El Mikilo es una deidad diaguita de la mitología riojana descrito como un ser mitad humano y mitad animal. Se dice que habita en los bosques y montañas de La Rioja y provincias vecinas. Según las leyendas, deja huellas pequeñas, emite gritos nocturnos y puede observar o perseguir a los humanos, aunque no siempre de manera agresiva. Representa una concepción indígena que sobrevive de la cultura diaguita sin mezcla de otros elementos.
1. El Mikilo
Rey de la siesta riojana
Deidad diaguita, leyenda conocida en las provincias de La Rioja, Tucumán,
Santiago del Estero y Salta. Según se cuenta, es esquivo y poco sociable; se lo
reconoce por su grito ululante, casi como un lamento en la noche. Deja una
pisada desconocida, que se parece a la de un gallo; algunos lugareños lo
describen como un animal demoníaco, que tiene la mitad del cuerpo de
humano, y la otra mitad de perro, patas de gallo, manos enormes y una
larga cola emplumada. No siempre ataca a los hombres, comúnmente los
espía.
El Mikilo diaguita, es una concepción indígena que se conserva, en
parte, en La Rioja, sin mezcla de elementos ni incásicos ni cristianos.
Su pagana, naturista y pintoresca imagen, refugiada en los bosques y
montañas, en cuya penumbra vive, lo ha librado del exorcismo de la
colonia y de la profanación de la cultura europea.
Pertenece a la familia de los dioses salvajes y demóticos sin templo ni
ofrendas de oro que despertaran la codicia y el fanatismo de la
Conquista...Y tal vez es esa la razón de su supervivencia en la memoria y
en el culto de la gente...Es un dios de múltiples formas variantes con la
inconstancia de los juegos de luz en las arboledas y en la peñas, por lo
que resulta difícil reconocerlo.
2. Como la raza que lo creó, es esquivo y poco sociable; se resiste
abandonar los lugares en que fue dios. Este mito es conocido en Famatina,
el Velasco, Tucumán y Salta...Es un animalito endemoniado, que tiene una
forma extraña, la mitad del cuerpo de hombre y la otra de un perro; tiene la
cola larga y va cubierto de plumas; las manos son de niño y los pies de
gallo. Es muy malo y perverso; ataca a los hombres y se lo siente gritar
perdido quién sabe donde...Para la gente que habita la zona de Chilecito, en
el oeste riojano, es un pájaro gris, maligno y brujo que, en vez de volar
corre a ras del suelo y deja rastros de liebre...Por las noches llena la soledad
con sus gritos de lejanía...Gusta dormir la siesta a la sombra de las
higueras. Estas representaciones, quizá, son las primeras que más se
acerquen al concepto antiguo, una reminiscencia de la lucha de los
diaguitas con las tribus xuries, nómades y guerreras.... El MIKILO,
hombrecillo feroz y rey de la siesta.
(Fuente consultada: Revista Poevida – aporte realizado por Casa de La
Rioja y Roque Silva)
El Mikilo
Riojanito herencia de jarillas soy.
Por Chilecito ochando en las acequias voy.
Soy misterio que habita en las siestas, yo.
Soy el mikilo, un duende ladrón.
Cuidado Nicolasa no lo vaya a dejar
Al chango en la defensa que lo voy a chuschar
Los tuscales han de ocultar mi silbar
Allá por Famatina, Nonogasta, Anguinán
3. En los patios, descalzo me han visto corretear
Soy diaguita leyenda y divinidad
Poncho yuto, sombrero negro oscuro, voy
Con mis pasos ya he desorientado al sol
No hay carrero que evite mi aparición
Y mis manos engañeras son.
Región de yacurmanas, huyrapuca y yastay
Junto a los remolinos soy dios del pichanal
Y me nombran en ruedas para asustar.
Yo vivo en las leyendas paganas del lugar.
Y soy miedo en los changos que no quieren siestear.
Soy diaguita leyenda y divinidad.
Tema: "El Mikilo" de Emiliano Zerbini
Glosario
JARILLA: planta autóctona usada para cortar la tos, combatir el reuma, los sabañones; ayuda a la
curación de fracturas y el dolor de cintura. Alivia el dolor de muelas mordeduras de la víboras,
evita la transpiración y es depurativo de la sangre.
OCHAR: del quechua, provocar, acechar
ACEQUIA: Zanja o canal por donde va el agua para regar.
DEFENSA: estructuras para frenar la crecida del río y encauzarlo.
CHUSCHAR: tirar del pelo.
TUSCA: planta con propiedades antimicóticas, antisifilíticas, antiasmáticas; es buena para la
conjuntivitis y para la presión alta.
YUTO: falso
YACURMANA: diosa del agua que cuida las vertientes
HUAYRAPUCA: diosa o espíritu del aire, viento colorado.
YASTAY: es el hijo de la Pachamama, protector de los animales, también protege a los cazadores
pobres que cazan para alimentarse y castiga a los que cazan sin necesitarlo.
PICHANA: planta de flor amarilla y varas largas con las que se hacen escobas.
CHANGOS: niños, muchachos.
DIAGUITA: pueblo aborigen que habitaba el Noroeste Argentino.
4. Fragmentos
Extraídos del libro “Las brujas del Agua Blanca” y otras historias, del autor Marino Córdoba.
Editado por Canguro. La Rioja. 1993.
