1. RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA – PERÚ
Coordinación Arquidiocesana de Lima
LA ESPIRITUALIDAD DEL SERVIDOR
“somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra
vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos
más a Él” 2 Co 3,18
Cuando uno ha decidido servir a Jesús, es una persona que ha decidido poner la
mano al arada y ya no mira atrás.
Cuando uno ha decidido servir a Jesús, es una persona que toma la cruz y está
dispuesto a morir su yo.
Cuando uno ha decidido servir a Jesús, es una persona que ha decidido
entregar su vida a Jesús sin importar lo que sucederá mañana, porque CONFÍA EN LAS
PROMESAS DE DIOS.
Cuando uno ha decidido servir a Jesús, es una persona que ha nacido
nuevamente, es un hombre que dice: Ya no soy yo es Cristo quien vive en Mí, con la
certeza y seguridad de que será guiado por el Espíritu Santo.
Creo queridos hermanos, que la espiritualidad del servidor es solo un espejo de
la gloria, el poder, el amor y la misericordia de Dios en cada uno de nosotros pequeños
hijos suyos.
Es como un espejo de agua donde Dios puede reflejar su rostro, y que esta agua
cuanto más cristalina y limpia esté más clara se verá la Gloria de Él.
Porque hemos encontrado mayor alegría en disminuir para que Él crezca, como
San Juan Bautista (Jn 1,27), o como San Pablo (Ga 2,20), o como la Virgen María (Lc
1,38).
La espiritualidad del servidor en la Renovación Carismática Católica es una vida
conducida por el Espíritu Santo.
Pues ya no somos nosotros sino que somos llevados por el Espíritu de Dios a
nuevos caminos, a nuevas praderas, pero con la diferencia que Él es quien nos guía y
nos conduce, vivimos para Él, existimos para Él, nos alimentamos de Él, suspiramos por
Él, nuestras vidas están cimentadas en el SEÑORÍO DE JESÚS, pues gracias al Espíritu
puede ser amado, adorado, anunciado, testimoniado y compartido.
La espiritualidad del servidor es de un hombre enamorado de Cristo, que su
fuerza la ha encontrado en su unión con Él, por lo tanto cuida de lo más preciado que
le ha dejado su Señor, su Maestro.
Las fuentes de esta espiritualidad con la que se alimenta el Servidor son las siguientes:
La oración, Comunitaria y personal, tanto de alabanza como de
agradecimiento. Muchas veces corremos la tentación y el peligro de dejarlo por
excusas como: cansancio, fatiga, sueño, falta de tiempo, etc.
La Palabra de Dios, por ella conocemos los designios de Dios, aprendemos los
criterios y valores del Reino de la Verdad, sus promesas y nos vamos
transformando en Cristo, pues el desafío es que lo hagamos carne en nuestras
vidas, es decir practicarlo con nuestro testimonio de vida.
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Los sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación, del contacto personal con
Cristo que la Eucaristía nos ofrece, nace la fuerza, para seguir al Resucitado, nos
impulsa a seguir adelante, nos renueva día a día y la Reconciliación, es tan
necesaria porque reconocemos que somos pecadores y necesitados del perdón
de Dios, no caigamos en la tentación de decir que nos sentimos indignos de
acercarnos a la reconciliación, cuidado, Dios nos ama incondicionalmente.
Tenemos que cuidar nuestra vida espiritual pues has sido elegido para ser
instrumento de Jesucristo, un instrumento valioso, útil, por lo tanto tenemos
que cuidarla para transmitir su gracia lo más noble y limpio posible.
La lectura espiritual, a través de los documentos eclesiales diversos que se han
ido publicando, nos permiten ir ajustando nuestro caminar, es importante que
siempre nos instruyamos a través de los libros de la Renovación Carismática
Católica para conocer más de ella y brindar el servicio que Dios espera que
demos para mayor Gloria de Él.
Cuando el servidor es conducido por el Espíritu Santo, de manera natural brotan los
frutos (Ga 5,22-23).
