la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Messaggio della Consigliera per le Missioni_14 junio 2021 esp
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Roma, 14 junio 2021.
Queridas hermanas:
Espero encontraros bien después de celebrar con
alegría la Fiesta de María Auxiliadora. Con el mensaje
de mayo, concluimos nuestra reflexión sobre las Bodas de
Caná (Jn 2, 1-12) y, mientras esperamos para celebrar el
Capítulo General XXIV, pensamos dedicar parte de
nuestro tiempo y afecto para acercarnos a la figura de San
José.
El 8 de diciembre de 2020, el Papa Francisco
convocó el Año de San José para conmemorar los 150
años del Decreto Quemadmodum Deus, con el cual el
Beato Pío IX declaró a San José Patrono de la Iglesia.
«Para perpetuar la dedicación de toda la Iglesia al
poderoso patrocinio del Custodio de Jesús, el Papa
Francisco ha establecido que, desde hoy, el aniversario
del decreto de proclamación así como el día consagrado a
la Virgen Inmaculada y esposa del casto José, hasta el 8
de diciembre de 2021, se celebre un Año especial de San
José, en el que cada fiel, siguiendo su ejemplo, pueda
fortalecer diariamente su vida de fe en el pleno
cumplimiento de la voluntad de Dios.» (Mauro Card.
Piacenza - Penitenciario Mayor).
Nuestro Instituto también vive su misión y hace
crecer el carisma salesiano en el tiempo y en los cinco continentes bajo la protección de San José.
Nuestras Constituciones, en el artículo 45, dicen que Don Bosco dio a San José como Patrono de
nuestro Instituto junto a San Francisco de Sales y Santa Teresa. El mismo artículo recalca que Dios nos
manifiesta su presencia y su rostro a través de la vida de los santos. «En ellos Él mismo nos habla».
Aunque San José es el hombre del “perfecto” silencio, porque la Sagrada Escritura no ha
transmitido palabra ni expresión de él..., su vida es elocuente. Él nos habla todavía hoy, con su ser, con
su estar al lado de María y Jesús, con su trabajo, con sus intuiciones, con su obrar según la voluntad de
Dios.
Para nosotras, y para todo creyente, es evidente que la figura de San José es inseparable de la de
María, no solo por la feliz fecha elegida por el Papa Francisco para celebrar el Año de San José (8 de
diciembre de 2020 - 8 de diciembre de 2021), sino porque el Evangelio, cuando habla de José, habla
también de María.
Además, este evento del Año de San José está lleno de significado carismático porque el 8 de
diciembre es la fecha en la que Don Bosco inició el Oratorio, y como bien sabemos, todo comenzó con
un Ave María. Don Bosco quería a San José entre los Patronos del Oratorio, y nos lo entregó como
Patrón del Instituto porque le tenía una fuerte y constante devoción y una confianza filial e
inquebrantable. Don Bosco decía: “¡No hay gracia que le pida a San José, que no me la conceda!”.
En la Carta Apostólica Patris Corde, el papa Francisco describe la identidad de San José de
manera muy clara y sencilla y, entre las cosas que escribe, destaca que «José fue un humilde carpintero
(cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un “hombre justo” (Mt 1, 19), siempre
dispuesto a realizar la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro
sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22)».
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En sus sueños, José recibe de Dios el don de la paternidad de Jesús – “padre adoptivo” – y la
orientación necesaria para saber cómo cumplir la misión que ha recibido. ¡De hecho, el Hijo de Dios y
su Madre le están confiados! Siempre es a través de un sueño que José comprende el momento adecuado
para ir a Egipto, para escapar del peligro, y también el momento adecuado para volver a su tierra.
José, el hombre justo, es modelo de quien vive en actitud de escucha y discernimiento, de quien
se fía de Dios y de sus promesas, de quien corresponde a la gracia recibida con humildad y profundo
silencio, de quien sabe cómo actuar con discreción y sin intereses personales. José es el modelo de quien
sabe amar con el corazón libre. «José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre.
Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su
vida» (Patris Corde).
Queridas hermanas, también Don Bosco soñó su misión. Él también, en sus sueños, pudo
escuchar la voz de Dios que hablaba e indicaba el camino correcto para ser “padre de una multitud de
jóvenes”, para dar esperanza a tantos jóvenes y para proteger la vida de los más pobres y necesitados.
Con una mirada muy misionera, os invito este mes a retomar los sueños misioneros de Don Bosco.
En 1872, Don Bosco soñó con la Patagonia (MB X, p. 54). En 1883, el segundo sueño misionero
aparece como en una representación alegórica, rica de elementos proféticos, el futuro de las Misiones
Salesianas en América del Sur (MB XVI, p. 385-394). En 1885, el Señor consoló a Don Bosco con un
tercer sueño misionero, que se puede definir como un fantástico 'vuelo en avión' cuando todavía no se
hablaba de vías aéreas (MB XVII, 299-305). El cuarto sueño misionero también tuvo lugar en 1885. En
esa ocasión, Don Bosco pudo ver todos los países donde los salesianos serían llamados a trabajar por los
jóvenes. Fue «una visión fugaz, haciendo un viaje muy rápido, en el que, partiendo de un punto, regresó
al mismo sitio». En un instante Don Bosco supo distinguir “regiones, ciudades, habitantes, mares, ríos,
islas, costumbres y mil hechos que se entrelazaban y cambios simultáneos de espectáculos imposibles
de describir” (MB XVII, p. 643-645). Por último, el quinto sueño misionero tuvo lugar en 1886. Es el
sueño de la Pastorcita… (MB XVIII, p. 71-74). Este es el famoso sueño en el que los muchachos le
dicen a Don Bosco: «Te hemos esperado tanto, pero finalmente estás y no te escaparás». Y la
Pastorcita lo consuela diciéndole: «No te alarmes. Esto lo harán tus hijos y los hijos de tus hijos y
sus hijos…».
Confiamos nuestra misión y los sueños de los jóvenes a San José, especialmente en este
momento difícil y desafiante. Tratemos de soñar - con Don Bosco, Madre Mazzarello y con los que nos
han sido confiados - días de más vida y de mucha confianza en el futuro, especialmente para los niños,
los jóvenes y las familias.
Concluyo con las palabras del Papa Francisco durante el encuentro con las familias en Manila, el
16 de enero de 2015: «Yo quisiera decirles también una cosa personal. Yo quiero mucho a san José,
porque es un hombre fuerte y de silencio y en mi escritorio tengo una imagen de san José durmiendo y
durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo, lo sabemos. Y cuando tengo un problema, una
dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José, para que lo sueñe. Esto significa para
que rece por ese problema».
Queridas hermanas, a Jesús, María y José, también confiamos la CG XXIV que se acerca, con la
certeza de que sucederá lo que el Señor ha planeado para nosotras. Permanecemos en comunión, en
oración recíproca, encomendándonos a Aquel que fue el custodio de la vida de María y de Jesús.
Con verdadero cariño fraternal, un fuerte abrazo,
Sr. Alaide Deretti
Consejera para las Misiones