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ESTANISLAO J. ZEMBRZUSKI
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Teoría económica
del sistema ·feudal/
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CALLE PLAZA 5. MADRID - 33, ESPAI<JA
szglo vemmmo argentma editores, sa
PERU 952, BUENOS AIRES • ARGENTINA
N" Editorial: 143
Primera edición en polaco: 1962
T(tulo original: Teoda ekonomiczna ustroju feudalnego. Próba modelu
© Pánstwowe Wydawnlctwo Naukowe, Varsovia
Primera edición er. espanol: 1974
Segunda edición en espanol, corregida: agosto 1976
© Siglo XXI Argentina E ditores S. A.
Perú 952, Buenos A Ires
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina
Printed In Argentina
Indice
l. ¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER UNA TEORIA
ECONOMICA DEL FEUDALISMO? 3
II. LA CONSTRUCCION DEL MODELO 13
III. DINAMICA A CORTO PLAZO 25
El cálculo económico de la empresa feudal 25
Economía del dominio feudal 46
La explotación campesina en el régimen de pres-
taciones personales 70
La economía de la corporación artesanal 89
Confrontaciones empíricas 98
Tentativa de interpretación 128
IV. DINAMICA A LARGO PLAZO 137
V. POSIBILIDADES DE VERIFICACION 201
Vl. LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA
EN EL SISTEMA FEUDAL 209
VII. "SISTEl1A ECONOMICO" Y "TEORIA DE UN SISTEMA
ECONOlHCO" 225
187981
Capítulo I
¿A qué preguntas debe responder
una teoría económica del feudalismo?
Dice Engels en el Anti-Dühring que "quien se empeñase en
reducir la Economía Política de la Tierra del Fuego a las
mismas leyes por las que se rige hoy la economía de In-
glaterra, no sacaría evidentemente nada en limpio, como no'
fuesen unos cuantos lugares comunes de la más vulgar tri-
vialidad"1 .
Cabe preguntarse si esta afirmación no contradice los fun-
damentos del legado científico de Marx y Engels. En efecto,
en la teoría elaborada por ellos hay muchas tesis fundamenta-
les ·que, por una parte, se refieren lo mismo a la economía
de la Tierra del Fuego que de la Inglaterra de mediados del
siglo XIX, y por otra, no son ni tampoco fueron para sus
creadores o para el mundo de la ciencia de su época lugares
comunes ni mucho menos. A esta categoría pertenece la tesis
de que las relaciones económicas dependen de las fuerzas pro-
ductivas y que los cambios en estas fuerzas revolucionan
aquellas relaciones, la teoría sobre la mutabilidad y sucesión
ordenada de las estructuras socio-económicas, la idea de que
dicha sucesión va acompañada de una creciente productividad
del trabajo, y mucho más. Para que la citada frase de Engels
fuese congruente con la esencia del legado de los creadores
del socialismo científico, habría que convenir en que todas
estas tesis de aplicación universal pertenecen no a la econo-
mía política sino al correspondiente campo de la filosofía (el
1 F. Engels, Anti-Dühring (en español Ediciones Frente Cultural, Mé-
xico, sin fecha, p.1 39).
11!1
4 CAPITULO PRIMERO
materialismo histórico). En tal caso, la economía política
propiamente dicha sólo abarcaría tesis válidas como máximo
en el terreno de una sola formación socio-económica. Pero
esto requeriría una concepción particular de los límites de la
filosofía y una concepción particular de las dependencias y
las relaciones entre las diferentes disciplinas especializadas (en
este caso, la economía política) y la filosofía.
Sin embargo, como quiera que resolvamos esta dificultad, l'S
un hecho evidente -y hasta una perogrullada- que entre las
tesis que se pueden formular sobre el obrar económico humano,
no pocas tienen diferentes grados de aplicación cronológica y
geográfica, teniendo en cuenta que cuanto mayor sea el campo
de aplicación, tanto más estrecho será el contenido. Y aunque.
según parece, los creadores de la economía clásica hayan pa-
sado por alto esta verdad, los economistas occidentales de nues-
tros días llegaron a comprenderla a través de sus investigaciones
sobre la economía de los países socialistas, como también sobre
la economía contemporánea de los países subdesarrollados,
semifeudales, o de los pueblos primitivos. El rasgo específico
del marxismo en esta materia podría resumirse en dos enuncia-
ciones: 1) que existen relativamente pocas tesis generales de
aplicación universal, mientras que son incomparablemente más
numerosas las tesis de aplicación limitada en el tiempo y el
espacio (principio que se desprende de la convicción sobre la
mutabilidad absoluta de los fenómenos sociales en todas sus
formas, inclusive fenómenos de la vida económica), y 2) que
aquella limitación en el espacio y el tiempo de la mayor parte
de las tesis económicas está definida por los límites de los
propios sistemas socio-económicos (dado el carácter integrante
de estos últimos en la vida social).
En su forma extrema, la tesis de que las leyes económicas
cambian simultáneamente con el cambio de las estructuras so-
cio-económicas desempeñó, como es notorio, determinada e
importante función ideológica en el período staliniano. Esta
concepción iba a impedir cabalmente el uso de las leyes econó-
micas universales (aun aquellas de más amplia aplicación, inclu-
¿A QUE PREGUNTAS DEBJ:: RESP?NDER NUESTRO MODELO? 5
yendo las marxistas) para el análisis de la sociedad soviética.
Por eso, a nuestro juicio, tien(' gran trascendencia científica y
social afirmar que hay en el marxismo (contrariamente a la
frase citada .de Engels) toda una serie de tesis de cardinal im-
portancia, y nada triviales, que son de aplicación universal a la
actividad económica humana, aunque por convención las adscri-
bamos al campo de la economía política o al de la filosofía.
