El documento presenta un breve resumen de tres puntos clave sobre la moda: 1) Define la moda más allá de la vestimenta como una forma específica de cambio social que puede afectar diversos ámbitos de la vida colectiva. 2) Explica que la moda surgió a finales de la Edad Media cuando comenzó a resquebrajarse la inmutabilidad de las tradiciones. 3) Señala que en la postmodernidad la moda se convirtió en una plataforma para la proyección del yo individual y se extendió a objetos tecnol
1. El cambio de moda es el impuesto
que la industria del pobre carga
sobre la vanidad del rico.
Sébastien-Roch Nicolas,
(Chamfort),
2. INDICE
Introducción 1
La moda según Gilles Lipovetsky 1
Historia de la moda 2
La moda como plataforma para la proyección del yo: la moda abierta 5
Gadget, objeto y sujeto: Sobjetos 6
Imágenes de moda 8
Conclusión
Bibliografía
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3. La moda, más allá del vestido
Marcelino Cerón Soria
Introducción
“Entre la intelectualidad la moda no se lleva”. Esta es la frase con la que el filosofo
francés Gilles Lipovetsky comienza su libro “El imperio de lo efímero”. Y es cierto. La
moda es despachada por la esfera académica tras un primero vistazo como un grupo de
tendencias más o menos constantes y de marcado carácter frívolo. Eso es todo. Y es eso
precisamente lo que convierte esta obra de Lipovetsky uno de sus ensayos más
brillantes y contundentes. El autor francés deja de lado los prejuicios de la elite
intelectual sobre la moda que, como iremos viendo, es mucho más amplio y complejo
de lo que se podría pensar en un principio, y se adentra en él para ofrecernos un análisis
agudo, original y certero.
“La moda provoca el reflejo critico antes que el estudio objetivo, se la evoca para
fustigarla, marcar distancias, deplorar la estupidez de los hombres y lo viciado de sus
asuntos: la moda son siempre los demás” (LIPOVETSKY, 2004, pag 9)
Lo que nos proponemos en este breve ensayo es realizar una reflexión sobre la moda y
la extensión de su dinámica más allá del terreno del vestir, para ello realizaremos un
breve recorrido sobre la trayectoria histórica de la moda, luego intentaremos
comprender como la moda se sitúa como plataforma por excelencia de la
postmodernidad, es decir, como agente clave de la espiral individualista y de la
consolidación de las sociedades liberales. Mostraremos como la moda se extiende más
allá de la vestimenta sobre artilugios tecnológicos y finalmente haremos una
recopilación de imágenes que reflejen, en la medida de lo posible, las distintas formas
del fenómeno moda.
La moda según Gilles Lipovetsky
Pero ¿qué es la moda?, ¿por qué Lipovetsky centra su atención en un fenómeno
marginado por el resto de intelectuales?. La respuesta viene dada por el mismo: la moda
es asociado normalmente como un fenómeno vinculado estrechamente a la vestimenta,
de manera exclusiva, y por lo tanto es un fenómeno liviano, plano y de poco interés
científico. ¿Solamente?.
“la historia del vestido es, sin duda, la referencia privilegiada de esa problemática. Es,
sobre todo, a la luz de la metamorfosis de los estilos y los ritmos precipitados de la
transformación de la indumentaria como se impone nuestra concepción histórica de la
moda (LIPOVETSKY, 2004, pag 24)”
Pero la moda es eso y mucho más, “…la moda no se ha mantenido, ni mucho menos,
limitada al terreno del vestir. Paralelamente, con distinto grado y rapidez, otros sectores
–el mobiliario y los objetos decorativos, el lenguaje y las formas, los gustos y las ideas,
los artistas y las obras culturales- han sido ganados por los procesos de la moda, con sus
caprichos con sus caprichos y sus rápidas oscilaciones. En este sentido resulta cierto que
desde que se ha instaurado en Occidente, la moda no tiene contenido propio
(LIPOVETSKY, 2004)”.
4. Lipovetsky entiende así la moda como una “forma especifica del cambio social que no
se haya unida a un objeto determinado sino que es ante todo un dispositivo social
caracterizado por una temporalidad particularmente breve, por virajes más o menos
antojadizos, pudiendo afectar a muy diversos ámbitos de la vida colectiva. Pero hasta
los siglos XIX y XX, no cabe duda de que la indumentaria fue lo que encarnó, más o
menos ostensiblemente, el proceso de la moda” (LIPOVETSKY, 2004)
En este sentido Lipovetsky esgrime el fenómeno de la moda asociado a su contexto y
significado social que despliega mucho más ampliamente en la segunda parte de su
obra.
