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1.- Los conocimientos previos sobre qué es ciencia y tecnología, y sus diferencias. 
La ciencia es el estudio sistemático de los fenómenos de la naturaleza y también de los 
fenómenos sociales. 
La tecnología es la aplicación de los descubrimientos para crear aparatos que facilitan las 
actividades del hombre. 
2.- Los fines de la tecnología y de la ciencia. 
El fin de la tecnología es facilitar las actividades humanas haciéndolas más fáciles, productivas y 
seguras. 
El fin de la ciencia es descubrir como funciona el entorno natural y social que nos rodea. 
3.- La interacción entre ciencia y tecnología para los procesos y productos de la informática. 
Las ciencias; matemática, electrónica y la tecnología de microprocesadores, unieron esfuerzos 
para la creación de computadoras cada vez más potentes, veloces y con un sinfín de aplicaciones 
Así también evolucionan los programas. A la vez éstos avances permiten diseñar nuevos equipos y 
nuevos programas. 
4.- La informática como práctica social para la satisfacción de necesidades e intereses. 
Las prácticas sociales tradicionales han ido cambiando con la introducción de computadoras en 
todos los medios en que interactúa el ser humano. Las reuniones ya no son alrededor de una 
fogata, ahora son alrededor de los medios masivos de comunicación, de un PC o de un teléfono i 
inteligente, la finalidad, compartir información a través de internet. 
5.- Las técnicas tradicionales para el procesamiento de información, de programación y de diseño 
y sus procesos de cambio. 
Técnicas tradicionales de procesar información; revisión y análisis de expedientes, proceso lento 
por falta de personal calificado, todo cambio con el uso de la computadora que permite el 
tratamiento automatico de información 
6.- Las demandas sociales y el conocimiento técnico en el desarrollo científico. 
Las demandas sociales de salud, seguridad, alimentación, estudio, etc., impulsan los 
conocimientos técnicos que tienen el fin de trabajas con eficiencia, ahorro de energía y mayor 
productividad a favor de la ciencia. 
7.- La resignificación de los conocimientos científicos; ciencias naturales y ciencias sociales en la 
producción de productos y procesos técnicos. 
Los conocimientos científicos se obtienen después de minuciosas observaciones, 
experimentaciones y formulación de teorías, tanto en la naturaleza como en la sociedad, van 
evolucionando hasta ser la base en la que se apoya la producción masiva de bienes para una 
sociedad cada vez mas demandante. Los procesos técnicos que ser más rápidos y eficientes, pues 
en realidad se trata de una competencia económica de la que se deriva que a mayor tecnología 
mayor riqueza. 
8.- La influencia en el contexto sociohistórico en el surgimiento de técnicas para almacenar, 
procesar, transmitir y comunicar información.
La informática ha tenido momentos históricos muy importantes que sin duda son producto del 
contexto social y tecnológico de cada época, se reconocen 4 grandes momentos que son los 
corresponden a la creación de cada una de las cuatro generaciones de computadoras. 
9.- El desarrollo de software de programación y su desarrollo con el desarrollo de las ciencias. La 
ingeniería informática. 
El software de programación también conocido como de desarrollo es el conjunto de 
herramientas que permiten al ingeniero programador desarrollar programas informáticos 
apropiadas cada función que requieren las empresas. Este software incluye: editores de texto, 
compiladores, interpretes, enlazadores, depuradores, entornos de desarrollo integrados (IDE) 
La ingeniería informática aplica los fundamentos de la ciencia de la computación, la ingeniería 
electrónica, la ingeniería de software para el desarrollo de soluciones integrales de cómputo y 
comunicaciones, capaces de procesar información de manera automática, con aplicación en 
medicina, alimentación, industria, derecho, etc. 
10.- La acepción de tecnociencia: la integración de ciencia y tecnología. 
Tecnociencia. Concepto instalado a partir de las últimas dos décadas del siglo XX, para designar el nuevo contexto 
social y tecnológico de la ciencia, con su mudanza desde el terreno académico hacia lo gubernamental e industrial, 
formando parte de un complejo tramado en el que intervienen entornos y agentes simbólicos, materiales, sociales, 
económicos, políticos y ambientales. 
Concepto utilizado en el campo de estudios de Ciencia y Tecnología para designar el contexto social, natural y 
tecnológico contemporáneo de desarrollo de la ciencia, con su mudanza desde lo académico hacia lo 
gubernamental e industrial y su fuerte entramado con factores simbólicos, materiales, sociales, económicos, políticos 
y ambientales (MEDINA) 
“Así pues, según Javier Echeverría, en ‘La revolución tecnocientíf ica’, la tecnociencia es una f orma de practicar la 
ciencia y la tecnología que surge en los años 80 en Estados Unidos de Norteamérica y que se extiende a otros 
países. La tecnociencia convive con la ciencia y la tecnología tradicionales, pero presenta según nuestro autor 
rasgos característicos: 
La investigación se organiza y el conocimiento se gestiona de manera industrial y empresarial, como una cadena 
productiva orientada a la ef iciencia y la rentabilidad, con f inanciación privada en su mayor parte y políticas públicas 
de estímulo. 
El sujeto de la tecnociencia es híbrido, plural y complejo; una multitud de agentes participan a través de grandes 
equipos y amplias redes de investigación: científ icos, ingenieros, técnicos, políticos, militares, empresarios, gestores, 
etc. 
El conocimiento tecnocientíf ico no es un f in en sí mismo, tiene una función instrumental, es un medio para la acción, 
para la realización de intereses y objetivos. La búsqueda de la verdad es sólo uno de los valores en juego. 
La tecnociencia es una forma, o una fuente, de poder y de riqueza. Sirve para la supremacía política o militar, para el 
desarrollo económico y empresarial; es un activo estratégico de los Estados y sociedades civiles. 
La informática y en general las TIC [Tecnologías de la Información y Comunicación] son las herramientas básicas 
para el desarrollo de la tecnociencia, su método de trabajo esencial, mediante procesos de simulación, cálculo, etc. 
En la tecnociencia intervienen una pluralidad de valores. Los valores económicos, militares, políticos, epistémicos o 
técnicos suelen estar en su núcleo. Pero también actúan, más en su perifer ia, los valores jurídicos, sociales, 
ecológicos, morales, etc. Todo ello provoca f recuentes conf lictos de valores. 
El conocimiento deviene empresa, capital y mercancía, objeto de propiedad y comercio; la investigación se 
constituye como un sector económico decisivo, como forma de negocio y medio esencial de poder. Con la 
innovación basada en la investigación se busca crear nuevos productos que capten mercados y generen benef icios. 
La tecnociencia se preocupa por su imagen pública, en busca de legitimidad y consenso, precisamente porque, de 
hecho, cambia más las sociedades humanas y la vida de las personas que la propia naturaleza. 
Podríamos decir que la tecnociencia representa la plena absorción de la ciencia y la tecnología por parte del
capitalismo, al que transf orma. Actúa como ‘f uerza productiva’ f undamental y característica de la sociedad 
informacional que ella misma ha creado en buena medida: una sociedad donde más que ciudadanos hay clientes, 
usuarios, consumidores” (MARTÍNEZ RODRÍGUEZ CANTABRIA, 2007) 
11.- La tecnociencia, una nueva modalidad y organización de la actividad científica y tecnológica 
LA TECNOCIENCIA, UNA NUEVA FORMA DE ACTIVIDAD CIENTÍFICA 
DISCRIMINATORIA 
Mari Álvarez Lires. Universidade de Vigo 
Resume da conferencia pronunciada nas Xornadas de Emakunde (Instituto Vasco de 
la Mujer) en setembro de 2002 
La actividad científica ya no es la de finales del siglo XIX, ni siquiera la de los años 70 del 
siglo XX. La ciencia ha cambiado; los procesos de simulación por ordenador presiden 
prácticamente toda la actividad de los laboratorios y de los centros de investigación, las 
biotecnologías, los estudios y predicciones climáticas en base a modelos computacionales o 
las investigaciones espaciales invaden los medios de comunicación. Por otra parte, como 
indica Neus Sanmartí (2000), existe un conjunto de temas que la ciencia no conoce bien 
todavía y sobre los que no existe consenso, como el cambio climático, el sida o la 
manipulación genética de alimentos, animales o de la propia especie humana. La creación 
de Internet es un hecho de excepcional importancia que ha tenido enormes repercusiones en 
los niveles sociales, científicos y culturales. Al lado de todo ello, la situación de 
desigualdad de las mujeres en la tecnociencia, aunque no sólo en ese campo, pervive bajo 
nuevas y viejas formas; los modelos de masculinidad y de feminidad están cambiando pero 
¿hacia dónde? ¿Cómo podemos continuar nuestras reflexiones? 
