Factores ecosistemas: interacciones, energia y dinamica
Easter
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EASTER
Por Jonathan Bravo
La fiesta Bíblica de la Pascua (He. Pesaj = “Pasó el destructor sobre nosotros y no
morimos”) celebra la liberación milagrosa del pueblo de Israel en la última plaga sobre Egipto.
Una noche diferente a todas las noches, mientras en cada casa en Egipto hubo por lo menos un
muerto, los Israelitas obedecieron para sacrificar un cordero, poner una señal de sangre en la
puerta, sus vidas fueron preservadas, cenaron muy rápido y salieron de “la casa de servidumbre”
al amanecer. ¡La Nación de Israel es un milagro! Producto de las maravillosas hazañas hechas
por Dios para sostenerlos no solo por 40 años en el desierto, pero por todas las generaciones.
La Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesucristo corresponden a la Pascua judía, la
cual, por decirlo así, era una sombra y figura profética del Sacrificio Perfecto en El Calvario y La
Salvación Eterna para quienes recibamos ese inmenso favor del Dios de Israel. Jesucristo es El
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él entregó su vida por la nuestra, Él llevó
nuestro juicio, no hay justo ni aun uno y la única persona sin maldad es Él. Todos nos
descarriamos como ovejas, cada cual se perdió en su propio camino. Nos rebelamos y nos
apartamos de Dios pero sobre Él cayó nuestra sentencia. Fue herido por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados. Jesús murió sobre un árbol y sobre un monte que Él mismo creó.
Nadie le quitó la vida, con amor Él la entregó para que nosotros fuésemos libres. La palabra
“Evangelio” significa “Buenas Noticias de Salvación” Y porque Cristo vive, puede salvar
perpetuamente a quienes nos acercamos a Él y le entregamos nuestra vida.
Easter: El nombre se deriva de la fiesta de primavera pagana de la diosa anglosajona
Eastre, del folklore y muchas costumbres asociadas, por ejemplo, la coneja y los huevos de
Pascua. En las lenguas germánicas los términos utilizados (Inglés pascua; ostern alemán) se
cree que se derivan del nombre de una oscura diosa germánica de la primavera, Eastre, culto
popularizado por el monje Inglés Bede. En una fecha próxima y para ocultar estas razones
germánicas, el nombre de esa diosa se cambió por las palabras que llegaron a traducir del griego
pascha y del hebreo pesaj. A través de los siglos se han añadido costumbres paganas que
aparentemente reflejan el folklore de primavera pero resaltan el huevo y el conejo.
La fiesta estaba en sus más primitivos orígenes consagrada a la pujanza de la Naturaleza
y más en concreto, a la diosa de la fertilidad de los asirio-babilónicos Astarté-Ischtar la misma
llamada Diosa Madre Semiramis que recibió otros muchos nombres y que por ejemplo, los
fenicios-cartagineses conocieron como Tanit, los egipcios como Isis, en los países nórdicos fue
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Easter, para los griegos Afrodita y para los romanos Venus. Los asirio-babilonios, buenos
astrónomos, la identificaban con una de las estrellas más brillantes que observaban en el cielo y
la denominaban “la estrella de suave fulgor”. Quizás por ello, ya en el Antiguo Testamento el
profeta Jeremías se queja así: “Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las
mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses
ajenos, para provocarme a ira.” (Jeremías 7:18). Esa “Reina del Cielo” no era otra que Istar,
Venus, Herta, Idrani, Nana, Shing Moo, Nutria y La Guadalupana.
Según el primigenio mito de la Creación de los babilonios, un huevo de gran tamaño cayó
desde el cielo al río Éufrates. De este maravilloso huevo fue engendrada la diosa Astarté. Por
esto el símbolo del huevo llegó a ser asociado con dicha diosa. Inicialmente ella representaba el
culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los
placeres carnales. Con el tiempo se tornó en diosa de la guerra y recibía cultos sanguinarios de
sus devotos. Se la solía representar desnuda o apenas cubierta con velos, de pie sobre un león o
acompañada de algún tipo de bestia o animal.
Esta creencia originada en Babilonia se expandió con rapidez por todo el mundo: los
antiguos druidas de las culturas celtas portaban un huevo como emblema sagrado de su fe; los
egipcios lo asociaron con el sol y los huevos coloreados eran usados como ofrenda de sacrificio
durante las fiestas de Isis; y hasta en China y en Japón, Con Shing Moo. Se adoptó esta
creencia, considerando el huevo de Pascua como símbolo de vida y resurrección.
