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ESTRUCTURALISMO LATINOAMERICANO
DEFINICION.El Estructuralismo es una tendencia filosófica que cobró auge en la década de los
50 .Se trata de un "estilo de pensar" que reúne autores muy diferentes que se
expresan en los más diversos campos de las ciencias humanas, tales como la
antropología , la crítica literaria , el psicoanálisis freudiano, la investigación
historiográfica, o en corrientes filosóficas específicas como el marxismo.
Elestructuralismo viene a establecer la lógica de las formas culturales en sus
determinaciones de evolución natural dentro de cada sociedad

PRINCIPALES LINEAS DEL PENSAMIENTO ORIENTADAS AL DESARROLLO
Los estructuralistas se interesan por el sistema económico en su conjunto,
explicando la falta de desarrollo de la región por problemas estructurales (de toda
la economía) y proponiendo ciertas reformas para cambiar la situación de los
países de América latina. Esta corriente se desarrolló sobre todo después de la
segunda guerra mundial, cuando los problemas de América Latina se agudizan
por el propio funcionamiento del sistema capitalista.
Aunque hay muchas concepciones diferentes entre los economistas
estructuralistas, todos ellos están de acuerdo en que hay varias esferas en que la
economía necesita cambios estructurales. Estos cambios son:
• la distribución de las tierras, de tal manera que no existan latifundios ni
minifundios, sino explotaciones de tamaño medio que permita un buen
funcionamiento de la agricultura y por tanto, de toda la economía.
• La producción y comercialización de productos agrícolas, de tal manera que no
haya monocultivos o mono exportaciones, sino que haya una auténtica
diversificación tanto de la producción como del comercio con varios países.
• La distribución del ingreso que beneficie a la mayor parte de la población,
tratando de acabar con la concentración del ingreso y con la injusta distribución
del mismo, que obstaculiza el proceso de acumulación de capital y la formación de
un mercado interno fuerte.
• Se debe modificar también la estructura de la economía internacional,
especialmente el comercio y las finanzas, para que su funcionamiento no sólo
beneficie a los países industrializados sino también a los países de Latino
América.
FUENTES IDEOLÓGICAS O DOCTRINAS FILOSOFICAS
Ferdinand de Saussure da varios aportes valiosos para la teoría del
estructuralismo, ya que obtenemos simulacros los cuales son los modelos
estructurales que intentan describir las reglas inconscientes de las normas
sociales. En el enfoque del estructuralismo se considera que es necesario
construir “simulacros...
ESCUELAS O MODELOS
Vamos a considerar tres grandes escuelas de pensamiento. Aunque en parte se
superponen en el tiempo, en no poca medida representan tres momentos
diferentes en la evolución del pensamiento económico latinoamericano. En los
años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial,y bajo el liderazgo del
economista argentino Raúl Prebisch y la influyente CEPAL (Comisión Económica
para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas), se funda la escuela
estructuralista. Más adelante, en las décadas de 1960 y 1970 los investigadores
latinoamericanos participan activamente en la escuela dependentista. En tiempos
más recientes, desde la década de 1990 hasta la actualidad, la refundación del
estructuralismo conduce a la emergencia de la escuela neo-estructuralista.
Estas tres escuelas difieren entre sí en diversos aspectos, pero tienen en común
un punto importante. En todas ellas, la globalización ocupa un papel central. En
todas ellas, el mundo consta de un centro y una periferia cuyas evoluciones
económicas se encuentran vinculadas.
En todas ellas, finalmente, se dedica un amplio espacio a reflexionar sobre las
políticas públicas que en Mayor medida favorecen el desarrollo de los países
latinoamericanos. Por ello, estudiar la historia del estructuralismo, el
dependentismo y elneo-estructuralismo es más que una tarea de anticuario. Se
trata de unaaproximación histórica a dos temas clave en la agenda del desarrollo
acomienzos del siglo XXI: ¿cuáles son las implicaciones de la globalización para el
desarrollo de los países en vías de desarrollo?, y ¿qué deberían hacer los
gobiernos de estos países al respecto?
El estructuralismo es la primera escuela de pensamiento específicamente
Latinoamericana. Por supuesto, ya hay economistas en América Latina antes de
la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no forman una escuela, y menos
Una escuela con un pensamiento distintivo y orientado de manera específica
hacia la realidad latinoamericana. El estructuralismo surge en los años posteriores
al final de la Segunda Guerra Mundial. Merece la pena comprender el contexto en
el que lo hace. Cuando a finales de la década de 1940 comienza a hablarse de
primer, segundo y tercer mundo, está claro que los países latinoamericanos
pertenecen a este último. No están tan atrasados como la mayor parte de países
asiáticos y africanos, pero aún son mayores las diferencias que losseparan de
Europa y América del Norte. Desde su independencia a comienzosdel siglo XIX,
las economías latinoamericanas han venido buscando undesarrollo guiado por las
exportaciones de productos primarios. Su éxito a lolargo del siglo XIX y hasta la
primera guerra mundial ha sido sin embargomodesto. En general, las
exportaciones de unos pocos productos primarios hanalimentado un crecimiento
económico más intenso que el del periodo colonial,pero las exportaciones no han
crecido tanto como en otros países decondiciones similares (Canadá, Australia), ni
tampoco han generadoencadenamientos notables con el sector no exportador.
Más adelante, a lolargo del periodo de entreguerras, las economías
latinoamericanas han sufridocomo consecuencia de la inestabilidad de la
economía mundial y los efectosglobales de la gran depresión. Dependientes de la
globalización para encontrarmercados para sus exportaciones y para absorber
capitales que cubran labrecha fiscal de sus gobiernos, las economías
latinoamericanas se venprofundamente sacudidas por la crisis global. 6 La
vulnerabilidad económica deuna región que siempre mantuvo un grado de
apertura comercial superior a lamedia mundial se hace evidente. Comienza a
cundir un sentimiento recelosode la globalización.
Si los países se especializan en esos sectores, los recursos de la economía
mundial serán asignados de manera eficiente y, a través del comercio
internacional, los consumidores de todos los países tendrán acceso a un mayor
volumen de bienes de lo que habría sidoposible en condiciones de autarquía.
Estados Unidos o Alemania), existe en 1945 un consenso teórico sobrelas virtudes
del comercio libre y los males de aquellas medidas encaminadas aentorpecerlo.
Para Prebisch, el problema central de las economías latinoamericanas es su
Heterogeneidad estructural: en ellas conviven sectores de productividades muy
diferentes. Junto a unos pequeños brotes de industria intensiva en capital
yaltamente productiva, junto a algunas explotaciones agrarias de rasgossimilares y
orientadas hacia la exportación, convive un amplio sector de agricultura tradicional
orientada hacia el mercado interno: una agricultura muyintensiva en mano de obra
y cuya productividad es bastante reducida. Para
Prebisch, esta heterogeneidad estructural marca la trayectoria económica de
América Latina. Como los vínculos entre los sectores económicos son débiles,
se demuestra difícil que el progreso de los sectores líderes se transmita al resto
de sectores. Esto no sólo dificulta el crecimiento económico, sino que también
genera la desigualdad que caracteriza a América Latina. Como la población se
ocupa en empleos con productividades muy diferentes entre sí, también existe
una diferencia fuerte entre los salarios que perciben unos y otros grupos
sociales.
Prebisch examina lo que ocurre cuando una economía de estas
características entabla relaciones comerciales con una economía ya
desarrollada, que ha logrado ya un cierto grado de homogeneización de su
estructura productiva. Prebisch emplea el término “periferia” para referirse a la
primera y “centro” para referirse a la segunda. Sus diferencias van más allá de
una diferencia cuantitativa en niveles de renta. Hay diferencias cualitativas,
estructurales, entre centro y periferia. Primero, los productores del centro,
organizados en empresas monopolísticas u oligopolísticas, a menudo gozan de
poder de mercado, mientras que los productores de la periferia tienden más
bien a ser precioaceptantes
(como bien se ha comprobado durante los duros
años de la gran depresión y la contracción del comercio global de productos
primarios). Segundo, en la periferia continúa habiendo mano de obra excedente
(es decir, mano de obra subempleada y cuya productividad marginal tiende a
cero), mientras que en el centro el propio proceso de desarrollo ha ido
eliminándola. Tercero y último, la mano de obra del centro está organizada en
sindicatos, mientras que la mano de obra de la periferia no.
Estas tres diferencias estructurales explican, según Prebisch, que las
ganancias de productividad asociadas al comercio internacional se distribuyan
de manera desigual entre centro y periferia. Prebisch no discute que existan
tales ganancias de productividad, al estilo de Ricardo. Prebisch más bien
indaga en el modo de distribución de dichas ganancias, y llega a conclusiones
diferentes a las de Ricardo. Según Prebisch, cuando centro y periferia
comercian, la mayor parte de las ganancias de productividad son apropiadas
por las empresas y los trabajadores del centro. Como las empresas del centro
gozan de poder de mercado, no se ven forzadas a rebajar sus precios al
compás del aumento de la productividad, como sí deben hacer las empresas
de la periferia con objeto de competir contra sus rivales. Una parte de esas
ganancias de las empresas del centro son beneficios para sus propietarios, y
otra parte va a los trabajadores de dichas empresas. Como estos trabajadores
están sindicados, consiguen con mayor facilidad que los de la periferia que las
ganancias de productividad de sus empresas tengan efecto sobre sus salarios.
Además, como en el centro ya se ha agotado la mano de obra excedente, los
sindicatos gozan de una buena posición negociadora para lograr estas alzas
salariales. En la periferia, en cambio, la persistencia de mano de obra
excedente, dispuesta a trabajar por salarios de subsistencia, y el escaso
desarrollo del movimiento sindical debilita la posición negociadora de los
trabajadores. El resultado es que las empresas y trabajadores del centro se
benefician más de todos aquellos cambios globales que provoquen un aumento
de la productividad, ya sea la difusión de una nueva tecnología o el
establecimiento de nuevas redes comerciales entre centro y periferia.
Esta sombría visión de lo que el comercio internacional puede aportar al
desarrollo de la periferia se ve completada en Prebisch por su famosa tesis
sobre el deterioro de los términos de intercambio de los países exportadores de
productos primarios. (En realidad, esta tesis fue desarrollada también, de
manera paralela e independiente, por otro economista, Hans Singer.) Según
Prebisch, las economías exportadoras de productos primarios se enfrentan a
una tendencia problemática: la demanda de tales productos es poco elástica al
aumento de la renta. En los inicios del desarrollo de los países desarrollados,
los consumidores de estos países destinan buena parte de sus ganancias de
renta a comprar más, mejores y más variados productos primarios. Sin
embargo, conforme los países entran en etapas maduras de su desarrollo, sus
consumidores alcanzan niveles nutritivos satisfactorios y comienzan a destinar
sus ganancias de renta a otro tipo de productos, por ejemplo productos
industriales como coches o electrodomésticos. La combinación de estas dos
tendencias, una demanda de productos primarios que va desinflándose y una
demanda de productos industriales que va creciendo, hace que el cociente
entre el precio de los productos primarios y el precio de los productos
industriales tienda a caer. Se deterioran los términos de intercambio para los
países exportadores de productos primarios (por lo general, la periferia),
mientras mejoran para los países exportadores de productos industriales (por lo
general, el centro). Una nueva llamada al escepticismo en relación al comercio
internacional y su efecto sobre el desarrollo de la periferia.
El enfoque de Prebisch inspira a numerosos economistas
latinoamericanos y sirve de punto de partida para la escuela estructuralista.
Pronto la crítica de Prebisch es completada con la crítica tradicional a Ricardo:
la crítica realizada por FriederichList. Según List, Ricardo sólo ha analizado los
efectos estáticos del comercio. 10 Para List, sin embargo, pueden ser aún más
importantes sus efectos dinámicos: ¿qué tipo de repercusiones tiene el
desarrollo del sector exportador sobre el resto de la economía? Pronto la
CEPAL articula una idea en la que mucha gente está pensando de manera
Intuitiva: mientras la globalización y la estructura de las ventajas comparativas
TUTORES MÁS IMPORTANTES.-

