1. Crónicas de un SALTO desconocido
Aporte para un Turismo Cultural, Histórico y Patrimonial
El Intendente es un Maestro…
Por Alberto J. Eguiluz
Nada más cierto para quién ha tenido la delicadeza de
tomar en manos propias la defensa de uno de los iconos más
representativos de la arquitectura salteña,.
Esta pequeña nota queridos lectores, es un reconocimiento a la celeridad
con que se ha realizado la limpieza y el mantenimiento realizado por los
funcionarios municipales a cargo del Director del Dpto. de Servicios
Públicos Diego Bouyssounade.
Es también un apelo de los varios salteños que diariamente solemos pasar
por el entorno del querido Obelisco a Rodó y que hace tan sólo pocos
días, nos vimos sorprendidos por la actitud de algunos jóvenes que
queriendo homenajear a una quinceañera, se extralimitaron pintando las
cuatro caras del Obelisco.
Norte Sur
Este Oeste
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2. Crónicas de un SALTO desconocido
La reacción de la Intendencia fue inmediata, se hablo de entablar un juicio
penal a los infractores, se escucharon comentarios que al realizar la
limpieza, la actitud honorable de uno de los abuelos, se ofreció para
colaborar con la limpieza.
Nuestra actitud va más allá, se acerca diríamos a la comprensión, - por ser
también padres jóvenes,- pienso que la juventud actual no respeta los
valores patrimoniales, porque carece de los conocimientos que la hagan
entender y respetar este inmenso esfuerzo realizado por el pueblo salteño
que en un determinado momento sintió la necesidad imperiosa de plasmar
en las afueras de nuestra ciudad un monumento para homenajear a este
ilustre pensador uruguayo.
Por ello es que queremos, ilustrar en esta pequeña crónica, sobre quién fue
Don José Enrique Rodó y el porque de su monumento.
Este 2 de mayo de 2007, se cumplirán 84 años en que el pueblo de Salto-
el primero de la República – decidió rendir homenaje al altísimo e
iluminado maestro, autor de "Ariel", " José Enrique Rodó.
Por noble iniciativa y esfuerzo de aquel preclaro hijo de Salto que se
llamó César G. Gutiérrez, solicitó al escultor Edmundo Prati le diseñara
este monumento que luego se levantó en nuestra cuidad dándole nombre a
la hermosa Avenida que hoy perpetúan entre nosotros, el nombre del
excelso y armonioso maestro
Ese día, nuestro pueblo vivió con emoción y orgullo, una de sus grandes
páginas de cultura y de grandeza dentro de su envidiable historia.
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3. Crónicas de un SALTO desconocido
El acto popular con que oficialmente se inauguró el Obelisco y se
descubrió la placa que da nombre a la Avenida fue magnífico y grandioso,
a él asistió todo el pueblo salteño, quién con hondo recogimiento
espiritual escuchó los calificados oradores cubriendo luego el monumento
de flores.
Inició el acto con una profunda oración de alto vuelo lírico y
filosófico, el entonces señor Ministro de Instrucción Pública Dr. Rodolfo
Mezzera, siguiendo en nombre de la juventud universitaria el conceptuado
historiador y biógrafo Sr. Telmo Manacorda. Luego ocupa la tribuna el
altísimo poeta coterráneo Dr. José María Delgado, quién desde la cima de
la Acrópolis, nos muestra a Rodó en toda su grandeza de maestro del
pensamiento, austero, limpio y armonioso y clausura el acto en nombre
del Comité de Homenaje el Dr. César G. Gutiérrez, con una pieza oratoria
de valiosos quilates y noble elevación del pensamiento encendido, tal
como siempre él lo sabía hacer.
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4. Crónicas de un SALTO desconocido
Así fue como nuestra ciudad honró a la personalidad de José Enrique
Rodó, quién junto a Emerson y Montalvo forjaron de las tres Américas
una sola, en los crisoles de la belleza y el pensamiento para el mundo
nuevo en el que ha de pensar y vivir la futura humanidad.
En oportunidad de realizarse el acto inaugural del Obelisco - el 02 de
mayo de 1923 - las palabras que pronunciara el ilustre poeta y escritor
salteño Dr. José María Delgado, lejos y a la distancia todavía resuenan en
nuestros oídos
“No hay que
perder, juventud
de mi pueblo,
esta gloriosa
herencia de
inquietud y de
ensueño que han
dejado las
generaciones
pasadas.
