1. ¿Con qué aprendo cuando aprendo?
Numerosas funciones se ponen en juego a la hora de aprender. Si bien, la motivación y el
deseo, junto con otro que despliegue las herramientas necesarias para que podamos conocer
son fundamentales; la memoria, la atención, la motricidad y el lenguaje son relevantes a la
hora de abordar tarea.
Si una o más de estas funciones fallan o se encuentran disfuncionadas, el aprendizaje se
interrumpe, se torna más lento o no es construido de acuerdo y como se espera que esto
suceda en cada etapa evolutiva.
Desde que nacemos nos desarrollamos y las funciones cerebrales superiores no son la
excepción. Por lo tanto la capacidad de planificación, o la percepción de un bebé, no será la
misma que la de un niño, un adolescente o un adulto.
Por lo tanto, cuando se comienzan a percibir alteraciones en el ritmo o calidad de los
aprendizajes es necesario consultar. Si bien, la edad escolar es un momento importa para estar
alertas, las señales comienzan a presentarse incluso antes que los niños transiten las aulas de
la escuela primaria.
Conocer qué se espera a cada edad es interesante para prevenir un posible problema y
trabajar a tiempo si hubiera una dificultad.
Entre los cuatro y los seis años, una serie de aprendizajes vertiginosos se van sucediendo en
todas las áreas del desarrollo. Si bien cada edad posee características en sí mismas particulares
y cada niño es distinto de otro. Hay ciertos indicadores que no deben dejar de tenerse en
cuenta.
A esta edad, los niños siguen disfrutando de las actividades físicas pero comenzarán a
combinar su juego con actividades más tranquilas pudiendo dedicar más tiempo continuado a
una sola tarea y disfrutando también de espacios más reducidos. Llegando a los seis años se
esfuerzan por comenzar y finalizar una actividad cualquiera fuera que hayan iniciado.
Muestran mayor autonomía, tanto a nivel motriz como afectivo. La lateralidad a los cinco años
está casi definida y será de suma importancia estar atentos hacia los seis, ya que es
indispensable para favorecer el aprendizaje de la lectoescritura.
Son muy sociables y poseen hacia los seis una actitud muy receptiva en donde el mundo
externo es muy importante. Disfrutan mucho de hablar con otros y son naturalmente
preguntones
En el lenguaje apenas cometen errores y la memoria también se desarrolla mucho a esta edad
sobre todo aquello que sea de su interés.