El documento describe el descubrimiento de un nuevo dinosaurio llamado Anzu wyliei en Dakota del Norte. Era un oviraptorosaurio de unos 3.3 metros de largo con plumas y un pico sin dientes, que probablemente era omnívoro. Además, explica que Mercurio se ha encogido unos 7 kilómetros en los últimos 4,000 millones de años, casi el triple de lo estimado anteriormente, debido al enfriamiento del planeta.
1. El Anzu wyliei, un dinosaurio que parece un ave
El descubrimiento del dinosaurio emplumado
El importante hallazgo fue realizado por paleontólogos norteamericanos en Dakota del norte, en una zona
conocida como Hell Creek que ya era conocida antes por sus abundantes restos fósiles de especies
como los Triceratops o los Tirannosaurus rex. Ha sido nombrado Anzu wyliei en honor a un demonio
parecido a un ave que perteneció a la antigua mitología mesopotámica.
La identificación de la nueva especie ha sido posible luego de un paciente trabajo de recopilación de
fragmentos óseos que permitieron juntar aproximadamente un 80% del esqueleto. Esto permitió insertarlo
además en el grupo de los ovirraptorosaurios, animales encontrados mayormente en Asia Central y del
este, pero que hasta ahora nunca habían sido reportados en América del Norte.
¿Cómo era este dinosaurio?
Según lo publicado en la revista Plos One, físicamente este dinosaurio parece una mezcla entre un emú
moderno y un reptil. Una de sus características más llamativas es su cabeza, la cual es más similar a la
de las aves que a la de cualquier dinosaurio, y la más que probable presencia de plumas en su
cuerpo.Medía unos 3,3 metros de largo y alrededor de un metro y medio de alto, pesando quizás entre
200 y 300 kilogramos. Por su porte, los investigadores aseguran que se trata de un dinosaurio raptor,
aunque sus mandíbulas terminaban en un pico sin presencia de dientes y sí con los bordes muy afilados.
En su cabeza lucía una especie de cresta redondeada que lo asemejaría a un casuario actual.Tenía
grandes garras afiladas y dada la movilidad de su mandíbula, presumiblemente era una especie
omnívora, con capacidad para comer tanto materia vegetal como animales pequeños de su entorno y tal
vez también huevos.
2. El planeta Mercurio se ha encogido siete
kilómetros
Esta reducción de su radio se ha dado en los últimos cuatro mil millones de años.El planeta Mercurio ha
encogido cerca de siete kilómetros en los últimos cuatro mil millones de años, cerca del triple de lo que
estimaban hasta ahora los científicos, según una investigación que publica la revista Nature Geoscience.
El estudio, liderado Paul Byrne, astrofísico del Instituto Carnegie de Washington (EE.UU.), sugiere que
las estructuras geológicas que se observan en la corteza de Mercurio son el resultado de una
pronunciada contracción debida al enfriamiento de ese cuerpo.El equipo de Byrne ha analizado las
cordilleras y las fallas en la superficie del planeta más cercano al Sol a través de las imágenes tomadas
por la sonda Messenger, en órbita alrededor de Mercurio desde 2011.Los datos que ha proporcionado en
los últimos años la sonda de la Nasa son los primeros que llegan desde las cercanías de Mercurio tras
los que envió la Mariner 10 entre 1974 y 1975.
A partir de la información de la Messenger, los investigadores recalcularon los desplazamientos que ha
sufrido la corteza de Mercurio, un planeta que rota tan lentamente sobre sí mismo que sus días solares
son tan largos como la mitad de un año.Es además un planeta extremadamente denso, con un gran
núcleo de hierro de 2.020 kilómetros de radio, mientras que el manto y la corteza miden tan solo 420
kilómetros.
Según los científicos, las estructuras geológicas que se aprecian en la superficie son fracturas y
deformaciones en la litosfera, la capa rígida de tierra que recubre los planetas rocosos.
Los nuevos cálculos sobre la contracción de Mercurio sitúan la disminución de su radio en los últimos
cuatro mil millones de años en unos siete kilómetros, mientras que hasta ahora se pensaba que esa
disminución había sido de entre 0,8 y 3 kilómetros.Los resultados a los que llegó el equipo de Byrne
concuerdan con teorías científicas que datan del siglo XIX que sostenían que el tamaño de la Tierra
menguó en el pasado.Esas teorías están hoy obsoletas, pero pueden concordar con la situación
observada en Mercurio, cuya superficie está formada por una sola placa tectónica, a diferencia de la
Tierra, donde la corteza superficial está dividida en diversas placas que dejan escapar el calor a través de
sus intersecciones.
"Mercurio nos permite ver qué ocurre realmente cuando un planeta se encoge", afirma el astrofísico
William McKinnon, uno de los autores del artículo, en la revista Nature Geoscience.