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La luz mala
La luz mala es uno de los mitos más famosos de
los folclores de Argentina y Uruguay.Algunos le decian la leyenda de la luz buena, también
conocida como, el fantasma dentro del farol, Consiste en la aparición nocturna de una luz
brillante que flota a poca altura del suelo. Esta puede permanecer inmóvil, desplazarse, o
en algunos relatos, perseguir a gran velocidad al aterrorizado observador. Muchas veces
aparece a una distancia cercana al horizonte. Esta leyenda es de vacas y animales
diferentes, cosas esenciales para que esta leyenda tenga vida.
Descripción y leyenda
Estas manifestaciones son muy temidas, "la leyenda de la luz mala" o también llamada "la
leyenda de la luz buena (preferible)" ya que se identifica comúnmente a la luz mala como
un «alma en pena», el espíritu de un difunto que no recibió sepultura cristiana. Ante un
encuentro, se recomendaba popularmente decir una oración y luego morder la vaina del
cuchillo; como último recurso, se las debía enfrentar con un arma blanca, ya que las armas
de fuego resultaban inefectivas.
En el noroeste argentino también se le da el nombre de luz mala al «farol de mandinga»,
fosforescencia que suele verse en cerros y quebradas durante los meses más secos,
después de ponerse el Sol. Se asegura que el farol de Mandinga aparece en lugares en
los que hay enterrados tesoros de oro y plata, y que la luz es el espíritu del antiguo dueño
tratando de alejar del lugar a los extraños. La tradición dice que el 24 de agosto (día
de San Bartolomé) estas luces son más brillantes por influencia del Satanás, ya que es el
único día del año en que este se libra de la vigilancia de los ángeles, y aprovecha para
atraer las almas.
Mandinga (mitología) es el nombre que recibe la representación
del diablo en algunas regiones de Sudamérica, al aparecer como un ser
humano normal o casi normal, con la intención de presentarse una apariencia más
amigable. De esta manera, según el mito, podría lograr tentar más fácilmente a las
personas. A pesar de ello la creencia afirma, también, que al alejarse deja un
característico olor a azufre, que denota su presencia.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que la superstición les ha
producido. Los pocos que observan bajo la luz siempre han encontrado objetos metálicos
o alfarería indígena. Ésta al ser destapada se dice que despide un gas a veces mortal para
el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir el objeto
encontrado, o hacerlo cubriendo nariz y boca con un pullo (manta gruesa de lana) o con
un poncho.
Cuenta Hipólito Marcial Rojas ((Concepción, Corrientes, Argentina, 22 de agosto de 1877 -
Formosa, Formosa, Argentina, 8 de octubre de 1952) fue un farmacéutico, médico, político, y
cuatro veces concejal mayoritario por la Unión Cívica Radical, en Formosa. ) que: «La luz
blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y
al otro día ir a cavar(...) va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario,
se dice que es luz mala, tentación del diablo».
La explicación científica
En la actualidad se acepta que el mito tiene su origen en el fenómeno real del fuego fatuo,
fosforescencia producida por la descomposición de materias orgánicas sobre el suelo o
enterradas a poca profundidad.
2. También puede ser la resultante del reflejo de la luz de la Luna en los huesos de vacas
muertas en el campo. Al reflejarse en el medio de la noche produce un efecto de luz que
es interpretado por la gente de los alrededores como algo míst ico, que termina siendo
refutado al llegar al lugar de la luz. Normalmente la gente se aleja o realiza ritos populares
evitando acercarse. Además no es el mismo el efecto que se produce a distancia, por lo
que a medida que uno se acerca puede que la reflexión se vea de manera distinta. Los
lugareños al acercarse veían el animal ya sin vida, cuya muerte era atribuida a la luz mala,
he aquí el por qué de la imagen siniestra de tal acontecimiento.
En algún caso puntual puede explicarse como avistamientos de rayos globulares.
Un fuego fatuo (en latín ignis fatuus) es un fenómeno consistente aparentemente en
la inflamaciónde ciertas materias (fósforo, principalmente) que se elevan de las sustancias
animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a
poca distancia de la superficie, se encuentran en los lugares pantanosos y en los cementerios.