Los comienzos del siglo XIX, marcados por la Revolución Francesa y las guerras 
napoleónicas, desterraron la idea de que el mundo caminaba hacia la armonía gobernado 
por la razón. La ciencia no fue ajena a esta influencia; la filosofía y la propia la ciencia 
dejaron de especular sobre los fenómenos observables y pasaron a describirlos y a 
experimentar. De esta manera, en química, se temía que el átomo fuese una entidad 
metafísica y no una realidad material, así que hasta el Congreso Internacional de Química 
de 1860 no se aceptó la teoría atómica de la materia. En física, después de esta fecha, 
también se volvió a teorizar y así se volvió a discutir sobre la naturaleza de la luz, del calor 
y de la electricidad, que hasta entonces se explicaban mediante el modelo de los “fluidos 
sutiles”. El desarrollo de la termodinámica, la teoría electromagnética de la luz y los
avances de la teoría atómica de la materia, hacia finales de siglo; el descubrimiento de la 
radioactividad por Becquerel, y la explicación de su naturaleza por Marie y Pierre Curie, 
prepararon el terreno para la formulación de la teoría de la relatividad y del 
electromagnetismo. 
Por otra parte, en fisiología y biología surgieron las explicaciones evolucionistas y se 
sentaron las bases de la genética. Además, los avances en geología, explicando la edad de la 
Tierra, más allá de las interpretaciones bíblicas, apoyaron las tesis evolucionistas. 
A medida que la ciencia se volvía cada vez más compleja, especializada y profesionalizada, 
pasando a ser tema de estudio reconocido en las universidades, las mujeres que se habían 
dedicado a ella, cuando era una actividad amateur, vieron como se las apartaba, pues no se 
les permitía estudiar ni formar parte de las nuevas instituciones científicas. 
La ciencia se fue institucionalizando más y más durante el siglo XIX, pero también se hizo 
más accesible al público en general. La rapidez de los adelantos tecnológicos, causa y 
consecuencia de la Segunda Revolución Industrial, hizo evidente la importancia del 
conocimiento científico y surgieron revistas, libros y nuevas sociedades científicas. Hacia 
finales del siglo XIX, el conocimiento científico era demasiado complejo para que una sola 
persona pudiese abordarlo, y así surgió la especialización, que daría origen a “los” 
genetistas, “los” físicos nucleares, “los” ingenieros en computación… La creciente 
institucionalización y la estructura de la ciencia habían cambiado de tal manera que, a partir 
de la segunda mitad del siglo XIX, se ha de hablar de la actividad científica como de una 
profesión; los aficionados y, sobre todo, las aficionadas, ya no tenían cabida en ella: 
A partir de la segunda mitad del siglo XIX se produjo un paulatino crecimiento y una 
mayor especialización del conocimiento científico; por ejemplo, la química, la biología y la 
geología se constituyen como disciplinas independientes de la omnicomprensiva historia 
natural, y posteriormente se irán subdividiendo. 
Además, el espectacular desarrollo de los procesos industriales, sobre todo de los químicos, hizo 
que se pudiese comenzar a hablar del paso de una ciencia, fundamentalmente académica, a otra 
que comenzaba a desempeñar una función esencial en la vida económica, que descansaba sobre 
un capitalismo industrial en expansión. Así, se produce el paso de una producción artesanal y 
doméstica a la producción fabril, en la que el campesinado y los talleres de artesanía van
desapareciendo o perdiendo su importancia. Este paso del taller a la fábrica tuvo, obviamente, 
repercusiones para las mujeres. 
Mientras tanto, la ciencia seguía evolucionando y aunque, en los primeros estadios, los cambios 
técnicos que respondían a necesidades económicas pudieron realizarse son la intervención de la 
ciencia, pues procedían de la artesanía, como la máquina de vapor, aparecían problemas que sólo 
se podían resolver con la ayuda de la ciencia; por ejemplo, si disminuían las fuentes de un tinte 
vegetal debido al aumento de la producción de tejidos, había que pedir auxilio a la ciencia para 
que produjese un tinte artificial. 
Pero este papel subsidiario de la ciencia en la industria comenzó a cambiar en el siglo XIX. Si bien 
existen diversas opiniones acerca de si la máquina de vapor, motor de la Primera Revolución 
Industrial, surgió de la ciencia o de la técnica, su fabricación y empleo corrieron a cargo de la 
ingeniería práctica, a finales del XIX comienzan a surgir las industrias iniciadas y mantenidas dentro 
de los principios científicos, como la industria química y la de la electricidad, que alcanzarán su 
pleno desarrollo en el siglo XX. 
Se puede apreciar, por lo tanto, que el cambio de producción manual a la producción mecánica 
constituye una fuerza impulsora del conocimiento científico y que en el XIX, la ciencia comienza a 
ser el principal agente de los progresos técnicos, observándose así las primeras manifestaciones 
de la tecnociencia. Además, estaba naciendo una nueva forma de sociedad, basada en el 
intercambio por medio del dinero, que pone su acento en la libertad y en la empresa individual, así 
como en la búsqueda de beneficio. Bernal (1989) señalaba que esta sociedad necesitaba un 
conjunto de ideas para expresarse y justificarse, y que las encontró en los métodos y resultados de 
las nuevas ciencias, mientras que éstas recibieron la influencia, inconsciente, de aquellas ideas en 
la formulación de sus teorías. La interacción ciencia, técnica, industria y sociedad es mucho más 
compleja que lo que hemos esbozado, pero baste este apunte para llamar la atención sobre ella. 
Resulta enormemente difícil efectuar una división en períodos aplicables, al mismo tiempo, a la 
historia política, económica, técnica, científica y de las mujeres. Además, el desarrollo de las 
diferentes ciencias no ha sido uniforme, y tampoco ha sido igual en todos los países, aunque nos 
refiramos solamente el ámbito europeo. Quizá, la opción más conveniente sería la de una doble 
división: por períodos y por temas, intentando cruzar ambas historias y extraer las conclusiones 
pertinentes, pero tal enfoque excede las posibilidades de esta conferencia. 
En cualquier caso, señalaré que las líneas principales del progreso científico-tecnológico del XIX 
fueron el calor y la energía, las ingenierías, la metalurgia, la electricidad y el magnetismo, la
biología, la química y la industria. Me centraré en este último aspecto: deteniéndome 
especialmente en algunos conocimientos que fueron durante siglos patrimonio del saber 
femenino pero que, una vez en manos de la industria, pasaron a ser tecnologías con mayúscula, y 
las mujeres quedaron no sólo apartadas de ellas, sino fuera de su historia. 
Recordemos que Anne Marie Lavoisier publica la obra de su marido, Antoine Lavois ier, diez años 
después de que éste fuese guillotinado durante la Revolución Francesa. Se ha dicho muchas veces 
que Lavoisier introdujo el uso de la balanza, pero eso no es cierto; la balanza se utilizaba 
profusamente en los laboratorios alquímicos y iatroquímicos, lo que ocurre es que a partir de los 
trabajos del matrimonio Lavoisier, comienza un intento de unificación de los conocimientos 
químicos mediante una teoría general, así como la explicación y predicción cuantitativa de los 
fenómenos correspondientes. Se produce entonces, lo que se ha dado en llamar la revolución 
química y el consecuente interés por esta ciencia, que se reflejó en las industrias, las cuales, a su 
vez, proporcionaron a la química nuevos productos y nuevos problemas para resolver. 
Un claro ejemplo de lo que se acaba de afirmar lo proporciona la industria textil, que hasta finales 
del XVIII era una actividad mayoritariamente, cuando no en exclusiva, femenina. El blanqueo de 
los tejidos se conseguía por la acción del sol, extendiéndolos en los prados, de la forma que 
todavía pervive en algunas zonas rurales, o con la ayuda de leche cuajada o de cenizas. Las 
mujeres también utilizaban las hierbas saponarias [por cierto, muy apreciadas actualmente en 
cosmética natural, sustituyendo al lauril sulfato de sodio, cuyo efecto sobre la salud humana no 
está claro]. Pero cuando los telares hidráulicos y los husos mecánicos sustituyeron al torno de 
hilar, pronto no había prados ni leche suficientes para atender a la industria. 
A finales del XVIII, combinado ácido sulfúrico con sal común se obtiene ácido clorhídrico y, a partir 
de él, cloro, que se utilizó como agente blanqueante. Como el cloro era muy corrosivo, se fabricó 
la lejía, con propiedades blanqueantes que, rápidamente, se utilizó en la limpieza casera. A finales 
de siglo, se obtiene el polvo blanqueado, absorbiendo cloro en cal apagada. 
Por otra parte, la potasa y la sosa servían también para el blanqueo y la limpieza de los tejidos, así 
como en la fabricación de jabones empleados, sobre todo, en el sector de la lana. También se 
usaban en la industria del vidrio y en la fabricación de pól vora. Pero cuando el aumentó la 
producción textil, la oferta de sosa y potasa fue insuficiente. Para solucionar el problema, la 
Academia de Ciencias de París ofreción un premio de 100.000 francos, que ganó Leblanc al 
conseguir fabricar sosa artificial. Pero tal invención no fue aceptada por las fábricas de jabón hasta 
mucho más tarde cuando sus propiedades y efectividad fueron demostradas hasta la saciedad.
La producción de clorhídrico a gran escala trajo como consecuencia la aparición de problemas 
ambientales, que intentaron paliarse mediante la instalación de altas chimeneas. En 1836, un 
fabricante de Worcesterhire, probó unas torres en las que el gas era absorbido por una corriente 
descendente de agua pulverizada. Aunque las preocupaciones conservacionis tas proceden del 
siglo XVIII, la industrialización marcó un antes y un después en ellas. 
