2. “Así apareció el 'fantasma': un ser esquivo, con las manos
y el cuerpo de un ser humano; pero la cabeza era una
gran bola de algo que le cubría los hombros y la parte
superior del torso sólo dejaba un contorno del rostro
visible. Muy cerca de sus pisadas se encontró a otra
criatura, extraña como la primera, pero de menor
tamaño. Sus ojos eran claros y penetrantes, distintos a
los ojos humanos", escribió el reverendo Singh de
Midnapore (India).
En 1920, cuando al reverendo Singh, de Midnapore, se le
requirió que investigara unos "fantasmas" que asustaban
en el bosque de otra villa, no esperaba encontrar a dos
niños salvajes viviendo entre una familia de lobos en un
abandonado túmulo de termitas.
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4. El espectáculo lo dejó tan asombrado y asustó tanto a los
pobladores de la zona, que el reverendo Singh tuvo que
emplear todas sus destrezas en el púlpito para
impedirles que le dispararan a toda la manada. No
obstante, mataron a la madre loba y se llevaron consigo
a los niños. Debajo del barro y del pelo enmarañado que
les había otorgado su apariencia monstruosa se
escondían dos niñas pequeñas que el reverendo estimó
que tendrían tres y seis años. No parecían ser familia, lo
que implicaba que la madre loba las había recogido en
momentos diferentes. El reverendo se las llevó a un
orfanato en Midnapore, y se las alojó en un área
deshabitada. Se les dieron unas colchonetas para que
durmieran y unas cobijas para cubrirse, pero ignoraron
ambas, sin mostrar el más mínimo síntoma de frío.
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6. Se arrancaron cualquier cosa que se les dio para vestirse
y, finalmente, la señora Singh logró cubrirlas con unos
pañales. Las niñas pasaban horas tratando de
quitárselos a mordiscos. Rehusaron tomar la leche
servida en tazones y no comieron hasta el día en que se
las sacó al patio, cuando le daban de comer a los perros
del orfanato. El reverendo trató de retener a las niñas,
pero la mayor se liberó y se unió al revoltijo de perros;
éstos parecieron aceptarla cuando les quitó varios trozos
de carne antes de largarse a roer un hueso. A la mayor
se la llamó Kamala y a la menor, Amala. En los meses
siguientes, Kamala y Amala mostraron conductas
comunes a casi todos los niños salvajes criados por
lobos.
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8. Eran nocturnas, tenían un excelente sentido del oído y de
la vista, cierto miedo a la luz y a los humanos, dormían
una encima de la otra, aullaban durante la noche y
olfateaban todo lo que pasaba frente a ellas, mostraban
deseos de jugar con los perros del orfanato, eran
estrictamente carnívoras y cuadrúpedas, corrían en
cuatro patas. Los Singh empezaron a preguntarse si no
hubiese sido mejor dejarlas en el bosque. A principios de
1921, tanto Kamala como Amala enfermaron; el 21 de
ese mes, Amala murió. Kamala pasó las semanas
siguientes refugiada en una esquina y aullando en las
noches. Finalmente, en 1929, contrajo la fiebre tifoidea y
murió tras dos meses de enfermedad. Fue enterrada
junto a Amala en el cementerio cristiano de St.John.
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10. El hombre nace con un conjunto de potencialidades que
progresivamente alcanzan su plena realización.
Las distintas capacidades del ser humano se desarrollan,
unas por el proceso natural de la maduración biológica,
otras gracias al aprendizaje.
El aprendizaje es un proceso de socialización o
aculturación.
El medio social es el ambiente en que transcurre la vida
de los seres humanos y es tan esencial que fuera de él
ni siquiera llegan a constituirse como tales.
11. Los casos de niños que crecieron privados de
estimulaciones interpersonales y en
general, sociales, constituyen una prueba experimental
de esto.
Los niños fueron rescatados y se los intentó adaptar a la
vida civilizada, pero todos los esfuerzos de los científicos
fracasaron.
Los niños son incapaces de realizar actividades
humanas básicas como la de mantenerse en posición
erecta o comunicarse por medio de la palabra. Los
progresos que se alcanzan en todos los casos son
mínimos.
12. “Niños criados por animales”. Jiménez David. Diario El
Mundo. Febrero 2008.
“Niños salvajes”. Cuarto Milenio. Jiménez Iker. Marzo
2009.