Destacados autores latinoamericanos aplicaron ese enfoque metodológico en
distintas épocas y a temas claramente distintos. El mismo Prebisch, a quien se
deben contribuciones de gran importancia en la teoría del desarrollo económico en
los cincuenta, hizo aportes relevantes en décadas posteriores en temas de orden
social. Autores tan diversos como Furtado, Fajnzylber, Medina Echavarría, Ron
Sprout, Ferdinand de Saussure, Di Filippo y Cristóbal Kay lo utilizaron y
consolidaron su desarrollo. Este enfoque disciplinario, como otros casos
destacados en la economía y otras ciencias, surgió de contribuciones
independientes, no coordinadas de antemano, y resultó en una profunda
interacción
entre
numerosos
científicos.
El creciente pesimismo de Furtado --que lo conduce a considerar el crecimiento
como "un mito"-- le ocasiona una severa crisis intelectual en los setenta. El
escepticismo lo abruma. Y deja de considerar que "la dependencia" suministra
recursos o rumbos para abandonar el subdesarrollo (p. 89); constituye, a lo sumo,
un diagnóstico de América Latina como parte y parcela de un sistema neoimperial
de dominación. Pero "el dependentismo" no ofrece soluciones, o son pocos los
que
realmente
se
inclinan
a
jugarse
por
las
que
insinúa.
Los aportes de Ron Sprout, Di Filippo y Cristóbal Kay.- aluden a facetas
particulares del estructuralismo, como el deterioro secular de los precios del
intercambio (noción prebischiana válida a corto plazo para algunos países como la
Argentina, pero equívoca a largo plazo y para economías agrícolas --como la
australiana-- que han encarado reformas de propiedad y revoluciones técnicas en
el campo); la percepción del "excedente" como mecanismo amplificador de la
heterogeneidad estructural; los elementos neomarxistas que gravitaron en
Prebisch al formular una utopía socialdemócrata hacia el final de sus días y las
potencialidades del "neoestructuralismo" para corregir tanto los defectos de la
doctrina precedente como los abusos del neoliberalismo. Sólo la monografía de
Edgar Dosman y de David Pollock aborda un tema genérico, directamente
vinculado a la biografía intelectual e institucional de Raúl Prebisch. Justifica
comentarla brevemente

Ferdinand de Saussure con su libro “Curso de Lingüística general” da varios
aportes valiosos para la teoría del estructuralismo, ya que a partir de su obra
obtenemos simulacros los cuales son los modelos estructurales que intentan
describir las reglas inconscientes de las normas sociales. En el enfoque del
estructuralismo se considera que es necesario construir “simulacros...
Vamos a considerar tres grandes escuelas de pensamiento. Aunque en
parte se superponen en el tiempo, en no poca medida representan tres
momentos diferentes en la evolución del pensamiento económico
latinoamericano. En los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial,
y bajo el liderazgo del economista argentino Raúl Prebisch y la influyente
CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones
Unidas), se funda la escuela estructuralista. Más adelante, en las décadas de
1960 y 1970 los investigadores latinoamericanos participan activamente en la
escuela dependentista. En tiempos más recientes, desde la década de 1990
hasta la actualidad, la refundación del estructuralismo conduce a la emergencia
de la escuela neoestructuralista.
Estas tres escuelas difieren entre sí en diversos aspectos, pero tienen
en común un punto importante. En todas ellas, la globalización ocupa un papel
central. En todas ellas, el mundo consta de un centro y una periferia cuyas
evoluciones económicas se encuentran vinculadas. En todas ellas, finalmente,
se dedica un amplio espacio a reflexionar sobre las políticas públicas que en
mayor medida favorecen el desarrollo de los países latinoamericanos. Por ello,
estudiar la historia del estructuralismo, el dependentismo y el
neoestructuralismo es más que una tarea de anticuario. Se trata de una
aproximación histórica a dos temas clave en la agenda del desarrollo a
comienzos del siglo XXI: ¿cuáles son las implicaciones de la globalización para
el desarrollo de los países en vías de desarrollo?, y ¿qué deberían hacer los
gobiernos de estos países al respecto?
II
El estructuralismo es la primera escuela de pensamiento específicamente
latinoamericana. 4 Por supuesto, ya hay economistas en América Latina antes
de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no forman una escuela, y menos
una escuela con un pensamiento distintivo y orientado de manera específica
hacia la realidad latinoamericana.
El estructuralismo surge en los años posteriores al final de la Segunda
Guerra Mundial. Merece la pena comprender el contexto en el que lo hace.
Cuando a finales de la década de 1940 comienza a hablarse de primer,
segundo y tercer mundo, está claro que los países latinoamericanos
pertenecen a este último. No están tan atrasados como la mayor parte de
países asiáticos y africanos, pero aún son mayores las diferencias que los
separan de Europa y América del Norte. Desde su independencia a comienzos
del siglo XIX, las economías latinoamericanas han venido buscando un
desarrollo guiado por las exportaciones de productos primarios. Su éxito a lo
largo del siglo XIX y hasta la primera guerra mundial ha sido sin embargo
modesto. En general, las exportaciones de unos pocos productos primarios han
alimentado un crecimiento económico más intenso que el del periodo colonial,
pero las exportaciones no han crecido tanto como en otros países de
condiciones similares (Canadá, Australia), ni tampoco han generado
encadenamientos notables con el sector no exportador. 5 Más adelante, a lo
largo del periodo de entreguerras, las economías latinoamericanas han sufrido
como consecuencia de la inestabilidad de la economía mundial y los efectos
globales de la gran depresión. Dependientes de la globalización para encontrar
mercados para sus exportaciones y para absorber capitales que cubran la
brecha fiscal de sus gobiernos, las economías latinoamericanas se ven
profundamente sacudidas por la crisis global. 6 La vulnerabilidad económica de
una región que siempre mantuvo un grado de apertura comercial superior a la
media mundial se hace evidente. Comienza a cundir un sentimiento receloso
de la globalización. La región ha mantenido persistentemente grados de
apertura comercial superiores a la media mundial: ¿por qué no consigue
entonces dar el salto al desarrollo?
Los economistas latinoamericanos no encuentran respuesta a esta
pregunta en la economía de corriente principal. A comienzos del siglo XIX,
David Ricardo había culminado la tarea emprendida por Adam Smith: mostrar
las ventajas que el comercio internacional tenía para todas las partes
implicadas. Según Ricardo, cada país posee ventaja comparativa en alguna
producción. Incluso aunque sus costes de producción sean mayores en todos
los sectores, siempre habrá algunos en los que dichos costes sean al menos
comparativamente menos elevados. Si los países se especializan en esos
sectores, los recursos de la economía mundial serán asignados de manera
eficiente y, a través del comercio internacional, los consumidores de todos los
países tendrán acceso a un mayor volumen de bienes de lo que habría sido
posible en condiciones de autarquía. 7 A pesar de que este argumento ha
recibido importantes críticas teóricas (de la mano de Friedrich List, en
Alemania, y Alexander Hamilton, en Estados Unidos), y a pesar de que pocos
gobiernos se lo han tomado en serio (no desde luego los gobiernos de los
países de crecimiento económico más rápido a lo largo del periodo 18501913,
como Estados Unidos o Alemania), existe en 1945 un consenso teórico sobre
las virtudes del comercio libre y los males de aquellas medidas encaminadas a
entorpecerlo.
Este es el contexto intelectual en el que se origina el estructuralismo de
la mano de los influyentes trabajos del economista argentino Raúl Prebisch. 8
Para Prebisch, el problema central de las economías latinoamericanas es su
heterogeneidad estructural: en ellas conviven sectores de productividades muy
diferentes. 9 Junto a unos pequeños brotes de industria intensiva en capital y
altamente productiva, junto a algunas explotaciones agrarias de rasgos
similares y orientadas hacia la exportación, convive un amplio sector de
agricultura tradicional orientada hacia el mercado interno: una agricultura muy
intensiva en mano de obra y cuya productividad es bastante reducida. Para
Prebisch, esta heterogeneidad estructural marca la trayectoria económica de
América Latina. Como los vínculos entre los sectores económicos son débiles,
se demuestra difícil que el progreso de los sectores líderes se transmita al resto
de sectores. Esto no sólo dificulta el crecimiento económico, sino que también
genera la desigualdad que caracteriza a América Latina. Como la población se
ocupa en empleos con productividades muy diferentes entre sí, también existe
una diferencia fuerte entre los salarios que perciben unos y otros grupos
sociales.
Prebisch examina lo que ocurre cuando una economía de estas
características entabla relaciones comerciales con una economía ya
desarrollada, que ha logrado ya un cierto grado de homogeneización de su
estructura productiva. Prebisch emplea el término “periferia” para referirse a la
primera y “centro” para referirse a la segunda. Sus diferencias van más allá de
una diferencia cuantitativa en niveles de renta. Hay diferencias cualitativas,
estructurales, entre centro y periferia. Primero, los productores del centro,
organizados en empresas monopolísticas u oligopolísticas, a menudo gozan de
poder de mercado, mientras que los productores de la periferia tienden más
bien a ser precioaceptantes
(como bien se ha comprobado durante los duros
años de la gran depresión y la contracción del comercio global de productos
primarios). Segundo, en la periferia continúa habiendo mano de obra excedente
(es decir, mano de obra subempleada y cuya productividad marginal tiende a
cero), mientras que en el centro el propio proceso de desarrollo ha ido
eliminándola. Tercero y último, la mano de obra del centro está organizada en
sindicatos, mientras que la mano de obra de la periferia no.
Estas tres diferencias estructurales explican, según Prebisch, que las
ganancias de productividad asociadas al comercio internacional se distribuyan
de manera desigual entre centro y periferia. Prebisch no discute que existan
tales ganancias de productividad, al estilo de Ricardo. Prebisch más bien
indaga en el modo de distribución de dichas ganancias, y llega a conclusiones
diferentes a las de Ricardo. Según Prebisch, cuando centro y periferia
comercian, la mayor parte de las ganancias de productividad son apropiadas
por las empresas y los trabajadores del centro. Como las empresas del centro
gozan de poder de mercado, no se ven forzadas a rebajar sus precios al
compás del aumento de la productividad, como sí deben hacer las empresas
de la periferia con objeto de competir contra sus rivales. Una parte de esas
ganancias de las empresas del centro son beneficios para sus propietarios, y
otra parte va a los trabajadores de dichas empresas. Como estos trabajadores
están sindicados, consiguen con mayor facilidad que los de la periferia que las
ganancias de productividad de sus empresas tengan efecto sobre sus salarios.
Además, como en el centro ya se ha agotado la mano de obra excedente, los
sindicatos gozan de una buena posición negociadora para lograr estas alzas
salariales. En la periferia, en cambio, la persistencia de mano de obra
excedente, dispuesta a trabajar por salarios de subsistencia, y el escaso
desarrollo del movimiento sindical debilita la posición negociadora de los
trabajadores. El resultado es que las empresas y trabajadores del centro se
benefician más de todos aquellos cambios globales que provoquen un aumento
de la productividad, ya sea la difusión de una nueva tecnología o el
establecimiento de nuevas redes comerciales entre centro y periferia.
Esta sombría visión de lo que el comercio internacional puede aportar al
desarrollo de la periferia se ve completada en Prebisch por su famosa tesis
sobre el deterioro de los términos de intercambio de los países exportadores de
productos primarios. (En realidad, esta tesis fue desarrollada también, de
manera paralela e independiente, por otro economista, Hans Singer.) Según
Prebisch, las economías exportadoras de productos primarios se enfrentan a
una tendencia problemática: la demanda de tales productos es poco elástica al
aumento de la renta. En los inicios del desarrollo de los países desarrollados,
los consumidores de estos países destinan buena parte de sus ganancias de
renta a comprar más, mejores y más variados productos primarios. Sin
embargo, conforme los países entran en etapas maduras de su desarrollo, sus
consumidores alcanzan niveles nutritivos satisfactorios y comienzan a destinar
sus ganancias de renta a otro tipo de productos, por ejemplo productos
industriales como coches o electrodomésticos. La combinación de estas dos
tendencias, una demanda de productos primarios que va desinflándose y una
demanda de productos industriales que va creciendo, hace que el cociente
entre el precio de los productos primarios y el precio de los productos
industriales tienda a caer. Se deterioran los términos de intercambio para los
países exportadores de productos primarios (por lo general, la periferia),
mientras mejoran para los países exportadores de productos industriales (por lo
general, el centro). Una nueva llamada al escepticismo en relación al comercio
internacional y su efecto sobre el desarrollo de la periferia.
El enfoque de Prebischinspira a numerosos economistas latinoamericanos y sirve
de punto de partida para la escuela estructuralista.
Pronto la crítica de Prebisch es completada con la crítica tradicional a Ricardo:
la crítica realizada por FriederichList. Según List, Ricardo sólo ha analizado los
efectos estáticos del comercio. 10 Para List, sin embargo, pueden ser aún más
importantes sus efectos dinámicos: ¿qué tipo de repercusiones tiene el
desarrollo del sector exportador sobre el resto de la economía? Pronto la
CEPAL articula una idea en la que mucha gente está pensando de manera
intuitiva: mientras la globalización y la estructura de las ventajas comparativas
en el mundo continúen invitando a América Latina a ser una región exportadora
de productos primarios, América Latina se mantendrá en el atraso. ¿No hay, al
fin y al cabo, una conexión entre industrialización y desarrollo económico? ¿No
comparten todas las economías atrasadas el rasgo común de ser economías
predominantemente agrarias? Las señales de la globalización pueden conducir
a ganancias estáticas, pero sus efectos dinámicos sobre la trayectoria de
desarrollo de la periferia pueden ser temibles.
El enfoque estructuralista se desarrolla en la CEPAL, un organismo de
creación reciente libre de los efectos perniciosos del academicismo. Lo que los
economistas cepalinos persiguen es un análisis económico que pueda inspirar
el diseño de la política económica de los gobiernos latinoamericanos. El punto
central de las recomendaciones estructuralistas es la estrategia de
“industrialización por sustitución de importaciones” (ISI). Los gobiernos deben
levantar barreras arancelarias sobre las importaciones de productos
industriales. De ese modo, el espacio dejado libre por las importaciones será
cubierto por las industrias nacionales. Al fomentar el carácter industrial de la
estructura económica nacional, podrán obtenerse ganancias dinámicas que
estaban ausentes en condiciones de especialización agrícola. ¿Y si la iniciativa
privada no acude a la cita? Entonces, argumentan los estructuralistas, el
Estado debe fomentar la industrialización nacional a través de la formación de
industrias públicas. En general, los estructuralistas son partidarios de un
Estado activo en la consecución del desarrollo económico. En contra de la
visión clásica y neoclásica, según la cual el óptimo social se alcanza cuando el
papel del Estado se reduce a las funciones estrictamente imprescindibles, los
estructuralistas consideran que la superación del atraso latinoamericano
requiere un Estado fuerte y activo. Incluso en aquellos países y sectores en los
que las empresas estatales sean menos imprescindibles, el Estado aún tendrá
que desempeñar un papel activo a través de la planificación indicativa del
proceso de ISI. Un aspecto relevante de esta planificación es el manejo de los
precios: si, en una economía de mercado (y los estructuralistas nunca desean
otra cosa), los precios envían señales para que los empresarios decidan
realizar unas u otras inversiones, entonces una forma de transformar la
estructura de las economías latinoamericanas puede ser alterar dichas señales
en beneficio del proceso de ISI. A través del control de los precios y de los tipos
de cambio (en el fondo, un tipo especial de precio: aquel que regula el
intercambio entre la moneda nacional y el resto), el Estado puede enviar
señales favorables a la inversión en empresas industriales que lideren la ISI.
Prebisch y los estructuralistas son, sin embargo, muy conscientes del
peligro que acecha a la ISI: que el desarrollo orientado hacia el interior,
receloso de la globalización, termine creando un tejido industrial poco
competitivo. Un tejido industrial que, protegido por los aranceles y el resto de
medidas distorsionadoras de las señales del mercado, sea incapaz de cumplir
el papel histórico que los estructuralistas le asignan: sacar a América Latina del
atraso. Por ello, los estructuralistas son enemigos de la autarquía nacionalista y
firmes partidarios de la integración económica latinoamericana. Los
estructuralistas saben que, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, los principales sectores industriales operan con rendimientos
crecientes, por lo que son más competitivos cuanto mayor es el mercado al que
abastezcan. En la mayor parte de América Latina, sin embargo, los mercados
8
interiores son muy estrechos. Hay un gran número de pequeñas repúblicas
pobladas por apenas unos pocos millones de habitantes. Por todas partes,
además, los niveles de desigualdad son elevados, por lo que el tamaño efectivo
de los mercados es menor aún que el tamaño demográfico de los países.
Incluso países grandes como Brasil tienen un mercado interior relativamente
reducido como consecuencia de los elevados niveles de desigualdad con que
se distribuye su renta. ¿Cómo podrían entonces las empresas industriales
latinoamericanas aspirar a ser competitivas? Respuesta estructuralista: gracias,
entre otras cosas, a la integración económica en el subcontinente.
A lo largo de la década de 1960, los estructuralistas reflexionan de
manera más sistemática sobre los estrangulamientos que pueden pesar sobre
el desarrollo de la ISI. Reclaman entonces reformas encaminadas a eliminar
tales estrangulamientos. Una de sus piedras de toque es la reforma agraria. La
agricultura representa en su interior el problema central de las economías
latinoamericanas: la heterogeneidad estructural. La tierra está muy
desigualmente distribuida y, en consecuencia, grandes latifundios intensivos en
capital conviven con minifundios intensivos en mano de obra. Los
estructuralistas reclaman la reforma agraria en virtud de dos principios: primero,
la obtención de mayores grados de equidad (es decir, justicia social para con
los pequeños campesinos y los jornaleros sin tierras); y, segundo, para
aumentar la demanda de productos industriales como resultado del aumento de
los niveles de vida de las poblaciones rurales desfavorecidas. Otra reforma
reivindicada por los estructuralistas es la reforma fiscal, con objeto de expandir
la capacidad de gasto del Estado (y alimentar así sus intervenciones de
fomento de la ISI) y aumentar el grado de progresividad del sistema fiscal. Esto
último serviría para mejorar la distribución de la renta y, por tanto, no sólo se
justifica en términos de justicia social sino también en términos de
ensanchamiento del mercado interno de bienes de consumo.
Estas recomendaciones de política económica tienen un eco importante
entre los gobiernos latinoamericanos. Quizá, hasta cierto punto, lo que hacen
es proporcionar cobertura intelectual a un tipo de políticas que iban a
implantarse de todos modos. En el fondo, el proyecto de la ISI tiene una
dimensión política profundamente transformadora. En las décadas posteriores
a la independencia de las repúblicas latinoamericanas, se consolidan por todas
partes Estados relativamente débiles. Estos Estados tienen una capacidad
financiera y política limitada, y actúan por lo general como órgano de
representación de los intereses de los grupos más favorecidos por el desarrollo
agroexportador: los terratenientes y los comerciantes de importaciónexportación.
La gran depresión supone la ocasión idónea para que los
gobiernos ganen peso dentro y fuera de América Latina y, en cierta forma, el
proyecto estructuralista de ISI muestra a los Estados deseosos de fortalecerse
una forma de hacerlo: romper su alianza con los terratenientes y los
comerciantes de importaciónexportación
y sellar una nueva alianza con la
burguesía industrial (si es que existe algo así; si no, puede crearse) y con una
parte de la clase media y la clase obrera (que pueden ser atraídas al proyecto
ISI por sus posibles efectos positivos sobre el nivel de vida del conjunto de la
población, en contraste con un modelo agroexportador que hasta entonces ha
beneficiado principalmente a las clases dominantes tradicionales).
9
III
La escuela de la dependencia no está tan unívocamente vinculada a América
Latina como la escuela estructuralista. Algunos de los dependentistas más
influyentes son norteamericanos, como André Gunder Frank, o egipcios, como
Samir Amin. Sin embargo, América Latina ocupa un papel clave en las
reflexiones de estos autores y, sin duda, el dependentismo inspira a muchos
economistas y sociólogos latinoamericanos durante las décadas de 1960 y
1970. 11 De hecho, las fronteras entre estructuralismo y dependentismo no
siempre están claras, como tampoco lo estarán más adelante entre
dependentismo y neoestructuralismo. Una figura clave como Osvaldo Sunkel
es claramente influido por el estructuralismo en los inicios de su carrera, más
adelante es un dependentista y, hoy día, una de las figuras clave del
neoestructuralismo. 12
El dependentismo toma del estructuralismo el recelo ante la
globalización y el libre mercado, pero, de la mano del marxismo, llega a
posiciones más radicales. En realidad, la principal base teórica del
dependentismo es la teoría marxista del imperialismo, tal y como había sido
formulada a comienzos del siglo XX por Lenin, Rosa Luxemburgo o Rudolf
Hilferding. De acuerdo con Lenin, el imperialismo es el estadio supremo del
capitalismo. El imperialismo es una de las armas con que las potencias
europeas hacen frente a las contradicciones del desarrollo capitalista
señaladas por Marx. Las relaciones económicas desiguales con las colonias
permiten a los empresarios europeos asegurar mercados para sus
producciones excedentes y nuevas oportunidades de inversión para sus
capitales. De este modo, el imperialismo contribuye al desarrollo de la
metrópoli, pero perjudica el de las colonias: convierte a estas en piezas
dependientes y subordinadas a las estrategias del capitalismo metropolitano. 13
La gran novedad de la escuela de la dependencia consiste en realizar
interpretaciones similares para países independientes, en lugar de para
colonias. De acuerdo con los dependentistas, no sólo las colonias se ven
incorporadas a un modelo subordinado. También países independientes, sobre
todo países pobres con Estados débiles, se ven expuestos a este problema. Lo
que los dependentistas están diciendo es que los problemas económicos del
Tercer Mundo se deben a la existencia de una especie de neocolonialismo.
Esta vez no se trata ya de un colonialismo sancionado por la política, sino
simplemente por la economía y las leyes del mercado, que tienden a favorecer
al más fuerte. Lo que antes hacían las compañías de comercio colonial y los
gobiernos europeos ahora lo hacen las empresas transnacionales y, en
Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América
Latina: ensayo de interpretación sociológica (México D.F., 1978); Celso Furtado, Desarrollo y
subdesarrollo (Buenos Aires, 1964); id., Creatividad y dependencia (México D.F., 1978).
11 Fernando