Otra invención importantísima fue la de los colorantes artificiales; a mediados del siglo XIX, Perkin 
descubre, de manera accidental, la primera anilina colorante arti ficial, pero en Inglaterra, la 
química todavía no tenía un estatus científico claro y la industria química se autodefinía como 
práctica, así que el descubrimiento de Perkin se despreció. Alemania apreció la utilidad de los 
colorantes artificiales, y la industria textil consiguió grandes beneficios gracias a ellos. Además, la 
formulación de la teoría del hexágono del benceno por Kekulé abrió la puerta a la industria de los 
colorantes sintéticos. Por otra parte, las industrias alemanas comenzaron a fabricar ácido nítrico a 
escala industrial que se empleó en la fabricación de nuevos explosivos, y gracias a unos y otros, 
obtuvieron los recursos necesarios para las dos guerras mundiales. 
Así pues, la química sufre importantes cambios y la profesionalización de la misma se realizará 
mucho más ligada a la industria que a la antigua “física experimental”. La tendencia a identificar la 
ciencia con los intereses industriales será uno de los principales factores que influyeron en el tono 
general de las discusiones y en las actitudes científicas de finales del siglo XIX. En palabras de 
Isabel Stengers (1991): 
“La química del siglo XIX conquistó su título de ciencia, vanagloriándose de ser una ciencia activa, que ya no 
se somete a la naturaleza múltiple y circunstancial, sino que domina los procedimientos, y es autónoma y 
desinteresada. Se convirtió en un modelo de ciencia positiva, en torno al que se articula la ciencia pura y 
aplicada. La química no es deducción ni pasión. Es acción racional, por ser práctica, y apasion ante porque 
crea productos nuevos que transforman la sociedad y la vida de las personas”. 
Y, todavía otra reflexión: cuando la ciencia se consideraba una actividad puramente abstracta, las 
mujeres fueron apartadas de ella porque supuestamente no poseían l as aptitudes necesarias y 
sólo se podían dedicar a actividades prácticas, pero cuando la ciencia se vuelve una actividad 
eminentemente práctica, se aparta de nuevo a las mujeres porque, supuestamente, no poseen las 
habilidades manipulativas necesarias en la tecnociencia. 
Y así, llegamos al siglo XX, en el que además del enorme desarrollo de la ciencia y de la tecnología, 
se han producido acontecimientos impensables en otras épocas y de enorme transcendencia para
el futuro de la humanidad y del planeta en que habitamos; y no todos ellos positivos, como lo 
demuestra el hecho de la creciente preocupación social por el deterioro ecológico y la 
proliferación de los conflictos bélicos, de baja o de alta intensidad, así como el aumento de las 
enormes diferencias entre los países ricos del norte y los pobres del sur. La promesa ilustrada de 
unas ciencias y “artes” al servicio de la “felicidad” de los seres humanos, no era más que una 
quimera. 
En tal sentido, John Bernal afirmaba a comienzos de los años 60 que se había conseguido una 
mejora de tal naturaleza en los procesos industriales que la humanidad podría ser relevada de su 
fatigosa dependencia de los recursos naturales de la tierra, y que la fabricación automática y las 
computadoras deberían significar una enorme liberación, tanto de la mente como del cuerpo 
humano, de tareas pesadas y entorpecedoras. Pero, más allá de los inmensos logros de la 
tecnociencia y de su contribución al bienestar de una parte de la humanidad, no parece que la 
dirección del futuro sea la que Bernal apuntaba, ni en la era atómica ni en la era del espacio, ni en 
la actual era de la cibernética. ¿Cuál ha sido el papel de las mujeres en todas y cada una de ellas? 
Pero volviendo a la industria química en el siglo XX, diremos que constituye una de las industrias 
centrales de la civilización actual, por su conocimiento de los materiales, antiguos y nuevos, y por 
su tendencia a expandirse e incorporar otras industrias como la minería, la metalurgia, el refinado 
del petróleo, los textiles, el caucho, los polímeros, la construcción o la agricultura misma, ya que se 
ocupa de los fertilizantes y de la elaboración de alimentos. Fijémonos en que la agricultura y la 
elaboración de alimentos formaron parte de los saberes femeninos durante siglos pero, una vez 
más se ha ignorado esta circunstancia. 
El progreso científico, las crisis económicas y las guerras mundiales fueron los factores más 
importantes del desarrollo de la industria química durante el siglo XX. Las operaciones que en ella 
se realizan requieren un control muy diferente del que se ejercía en siglos pasados, y depende 
mucho más del uso de instrumentos que de la experiencia y de los métodos empíricos, Pensemos 
en los procesos de simulación y control por ordenador, que han dado origen a la ingeni ería 
química, y en el aumento del uso de métodos físicos. Además, en el pasado, los productos 
químicos se obtenían mediante transformación de los productos naturales, pero actualmente es 
posible sintetizar las sustancias de la química antigua y moderna; tal es el caso de los combustibles 
de alta potencia, de los cauchos artificiales y de un gran variedad de plásticos y fibras, los 
polímeros.
El enorme poder de las compañías petrolíferas, de la industria militar, de los laboratorios químico-farmacéuticos, 
por citar ejemplos notorios, ponen de manifiesto que la química se ha convertido, 
nuevamente, en una ciencia eminentemente práctica y, consecuentemente, sometida a intereses 
sociales y políticos (Stengers, 1991). 
Nuevamente, habría que rastrear el papel de las mujeres en este desarrollo tecnocientífico. 
Conocemos el nombre de Magda Staudinger, que junto a su marido Hermann desarrolló en 1920 
el concepto de macromolécula y explicó los mecanismos de la polimerización, pero el Premio 
Nobel de 1953 lo recibió Hermann en solitario. 
Pero volviendo a la industria química en el siglo XX, diremos que constituye una de las industrias 
centrales de la civilización actual, por su conocimiento de los materiales, antiguos y nuevos, y por 
su tendencia a expandirse e incorporar otras industrias como la minería, la metalurgia, el refinado 
del petróleo, los textiles, el caucho, los polímeros, la construcción o la agricultura misma, ya que se 
ocupa de los fertilizantes y de la elaboración de alimentos. Fijémonos en que la agricultura y la 
elaboración de alimentos formaron parte de los saberes femeninos durante siglos pero, una vez 
más se ha ignorado esta circunstancia. 
El progreso científico, las crisis económicas y las guerras mundiales fueron los factores más 
importantes del desarrollo de la industria química durante el siglo XX. Las operaciones que en ella 
se realizan requieren un control muy diferente del que se ejercía en siglos pasados, y depende 
mucho más del uso de instrumentos que de la experiencia y de los métodos empíricos, Pensemos 
en los procesos de simulación y control por ordenador, que han dado origen a la ingeniería 
química, y en el aumento del uso de métodos físicos. Además, en el pasado, los productos 
químicos se obtenían mediante transformación de los productos naturales, pero actualmente es 
posible sintetizar las sustancias de la química antigua y moderna; tal es el caso de los combustibles 
de alta potencia, de los cauchos artificiales y de un gran variedad de plásticos y fibras, los 
polímeros. 
El enorme poder de las compañías petrolíferas, de la industria militar, de los laboratorios químico-farmacéuticos, 
por citar ejemplos notorios, ponen de manifiesto que la química se ha convertido, 
nuevamente, en una ciencia eminentemente práctica y, consecuentemente, sometida a intereses 
sociales y políticos (Stengers, 1991). 
Nuevamente, habría que rastrear el papel de las mujeres en este desarrollo tecnocientífico. 
Conocemos el nombre de Magda Staudinger que, junto a su marido Hermann, desarrolló en 1920
el concepto de macromolécula y explicó los mecanismos de la polimerización, pero el Premio 
Nobel de 1953 lo recibió Hermann en solitario. 
Desde hace tiempo me preocupa el hecho de que más allá de los análisis, realizados por las 
investigaciones sobre ciencia y género, acerca de la naturaleza del conocimiento científico, de la 
construcción de la ciencia moderna y sus sesgos androcéntricos, que explicarían el alejamiento, 
forzado, de las mujeres de la actividad científica, en otros tiempos, todo ello es necesario pero no 
suficiente para analizar de manera convincente la situación actual, en la que ya no existen 
impedimentos legales para el acceso femenino a la tecnociencia, pero persiste la discriminación 
para la mayor parte de las científicas. Para responder a esta preocupación me pareció oportuno 
realizar una revisión de algunas obras de las nuevas corrientes de filosofía de la ciencia y de 
sociología feminista, convencida de la necesidad de la mirada interdisciplinar. Creo que la idea de 
tecnociencia como actividad y la caracterización de las organizaciones científicas pueden dar 
algunas pistas para el análisis al que me acabo de referir. 
La ciencia actual es una forma de cultura que goza de gran predicamento en la sociedad y está, a 
su vez, fuertemente influida por ésta; por tanto, se ha de estudiar en su contexto, que siempre es 
social. La ciencia y, sobre todo, la tecnociencia es una acción transformadora de la realidad y, en 
este sentido, el conocimiento científico no es más que una parte de la acción tecnocientífica. 
Tratamos de conocer para modificar e incluso para transformar radicalmente aquello que 
conocemos. 
