Seremos honestos porque queremos servir al Señor y no a un hombre, ni a ninguna ideología. Este movimiento ha llegado a ser muy fuerte en ciertas partes, tal como lo vemos casualmente en México, en el Distrito Federal donde hay una comunidad muy grande.
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A partir de allí, el movimiento poco a poco comenzó a adquirir características
no tan nobles; pues, los principios utilizados no son originales ni con McKean
ni tampoco con Lucas sino que son principios que hemos visto en la historia
eclesiástica de los tiempos apostólicos. Tiene que ver con una separación,
una dedicación, lo cual es bueno, pero a su vez los ha llevado a ser un
movimiento “discipular” que ha aparecido entre varias denominaciones y en
varias épocas de su existencia. Las dinámicas de tales movimientos son
poderosas, de modo que atraen a muchas personas. Pero, por otro lado, las
dinámicas requeridas para poderse quedar en comunión con los dirigentes
son tan exigentes que muchos de los “conversos” pronto recaen y vuelven al
mundo.
II. El proceso de “discipular”.
El verbo “discipular” en este contexto no lleva la misma connotación de la
que se encuentra en los pasajes bíblicos del Nuevo Testamento, a pesar de
que los del movimiento “discipular” suelen citarlos con mucho entusiasmo y
convicción. Naturalmente, el pasaje predilecto es la “Gran Comisión” misma,
que encontramos en Mt. 28:18-20: “Jesús se acercó entonces a ellos y les
dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto,
vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo
que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes
siempre, hasta el fin del mundo”. Veamos también lo que dice I Co. 4:6:
“Hermanos, todo esto lo he aplicado a Apolos y a mí mismo para beneficio de
ustedes, con el fin de que aprendan de nosotros aquello de “no ir más allá de
lo que está escrito”. Así ninguno de ustedes podrá engreírse de haber
favorecido al uno en perjuicio del otro”. El problema es que, aunque hay
muchas cosas muy laudables en lo que hacen los de Boston, ellos van más
allá de lo escrito y, celosamente, imponen su voluntad sobre los que les
siguen en categoría de discípulos. Y Mt. 20:25-28: “Jesús los llamó y les dijo:
—Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los
súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no
debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá
ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los
demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para
servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
Por lo tanto, el movimiento “discipular” utiliza la terminología de la “Gran
Comisión”, no sólo para enfatizar la necesidad de convertir a la gente y
enseñarle de la necesidad de seguir creciendo en el conocimiento de la
Palabra, sino para describir su propio sistema de formación intensiva y de
constante supervisión personal. También, los “discípulos” son considerados
como superiores a los que son meramente “cristianos”. A continuación se
puede apreciar algunas de las “diferencias”:
1. Los “discípulos” son “cristianos que han recibido una preparación que
va más allá de las enseñanzas comunes entre los creyentes”.
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2. Los “discípulos” son cristianos que han dicho “sí” a un llamamiento
más riguroso que el de los creyentes comunes y corrientes (es
interesante comparar este proceso con el de los “perfectos” y los
“oidores”, dos clasificaciones de cristianos que contribuyeron al
establecimiento y desarrollo de la vida monástica, especialmente
desde los fines del tercer siglo d.C.).
3. Hay una fuerte y constante relación establecida entre el que discipula
y el discipulado. Juntamente con la rigurosa instrucción religiosa, al
discipulado, el que discipula le da toda clase de instrucción en asuntos
muy personales y de índole secular (aun hasta decirle con quién
puede casarse y con quien no; cómo debe comportarse, vestirse, lo
que puede hacer y lo que no).
4. Al discipulado, se le enseña enfáticamente que se someta al que le
discipula.
5. Al discipulado, le es obligatorio imitar el ejemplo del que discipula. En
muchos casos, el discipulado procura imitar hasta la personalidad y la
manera de vestir del discipulador.
Veamos una experiencia personal que tuve en el año 1976 cuando yo
era profesor catedrático de la Universidad Cristiana de Abilene Texas;
y Check Lucas fue invitado para que diese una clase en el seminario
intensivo de misiones que celebramos cada verano, ya que en ese
entonces, admirábamos mucho lo que hacía. Él trajo consigo algunos
de sus discípulos, quienes no estaban interesados en aprender nada,
sino que buscaban discipular a todos los universitarios que pudieran
presionándolos, fue así que una chica, sintiéndose presionada, le dijo
a uno de estos jóvenes que él no era un discípulo de Cristo sino de
Check Lucas a lo cual él respondió que ella tenía razón puesto que
efectivamente, si Jesucristo se presentara ante ellos esa misma
noche, haría las cosas y se vestiría tal como lo hacía Lucas. Esto deja
muy en claro hasta qué punto el discípulo imita a su discipulador.
6. Al discipulado, se le requiere confesar sus pecados al que discipula
quien ejerce gran presión para que no le oculte nada. Después el
discipulador corrige, regaña y amonesta al discipulado. Finalmente, se
hace oración por el “caído”. Pero, el discipulador nunca confiesa sus
pecados al discipulado, sino a su propio discipulador, quien mantiene
un rango más alto que éste. Este sistema ha traído muchos problemas
psicológicos sobre el discipulado.
7. Si el discipulado está vacilante ante la oportunidad de confesarse, el
discipulador comienza a hacerle toda clase de preguntas personales
para poder sacar del renuente la esperada confesión (para su “propio
bien”, por supuesto).