12 Un

hilo común de estas distintas orientaciones puede encontrarse en Osvaldo Sunkel
y Pedro Paz, Subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo (México D.F., 1970).
13 V. I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas de
Lenin (Moscú, 1948, original de 1917).

10
general, la globalización (aunque por entonces aún no se ha acuñado este
término). Los lazos de dependencia entre el Tercer Mundo y las potencias
occidentales se reflejan en una auténtica transferencia de valor desde aquel
hacia estas. Del mismo modo que, en Marx, los empresarios explotan a los
trabajadores y se apropian del excedente generado por el trabajo de estos,
también los países ricos explotan a los países pobres. El desarrollo de unos y
el subdesarrollo de otros no son, entonces, fenómenos independientes. Al
contrario, el desarrollo de los unos se apoya sobre el subdesarrollo de los
otros. El Tercer Mundo se ve entonces atrapado en lo que Frank llama “el
desarrollo del subdesarrollo”. 14 O, en la formulación del latinoamericano Sunkel,
el desarrollo del capitalismo transnacional conduce a la desintegración nacional
en América Latina: a la conversión de las economías latinoamericanas en
meros satélites de las estrategias de las grandes empresas norteamericanas y
europeas. 15
Este enfoque tiene un gran atractivo para los intelectuales
latinoamericanos de las décadas de 1960 y 1970. Hay que tener en cuenta
que, a diferencia del resto del mundo en vías de desarrollo, las repúblicas
latinoamericanas han dejado de ser colonias al comienzo de la era
contemporánea, en los inicios del siglo XIX. Sin embargo, desde el inicio de su
andadura independiente, estas economías, con su modelo de desarrollo
orientado hacia fuera, han mantenido estrechos lazos con las potencias
occidentales, en especial con Inglaterra y más adelante con Estados Unidos.
¿Son estos unos lazos de dependencia, de neoimperialismo?
¿Son estos
lazos los responsables del atraso latinoamericano? ¿Son, simplemente, una
manifestación diferente del mismo tipo de procesos que conducían por esas
mismas fechas al subdesarrollo de las colonias asiáticas o africanas? Si la
respuesta a estas preguntas es afirmativa en todos los casos, entonces
estamos ante una teoría general del subdesarrollo que sitúa en el mundo
desarrollado la responsabilidad del subdesarrollo del Tercer Mundo.
Los mecanismos a través de los cuales el desarrollo del primer mundo
conduce al subdesarrollo del tercer mundo son, en la escuela de la
dependencia, de naturaleza económicopolítica.
Un primer mecanismo de
subdesarrollo son las compañías transnacionales, que convierten a las
economías latinoamericanas en satélites de los países desarrollados. Satélites
en los que estos países obtienen recursos naturales o mano de obra a bajo
precio, pero cuya actividad está orientada hacia la exportación, por lo que no
genera importantes transformaciones hacia adentro. Se trata de un régimen de
acumulación “extravertido”, en contraste con el régimen de acumulación
“autocentrado”
que caracteriza a los países desarrollados. Los vínculos entre las
transnacionales y la economía nacional (los agricultores, las pymes industriales
y de servicios) son débiles. Las transnacionales compran buena parte sus
inputs en el extranjero y nada impide que reinviertan sus beneficios en su país
de origen o en cualquier otro país. En consecuencia, el desarrollo del
capitalismo no genera en la periferia el tipo de transformaciones económicas y
sociales, tan positivas, que generó y genera en el centro. Un aspecto
Gunder Frank, El desarrollo del subdesarrollo (Bilbao, 1974).
Sunkel, “Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América
Latina”, El Trimestre Económico 150 (1971).
14 André