Historia de la moda
En un principio puede suponerse que la moda es un fenómeno inseparable del mundo
moderno occidental. No lo es tal. Lipovetsky establece el punto de partida de la moda a
finales de la Edad Media.
“Durante decenas de milenios la colectiva se desarrollo sin culto a las fantasías y a las
novedades, sin la inestabilidad y temporalidad efímera de la moda, lo que no quiere
decir sin cambio ni curiosidad o gusto por las realidades de la externo”, sin embargo,
continua Lipovetsky, “hasta la Edad Media no es posible reconocer el orden mismo de
la moda, la moda como sistema, con sus incesantes metamorfosis, sus sacudidas, sus
extravagancias” (LIPOVETSKY, 2004, pag 45).
Con anterioridad, aunque algunas civilizaciones habían sido más o menos abiertas o
conservadoras al cambio, el margen de maniobra estaba muy limitado por un respeto
hermético a la tradición, el prestigio de la antigüedad, la imitación de los antepasados y
las férreas convenciones sociales.
Es entonces a finales de la Edad Media cuando el paradigma de inmutabilidad sobre las
tradiciones, que había prevalecido hasta entonces, comienza a resquebrajarse y el
germen de la moda puede comenzar a brotar.
Es aquí cuando entendemos por que el vestido es el elemento originario de la moda. El
vestido proyectaba un determinado estatus social. Incluso estaba prohibido que las
personas que no perteneciesen a determinada clase social luciesen trajes o vestimentas
propias de estratos superiores. Con la aparición de la burguesía, y de nuevos valores, la
inmutabilidad en el vestir comienza a desaparecer. Nuevas clases sociales que
aspiraban, en un principio, a ostentar vestimentas propias de las clases nobles, para más
adelante establecer sus propios símbolos ornamentales acorde a los valores esgrimidos
por ellos mismos. Lipovetsky acepta solo parcialmente este razonamiento que vincula
desarrollo social y económico a la moda. El “consumo demostrativo”, es decir, aquella
ostentación que tiene como objetivo mostrar el estatus social al que se pertenece no
explica totalmente el origen de las innovaciones en cadena y la ruptura con la valoración
inmemorial del pasado que encontramos en la moda. Lipovetsky añade como factor
clave para el desarrollo de la moda la celebración de la individualidad: “Al final de la
Edad Media la individualización de la apariencia conquisto su carta de ciudadanía; no
ser como los demás, ser único, llego a ser una pasión y una aspiración legitimas en el
mundo cortesano… Con la nueva actitud de la unidad social respecto a la norma
5. colectiva se intuyo una nueva relación social respecto a la dinámica: la legitimidad de la
innovación y del presente social fue pareja a la aparición de lógica estético-
individualista como lógica de la diferencia y la autonomía” (LIPOVETSKY, 2004).
También debemos de tener en cuenta la aparición del homo frivolus, aquel ciudadano
que busca los placeres terrenales, ahora accesibles gracias a la sociedad cortesana, así
como a la nueva sensibilidad moderna en la que desapuntan ya la melancolía del tiempo
y la angustia por abandonar la vida.
A estos tres elementos, se le suma la moda como herramienta clave en el juego de la
seducción, es decir, el vestido como factor de cortejo en su papel de exaltación de la
figura humana, “el atavió de la moda testifica que se esta en la era moderna de la
seducción, de la estética de la personalidad y la sensualidad” (LIPOVETSKY, 2004)
Podemos así concluir que formula que da lugar al nacimiento de la moda moderna esta
sustentada por la combinación de cuatro elementos
Es conforme al desarrollo y la ampliación de estos elementos cuando la moda comienza
a confeccionarse hasta llegar a mediados del siglo XIX donde la moda comienza a darse
en su sentido moderno-institucional con la creación de las casas de Alta Costura
francesas, que fue pareja a la confección industrial, su funcionamiento combinado
derivo, por un lado, en la democratización de la moda y por otro, en su regulación, en
forma de temporadas.
A lo largo del siglo XX esta dinámica alta costura-confección industrial encuentra su
epicentro en Paris, y se extiende sobre los mercados europeo y americano, pasando a su
vez por distintas tendencias en el vestir propuestas por las grandes focos de alta costura
parisina como Chanel o Patou.
Sin embargo es aproximadamente a mediados del siglo XX cuando la moda va a vivir
una explosión conceptual y va a fundirse con los valores de la postmodernidad
impregnando todas las capas sociales y, en consecuencia, parte de la lógica del
funcionamiento social.