Son luces pálidas que pueden verse a veces de noche o al anochecer. Se dice que los fuegos
fatuos retroceden al aproximarse a ellos. Existen muchas leyendas sobre ellos, lo que hace que
muchos sean reacios a aceptar explicaciones científicas, ya que desde antaño las personas
han tenido este fenómeno como el alma de un ser fallecido.
LA LUZ MALA
UNO SIEMPRE TIENE QUE ESTAR PREPARADO
PARA TODO.....UNO NUNCA SABE QUE LE
DEPARA EL DESTINO....ASI QUE HOY NOS
VAMOS A PREPARAR PARA CONOCER Y
DEFENDERNOS DE LA LUZ MALA....
AHIJUNA....CANEJO.....CHA PA TRA
DEMONIOOO.
3. La Luz Mala, Fuego Fatuo, o Farol de Mandinga es una de las creencias
populares más arraigadas en el norte argentino. Finalizada la conquista
territorial y espiritual de esta parte de América a mano de los españoles, las
huellas que dejaron son indelebles, y este se verifica en la conformación de
muchas leyendas que circulan aún la actualidad. En cuanto a la Luz Mala,
dicen se trataría de antiguos tesoros en oro y plata perdidos por los
conquistadores, cuando fueron asesinados en emboscadas por los nativos.
Esos bienes se enterraron producto de la erosión, o simplemente fueron
escondidos por sus dueños, cuya ubicación algunos afirman conocer,
tejiéndose cuentos del tío victimando a cándidos paisanos. En el noroeste
argentino, afirman que las luces son los brillos del metal dirigidos por las almas
de sus antiguos dueños, que intentan atemorizar a quien acierta a pasar por el
lugar donde está ubicado. Se afirma que el día de San Bartolomé (fecha en que
el diablo no tiene la vigilancia de los ángeles) es el propicio para descubrir el
lugar de ubicación de un "Tapado" (Tesoro) Ese día Satán busca almas
ingenuas que se aventuren movidos por la codicia a esos lugares.
Indudablemente el miedo a la muerte, y la concepción religiosa del mal,
generan en la intimidad del pensamiento estas fabulaciones.
En nuestra provincia, esos avistamientos de luces serían almas en pena, que
buscan contar sus cuitas a quien quiera escucharlos, pidiendo eleven oraciones
que ayuden a obtener el perdón divino. Por supuesto que producen terror a
quien la divisa. En las regiones central y sur del Chaco son moneda corriente
las historias de apariciones de Luces Malas. Incluso yo he tenido la oportunidad
de observar su presencia, de distintas formas, experiencia que resume todo lo
referente a esta creencia. Es decir nunca fui molestado, ni observé extrañas
formas o ruidos. Escuché relatos de golpizas, de asustar cabalgaduras, de
frenar violentamente los biciclos, y floridas especulaciones respecto de
contratiempos sufridos a causa de la luz. Quizá se deba a algún sentimiento de
culpa muy íntimo, que actuó sobre la psiquis del paisano instalándose en su
sector consciente, una ficticia experiencia de castigo por la falta que carga.
La explicación más corriente a este fenómeno real, es el de creer que se trata
de gases fosforescentes generados por la descomposición de huesos o
metales nobles. Serían gases con esa propiedad física, que por tener una
densidad distinta al aire que lo contiene no adopta su forma, aglutinándose en
forma de bolas, y por su peso específico infinitesimalmente distinto al aire de la
atmósfera, serían movidos por la menor brisa. Nuestro organismo no siempre
percibe el movimiento de la masa de aire, lo que explicaría el movimiento de
traslación del fenómeno. También nuestro territorio fue surcado por españoles
portadores de cargamentos de metales preciosos traídos del sur del Imperio
Inca. Además podría haber acumulación de huesos de animales producto de
sequías, o de cementerios de nativos. Todas especulaciones de dan fuerza a la
creencia de la descomposición de estos elementos, como generadoras de la
Luz Mala.