15 Osvaldo

11
interesante de este planteamiento es que permite explicar una paradoja que
comienza a ser evidente desde la década de 1960: la estructura de las
exportaciones de los países subdesarrollados está cambiando y ahora ya no
está tan volcada hacia los productos primarios, sino que cada vez más países
registran la llegada de multinacionales que realizan notables exportaciones de
productos industriales. Y, sin embargo, la exportación de productos industriales
tampoco parece el remedio para el subdesarrollo. ¿Por qué? Según los
dependentistas, porque la dependencia de compañías transnacionales impide
que esas exportaciones industriales generen transformaciones internas como
las que, por ejemplo, pudo vivir la Inglaterra de la revolución industrial.
Otro mecanismo de dependencia y subdesarrollo es, según los
dependentistas, el comercio internacional. El comercio internacional se
presenta como un tipo de comercio sustancialmente diferente del comercio
interno de un país. El comercio internacional está modelado por las relaciones
entre los Estados. En la influyente formulación de Immanuel Wallerstein, por
ejemplo, los Estados del centro utilizan su fuerza política con respecto a los
débiles o inexistentes Estados de la periferia para asegurarse unos términos de
intercambio favorables en el desarrollo del comercio internacional. 16 La fuerza
política de los Estados centrales les permite influir de manera decisiva en las
reglas del comercio internacional, como las reglas para la fijación de aranceles
y otras barreras proteccionistas, y la división internacional del trabajo, como las
reglas relacionadas con las patentes. Los Estados centrales tienen un gran
margen de discrecionalidad para fijar sus barreras arancelarias; los Estados
periféricos, por no hablar de los territorios periféricos que no son Estados sino
colonias, carecen de tal margen y con frecuencia son obligados por los países
centrales a abrir sus mercados al libre comercio. Esta asimetría en las reglas
del comercio internacional hace que la mayor parte de los beneficios derivados
del mismo sean apropiados por los Estados, las empresas y los trabajadores
del centro, mientras los niveles de vida de la periferia no progresan.
El resultado es el mismo al que había llegado Prebisch, pero con la
diferencia de que, en el planteamiento dependentista, la principal brecha
estructural entre centro y periferia reside en el diferente poder político de uno y
otra. Además, conforme va avanzando la segunda mitad del siglo XX, las
implicaciones de esta brecha de poder político parecen hacerse mayores. Los
Estados centrales, por ejemplo, desempeñan un papel clave en muchos
procesos de descolonización en Asia y África, condicionando la naturaleza de
los gobiernos que llegan al poder en los nuevos países independientes del
tercer mundo. En América Latina, la influencia política de Estados Unidos
resulta evidente. La mejor ilustración de ello llega de la mano del derrocamiento
de Salvador Allende en Chile, que, además de alejar el espectro del
comunismo en el contexto de la guerra fría, sirve para convertir a Chile en una
economía de rasgos neoliberales en la que las empresas estadounidenses
podrán operar sin verse sujetas a incómodas trabas de naturaleza socialista o
nacionalista. 17 En casos como este, resulta evidente que la mayor fuerza
Wallerstein, El moderno sistema mundial, 3 vols., Madrid (19791999).
Gunder Frank, Capitalismo y genocidio económico: carta abierta a la Escuela
de Economía de Chicago a propósito de su intervención en Chile (Bilbao, 1976).
16 Immanuel
17 André

12
política del centro le permite organizar a las economías periféricas en función
de los intereses del centro.
La brecha de poder político también se percibe en el funcionamiento de
las organizaciones económicas internacionales. Estas organizaciones, el GATT
(actual Organización Mundial del Comercio), el Fondo Monetario Internacional y
el Banco Mundial, han sido creadas tras la Segunda Guerra Mundial, en un
intento de facilitar la cooperación económica entre los países y evitar que las
rivalidades económicas desemboquen en crisis económicas y políticas como
las que condujeron a la gran depresión e incluso la Segunda Guerra Mundial.
Hasta aquí todo bien, pero los dependentistas pronto hacen notar que, en estas
organizaciones, el poder político está distribuido de manera desigual, por lo que
sus actuaciones y recomendaciones de política económica tienden a favorecer
primordialmente los intereses del centro. Los dependentistas subrayan, por
ejemplo, que, mientras los países del centro consiguen rebajas arancelarias
para penetrar en los mercados de la periferia, se mantienen reacios a conceder
rebajas análogas a los países de la periferia; rebajas, por ejemplo, en sus
elevados muros de proteccionismo agrario. Mientras que los países del centro
consiguen que se liberalicen los mercados mundiales de productos y capitales,
se mantienen reacios a liberalizar el mercado mundial de mano de obra y
permitir la libre inmigración dentro de sus fronteras. De este modo, las
organizaciones económicas internacionales dan pie a una cooperación
económica sesgada, que refuerza la desigualdad entre centro y periferia. 18
En suma, un conjunto de mecanismos económicopolíticos
actúan según
la escuela de la dependencia para reproducir el subdesarrollo de la periferia.
En realidad, lo que se genera es un círculo vicioso, ya que los lazos de
dependencia con el exterior generan en América Latina una estructura social
poco adecuada para el desarrollo económico. La tradicional orientación hacia el
exterior de las economías latinoamericanas, combinada con la actual
dependencia de empresas multinacionales, está impidiendo la hegemonía de
una burguesía nacional, la clase social que en su momento impulsó el
desarrollo europeo. En su lugar, la dependencia económica con respecto a los
países desarrollados está generando una estructura social deforme, dominada
por grandes terratenientes, comerciantes de exportaciónimportación
y
empresarios locales que actúan como correa de transmisión de las estrategias
de las compañías transnacionales. Un conjunto de clases dominantes que
puede alcanzar altos niveles de vida sin necesidad de transformar la sociedad
latinoamericana, como sí hizo la burguesía europea durante la industrialización
de su continente durante el siglo XIX. El resultado es una acumulación
“extravertida”, en lugar de una acumulación “autocentrada”
que conduzca a la
superación del subdesarrollo. 19
18 Samir
19 André

Amin, El capitalismo en la era de la globalización (Barcelona, 2002).
Gunder Frank, Lumpenburguesía, lumpendesarrollo(Barcelona, 1972); Samir

¿Qué recomendaciones de política económica se desprenden de lo
anterior? A diferencia de los estructuralistas, cuyo objetivo es reformar el
capitalismo latinoamericano para mejorar su funcionamiento, los
dependentistas piensan que son precisos cambios radicales. Los lazos de
dependencia, encarnados en las multinacionales, en el comercio internacional,
en la desigual distribución del poder político, impiden que el capitalismo, de
efectos tan positivos para el centro, conduzca también al desarrollo de la
periferia. No hay manera de reformar el sistema. Si se mantienen los lazos
económicos con el centro, éste se apropiará de la mayor parte de las
ganancias de productividad a través de su control del poder empresarial y
político. Prebisch y los estructuralistas aspiraban a reformar la periferia para
que sus rasgos estructurales dejaran de ser diferentes de los del centro. Los
dependentistas, en cambio, aseguran que los rasgos estructurales de la
periferia no pueden ser eliminados. Más bien al contrario, el desarrollo del
capitalismo global tiende a acentuarlos. Por ello, la mejor estrategia para la
periferia es la desconexión: retirarse selectivamente de la economía global para
conseguir desarrollar procesos de acumulación autocentrados.
La China
comunista, que rompe con su pasado de dependencia con respecto a las
potencias coloniales que operaban en el país, constituye un posible ejemplo a
seguir. La conferencia de Bandung de 1955, en la que un grupo nutrido de
países de la periferia se declaran no alineados en relación a la guerra fría y se
proponen estrechar los lazos de colaboración mutua, se plantea como ejemplo
del único tipo de relación con el exterior que puede contribuir a superar el
subdesarrollo. La globalización es culpable del subdesarrollo, así que el camino
hacia el desarrollo pasa por desconectarse de la economía global. 20
IV
A lo largo de la década de 1980, las escuelas alternativas de pensamiento
económico localizadas en América Latina sufren un duro revés. Los
acontecimientos del mundo real parecen debilitar su credibilidad. Ya desde la
década de 1970, la ISI latinoamericana se está estrangulando a sí misma. La
ISI no está siendo capaz de reducir el problema clave detectado por los
estructuralistas: la heterogeneidad interna de las economías latinoamericanas.
Sí, se está produciendo industrialización, pero no se trata de una
industrialización competitiva. Un tejido de empresas industriales parapetadas
tras los muros de la protección abastece el estrecho mercado interno, pero
carece de penetración en los mercados internacionales. Continúa habiendo un
notable grado de heterogeneidad interna también en el ámbito del empleo.
Conforme avanza la ISI, los problemas de esta heterogeneidad adquieren un
nuevo rostro: la formación de importantes bolsas de marginalidad urbana, como
consecuencia de la emigración campociudad
excesiva provocada por el sesgo
urbano de las políticas de fomento de la industrialización. La combinación de la
estrategia ISI con esta persistente heterogeneidad sectorial genera peligrosas
brechas. Hay una brecha comercial, porque la orientación hacia dentro está
desincentivando las exportaciones (sobre todo, de productos agrarios) pero no
está siendo capaz de reducir las importaciones (ya que, para producir los
La diferencia está en que lo que fracasó en América Latina tuvo
éxito en el sudeste asiático. ¿Por qué? Porque se trató de una ISI mejor
diseñada, en la que los instrumentos de protección arancelaria y distorsión del
libre mercado fueron utilizados de manera selectiva con objeto de fomentar la
competitividad industrial y favorecer la inserción internacional de las empresas
como exportadoras industriales. Se cuidaron más los incentivos, se evitó en
mayor medida que el Estado terminara siendo una marioneta en manos de los
grupos de poder empresariales. En suma, la estrategia general de desarrollo
del sudeste asiático va más en la línea de la estrategia estructuralista que de la
estrategia neoliberal.
Esto sienta las bases para la refundación del estructuralismo: para el
surgimiento de la escuela neoestructuralista. De hecho, la revisión de la
experiencia asiática y su comparación con la ISI latinoamericana sirve para
Villarreal, La contrarrevolución monetarista: teoría, política económica e
ideología del neoliberalismo (México D.F. 1986).
23 René

24 HaJoon

Chang, Retirar la escalera: la estrategia del desarrollo en perspectiva
histórica (Madrid, 2004).

17
revalorizar el trabajo de los estructuralistas de la década de 1970. Así, en la
década de 1970, Prebisch y otros estructuralistas ya llamaban la atención
sobre los evidentes peligros que acechaban a la ISI. 25 Frente a la acusación
neoliberal de que los estructuralistas eran entusiastas del proteccionismo, lo
cierto es que en esa década los estructuralistas habían mostrado su
escepticismo con respecto al tipo de proteccionismo aplicado por los gobiernos
latinoamericanos: un proteccionismo integral que no estimulaba el progreso de
la competitividad. De hecho, en esa década se habían levantado voces
estructuralistas urgiendo a relanzar las exportaciones, buscar una auténtica
competitividad y, en una palabra, no desconectarse de la economía global.
También se habían levantado voces que alertaban contra los peligros de un
endeudamiento excesivo: los peligros derivados de confiar en el
endeudamiento para que este hiciera lo que en realidad deberían estar
haciendo las exportaciones. En otras palabras, los estructuralistas estaban
pidiendo un mejor diseño de la ISI. Todo esto cayó en saco roto, pero está en
los escritos estructuralistas de la década de 1970 y sirve para defender a la
escuela de algunas acusaciones injustas. Aunque los gobiernos
latinoamericanos han prestado atención a la recomendación estructuralista de
perseguir una ISI en los cincuenta, han prestado poca atención a sus
propuestas de reforma de los años sesenta y prácticamente ninguna a sus
preocupaciones de los setenta. Por ello, aunque el estructuralismo es
inicialmente una cobertura intelectual para la ISI latinoamericana, la forma
concreta que adopta esta ISI tiene más que ver con las decisiones concretas
de los gobiernos. En particular, si la ISI latinoamericana ha terminado siendo
tan diferente de la ISI asiática, ello no se debe a recomendaciones equivocadas
de los estructuralistas. Buena parte de los escritos de los estructuralistas en los
sesenta y setenta alertaban, precisamente, sobre aquellos aspectos que
diferenciaban una ISI de otra. Fueron los gobiernos los que no prestaron
atención.
La figura clave en la refundación del pensamiento estructuralista es
Fernando Fajnzylber. 26 Buen conocedor de las experiencias del sudeste
asiático y su comparación con América Latina, Fajnzylber contribuye a
desmontar los mitos neoliberales propagados en la década de 1980 acerca de
la ISI como una estrategia condenada a fallar y acerca del milagro asiático
como un producto de la mano invisible. Sin embargo, Fajnzylber también se da
cuenta de que es preciso fundar una escuela neoestructuralista que se adapte
a los nuevos tiempos y corrija los principales errores del pensamiento
estructuralista original. Es preciso corregir dos errores y evitar un tercero. El
primer error que debe ser corregido tiene que ver con el recelo ante la
globalización. A comienzos de la década de 1990, y tras la caída del bloque
comunista europeo, la economía mundial es una economía global. Es preciso
participar en ella: la globalización tiene sus riesgos, pero quienes se
desconectan lo pasan peor. Durante el periodo ISI, la economía
latinoamericana ha mirado demasiado hacia adentro. El resultado ha sido el