Todo puede
faltar aquí menos
un núcleo de
soñadores, de
muchachos
románticos, empenachados de idealismo.
En el país del espíritu es el único en que somos libres, donde no hay
fronteras, donde todo esta sujeto a nuestro dominio.
Su túnica imperial solo envuelve los hombros de los ilusos.
Valemos más por lo que deseamos ser que por lo que somos.
El primer monumento que nuestra ciudad ha levantado, no se lo ha
erigido a un guerrero sino a un excelso pensador.
Esto habla de la selección de nuestro ambiente, de nuestra sabiduría
para juzgar los valores.
Ya tenéis un altar donde ir a rezar las plegarias del espíritu.
Id diariamente a él y ojala que allí escuchéis el rumor sagrado y podáis
decir con más unción y belleza de lo que yo he podido expresarme”.
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5. Crónicas de un SALTO desconocido
Rodó y la Generación del 900
José Enrique Rodó, nacido en Montevideo el
15 de Julio de 1871 y muerto en Palermo
(Italia) el 1º de mayo de 1871, ocupa en el
panorama cultural del 900 uruguayo una
situación de excepcional jerarquía. Desde la
publicación, a los 24 años de edad, de su
resonante ensayo El que vendrá, aparecido
en la Revista Nacional de Literatura y
Ciencias Sociales (Montevideo 25/6/96),
hasta la póstuma edición de El Camino de
Paros (Barcelona, 1918), que reúne sus
artículos enviados desde Europa a la revista
porteña Caras y Caretas, su figura intelectual se impone, con el prestigio
y la autoridad de un Maestro, no sólo en el Uruguay sino en toda la
extensión del mundo hispanohablante. Sus obras fundamentales (Ariel,
1900); Liberalismo y Jacobinismo, 1906; Motivos de Proteo, 1909; El
Mirador de Próspero, 1913) arquitecturan un mundo conceptual y
estético que le confieren esa estatura de Maestro. Pero la personalidad y
la obra de José Enrique Rodó no surgen en el ambiente intelectual del
900 uruguayo como una palmera aislada en el desierto. Junto con él
aparecen otros grandes creadores que, en la historia cultural del país,
son conocidos bajo la denominación de generación del novecientos,
utilizada por el Crítico Alberto Zum Felde en su Proceso Intelectual del
Uruguay y crítica de su Literatura (Montevideo, Imprenta Nacional
Colorada, 1930). Situar la figura intelectual del autor de Ariel dentro del
paisaje cultural configurado por sus compañeros generacionales,
permite, sin lugar a dudas, comprender mejor su obra.
Partidario en principio del Estado laico y de la más completa libertad de
cultos, dice el mismo escritor, entiendo que el laicismo puede y debe
armonizarse con el respeto de la tradición católica. Rodó, que estaba
afiliado al Partido Colorado y había sido uno de los primeros elementos
del Club Vida Nueva, formaba parte de le Cámara de Diputados desde
1902, votado en Montevideo para la vigésima primera legislatura. Volvió
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al parlamento, siempre elegido en la capital, en los períodos legislativos
1905 – 08, 1908 -11 y 1911 -14, pero no tuvo actuación saliente ni se
caracterizó tampoco por su labor en comisión. Varios discursos buenos y
de fondo, dichos en estilo pulcro y elegante, y varios proyectos, algunos
convertidos en leyes – atinentes a tópicos de la cultura – resumen toda la
obra de Rodó en la Cámara de Diputados.
Las últimas Horas de Rodó
Augusto Curubeto Godoy, quién fuera Cónsul argentino en Salto contó
en un acto celebrado en Salto en la década del 20 sobre las tristes
circunstancias en que falleció José enrique Rodó, el ilustre pensador
uruguayo.
