2. de una cantidad de países diferentes. Mire lo que es el mapa de Centroamérica, por ejemplo,
¿no? Son pueblos que hablan la misma lengua, la misma cultura y están divididos en cantidad de
naciones diferentes, divididas y enfrentadas entre sí. Pero el inicio de todo, la razón por la cual estos
territorios no lograron los niveles de desarrollo que logró – por ejemplo – Estados Unidos o Canadá…
- ¿Usted ve en ese origen histórico a nuestra realidad económica?
- No cabe duda. Por supuesto, no es el único factor. Insisto mucho en esto porque tenemos el mal hábito
– y sobre todo mi generación, la generación anterior a la mía fue muy responsable de esto, de echarle
siempre la culpa a los demás: “somos subdesarrollados porque los imperialistas nos chupan la sangre”,
“Las Venas Abiertas de América Latina”, en parte es cierto y en parte no. También a nosotros nos ha
faltado capacidad y bueno, no quiero decir inteligencia, pero nos han faltado determinadas virtudes
como para lograr superar esas limitaciones. No olvidemos que lo que tenemos hoy en día es que somos
herederos del coloniaje español, como si tuviera las manos atadas por un sistema nefasto.
- ¿Las bases económicas ya eran muy endebles en ese momento en comparación con Estados Unidos?
- Lógico. ¿De qué vivía la población americana en el tiempo del coloniaje? Se vivía de exportar carnes y
cueros en estas zonas. En los lugares donde había metales preciosos, se exportaban o se exportaba otro
tipo de materias primas. Entonces, no podemos extrañarnos que – hoy en día – seamos lo que se ha
dado en llamar subdesarrollados. O sea, países que no tienen su propia autonomía industrial que les
permita sobrevivir al margen de las grandes potencias.
- En más de una instancia por estos días se festeja o se trata en España el tema del bicentenario, con una
impronta donde no se ve que las colonias se rebelaron contra España, sino como un hecho donde
ambas partes tuvieron incidencia…
- Hay una cosa que no se puede perder de vista. El proceso revolucionario en América Latina estalla por
la disconformidad que había respecto al sistema de monopolio. El problema no era con España, el
problema era con el sistema colonial, con el sistema de monopolio. Y eso está clarísimo. Si España
hubiera tenido una actitud un poco más abierta, un poco más flexible, muy posiblemente se hubiera
prolongado mucho más el coloniaje, como se prolongó el coloniaje inglés en algunas de sus colonias,
que lograron su independencia después de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, cuando a ti te están
coartando tus posibilidades de desarrollo comercial, máxime cuando los criollos van tomando
conciencia de que España no produce nada y que es una mera intermediaria, recibe las materias
primas de América, las vende a Inglaterra o a Francia – que son los países industriales – compra los
productos industrializados y los revende con ganancia. Entonces, ¿para qué necesitamos ese
intermediario? Nos entendemos directamente con la metrópoli - en este caso con Inglaterra o con
Francia – y vamos arriesgando. Cuando los criollos comienzan a ser concientes de eso es cuando
sienten que esta gente nos está explotando, nos está chupando la sangre. Y ahí empieza la revolución.
O sea, cualquier interpretación que no admita ese hecho – a mi juicio – es equivocada.
- ¿Dónde se encontraba San Martín en este periodo?
- San Martín estaba en España peleando. Una cosa que llama bastante la atención es que San Martín
estuvo muy pocos años en la Argentina. Él viaja a Europa con su familia cuando es un niño, hace toda su
carrera militar en España, vuelve en 1812 y se vuelve a ir – definitivamente – en el ‘22 o ‘23 – no recuerdo
exactamente – y no vuelve más. Es decir, vuelve en el ‘29 pero – ni siquiera – se baja del barco. Pasa un
aviso desde Montevideo, llega a Buenos Aires y – dado que tiene un prestigio tan bien ganado, tan justo
y tan grande – todas las partes que estaban enfrentadas en ese momento: unitarios, federales, etc.
hablaron con San Martín para intentar ponerlo de su lado. Yo creo que es el personaje más admirable de
América Latina.
- ¿Por qué?
- Porque no tiene ambiciones personales. Así como Bolívar es un hombre con un ego impresionante, lleno
de ambiciones, con gestos monárquicos – también San Martín los tenía, pero por causas diversas. San
Martín fue lo más republicano que se podía pedir. Lo que pasa es que había visto el horror de lo que era
la guerra civil en España y pensaba que tenía que haber un gobierno relativamente fuerte para debilitar
ciertos excesos. Pero su carácter es austero. Como militar es extraordinario. Como político no es tan
lúcido, porque no le interesa. Su obsesión es terminar con el dominio español. ¿Dónde está el centro del
poder español? Está en Lima. Bueno, ahí me voy. Cruzo Los Andes – en una hazaña militar impresionante
– libero Chile, venzo a los españoles y me quedo en Lima. ¡Y se acabó el coloniaje! Y cuando viene
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