BIBLIOGRAFIAS
LIBROS Y ENSAYOS
Samir Amin, El capitalismo en la era de la globalización (Barcelona, 2002).André Gunder Frank,
Lumpenburguesía, lumpendesarrollo(Barcelona, 1972); Samir

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Tarea realidad nacional

  • 1. ESTRUCTURALISMO LATINOAMERICANO DEFINICION.El Estructuralismo es una tendencia filosófica que cobró auge en la década de los 50 .Se trata de un "estilo de pensar" que reúne autores muy diferentes que se expresan en los más diversos campos de las ciencias humanas, tales como la antropología , la crítica literaria , el psicoanálisis freudiano, la investigación historiográfica, o en corrientes filosóficas específicas como el marxismo. Elestructuralismo viene a establecer la lógica de las formas culturales en sus determinaciones de evolución natural dentro de cada sociedad PRINCIPALES LINEAS DEL PENSAMIENTO ORIENTADAS AL DESARROLLO Los estructuralistas se interesan por el sistema económico en su conjunto, explicando la falta de desarrollo de la región por problemas estructurales (de toda la economía) y proponiendo ciertas reformas para cambiar la situación de los países de América latina. Esta corriente se desarrolló sobre todo después de la segunda guerra mundial, cuando los problemas de América Latina se agudizan por el propio funcionamiento del sistema capitalista. Aunque hay muchas concepciones diferentes entre los economistas estructuralistas, todos ellos están de acuerdo en que hay varias esferas en que la economía necesita cambios estructurales. Estos cambios son: • la distribución de las tierras, de tal manera que no existan latifundios ni minifundios, sino explotaciones de tamaño medio que permita un buen funcionamiento de la agricultura y por tanto, de toda la economía. • La producción y comercialización de productos agrícolas, de tal manera que no haya monocultivos o mono exportaciones, sino que haya una auténtica diversificación tanto de la producción como del comercio con varios países. • La distribución del ingreso que beneficie a la mayor parte de la población, tratando de acabar con la concentración del ingreso y con la injusta distribución del mismo, que obstaculiza el proceso de acumulación de capital y la formación de un mercado interno fuerte. • Se debe modificar también la estructura de la economía internacional, especialmente el comercio y las finanzas, para que su funcionamiento no sólo beneficie a los países industrializados sino también a los países de Latino América.
  • 2. FUENTES IDEOLÓGICAS O DOCTRINAS FILOSOFICAS Ferdinand de Saussure da varios aportes valiosos para la teoría del estructuralismo, ya que obtenemos simulacros los cuales son los modelos estructurales que intentan describir las reglas inconscientes de las normas sociales. En el enfoque del estructuralismo se considera que es necesario construir “simulacros... ESCUELAS O MODELOS Vamos a considerar tres grandes escuelas de pensamiento. Aunque en parte se superponen en el tiempo, en no poca medida representan tres momentos diferentes en la evolución del pensamiento económico latinoamericano. En los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial,y bajo el liderazgo del economista argentino Raúl Prebisch y la influyente CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas), se funda la escuela estructuralista. Más adelante, en las décadas de 1960 y 1970 los investigadores latinoamericanos participan activamente en la escuela dependentista. En tiempos más recientes, desde la década de 1990 hasta la actualidad, la refundación del estructuralismo conduce a la emergencia de la escuela neo-estructuralista. Estas tres escuelas difieren entre sí en diversos aspectos, pero tienen en común un punto importante. En todas ellas, la globalización ocupa un papel central. En todas ellas, el mundo consta de un centro y una periferia cuyas evoluciones económicas se encuentran vinculadas. En todas ellas, finalmente, se dedica un amplio espacio a reflexionar sobre las políticas públicas que en Mayor medida favorecen el desarrollo de los países latinoamericanos. Por ello, estudiar la historia del estructuralismo, el dependentismo y elneo-estructuralismo es más que una tarea de anticuario. Se trata de unaaproximación histórica a dos temas clave en la agenda del desarrollo acomienzos del siglo XXI: ¿cuáles son las implicaciones de la globalización para el desarrollo de los países en vías de desarrollo?, y ¿qué deberían hacer los gobiernos de estos países al respecto? El estructuralismo es la primera escuela de pensamiento específicamente Latinoamericana. Por supuesto, ya hay economistas en América Latina antes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no forman una escuela, y menos Una escuela con un pensamiento distintivo y orientado de manera específica hacia la realidad latinoamericana. El estructuralismo surge en los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. Merece la pena comprender el contexto en el que lo hace. Cuando a finales de la década de 1940 comienza a hablarse de primer, segundo y tercer mundo, está claro que los países latinoamericanos
  • 3. pertenecen a este último. No están tan atrasados como la mayor parte de países asiáticos y africanos, pero aún son mayores las diferencias que losseparan de Europa y América del Norte. Desde su independencia a comienzosdel siglo XIX, las economías latinoamericanas han venido buscando undesarrollo guiado por las exportaciones de productos primarios. Su éxito a lolargo del siglo XIX y hasta la primera guerra mundial ha sido sin embargomodesto. En general, las exportaciones de unos pocos productos primarios hanalimentado un crecimiento económico más intenso que el del periodo colonial,pero las exportaciones no han crecido tanto como en otros países decondiciones similares (Canadá, Australia), ni tampoco han generadoencadenamientos notables con el sector no exportador. Más adelante, a lolargo del periodo de entreguerras, las economías latinoamericanas han sufridocomo consecuencia de la inestabilidad de la economía mundial y los efectosglobales de la gran depresión. Dependientes de la globalización para encontrarmercados para sus exportaciones y para absorber capitales que cubran labrecha fiscal de sus gobiernos, las economías latinoamericanas se venprofundamente sacudidas por la crisis global. 6 La vulnerabilidad económica deuna región que siempre mantuvo un grado de apertura comercial superior a lamedia mundial se hace evidente. Comienza a cundir un sentimiento recelosode la globalización. Si los países se especializan en esos sectores, los recursos de la economía mundial serán asignados de manera eficiente y, a través del comercio internacional, los consumidores de todos los países tendrán acceso a un mayor volumen de bienes de lo que habría sidoposible en condiciones de autarquía. Estados Unidos o Alemania), existe en 1945 un consenso teórico sobrelas virtudes del comercio libre y los males de aquellas medidas encaminadas aentorpecerlo. Para Prebisch, el problema central de las economías latinoamericanas es su Heterogeneidad estructural: en ellas conviven sectores de productividades muy diferentes. Junto a unos pequeños brotes de industria intensiva en capital yaltamente productiva, junto a algunas explotaciones agrarias de rasgossimilares y orientadas hacia la exportación, convive un amplio sector de agricultura tradicional orientada hacia el mercado interno: una agricultura muyintensiva en mano de obra y cuya productividad es bastante reducida. Para Prebisch, esta heterogeneidad estructural marca la trayectoria económica de América Latina. Como los vínculos entre los sectores económicos son débiles, se demuestra difícil que el progreso de los sectores líderes se transmita al resto de sectores. Esto no sólo dificulta el crecimiento económico, sino que también genera la desigualdad que caracteriza a América Latina. Como la población se ocupa en empleos con productividades muy diferentes entre sí, también existe una diferencia fuerte entre los salarios que perciben unos y otros grupos sociales. Prebisch examina lo que ocurre cuando una economía de estas
  • 4. características entabla relaciones comerciales con una economía ya desarrollada, que ha logrado ya un cierto grado de homogeneización de su estructura productiva. Prebisch emplea el término “periferia” para referirse a la primera y “centro” para referirse a la segunda. Sus diferencias van más allá de una diferencia cuantitativa en niveles de renta. Hay diferencias cualitativas, estructurales, entre centro y periferia. Primero, los productores del centro, organizados en empresas monopolísticas u oligopolísticas, a menudo gozan de poder de mercado, mientras que los productores de la periferia tienden más bien a ser precioaceptantes (como bien se ha comprobado durante los duros años de la gran depresión y la contracción del comercio global de productos primarios). Segundo, en la periferia continúa habiendo mano de obra excedente (es decir, mano de obra subempleada y cuya productividad marginal tiende a cero), mientras que en el centro el propio proceso de desarrollo ha ido eliminándola. Tercero y último, la mano de obra del centro está organizada en sindicatos, mientras que la mano de obra de la periferia no. Estas tres diferencias estructurales explican, según Prebisch, que las ganancias de productividad asociadas al comercio internacional se distribuyan de manera desigual entre centro y periferia. Prebisch no discute que existan tales ganancias de productividad, al estilo de Ricardo. Prebisch más bien indaga en el modo de distribución de dichas ganancias, y llega a conclusiones diferentes a las de Ricardo. Según Prebisch, cuando centro y periferia comercian, la mayor parte de las ganancias de productividad son apropiadas por las empresas y los trabajadores del centro. Como las empresas del centro gozan de poder de mercado, no se ven forzadas a rebajar sus precios al compás del aumento de la productividad, como sí deben hacer las empresas de la periferia con objeto de competir contra sus rivales. Una parte de esas ganancias de las empresas del centro son beneficios para sus propietarios, y otra parte va a los trabajadores de dichas empresas. Como estos trabajadores están sindicados, consiguen con mayor facilidad que los de la periferia que las ganancias de productividad de sus empresas tengan efecto sobre sus salarios. Además, como en el centro ya se ha agotado la mano de obra excedente, los sindicatos gozan de una buena posición negociadora para lograr estas alzas salariales. En la periferia, en cambio, la persistencia de mano de obra excedente, dispuesta a trabajar por salarios de subsistencia, y el escaso desarrollo del movimiento sindical debilita la posición negociadora de los trabajadores. El resultado es que las empresas y trabajadores del centro se benefician más de todos aquellos cambios globales que provoquen un aumento de la productividad, ya sea la difusión de una nueva tecnología o el establecimiento de nuevas redes comerciales entre centro y periferia. Esta sombría visión de lo que el comercio internacional puede aportar al
  • 5. desarrollo de la periferia se ve completada en Prebisch por su famosa tesis sobre el deterioro de los términos de intercambio de los países exportadores de productos primarios. (En realidad, esta tesis fue desarrollada también, de manera paralela e independiente, por otro economista, Hans Singer.) Según Prebisch, las economías exportadoras de productos primarios se enfrentan a una tendencia problemática: la demanda de tales productos es poco elástica al aumento de la renta. En los inicios del desarrollo de los países desarrollados, los consumidores de estos países destinan buena parte de sus ganancias de renta a comprar más, mejores y más variados productos primarios. Sin embargo, conforme los países entran en etapas maduras de su desarrollo, sus consumidores alcanzan niveles nutritivos satisfactorios y comienzan a destinar sus ganancias de renta a otro tipo de productos, por ejemplo productos industriales como coches o electrodomésticos. La combinación de estas dos tendencias, una demanda de productos primarios que va desinflándose y una demanda de productos industriales que va creciendo, hace que el cociente entre el precio de los productos primarios y el precio de los productos industriales tienda a caer. Se deterioran los términos de intercambio para los países exportadores de productos primarios (por lo general, la periferia), mientras mejoran para los países exportadores de productos industriales (por lo general, el centro). Una nueva llamada al escepticismo en relación al comercio internacional y su efecto sobre el desarrollo de la periferia. El enfoque de Prebisch inspira a numerosos economistas latinoamericanos y sirve de punto de partida para la escuela estructuralista. Pronto la crítica de Prebisch es completada con la crítica tradicional a Ricardo: la crítica realizada por FriederichList. Según List, Ricardo sólo ha analizado los efectos estáticos del comercio. 10 Para List, sin embargo, pueden ser aún más importantes sus efectos dinámicos: ¿qué tipo de repercusiones tiene el desarrollo del sector exportador sobre el resto de la economía? Pronto la CEPAL articula una idea en la que mucha gente está pensando de manera Intuitiva: mientras la globalización y la estructura de las ventajas comparativas
