3. Descontento externo.
Descontento interno:
El egoísmo.
La ambición.
La hipocresía.
Erradicando el descontento.
El descontento surge cuando existe un conflicto entre lo que
queremos y lo que obtenemos. Son situaciones que nos
producen ansiedad y nos quitan la paz.
En muchas ocasiones, las raíces del descontento se
encuentran en nuestra naturaleza pecaminosa. En otras, es
nuestro deseo de ser fieles lo que motiva a otros a
ponernos trabas en el camino.
¿Podemos encontrar paz cuando nos rodea el descontento?
4. ¡Qué palabras tan extrañas
tratándose de Jesús, quien predicó
y vivió el amor, la paz y la armonía!
Nos enseñó a amar a nuestros
enemigos, ¡cuánto más a nuestros
familiares y amigos!
Sin embargo, Jesús nos dice que, si los amamos más que a Él, no somos dignos. Jesús es digno
porque lo dio todo por nosotros (Ap. 5:9). Nosotros somos dignos cuando elegimos seguirle
por sobre todo lo demás.
Cuando nuestros allegados no hacen la misma elección, surge el
conflicto. Buscarán apartarnos de nuestra lealtad a Jesús.
Entonces, “los enemigos del hombre son los de su casa” (Miq. 7:6).
5. “La paz de Cristo no hará desaparecer la división,
sino que permanecerá entre las dificultades y la
división […]
Las familias deben ser divididas para que todos
aquellos que invocan el nombre del Señor se
salven.
Todos los que rehúsan su amor infinito
encontrarán que el cristianismo es una espada, un
factor perturbador de su paz”
E. G. W. (Nuestra elevada vocación, 18 de noviembre)
6. “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15)
Yo, mi, mío. Es un lenguaje que aprendemos con rapidez y usamos
demasiado a menudo.
Cuando le pidieron a Jesús que dirimiera acerca del reparto de una
herencia, Él se negó. Pero aprovechó la oportunidad para ahondar en
las raíces de ese descontento: el egoísmo (Lc. 12:13-15).
Planteó también el hipotético caso de un
hombre que se miró a sí mismo y, olvidando a
Dios y a su prójimo, lo perdió todo (Lc. 12:16-21).
¿Cuál es el antídoto bíblico contra el egoísmo?
Ser humildes como Cristo, servir a los demás,
y darles la preferencia (Fil. 2:5-8; Gál. 5:13;
Ro. 12:10).
7. “Hubo también entre ellos una disputa sobre
quién de ellos sería el mayor” (Lucas 22:24)
Jesús les acababa de decir a sus discípulos que iba a ser traicionado y
moriría, derramando su sangre por el perdón de los pecados (Lc. 22:20-21;
cf. Mt. 26:28).
Sin embargo, no pudieron captar estas verdades
espirituales porque sus pensamientos estaban llenos
de ambición. Ambicionaban un puesto importante en
el futuro reino terrenal del Mesías.
Colocando a un niño en el centro del grupo, Jesús les había enseñado
que debían dejar de ambicionar grandes cosas para su vida (Mt. 18:1-3).
Como un niño, debemos confiar en
Dios y depender de Él para que dirija
nuestra vida. Jesús tiene planes para
nosotros y, pacientemente, nos lleva a
abandonar nuestras ambiciones
erróneas y dejarnos conducir por Él.
8. Cerráis el reino de los
cielos. Ni entráis ni
dejáis entrar
Arruináis a las viudas,
pero hacéis grandes
oraciones
Hacéis a vuestros
prosélitos más
fanáticos que
vosotros
Diezmáis lo más
pequeño, pero
olvidáis el amor, la
justicia y la fe
Limpiáis lo de fuera,
pero por dentro
estáis llenos de robo
e injusticia
Sois como sepulcros
blanqueados.
Bonitos, pero llenos
de inmundicia
Honráis a los profetas
muertos, pero
desecháis a los vivos
En el evangelio de Mateo se registran
14 veces en las que Jesús usó la
expresión “hipócritas”. Ninguna de
ellas fue para decir algo agradable.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!”
(Mateo 23:13, 14, 15, 23, 25, 27, 29)
9. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!”
(Mateo 23:13, 14, 15, 23, 25, 27, 29)
¿Por qué estaba Jesús tan en
contra de los hipócritas?
Un hipócrita, en el mundo griego, era un actor, una
persona que representaba un papel. Este término ha
pasado a nuestro lenguaje como una expresión de
alguien que aparenta ser quien no es, o que no actúa
en coherencia con lo que dice.
Es una forma de ser realmente peligrosa: “al que sabe
hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago
4:17).
Por eso, Jesús nos anima, nos invita y nos fortalece
para vivir lo que creemos. De esta manera
ayudaremos a otros a confiar en Jesús, y a aceptarlo.
10. “La religión de Cristo es la sinceridad
misma.
El celo por la gloria de Dios es el motivo
implantado por el Espíritu Santo; y
únicamente la obra eficaz del Espíritu
puede implantar este motivo.
Únicamente el poder de Dios puede
desterrar el egoísmo y la hipocresía”
E. G. W. (El Deseado de todas las gentes, pg. 377)
11. “No os angustiéis. Confiad en Dios, y confiad también en mí” (Juan 14:1 NVI)
Como hemos visto, no solo nuestra naturaleza pecaminosa puede
provocarnos descontento, sino nuestra propia fidelidad nos puede llevar
a vivir situaciones angustiosas. ¿Cómo obtener paz en la angustia?
La clave está en la confianza. Jesús nos ha prometido darnos vida plena
(Jn. 10:10). Cuando estamos heridos, cansados, agotados, enfermos y
desanimados, confiemos en Jesús, Él es la Vida (Jn. 14:6).
Por otro lado, Jesús está preparando un lugar para nosotros, donde
nuestro dolor, ansiedad y sufrimiento serán desterrados para siempre
(Jn. 14:2-3; Ap. 21:4).
Al enfocar nuestros pensamientos en esa
preciosa promesa, las vicisitudes de esta
vida pasan a un segundo plano. Tenemos
esperanza en medio del descontento.
12. “Ante vosotros hay dos caminos—el camino ancho de la
complacencia propia y la senda estrecha del sacrificio. Yendo
por el camino ancho, podéis elegir el egoísmo, el orgullo, el
amor al mundo; pero aquellos que recorren la senda
estrecha, deben abandonar todo peso, y el pecado que tan
fácilmente nos acosa. ¿Cuál camino habéis escogido, el
camino que lleva a la muerte eterna, o el camino que
conduce a la gloria y a la inmortalidad?”
E. G. W. (Nuestra elevada vocación, 2 de enero)
13. Te invitamos a bajar y
estudiar cada una de
las 13 lecciones de esta
serie:
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