Así pues, prácticamente todos los pueblos del mundo (desde los chinos, a los
occidentales, pasando por los egipcios, hindúes, persas, galos, griegos o romanos, entre otros)
han adorado al huevo como símbolo universal de vida. Para los fenicios, tanto el huevo como la
liebre eran símbolos de su diosa de la fertilidad, Astarté. Desde los tiempos más remotos, desde
las primeras civilizaciones, existió ya el culto al huevo y a su simbolismo, puesto que entre esas
primeras culturas, el huevo se consideraba como un medio para aumentar la potencia sexual y un
encantamiento para lograr la fertilidad.
Desde antes de Cristo, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa
fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril. En alusión a esa diosa, en
algunos países a la festividad de pascua se la denomina "Easter". The Westminster Dictionary of
the Bible (El diccionario Westminster de la Biblia) recoge que Easter era «originalmente la
festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz y del renacimiento en la
primavera, a quien se conocía en anglosajón como Easter». Ya en el siglo VIII los anglosajones
habían transferido dicho nombre a la fiesta católica que designa la celebración de la resurrección
de Cristo, adoptando otra fiesta pagana más en las tradiciones católicas. Así que la elección
del conejo se debe a su conocida capacidad de procreación, de gran valor simbólico en unas
fiestas dedicadas a la fertilidad de la tierra tras el invierno.
En la tradición católica se transmite el relato sobre el origen del conejo de Pascua, el que
cuenta que en el tiempo de Jesús un conejo estuvo encerrado en el sepulcro junto a Jesús y
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presenció su resurrección. Al haber presenciado el milagro, al salir de la cueva junto con Jesús,
se dice que fue elegido como el mensajero que comunique y recuerde a todos los niños la buena
nueva, regalando huevos pintados, y actualmente también regalando huevitos de chocolate y
otras golosinas durante la Pascua, de forma similar a como ocurre con papá Noel en Navidad.
Los huevos representan misterio, magia, brujería, medicina, comida y otras cosas. Es
ahora un símbolo universal de La Semana Santa (nombre NO Bíblico) en las celebraciones a lo
largo del mundo y han sido teñidos, pintados, adornados y embellecidos en la celebración de este
simbolismo especial. Antes de que los huevos llegaran a entrelazarse cercanamente con la
semana santa de la religión, fue honrado durante muchos ritos de Festivales Primaverales. Los
Romanos, los Galos, Chinos, Egipcios y Persas, todos adoraban los huevos como un símbolo
universal de incubación. En los tiempos paganos los huevos representan el renacimiento de la
tierra. El largo y duro invierno había pasado, la tierra estalló y renació justo como un huevo
milagrosamente lleno de vida. Los huevos en aquel entonces se creía que tenían una fuerza
mágica especial. Eran enterrados bajo las fundaciones de edificios para protegerlos del mal, las
mujeres jóvenes romanas embarazadas cargaban un huevo en sus ropas interiores para fortalecer
el sexo de sus niños por nacer; y al nacer los limpiaban con ellos para apartarlos de la mala
suerte. Las novias francesas se paraban sobre un huevo antes de cruzar la entrada de sus nuevos
hogares para destruir simbólicamente al mal.
El folklore de las viejas leyendas Polacas y creencias católicas atribuían al huevo para la
celebración de pascua. Una leyenda dice que María les dio huevos a los soldados en la cruz. Ella
los entretenía para que fueran menos crueles y entonces ella lloraba. Las lágrimas de María
cayeron sobre los huevos manchándolos con puntos de colores brillantes. Otra leyenda Polaca
dice que María Magdalena cuando iba al sepulcro a ungir el cuerpo de Jesús. Ella acarreaba una
canasta de huevos que le servían como un alimento. Cuando ella llegó al sepulcro y destapo los
huevos el cascarón había milagrosamente tomado los colores de un arcoíris.
Una vez más miramos cómo los cuentos, los cultos paganos y el sincretismo religioso
apartan a las personas de la posibilidad de Salvación para entretenerlos en ignorancia y atrapadas
en ataduras ancestrales que son cadenas espirituales muy fuertes que inducen a la adoración de
ídolos y demonios pero les alejan cada vez más de Dios.
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