  • 6. TUTORES MÁS IMPORTANTES.- Destacados autores latinoamericanos aplicaron ese enfoque metodológico en distintas épocas y a temas claramente distintos. El mismo Prebisch, a quien se deben contribuciones de gran importancia en la teoría del desarrollo económico en los cincuenta, hizo aportes relevantes en décadas posteriores en temas de orden social. Autores tan diversos como Furtado, Fajnzylber, Medina Echavarría, Ron Sprout, Ferdinand de Saussure, Di Filippo y Cristóbal Kay lo utilizaron y consolidaron su desarrollo. Este enfoque disciplinario, como otros casos destacados en la economía y otras ciencias, surgió de contribuciones independientes, no coordinadas de antemano, y resultó en una profunda interacción entre numerosos científicos. El creciente pesimismo de Furtado --que lo conduce a considerar el crecimiento como "un mito"-- le ocasiona una severa crisis intelectual en los setenta. El escepticismo lo abruma. Y deja de considerar que "la dependencia" suministra recursos o rumbos para abandonar el subdesarrollo (p. 89); constituye, a lo sumo, un diagnóstico de América Latina como parte y parcela de un sistema neoimperial de dominación. Pero "el dependentismo" no ofrece soluciones, o son pocos los que realmente se inclinan a jugarse por las que insinúa. Los aportes de Ron Sprout, Di Filippo y Cristóbal Kay.- aluden a facetas particulares del estructuralismo, como el deterioro secular de los precios del intercambio (noción prebischiana válida a corto plazo para algunos países como la Argentina, pero equívoca a largo plazo y para economías agrícolas --como la australiana-- que han encarado reformas de propiedad y revoluciones técnicas en el campo); la percepción del "excedente" como mecanismo amplificador de la heterogeneidad estructural; los elementos neomarxistas que gravitaron en Prebisch al formular una utopía socialdemócrata hacia el final de sus días y las potencialidades del "neoestructuralismo" para corregir tanto los defectos de la doctrina precedente como los abusos del neoliberalismo. Sólo la monografía de Edgar Dosman y de David Pollock aborda un tema genérico, directamente vinculado a la biografía intelectual e institucional de Raúl Prebisch. Justifica comentarla brevemente Ferdinand de Saussure con su libro “Curso de Lingüística general” da varios aportes valiosos para la teoría del estructuralismo, ya que a partir de su obra obtenemos simulacros los cuales son los modelos estructurales que intentan
  • 7. describir las reglas inconscientes de las normas sociales. En el enfoque del estructuralismo se considera que es necesario construir “simulacros... Vamos a considerar tres grandes escuelas de pensamiento. Aunque en parte se superponen en el tiempo, en no poca medida representan tres momentos diferentes en la evolución del pensamiento económico latinoamericano. En los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, y bajo el liderazgo del economista argentino Raúl Prebisch y la influyente CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas), se funda la escuela estructuralista. Más adelante, en las décadas de 1960 y 1970 los investigadores latinoamericanos participan activamente en la escuela dependentista. En tiempos más recientes, desde la década de 1990 hasta la actualidad, la refundación del estructuralismo conduce a la emergencia de la escuela neoestructuralista. Estas tres escuelas difieren entre sí en diversos aspectos, pero tienen en común un punto importante. En todas ellas, la globalización ocupa un papel central. En todas ellas, el mundo consta de un centro y una periferia cuyas evoluciones económicas se encuentran vinculadas. En todas ellas, finalmente, se dedica un amplio espacio a reflexionar sobre las políticas públicas que en mayor medida favorecen el desarrollo de los países latinoamericanos. Por ello, estudiar la historia del estructuralismo, el dependentismo y el neoestructuralismo es más que una tarea de anticuario. Se trata de una aproximación histórica a dos temas clave en la agenda del desarrollo a comienzos del siglo XXI: ¿cuáles son las implicaciones de la globalización para el desarrollo de los países en vías de desarrollo?, y ¿qué deberían hacer los gobiernos de estos países al respecto? II El estructuralismo es la primera escuela de pensamiento específicamente latinoamericana. 4 Por supuesto, ya hay economistas en América Latina antes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no forman una escuela, y menos una escuela con un pensamiento distintivo y orientado de manera específica hacia la realidad latinoamericana. El estructuralismo surge en los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. Merece la pena comprender el contexto en el que lo hace. Cuando a finales de la década de 1940 comienza a hablarse de primer, segundo y tercer mundo, está claro que los países latinoamericanos pertenecen a este último. No están tan atrasados como la mayor parte de países asiáticos y africanos, pero aún son mayores las diferencias que los separan de Europa y América del Norte. Desde su independencia a comienzos del siglo XIX, las economías latinoamericanas han venido buscando un desarrollo guiado por las exportaciones de productos primarios. Su éxito a lo largo del siglo XIX y hasta la primera guerra mundial ha sido sin embargo
  • 8. modesto. En general, las exportaciones de unos pocos productos primarios han alimentado un crecimiento económico más intenso que el del periodo colonial, pero las exportaciones no han crecido tanto como en otros países de condiciones similares (Canadá, Australia), ni tampoco han generado encadenamientos notables con el sector no exportador. 5 Más adelante, a lo largo del periodo de entreguerras, las economías latinoamericanas han sufrido como consecuencia de la inestabilidad de la economía mundial y los efectos globales de la gran depresión. Dependientes de la globalización para encontrar mercados para sus exportaciones y para absorber capitales que cubran la brecha fiscal de sus gobiernos, las economías latinoamericanas se ven profundamente sacudidas por la crisis global. 6 La vulnerabilidad económica de una región que siempre mantuvo un grado de apertura comercial superior a la media mundial se hace evidente. Comienza a cundir un sentimiento receloso de la globalización. La región ha mantenido persistentemente grados de apertura comercial superiores a la media mundial: ¿por qué no consigue entonces dar el salto al desarrollo? Los economistas latinoamericanos no encuentran respuesta a esta pregunta en la economía de corriente principal. A comienzos del siglo XIX, David Ricardo había culminado la tarea emprendida por Adam Smith: mostrar las ventajas que el comercio internacional tenía para todas las partes implicadas. Según Ricardo, cada país posee ventaja comparativa en alguna producción. Incluso aunque sus costes de producción sean mayores en todos los sectores, siempre habrá algunos en los que dichos costes sean al menos comparativamente menos elevados. Si los países se especializan en esos sectores, los recursos de la economía mundial serán asignados de manera eficiente y, a través del comercio internacional, los consumidores de todos los países tendrán acceso a un mayor volumen de bienes de lo que habría sido posible en condiciones de autarquía. 7 A pesar de que este argumento ha recibido importantes críticas teóricas (de la mano de Friedrich List, en Alemania, y Alexander Hamilton, en Estados Unidos), y a pesar de que pocos gobiernos se lo han tomado en serio (no desde luego los gobiernos de los países de crecimiento económico más rápido a lo largo del periodo 18501913, como Estados Unidos o Alemania), existe en 1945 un consenso teórico sobre las virtudes del comercio libre y los males de aquellas medidas encaminadas a entorpecerlo. Este es el contexto intelectual en el que se origina el estructuralismo de la mano de los influyentes trabajos del economista argentino Raúl Prebisch. 8 Para Prebisch, el problema central de las economías latinoamericanas es su heterogeneidad estructural: en ellas conviven sectores de productividades muy diferentes. 9 Junto a unos pequeños brotes de industria intensiva en capital y
  • 9. altamente productiva, junto a algunas explotaciones agrarias de rasgos similares y orientadas hacia la exportación, convive un amplio sector de agricultura tradicional orientada hacia el mercado interno: una agricultura muy intensiva en mano de obra y cuya productividad es bastante reducida. Para Prebisch, esta heterogeneidad estructural marca la trayectoria económica de América Latina. Como los vínculos entre los sectores económicos son débiles, se demuestra difícil que el progreso de los sectores líderes se transmita al resto de sectores. Esto no sólo dificulta el crecimiento económico, sino que también genera la desigualdad que caracteriza a América Latina. Como la población se ocupa en empleos con productividades muy diferentes entre sí, también existe una diferencia fuerte entre los salarios que perciben unos y otros grupos sociales. Prebisch examina lo que ocurre cuando una economía de estas características entabla relaciones comerciales con una economía ya desarrollada, que ha logrado ya un cierto grado de homogeneización de su estructura productiva. Prebisch emplea el término “periferia” para referirse a la primera y “centro” para referirse a la segunda. Sus diferencias van más allá de una diferencia cuantitativa en niveles de renta. Hay diferencias cualitativas, estructurales, entre centro y periferia. Primero, los productores del centro, organizados en empresas monopolísticas u oligopolísticas, a menudo gozan de poder de mercado, mientras que los productores de la periferia tienden más bien a ser precioaceptantes (como bien se ha comprobado durante los duros años de la gran depresión y la contracción del comercio global de productos primarios). Segundo, en la periferia continúa habiendo mano de obra excedente (es decir, mano de obra subempleada y cuya productividad marginal tiende a cero), mientras que en el centro el propio proceso de desarrollo ha ido eliminándola. Tercero y último, la mano de obra del centro está organizada en sindicatos, mientras que la mano de obra de la periferia no. Estas tres diferencias estructurales explican, según Prebisch, que las ganancias de productividad asociadas al comercio internacional se distribuyan de manera desigual entre centro y periferia. Prebisch no discute que existan tales ganancias de productividad, al estilo de Ricardo. Prebisch más bien indaga en el modo de distribución de dichas ganancias, y llega a conclusiones diferentes a las de Ricardo. Según Prebisch, cuando centro y periferia comercian, la mayor parte de las ganancias de productividad son apropiadas por las empresas y los trabajadores del centro. Como las empresas del centro gozan de poder de mercado, no se ven forzadas a rebajar sus precios al compás del aumento de la productividad, como sí deben hacer las empresas de la periferia con objeto de competir contra sus rivales. Una parte de esas ganancias de las empresas del centro son beneficios para sus propietarios, y
  • 10. otra parte va a los trabajadores de dichas empresas. Como estos trabajadores están sindicados, consiguen con mayor facilidad que los de la periferia que las ganancias de productividad de sus empresas tengan efecto sobre sus salarios. Además, como en el centro ya se ha agotado la mano de obra excedente, los sindicatos gozan de una buena posición negociadora para lograr estas alzas salariales. En la periferia, en cambio, la persistencia de mano de obra excedente, dispuesta a trabajar por salarios de subsistencia, y el escaso desarrollo del movimiento sindical debilita la posición negociadora de los trabajadores. El resultado es que las empresas y trabajadores del centro se benefician más de todos aquellos cambios globales que provoquen un aumento de la productividad, ya sea la difusión de una nueva tecnología o el establecimiento de nuevas redes comerciales entre centro y periferia. Esta sombría visión de lo que el comercio internacional puede aportar al desarrollo de la periferia se ve completada en Prebisch por su famosa tesis sobre el deterioro de los términos de intercambio de los países exportadores de productos primarios. (En realidad, esta tesis fue desarrollada también, de manera paralela e independiente, por otro economista, Hans Singer.) Según Prebisch, las economías exportadoras de productos primarios se enfrentan a una tendencia problemática: la demanda de tales productos es poco elástica al aumento de la renta. En los inicios del desarrollo de los países desarrollados, los consumidores de estos países destinan buena parte de sus ganancias de renta a comprar más, mejores y más variados productos primarios. Sin embargo, conforme los países entran en etapas maduras de su desarrollo, sus consumidores alcanzan niveles nutritivos satisfactorios y comienzan a destinar sus ganancias de renta a otro tipo de productos, por ejemplo productos industriales como coches o electrodomésticos. La combinación de estas dos tendencias, una demanda de productos primarios que va desinflándose y una demanda de productos industriales que va creciendo, hace que el cociente entre el precio de los productos primarios y el precio de los productos industriales tienda a caer. Se deterioran los términos de intercambio para los países exportadores de productos primarios (por lo general, la periferia), mientras mejoran para los países exportadores de productos industriales (por lo general, el centro). Una nueva llamada al escepticismo en relación al comercio internacional y su efecto sobre el desarrollo de la periferia. El enfoque de Prebischinspira a numerosos economistas latinoamericanos y sirve de punto de partida para la escuela estructuralista. Pronto la crítica de Prebisch es completada con la crítica tradicional a Ricardo: la crítica realizada por FriederichList. Según List, Ricardo sólo ha analizado los efectos estáticos del comercio. 10 Para List, sin embargo, pueden ser aún más importantes sus efectos dinámicos: ¿qué tipo de repercusiones tiene el desarrollo del sector exportador sobre el resto de la economía? Pronto la