Sería sumamente útil para la ciencia si se pudiese "codificar"1
en cierto modo el alcance de estas tesis, seleccionando aquellas
que han resistido la prueba de las investigaciones científica¡;
pos-marxianas, y especialmente de la experiencia histórica pos-
marxiana; dándoles también, para evitar escollos dogmáticos,
forma de indicaciones metodológicas más que de leyes.
Teniendo todo esto en cuenta, parece sin embargo cierta la
tesis marxista de que la mayor parte de las leyes económicas, y
justamente las más ricas en contenido, tienen un alcance espa-
cial y temporal limitado, circunscrito por lo general a un deter-
minado sistema socio-económico. En este sentido Marx creó su
teoría del sistema capitalista, mientras que Engels procuró
crear, a la altura de la ciencia de su época, una teoría econó-
mica del sistema de la comunidad primitiva. En cuanto a la
formación de una teoría económica del sistema socialista, ésta
se vio impedida por fenómenos harto notorios que frenaron
el desarrollo del pensamiento científico marxista, encauzándo-.
lo más bien por la vía empírica y pragmática e imponiéndole el
método de aproximaciones sucesivas. Estas últimas, a su vez,
esperaban en vano una síntesis teórica y sólo hoy puede vislum-
brarse un viraje en este campo.
Por otra parte, la teoría del sistema feudal ha sido hasta
ahora la que menos ha atraído la atención de los investigadores
marxistas2 . Sin emb"argo, el problema es importante desde el
l En este sentido se orientan los trabajos de A. Malewski, particular·
mente "Empiryczny sens ieorii materializmu historycznego" lEl sentido
empírico de la teoría del materialismo histórico !. Sludia Filozo{iczne,
1957. NO 2, pp. 58-81.
2 Esto se debe a que Marx sólo estudió aquellos elementos del sistema
6 CAPITULO PRIMERO
punto de vista teórico e incluso práctico. Desde el punto de
vista teórico, lo es en razón de una sui generis universalidad del
feudalismo (en el sentido marxista del término). En efecto, una
u otra forma de feudalismo la conocen todas las sociedades que
hayan pasado la etapa de la comunidad primitiva. Mientras
tanto, la falta de la universalidad del régimen esclavista es una
verdad comúnmente admitida por la ciencia marxista desde el
triunfo logrado en esta materia por B. D. Grekov después de su
homérica pugna con Pokrovski. El capitalismo surgió de manera
"espontánea", es decir sin que operase la influencia de algún
capitalismo preexistente, y sólo una vez en la historia de ·la
humanidad. Lo mismo se refiere al socialismo. En cambio, co-
nocemos diferentes feudalismos en el mundo, surgidos en dis-
tintas sociedades y épocas, independientemente uno del otro I.
La teoría del sistema feudal es asimismo importante desde el
punto de vista práctico, en razón de sus numerosas y muy
fuertes supervivencias en Q1Uchas naciones; supervivencias que
pesan hasta hoy .sobre la economía y el conjunto de la vida
social de la mayoría de los países que se suele llamar subdesa-
rrollados y cuyos esfuerzos por avanzar en la vía del progreso
económico cambian ante nuestros ojos la faz del mundo. De
ahí el interés que despierta el funcionamiento de economías de
este tipo tanto entre los investigadores de los países del Tercer
Mundo (la India) como entre aquellos de los países avanzados
(EE. UU., Inglaterra, Francia, Alemania, etc. y la URSS).
La construcción de una teoría económica del sistema feudal
tiene singular importancia para la investigación histórica. Por un
lado, el historiador del feudalismo -si no le es totalmente ajena
la reflexión metodológica- siente lo inadecuado de la teoría
económica del capitalismo cuando se enfrenta al objeto de su
+--
feudal que le eran necesarios para investigar el proceso de desarrollo del
capitalismo. CL V. Lenin, Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo
luchan contra los socialdemócratas [en Obras, Editorial Cartago, Buenos
Aires, 1959, t. I, pp. 183-184).
1 W. Kula, Rozwaiania o historii [Reflexiones sobre la historia), Var·
sovia. 1958, pp. 34·36.
¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 7
investigación1 ; por otro lado, su conoc;miento de los antiguos
feudalismos (si bien menos accesibles a la investigación a causa
de las muchas lagunas en las fuentes, pero que tienen la ventaja
de ser "puros", independientes de las influencias del capita-
lismo, el imperialismo o el socialismo) le permite aportar a esta
empresa una contribución insustituible2.
En Occidente se observa últimamente un redoblado interés
por la investigación comparativa del feudalismo. Como obra
precursora en este aspecto debe considerarse sin duda "La
societé feódale"J de Marc Bloch, y como la "última palabra"
de la ciencia -por lo menos hasta el momento- la obra colec-
tiva bajo la dirección de R. Coulborn4
•
En la Unión Soviética, el interés teórico por el feudalismo
incrementó de modo particular después de que Stalin hubo
publicado sus "Problemas económicos del socialismo en la
URSS". Como se sabe, Stalin formuló en esta obra aquello que
él llamó .''leyes fundamentales" del sistema capitalista y socia·
lista. Esto implicaba que entre las muchas leyes que es posible
descubrir y que rigen el funcionamiento de la economía de
cada sistema por separado, una y sólo una tiene "carácter fun-
damental". No está del todo claro qué entendía Stalin por
1 En Polonia lo eomprendió perfectamente J. Rutkowski. "¿Czy
potrzebna jest teoria ekonomiczna ustroju feudalnego?" [¿Es menester
una teoría económica del sistema feudal? l. Sprawozd. Pozn. TPN 1934,
1er semestre, pp. 44-52. ·
2 Con respecto a los problemas metodológicos relacionados con el
estudio comparado de la economía de los países subdesarrollados de nues·
tra época y la econgmía de las fases anteriores de desarrollo de los países
hoy avanzados cf. W. Kula, Problemy i metody llistorii gospodarczej (Pro·
blemas y métodos de la historia económica). Varsovia 1963, pp. 717·28.
