1. CUARESMA
¿Qué es la Cuaresma?
La Cuaresma es tiempo de preparación, nos preparamos para recibir la muerte de Cristo como el
mayor acto de amor posible. Es pues tiempo de prepararnos para recibir, es tiempo de ponernos
al día, de reflexionar sobre quienes somos y cómo actuamos. Es tiempo de mirar al interior y
olvidar fuera, de reconciliarnos con el mundo y concretamente con el prójimo, aquel que tenemos
más cerca. Es tiempo de perdonar.
Cominza el miércoles de ceniza: Amigos de Dios 110: Memento, homo, quia pulvis es, et in
pulverem reverteris, nos amonestaba nuestra Madre la Iglesia, al iniciarse la Cuaresma, con el fin
de que jamás olvidásemos que somos muy poca cosa, que un día cualquiera nuestro cuerpo —tan
lleno de vida ahora— se deshará, como la ligera nube de polvo que levantan nuestros pies al
andar…
Cauresma conmemora 40 días de Jesús en el desierto. TIEMPO DE PENITENCIA Y ORACIÓN.
Tentaciones de Jesús. APRENDER DE ÉL. Cómo las rechazaba.
Es Cristo que pasa 57: Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de penitencia, de
purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo no es camino cómodo: no basta estar
en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la
conversión primera —ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte
claramente todo lo que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes aún, y más
difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas
conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber
descubierto lo que va mal, pedir perdón.
Invocabit me et ego exaudiam eum, leemos en la liturgia de este domingo: si acudís a mí, yo os
escucharé, dice el Señor. Considerad esta maravilla del cuidado de Dios con nosotros, dispuesto
siempre a oírnos, pendiente en cada momento de la palabra del hombre. En todo tiempo —pero
de un modo especial ahora, porque nuestro corazón está bien dispuesto, decidido a purificarse—,
El nos oye, y no desatenderá lo que pide un corazón contrito y humillado.
Nos oye el Señor, para intervenir, para meterse en nuestra vida, para librarnos del mal y llenarnos
de bien: eripiam eum et glorificabo eum, lo libraré y lo glorificaré, dice del hombre. Esperanza de
gloria, por tanto: ya tenemos aquí, como otras veces, el comienzo de ese movimiento íntimo, que
es la vida espiritual. La esperanza de esa glorificación acentúa nuestra fe y estimula nuestra
caridad. De este modo, las tres virtudes teologales, virtudes divinas, que nos asemejan a nuestro
Padre Dios, se han puesto en movimiento.
¿Qué mejor manera de comenzar la Cuaresma? Renovamos la fe, la esperanza, la caridad. Esta es
la fuente del espíritu de penitencia, del deseo de purificación. La Cuaresma no es sólo una ocasión
para intensificar nuestras prácticas externas de mortificación: si pensásemos que es sólo eso, se
nos escaparía su hondo sentido en la vida cristiana, porque esos actos externos son —repito—
fruto de la fe, de la esperanza y del amor.
2. Es Cristo que pasa 63: “…también cabe la alegría. Porque la Cuaresma es simultáneamente tiempo
de fortaleza y de gozo: hemos de llenarnos de aliento ya que la gracia del Señor no nos faltará,
porque Dios estará a nuestro lado…”.
Es Cristo que pasa 65: Tiempo de penitencia, pues. Pero, como hemos visto, no es una tarea
negativa. La Cuaresma ha de vivirse con el espíritu de filiación, que Cristo nos ha comunicado y
que late en nuestra alma. El Señor nos llama para que nos acerquemos a El deseando ser como El:
sed imitadores de Dios, como hijos suyos muy queridos, colaborando humildemente, pero
fervorosamente, en el divino propósito de unir lo que está roto, de salvar lo que está perdido, de
ordenar lo que ha desordenado el hombre pecador, de llevar a su fin lo que se descamina, de
restablecer la divina concordia de todo lo creado.
Hay que prepararnos como es debido para esta Semana Santa, imitar a Jesús en esa penitencia,
pidiendo perdón, confesándonos y además haciendo sacrificios. HAY QUE BUSCAR LA CRUZ EN
ESTA CUAREMA.
Camino 178: Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor... y sin Crucifijo,
no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la escondida, sin brillo y sin consuelo..., que está
esperando el Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú.
Hay que ser generosas, no acomodadas con lo menos que puedo dar o cuando se me antoje.
Camino 186: Hay que darse del todo, hay que negarse del todo: es preciso que el sacrificio sea
holocausto.
Podemos hacer muchas cosas: min heroico, servirme más de lo que no me gusta, ayudar en casa,
hacer bien el trabajo, no enojarme, cuidar los ojos, tratar bien a los demás…podemos caer pero
LEVANTARNOS! Vamos a quitar todo eso que a Dios no le gusta.
Camino 205: Leíamos —tú y yo— la vida heroicamente vulgar de aquel hombre de Dios. —Y le
vimos luchar, durante meses y años (¡qué "contabilidad", la de su examen particular!), a la hora
del desayuno: hoy vencía, mañana era vencido... Apuntaba: "no tomé mantequilla..., ¡tomé
mantequilla!"
Ojalá también vivamos —tú y yo— nuestra..., "tragedia" de la mantequilla.
PEDIR PERDÓN: hacer un examen profundo!!! Ir a confesarme, con el Padre que me conoce.
Confesarnos para llegar a la Semana Santa LIMPIAS!
Examinarnos, ¿En qué puedo ser mejor? ¿Qué puedo quitar de mí que no le agrade a Dios?
Estamos a tiempo todavía. No te pongas una mortificación de: no voy a comer papas. Sí son
buenas, pero ponte algo que te ayude a crecer!!
Acudamos a la Virgen. Pedirle que nos acompañe en esta Cuaresma y que nos ayude a ser muy
mortificadas y saber hacer actos sinceros de contrición a Dios, para llegar preparadas para vivir la
SS como nunca!! Cerca de Ella y cerca de Jesús que se entregó por nosotros.