Consecuentemente, si queremos analizar en profundidad lo que sucede en la ciencia y las 
implicaciones que la actividad tecnocientífica conlleva para las mujeres, debemos prestar atención 
a aspectos muy diferentes, y no sólo a la elaboración de las teorías científicas. Por ejemplo: 
 La práctica científica 
 La función desempeñada por las instituciones científicas en la recepción y promoción de las 
nuevas teorías y descubrimientos 
 La investigación en los laboratorios y los procesos de consenso a la hora de experimentar y 
seleccionar hechos, así como los términos para aludir a estos hechos 
 La influencia de los aparatos y la elaboración de representaciones para los conceptos y teorías 
científicas 
 La recepción de nuevos hechos y teorías por parte de las comunidades científicas 
 Las polémicas y debates entre instituciones y comunidades científicas
 El progreso científico y los objetivos de la ciencia 
 El estudio de las interrelaciones entre ciencia, tecnología y sociedad 
 El impacto de la tecnociencia sobre la sociedad y el entorno 
 La incidencia de la política científica, sea pública o privada, sobre la actividad científica 
Por todo ello, Echeverría (1995) afirma que la filosofía de la ciencia ha dejado de ser únicamente 
una filosofía del conocimiento científico, en exclusiva, para pasar a ser, además, una filosofía de la 
actividad científica. También establece lo que él llama “el irreductible pluralismo axiológico -de 
valores- de la actividad científica, así como la interacción sistémica entre diferentes valores en el 
contexto de dicha actividad.” Considerada la ciencia como actividad plural y no sólo como la 
búsqueda de conocimiento, se ha de atender a los valores y a las reglas que rigen en cada uno de 
los cuatro contextos en que puede ser analizada: el de educación, el de innovación, el de 
evaluación y el de aplicación. De esta manera se puede relacionar el pluralismo metodológico de la 
ciencia con el pluralismo axiológico inherente a la actividad científica. 
La enseñanza de la ciencia es el primer ámbito en el que la actividad científica tiene 
vigencia. Incluye la enseñanza y el aprendizaje de sistemas conceptuales y lingüísticos, 
pero también representaciones e imágenes científicas, técnicas, problemas y manejo de 
instrumentos. Esta fase abarca desde la adquisición de unas nociones científicas básicas 
para toda la ciudadanía hasta el inicio de la actividad profesional. El contenido de lo que se 
ha de enseñar ha sido previamente fijado mediante planes de estudios; hay, por lo tanto, una 
mediación social que delimita cuales han de ser las habilidades y conocimientos básicos de 
alguien que se ha de dedicar a la actividad científica. En este ámbito, Echeverría incluye la 
difusión y divulgación científica, sea en forma de vídeos, programas de radio y televisión, 
libros de bolsillo o imágenes tecnocientíficas. Esta labor de divulgación es la que crea la 
imagen social de la investigación y del progreso científico. 
El segundo contexto, conocido tradicionalmente como de descubrimiento, se ha de ampliar 
con la función de innovación y de invención que, tradicionalmente, ha correspondido a las 
ingenierías o a las técnicas, por oposición a las ciencias. Por ello, se denomina, contexto de 
innovación. 
El tercero es el de justificación, basado tradicionalmente en una buena fundamentación 
metodológica y racional de la ciencia. El autor lo amplía al contexto de evaluación o valoración de
la actividad científica, que ya no depende solamente de la comunidad científica sino que está 
mediatizada por la sociedad. 
Por último, el contexto de aplicación y transformación. Si la tecnociencia ha de producir 
transformaciones en el medio, este ámbito es de enorme importancia. Caben aquí muchos 
valores, además de que el aparato, la máquina o la producción científica funcionen; las políticas 
científicas y la gestión pasan aquí a ser fundamentales. El escenario ya no es el aula, no el 
laboratorio, ni la mesa del congreso. “Los expertos trabajan en oficinas y despachos, así como en 
mesas de reuniones” 
El contexto de educación afecta a los otros tres contextos y, recíprocamente, las innovaciones, las 
diferentes aplicaciones y los nuevos criterios de evaluación modifican, tarde o temprano la 
actividad docente. El avance de la ciencia depende de los cuatro contextos, y no sólo de los 
descubrimientos o de las innovaciones. 
Se ha de destacar la circunstancia de que hoy en día, para acceder al conocimiento científico, es 
necesario pasar por un largo y complicado proceso de adiestramiento que se completa tras la 
integración en una comunidad científica. Por otra parte, no hay descubrimiento, ley, ni innovación, 
aunque sean efectivas, que sea socialmente aceptada si no median una serie de acciones 
particularmente relevantes en la tecnociencia contemporánea. Hay que gestionar una empresa 
científica, competir con las empresas rivales, organizar grupos de trabajo, lograr equipamiento y 
financiación, disponer de infraestructura instrumental, bibliográfica y de comunicaciones, 
participar en Congresos, Simposios y, sobre todo, en las Comisiones en las que se decide qué debe 
ser promovido y qué no; tener apoyos para que las propias publicaciones sean difundidas, 
comentadas y citadas, traducir tecnológicamente la presentación de los descubrimientos e 
innovaciones, luchar por el poder en la universidades y centros de investigación… Por supuesto, en 
el caso de grandes financiaciones o de la obtención de premios prestigiosos, por no hablar del 
Premio Nobel, hay que desarrollar toda una política empresarial. ¿Cuáles son los obstáculos que 
las mujeres encuentran en todo este complejo entramado? Este aspecto será objeto de otro 
artículo. 
12.- La tecnociencia y su impacto en los procesos técnicos de la informática. 
LA NUEVA SOCIEDAD DE LA INFORMACION: PARTICIPACION Y NUEVAS 
TECNOLOGIAS. 
El impacto de la tecnociencia en la cultura y la formación 
profesional. 
Autor: Héctor L. Zamorano 
Facultad de Ciencias Económicas y Estadística
Universidad Nacional de Rosario - Argentina 
1.- INTRODUCCIÓN: El título, El impacto de la tecnociencia 
en la cultura y la formación profesional, recurre a una 
metáfora que resulta indudablemente demostrativa del estado 
actual de la cultura y la formación frente al desarrollo 
creciente de la tecnociencia: el impacto. Y es así, ya que 
la sociedad actual está siendo profundamente movilizada por 
la tecnociencia; el problema es determinar hacia donde 
dirige su influencia, y si esa dirección es la deseable de 
entre todas las posibles. 
Estas cuestiones nos ubican ya a las puertas de un análisis 
social, de manera que podría abordarse la problemática 
sociológica planteada por el impacto tecnocientífico 
aludiendo a tres aspectos: 
a) Estos llamados avances de la tecnociencia, en especial 
todo aquello relacionado con la informática, enmascara una 
exacerbada tendencia al individualismo, provocando procesos 
de exclusión social. 
b) La pretendida racionalidad atribuída a los adelantos 
antes indicados debe necesariamente ser analizada desde un 
punto de vista crítico. 
c) Míticamente se ha atribuído a la informática el predicado 
de igualdad y democratización, cuando en realidad no hace 
más que profundizar cada vez más la brecha tanto laboral, 
como educacional. 
2.- EL PROBLEMA DEL INDIVIDUALISMO: 
La revolución industrial de la época de "La división del 
trabajo social (Emile Durkeim, 1893)" afectó profundamente 
la relación de las personas con respecto a su trabajo, y 
modificó las formas de sociabilidad reconocidas hasta el 
momento. 
Tomado de 
www.galleanoyzamorano.com.ar/tecnociencia.pdf 
13.- La informática y necesidades de comunicación y procesamiento de la información. 
Al referirnos a las nuevas tecnologías de la información, estamos refiriéndonos al almacenamiento, 
procesamiento, recuperación y distribución de la información por medio de procesos 
microelectrónicos computarizados, lo que se denomina informática y también hablamos de la 
telemática, que viene a ser la organización y transmisión de mensajes computados a través de 
redes integradas de telecomunicación mediante satélites, la digitalización, la fibra óptica, entre 
otros. Así como las nuevas posibilidades que brindan los instrumentos de comunicación electrónica 
existentes como son la radio, la televisión, el teléfono etc. (Jaramillo, 1986). 
Como vemos, estos descubrimientos hacen la vida más llevadera pero a su vez tienen sus 
implicancias en la vida de las sociedades, por lo que se preconiza que para el siglo XXI, las nuevas 
tecnologías permitirán que las sociedades se informaticen, y esto hará que la totalidad del saber y 
de la creación humana esté al alcance de todos. Se considera que un ciudadano informado podrá 
tomar mejores decisiones políticas, tendrá mayores oportunidades a puestos de trabajo que se
crearán, permitiéndole de esta forma liberarse de las tareas rutinarias, desagradables y peligrosas, 
quedándole más tiempo libre para su recreación y autoformación. 
Es apasionante, estas expresiones y a la vez esperanzadoras pero en ellas no están contempladas 
las realidades existentes en el mundo, ya que no todos los países tienen el mismo nivel de 
desarrollo, ni poder adquisitivo, muchos no han resuelto sus grandes problemas internos, de 
desigualdades. 
Dicha situación no permitirá contar con ciudadanos informados, pues los que accedan a la 
información son y serán una minoría, pues las grandes mayorías no han resuelto prioridades más 
importantes de su vida. Así que pareciera una falacia pensar que las nuevas tecnologías permitirán 
resolver los grandes problemas de la humanidad, en un mundo de paz y progreso como señala 
Federico Iglesias (1998). Como también será muy difícil ser parte de la "aldea global" que McLuhan 
refiere que está a la vuelta de la esquina, y que ya no habrá ni primer, segundo o tercer mundo. 