3 M. Bloch, La société féodale, t. I: La formalion des liens de dépen-
dance, t. II: Les clas..~es el le gouvernemenl des hommes, Paris, 1939-1940
[en español: La sociedad feudal. T. I y II. UTEHA. México, NO 52, 53).
4 R. Coulborn, ed. Feuda/ism in Hislory, prefacio de A. L. Kroeber,
Princeton, 1956. Contribuciones de J. R. Strayer (Europa occidental), E.
O. Reischauer (Japón), D. Bodde (China), B. C. Brundage (Antigua Meso·
potamia e Irán), W. F. Edgerton (Antiguo Egipto), D. Thorner (lndia), E.
H. Kantorowicz (Bizancio), M. Szeftel (Rusia) y A Comparative Study of
Feudalism de R. Coulborn. Cf. reseña-de esta obra, de O. Lattimore, en
Past and Present, no 12, nov. 1957, pp. 48-57.
8 CAPITULO PRIMERO
"carácter fundamental". ¿Se trataría de un elemento de defini-
ción del sistema ("llamamos capitalismo o bien socialismo a un
sistema donde rige tal o cual ley")? ¿O tal vez ese "carácter
fundamental" establecía la superioridad de tal o cual ley con
respecto a otras leyes "no fundamentales", las cuales en cierto
modo se desprenderían de aquella ley "fundamental" l? Sea
como fuere, los historiadores soviéticos (y también de algunos
otros países socialistas) reaccionaron emprendiendo la búsqueda
de una "ley fundamental del feudalismo". Una prolija discusión
sobre este tema transitó por las columnas de la revista "Voprosi
Istorü" y, como suele a menudo suceder en la ciencia, no obs-
tante el falso punto de partida y el falso objetivo, desembocó
en la formulación de no pocas observaciones y generalizaciones
interesantes y acertadas2 . Falso era el presupuesto en que se
basaba el viaje de Colón, pero verdadera la América que descu-
brió3.
Si ahora queremos reflexionar sobre la teoría económica del
sistema feudal, debemos poner en claro a qué preguntas debe
responder una teoría de esta índole, cuál debe ser su dominio
1 Omito aquí, por ser ajeno al tema, el análisis de estas "leyes" que de
modo evidente no pueden sostenerse ni desde el punto de vista de la
lógica ni por razones de fondo. La "ley fundamental del socialismo", por
ejemplo, no dice nada de lo que necesariamente debe aparecer en cada
sistema socialista, sino que está formulada a modo de postulado.
2 Independientemente de esta discusión, los problemas de la economía
feudal fueron encarados en casi todos los manuales económicos soviéticos
(p. ej. : K. V. Ostrovitianov, Introducción a lll economía de los sistemas
precapitalistas, o Econom(a Política, Manual). Mas lo que allí encontra·
mos no es, en realidad, una teoría económica del sistema feudal, sino más
bien una síntesis superficial de la lústoria económica del feudalismo. Esta
forma de evitar generalizaciones teóricas y de reemplazarlas con historia
(concepción deformada del historicismo del método marxista) fue algo tan
evidente (y esto no sólo en conexión con los problemas del feudalismo),
que el mismo Stalin censuró este fenómeno en Problemas económicos del
socialismo en la URSS.
3 La cuestión de "ley fundamental" es hoy motivo de amplia discusión
en los círculos científicos soviéticos. L. Leontév ("Reminiscencias del pa-
sado y elocuencia de la realidad," Ehonomicheskaia Gazeta, no 16.
20.IX.l961) se pronuncia categóricamente contra dicho concepto. Pero
éste halla también defensores (p. ej. I Jermakov, "Sobre las leyes econó-
micas del socialismo," ibid., 19.II,l962). En Polonia, la concepción de
"leyes económicas fundamentales" fur defendida por Oskar Lange.
l
¿ A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 9
efectivo, a qué preguntas debe responder cualquier teoría eco-
nómica de cualquier sistema; finalmente, hay que ver si el ca-
rácter específico de cada sistema implica que su teoría debe
responder a ciertas preguntas también específicas, inaplicables
en el análisis de otros sistemas.
De todo lo que se ha dicho anteriormente se desprende que
no es menester incorporar a la teoría económica de un sistema
dado tesis concernientes a la teoría general de la economía (o
bien tesis del materialismo histórico sobre el obrar económico
humano). En esta categoría incluimos también la propia defi-
nición del sistema (en este caso, el feudalismo). Decir, por
ejemplo, que el feudalismo es un sistema fundado en la gran
propiedad rural y en relaciones de dependencia personal entre
el productor directo y el propietario latifundista, significa dar
una definición del feudalismo, m~ esta definición pertenece a
la teoría de las formaciones socio-económicas, es decir, a un
aspecto de la ciencia general sobre la actividad humana. Ade-
más, la formulación de semejantes proposiciones en forma de
leyes científicas ("cuantas veces tropezamos con el feudalismo
tantas veces comprobamos la existencia de la gran propiedad
rural... etc.") nos conduciría a evidentes tautologías.
Dejando, pues, a un lado las afirmaciónes relativas a toda
actividad económica o bien a las formaciones antagónicas, en
una palabra, todas aquellas tesis cuya aplicación excedería los
límites de la época feudal; procuraremos a continuación formu-
lar los problemas esenciales que debería abordar, a nuestro jui-
cio, la teoría económica de cualquier sistema y, por lo tanto,
del feudal 1 •
A nuestro parecer, toda teoría económica de un sistema
dado debería explicar:
1) las leyes que regulan el volumen del excedente econó-
1 Un problema específico ~n esta materia son las afirmaciones concer-
nientes a toda economía comercializada, es decir también a los sistemas
precapitalistas en la medida en que la comercialización interviene en ellos.
Más adelante volveremos a esta cuestión.