Es lo que se conoce como la moda abierta. La Alta Costura sigue funcionando pero
pierde gran parte de su poder como foco de influencia, la moda se transforma en una
adaptación de los valores postmodernos. Siendo uno de ellos la exaltación de la
individualidad, la personalización de las formas, y el ansia de diferencia que da lugar
una eclosión de formas acorde con la identidad individual.
6.
7. La moda como plataforma para la proyección del yo: la moda abierta
Lipovetsky nos hace reflexionar sobre la dimensión personal que adquiere la moda en
esta etapa de la historia. La apariencia personal, y como extensión, el vestido, el
atuendo, siempre ha tenido una función comunicacional enraizada en el Yo. Este
manifestación externa del Yo ha desprendido unos valores que han sido más o menos
libres y tenían asociados unos significados u otros en función del contexto histórico y
que se expresaban con cierta limitaciones a través del atuendo. En la sociedad de
consumo, con el estallido narcisista y el culto al yo, la apariencia se torna la máxima
expresión significante del ego mucho más libre y creativo que en épocas anteriores.
“La moda no solamente ha permitido mostrar una pertenencia de rango, de clases, de
nación, ha sido además un vector de individualización narcisista, un instrumento de
liberación del culto estético del Yo” (LIPOVETSKY, 2004)
Globalización, culto del Yo, ecología, redes sociales, cambio, mundialización, Internet,
caída de los metarelatos, perdida de fe en las ideologías, descrédito hacia la política,
perdida de punto de referencia con respecto al pasado, tiempo unidireccional (lo que
Baudrillard denomina “el tiempo real”), sociedad de consumo, seducción, psicologismo,
narcisismo, ausencia de clases y bienestar son algunos de los valores que encontramos
en la postmodernidad, donde la moda ha encontrado su perfecto caldo de cultivo. Las
características de la postmodernidad ensalzan la individualidad como el centro del
sistema consumista. El hombre es ahora la medida de todas las cosas y la medida, a su
vez, de si mismo.
La dinámica mediática, y la imagen como elemento clave de esta mediación, se extiende
al atuendo. Es decir, la imagen es predominante, también en la proyección individual,
por lo que el atuendo se transforma en una imagen que pretende ser el reflejo de ese Yo
interno. La moda más institucional había tenido (y en menor media, sigue teniendo), la
misión de configurar significaciones que “condensaba” en una vestimenta y que
otorgaban al individuo unos valores que iban asociados a esa prenda. Con la primacía
del yo, el individuo ha generado sus propios mensajes, su propia moda: la moda abierta.
Una moda que tiene la particularidad de reflejar todas las singularidades de un
individuo, o un grupo de individuos y que puede seguir, o no, los cánones dictados por
una moda más institucional.
“Con la moda las personas van a observarse, a apreciar sus apariencias reciprocas, a
calibrar los matices de corte, colores, motivos del traje. Aparato que genera juicio
estético y social, la moda ha favorecido la mirada critica de la gente mundana, ha
estimulado las observaciones más o menos agradables sobre la elegancia de los demás,
ha sido un agente de automatización del gusto, cualquiera que haya sido la amplitud de
las corrientes miméticas que lo han suscitado .” (LIPOVETSKY, 2004, pag 41)
La moda abierta es entonces mucho más libre, mucho más caótica si se prefiere que los
conceptos de moda que se habían dado con anterioridad. Es cierto que siguen existiendo
patrones de conducta en el vestir (se sigue calificando de elegante una determinada
8. forma de vestir, o se sigue concibiendo ropa de chica y ropa de chico, etc) y una moda
institucional que sigue lanzando con regularidad estándares de forma y comportamiento
en el vestir, sin embargo, si nos alejamos un poco de la moda más institucional, al otro
extremo de la Alta Costura, encontramos un movimiento que acoge las singularidades y
los matices propios de cada individuo. Una moda liberada, que acoge incluso lo
grotesco, lo feo o lo estridente. Una moda que puede acoger su propio contrario: la
antimoda. Una moda que adquiere tantas formas como sus egos portadores.
Gadget, objeto y sujeto: Sobjetos
La dinámica cambiante y frenética de la moda se extiende a toda la postmodernidad: la
norma de lo efímero es lo que rige la producción y el consumo de los objetos.
Lipovetsky llega a afirmar que más allá de todas las características de la
postmodernidad anteriormente mencionadas, estructuralmente lo que define nuestra era
es la generalización del proceso de moda. Se impone la dinámica de la renovación
acelerada, de la diversificación y la estabilidad de los modelos que se mueven en una
variación tan rápida como regular en sus formas.