En la actualidad, son muchos los países que por constituirse en "sociedades informatizadas", han 
incorporado las nuevas tecnologías sin distinguir las condiciones sociales, culturales e históricas de 
las realidades de cada país. 
Este artículo tiene como propósito contribuir a la discusión respecto a la importancia de los aportes 
que las nuevas tecnologías sobre todo de la información y comunicación implica en la vida de 
nuestras sociedades. Dichas tecnologías son creadas bajo esquemas económicos, técnicos, 
administrativos y culturales de una identidad diferente a la nuestra, y al ser transferida a nuestros 
países que tienen circunstancias históricas con diferentes necesidades, introduce elementos 
exógenos que no encajan y que van a crear desestabilizadores sociales, pues la población es muy 
sensible a procesos de alienación cultural.

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La evolución de la ciencia y tecnología

  • 1. 1.- Los conocimientos previos sobre qué es ciencia y tecnología, y sus diferencias. La ciencia es el estudio sistemático de los fenómenos de la naturaleza y también de los fenómenos sociales. La tecnología es la aplicación de los descubrimientos para crear aparatos que facilitan las actividades del hombre. 2.- Los fines de la tecnología y de la ciencia. El fin de la tecnología es facilitar las actividades humanas haciéndolas más fáciles, productivas y seguras. El fin de la ciencia es descubrir como funciona el entorno natural y social que nos rodea. 3.- La interacción entre ciencia y tecnología para los procesos y productos de la informática. Las ciencias; matemática, electrónica y la tecnología de microprocesadores, unieron esfuerzos para la creación de computadoras cada vez más potentes, veloces y con un sinfín de aplicaciones Así también evolucionan los programas. A la vez éstos avances permiten diseñar nuevos equipos y nuevos programas. 4.- La informática como práctica social para la satisfacción de necesidades e intereses. Las prácticas sociales tradicionales han ido cambiando con la introducción de computadoras en todos los medios en que interactúa el ser humano. Las reuniones ya no son alrededor de una fogata, ahora son alrededor de los medios masivos de comunicación, de un PC o de un teléfono i inteligente, la finalidad, compartir información a través de internet. 5.- Las técnicas tradicionales para el procesamiento de información, de programación y de diseño y sus procesos de cambio. Técnicas tradicionales de procesar información; revisión y análisis de expedientes, proceso lento por falta de personal calificado, todo cambio con el uso de la computadora que permite el tratamiento automatico de información 6.- Las demandas sociales y el conocimiento técnico en el desarrollo científico. Las demandas sociales de salud, seguridad, alimentación, estudio, etc., impulsan los conocimientos técnicos que tienen el fin de trabajas con eficiencia, ahorro de energía y mayor productividad a favor de la ciencia. 7.- La resignificación de los conocimientos científicos; ciencias naturales y ciencias sociales en la producción de productos y procesos técnicos. Los conocimientos científicos se obtienen después de minuciosas observaciones, experimentaciones y formulación de teorías, tanto en la naturaleza como en la sociedad, van evolucionando hasta ser la base en la que se apoya la producción masiva de bienes para una sociedad cada vez mas demandante. Los procesos técnicos que ser más rápidos y eficientes, pues en realidad se trata de una competencia económica de la que se deriva que a mayor tecnología mayor riqueza. 8.- La influencia en el contexto sociohistórico en el surgimiento de técnicas para almacenar, procesar, transmitir y comunicar información.
  • 2. La informática ha tenido momentos históricos muy importantes que sin duda son producto del contexto social y tecnológico de cada época, se reconocen 4 grandes momentos que son los corresponden a la creación de cada una de las cuatro generaciones de computadoras. 9.- El desarrollo de software de programación y su desarrollo con el desarrollo de las ciencias. La ingeniería informática. El software de programación también conocido como de desarrollo es el conjunto de herramientas que permiten al ingeniero programador desarrollar programas informáticos apropiadas cada función que requieren las empresas. Este software incluye: editores de texto, compiladores, interpretes, enlazadores, depuradores, entornos de desarrollo integrados (IDE) La ingeniería informática aplica los fundamentos de la ciencia de la computación, la ingeniería electrónica, la ingeniería de software para el desarrollo de soluciones integrales de cómputo y comunicaciones, capaces de procesar información de manera automática, con aplicación en medicina, alimentación, industria, derecho, etc. 10.- La acepción de tecnociencia: la integración de ciencia y tecnología. Tecnociencia. Concepto instalado a partir de las últimas dos décadas del siglo XX, para designar el nuevo contexto social y tecnológico de la ciencia, con su mudanza desde el terreno académico hacia lo gubernamental e industrial, formando parte de un complejo tramado en el que intervienen entornos y agentes simbólicos, materiales, sociales, económicos, políticos y ambientales. Concepto utilizado en el campo de estudios de Ciencia y Tecnología para designar el contexto social, natural y tecnológico contemporáneo de desarrollo de la ciencia, con su mudanza desde lo académico hacia lo gubernamental e industrial y su fuerte entramado con factores simbólicos, materiales, sociales, económicos, políticos y ambientales (MEDINA) “Así pues, según Javier Echeverría, en ‘La revolución tecnocientíf ica’, la tecnociencia es una f orma de practicar la ciencia y la tecnología que surge en los años 80 en Estados Unidos de Norteamérica y que se extiende a otros países. La tecnociencia convive con la ciencia y la tecnología tradicionales, pero presenta según nuestro autor rasgos característicos: La investigación se organiza y el conocimiento se gestiona de manera industrial y empresarial, como una cadena productiva orientada a la ef iciencia y la rentabilidad, con f inanciación privada en su mayor parte y políticas públicas de estímulo. El sujeto de la tecnociencia es híbrido, plural y complejo; una multitud de agentes participan a través de grandes equipos y amplias redes de investigación: científ icos, ingenieros, técnicos, políticos, militares, empresarios, gestores, etc. El conocimiento tecnocientíf ico no es un f in en sí mismo, tiene una función instrumental, es un medio para la acción, para la realización de intereses y objetivos. La búsqueda de la verdad es sólo uno de los valores en juego. La tecnociencia es una forma, o una fuente, de poder y de riqueza. Sirve para la supremacía política o militar, para el desarrollo económico y empresarial; es un activo estratégico de los Estados y sociedades civiles. La informática y en general las TIC [Tecnologías de la Información y Comunicación] son las herramientas básicas para el desarrollo de la tecnociencia, su método de trabajo esencial, mediante procesos de simulación, cálculo, etc. En la tecnociencia intervienen una pluralidad de valores. Los valores económicos, militares, políticos, epistémicos o técnicos suelen estar en su núcleo. Pero también actúan, más en su perifer ia, los valores jurídicos, sociales, ecológicos, morales, etc. Todo ello provoca f recuentes conf lictos de valores. El conocimiento deviene empresa, capital y mercancía, objeto de propiedad y comercio; la investigación se constituye como un sector económico decisivo, como forma de negocio y medio esencial de poder. Con la innovación basada en la investigación se busca crear nuevos productos que capten mercados y generen benef icios. La tecnociencia se preocupa por su imagen pública, en busca de legitimidad y consenso, precisamente porque, de hecho, cambia más las sociedades humanas y la vida de las personas que la propia naturaleza. Podríamos decir que la tecnociencia representa la plena absorción de la ciencia y la tecnología por parte del
  • 3. capitalismo, al que transf orma. Actúa como ‘f uerza productiva’ f undamental y característica de la sociedad informacional que ella misma ha creado en buena medida: una sociedad donde más que ciudadanos hay clientes, usuarios, consumidores” (MARTÍNEZ RODRÍGUEZ CANTABRIA, 2007) 11.- La tecnociencia, una nueva modalidad y organización de la actividad científica y tecnológica LA TECNOCIENCIA, UNA NUEVA FORMA DE ACTIVIDAD CIENTÍFICA DISCRIMINATORIA Mari Álvarez Lires. Universidade de Vigo Resume da conferencia pronunciada nas Xornadas de Emakunde (Instituto Vasco de la Mujer) en setembro de 2002 La actividad científica ya no es la de finales del siglo XIX, ni siquiera la de los años 70 del siglo XX. La ciencia ha cambiado; los procesos de simulación por ordenador presiden prácticamente toda la actividad de los laboratorios y de los centros de investigación, las biotecnologías, los estudios y predicciones climáticas en base a modelos computacionales o las investigaciones espaciales invaden los medios de comunicación. Por otra parte, como indica Neus Sanmartí (2000), existe un conjunto de temas que la ciencia no conoce bien todavía y sobre los que no existe consenso, como el cambio climático, el sida o la manipulación genética de alimentos, animales o de la propia especie humana. La creación de Internet es un hecho de excepcional importancia que ha tenido enormes repercusiones en los niveles sociales, científicos y culturales. Al lado de todo ello, la situación de desigualdad de las mujeres en la tecnociencia, aunque no sólo en ese campo, pervive bajo nuevas y viejas formas; los modelos de masculinidad y de feminidad están cambiando pero ¿hacia dónde? ¿Cómo podemos continuar nuestras reflexiones? Los comienzos del siglo XIX, marcados por la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, desterraron la idea de que el mundo caminaba hacia la armonía gobernado por la razón. La ciencia no fue ajena a esta influencia; la filosofía y la propia la ciencia dejaron de especular sobre los fenómenos observables y pasaron a describirlos y a experimentar. De esta manera, en química, se temía que el átomo fuese una entidad metafísica y no una realidad material, así que hasta el Congreso Internacional de Química de 1860 no se aceptó la teoría atómica de la materia. En física, después de esta fecha, también se volvió a teorizar y así se volvió a discutir sobre la naturaleza de la luz, del calor y de la electricidad, que hasta entonces se explicaban mediante el modelo de los “fluidos sutiles”. El desarrollo de la termodinámica, la teoría electromagnética de la luz y los
