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I. TITULO
“EL PRINCIPE MAQUIAVELO”
II. AUTORES
 Tito Quiroz Gil
 John Antony Ruiz Cueva
 Angela Stefany Rengifo Perez
III. ABSTRAC
The Machiavellian thought says, who aspire to the conquest and conservation
of political power must have sufficient knowledge to manipulate.
IV. INTRUDUCCION
El libro “El príncipe” Maquiavelo, enseña de cómo deben gobernar las
personas que se encuentren en cargos de un Estado, lleno de principios y
consejos políticos.
Algunos aspectos que se tienen que considerar son las formas de gobernar
con dureza y mucha lucha para lograr que un Estado llegue a cumplir los
objetivos junto con el pueblo, por este motivo se podría llegar a la conclusión
de que los puntos vistos en la obra son aplicables a la política actual. En
nuestra opinión, las épocas cambian pero no la metodología de Maquiavelo.
Hoy en día se gobierna de acuerdo a los criterios y a las conveniencias de
los políticos actuales.
El príncipe es un libro clásico de la ciencia política y es reconocido como uno
de los pilares del pensamiento político, también narra las costumbres de la
época del renacimiento y de la naturaleza del hombre.
Aunque parezca que la definición de que si buscas llegar a una meta no hace
falta detenerse para pensar en los demás (el fin justica los medios) es una
de las ideas principales, sin embargo las enseñanzas de Maquiavelo van más
allá de este principio ya que abarca enseñanzas y filosofía del
comportamiento del hombre tanto como si está en el gobierno como si está
en el pueblo.
V. CONTENIDO
Capítulo I
De las Distintas Clases de Principados y la Forma en que se Adquieren
Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen
soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados. Los
principados son o hereditarios o como miembros agregados al estado
hereditario del príncipe que los adquiere, o como mixtos.
Capitulo II
De los Principados Hereditarios
Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía,
que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los
príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que pueden
producirse.
Capítulo III
De los Principados Mixtos
Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la
misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están
acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber
borrado de la línea al príncipe que los gobernaba porque siempre que se
respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecerán
calmados.
Sólo con muchísima dificultad podrá perderlo. Las colonias no cuestan, y son
más fieles y entrañan menos peligro; ya que los damnificados no pueden
causar molestias, porque son pobres y están aislados.
El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización
distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor,
ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, bajo
ningún pretexto, entre en su Estado un extranjero tan poderoso como él.
Capítulo IV
¿Por qué el Reino de Darío, ocupado por Alejandro, no se reveló contra
los sucesores de éste, después de su muerte?.
Un príncipe elige de entre sus siervos, todos los ministros que lo ayudarán a
gobernar. O un príncipe es asistido por nobles que, a la antigüedad de su
linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos
propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación.
Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido
por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad porque en toda la provincia
no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le
hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe. El gobierno de
Darío se parecía mucho al gobierno Turco en donde había un solo rey, el
resto eran los súbditos. En este caso es más difícil la conquista pero más
fácil y prolongado el gobierno, ya que el objetivo será borrar el recuerdo del
gobernante anterior.
Capítulo V
¿De qué modo hay que gobernaren las ciudades principados que, antes
de ser ocupados, se regían por sus propias leyes?.
Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse
por sus propias leyes y a vivir en libertad:
1. Destruirlo
2. Radicarse en él
3. Dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo y establecer un
gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se
encarguen de velar por la conquista.
Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que
hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de
dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga
dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por
ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad.
El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo
si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a
cualquier contingencia.
Capítulo VI
De los principados nuevos que se adquieren con las armas propias y el
talento personal
Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan
en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea prudente debe
imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo
menos se les acerque.
Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar
según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere.
El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en
su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al
no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha
adquirido (aquellos que no se convirtieron en príncipes por azar, sino por sus
virtudes).
Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven
obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridades. No
hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso
de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en
enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue
la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.
Capítulo VII
De los principados nuevos que se adquieren con armas y fortuna de
otros
Los que sólo por suerte se convierten en príncipes y poco esfuerzo necesitan
para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo trabajo.
Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos príncipes no se
sostienen más que por la voluntad y la fortuna (mudables e inseguras) de
quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No
es factible que conozca el arte del mando ya que han vivido siempre como
simples ciudadanos.
Capítulo VIII
De los principados que llegaron al principado mediante crímenes
Primer caso es el que se asciende al principado por un camino de
perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el
favor de los conciudadanos.
Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio; con el tiempo
antes crecen que se extinguen. Quien procede de otra manera, por timidez o
por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo
en la mano, y mal puede contar a sus súbditos cuyas ofensas continuas y
todavía recientes llenan de desconfianza.
Capítulo IX
Del principado civil
El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles y los nobles
cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la
autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, pero el que llega al principado
con ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad que el que ha llegado
mediante el apoyo del pueblo, porque los que lo rodean se consideran iguales
y se le hace difícil mandarles y manejarlos como el príncipe quiera.
Estos principados peligran cuando quieren pasar de principado civil a
principado absoluto pues estos príncipes gobiernan por sí mismos o por
intermedio de sus magistrados, su permanencia es más insegura y peligrosa,
porque depende de la voluntad de los ciudadanos que ocupan el cargo de
magistrados los cuales pueden arrebatarle el poder y el príncipe rodeado de
peligros no tiene tiempo para asumir autoridad absoluta, ya que los
ciudadanos y los súbditos, acostumbrados a recibir órdenes no están en
semejantes trances dispuestos a obedecer la suyas.
Capítulo X
Como deben mediarse la fuerzas de todos los principados
Son capaces de sostenerse a sí mismos los que, o por abundancia de los
hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar
batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos. Los que no son capaces de
presentar batalla al enemigo en campo abierto. Del segundo caso lo se puede
aconsejar a los príncipes que fortifiquen y establezcan la ciudad en que vivan
y se despreocupen por la campaña. Quien tenga bien fortificada su ciudad
difícilmente será asaltada; porque los hombres son enemigos de las
empresas demasiado arriesgadas.
Capítulo XI
De los principados eclesiásticos
En los principados eclesiásticos existen dificultades antes de poseerlos, se
adquieren o por valor o por suerte, mantiene a sus príncipes en el poder sea
cual fuere el modo que estos procedan o vivan.
Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos no os
gobiernan. Pero a pesar de eso no les son arrebatados y los súbditos no se
preocupan, ni piensan, ni podían situarse a su soberanía. Son los únicos
principados seguros y felices.
Capítulo XII
De las distintas clases de milicias y de los soldados mercenarios
Las formas de ataque y de defensa pueden ser necesarias en cada uno de
los Estados antes mencionados.
Las tropas con las que un príncipe defiende a sus Estados son propias,
mercenarias, auxiliares o mixtas. Las auxiliares y mercenarias son útiles y
peligrosas; el príncipe que descanse en mercenarios nunca estará seguro ni
tranquilo, porque están desunidos, ambiciosos y desleales, violentos entre
los amigos y cobardes cuando se encuentran frente al enemigo porque no
tienen disciplina y durante la paz despoja a su príncipe tanto como los
enemigos durante la guerra. Quieren ser soldados mientras el príncipe no
hace guerra.
Capítulo XIII
De los soldados auxiliares, mixtos y propios
Las tropas auxiliares son aquellas que se piden a un príncipe poderoso para
que nos socorra y defiende estas tropas pueden ser útiles y buenas para sus
amos, pero para quien las llama casi siempre son funestas; pues si se
pierden, queda derrotado, y si gana, se convierte en su prisionero, todo el
que no quiera vencer no tiene más que servirse de estas tropas, muchísimo
más peligrosas que las mercenarias, porque están perfectamente unidas y
obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la ruina es inmediata
Capítulo XIV
De los deberes de un príncipe para con la milicia
Un príncipe jamás debe dejar de ocuparse del arte militar, y durante los
tiempos de paz debe ejercitarse más que en los de guerra; lo cual puede
hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. En lo que atañe a la
acción debe, tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente
a la caza con el objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y de conocer
la naturaleza de los terrenos, tal estudio aprende dos utilidades: primero se
aprende a conocer la región donde se vive para defenderla mejor; después,
en virtud del conocimiento de otra donde sea necesario actuar de manera
que el conocimiento de otra donde sea necesario actuar.