Mis queridos hermanos, reflexionemos en lo siguiente:
¿Cuidas este jardín precioso, porque lo que ha sembrado Cristo vale mucho? …..
Por lo tanto el servidor está alerta a que no entre la cizaña del enemigo.
En el capítulo 3 del Libro del Génesis narra la historia del primer pecado, la tentación
de comer el fruto prohibido, el diálogo de Eva con la serpiente seductora, el
consentimiento de Adán, la expulsión del Paraíso. Cada uno de nosotros posee un
paraíso, es decir, el corazón creado por Dios en un estado de paz y cada uno de
nosotros vive la experiencia de la serpiente que penetra en el corazón para seducirnos.
La serpiente tiene la forma de un pensamiento maligno, muchos santos Padres
nos han dicho que “la fuente y el inicio de todo pecado es el pensamiento”.
Los hombres espirituales no solo procuran evitar el mal, sino también purificar el
corazón porque actuando así el alma puede volver a su paz interior.
“Vigilad, estad firmes en la fe” escribe San Pablo a los corintios (Cf. 1 Co 16,13),
un portero vigilante está atento, custodia el portón de modo que ningún extraño entre
en casa.
En sentido espiritual es necesario poner un guardia que vigile la puerta del
corazón. Que éste no cierre los ojos nunca sino que examine cada pensamiento que se
presenta preguntándole ¿eres de los nuestros o del enemigo?.
Que pensamientos te asaltan continuamente, ¿son de Dios? ¿o te motivan
angustia, tristeza, preocupación, soledad, cólera, ira, placer, dudas, temor, miedo,
envidia, celos?.
El hombre espiritual experto en la batalla responde con prontitud. Los
psicólogos dicen que la atención es hija del interés.
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La concentración en Dios depende del AMOR, es el “fuego ardiente del corazón
que dispersa las nubes de los pensamientos malignos e inútiles de la mente elevada a
Dios”.
San Efrén decía lo siguiente y es muy popular: Cuando la sopa está caliente
ninguna mosca se atreve a acercarse. Los insectos caen en ella sólo cuando se ha
enfriado, del mismo modo, el corazón que arde de amor a Dios destruye los
pensamientos que se le oponen.
Por lo tanto la espiritualidad del servidor, es FUEGO, ARDOR, no hay tibieza.
Que nos dice la Palabra del Señor: “Ojalá fueras frío o caliente; pero como eres
tibio, ni frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca” (Ap 3,15-16). Empezamos a
abandonar la oración, los sacramentos, la visita al Santísimo, a leer la Palabra de Dios.
Y saben hermanos es porque hemos hecho un pacto con nuestras debilidades,
apegos y nuestro querer antes que LA VOLUNTAD DE DIOS. He podido ver a muchos
hermanos que han sucumbido ante las pruebas, ante las críticas, ante las calumnias,
ante el dolor y se vuelven tibios, apáticos, desalentados, cansados, desganados.
Pues aman a Jesucristo según como vayan o no las cosas conforme a sus
inclinaciones y estado de ánimo. Estos no aman a Jesucristo, o lo aman con poco amor.
Si has decidido servir a Jesucristo es para toda la vida.
La mayor recompensa que podemos tener es que cuando sirvamos es JESÚS en
cada uno de nosotros, por lo tanto cuidemos de ser hombres y mujeres espirituales
guiados (as) por su Espíritu, confiando en sus Promesas y que tú y yo somos sólo
recipientes vacíos de nuestra carne pero llenos de su Amor y de su Poder para darlo,
porque hemos encontrado MAYOR ALEGRÍA EN DAR QUE EN RECIBIR.
Cuidemos esto hermanos, no perder la alegría de servirlo en el lugar donde nos
coloque, en la función que nos encomiende.
Gloria a Él por siempre.
Curso para Ternas –Setiembre del 2007
Ponente: Elvira Cárdenas – Coord. Nac. RCC-Perú
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