  • 4. avances de la teoría atómica de la materia, hacia finales de siglo; el descubrimiento de la radioactividad por Becquerel, y la explicación de su naturaleza por Marie y Pierre Curie, prepararon el terreno para la formulación de la teoría de la relatividad y del electromagnetismo. Por otra parte, en fisiología y biología surgieron las explicaciones evolucionistas y se sentaron las bases de la genética. Además, los avances en geología, explicando la edad de la Tierra, más allá de las interpretaciones bíblicas, apoyaron las tesis evolucionistas. A medida que la ciencia se volvía cada vez más compleja, especializada y profesionalizada, pasando a ser tema de estudio reconocido en las universidades, las mujeres que se habían dedicado a ella, cuando era una actividad amateur, vieron como se las apartaba, pues no se les permitía estudiar ni formar parte de las nuevas instituciones científicas. La ciencia se fue institucionalizando más y más durante el siglo XIX, pero también se hizo más accesible al público en general. La rapidez de los adelantos tecnológicos, causa y consecuencia de la Segunda Revolución Industrial, hizo evidente la importancia del conocimiento científico y surgieron revistas, libros y nuevas sociedades científicas. Hacia finales del siglo XIX, el conocimiento científico era demasiado complejo para que una sola persona pudiese abordarlo, y así surgió la especialización, que daría origen a “los” genetistas, “los” físicos nucleares, “los” ingenieros en computación… La creciente institucionalización y la estructura de la ciencia habían cambiado de tal manera que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se ha de hablar de la actividad científica como de una profesión; los aficionados y, sobre todo, las aficionadas, ya no tenían cabida en ella: A partir de la segunda mitad del siglo XIX se produjo un paulatino crecimiento y una mayor especialización del conocimiento científico; por ejemplo, la química, la biología y la geología se constituyen como disciplinas independientes de la omnicomprensiva historia natural, y posteriormente se irán subdividiendo. Además, el espectacular desarrollo de los procesos industriales, sobre todo de los químicos, hizo que se pudiese comenzar a hablar del paso de una ciencia, fundamentalmente académica, a otra que comenzaba a desempeñar una función esencial en la vida económica, que descansaba sobre un capitalismo industrial en expansión. Así, se produce el paso de una producción artesanal y doméstica a la producción fabril, en la que el campesinado y los talleres de artesanía van
  • 5. desapareciendo o perdiendo su importancia. Este paso del taller a la fábrica tuvo, obviamente, repercusiones para las mujeres. Mientras tanto, la ciencia seguía evolucionando y aunque, en los primeros estadios, los cambios técnicos que respondían a necesidades económicas pudieron realizarse son la intervención de la ciencia, pues procedían de la artesanía, como la máquina de vapor, aparecían problemas que sólo se podían resolver con la ayuda de la ciencia; por ejemplo, si disminuían las fuentes de un tinte vegetal debido al aumento de la producción de tejidos, había que pedir auxilio a la ciencia para que produjese un tinte artificial. Pero este papel subsidiario de la ciencia en la industria comenzó a cambiar en el siglo XIX. Si bien existen diversas opiniones acerca de si la máquina de vapor, motor de la Primera Revolución Industrial, surgió de la ciencia o de la técnica, su fabricación y empleo corrieron a cargo de la ingeniería práctica, a finales del XIX comienzan a surgir las industrias iniciadas y mantenidas dentro de los principios científicos, como la industria química y la de la electricidad, que alcanzarán su pleno desarrollo en el siglo XX. Se puede apreciar, por lo tanto, que el cambio de producción manual a la producción mecánica constituye una fuerza impulsora del conocimiento científico y que en el XIX, la ciencia comienza a ser el principal agente de los progresos técnicos, observándose así las primeras manifestaciones de la tecnociencia. Además, estaba naciendo una nueva forma de sociedad, basada en el intercambio por medio del dinero, que pone su acento en la libertad y en la empresa individual, así como en la búsqueda de beneficio. Bernal (1989) señalaba que esta sociedad necesitaba un conjunto de ideas para expresarse y justificarse, y que las encontró en los métodos y resultados de las nuevas ciencias, mientras que éstas recibieron la influencia, inconsciente, de aquellas ideas en la formulación de sus teorías. La interacción ciencia, técnica, industria y sociedad es mucho más compleja que lo que hemos esbozado, pero baste este apunte para llamar la atención sobre ella. Resulta enormemente difícil efectuar una división en períodos aplicables, al mismo tiempo, a la historia política, económica, técnica, científica y de las mujeres. Además, el desarrollo de las diferentes ciencias no ha sido uniforme, y tampoco ha sido igual en todos los países, aunque nos refiramos solamente el ámbito europeo. Quizá, la opción más conveniente sería la de una doble división: por períodos y por temas, intentando cruzar ambas historias y extraer las conclusiones pertinentes, pero tal enfoque excede las posibilidades de esta conferencia. En cualquier caso, señalaré que las líneas principales del progreso científico-tecnológico del XIX fueron el calor y la energía, las ingenierías, la metalurgia, la electricidad y el magnetismo, la
  • 6. biología, la química y la industria. Me centraré en este último aspecto: deteniéndome especialmente en algunos conocimientos que fueron durante siglos patrimonio del saber femenino pero que, una vez en manos de la industria, pasaron a ser tecnologías con mayúscula, y las mujeres quedaron no sólo apartadas de ellas, sino fuera de su historia. Recordemos que Anne Marie Lavoisier publica la obra de su marido, Antoine Lavois ier, diez años después de que éste fuese guillotinado durante la Revolución Francesa. Se ha dicho muchas veces que Lavoisier introdujo el uso de la balanza, pero eso no es cierto; la balanza se utilizaba profusamente en los laboratorios alquímicos y iatroquímicos, lo que ocurre es que a partir de los trabajos del matrimonio Lavoisier, comienza un intento de unificación de los conocimientos químicos mediante una teoría general, así como la explicación y predicción cuantitativa de los fenómenos correspondientes. Se produce entonces, lo que se ha dado en llamar la revolución química y el consecuente interés por esta ciencia, que se reflejó en las industrias, las cuales, a su vez, proporcionaron a la química nuevos productos y nuevos problemas para resolver. Un claro ejemplo de lo que se acaba de afirmar lo proporciona la industria textil, que hasta finales del XVIII era una actividad mayoritariamente, cuando no en exclusiva, femenina. El blanqueo de los tejidos se conseguía por la acción del sol, extendiéndolos en los prados, de la forma que todavía pervive en algunas zonas rurales, o con la ayuda de leche cuajada o de cenizas. Las mujeres también utilizaban las hierbas saponarias [por cierto, muy apreciadas actualmente en cosmética natural, sustituyendo al lauril sulfato de sodio, cuyo efecto sobre la salud humana no está claro]. Pero cuando los telares hidráulicos y los husos mecánicos sustituyeron al torno de hilar, pronto no había prados ni leche suficientes para atender a la industria. A finales del XVIII, combinado ácido sulfúrico con sal común se obtiene ácido clorhídrico y, a partir de él, cloro, que se utilizó como agente blanqueante. Como el cloro era muy corrosivo, se fabricó la lejía, con propiedades blanqueantes que, rápidamente, se utilizó en la limpieza casera. A finales de siglo, se obtiene el polvo blanqueado, absorbiendo cloro en cal apagada. Por otra parte, la potasa y la sosa servían también para el blanqueo y la limpieza de los tejidos, así como en la fabricación de jabones empleados, sobre todo, en el sector de la lana. También se usaban en la industria del vidrio y en la fabricación de pól vora. Pero cuando el aumentó la producción textil, la oferta de sosa y potasa fue insuficiente. Para solucionar el problema, la Academia de Ciencias de París ofreción un premio de 100.000 francos, que ganó Leblanc al conseguir fabricar sosa artificial. Pero tal invención no fue aceptada por las fábricas de jabón hasta mucho más tarde cuando sus propiedades y efectividad fueron demostradas hasta la saciedad.