Capítulo XVI
De la prodigalidad y de la avaricia
Estaría bien ser tenido por pródigo de manera que se sepa que uno se
perjudica; y, por otra parte, si se le practica como se le debe practicar no será
conocida y se le considerará como el vicio contrario. Un príncipe así
acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se
verá obligado, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos
tributos, a ser riguroso en el cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer
para procurarse dinero. Lo cual comenzará a tornarlo odioso.
Un príncipe debe reparar poco, con tal de que ello le permita defenderse, no
robar a los súbditos, no volverse pobre y despreciable, no mostrarse ladrón,
en incurrir en el vicio de tacaño; porque este es uno de los vicios que le hacen
posible reinar.
Capítulo XVII
De la crueldad y la clemencia; y si es mejor ser amado que temido o ser
temido que amado
Todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles.
Teniendo en cuenta lo anterior, si vale, más ser amado que temido o temido
que amado, entonces que es más seguro ser temido que amado. Cuando el
príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de
soldados, es absolutamente necesario que no se preocupe si merece fama
de cruel, porque sin esta fama jamás podrá tenerse ejército alguno unido y
dispuesto a la lucha.
Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la
voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en
lo ajeno, pero tratando siempre de evitar el odio.
Capítulo XVIII
De qué modo los príncipes deben cumplir sus promesas
Nadie deje de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple
la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez, pero son
precisamente los príncipes que han hecho menos caso da la fe jurada. Un
príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre; ya
que si se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe
se transforme en zorro y en león, porque el león no sabe protegerse de las
trampas ni el zorro protegerse del lobo, los que solo sirven de las cualidades
del león demuestran poca experiencia.
Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades
del momento, que aquel que engaña encontrará siempre a quien se deje
engañar.
El tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil.
Está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso y asimismo serlo
efectivamente; pero se debe de estar dispuesto a irse a otro extremo si ello
fuera necesario.
Capítulo XIX
De qué modo debe evitar ser despreciado y odiado.
Un príncipe debe temer dos cosas: en el interior, que se le subleven los
súbditos; en el exterior, que lo ataquen las potencias extranjeras. Los estados
bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no exasperar
a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.
Un príncipe debe estimar a los nobles, pero sin hacerse odiar por el pueblo,
cuando el príncipe no puede ser evitado odiado por una de las dos partes,
debe inclinarse hacia el grupo más numeroso, y cuando esto no es posible,
inclinarse hacia el más fuerte.
Capítulo XX
Si las fortalezas, y muchas otras cosas que los príncipes hacen con
frecuencia son útiles o no.
Las armas del pueblo se convierten en las del príncipe y los que recelan se
hicieron felices, los fieles continúan siéndolo y los súbditos se hagan
partidarios.
Hay quienes afirman que un príncipe hábil debe fomentar con astucia ciertas
resistencias para que al aplastarlas se acreciente su gloria.
Elogiaré tanto a quien construya fortalezas, como a quien no las construya,
pero censuraré todo el que, confiando en las fortalezas, tenga en poco el ser
odiado por el pueblo.
Capítulo XXI
Como debe comportarse un príncipe para ser estimado.
Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el
ejemplo de raras virtudes.
En beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes a lo que se refiere
a la administración, el príncipe debe ingeniarse por parecer grande e ilustre
en cada uno de sus actos, cuando el príncipe se declara valiente por una de
las partes, se triunfa aquella a la que se une, aunque sea poderosa y él quede
a su discreción, estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y afecto; y
los hombres nunca son tan malvados que, dando una prueba de tamaña
ingratitud, lo sojuzguen; un príncipe nunca debe aliarse con otro más
poderoso para atacar a terceros sino de acuerdo con lo dicho, cuando las
circunstancias lo obligan porque si venciera en su poder, y los príncipes
deben hacer lo posible por no quedar a disposición de otros.
El príncipe se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distingan
en las artes. Todas las ciudades están divididas en gremios o corporaciones
a las cuales les conviene que el príncipe conceda su atención.
Capítulo XXII.
