2. Cuando el alma es dócil al
Espíritu Santo
se convierte en árbol bueno que
se da a conocer por sus frutos.
AMOR
PACIENCIA
LONGANIMIDAD
GOZO
PAZ
BENIGNIDAD
BONDAD
MANSEDUMBRE
FE
CONTINENCIA
CASTIDAD
MODESTIA
3. AMOR: el fruto que
nos da a Dios mismo
“El Amor viene de Dios, hace presente
a Dios, es Dios con nosotros”.
4. GOZO: la primera
manifestación del amor
El gozo espiritual es
el disfrute de la presencia
amorosa de Dios.
¡Espíritu Santo,
invádenos con tu gozo!
5. La alegría plena, reposada, serena,
honda, una alegría total, se alcanza
con la tranquilidad del espíritu,
cuando recibimos la paz.
PAZ: un regalo de Cristo
Resucitado
El don de sabiduría, que
nos hace gustar, saborear
las cosas de Dios, es como
el peldaño que conduce a
la paz.
6. PACIENCIA: saber que
Dios no se retrasa
Las almas dóciles al Paráclito producen
este fruto ante los obstáculos.
No pierden la paz ante la enfermedad, la
contradicción, los defectos ajenos, las
calumnias, y ante los propios fracasos
espirituales.
“Y a su hora, cuando las lluvias tempranas
y tardías han regado nuestra vida, el
milagro se produce, y se convierte el
desierto en vergel”.
7. LONGANIMIDAD: presencia de ánimo
Nos ayuda a esperar todo el tiempo
necesario, antes de alcanzar las metas
ascéticas o apostólicas que nos
proponemos, pensando que las
dilaciones son queridas o permitidas
por Dios.
Es el fruto del espíritu que nos
da ánimo para tender a lo
bueno, aunque haya que
esperar, mucho, para
alcanzarlo.
8. BONDAD: buscando
siempre el bien de los demás
Realizamos el bien
sin buscar
agradecimientos o
dependencias de
los favorecidos
Hacemos el bien con
sencillez sin jactarnos de
ello y solo buscando la
aprobación de Dios.
Compartimos los bienes
espirituales y materiales en
comunidad de fe y de amor.
“No se cansen de obrar el bien, porque a su tiempo nos vendrá
la cosecha, si no desfallecemos…y hacemos el bien a todos”.
Gál. 6: 9 - 10
9. BENIGNIDAD: sentir la
dulzura del Espíritu
Transforma nuestras
relaciones humanas en
bendiciones divinas.
Vivimos una dulce participación
de la suavidad de Dios,
encarnada en Cristo.
Se manifiesta con amabilidad en las palabras, con suavidad
en la convivencia y en el trato, y con servicialidad
comunicativa en el actuar.
10. MANSEDUMBRE:
soportarlo todo con paz
Desecha la ira, porque
el Espíritu de Dios
reposa en el hombre
humilde y dulce.
Da la fortaleza para
soportar malas
palabras, mal
comportamiento,
gestos y actos
amenazadores y toda
clase de injusticias
contra uno mismo o
nuestros amigos.
11. FE: mirar con los
ojos de Dios
La fe fundamenta y dirige
la obediencia, la confianza,
el abandono.
“Déjate guiar por el viento y por el fuego del
Espíritu, pues la fe es estimulante, fermentadora”.
Es entregarse en las
manos de Dios y
aceptar su palabra.
12. MODESTIA: el coraje de los humildes
Por este fruto, el creyente sabe que sus talentos son
regalo de Dios y los pone al servicio de los demás
“Deja que Dios entre en tu vida, déjate querer por Dios,
deja que Él te transforme, te cambie, te guíe, te forme.
Eso sí es humildad”.
13. CASTIDAD Y CONTINENCIA:
testigos de la fidelidad
y la ternura de Dios
Por estos frutos el alma está vigilante para evitar
lo que pueda dañar la pureza interior y exterior.
Nos inclina a vivir la sexualidad
como servicio a la vida, para hacer
de nuestro cuerpo una entera
alabanza.
14. ¨Espíritu de Amor
desciende a mi, para que se realice en mi
alma como una encarnación del Verbo ; que
yo sea una humanidad suplementaria
donde El pueda renovar todo su Misterio ¨
Bta. Isabel de la Trinidad