  • 11. CEPAL articula una idea en la que mucha gente está pensando de manera intuitiva: mientras la globalización y la estructura de las ventajas comparativas en el mundo continúen invitando a América Latina a ser una región exportadora de productos primarios, América Latina se mantendrá en el atraso. ¿No hay, al fin y al cabo, una conexión entre industrialización y desarrollo económico? ¿No comparten todas las economías atrasadas el rasgo común de ser economías predominantemente agrarias? Las señales de la globalización pueden conducir a ganancias estáticas, pero sus efectos dinámicos sobre la trayectoria de desarrollo de la periferia pueden ser temibles. El enfoque estructuralista se desarrolla en la CEPAL, un organismo de creación reciente libre de los efectos perniciosos del academicismo. Lo que los economistas cepalinos persiguen es un análisis económico que pueda inspirar el diseño de la política económica de los gobiernos latinoamericanos. El punto central de las recomendaciones estructuralistas es la estrategia de “industrialización por sustitución de importaciones” (ISI). Los gobiernos deben levantar barreras arancelarias sobre las importaciones de productos industriales. De ese modo, el espacio dejado libre por las importaciones será cubierto por las industrias nacionales. Al fomentar el carácter industrial de la estructura económica nacional, podrán obtenerse ganancias dinámicas que estaban ausentes en condiciones de especialización agrícola. ¿Y si la iniciativa privada no acude a la cita? Entonces, argumentan los estructuralistas, el Estado debe fomentar la industrialización nacional a través de la formación de industrias públicas. En general, los estructuralistas son partidarios de un Estado activo en la consecución del desarrollo económico. En contra de la visión clásica y neoclásica, según la cual el óptimo social se alcanza cuando el papel del Estado se reduce a las funciones estrictamente imprescindibles, los estructuralistas consideran que la superación del atraso latinoamericano requiere un Estado fuerte y activo. Incluso en aquellos países y sectores en los que las empresas estatales sean menos imprescindibles, el Estado aún tendrá que desempeñar un papel activo a través de la planificación indicativa del proceso de ISI. Un aspecto relevante de esta planificación es el manejo de los precios: si, en una economía de mercado (y los estructuralistas nunca desean otra cosa), los precios envían señales para que los empresarios decidan realizar unas u otras inversiones, entonces una forma de transformar la estructura de las economías latinoamericanas puede ser alterar dichas señales en beneficio del proceso de ISI. A través del control de los precios y de los tipos de cambio (en el fondo, un tipo especial de precio: aquel que regula el intercambio entre la moneda nacional y el resto), el Estado puede enviar señales favorables a la inversión en empresas industriales que lideren la ISI. Prebisch y los estructuralistas son, sin embargo, muy conscientes del peligro que acecha a la ISI: que el desarrollo orientado hacia el interior, receloso de la globalización, termine creando un tejido industrial poco competitivo. Un tejido industrial que, protegido por los aranceles y el resto de medidas distorsionadoras de las señales del mercado, sea incapaz de cumplir
  • 12. el papel histórico que los estructuralistas le asignan: sacar a América Latina del atraso. Por ello, los estructuralistas son enemigos de la autarquía nacionalista y firmes partidarios de la integración económica latinoamericana. Los estructuralistas saben que, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los principales sectores industriales operan con rendimientos crecientes, por lo que son más competitivos cuanto mayor es el mercado al que abastezcan. En la mayor parte de América Latina, sin embargo, los mercados 8 interiores son muy estrechos. Hay un gran número de pequeñas repúblicas pobladas por apenas unos pocos millones de habitantes. Por todas partes, además, los niveles de desigualdad son elevados, por lo que el tamaño efectivo de los mercados es menor aún que el tamaño demográfico de los países. Incluso países grandes como Brasil tienen un mercado interior relativamente reducido como consecuencia de los elevados niveles de desigualdad con que se distribuye su renta. ¿Cómo podrían entonces las empresas industriales latinoamericanas aspirar a ser competitivas? Respuesta estructuralista: gracias, entre otras cosas, a la integración económica en el subcontinente. A lo largo de la década de 1960, los estructuralistas reflexionan de manera más sistemática sobre los estrangulamientos que pueden pesar sobre el desarrollo de la ISI. Reclaman entonces reformas encaminadas a eliminar tales estrangulamientos. Una de sus piedras de toque es la reforma agraria. La agricultura representa en su interior el problema central de las economías latinoamericanas: la heterogeneidad estructural. La tierra está muy desigualmente distribuida y, en consecuencia, grandes latifundios intensivos en capital conviven con minifundios intensivos en mano de obra. Los estructuralistas reclaman la reforma agraria en virtud de dos principios: primero, la obtención de mayores grados de equidad (es decir, justicia social para con los pequeños campesinos y los jornaleros sin tierras); y, segundo, para aumentar la demanda de productos industriales como resultado del aumento de los niveles de vida de las poblaciones rurales desfavorecidas. Otra reforma reivindicada por los estructuralistas es la reforma fiscal, con objeto de expandir la capacidad de gasto del Estado (y alimentar así sus intervenciones de fomento de la ISI) y aumentar el grado de progresividad del sistema fiscal. Esto último serviría para mejorar la distribución de la renta y, por tanto, no sólo se justifica en términos de justicia social sino también en términos de ensanchamiento del mercado interno de bienes de consumo. Estas recomendaciones de política económica tienen un eco importante entre los gobiernos latinoamericanos. Quizá, hasta cierto punto, lo que hacen es proporcionar cobertura intelectual a un tipo de políticas que iban a implantarse de todos modos. En el fondo, el proyecto de la ISI tiene una dimensión política profundamente transformadora. En las décadas posteriores a la independencia de las repúblicas latinoamericanas, se consolidan por todas partes Estados relativamente débiles. Estos Estados tienen una capacidad financiera y política limitada, y actúan por lo general como órgano de representación de los intereses de los grupos más favorecidos por el desarrollo agroexportador: los terratenientes y los comerciantes de importaciónexportación. La gran depresión supone la ocasión idónea para que los
  • 13. gobiernos ganen peso dentro y fuera de América Latina y, en cierta forma, el proyecto estructuralista de ISI muestra a los Estados deseosos de fortalecerse una forma de hacerlo: romper su alianza con los terratenientes y los comerciantes de importaciónexportación y sellar una nueva alianza con la burguesía industrial (si es que existe algo así; si no, puede crearse) y con una parte de la clase media y la clase obrera (que pueden ser atraídas al proyecto ISI por sus posibles efectos positivos sobre el nivel de vida del conjunto de la población, en contraste con un modelo agroexportador que hasta entonces ha beneficiado principalmente a las clases dominantes tradicionales). 9 III La escuela de la dependencia no está tan unívocamente vinculada a América Latina como la escuela estructuralista. Algunos de los dependentistas más influyentes son norteamericanos, como André Gunder Frank, o egipcios, como Samir Amin. Sin embargo, América Latina ocupa un papel clave en las reflexiones de estos autores y, sin duda, el dependentismo inspira a muchos economistas y sociólogos latinoamericanos durante las décadas de 1960 y 1970. 11 De hecho, las fronteras entre estructuralismo y dependentismo no siempre están claras, como tampoco lo estarán más adelante entre dependentismo y neoestructuralismo. Una figura clave como Osvaldo Sunkel es claramente influido por el estructuralismo en los inicios de su carrera, más adelante es un dependentista y, hoy día, una de las figuras clave del neoestructuralismo. 12 El dependentismo toma del estructuralismo el recelo ante la globalización y el libre mercado, pero, de la mano del marxismo, llega a posiciones más radicales. En realidad, la principal base teórica del dependentismo es la teoría marxista del imperialismo, tal y como había sido formulada a comienzos del siglo XX por Lenin, Rosa Luxemburgo o Rudolf Hilferding. De acuerdo con Lenin, el imperialismo es el estadio supremo del capitalismo. El imperialismo es una de las armas con que las potencias europeas hacen frente a las contradicciones del desarrollo capitalista señaladas por Marx. Las relaciones económicas desiguales con las colonias permiten a los empresarios europeos asegurar mercados para sus producciones excedentes y nuevas oportunidades de inversión para sus capitales. De este modo, el imperialismo contribuye al desarrollo de la metrópoli, pero perjudica el de las colonias: convierte a estas en piezas dependientes y subordinadas a las estrategias del capitalismo metropolitano. 13 La gran novedad de la escuela de la dependencia consiste en realizar interpretaciones similares para países independientes, en lugar de para colonias. De acuerdo con los dependentistas, no sólo las colonias se ven incorporadas a un modelo subordinado. También países independientes, sobre todo países pobres con Estados débiles, se ven expuestos a este problema. Lo que los dependentistas están diciendo es que los problemas económicos del Tercer Mundo se deben a la existencia de una especie de neocolonialismo. Esta vez no se trata ya de un colonialismo sancionado por la política, sino simplemente por la economía y las leyes del mercado, que tienden a favorecer
  • 14. al más fuerte. Lo que antes hacían las compañías de comercio colonial y los gobiernos europeos ahora lo hacen las empresas transnacionales y, en Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina: ensayo de interpretación sociológica (México D.F., 1978); Celso Furtado, Desarrollo y subdesarrollo (Buenos Aires, 1964); id., Creatividad y dependencia (México D.F., 1978). 11 Fernando 12 Un hilo común de estas distintas orientaciones puede encontrarse en Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, Subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo (México D.F., 1970). 13 V. I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas de Lenin (Moscú, 1948, original de 1917). 10 general, la globalización (aunque por entonces aún no se ha acuñado este término). Los lazos de dependencia entre el Tercer Mundo y las potencias occidentales se reflejan en una auténtica transferencia de valor desde aquel hacia estas. Del mismo modo que, en Marx, los empresarios explotan a los trabajadores y se apropian del excedente generado por el trabajo de estos, también los países ricos explotan a los países pobres. El desarrollo de unos y el subdesarrollo de otros no son, entonces, fenómenos independientes. Al contrario, el desarrollo de los unos se apoya sobre el subdesarrollo de los otros. El Tercer Mundo se ve entonces atrapado en lo que Frank llama “el desarrollo del subdesarrollo”. 14 O, en la formulación del latinoamericano Sunkel, el desarrollo del capitalismo transnacional conduce a la desintegración nacional en América Latina: a la conversión de las economías latinoamericanas en meros satélites de las estrategias de las grandes empresas norteamericanas y europeas. 15 Este enfoque tiene un gran atractivo para los intelectuales latinoamericanos de las décadas de 1960 y 1970. Hay que tener en cuenta que, a diferencia del resto del mundo en vías de desarrollo, las repúblicas latinoamericanas han dejado de ser colonias al comienzo de la era contemporánea, en los inicios del siglo XIX. Sin embargo, desde el inicio de su andadura independiente, estas economías, con su modelo de desarrollo orientado hacia fuera, han mantenido estrechos lazos con las potencias occidentales, en especial con Inglaterra y más adelante con Estados Unidos. ¿Son estos unos lazos de dependencia, de neoimperialismo? ¿Son estos lazos los responsables del atraso latinoamericano? ¿Son, simplemente, una manifestación diferente del mismo tipo de procesos que conducían por esas mismas fechas al subdesarrollo de las colonias asiáticas o africanas? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa en todos los casos, entonces estamos ante una teoría general del subdesarrollo que sitúa en el mundo desarrollado la responsabilidad del subdesarrollo del Tercer Mundo. Los mecanismos a través de los cuales el desarrollo del primer mundo conduce al subdesarrollo del tercer mundo son, en la escuela de la dependencia, de naturaleza económicopolítica. Un primer mecanismo de subdesarrollo son las compañías transnacionales, que convierten a las economías latinoamericanas en satélites de los países desarrollados. Satélites en los que estos países obtienen recursos naturales o mano de obra a bajo precio, pero cuya actividad está orientada hacia la exportación, por lo que no
