2. INTRODUCCIÓN
• Desde la época cavernaria el hombre sintió la necesidad
y procuró la forma de obtener remedios para combatir las
enfermedades que lo aquejaban. En un comienzo esos
logros fueron resultado de una “medicina sobrenatural”;
conformada por extraños y muchas veces inhumanos
rituales, “Pases mágicos” y maniobras tramposas, hasta
que se llegó a los productos naturales, que casi siempre
eran mas peligrosos e insoportables que el propio
padecimiento.
3. • Existieron incontables tribus
primitivas que además de la
necesidad de la aplicación de
emplastos y sustancias curativas
acompañaron la medicación con
palabras mágicas, “pases de manos”
y hasta danzas en ofrenda a los
dioses, quienes creían , eran los que
tenían la última palabra acerca de
los efectos de la medicina y, por lo
tanto, del destino de los enfermos.
4. • Prueba de lo antedicho fue el hallazgo de textos de los babilonios
datados en el siglo l a. de C. y asentados en la biblioteca
de Asurbanipal(669-627) (imagen) en Nínive.
• Allí se recogieron infinidad de recetas en manuales” escritas sobre
tablillas de barro y que, seguramente, muchas datan del II milenio a
de C. En dichos documentos se pueden leer los síntomas de la
enfermedad, el remedio para tratarla y el procedimiento para la
elaboración del medicamento y hasta la diferenciación por usos
internos y externos.
5. • Para uso interno los babilonios tenían como vehículo de sus
medicinas vino, cerveza, leche, aceite o agua. Hasta aquí los
pacientes babilonios no presentaban mayores problemas para
la ingerirlos, pero el sacrificio comenzaba cuando a esas bases
se les agregaban semillas, raíces, hojas, tallos, frutos y hasta
materias minerales y animales, que solían ir desde una frágil
paloma hasta un repugnante roedor o reptil.
6. ▫ Para el uso externo, los babilonios
se valían, fundamentalmente, de
emplastos y vendajes que se
aplicaban sobre pomadas
elaboradas en base a grasas de
cualquier animal que anduviera
sobre la tierra y debajo de ella:
sebo, aceite a mantequilla, con la
adición de drogas machacadas.
Dicho menjunje, después de un
tiempo de tratamiento y teniendo en
cuenta el clima de la región,
proporcionaba al enfermo
ambulatorio un hedor insoportable,
creándose de esa manera una
especie de cuarentena desodorante.