Para mí, escribir es una responsabilidad civil - Entrevista con el escritor cubano Leonardo Padura
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“El futuro será distinto, muchas cosas
tienen que cambiar. Sin evolución no
hay vida.”
El mundo | Domingo, 3 de abril de 2016
Entrevista exclusiva al escritor cubano Leonardo Padura
“Para mí, escribir es una responsabilidad
civil”
El autor reflexiona sobre la asombrosa capacidad de resistencia histórica, de
asimilación y reelaboración de la sociedad cubana, los cambios que galopan en los
horizontes y el equilibrio entre la identidad y las nuevas tentaciones.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En Cuba
Desde La Habana
El compromiso consistió en no hablar ni de Obama, ni de los Rolling
Stones. Y fue un pedido sabio formulado por el gran escritor cubano
Leonardo Padura en estos días en que La Habana se convirtió en una
pista de aterrizaje de periodistas venidos del mundo entero para asistir a
los dos acontecimientos: la visita del presidente norteamericano, y el
concierto de la banda inglesa. Sabio porque Cuba y su cultura son
infinitamente mucho más que un mandatario estadounidense y un grupo
de rock, y porque Leonardo Padura es la escritura más elocuente y bella
del idioma español. No construyó su obra ni conectado a Internet, ni en
Miami, sino en un barrio de La Habana en el que siempre vive, La
Mantilla, tierra de su héroe y detective agente de policía, Mario Conde,
un hombre escéptico y sin ilusiones consistentes que quiso ser escritor y cuya primera aparición remonta a la
novela Pasado perfecto (1991), la primera de una tetralogía (Las cuatro estaciones) que comprende: Máscaras
(1999), Vientos de cuaresma (1994), Paisaje de otoño (1998). A los que se suma Adiós Hemingway (2001), La
neblina del ayer (2005), La cola de la serpiente (2011) y Herejes (2013).
Padura había soñado con ser un jugador de béisbol, pero las palabras y sus narraciones impecables hicieron de
este autor humano y afable un protagonista central de las grandes ligas de la literatura.
Padura hizo de su héroe Mario Conde un testigo áspero de las miserias morales y materiales de la sociedad. Como
él mismo lo detalló hace unos años, “aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible
una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas
y no sólo imaginarias”. Su escritura es tanto más atractiva cuanto que Padura es oriundo de una generación que
nació bajo las banderas de la Revolución castrista y cuya obra se despliega realmente a partir del llamado “período
especial”, es decir, los años que marcaron la caída del bloque comunista y que sumieron a Cuba a la vez en una
situación de penuria extrema y obligaron al gobierno a plantearse una apertura mayor. Doble movimiento
perfectamente reflejado en los relatos magistrales de este autor que aprendió a zambullirse en lo real a través de la
práctica periodística.Su primera novela, Fiebre de caballos, fue escrita entre 1983 y el 84. El desencantado policía
deja su profesión en la novela Paisaje de otoño (1988) para dedicarse al negocio de los libros en la trama de la
novela Adiós Hemingway (2001). La obra que le ha dado a Leonardo Padura su consagración mundial, El hombre
que amaba los perros, no cuenta con el personaje de Conde, que vuelve a aparecer en la última obra maestra del
autor cubano, Herejes. Conde es, a lo largo de la obra de Padura, una suerte de vengador de los humildes, un
espejo de las desilusiones de la sociedad cubana y también el receptor de una culpabilidad colectiva. Las novelas
de Padura han también retratado como ninguna otra obra literaria las evoluciones, la decadencia y las