De los secretarios del príncipe
La elección de los ministros, será buena o mala según la cordura del príncipe.
La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los
hombres que lo rodea.
No si son capaces y fieles, cuando no lo son, no podrá considerarse a un
príncipe que el primer error lo cometa en esta elección.
Para que el príncipe mantenga constante la fidelidad de un ministro, debe
pensar en él, así pueden confiar unos en otros.
Capítulo XXIII
Como huir de los aduladores.
Un príncipe prudente debe preferir rodearse de los hombres de buen juicio
de su estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque
en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas.
Es conveniente que los buenos consejos vengan de quien vinieren, nazcan
de la prudencia del príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos
consejos.
Capítulo XXIV
Porque los Príncipes de Italia perdieron sus Estados.
Si se examina el comportamiento de los príncipes de Italia que perdieron sus
Estados, se advierte que descuidaron la preparación de sus milicias, tuvieron
al pueblo como sus enemigos, y no cuidaron la relación con los nobles ya
que fueron traicionados. La ineptitud fue el común denominador, como en
época de paz nunca pensaron que podrían cambiar las cosas, cuando se
presentaron los problemas sólo atinaron a huir y no a defenderse.
Capítulo XXV
Del poder de la fortuna en las cosas humanas y en los medios para
oponérsele.
Con la fortuna que se manifiesta con todo su poder ahí donde no hay virtud
preparada y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques
ni reparos para contenerla.
Se ve que los hombres para llegar al fin que se proponen proceden en forma
distinta: uno con cautela, el otro con ímpetu; uno por la violencia, el otro por
la astucia; uno con paciencia el otro con su contrario; y todos pueden triunfar
por medios tan dispares.
Como la fortuna varia y los hombres se obstinan en proceder de un mismo
modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices
cuando estén en desacuerdo con ella, considero que es preferible ser
impetuoso y no cauto, porque la fortuna es mujer y hace preciso si se le
quiere tener sumisa golpearla y zaherirla. Y se ve que se deja dominar por
estos antes que por los que actúan con tibieza y como una mujer, es amiga
de los jóvenes porque son menos prudentes y más fogosas y se imponen
con más audacia.
Capítulo XVI
Exhortación a liberar a Italia de los bárbaros
La historia demuestra que en la riñas y en las pugnas, los ejércitos italianos
son superiores en fuerza, destreza y astucia, pero si fueron derrotados fue
por la incapacidad de sus jefes, porque los capaces no son obedecidos y
todos se creen capaces pero no hay nadie que supiese imponerse por su
valor y fortuna y que hiciese ceder a los demás. Es necesario para liberar a
Italia que se tenga ejército propio, porque eso asegura soldados fieles y
sinceros. Así serán mejores cuando vean que es el mismo príncipe el que les
dirige y les trata paternalmente. Tener ejército que no tema ni a la infantería
ni a la caballería, crear una tercera fuerza que pueda combatir a los
españoles y suizos, es la consigna para que Italia vea por fin a su libertador.
VI. CONCLUSIONES
El Príncipe, es una obra política y filosófica que trata de explicar desde el
contexto en que se escribió (renacimiento) y con ejemplos de referencias
históricas los tipos de gobiernos y las cualidades que deben tener los
gobernantes para conseguir, asegurar y mantener el poder. Abarca los
aspectos políticos del entorno y la forma, métodos y habilidades para
gobernar. El gobernante debe encontrar el punto de equilibrio, evitar ser
odiado pero si ser temido ya que en ese contexto habrá menos posibilidades
de ser destronado. Un buen gobierno es aquel que se maneja con inteligencia
y paciencia. Instruye los cuidados a tener en cuenta para perdurar en el poder
y es perfectamente aplicable a nuestro tiempo actual.
VII. AGRADECIMIENTO
Agradecemos en primer lugar a la Universidad César Vallejo por la iniciativa
e interés de apertura los espacios de formación profesional en Posgrado, y
de esa manera permitir que las personas tengamos mayor preparación
profesional y seamos más competitivos. A la plana docente con la que cuenta
la Universidad, agrademos en especial al docente responsable de este
módulo y curso “Organización, estructura y funcionamiento del Estado”,
dirigido por el Dr. Rolando Reátegui Lozano, por las enseñanzas y la
oportunidad de despertar el interés en la lectura y analizar libros de Política
Pública.