10 G A P!T UL< l PJOI1lo:H u
mico1 y las modalidades de su apropiación (p. ej. las leyes
que rigen el empleo de los métodos extensivos o inten-
sivos en la producción, las que rigen el grado de utiliza-
ción de las fuerzas y medios de producción, la teoría de
la renta feudal);
2) las leyes que rigen la distribución de las fuerzas y medios
de producción, y sobre todo del mencionado excedente
(aquí caben las reglas que rigen toda actividad inversio-
nista desde el asentamiento de colonos hasta las inver-
siones en la industria, el problema de la utilización pro-
ductiva o improductiva de dicho excedente, etc.);
3) las leyes que rigen la adaptación de la economía a las
cambiantes condiciones sociales, o sea la dinámica a cor-
to plazo (adaptación de la producción al incremento o a
la disminución de la población, el paso del estado de
guerra al estado de paz, etc.);
4) las leyes de la dinámica a largo plazo, en particular los
factores internos de desintegración del sistema dado y de
su transformación en otro sistema. Ninguna teoría estará
completa mientras no contenga este elemento. Es digno
de admiración el que Marx haya sabido incluir esta pro-
blemática en su teotía del capitalismo, pese a que su
teoría maduró en el período de la temprana juventud del
sistema capitalista.
Formulando de otro modo estas mismas ideas, podría decirse
que la finalidad de la teoría económica de cualquier sistema
consiste en formular las leyes que rigen la magnitud del exce-
dente económico y su utilización (puntos 1 y 2), teniendo en
cuenta que ambas cuestiones deben ser elucidadas en sus dos
dimensiones: a corto y a largo plazo (puntos 3 y 4).
Queda por examinar el lugar que correspondería al análisis
del funcionamiento de los fenómenos del mercado (interno e
1 Acerca del concepto de "excedente", cf. P. Baran, Ekonomia poli·
tyczna wzrostu [en español Economía política del crecimiento, FCE, Mé·
xico, 1959, p. 25 y ss.l.
¡, A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 11
internacional) y de su rol en el conjunto de la vida económica
en la época feudal. Este problema debería desglosarse siguiendo
otro criterio. Los aspeCtos que abarca guardan mayor o menor
relación (dependiendo sobre todo de la fase del sistema feudal
que investiguemos) con las cuestiones incluidas en nuestros cua-
tro puntos. La conveniencia de separar esta problemática se
debe a que ella da lugar a muchos malentendidos en la investi-
gación: muy a menudo no se percibe que los fenómenos del
mercado en la economía pre-capitalista se rigen por leyes a
veces completamente distintas, y sobre todo que es totalmente
diferente su influencia sobre el sector restante de la economía,
o sea el sector no mercantil, y por lo tanto, sobre la totalidad
de la vida económica.
Queda entonces por determinar:
a} el funcionamiento de los fenómenos del mercado en un
medio no mercantil y además no capitalista;
b} el mecanismo de la influencia del sector mercantil sobre el
· no mercantil y viceversa;
e) la periodización de estos fenómenos según la fase del desa-
rrollo del sistema feudal, y especialmente en relación con
los factores de su desint~gración presentes en dichos fenó-
menos.
No obstante, hemos decidido no desglosar este tema, ya que
de otro modo sería irrealizable el estudio de cualquiera de los
men.cionados cuatro grupos de problemas. Esta cuestión podría
plantearse también de otra manera. El sistema feudal es un
sistema donde predominan pequeñas unidades de producción y
una economía natural. Ahora bien, si nos imagináramos el caso
extremo de una pequeña explotación campesina con una econo-
mía totalmente natural, que realizara como máximo la repro-
ducción simple y sin otra carga que las prestaciones personales
en trabajo (corveas), las posibilidades de análisis teórico del
fenómeno (entre otras razones, por falta de fuentes) serían
sumamente limitadas. El hecho es que en la práctica, a escala
social, casi nunca ocurre esto. Sólo tales fenómenos como los
12 CAPITULO PRIMERO
esfuerzos por acrecentar la renta social, la lucha por su distribu-
ción, los procesos de adaptación a largo y corto plazo, abren
campo al análisis teórico. Y todos ellos se producen no sin
relación con los fenómenos del mercado.
Los fines que acabamos de enumerar, y que a nuestro juicio
son los que debería proponerse la teoría de cualquier sistema
social, indican claramente que en primer lugar nos interesan
problemas de la producción, su volumen y su utilización, la
producción para el consumo inmediato y para el consumo fu-
turo (las inversiones) y sus cambios a corto y a largo plazo. El
quid del problema reside en que la producción que se efectúa
en una explotación cerrada y aislada del mundo, difícilmente se
presta a la investigación. Por lo general, sólo el contacto entre
los sujetos económicos, las relaciones interhumanas que son
esencialmente relaciones de trueque, abren posibilidades de aná-
lisis científico, porque sólo ellas originan fuentes históricas y,
lo que es más importante, porque sólo ellas permiten comparar
los efectos de la actividad y la conducta económica de los
diferentes grupos sociales. Por ende, un importante papel de-
sempeñará en nuestro ensayo el análisis de los fenómenos del
mercado, pero su propósito será casi siempre penetrar en aque-
lla zona oculta de la vida económica de la que menos hablan
las fuentes, pero que es la más importante y decisiva: la pro-
ducción.
Capítulo II
La construcción del modelo
La elaboración de una teoría requiere la construcción previa
de un modelo1 • Esta cuestión provoca muchos malentendidos
en las ciencias humanas en general, y en la historia económica
en particular.
