El documento presenta tres mitos y leyendas del noroeste argentino. El primero habla sobre la leyenda de La Telesita, una joven que bailaba sola en las fiestas hasta que murió quemada. Su recuerdo se perpetuó en el baile que lleva su nombre. El segundo relata la leyenda de la Salamanca, una cueva habitada por Súpay y sus adeptos donde se realizan pactos con el diablo. Por último, describe el mito de la "luz mala", un fuego fatuo que se cree es el alma
2. Cuenta la leyenda que vivía en la espesura del monte, del
cual salía al escuchar los acordes melodiosos de la música.
Sola, descalza y desgreñada llegaba y se ponía a bailar.
Bailaba sola, embriagada en el delirio de la danza. Al
amanecer partía siempre sola, rumbo a su monte familiar.
En una fiesta no apareció. Los paisanos extrañados
salieron en su búsqueda. Sólo encontraron su cuerpecito
calcinado por las por las llamas.
Murió joven, casi una. Y desde ese día los paisanos la
recordaban en todas sus fiestas. La recordaban de la
manera que a ella le gustaba: bailando y cantando,
disfrutando de la vida. ¡Quién sabe cómo nació su culto...!
Tal vez por casualidad, tal vez fue el destino, pero el
pedido se cumplió.
Y poco a poco el baile fue tomando su nombre. Y había
más gente que pedía. Que pedía lluvia, que pedía
encontrar un animalito perdido, pedía por su salud
deteriorada, pedía todo en el fragor del baile. Del baile
mágico, porque tiene un toque cabalístico, ya que el
promesante debe bailar siete chacareras y tomar él y su
compañera, después de cada vuelta, una copa de vino o
licor, que si llegara a sobrar los únicos que pueden beberla
son los músicos. Finalizado el baile se quema un muñeco
de paja que la representa, y que durante toda la fiesta
está colgado en el alero del rancho, con una cortinita
blanca detrás. Y aquí nuevamente están presentes los
símbolos: el blanco de su pureza y virginidad; el fuego: su
martirio, su purificación y a la vez el elemento que la
deificó en la creencia.
LA TELESITA
Xilografía de Nelly Orieta
6. Súpay y sus adeptos viven en la Salamanca. Esta es una
cueva que esta en la espesura del monte , allí donde se pierde
la orientación y el monte parece igual en todos los sentidos.
Tiene una entrada secreta, semioculta entre las breñas,
guardada por feroces animales.
Hemos podido recoger dos versiones de la Salamanca: una
que suponemos es de origen hispano-aborigen, y otra que
podríamos llamar oriental, que las cuenta Alberto Gerchunoff
en su obra “Fábulas del antiguo Tucumán”. La primera dice:
que a la cueva de la Salamanca van quienes quieren hacer un
pacto con el Diablo. Pero Súpay solo acepta a los mas fuertes
y corajudos, y es por eso que les impone a los iniciados una
serie de pruebas. En ellas probarán su apostasía (deben
escupir a Cristo y cachetear a la Virgen), su coraje (no deberán
sentir miedo mientras dure la iniciación) y su habilidad y
destreza física. Si el aprendiz de brujo logra superar todas
estas pruebas, recién podrá conocer los secretos de la magia
negra y por ende tendrá poder y riqueza. En la Salamanca se
vive un eterno jolgorio .Las brujas y brujos se regodean allí en
lujurioso frenesí. Allí se canta, se baila, se encuentra toda
clase de placer, allí donde no hay que temerle a víboras,
arañas, ni sapos, y donde hay un constante sonar de música.
En ella se da la eterna lucha por lograr su finalidad, aún
cuando pueda perecer en el camino. Llegar al centro del
laberinto tiene su premio: la sabiduría y el poder eterno. Pero el
camino no es fácil, está plagado de acechanzas. Y ese centro
mítico tiene dos versiones: puede ser la Salamanca, donde lo
esperará el Diablo, o puede ser el Paraíso, morada celeste de
Dios
La Salamanca
Xilografía de Nelly Orieta
11. La "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se
extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre
las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala,
Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los
últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la
noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego
fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas
conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los
lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es
cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que,
por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente
estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales
y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y
leyendas").
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto
que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les
ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz
siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces
urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser
destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los
lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo
- manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser
respirado.
Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del
cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a
encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz
mala, tentación del diablo".
Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante
progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la
juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.-