. 21,11-18) y los Hechos (10,41). Se habla de las
apariciones a la Magdalena, a los discípulos de Emaús y los Once. Se
recalca la incredulidad de los apóstoles, ante los enviados, con el
mensaje de fe que habían visto al Señor. Es una amonestación a los
futuros creyentes, para creer a los testigos de la Resurrección, aunque
no lo hayan visto en forma personal (cfr. Jn. 20, 29). La aparición a la
Magdalena, es presentada como aquella de la que Jesús, sacó siete
demonios, es decir, sanada de una enfermedad funesta (cfr. Jn. 20,11-
18; Lc. 7,36-50). Es curioso que el autor no mencione, la tumba vacía
y tampoco las lágrimas de la Magdalena, porque había desaparecido
el cuerpo de Jesús. Los discípulos, “tristes y llorosos” (v. 10), no
14. creyeron el anuncio que les hizo: Jesús vivía y ella lo había visto. No
dan crédito a las palabras de la mujer. La aparición de Jesús a los
discípulos de Emaús (cfr. Lc. 24), es descrita con mucha sobriedad, se
presentó con “otra figura” (v.12), fueron a comunicárselos a los demás,
pero tampoco les creyeron. No se dice nada que fue al partir el pan,
que los discípulos reconocieron a Jesús. Finalmente, se refiere la
aparición a los Once, tomada de Lucas (cfr. Lc. 24,36-43), en que
también se hace mención de la incredulidad de los apóstoles. Jesús,
les reprocha una vez más su incredulidad y dureza de corazón por no
haber creído a quienes lo habían visto Resucitado. El deseo de las
palabras de Jesús, es presentar la necesidad de una fe bien dispuesta
en la comunidad eclesial hoy. La segunda parte, tenemos el discurso
de la misión del Señor Resucitado. A la tarea misionera, se une la idea
que la fe y el bautismo, requisitos para la salvación. La predicación,
será acompañada por signos de salvación, como la expulsión de
demonios, hablarán lenguas nuevas, el veneno de serpientes no les
hará daño, impondrán las manos sobre los enfermos y comunicarán
salud. Jesús sube a los cielos, se sienta a la derecha de Dios, se
separa de los discípulos (cfr. Lc. 24, 50-53; Hch. 1,3-14; 2, 33ss). Es el
comienzo de una Iglesia comprometida en una misión universal de
evangelización.
P. Julio González C.