La gran mayoría de los historiadores no siente necesidad
alguna de construir un modelo, y cuando uno de ellos lo cons-
truye, sus colegas se indignan. El mito de la historia como
ciencia de lo concreto, como ciencia del hecho único, el mito
de la historia descriptiva y narrativa a la que sólo interesa lo
individual, ha sido no sólo ajeno, sino también hostil, a toda
construcción de modelos. No vale la pena citar ejemplos. Si
hasta en las investigaciones sobre la historia de los precios hubo
autores para los cuales la noticia de que tal o cual día Fulano
había comprado una cantidad X de arrobas de centeno a tal o
cual precio, era fuente histórica utilizable, mientras que no lo
era, o al menos no interesaba al historiador, el registro oficial
1 La elaboración del presente ensayo habría sido imposible sin la ayuda
y el consejo de numerosos colegas. El autor desea agradecer particular·
mente al Prof. Stanislaw Hoszowski por haberle facilitado los resultados
de sus estudio& sobre los precios de los cereales en Poznan; al Prof.
Henryk Greniewsk:i y Lic. Brunon Górecki, por sus consejos y por haber
efectuado numerosos cálculos; a los profesores Stanistdw Arnold, Maria
Bogucka, Broníslaw ~remek, Aleksander Gieysztor, Oskar Lange, Janina
Leskiewiczowa, Marian Maiowíst, Antoni M~zak, Henryk Samsonowicz,
Andrzej Wyczaflski y Benedykt Zientara, por haber leído la primera ver·
sión de este trabajo y por las observaciones que me han hecho. Fernand
Braudel, Camille·Ernest Labrousse, Jean Meuvret y Michel Postan, con sus
observaciones críticas durante las reuniones de trabajo en la Ecole Pra·
tique des Hautes Etudes, ayudaron igualmente al autor a profundizar en
máS de un aspecto el análisis aquí presentado. Mucho me ha ayudado
también en el Dr. Jerzy Jedlickj.
14 CAPITULO SEGUNDO
de precios de los cereales {H. Hauser). La concepción idiográ-
fica de la historia implica no sólo un método de interpretación
de los datos; es una actitud que determina todos los elementos
y etapas del trabajo del historiador, empezando por la crítica
de las fuentes y la selección de los hechos. La ciencia marxista,
contraria por principio a la historia idiográfica, desgraciada-
mente coincidió más de una vez con esta actitud en la práctica
de la investigación en la época pasada. Concebida dogmática-
mente, la justa tesis de que la "verdad debe ser concreta",
imposibilitó de hecho la búsqueda de nuevas leyes.
Por otra parte, en la historia de la ciencia encontramos tam-
bién una actitud que peca por extremismo en el sentido contra-
rio. En el Congreso de Heidelberg en 1903, Sombart, irritado
por las mezquinas críticas a la primera parte (que trataba de la
Edad Media) de su "Der moderne Kapitalismus", exclamó:
"Para hacer comprensible la vida económica contemporánea he
creado una construcción que se llama "Medioevo". Me es abso-
lutamente indiferente cómo se presentaban en realidad las cosas
en aquella época. Querer invalidar mis teorías con objeciones
sacadas de trabajos históricos es absurdo"1 • No tomemos es-
tas palabras al pie de la letra, como manifestación de la acti-
tud metodológica de Sombart, sino más bien como exclama-
ción lanzada en el fervor de la discusión; con todo, ella pa-
tentiza la actitud que hemos señalado.
Si la teoría a construir ha de ser algo más que juego intelec-
tual, el sistema de premisas debe responder a las relaciones
realmente existentes en las sociedades que sean objeto de nues-
tro interés. La teoria construida tendrá validez sólo con refe-
rencia a sociedades (conocidas hoy o a descubrirse en el futuro)
en las cuales aparezcan efectivamente los elementos que haya-
mos introducido en nuestro modelo. Cuanto mayor sea la canti-
dad de elementos que incorporemos al modelo, tanto más rica
1 Cito según A. Sapori " Esame di coscienzia di uno storico," Universi-
tii degli Studi di Napoli. Instituto di Storia Economica e Sociale. Annali,
l , Napo li 1960, p. 6.
1,/ CONSTRUCCION DEL MODELO 15
podrá ser la teoría construida, pero simultáneamente, tanto
menor el número de sociedades abarcadas por ella.
Para los fines que perseguimos, debemos considerar aquí las
p sibilidades de construcción de modelos de este tipo sobre la
hase de la observación de sociedades precapitalistas en el pa-
mldo, como también sobre la base de la investigación de las
nlrasadas sociedades preindustriales de hoy, cuya economía pre-
Nenta un baj.o grado de comercialización.
En las investigaciones sobre los países atrasados de hoy, el
modelo más generalizado y el de mayor utilidad (aunque no
I'Sté formalizado) es el modelo de Lewis1 . Este modelo se basa
~n la delimitación de dos sectores: capitalist y subsistance se-
¡{Ún la terminología del autor, los que corresponden a los con-
ceptos corrientes de "sector comercializado" y "sector natu-
ral" 2 . En el modelo de Lewis; todos los factores del sector
comercializado son más elevados: el capital, el ingreso per cá-
pita, la tasa de ahorros y la tasa de crecimiento. El sector
"natural" es totalmente estático. Hay una serie de instituciones
llamadas a mantener este estado de desequilibrio .económico
entre los dos sectores. En el sector comercializado, por ejem-
plo, hay instrumentos institucionalizados que mantienen los
salarios a un nivel superior del resultante de la oferta de la
mano de obra. Prácticamente, el único contacto entre ambos
sectores es la oferta de trabajo del sector "natural" al capita-
lista, oferta excepcionalmente elástica: en cualquier momento
es posible· recurrir a masas suplementarias .de obreros, a los
cuales, en caso necesario, es posible despedir con la misma
facilidad, mandándolos de vuelta al sector "natural". Todo el
proceso de crecimiento de este modelo se realiza en el sector
1 W. A. Lewis, Economic Development with Unlimited Supplies o{
Labour, Manchester School, May 1954, pp. 139-191 y, del mismo autor,
Theory o{ Economic Growlh, London, 1955 .
2 Empleamos aquí el término "natural" a falta de otro mejor. Muy
interesantes son las asociaciones m entales de orden sociológico que han
d.1do lugar a este término para designar a la economía no comercializada.