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8. El proceso de discipular es extremadamente jerárquico. Un seguidor
del sistema puede tener muchos compañeros, pero solamente un
discipulador. Una vez discipulado, el nuevo converso debe buscar a
quienes discipular también. Por tanto, el que es discipulado por su
“superior”, puede tener el prestigio de ser un “superior” también sobre
aquel a quien lleva el mismo proceso jerárquico. El resultado es una
organización que se parece mucho a los planes de “marketing” de
estilo pirámide al fin y al cabo, es religión “estilo Amway”, cada uno es
como un sargento que acepta del capitán cualquier abuso, cada quien
recibe duro, pero puede dar duro también cuando le toca discipular a
otro, así es el proceso; este sistema es extremadamente jerárquico.
9. La organización va mucho más allá de la relación entre individuos,
pues también se aplica a distintas “clases” de congregaciones, como
las que se van a presentar a continuación.
III. Jerarquía de iglesias.
1. La iglesia de Boston es el “centro cerebral” de todas las operaciones, y
no cabe dentro de ninguna categoría que se va a mencionar en las
secciones que siguen. El que encabeza toda la operación es el mismo
Kip McKean, aunque la congregación de Boston también tiene cierta
apariencia de la organización escritural (ancianos obispos como líderes
espirituales de la congregación).
En una ocasión el que escribe estas líneas estaba hablando con el Dr.
George Gurganus (consejero misionero para la iglesia en Boston) y Al
Baird (uno de los ancianos de Boston) acerca de la organización, e hizo
la siguiente pregunta: “¿Qué pasaría hoy, si por mala fortuna, muriera
Kip McKean?” El Dr. Gurganus respondió inmediatamente, diciendo,
“todo se echaría a perder”. Pero, con una mirada de desaprobación
hacia el Dr. Gurganus, Al Baird “recuperó” el momento con la
observación: “Pero, siempre tenemos a otras personas listas para tomar
las riendas”. Sus propias palabras habían expuesto el error de su
organización. Ahora ¿vamos a tener “vicarios” o “cabezas” de la iglesia,
igual que la Iglesia Romana? ¡De ninguna manera!
2. Bajo el control directo del “cerebro”, están las “Iglesias Columnas”, las
que ejercen el poder casi igual a una catedral (iglesia del obispo) que
ejerce poder sobre su diócesis.
3. Bajo las “Iglesias Columnas”, están las “Iglesias de las Ciudades
Capitalinas”.
4. Bajo la dirección de las “Iglesias de las Ciudades Capitalinas” están las
“Iglesias de Los Pueblitos”.
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5. Bajo la dirección de las “Iglesias de los Pueblitos” están las “Iglesias del
Campo”.
El arreglo jerárquico del sistema “Boston” está netamente en contra de la
organización novo testamentaria (vea Hch. 14:23; 15:1-4; 1 P. 5:1-4).
Para “justificar” ese arreglo, el liderazgo de Boston está negando que
exista el concepto “autonomía” tal como se enseña en el Movimiento de
Restauración. El punto clave es el hecho de que el concepto de
autonomía orgánica no se encuentra en la Palabra de Dios, pues somos
todos un solo cuerpo (Ro. 12:1-8; 1 Co. 12:12-27; Ef. 1:22,23; 4:1-6). Por
otro lado, en cada congregación debe existir un cuerpo de ancianos
(también llamados “obispos” y “pastores”), y éstos tienen que responder
sólo al Príncipe de los pastores (He. 13:7, 13; 1 Ti. 3:1-7; Tit. 1:5-9; 1 P.
5:4).
IV. Doctrinas propias.
Los del sistema “Boston” son tan temerosos de la influencia de los que
realmente conocen la Palabra de Dios que no permiten que nadie enseñe
en sus congregaciones a menos que haya sido preparado por ellos
mismos. En este aspecto, en todo el paradigma de control, son muy
parecidos a los Testigos de Jehová. Y, como los Testigos, tienen sus
propias doctrinas, las que jamás se pueden encontrar en las Sagradas
Escrituras, pues requieren una “ayuda” de sus conclusiones muy
particulares. He aquí dos ejemplos:
1. Enseñan que el uso de la palabra griega jegemón, o sea “dirigente” en
He. 13:17 se refiere a todos los que están en el sistema jerárquico de
ellos. Pero “dirigente” es un sinónimo del concepto episkopos, o sea
“el que dirige la asamblea”, término que se refiere sólo a los ancianos-
pastores-obispos. En realidad jegemón es un concepto más fuerte que
poimen, que significa pastor.
2. Enseñan que el “bautismo para perdón de los pecados” no es
suficiente; puesto que además es necesario bautizarse en el “señorío
de Jesús” (¿dónde dice la Palabra de Dios esto? vea Hch. 2:38; 8:35-
39; Ef. 4:5).
A la gente le gusta mucho ejercer el control sobre otros y esta es la dinámica
principal de este movimiento; pero no tienen derecho de hacerlo. Ellos se
llaman a sí mismos la Iglesia de Cristo Internacional, y enseñan muchas cosas
correctas; sin embargo, su aplicación es pésima y anti-bíblica y debemos estar
concientes de esto, para seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo tal cual
encontramos sus huellas en la Palabra de Dios.