HOMILIA DEL DOMINGO 3º DEL TO. CICLO B. 25 DE ENERO DEL 2015
1. HOMILÍA DEL DOMINGO 3º DEL TO. CICLO B. DIA 25 DE ENERO DEL 2015
Después de haber leído la vocación de Jonás para ir a predicar a la gran ciudad, se hace
casi inevitable pensar en nuestras ciudades y en nuestros pueblos, y en nuestro país
tan secularizado, y en este mundo occidental tan alejado de la fe. Este nuestro mundo
de increencia y de falta de fe nos supera. Gente y más gente, que para llegar a ellos,
nos serían necesarios más que “los tres días” de que hablaba la primera lectura. En
tales circunstancias, puede sucedernos lo que a Jonás. Antes de acudir a ella, ya la
había condenado. “No servirá de nada”, pensaría, y partió en otra dirección. Hace ya
más de veinte años, cuando con cierta ligereza se calificaba a una zona de España
como descristianizada, un sacerdote, ahora Obispo, decía: “Si están descristianizados
no lo sabemos; lo que sí sabemos es que nos son desconocidos”… A pesar de todas las
dificultades, tanto en las ciudades como en los pueblos más pequeños, la parroquia
(todos nosotros….La parroquia no es el templo parroquial…sino ese otro templo de
piedras vivas, esa comunidad formada por cada uno de nosotros…) y otras realidades
pastorales siguen siendo ocasión magnífica para conocer personas, para relacionarnos,
y sobre todo para no dejarnos llevar por apriorismos, más o menos justificados por las
estadísticas, y que terminan con esa frase: ¡No hay nada que hacer!, la frase favorita
de Jonás. Una frase que, como hemos comprobado, no era acertada, y que nunca
debiera de pronunciarla un cristiano… Porque, ciertamente, hay mucho que hacer, y
sin duda lo haremos… Aprovechemos la hora favorable… En el evangelio de hoy hemos
leído la expresión: Se ha cumplido el plazo, dice Jesús. ¿De qué plazo se trata? ¿A qué
momento se refiere?… Es el ahora, es hoy, se refiere a esta misma Eucaristía que
estamos celebrando… Es la ocasión de acercarnos más a Dios, es la ocasión de
reconciliarnos con nuestros hermanos… Es la hora de ofrecer una imagen de Iglesia
diferente… Una Iglesia que acompaña al hombre de hoy, una Iglesia bondadosa y
gratuita, una Iglesia amable y comprensible…para con todos los que se acerquen a
nosotros… Y esta es nuestra tarea… presentar ante los demás, una imagen diferente de
Dios y de la Iglesia… de la que hemos venido presentando y que a tantos a defraudado
y desilusionado… El año 1999, se hizo en Roma una misión muy interesante. Uno de los
actos de la misión consistió en ir casa por casa a ofrecer humildemente un ejemplar
del Evangelio. Casi a un millón de hogares. Que se dice pronto. No sé cuál habrá sido el
resultado, pero sí estoy seguro de que para más de una persona habrá sido una
oportunidad de acercarse más a Dios… Aprovechemos la hora favorable, el momento
actual, saquemos todo el jugo a los encuentros que la vida nos ofrece, y busquemos
ocasiones de encuentro… Probablemente Nínive, nuestras ciudades y pueblos, no se
convertirán en bloque, pero aquí y allá podemos hacer que renazcan nuevamente las
esperanzas y la fe; y a más de uno se le abrirá una nueva visión sobre Dios, sobre los
demás y sobre las cosas que nos rodean… Nosotros, los obispos, los sacerdotes y todos
los cristianos… todos tenemos la posibilidad de volver a hacer actuales las palabras del
evangelio: Está cerca el Reino de Dios. Y aportar nueva alegría a los corazones de los
hombres y mujeres de hoy, que bien faltos están… El cristiano, como creyente en la
Buena Noticia de Jesús, es, esencialmente, un testigo de la alegría. Este ha sido
siempre el estilo de los santos. La Madre Teresa, repetidas veces a algunas hermanas
que se dirigían a servir a los pobres les echó en cara: “¿Cómo van a servir a Dios en los
pobres con esa cara de tristeza? ¿Se puede anunciar al Dios de la alegría con el rostro
fúnebre?