  • 7. La producción de clorhídrico a gran escala trajo como consecuencia la aparición de problemas ambientales, que intentaron paliarse mediante la instalación de altas chimeneas. En 1836, un fabricante de Worcesterhire, probó unas torres en las que el gas era absorbido por una corriente descendente de agua pulverizada. Aunque las preocupaciones conservacionis tas proceden del siglo XVIII, la industrialización marcó un antes y un después en ellas. Otra invención importantísima fue la de los colorantes artificiales; a mediados del siglo XIX, Perkin descubre, de manera accidental, la primera anilina colorante arti ficial, pero en Inglaterra, la química todavía no tenía un estatus científico claro y la industria química se autodefinía como práctica, así que el descubrimiento de Perkin se despreció. Alemania apreció la utilidad de los colorantes artificiales, y la industria textil consiguió grandes beneficios gracias a ellos. Además, la formulación de la teoría del hexágono del benceno por Kekulé abrió la puerta a la industria de los colorantes sintéticos. Por otra parte, las industrias alemanas comenzaron a fabricar ácido nítrico a escala industrial que se empleó en la fabricación de nuevos explosivos, y gracias a unos y otros, obtuvieron los recursos necesarios para las dos guerras mundiales. Así pues, la química sufre importantes cambios y la profesionalización de la misma se realizará mucho más ligada a la industria que a la antigua “física experimental”. La tendencia a identificar la ciencia con los intereses industriales será uno de los principales factores que influyeron en el tono general de las discusiones y en las actitudes científicas de finales del siglo XIX. En palabras de Isabel Stengers (1991): “La química del siglo XIX conquistó su título de ciencia, vanagloriándose de ser una ciencia activa, que ya no se somete a la naturaleza múltiple y circunstancial, sino que domina los procedimientos, y es autónoma y desinteresada. Se convirtió en un modelo de ciencia positiva, en torno al que se articula la ciencia pura y aplicada. La química no es deducción ni pasión. Es acción racional, por ser práctica, y apasion ante porque crea productos nuevos que transforman la sociedad y la vida de las personas”. Y, todavía otra reflexión: cuando la ciencia se consideraba una actividad puramente abstracta, las mujeres fueron apartadas de ella porque supuestamente no poseían l as aptitudes necesarias y sólo se podían dedicar a actividades prácticas, pero cuando la ciencia se vuelve una actividad eminentemente práctica, se aparta de nuevo a las mujeres porque, supuestamente, no poseen las habilidades manipulativas necesarias en la tecnociencia. Y así, llegamos al siglo XX, en el que además del enorme desarrollo de la ciencia y de la tecnología, se han producido acontecimientos impensables en otras épocas y de enorme transcendencia para
  • 8. el futuro de la humanidad y del planeta en que habitamos; y no todos ellos positivos, como lo demuestra el hecho de la creciente preocupación social por el deterioro ecológico y la proliferación de los conflictos bélicos, de baja o de alta intensidad, así como el aumento de las enormes diferencias entre los países ricos del norte y los pobres del sur. La promesa ilustrada de unas ciencias y “artes” al servicio de la “felicidad” de los seres humanos, no era más que una quimera. En tal sentido, John Bernal afirmaba a comienzos de los años 60 que se había conseguido una mejora de tal naturaleza en los procesos industriales que la humanidad podría ser relevada de su fatigosa dependencia de los recursos naturales de la tierra, y que la fabricación automática y las computadoras deberían significar una enorme liberación, tanto de la mente como del cuerpo humano, de tareas pesadas y entorpecedoras. Pero, más allá de los inmensos logros de la tecnociencia y de su contribución al bienestar de una parte de la humanidad, no parece que la dirección del futuro sea la que Bernal apuntaba, ni en la era atómica ni en la era del espacio, ni en la actual era de la cibernética. ¿Cuál ha sido el papel de las mujeres en todas y cada una de ellas? Pero volviendo a la industria química en el siglo XX, diremos que constituye una de las industrias centrales de la civilización actual, por su conocimiento de los materiales, antiguos y nuevos, y por su tendencia a expandirse e incorporar otras industrias como la minería, la metalurgia, el refinado del petróleo, los textiles, el caucho, los polímeros, la construcción o la agricultura misma, ya que se ocupa de los fertilizantes y de la elaboración de alimentos. Fijémonos en que la agricultura y la elaboración de alimentos formaron parte de los saberes femeninos durante siglos pero, una vez más se ha ignorado esta circunstancia. El progreso científico, las crisis económicas y las guerras mundiales fueron los factores más importantes del desarrollo de la industria química durante el siglo XX. Las operaciones que en ella se realizan requieren un control muy diferente del que se ejercía en siglos pasados, y depende mucho más del uso de instrumentos que de la experiencia y de los métodos empíricos, Pensemos en los procesos de simulación y control por ordenador, que han dado origen a la ingeni ería química, y en el aumento del uso de métodos físicos. Además, en el pasado, los productos químicos se obtenían mediante transformación de los productos naturales, pero actualmente es posible sintetizar las sustancias de la química antigua y moderna; tal es el caso de los combustibles de alta potencia, de los cauchos artificiales y de un gran variedad de plásticos y fibras, los polímeros.
  • 9. El enorme poder de las compañías petrolíferas, de la industria militar, de los laboratorios químico-farmacéuticos, por citar ejemplos notorios, ponen de manifiesto que la química se ha convertido, nuevamente, en una ciencia eminentemente práctica y, consecuentemente, sometida a intereses sociales y políticos (Stengers, 1991). Nuevamente, habría que rastrear el papel de las mujeres en este desarrollo tecnocientífico. Conocemos el nombre de Magda Staudinger, que junto a su marido Hermann desarrolló en 1920 el concepto de macromolécula y explicó los mecanismos de la polimerización, pero el Premio Nobel de 1953 lo recibió Hermann en solitario. Pero volviendo a la industria química en el siglo XX, diremos que constituye una de las industrias centrales de la civilización actual, por su conocimiento de los materiales, antiguos y nuevos, y por su tendencia a expandirse e incorporar otras industrias como la minería, la metalurgia, el refinado del petróleo, los textiles, el caucho, los polímeros, la construcción o la agricultura misma, ya que se ocupa de los fertilizantes y de la elaboración de alimentos. Fijémonos en que la agricultura y la elaboración de alimentos formaron parte de los saberes femeninos durante siglos pero, una vez más se ha ignorado esta circunstancia. El progreso científico, las crisis económicas y las guerras mundiales fueron los factores más importantes del desarrollo de la industria química durante el siglo XX. Las operaciones que en ella se realizan requieren un control muy diferente del que se ejercía en siglos pasados, y depende mucho más del uso de instrumentos que de la experiencia y de los métodos empíricos, Pensemos en los procesos de simulación y control por ordenador, que han dado origen a la ingeniería química, y en el aumento del uso de métodos físicos. Además, en el pasado, los productos químicos se obtenían mediante transformación de los productos naturales, pero actualmente es posible sintetizar las sustancias de la química antigua y moderna; tal es el caso de los combustibles de alta potencia, de los cauchos artificiales y de un gran variedad de plásticos y fibras, los polímeros. El enorme poder de las compañías petrolíferas, de la industria militar, de los laboratorios químico-farmacéuticos, por citar ejemplos notorios, ponen de manifiesto que la química se ha convertido, nuevamente, en una ciencia eminentemente práctica y, consecuentemente, sometida a intereses sociales y políticos (Stengers, 1991). Nuevamente, habría que rastrear el papel de las mujeres en este desarrollo tecnocientífico. Conocemos el nombre de Magda Staudinger que, junto a su marido Hermann, desarrolló en 1920
  • 10. el concepto de macromolécula y explicó los mecanismos de la polimerización, pero el Premio Nobel de 1953 lo recibió Hermann en solitario. Desde hace tiempo me preocupa el hecho de que más allá de los análisis, realizados por las investigaciones sobre ciencia y género, acerca de la naturaleza del conocimiento científico, de la construcción de la ciencia moderna y sus sesgos androcéntricos, que explicarían el alejamiento, forzado, de las mujeres de la actividad científica, en otros tiempos, todo ello es necesario pero no suficiente para analizar de manera convincente la situación actual, en la que ya no existen impedimentos legales para el acceso femenino a la tecnociencia, pero persiste la discriminación para la mayor parte de las científicas. Para responder a esta preocupación me pareció oportuno realizar una revisión de algunas obras de las nuevas corrientes de filosofía de la ciencia y de sociología feminista, convencida de la necesidad de la mirada interdisciplinar. Creo que la idea de tecnociencia como actividad y la caracterización de las organizaciones científicas pueden dar algunas pistas para el análisis al que me acabo de referir. La ciencia actual es una forma de cultura que goza de gran predicamento en la sociedad y está, a su vez, fuertemente influida por ésta; por tanto, se ha de estudiar en su contexto, que siempre es social. La ciencia y, sobre todo, la tecnociencia es una acción transformadora de la realidad y, en este sentido, el conocimiento científico no es más que una parte de la acción tecnocientífica. Tratamos de conocer para modificar e incluso para transformar radicalmente aquello que conocemos. Consecuentemente, si queremos analizar en profundidad lo que sucede en la ciencia y las implicaciones que la actividad tecnocientífica conlleva para las mujeres, debemos prestar atención a aspectos muy diferentes, y no sólo a la elaboración de las teorías científicas. Por ejemplo:  La práctica científica  La función desempeñada por las instituciones científicas en la recepción y promoción de las nuevas teorías y descubrimientos  La investigación en los laboratorios y los procesos de consenso a la hora de experimentar y seleccionar hechos, así como los términos para aludir a estos hechos  La influencia de los aparatos y la elaboración de representaciones para los conceptos y teorías científicas  La recepción de nuevos hechos y teorías por parte de las comunidades científicas  Las polémicas y debates entre instituciones y comunidades científicas