4. Interpretación de la aparición de una "Luz Mala" a una pareja de jóvenes en la campiña
chaqueña realizada por el dibujante saenzpeñense Jorge Alberto París. La sorpresiva
presencia de una fuente de luz produce miedo, disparando la febril mente asustada hacia
interpretaciones místicas del fenómeno natural.
Extensos paisajes de nuestro país dan a quienes habitan el campo la
posibilidad de vivir en paz y armonía, en las “soledades” de sitios donde el
tiempo es más lento y la vida es felizmente intrascendente. Quizá por eso las
tradiciones religiosas, velorios y supersticiones hacen a la monótona vida del
gaucho un poco más divertida.
Y así el hombre de campo se inquieta y preocupa por la luz mala, también
conocida como “farol de mandinga” o “farol del diablo”. Se trata de fuegos
fatuos, “la inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias
animales o vegetales en putrefacción, que forman pequeñas llamas que se ven
andar por el aire (…) especialmente en pantanos o cementerios”, según la Real
Academia Española.
Pero ningún genuino hombre de campo haría caso a definiciones científicas,
cuando se puede vivir aterrado por la luz mala. Y no es para menos, si se trata
de un alma en pena de un difunto abandonado, que emerge al mundo de los
vivos clamando justa venganza, porque sólo las ánimas que murieron en mala
ley vagan en reclamo de justicia.
El gaucho ignoraba su origen, la consideró sobrenatural y le dio el nombre de
“luz mala”, creyendo que era un ánima en pena. Según las creencias, se trata
del espíritu de un difunto que murió injustamente o que reclama por haber sido
enterrado en el cementerio.
Y no es para menos: antes, los difuntos solían ser velados en sus casas y
enterrados en la Iglesia del pueblo. ¿Cómo no salir “embuchao” si a uno lo
entierran en el deshonroso cementerio?
Así como los hombres que han engañado a sus difuntos amores deben
5. cuidarse de la Viuda Negra, el gaucho debería temer al “farol de mandinga” si
tuvo algo que ver con muertes injustas, o bien si tenía relación con un difunto
que todavía no purgó sus penas.
Personajes cotidianos de la vida rural, como esos hombres de avanzada edad
que cuentan historias en los fogones, siempre llevan consigo alguna anécdota
en la cual se las tuvieron que ver con la luz mala, algún “trance fiero” del cual
se puede salvar -y vaya tomando nota- con la promesa de prenderle una vela a
su memoria.
El escritor Juan B. Ambrosetti explica en su libro Supersticiones y Leyendas
que el día propicio para ver la luz mala es el 24 de agosto. En este día, que es
el de San Bartolomé, el haz de luz que se desprende del suelo parece estar
más brillante que de costumbre.
Expertos aseguran que ese día la influencia maligna causa estragos y por eso
el brillo, porque ese día es el único en el año en que el mismísimo Lucifer está
libre de los detectives celestiales y sale a armar lío e infundar el temor de
todos, con total impunidad.
En general nadie se anima a cavar donde sale la luz mala por el miedo que
esta superstición infunde en las personas. Los pocos valientes que se
animaron a hacerlo, siempre encontraron objetos metálicos o alfarería indígena
- muchas veces urnas funerarias con restos humanos-, lo que aumentó el
terror. Y como al cavar debajo de la luz se desprende un gas a veces mortal, se
recomienda hacerlo con un poncho o alguna manta gruesa de lana, para que
no respirar el olor.
Inclusive, una pequeña ayuda de un texto de Hipólito Marcial ayuda a la tarea
de sacar la luz del diablo de la tierra: "La luz blanca que aparece en la falda del
cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar...
va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que
es luz mala, tentación del diablo".
Fuente: http://www.minutouno.com/1/hoy/article/84532-Leyendas-urbanas la-luz-mala,-¿almas-en-
pena en-los-campos/
¿Qué se debe hacer para librarse de la luz mala?
Fácil, rezar y sacar de nuestro cinturón la vaina
del cuchillo y morderla, dicen.