Hi CAPT'I'Ul.O S E: t;U N DO
comercializado, reduciéndose simultáneamente el sector "natu-
ral" que tiende a ser absorbido por aquél.
La utilidad del modelo de Lewis para la investigación de los
países atrasados de nuestros días es notable, pero en ciertos
aspectos limitada. Lo que despierta mayores objeciones es la
tajante disyunción de los dos sectores y su extrema contrapo-
sición 1 •
En primer lugar, la división en sectores en el modelo de Lewis
concuerda con la división según el tipo de empresa, inclu-
yéndose por lo tanto en el sector comercializado toda la in-
dustria y la gran propiedad rural. Si como criterio de clasifi-
cación adoptáramos la importancia que tienen para la gestión
de la empresa sus vínculos con el mercado, la clasificación de
Lewis .;ería justa. Sin embargo, es evidente que una empresa
industrial, y con tanto mayor razón una gran propiedad rural,
actúan y calculan de diferente modo en el medio típico de un
país atrasado. La división en dos sectores, con justa razón lle-
vada al primer plano por Lewis, no corresponde a división al-
guna de las empresas, ya que en la mayoría de los casos la lí-
nea divisoria pasa a través de cada una de ellas. Tanto es así
que a menudo podemos abrigar razonables dudas sobre si una
gran propiedad rural pertenece al sector capitalista o no. Justa-
mente el carácter peculiar del cálculo económico de la empresa
en una realidad "bisectorial" es aquí el problema más impor-
tante y sin comprenderlo a fondo es imposible aventurar, una
explicación de los frenos fundamentales del crecimiento econó-
mico autónomo en la mayoría de los países subdesarrollados
(especialmente aquellos que incluimos en el grupo de países
postfeudales).
Lewis tiene asimismo razón en recalcar las ilimitadas posibili-
dades de oferta de trabajo. Pero tarnbién este postulado lo
plantea de un modo demasiado abstracto. El notorio exceso de
población en el agro que produce aquella oferta de trabajo teó-
1 P. T. Bauer, "Lewis Theory of Economic Growth. A Review Arti-
cle", American Economic R euiew, XLVI 1956, 4, pp. 632-641.
1. , lNSTRUCCJON DEL MODELO 17
1,. •mente ilimitada va acompañado generalmente de manifesta-
1111 11cs de extrema inmovilidad de dicha oferta. Para que esta
1tl•·rta de trabajo teóricamente ilimitada se vuelva efectiva, es
i'""'iso un estado relativamente avanzado de desintegración de
111 tradicional sociedad campesina. Posibilidades efectivamente
l11nitadas de oferta de trabajo existían, por ejemplo, en Polonia
'"''''s de la última guerra, no existen todavía en cambio en el
M"xico de hoy 1 • Además, no siempre es cierto que tal oferta
,¡,, trabajo coexista con factores institucionales que mantengan
¡, 111 salarios en el sector comercializado por encima del nivel
dnl. ·rminado por esa oferta. Al contrario, allí donde aquella ili-
'"'l.ada oferta existe efectiva y no teóricamente, como por ej.
•'' la Polonia de preguerra, los salarios tienden a bajar, si bien
•• cierto que siempre se mantienen por encima del ingreso me-
,¡,., de la pequeña explotación agrícola. En cambio, los salarios
m nservan su alto nivel en aquellos países donde precisamente
ludores institucionales y económicos obstruyen la conversión
do la oferta potencial en efectiva. Además, al construir un mo-
dolo es difícil hacer abstracción de un fenómeno tan signifi-
•·unte y difundido en la economía de los países subdesarrolla-
d"s como es la enorme amplitud del espectro salarial que llega
l111sta el punto donde sería posible hablar de dos mercados de
1r •bajo. Esto se refiere especialmente al trabajo calificado (por
lo general extraordinariamente caro en tales países) y al no cali-
f'll·ado (por lo general muy barato). En muchos países esta divi-
,,¡¿,n es ahondada por diferencias étnicas y privilegios institucio-
rudes concedidos a obreros inmigrantes, "blancos", respecto de
lus "indígenas". Ciertos aspectos de este fenómeno se dejan
1 W. Moore. lnduslrializa lion and Labour Ithaca, 1951. Cf. tam·
hií·n M. Meier y R. E. Baldwin, Economic Deve/opment Theory ,
1/¡s/ory, Policy, New York, 1957, p. 295 y ss., W. Kula "Recherches
··omparatives sur la fo rmation de la classe ouvriére", en Premiere
r'onférence lnlerna liona/e d 'J-listoire Eco nomique, Estocolmo, 1960, pp.
Id L-523. El fenómeno de la coexistencia de una numerosa población libre
Y de la falta de mano de obra en la industria, es el tema principal de la
11bra de N. Assorodobraj, PoczQLki klusy robolniczej 1Los comienzos de la
.-!use obrera], Varsovia, 1946.
18 C AP! T U LO S Hi UNfJO
observar en Polonia en el siglo XIX y comienzos del XX, por
ejemplo en la región de Lodz o en la Alta Silesia, en las condi-
ciones respectivas del obrero alemán y el polaco. En algunos
paÍSeS subdesarrollados de nuestros tiempos ésta es una de las
manifestaciones de "economía dualista" 1 •
Finalmente, también despierta objeciones el postulado de
que el sector "natural" sea totalmente estable 2 . Si así fuera,
la perspectiva del desarrollo económico de estos países sería
más triste de lo que es en realidad. No es cierto que la pequeña
explotación agrícola jamás tenga posibilidades de reproducción
ampliada, de inversión y aumento de la productividad del trabajo.