VIII. BIBLIOGRAFIA
FERNANDO, D. (11 de septiembre de 2007). diegofgcl.blogspot.pe. Obtenido de
diegofgcl.blogspot.pe: http://diegofgcl.blogspot.pe/2007/09/ensayo-de-el-
principe-nicolas.html
Machuca, L. D. (jueves 24 de julio de 2008). monografias.com. Obtenido de
monografias.com: http://www.monografias.com/trabajos59/el-principe-
maquiavelo/el-principe-maquiavelo.shtml
setronico. (26 de agosto de 2011). clubensayos.com. Obtenido de
clubensayos.com:
https://www.clubensayos.com/Filosof%C3%ADa/Resumen-El-Principe-De-
Maquiavelo/50335.html

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El Príncipe de Maquiavelo: análisis del clásico sobre el poder político

  • 1. I. TITULO “EL PRINCIPE MAQUIAVELO” II. AUTORES  Tito Quiroz Gil  John Antony Ruiz Cueva  Angela Stefany Rengifo Perez III. ABSTRAC The Machiavellian thought says, who aspire to the conquest and conservation of political power must have sufficient knowledge to manipulate. IV. INTRUDUCCION El libro “El príncipe” Maquiavelo, enseña de cómo deben gobernar las personas que se encuentren en cargos de un Estado, lleno de principios y consejos políticos. Algunos aspectos que se tienen que considerar son las formas de gobernar con dureza y mucha lucha para lograr que un Estado llegue a cumplir los objetivos junto con el pueblo, por este motivo se podría llegar a la conclusión de que los puntos vistos en la obra son aplicables a la política actual. En nuestra opinión, las épocas cambian pero no la metodología de Maquiavelo. Hoy en día se gobierna de acuerdo a los criterios y a las conveniencias de los políticos actuales. El príncipe es un libro clásico de la ciencia política y es reconocido como uno de los pilares del pensamiento político, también narra las costumbres de la época del renacimiento y de la naturaleza del hombre. Aunque parezca que la definición de que si buscas llegar a una meta no hace falta detenerse para pensar en los demás (el fin justica los medios) es una de las ideas principales, sin embargo las enseñanzas de Maquiavelo van más allá de este principio ya que abarca enseñanzas y filosofía del comportamiento del hombre tanto como si está en el gobierno como si está en el pueblo. V. CONTENIDO Capítulo I De las Distintas Clases de Principados y la Forma en que se Adquieren Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados. Los principados son o hereditarios o como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere, o como mixtos. Capitulo II De los Principados Hereditarios
  • 2. Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que pueden producirse. Capítulo III De los Principados Mixtos Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado de la línea al príncipe que los gobernaba porque siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecerán calmados. Sólo con muchísima dificultad podrá perderlo. Las colonias no cuestan, y son más fieles y entrañan menos peligro; ya que los damnificados no pueden causar molestias, porque son pobres y están aislados. El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor, ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, bajo ningún pretexto, entre en su Estado un extranjero tan poderoso como él. Capítulo IV ¿Por qué el Reino de Darío, ocupado por Alejandro, no se reveló contra los sucesores de éste, después de su muerte?. Un príncipe elige de entre sus siervos, todos los ministros que lo ayudarán a gobernar. O un príncipe es asistido por nobles que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad porque en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe. El gobierno de Darío se parecía mucho al gobierno Turco en donde había un solo rey, el resto eran los súbditos. En este caso es más difícil la conquista pero más fácil y prolongado el gobierno, ya que el objetivo será borrar el recuerdo del gobernante anterior. Capítulo V ¿De qué modo hay que gobernaren las ciudades principados que, antes de ser ocupados, se regían por sus propias leyes?. Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: 1. Destruirlo 2. Radicarse en él 3. Dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se encarguen de velar por la conquista.
