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Despues de casi 200 días, de búsqueda insesante, hallaron muerto al jóven perdido en los
parajes del colca. No se trata ya, de si se cayó o lo empujaron u otra posibilidad. Hoy, nos
conmueve y llena de admiración la persona del Dr. Ciro Castillo Rojo. Ha quedado en
nuestra memoria su imagen caminando en pendientes intransitables, clamando a los fríos
cerros y despiadados desfiladeros, que le devuelvan a su retoño: “cuchito, cuchito, hijo,..”,
y recibiendo a cambio, vientos helados, silencios cómplices y ecos tristes.
Recuerdo verlo cada mañana, alistarse para salir una vez más a buscar en las colinas de
Tapay, Madrigal o Bomboya, las huellas de su primogénito. No importaba si por la tarde,
volviera con las manos vacías, nunca doblegado, ni fatigado, por el contrario, su convicción
y compromiso de hallarlo seguía incólume, cada día que pasaba su fortaleza crecía, única
manera para revertir la tendencia a abandonar el caso por parte de la policía, y hasta la
justicia.
El nos ha demostrado lo que significa un hijo para un padre, “señores que quieren, que
me doblegue”, “la vida de un hijo vale más que cualquier dinero”, “no busco
culpables, yo busco a mi hijo”, pregonaba, las veces que indolentes personas cuestionaban
su persistencia. Este hombre, nos ha enseñado con hechos el significado del amor paternal.
Gracias Dr. Ciro, porque por usted muchos hombres, que tienen a sus hijos vivos y cerca,
ahora pensarán dos veces antes de maltratarlos, o abandonarlos. También, usted ha
demostrado a los jóvenes y niños, que los padres los aman, hasta dimensiones
indescriptibles, eso promoverá en ellos, a aproximarse al padre, a tomarlos más en cuenta, a
manifestarles cariño, y también a reconocer que no deben arriesgarse demasiado, porque
cualquier desgracia que pudiera ocurrir, destrozaría los corazones de sus padres. Por eso,
usted, se ha convertido en un ejemplo de padre.
Dr. Ciro, usted ha dejado en el pueblo la imagen de aquel padre añorado, buscado, pero
nunca hallado. Se han volcado a las calles innumerables, madres, y jóvenes, para llamarles
la atención de manera sutil, indirecta, al padre de su hogar, a los maestros y a las
autoridades, del Perú y del mundo, que sí se puede ser un gran padre, que se construye
entregando amor a los hijos y a la familia, y que ese padre existe, no en la fantasía de una
película, ni en el hogar acomodado lleno de riquezas materiales, sino en la realidad del
Perú, en el hogar de un digno médico y trabajador público, muchas veces olvidado,
postergado, hasta cuestionado.
Su comportamiento ha puesto en un lugar empobrecido de dignidad a aquellas
“personalidades” públicas o privadas, que a pesar de su gran poder político y económico,
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viven en el lodazal hediondo de la codicia, el robo, la muerte y la corrupción. A ellos como
usted dijo, “la mejor justicia es la justicia de la propia conciencia y, tal vez, el peor
verdugo sean los remordimientos”.
Por eso, me agradaría, que usted expusiera en los colegios, ante escolares, maestros y
padres de familia, sus ideas, el valor de los hijos, el sentimiento de los padres, el valor de la
familia unida. Preferiría miles de veces que usted estuviera frente a un auditorio, en lugar
de los cientos de parlamentarios, denominados “padres de la patria”, que contrariamente,
sus hojas de vida son ejemplos, de mentiras, figuretismo, clientelaje y soberbia.
Finalmente, Dr. Ciro, quisiera como miles de peruanos también, estrecharle mi mano,
abrazarle, y, decirle que, su dolor, su comportamiento, sus palabras nos han hecho más
humanos, mejores hijos, y mejores padres. ¡¡Dr. Ciro Castillo Rojo, usted vale un
Perú!!.
La Pluma del Viento
Lima, 30 de octubres de 2011
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