En Birmania, el State Agricultura] Marketing Board, al ga-
rantizar a los agricultores la venta de cualquier cantidad de
arroz a precio fijo (aunque algo inferior al precio mundial), dio
origen a un aumento de la producción del orden de un 10% en
el curso de 4 añosJ. Es notorio cuán grandes posibilidades de
crecimiento libera toda reforma agraria. Tampoco se puede in-
troducir en el modelo el flujo de la mano de obra desde el sec-
tor "natural" al comercializado, al tiempo que se niega la posi-
bilidad de desarrollo de las pequeñas explotaciones agrícolas:
justamente cuando éstas se ven libradas del lastre de "brazos
superfluos", elevan el grado de comercialización y acumulación,
empiezan a tener posibilidades de invertir y, por consiguiente,
de aumentar la productividad del trabajo y de la tierra; empie-
zan a representar un mercado de venta para la industria, o sea,
para el sector comercializado. etc.
Por último, Lewis considera como fenómeno positivo toda
transferencia del sector "natural" hacia el comercializado, pues-
to que la productividad marginal del trabajo en el primero - a
1 J . H. Boeke, Economics and Economic Policy of Dual Socielies,
Haarlem , 19 53. Muchas y valiosas observaciones críticas en cont ra de la
teor ía de la economía dualista concebida de esta manera, hallamos en los
trabajos de D. Thorner.
2 P. T. Bauer, loe. cit.
3 C. Wolf J., " Institutions and Economic Development'1
, ,American
Economic Reuiew, XLV, 19 55, 5, p. 877.
1,1 CONSTRUCCION DEL MODELO 19
t tusa del exceso de población- es igual a cero. Dado que esta.
pr ' misa es impugnable con relación a algunos países subdesarro-
lltdos, también la conclusión no siempre será válida.
No se puede desc~tar "a limine" la existencia de factores de
t·r•cimiento en el sector minifundista de un país subdesa-
rrollado. A menudo estos factores son insignificantes y operan
ll'ntamente, por lo general es muy difícil registrarlos estadística-
mente, pero al producirse a escala masiva desempeñan con fre-
t·uencia un importante papel en la vida económica del país.
La historia económica, y especialmente la historia económica
marxista, hace mucho que comprendió el papel de la capitali-
zación, la comercialización y la intensificación de la agricultura
en el período de surgimiento de la sociedad industrial. Sabemos
ulgo de esto tanto con respecto a Inglaterra, como con respecto
u Europa central o Rusia. El historiador de la economía se da
perfectamente cuenta de las ingentes dificultades que entraña el
estudio de esta problemática. Por eso la colaboración entre el
investigador de la economía de los países subdesarrollados con el
historiador de la economía puede ser mutuamente provechosa.
Retengamos entonces del modelo de Lewis sobre todo la
división en dos sectores, concibiéndola de manera un tanto
diferente. A nuestro juicio, esta división es punto de partida
para el análisis económico de toda sociedad preindustrial. De la
crítica que le hemos hecho a Lewis, guardemos en la memoria
también la distinción entre los países de avanzada desintegra-
ción de la sociedad campesina tradicional, donde la oferta efec-
tiva de mano de obra es prácticamente ilimitada y el precio de
ésta es bajo, y los países donde, no obstante el exceso de po-
blación en la agricultura, se observa una movilidad muy débil de la
mano de obra y donde los salarios son más bien elevados.
Como ejemplo de construcción de otro modelo de este tipo,
emprendido en este caso por un historiador y con fines de
investigación histórica, podría servir el intento de F. Maurol.
1 F. Mauro, "Pour une théorie du capitalisme commercial", Viettel-
jahrschri(t für Sozia/-und Wirtscha{IS!{eschichle, XLII, 1955, pp. 117-121
1 20 CAPITULO SEGUNDO
El autor aborda la construcción del modelo para elaborar una
teoría de funcionamiento de la economía de Europa occidental,
particularmente la de Francia, en los siglos XVI-XVIII, que
según él constituyen el período del capitalismo mercantil, es
decir, período en el cual la dirección y los beneficios de la pro-
ducción se encuentran en manos de los comerciantes y en el
cual -aunque, naturalmente, no toda la vida económica se
reduzca a esto- el capital mercantil es el "sector motriz" que
gravita sobre la totalidad de la vida económica del país.
Los trabajos de Labrousse y sus sucesores, son para Mauro el
fundamento sobre el que se construye una teoría de la diná-
mica económica del capitalismo mercantil a escala macroeconó-
mica, a su parecer les deben suceder, como etapa siguiente, la
investigación microeonómica: estudies sobre la contabilidad de
las empresas, la relación precios-costos, el cálculo de las inver-
siones, la distribución de los ingresos, etc.
Dqda la aversión hacia las generalizaciones teóricas, tan di-
fundida entre los historiadores, Mauro juzga necesario demos-
trar la razón de sus postulados, afirmando que el establecer
correlaciones constantes permitirá al historiador comprender los
casos en que se carece de documentación histórica, ligar los
elementos conocidos en un todo coherente, y sobre todo efec-
tuar comparaciones con las leyes que actúan en el período si-
guiente (denominado por él período del capitalismo industrial)
y por lo tanto comprenderlas mejor, puesto que "para com-
prender la economía del presente es preciso comprender la del
pasado".
Mauro divide las leyes económicas en:
1) universalmente válidas, que se aproximan mucho a las le-
yes de la lógica;
2) las que se manifiestan universalmente en un sistema so-
cio-económico dado, v. gr. el mecanismo de la ganancia
como elemento inherente al sistema capitalista;
~
y del mismo autor "Théorie économique et histoire économique, Recher-
ches et Dialogues Philosophiques et JJ:conomiques", IV (Cahiers de !Insti-
tut de Science Économique Appliquée, no 79), Paris, 1959, pp. 45-75.