  • 3. Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia. Capítulo VI De los principados nuevos que se adquieren con las armas propias y el talento personal Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea prudente debe imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque. Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido (aquellos que no se convirtieron en príncipes por azar, sino por sus virtudes). Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridades. No hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas. Capítulo VII De los principados nuevos que se adquieren con armas y fortuna de otros Los que sólo por suerte se convierten en príncipes y poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo trabajo. Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna (mudables e inseguras) de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No es factible que conozca el arte del mando ya que han vivido siempre como simples ciudadanos. Capítulo VIII De los principados que llegaron al principado mediante crímenes Primer caso es el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos.
  • 4. Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio; con el tiempo antes crecen que se extinguen. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en la mano, y mal puede contar a sus súbditos cuyas ofensas continuas y todavía recientes llenan de desconfianza. Capítulo IX Del principado civil El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles y los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, pero el que llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad que el que ha llegado mediante el apoyo del pueblo, porque los que lo rodean se consideran iguales y se le hace difícil mandarles y manejarlos como el príncipe quiera. Estos principados peligran cuando quieren pasar de principado civil a principado absoluto pues estos príncipes gobiernan por sí mismos o por intermedio de sus magistrados, su permanencia es más insegura y peligrosa, porque depende de la voluntad de los ciudadanos que ocupan el cargo de magistrados los cuales pueden arrebatarle el poder y el príncipe rodeado de peligros no tiene tiempo para asumir autoridad absoluta, ya que los ciudadanos y los súbditos, acostumbrados a recibir órdenes no están en semejantes trances dispuestos a obedecer la suyas. Capítulo X Como deben mediarse la fuerzas de todos los principados Son capaces de sostenerse a sí mismos los que, o por abundancia de los hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos. Los que no son capaces de presentar batalla al enemigo en campo abierto. Del segundo caso lo se puede aconsejar a los príncipes que fortifiquen y establezcan la ciudad en que vivan y se despreocupen por la campaña. Quien tenga bien fortificada su ciudad difícilmente será asaltada; porque los hombres son enemigos de las empresas demasiado arriesgadas. Capítulo XI De los principados eclesiásticos En los principados eclesiásticos existen dificultades antes de poseerlos, se adquieren o por valor o por suerte, mantiene a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo que estos procedan o vivan. Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos no os gobiernan. Pero a pesar de eso no les son arrebatados y los súbditos no se preocupan, ni piensan, ni podían situarse a su soberanía. Son los únicos principados seguros y felices. Capítulo XII De las distintas clases de milicias y de los soldados mercenarios
  • 5. Las formas de ataque y de defensa pueden ser necesarias en cada uno de los Estados antes mencionados. Las tropas con las que un príncipe defiende a sus Estados son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las auxiliares y mercenarias son útiles y peligrosas; el príncipe que descanse en mercenarios nunca estará seguro ni tranquilo, porque están desunidos, ambiciosos y desleales, violentos entre los amigos y cobardes cuando se encuentran frente al enemigo porque no tienen disciplina y durante la paz despoja a su príncipe tanto como los enemigos durante la guerra. Quieren ser soldados mientras el príncipe no hace guerra. Capítulo XIII De los soldados auxiliares, mixtos y propios Las tropas auxiliares son aquellas que se piden a un príncipe poderoso para que nos socorra y defiende estas tropas pueden ser útiles y buenas para sus amos, pero para quien las llama casi siempre son funestas; pues si se pierden, queda derrotado, y si gana, se convierte en su prisionero, todo el que no quiera vencer no tiene más que servirse de estas tropas, muchísimo más peligrosas que las mercenarias, porque están perfectamente unidas y obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la ruina es inmediata Capítulo XIV De los deberes de un príncipe para con la milicia Un príncipe jamás debe dejar de ocuparse del arte militar, y durante los tiempos de paz debe ejercitarse más que en los de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. En lo que atañe a la acción debe, tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente a la caza con el objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y de conocer la naturaleza de los terrenos, tal estudio aprende dos utilidades: primero se aprende a conocer la región donde se vive para defenderla mejor; después, en virtud del conocimiento de otra donde sea necesario actuar de manera que el conocimiento de otra donde sea necesario actuar. Capítulo XVI De la prodigalidad y de la avaricia Estaría bien ser tenido por pródigo de manera que se sepa que uno se perjudica; y, por otra parte, si se le practica como se le debe practicar no será conocida y se le considerará como el vicio contrario. Un príncipe así acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se verá obligado, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso en el cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer para procurarse dinero. Lo cual comenzará a tornarlo odioso. Un príncipe debe reparar poco, con tal de que ello le permita defenderse, no robar a los súbditos, no volverse pobre y despreciable, no mostrarse ladrón, en incurrir en el vicio de tacaño; porque este es uno de los vicios que le hacen posible reinar.
