La motricidad fina se refiere a la coordinación de los músculos, huesos y nervios para realizar movimientos precisos y controlados con las manos y dedos, como dibujar, escribir y recortar. La motricidad gruesa implica la coordinación muscular del cuerpo entero para movimientos amplios como bailar, correr, gatear, brincar y subir escaleras. Ambos tipos de motricidad se desarrollan desde la infancia y pueden mejorarse con la práctica.