Un hombre esperaba tener un hijo varón pero tuvo una hija, María José. Aunque al principio no estaba entusiasmado, se enamoró de su hija y ella se convirtió en la razón más grande de su vida. María José enfermó de una enfermedad cardíaca y necesitaba un trasplante de corazón. Su padre decidió donarle su corazón para salvar su vida. Desafortunadamente, el padre murió pero le dejó una carta a María José expresando cuánto la amaba y que siempre estaría con ella.
PP_Comunicacion en Salud: Objetivación de signos y síntomas
El amor más grande del mundo
1. EL AMOR MÁS GRANDE DEL MUNDO
Cierta vez un hombre esperaba que su esposa tuviera su primer bebé, él quería que fuese un varón, pero nació
una hermosa niña, aunque no estaba tan entusiasmado, después de haber nacido fue a ver a sus dos mujeres, la
una lucía pálida, delgada pero muy feliz, y la otra lucía radiante y dormilona.
Le pusieron el nombre de María José.
A los pocos mese el papá se dejó cautivar por la sonrisa de María José, la forma de su mirada fija y penetrante, fue
entonces cuando empezó a amarla con locura.
La sonrisa, la carita y la mirada de la niña, no se apartaban ni un instante del pensamiento del papá, todo se lo
quería comprar, hacía planes para ella y todo sería para su querida hijita María José.
El papá comentaba de su hijita a sus amigos y ellos también sentían afecto por la niña, ya que según su papá era la
razón más grande de su vida.
Cuando María José tenía 10 años, en una reunión familiar entabla una conversación con el papá y le pregunta:
- Papi, - cuando cumpla quince años, ¿Cuál será mi regalo?
- Pero mi campanita, si apenas tienes 10 añitos ¿no te parece que falta mucho para esa fecha?
- Bueno papi, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca la he visto por aquí.
Una mañana frente al colegio donde estudiaba María José, quien ya tenía 14 años, el papá con gran orgullo
enseñaba el registro de calificaciones, eran notas impresionantes – ninguna bajaba de 20 puntos – y los estímulos
que habían escrito sus profesores, eran realmente conmovedores.
María José ocupaba un lugar muy importante en la mente y en el corazón de toda su familia, especialmente en la
de su papá.
Un domingo, muy temprano en la iglesia, algunos vieron que María José fue cayendo lentamente sobre el banco;
un amigo la tomó en brazos mientras que el papá buscaba un taxi para llevarla al hospital.
Allí permaneció por 10 días, fue entonces cuando los médicos informaron que María José padecía de una terrible
enfermedad que afectaba seriamente su corazón, aunque no era algo definitivo, debían practicarle otras pruebas,
para llegar a un diagnóstico firme.
Los días transcurrieron, el papá tuvo que renunciar a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre
quería hacerlo, pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran mayores que los del papá.
Una mañana el papá se encontraba junto a su hija cuando ella le preguntó:
- ¿Voy a morir, no es cierto?
- No mi amorcito, no vas a morir, Dios es tan grande. Él no permitiría que pierda lo que más he amado en el
mundo, - respondió el papá.
- Papi, cuando uno muere ¿vamos a algún lugar? ¿Podemos ver desde lo alto a las personas queridas?
¿Sabes si pueden volver?
- Bueno hijita, en verdad nadie ha regresado de allá para contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te
dejaría sola, buscaría la manera de comunicarme contigo, utilizaría el viento para venir a verte.
- ¿El viento? ¿Y cómo lo harías?
2. - No tengo la menor idea hija, pero si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento
roce tu cara y una brisa bese tus mejillas.
Ese mismo día por la tarde, el asunto era grave, María José estaba muriendo, los médicos avisaron al papá que
necesitaban un corazón pues el de ella no resistía sino unos 15 días.
¡Un corazón! ¿Dónde hallo un corazón acaso lo venden en la farmacia o en el supermercado? ¡Un corazón!
¿Dónde?
Ese mismo día María José cumplía sus 15 años.
Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, la situación iba a cambiar.
El domingo por la tarde, ya María José estaba operada, todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito
total!
Su mamá le decía que todo iba a salir bien, aunque su papá no había vuelto al hospital. María José lo extrañaba
muchísimo, permaneció 15 días más en el hospital hasta que su corazón estuvo fuerte.
Al llegar a casa, todos se sentaron en un enorme sofá, y su mamá con los ojos llenos de lágrimas, le entregó a
María José, una carta a su papá, en la que decía:
María José, mi gran amor:
Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la
promesa de los médicos que te operaron.
No puedes imaginarte cuánto lamento no poder estar a tu lado en este instante.
Cuando supe que ibas a morir, sentí que yo también moriría contigo y me preguntaba ¿Qué podía
hacer?...después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí…entonces decidí, que la manera de hacer algo
por ti era dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías 10 años, la cual no respondí.
Finalmente decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho:
Te regalo mi vida entera; sin condición alguna, para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo
muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante, es que quieras vivir. ¡Vivir hijita! ¡Te amo!
Quiero que sepas que siempre te amaré, porque eres lo más grande y hermoso que Dios me ha dado.
Tu papá.
María José lloró todo el día y toda la noche, al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su
papá, lloró como nadie lo había hecho, y susurró: papi ahora puedo comprender cuánto me amabas, yo también
te amo aunque nunca te lo dije, ahora comprendo la importancia de decir te amo y te pido perdón por haber
guardado silencio.
En ese instante, las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron algunas flores, María José sintió que
un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas, sintió una paz inmensa y dio gracias a Dios,
recordando lo que su papá le decía en la carta que él le escribió.
María José se levantó y caminó a su casa con la alegría de saber que lleva en su corazón. EL AMOR MÁS GRANDE
DEL MUNDO.