  • 6. Capítulo XVII De la crueldad y la clemencia; y si es mejor ser amado que temido o ser temido que amado Todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles. Teniendo en cuenta lo anterior, si vale, más ser amado que temido o temido que amado, entonces que es más seguro ser temido que amado. Cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de soldados, es absolutamente necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, porque sin esta fama jamás podrá tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha. Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero tratando siempre de evitar el odio. Capítulo XVIII De qué modo los príncipes deben cumplir sus promesas Nadie deje de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez, pero son precisamente los príncipes que han hecho menos caso da la fe jurada. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre; ya que si se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se transforme en zorro y en león, porque el león no sabe protegerse de las trampas ni el zorro protegerse del lobo, los que solo sirven de las cualidades del león demuestran poca experiencia. Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre a quien se deje engañar. El tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso y asimismo serlo efectivamente; pero se debe de estar dispuesto a irse a otro extremo si ello fuera necesario. Capítulo XIX De qué modo debe evitar ser despreciado y odiado. Un príncipe debe temer dos cosas: en el interior, que se le subleven los súbditos; en el exterior, que lo ataquen las potencias extranjeras. Los estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo. Un príncipe debe estimar a los nobles, pero sin hacerse odiar por el pueblo, cuando el príncipe no puede ser evitado odiado por una de las dos partes, debe inclinarse hacia el grupo más numeroso, y cuando esto no es posible, inclinarse hacia el más fuerte. Capítulo XX Si las fortalezas, y muchas otras cosas que los príncipes hacen con frecuencia son útiles o no.
  • 7. Las armas del pueblo se convierten en las del príncipe y los que recelan se hicieron felices, los fieles continúan siéndolo y los súbditos se hagan partidarios. Hay quienes afirman que un príncipe hábil debe fomentar con astucia ciertas resistencias para que al aplastarlas se acreciente su gloria. Elogiaré tanto a quien construya fortalezas, como a quien no las construya, pero censuraré todo el que, confiando en las fortalezas, tenga en poco el ser odiado por el pueblo. Capítulo XXI Como debe comportarse un príncipe para ser estimado. Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes. En beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes a lo que se refiere a la administración, el príncipe debe ingeniarse por parecer grande e ilustre en cada uno de sus actos, cuando el príncipe se declara valiente por una de las partes, se triunfa aquella a la que se une, aunque sea poderosa y él quede a su discreción, estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y afecto; y los hombres nunca son tan malvados que, dando una prueba de tamaña ingratitud, lo sojuzguen; un príncipe nunca debe aliarse con otro más poderoso para atacar a terceros sino de acuerdo con lo dicho, cuando las circunstancias lo obligan porque si venciera en su poder, y los príncipes deben hacer lo posible por no quedar a disposición de otros. El príncipe se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distingan en las artes. Todas las ciudades están divididas en gremios o corporaciones a las cuales les conviene que el príncipe conceda su atención. Capítulo XXII. De los secretarios del príncipe La elección de los ministros, será buena o mala según la cordura del príncipe. La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodea. No si son capaces y fieles, cuando no lo son, no podrá considerarse a un príncipe que el primer error lo cometa en esta elección. Para que el príncipe mantenga constante la fidelidad de un ministro, debe pensar en él, así pueden confiar unos en otros. Capítulo XXIII Como huir de los aduladores. Un príncipe prudente debe preferir rodearse de los hombres de buen juicio de su estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas. Es conveniente que los buenos consejos vengan de quien vinieren, nazcan de la prudencia del príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos consejos. Capítulo XXIV