La lógica económica ha desechado toda idea de permanencia y ha adoptado la norma de
lo efímero como sistema en la producción y consumo de objetos. Lo nuevo se impone
en una esfera comercial dominada por la innovación, lo que Lipovetsky señala como la
economía-moda, que sucumbe a la seducción del cambio.
La expresión máxima de esta económica frívola es el gadget.
El gadget llega también como ejemplo clave de objeto significante. De objetos que
tienen adherida una personalidad que envuelve a su portador. El objeto personaliza al
sujeto y el sujeto se ve reflejado en el objeto. Es lo que Vicente Verdú acuña como
sobjeto. Cada sobjeto es una reproducción en miniatura de la relación general que la
humanidad y los artefactos mantienen entre sí: “cruzándose mentalidades y emociones,
ha nacido un espacio general donde crece la subjetividad del objeto y la objetividad del
sujeto, ambos emitiendo y recibiendo partículas del otro y, en el proceso, construyendo
la criatura híbrida de los sobjetos” (VERDU, 2006, pag 197)
Los sobjetos se hermanan con la figura del vestido en tanto en cuanto se revelan como
elementos cargados de un significado dirigido a proyectar ese Yo interno. Observamos
incluso como algunos de esos gadget adquieren la forma de complemento indumentario
El ejemplo clave de gadget que asume estas características de sobjeto y que además
hace las veces de complemento la encontramos en el Ipod.
9. Por otro lado observamos como el Ipod responde a ese proceso desestandarización de
los productos que se manifiesta en estrategias de gamas consistentes en proponer un
amplio abanico de modelos construidos a partir de elementos estándar.
En esta línea, encontramos también las pulseras USB, gadget y complemento.
Tecnología y diseño
10. Imágenes de moda
Como señalábamos con anterioridad, la convivencia de sociedad mediática y exaltación
del ego, transforman a cada individuo en emisor y receptor. El fenómeno blog sería
quizá la máxima expresión de este individuo creador de su propio contenido, emisor de
su propio yo.
Como hemos visto la moda estructura la era consumista, lo cual no deja significar que la
dinámica frívola y superficial se extiende a esferas tan importantes como la economía,
la política o la forma de comunicarse.
Sin embargo el fenómeno que consideramos más visual, y a su vez más vistoso y
amplio, es la absorción individuad de esa frivolidad, es decir, la indumentaria personal
como reflejo de ese yo. Una indumentaria que no deja de ser la emisión de unos valores,
de unas convicciones y de unos estilos de vida. La imagen se torna vestido, y este, a su
vez, en el mensaje de las personalidades postmodernas.
La variedad en la indumentaria como reflejo de la personalidad nos ofrece una amplia
gama de imágenes, cargada de matices. Tantas, como distintas personalidades podemos
encontrar. Seria prácticamente imposible reflejarlas todas, sin embrago intentaremos
ofrecer aquí un extracto de las más comunes.
- Moda callejera
16. Conclusión
A lo largo de las páginas del imperio de lo efímero descubrimos como se hace patente la
primera impresión de Lipovetsky: la moda es ha sido un fenómeno marginado por los
académicos, pero, ¿esta justificada esta marginalidad?
Tras leer a Lipovetsky descubrimos que los valores de la moda estructuran gran parte de
los fenómenos contemporáneos. Manifiesta una estructura social estrechamente
relacionada con el consumo, en una era en la que, precisamente, el consumo es el motor
del sistema económico, a la vez que la proyección de la imagen del Yo.
Política y economía, razonamiento e imagen, personalidad y sociedad. Todo parece
vivir acorde a la frivolidad propia de la moda. Una dinámica efímera y novedosa que lo
impregna toda aplanando definitivamente el tiempo en una espiral que no tiene ni
principio ni fin.
El imperio de lo efímero desgrana con brillantez el funcionamiento de una sociedad
hecha a imagen y semejanza de la moda, por que, ya sin duda, la moda es el vestido y
mucho más.
17. BIBLIOGRAFÍA
BAUDRILLARD, Jean. (2002): Cultura y simulacro. Barcelona, Editorial Cairos
LIPOVESTSKY, G. (2004): El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las
sociedades modernas, Barcelona, Editorial Anagrama
VERDU, V. (2006): Yo y tú, objetos de lujo: el personismo, la primera revolución
cultural del siglo XXI. Barcelona, Debate