“Aquella mañana primaveral de mayo de 1917, en Palermo (Italia), mi
padre Eleodoro Curubeto, que ejercía allí sus funciones consulares, fue
llamado, de urgencia, al Gran Hotel Des Palmes, pues había fallecido en
él - según se expresara - un ciudadano argentino. De inmediato el
funcionario diligente se trasladó a ese lujoso establecimiento, en mi
compañía, siendo recibido por el Gerente, quien le manifestó que el
supuesto compatriota había sido trasladado minutos antes y por
indicación médica, al hospital San Saverio, en estado aparentemente de
coma, y donde, con toda seguridad, habría ya fallecido. Manifestó,
asimismo, que había tomado esa determinación por sospecharse que la
enfermedad fuera contagiosa y no convenía, por lo tanto, que el deceso
se produjera en el hotel, que se hallaba entonces atestado de
pensionistas y pasajeros. La presunción de que el enfermo fuese de
nacionalidad argentina, obedecía a la circunstancia según dijo- de
habérsele visto en la cadena del reloj, una medalla de oro de la revista
"Caras y Caretas", de Buenos Aires.
Nos trasladamos todos a la habitación. Todos los muebles y artefactos
que allí se encontraban, incluyendo ropas y documentos, denotaban
huellas de la desinfección a que se les sometiera. Al examinar, mi padre,
la documentación, tuvo el sentimiento doloroso de comprobar que el
presunto argentino era nada menos que José Enrique Rodó y expresó a
quiénes lo acompañaban, que se trataba de un ilustre pensador y
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escritor uruguayo y, por lo tanto, correspondía dar intervención
inmediata al representante de esa nacionalidad”.
ESTABA ALLÍ EN LA SALA DE AGONIZANTES
“Junto con los documentos, reloj y otros enseres que se encontraban
sobre la cómoda, se distinguía, también, una billetera con mucho dinero.
Por mi parte la ansiedad de hallar a Rodó aún con vida ,hizo que
abandonara a mi padre y a las demás personas que con él se
encontraban, para dirigirme apresuradamente al hospital, que se hallaba
a una considerable distancia del hotel. Luego de las breves prácticas
realizadas para que me permitieran verle, fui acompañado a la "sala de
agonizantes" y pude allí comprobar que Rodó estaba aún con vida. Yacía,
inmóvil, en una modesta cama de hierro. La habitación, muy triste por
cierto ubicada en el subsuelo del hospital, no tenía más muebles que dos
camas, dos mesitas de luz, con un candelero y dos sillas. Las paredes
estaban pintadas al óleo y de una de ellas pendía un crucifijo. Yo, con mi
acompañante al lado, me detuve unos instantes, con profundo
recogimiento, a los pies del enfermo, observando su respiración fatigosa
y comprobando que estaba sin conocimiento. No obstante le hablé, le
llamé por su nombre pero él no me respondió.
Posteriormente, con la congoja imaginable, me trasladé al Consulado
Uruguayo, cuyo encargado era el Sr. Arhens, de nacionalidad alemana,
fuerte industrial a quien yo conocía. Dicho funcionario estaba ya
informado de lo ocurrido y telegrafió, en tal sentido, a la Legación en
Roma”.
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8. Crónicas de un SALTO desconocido
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE RODÓ
Refería mi padre haber tenido la oportunidad de hablar con algunos de
los huéspedes del Hotel Des Palmes, a quiénes conocíamos, sobre los
últimos días de Rodó. Y así le narraron que el insigne literato llevaba una
vida sumamente retraída y los últimos días se mantuvo recluido en sus
habitaciones, hasta que el mucamo dio la voz de alarma. Efectivamente,
estaba enfermo y el médico lo encontró muy grave, en un estado de
abandono absoluto”.
Honrándolo. La Patria se honra. Porque fue su máximo pensador, uno de
sus artistas más sublimes y porque sembró para el futuro, dos conceptos
fundamentales: espiritualismo y panamericanismo, que en su volar de
Cóndor, le posibilitaron planear desde lo alto, sobre las cumbres y los
llanos de esa exótica e inmensa América. hecha como todas las cosas
grandes, para la humanidad, y augurar, desde esa contemplación cuasi-
divina, su profética palabra de UNIÓN HISPANO-AMERICANA para el
porvenir.
Bibliografía:
“El Salto de Ayer y de Hoy” de Eduardo S. Taborda
Diccionario Uruguayo de Biografías 1810 – 1940. J. M. Fernández Saldaña
Canto de la Patria Vol 7 - Ministerio de Educación y Cultura.
Fotografías: Colección particular del autor
“Alberto Eguiluz aporta datos interesantes sobre el Obelisco a Rodó erigido en Salto”.
Diario Cambio Salto,
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