  • 8. Porque los Príncipes de Italia perdieron sus Estados. Si se examina el comportamiento de los príncipes de Italia que perdieron sus Estados, se advierte que descuidaron la preparación de sus milicias, tuvieron al pueblo como sus enemigos, y no cuidaron la relación con los nobles ya que fueron traicionados. La ineptitud fue el común denominador, como en época de paz nunca pensaron que podrían cambiar las cosas, cuando se presentaron los problemas sólo atinaron a huir y no a defenderse. Capítulo XXV Del poder de la fortuna en las cosas humanas y en los medios para oponérsele. Con la fortuna que se manifiesta con todo su poder ahí donde no hay virtud preparada y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques ni reparos para contenerla. Se ve que los hombres para llegar al fin que se proponen proceden en forma distinta: uno con cautela, el otro con ímpetu; uno por la violencia, el otro por la astucia; uno con paciencia el otro con su contrario; y todos pueden triunfar por medios tan dispares. Como la fortuna varia y los hombres se obstinan en proceder de un mismo modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices cuando estén en desacuerdo con ella, considero que es preferible ser impetuoso y no cauto, porque la fortuna es mujer y hace preciso si se le quiere tener sumisa golpearla y zaherirla. Y se ve que se deja dominar por estos antes que por los que actúan con tibieza y como una mujer, es amiga de los jóvenes porque son menos prudentes y más fogosas y se imponen con más audacia. Capítulo XVI Exhortación a liberar a Italia de los bárbaros La historia demuestra que en la riñas y en las pugnas, los ejércitos italianos son superiores en fuerza, destreza y astucia, pero si fueron derrotados fue por la incapacidad de sus jefes, porque los capaces no son obedecidos y todos se creen capaces pero no hay nadie que supiese imponerse por su valor y fortuna y que hiciese ceder a los demás. Es necesario para liberar a Italia que se tenga ejército propio, porque eso asegura soldados fieles y sinceros. Así serán mejores cuando vean que es el mismo príncipe el que les dirige y les trata paternalmente. Tener ejército que no tema ni a la infantería ni a la caballería, crear una tercera fuerza que pueda combatir a los españoles y suizos, es la consigna para que Italia vea por fin a su libertador. VI. CONCLUSIONES El Príncipe, es una obra política y filosófica que trata de explicar desde el contexto en que se escribió (renacimiento) y con ejemplos de referencias históricas los tipos de gobiernos y las cualidades que deben tener los gobernantes para conseguir, asegurar y mantener el poder. Abarca los aspectos políticos del entorno y la forma, métodos y habilidades para
  • 9. gobernar. El gobernante debe encontrar el punto de equilibrio, evitar ser odiado pero si ser temido ya que en ese contexto habrá menos posibilidades de ser destronado. Un buen gobierno es aquel que se maneja con inteligencia y paciencia. Instruye los cuidados a tener en cuenta para perdurar en el poder y es perfectamente aplicable a nuestro tiempo actual. VII. AGRADECIMIENTO Agradecemos en primer lugar a la Universidad César Vallejo por la iniciativa e interés de apertura los espacios de formación profesional en Posgrado, y de esa manera permitir que las personas tengamos mayor preparación profesional y seamos más competitivos. A la plana docente con la que cuenta la Universidad, agrademos en especial al docente responsable de este módulo y curso “Organización, estructura y funcionamiento del Estado”, dirigido por el Dr. Rolando Reátegui Lozano, por las enseñanzas y la oportunidad de despertar el interés en la lectura y analizar libros de Política Pública. VIII. BIBLIOGRAFIA FERNANDO, D. (11 de septiembre de 2007). diegofgcl.blogspot.pe. Obtenido de diegofgcl.blogspot.pe: http://diegofgcl.blogspot.pe/2007/09/ensayo-de-el- principe-nicolas.html Machuca, L. D. (jueves 24 de julio de 2008). monografias.com. Obtenido de monografias.com: http://www.monografias.com/trabajos59/el-principe- maquiavelo/el-principe-maquiavelo.shtml setronico. (26 de agosto de 2011). clubensayos.com. Obtenido de clubensayos.com: https://www.clubensayos.com/Filosof%C3%ADa/Resumen-El-Principe-De- Maquiavelo/50335.html