En realidad Mikilo se llama a un animalito pequeño, peludo, con orejas
grandes como la liebre, una especie que debe haberse extinguido por cuanto
nadie dice haberlo visto como antes, deja un rastro pequeñito como el de un
niño, por eso se le confunde con el duende; que en verdad los que lo vieron los
describen que camina al revés, con los taloncitos para adelante…
Primera narración:
Atardecía. Es el momento en que el Velasco se cubre de incandescencia
y colorido. Esa inmensa pared pétrea a pedido del Famatina su paleta colorida
que él luce al amanecer. Las sombras se inclinaban ya en las callejas que
bajan al camino de la Puntilla. Allí se registró otra aparición de este duende
travieso llamado Mikilo. Enojado tal vez por los mimos de una circunstancial
pareja los correteó enojado dando saltos felinos y sonidos guturales. El chango
y la chinita corrieron despavoridos por el camino que conduce a Chilecito.
Allí los encontré, y al preguntarles que les pasaba, contestaron: Nos
corre el Mikilo. Yo miré a un lado y a otro y no vi al travieso duende. Pero
pregunté ¿Cómo era el Mikilo? De las descripciones que me hizo el dúo dibujé
tratando de interpretarlos. Tiene un sombrero enorme, todo deshilachado.
5. Debajo del sombrero brillaban sus enormes ojos negros aureolados de rojo,
cara de indio de piel oscura; cubría su cuerpo con raído ponchito, sus manos
emergían de los pliegues del poncho; manos ascuas y peludas de largas uñas
negras. Saltaba con mucha agilidad con sus pequeños pies como los de un
niño, pero lo curioso es que caminaba con los taloncitos hacia la cara interior
del cuerpo. Por eso es lo que dijo el chango que los rastros quedaban a la
inversa; si caminaba hacia el oeste sus rastros quedaban como si fue al Este.
Segunda narración:
La niña Vicenta que ya había superado con creces el medio siglo de
existencia, vivía con su anciano padre en el lejano puesto de crianza de cabras
y vacas que tenían en la “Casa de Piedra”. Una vez que mi tío andaba por ahí
en busca de unas vacas extraviadas, se alojó en cas de sus parientes. Esa
noche, ya muy tarde siente que en una de las quebradas lloraba un niño
desconsoladamente. A él le extrañó eso cuanto los puestos habitados estaban
a cinco y diez kilómetros de distancia. Le pregunta a la dueña de casa:
Vicenta.
¿Qué será de ese niño que llora? ¡Vamos a buscarlo, pobre criatura!...
No; responde la niña, ese no es ningún niño, es el dientudo ¿El dientudo?
¿Quién es ese? ¡El petiso dientudo que cada momento viene a joder aquí!!! Las
otras noches cuando salí a llevarle la leche a los gatos que tiene su platito
arriba de esa pirca de piedra, estaban todos enojados mirando atrás de la
pirca, paraban la cola y arqueaban el lomo. Me acerco con el farolito a ver que
los asustaba… ¡Y ahí estaba el dientudo!!!...petiso, fiero y sombrerudo. Le
brillaban los ojos y los dientes y… ¡Se quería esconder de mí! ¿Y que has hecho
vos, Vicenta? … Nada, lo corrí a pedradas, cada pedrada que le daba por las
costillas sonaba a hueco. ¡Y no es la primera vez! El duende ya le temía a la
niña Vicenta. Ella no.
Tercera narración:
El Mikilo también le teme a la señal de la cruz. Lo comprobó don Jacinto
Herrera, vecino de Agua Blanca, una vez que llevaba un arreo de vacas en el
6. cerro de “La Pampa” en pleno verano, en una de esas siestas más calientes; de
repente las vacas empezaron a volverse muy asustadas y no querían seguir. El
hombre, no sabiendo a qué temían se adelantó a ver qué sucedía; entonces lo
vio: petiso, negro, peludo y sombrerudo, sentado en la parte más espinosa de
la punta de un cardón; se reía a carcajadas…y eso era lo que no le dejaba
pasar las vacas. Don Jacinto se persignó y el petiso desapareció. El hombre
pudo seguir sin problemas.
EL MITO DEL MIKILO- Zulma del V. Vichi - Red de Investigadores en
Comunicación
PARA LA REFLEXIÓN, DESDE IDUKAY.
¿Qué aportes realizan las narraciones cuando fabrican mitos? ¿Cómo los
interpretamos? ¿Para qué se crearon o se inventaron en el imaginario, y
qué hace colectivo para la reinterpretación?
¿Nos sirve reinterpretarlos como lo hicieron nuestros antepasados?
A veces lo poético, es decir “el arte de lo poético” incluye la creación de
mitos e historias, de sentidos y significaciones. Sirven sí, si se puede unir lo
funcional a lo poético, para descubrir el sentido que los humanos, los pueblos y
las comunidades otorgan al mundo.
Buscar el sentido de los mitos es aplicar procesos inferenciales en la
lectura, es aprehender lo que está presente, pero no escrito. Es lo que se
deduce porque cada uno de nosotros somos capaces de construir
interiormente, con la búsqueda de ideas fuerzas del capital simbólico y cultural
que tenemos y que nos moviliza.
¿Cuál es el pensamiento inferencial del Mikilo? ¿La generación del
miedo? ¿La posibilidad de constituir una validez mágica? ¿Estimular adhesiones
7. emocionales o fanáticas, lejos de la racionalidad? “Los mitos no son: los mitos
valen, arraigados al „yo‟ de las multitudes cuando ya no pueden ofrecerse ni
en realizaciones ni en inspiraciones”. (Mooney y Arnoleto).