El documento discute el fascismo y el racismo, argumentando que aunque muchos se declaran contrarios a estas ideologías, en realidad sólo se oponen a sus manifestaciones más superficiales y desagradables, pero no a su naturaleza profunda. También sugiere que el énfasis actual en rechazar conceptos como la raza ignora cómo el pensamiento racista ha emergido históricamente y toma diferentes formas a lo largo del tiempo para justificar las desigualdades sociales.
2. • El fascismo es una ideología y un movimiento
político que surgió en la Europa de
entreguerras (1918-1939).
• El término proviene
del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste a su
vez del latín fasces (plural de fascis).
3. • Con el racismo ocurre algo parecido que con el
fascismo: todo el mundo se declara contrario; es
más, desprecia y supuestamente combate a
quien los defiende.
4. • Desgraciadamente, ese descrédito mayoritario
de ambas categorías históricas no es sino
superficial, en cuanto que sólo afecta a una
interpretación parcial e incluso falsa de las
mismas.
5. • Los que se declaran fervorosamente antifascistas, son simples
detractores de sus manifestaciones epidérmicas más
desagradables (Holocausto, irracionalidad . . .), pero no de su
naturaleza profunda en tanto que forma política que adopta
coyunturalmente el capitalismo cuando la democracia
parlamentaria no consigue asegurar debidamente sus
intereses de clase.
6. • Del mismo modo, algunos estudiantes de Madrid
(que incluso tienen una criada filipina en su casa
o son tan radicales que hasta pertenecen a la
cruzada manos blancas) que se ofendieron por el
pensamiento retrógrado del ínclito profesor
Quintana, sólo se inquietan por lo superficial del
fenómeno, por ese llamado racismo científico del
7. • Sin embargo, lo históricamente perdurable del
fenómeno, su porqué profundo y oculto.
Ignoran que el énfasis en ese llamado racismo
científico (y en su negación) no hace sino
ocultarnos la verdadera dinámica del racismo
que no es otra que hacer aparecer la
diferencia y la desigualdad sociales como algo
natural y consustancial a la raza humana.
8. • Rechazar el concepto de raza como irreal,
adscribir la ideología racista única y
exclusivamente a la forma particular que
adopta en un momento histórico (las
decimonónicas teorías de la raza, en el caso
que nos ocupa) nos impide ver cómo y por
qué ha emergido históricamente el
pensamiento racista y las diferentes formas
que adopta a lo largo del tiempo.
9. • El racismo, adopte la construcción ideológico-
científica que adopte, según el contexto social e
histórico específico, no responde sino a la
necesidad de "explicar", de justificar, de hacer
aparecer como "innata" la persistencia de la
desigualdad social permanente entre las
personas y los pueblos. Hoy, en que las
desigualdades no hacen sino aumentar, la cultura
ha sustituído a la biología para explicar la
diferencia.
10. • Los rasgos culturales tienen el mismo poder
diferenciador de los grupos humanos que
antes podían tener rasgos biológicos tales
como el color de la piel o las formas faciales. Y
la mayoría de los que se consideran fervientes
oponentes del racismo aceptan, sin embargo,
como racionales esas diferencias culturales
como explicación última de las diferencias
sociales y económicas.