  • 11.  El progreso científico y los objetivos de la ciencia  El estudio de las interrelaciones entre ciencia, tecnología y sociedad  El impacto de la tecnociencia sobre la sociedad y el entorno  La incidencia de la política científica, sea pública o privada, sobre la actividad científica Por todo ello, Echeverría (1995) afirma que la filosofía de la ciencia ha dejado de ser únicamente una filosofía del conocimiento científico, en exclusiva, para pasar a ser, además, una filosofía de la actividad científica. También establece lo que él llama “el irreductible pluralismo axiológico -de valores- de la actividad científica, así como la interacción sistémica entre diferentes valores en el contexto de dicha actividad.” Considerada la ciencia como actividad plural y no sólo como la búsqueda de conocimiento, se ha de atender a los valores y a las reglas que rigen en cada uno de los cuatro contextos en que puede ser analizada: el de educación, el de innovación, el de evaluación y el de aplicación. De esta manera se puede relacionar el pluralismo metodológico de la ciencia con el pluralismo axiológico inherente a la actividad científica. La enseñanza de la ciencia es el primer ámbito en el que la actividad científica tiene vigencia. Incluye la enseñanza y el aprendizaje de sistemas conceptuales y lingüísticos, pero también representaciones e imágenes científicas, técnicas, problemas y manejo de instrumentos. Esta fase abarca desde la adquisición de unas nociones científicas básicas para toda la ciudadanía hasta el inicio de la actividad profesional. El contenido de lo que se ha de enseñar ha sido previamente fijado mediante planes de estudios; hay, por lo tanto, una mediación social que delimita cuales han de ser las habilidades y conocimientos básicos de alguien que se ha de dedicar a la actividad científica. En este ámbito, Echeverría incluye la difusión y divulgación científica, sea en forma de vídeos, programas de radio y televisión, libros de bolsillo o imágenes tecnocientíficas. Esta labor de divulgación es la que crea la imagen social de la investigación y del progreso científico. El segundo contexto, conocido tradicionalmente como de descubrimiento, se ha de ampliar con la función de innovación y de invención que, tradicionalmente, ha correspondido a las ingenierías o a las técnicas, por oposición a las ciencias. Por ello, se denomina, contexto de innovación. El tercero es el de justificación, basado tradicionalmente en una buena fundamentación metodológica y racional de la ciencia. El autor lo amplía al contexto de evaluación o valoración de
  • 12. la actividad científica, que ya no depende solamente de la comunidad científica sino que está mediatizada por la sociedad. Por último, el contexto de aplicación y transformación. Si la tecnociencia ha de producir transformaciones en el medio, este ámbito es de enorme importancia. Caben aquí muchos valores, además de que el aparato, la máquina o la producción científica funcionen; las políticas científicas y la gestión pasan aquí a ser fundamentales. El escenario ya no es el aula, no el laboratorio, ni la mesa del congreso. “Los expertos trabajan en oficinas y despachos, así como en mesas de reuniones” El contexto de educación afecta a los otros tres contextos y, recíprocamente, las innovaciones, las diferentes aplicaciones y los nuevos criterios de evaluación modifican, tarde o temprano la actividad docente. El avance de la ciencia depende de los cuatro contextos, y no sólo de los descubrimientos o de las innovaciones. Se ha de destacar la circunstancia de que hoy en día, para acceder al conocimiento científico, es necesario pasar por un largo y complicado proceso de adiestramiento que se completa tras la integración en una comunidad científica. Por otra parte, no hay descubrimiento, ley, ni innovación, aunque sean efectivas, que sea socialmente aceptada si no median una serie de acciones particularmente relevantes en la tecnociencia contemporánea. Hay que gestionar una empresa científica, competir con las empresas rivales, organizar grupos de trabajo, lograr equipamiento y financiación, disponer de infraestructura instrumental, bibliográfica y de comunicaciones, participar en Congresos, Simposios y, sobre todo, en las Comisiones en las que se decide qué debe ser promovido y qué no; tener apoyos para que las propias publicaciones sean difundidas, comentadas y citadas, traducir tecnológicamente la presentación de los descubrimientos e innovaciones, luchar por el poder en la universidades y centros de investigación… Por supuesto, en el caso de grandes financiaciones o de la obtención de premios prestigiosos, por no hablar del Premio Nobel, hay que desarrollar toda una política empresarial. ¿Cuáles son los obstáculos que las mujeres encuentran en todo este complejo entramado? Este aspecto será objeto de otro artículo. 12.- La tecnociencia y su impacto en los procesos técnicos de la informática. LA NUEVA SOCIEDAD DE LA INFORMACION: PARTICIPACION Y NUEVAS TECNOLOGIAS. El impacto de la tecnociencia en la cultura y la formación profesional. Autor: Héctor L. Zamorano Facultad de Ciencias Económicas y Estadística
  • 13. Universidad Nacional de Rosario - Argentina 1.- INTRODUCCIÓN: El título, El impacto de la tecnociencia en la cultura y la formación profesional, recurre a una metáfora que resulta indudablemente demostrativa del estado actual de la cultura y la formación frente al desarrollo creciente de la tecnociencia: el impacto. Y es así, ya que la sociedad actual está siendo profundamente movilizada por la tecnociencia; el problema es determinar hacia donde dirige su influencia, y si esa dirección es la deseable de entre todas las posibles. Estas cuestiones nos ubican ya a las puertas de un análisis social, de manera que podría abordarse la problemática sociológica planteada por el impacto tecnocientífico aludiendo a tres aspectos: a) Estos llamados avances de la tecnociencia, en especial todo aquello relacionado con la informática, enmascara una exacerbada tendencia al individualismo, provocando procesos de exclusión social. b) La pretendida racionalidad atribuída a los adelantos antes indicados debe necesariamente ser analizada desde un punto de vista crítico. c) Míticamente se ha atribuído a la informática el predicado de igualdad y democratización, cuando en realidad no hace más que profundizar cada vez más la brecha tanto laboral, como educacional. 2.- EL PROBLEMA DEL INDIVIDUALISMO: La revolución industrial de la época de "La división del trabajo social (Emile Durkeim, 1893)" afectó profundamente la relación de las personas con respecto a su trabajo, y modificó las formas de sociabilidad reconocidas hasta el momento. Tomado de www.galleanoyzamorano.com.ar/tecnociencia.pdf 13.- La informática y necesidades de comunicación y procesamiento de la información. Al referirnos a las nuevas tecnologías de la información, estamos refiriéndonos al almacenamiento, procesamiento, recuperación y distribución de la información por medio de procesos microelectrónicos computarizados, lo que se denomina informática y también hablamos de la telemática, que viene a ser la organización y transmisión de mensajes computados a través de redes integradas de telecomunicación mediante satélites, la digitalización, la fibra óptica, entre otros. Así como las nuevas posibilidades que brindan los instrumentos de comunicación electrónica existentes como son la radio, la televisión, el teléfono etc. (Jaramillo, 1986). Como vemos, estos descubrimientos hacen la vida más llevadera pero a su vez tienen sus implicancias en la vida de las sociedades, por lo que se preconiza que para el siglo XXI, las nuevas tecnologías permitirán que las sociedades se informaticen, y esto hará que la totalidad del saber y de la creación humana esté al alcance de todos. Se considera que un ciudadano informado podrá tomar mejores decisiones políticas, tendrá mayores oportunidades a puestos de trabajo que se
  • 14. crearán, permitiéndole de esta forma liberarse de las tareas rutinarias, desagradables y peligrosas, quedándole más tiempo libre para su recreación y autoformación. Es apasionante, estas expresiones y a la vez esperanzadoras pero en ellas no están contempladas las realidades existentes en el mundo, ya que no todos los países tienen el mismo nivel de desarrollo, ni poder adquisitivo, muchos no han resuelto sus grandes problemas internos, de desigualdades. Dicha situación no permitirá contar con ciudadanos informados, pues los que accedan a la información son y serán una minoría, pues las grandes mayorías no han resuelto prioridades más importantes de su vida. Así que pareciera una falacia pensar que las nuevas tecnologías permitirán resolver los grandes problemas de la humanidad, en un mundo de paz y progreso como señala Federico Iglesias (1998). Como también será muy difícil ser parte de la "aldea global" que McLuhan refiere que está a la vuelta de la esquina, y que ya no habrá ni primer, segundo o tercer mundo. En la actualidad, son muchos los países que por constituirse en "sociedades informatizadas", han incorporado las nuevas tecnologías sin distinguir las condiciones sociales, culturales e históricas de las realidades de cada país. Este artículo tiene como propósito contribuir a la discusión respecto a la importancia de los aportes que las nuevas tecnologías sobre todo de la información y comunicación implica en la vida de nuestras sociedades. Dichas tecnologías son creadas bajo esquemas económicos, técnicos, administrativos y culturales de una identidad diferente a la nuestra, y al ser transferida a nuestros países que tienen circunstancias históricas con diferentes necesidades, introduce elementos exógenos que no encajan y que van a crear desestabilizadores sociales, pues la población es muy sensible a procesos de alienación cultural.