  • 15. genera importantes transformaciones hacia adentro. Se trata de un régimen de acumulación “extravertido”, en contraste con el régimen de acumulación “autocentrado” que caracteriza a los países desarrollados. Los vínculos entre las transnacionales y la economía nacional (los agricultores, las pymes industriales y de servicios) son débiles. Las transnacionales compran buena parte sus inputs en el extranjero y nada impide que reinviertan sus beneficios en su país de origen o en cualquier otro país. En consecuencia, el desarrollo del capitalismo no genera en la periferia el tipo de transformaciones económicas y sociales, tan positivas, que generó y genera en el centro. Un aspecto Gunder Frank, El desarrollo del subdesarrollo (Bilbao, 1974). Sunkel, “Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América Latina”, El Trimestre Económico 150 (1971). 14 André 15 Osvaldo 11 interesante de este planteamiento es que permite explicar una paradoja que comienza a ser evidente desde la década de 1960: la estructura de las exportaciones de los países subdesarrollados está cambiando y ahora ya no está tan volcada hacia los productos primarios, sino que cada vez más países registran la llegada de multinacionales que realizan notables exportaciones de productos industriales. Y, sin embargo, la exportación de productos industriales tampoco parece el remedio para el subdesarrollo. ¿Por qué? Según los dependentistas, porque la dependencia de compañías transnacionales impide que esas exportaciones industriales generen transformaciones internas como las que, por ejemplo, pudo vivir la Inglaterra de la revolución industrial. Otro mecanismo de dependencia y subdesarrollo es, según los dependentistas, el comercio internacional. El comercio internacional se presenta como un tipo de comercio sustancialmente diferente del comercio interno de un país. El comercio internacional está modelado por las relaciones entre los Estados. En la influyente formulación de Immanuel Wallerstein, por ejemplo, los Estados del centro utilizan su fuerza política con respecto a los débiles o inexistentes Estados de la periferia para asegurarse unos términos de intercambio favorables en el desarrollo del comercio internacional. 16 La fuerza política de los Estados centrales les permite influir de manera decisiva en las reglas del comercio internacional, como las reglas para la fijación de aranceles y otras barreras proteccionistas, y la división internacional del trabajo, como las reglas relacionadas con las patentes. Los Estados centrales tienen un gran margen de discrecionalidad para fijar sus barreras arancelarias; los Estados periféricos, por no hablar de los territorios periféricos que no son Estados sino colonias, carecen de tal margen y con frecuencia son obligados por los países centrales a abrir sus mercados al libre comercio. Esta asimetría en las reglas del comercio internacional hace que la mayor parte de los beneficios derivados del mismo sean apropiados por los Estados, las empresas y los trabajadores del centro, mientras los niveles de vida de la periferia no progresan. El resultado es el mismo al que había llegado Prebisch, pero con la diferencia de que, en el planteamiento dependentista, la principal brecha estructural entre centro y periferia reside en el diferente poder político de uno y otra. Además, conforme va avanzando la segunda mitad del siglo XX, las
  • 16. implicaciones de esta brecha de poder político parecen hacerse mayores. Los Estados centrales, por ejemplo, desempeñan un papel clave en muchos procesos de descolonización en Asia y África, condicionando la naturaleza de los gobiernos que llegan al poder en los nuevos países independientes del tercer mundo. En América Latina, la influencia política de Estados Unidos resulta evidente. La mejor ilustración de ello llega de la mano del derrocamiento de Salvador Allende en Chile, que, además de alejar el espectro del comunismo en el contexto de la guerra fría, sirve para convertir a Chile en una economía de rasgos neoliberales en la que las empresas estadounidenses podrán operar sin verse sujetas a incómodas trabas de naturaleza socialista o nacionalista. 17 En casos como este, resulta evidente que la mayor fuerza Wallerstein, El moderno sistema mundial, 3 vols., Madrid (19791999). Gunder Frank, Capitalismo y genocidio económico: carta abierta a la Escuela de Economía de Chicago a propósito de su intervención en Chile (Bilbao, 1976). 16 Immanuel 17 André 12 política del centro le permite organizar a las economías periféricas en función de los intereses del centro. La brecha de poder político también se percibe en el funcionamiento de las organizaciones económicas internacionales. Estas organizaciones, el GATT (actual Organización Mundial del Comercio), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, han sido creadas tras la Segunda Guerra Mundial, en un intento de facilitar la cooperación económica entre los países y evitar que las rivalidades económicas desemboquen en crisis económicas y políticas como las que condujeron a la gran depresión e incluso la Segunda Guerra Mundial. Hasta aquí todo bien, pero los dependentistas pronto hacen notar que, en estas organizaciones, el poder político está distribuido de manera desigual, por lo que sus actuaciones y recomendaciones de política económica tienden a favorecer primordialmente los intereses del centro. Los dependentistas subrayan, por ejemplo, que, mientras los países del centro consiguen rebajas arancelarias para penetrar en los mercados de la periferia, se mantienen reacios a conceder rebajas análogas a los países de la periferia; rebajas, por ejemplo, en sus elevados muros de proteccionismo agrario. Mientras que los países del centro consiguen que se liberalicen los mercados mundiales de productos y capitales, se mantienen reacios a liberalizar el mercado mundial de mano de obra y permitir la libre inmigración dentro de sus fronteras. De este modo, las organizaciones económicas internacionales dan pie a una cooperación económica sesgada, que refuerza la desigualdad entre centro y periferia. 18 En suma, un conjunto de mecanismos económicopolíticos actúan según la escuela de la dependencia para reproducir el subdesarrollo de la periferia. En realidad, lo que se genera es un círculo vicioso, ya que los lazos de dependencia con el exterior generan en América Latina una estructura social poco adecuada para el desarrollo económico. La tradicional orientación hacia el exterior de las economías latinoamericanas, combinada con la actual dependencia de empresas multinacionales, está impidiendo la hegemonía de una burguesía nacional, la clase social que en su momento impulsó el desarrollo europeo. En su lugar, la dependencia económica con respecto a los
  • 17. países desarrollados está generando una estructura social deforme, dominada por grandes terratenientes, comerciantes de exportaciónimportación y empresarios locales que actúan como correa de transmisión de las estrategias de las compañías transnacionales. Un conjunto de clases dominantes que puede alcanzar altos niveles de vida sin necesidad de transformar la sociedad latinoamericana, como sí hizo la burguesía europea durante la industrialización de su continente durante el siglo XIX. El resultado es una acumulación “extravertida”, en lugar de una acumulación “autocentrada” que conduzca a la superación del subdesarrollo. 19 18 Samir 19 André Amin, El capitalismo en la era de la globalización (Barcelona, 2002). Gunder Frank, Lumpenburguesía, lumpendesarrollo(Barcelona, 1972); Samir ¿Qué recomendaciones de política económica se desprenden de lo anterior? A diferencia de los estructuralistas, cuyo objetivo es reformar el capitalismo latinoamericano para mejorar su funcionamiento, los dependentistas piensan que son precisos cambios radicales. Los lazos de dependencia, encarnados en las multinacionales, en el comercio internacional, en la desigual distribución del poder político, impiden que el capitalismo, de efectos tan positivos para el centro, conduzca también al desarrollo de la periferia. No hay manera de reformar el sistema. Si se mantienen los lazos económicos con el centro, éste se apropiará de la mayor parte de las ganancias de productividad a través de su control del poder empresarial y político. Prebisch y los estructuralistas aspiraban a reformar la periferia para que sus rasgos estructurales dejaran de ser diferentes de los del centro. Los dependentistas, en cambio, aseguran que los rasgos estructurales de la periferia no pueden ser eliminados. Más bien al contrario, el desarrollo del capitalismo global tiende a acentuarlos. Por ello, la mejor estrategia para la periferia es la desconexión: retirarse selectivamente de la economía global para conseguir desarrollar procesos de acumulación autocentrados. La China comunista, que rompe con su pasado de dependencia con respecto a las potencias coloniales que operaban en el país, constituye un posible ejemplo a seguir. La conferencia de Bandung de 1955, en la que un grupo nutrido de países de la periferia se declaran no alineados en relación a la guerra fría y se proponen estrechar los lazos de colaboración mutua, se plantea como ejemplo del único tipo de relación con el exterior que puede contribuir a superar el subdesarrollo. La globalización es culpable del subdesarrollo, así que el camino hacia el desarrollo pasa por desconectarse de la economía global. 20 IV A lo largo de la década de 1980, las escuelas alternativas de pensamiento económico localizadas en América Latina sufren un duro revés. Los acontecimientos del mundo real parecen debilitar su credibilidad. Ya desde la década de 1970, la ISI latinoamericana se está estrangulando a sí misma. La ISI no está siendo capaz de reducir el problema clave detectado por los estructuralistas: la heterogeneidad interna de las economías latinoamericanas. Sí, se está produciendo industrialización, pero no se trata de una
  • 18. industrialización competitiva. Un tejido de empresas industriales parapetadas tras los muros de la protección abastece el estrecho mercado interno, pero carece de penetración en los mercados internacionales. Continúa habiendo un notable grado de heterogeneidad interna también en el ámbito del empleo. Conforme avanza la ISI, los problemas de esta heterogeneidad adquieren un nuevo rostro: la formación de importantes bolsas de marginalidad urbana, como consecuencia de la emigración campociudad excesiva provocada por el sesgo urbano de las políticas de fomento de la industrialización. La combinación de la estrategia ISI con esta persistente heterogeneidad sectorial genera peligrosas brechas. Hay una brecha comercial, porque la orientación hacia dentro está desincentivando las exportaciones (sobre todo, de productos agrarios) pero no está siendo capaz de reducir las importaciones (ya que, para producir los La diferencia está en que lo que fracasó en América Latina tuvo éxito en el sudeste asiático. ¿Por qué? Porque se trató de una ISI mejor diseñada, en la que los instrumentos de protección arancelaria y distorsión del libre mercado fueron utilizados de manera selectiva con objeto de fomentar la competitividad industrial y favorecer la inserción internacional de las empresas como exportadoras industriales. Se cuidaron más los incentivos, se evitó en mayor medida que el Estado terminara siendo una marioneta en manos de los grupos de poder empresariales. En suma, la estrategia general de desarrollo del sudeste asiático va más en la línea de la estrategia estructuralista que de la estrategia neoliberal. Esto sienta las bases para la refundación del estructuralismo: para el surgimiento de la escuela neoestructuralista. De hecho, la revisión de la experiencia asiática y su comparación con la ISI latinoamericana sirve para Villarreal, La contrarrevolución monetarista: teoría, política económica e ideología del neoliberalismo (México D.F. 1986). 23 René 24 HaJoon Chang, Retirar la escalera: la estrategia del desarrollo en perspectiva histórica (Madrid, 2004). 17 revalorizar el trabajo de los estructuralistas de la década de 1970. Así, en la década de 1970, Prebisch y otros estructuralistas ya llamaban la atención sobre los evidentes peligros que acechaban a la ISI. 25 Frente a la acusación neoliberal de que los estructuralistas eran entusiastas del proteccionismo, lo cierto es que en esa década los estructuralistas habían mostrado su escepticismo con respecto al tipo de proteccionismo aplicado por los gobiernos latinoamericanos: un proteccionismo integral que no estimulaba el progreso de la competitividad. De hecho, en esa década se habían levantado voces estructuralistas urgiendo a relanzar las exportaciones, buscar una auténtica competitividad y, en una palabra, no desconectarse de la economía global. También se habían levantado voces que alertaban contra los peligros de un endeudamiento excesivo: los peligros derivados de confiar en el endeudamiento para que este hiciera lo que en realidad deberían estar haciendo las exportaciones. En otras palabras, los estructuralistas estaban pidiendo un mejor diseño de la ISI. Todo esto cayó en saco roto, pero está en
  • 19. los escritos estructuralistas de la década de 1970 y sirve para defender a la escuela de algunas acusaciones injustas. Aunque los gobiernos latinoamericanos han prestado atención a la recomendación estructuralista de perseguir una ISI en los cincuenta, han prestado poca atención a sus propuestas de reforma de los años sesenta y prácticamente ninguna a sus preocupaciones de los setenta. Por ello, aunque el estructuralismo es inicialmente una cobertura intelectual para la ISI latinoamericana, la forma concreta que adopta esta ISI tiene más que ver con las decisiones concretas de los gobiernos. En particular, si la ISI latinoamericana ha terminado siendo tan diferente de la ISI asiática, ello no se debe a recomendaciones equivocadas de los estructuralistas. Buena parte de los escritos de los estructuralistas en los sesenta y setenta alertaban, precisamente, sobre aquellos aspectos que diferenciaban una ISI de otra. Fueron los gobiernos los que no prestaron atención. La figura clave en la refundación del pensamiento estructuralista es Fernando Fajnzylber. 26 Buen conocedor de las experiencias del sudeste asiático y su comparación con América Latina, Fajnzylber contribuye a desmontar los mitos neoliberales propagados en la década de 1980 acerca de la ISI como una estrategia condenada a fallar y acerca del milagro asiático como un producto de la mano invisible. Sin embargo, Fajnzylber también se da cuenta de que es preciso fundar una escuela neoestructuralista que se adapte a los nuevos tiempos y corrija los principales errores del pensamiento estructuralista original. Es preciso corregir dos errores y evitar un tercero. El primer error que debe ser corregido tiene que ver con el recelo ante la globalización. A comienzos de la década de 1990, y tras la caída del bloque comunista europeo, la economía mundial es una economía global. Es preciso participar en ella: la globalización tiene sus riesgos, pero quienes se desconectan lo pasan peor. Durante el periodo ISI, la economía latinoamericana ha mirado demasiado hacia adentro. El resultado ha sido el BIBLIOGRAFIAS LIBROS Y ENSAYOS
  • 20. Samir Amin, El capitalismo en la era de la globalización (Barcelona, 2002).André Gunder Frank, Lumpenburguesía, lumpendesarrollo(Barcelona, 1972); Samir