1./ ' ONSTRUCCION DEL MODELO 21
3) mecanismos propios de lo que llamamos una estructura
definida, como p. ej. el "capitalismo mercantil" en el
sentido arriba indicado, o sea un sistema de relaciones
que se manifiesta en más de un pdÍs, pero en un marco
temporal y espacial mucho más estrecho que los grandes
sistemas socio-económicos 1 •
Según Mauro, el método conveniente de análisis comprende
lrcs etapas: 1) macroanálisis estático; 2) microanálisis; 3) ma-
n oanálisis dinámico 2 • De esto podría deducirse que el elemen-
to impulsor de la economía social reside, según él, en la activi-
dnd de entidades económicamente operantes ("empresas"). No
es así porque en su esquema el microanálisis sigue al macro-
nnálisis estático, de manera que es este último el que debe pro-
porcionar el "sistema social de referencia" apto para explicar la
actividad de las empresas.
El modelo, propiamente dicho Mauro lo construye, al pare-
cer, a partir de los siguientes elementos: 1) predominio cuanti-
tativo de la agricultura en la economía del país; 2) tendéncia al
estancamiento de esta agricultura; 3) alto grado de comerciali-
zación que abre enormes posibilidades de actividad a los comer-
ciantes; 4) influencia de la actividad comercial sobre la incesan-
te variación de los factores del cálculo económico de las empre-
sas agrícolas e industriales, las cuales dependen grandemente de
la comercialización debido a la significación de ésta; 5) pene-
tración gradual del capital mercantil en la producción. Para
nuestros fines este modelo puede servir únicamente como "mo-
delo de contraste".
Ante la falta de pautas y ensayos en este sentido en el acer-
vo actual de la ciencia, hemos resuelto abordar nuestra tarea de
un modo relativamente estrecho, construyendo un esquema de
funcionamiento de la economía sobre la base del ejemplo con-
creto de las relaciones económicas imperantes en Polonia en los
siglos XVI-XVIII, o sea, en la época en que dominaba el sis-
'
1 F. Mauro, "Théorie économique. . .'.'p. 47.
2 /bid., p. 59.
22 CAPITULO SE<~U)'.DO
tema de hacienda señorial fundada en la servidumbre. ¿Será
aplicable este esquema, siquiera parcialmente, al análisis de
otros entes históricos? No está descartado que sí (por ej.
Hungría o Rusia), pero dejemos esta cuestión a la investigación
ulterior.
Del conjunto de las relaciones imperantes en Polonia en esa
época, incorporaremos al modelo, en forma simplificada, los
siguientes elementos: 1) el predominio abrumador de la agricul-
tura en la economía; 2) el hecho de que la tierra no sea mer-
cancía, ante todo a causa del monopolio de la propiedad rústi-
ca ejercido por la nobleza, pero también porque la tasa de inte-
rés de los préstamos en numerario supera la rentabilidad de la
explotación agrícola; 3) distribución de la totalidad de las fuer-
zas productivas en la agricultura entre la aldea y la reserva se-
ñorial; 4) eficientes barreras institucionales contra la movilidad
social y geográfica, especialmente de los campesinos (servi-
dumbre de la gleba); 5) la mayor parte de las prestaciones del
campesinado se dan en forma de trabajo; 6) producción artesa-
nal e industrial encuadrada o bien en la gran propiedad rural,
o bien en las organizaciones gremiales; 7) falta de restriccio-
nes jurídicas que limiten la libertad de opción económica de
la nobleza; 8) fuerte propensión de la nobleza al consumo de
lujo determinada por factores inherentes al régimen social;
9) existencia de países económicamente más desarrollados en
un radio accesible a la comunicación; 10) falta de interven-
ción del Estado en la vida económica (ni siquiera mediante
aranceles proteccionistas o medidas similares).
La selección y conveniencia de estos postulados, y sobre
todo su categórica formulación, podrían discutirse interminable-
mente. Es cierto que hubo en Polonia aldeas pertenecientes a la
burguesía, pero no sólo que eran muy contadas, sino que ade-
más no hay seguridad alguna de que el propietario burgués las
administrase de modo diferente que el noble, en cambio sí es
seguro que se encontraba frente a los mismos elememos de
cálculo que el noble (fluctuación de las cosechas, nivel y fluctua-
1. 1 CONSTRUCCI()N DEL MOIJF.l.<J 23
,." •n de los precios, costos de tranporte, etc). Es cierto que
l1u bo en Polonia una clase denominada la pequeña nobleza, que
no poseía siervos, pero este fenómeno, sí bien numéricamente
nq~nificante, existía sólo en regiones estrictamente determinadas
v dudo que su introducción en el modelo pueda cambiar algo
•·n él. Es cierto que hubo en Polonia campesinos exentos de
prestaciones, pero nadie osará calificar de típico este fenómeno.
t•:s también cierto que existía en las ciudades una artesanía
l'ucra de los gremios, pero es de suponer (aunque la investiga-
o·ión de la historia de la artesanía en Polonia esté poco desarro-
llada) que, por una parte, a menudo estaba sujeta a la depen-
dencia personal, y por otra, que en atención a sus propios inte-
reses, tal como el outsider frente al trust, no atentaba contra el
monopolio de los gremios, sino que lo aprovechaba vendiendo
>us productos a menor precio -pero no mucho- que el estable-
cido por el gremio. Las objeciones podrían multiplicarse, pero
dejemos a los objetadores el onus probandi.
Estos postulados podrían discutirse también desde el punto
de vista de su limitación geográfica y cronológica. Con seguri-
dad ellos no se aplican a territorios excéntricamente situados
(Pomerania, Ucrania) ni a períodos extremos (primera mitad
del siglo XVI y posiblemente, segunda mitad del XVITI). El
temor a la crítica debería inducirnos a estrechar los límites en
el tiempo y el espacio. ¿Pero dónde entonces trazar estos lími·
tes? Quizá sea mejor no reducirlos, sino simplemente declarar
que nos ocupamos de los aspectos dominantes en la historia
económica de Polonia en la Edad Moderna.
La lista de elementos de nuestro modelo podría también
extenderse sin dificultad. Pero entonces cabría preguntar si la
incorporación de los elementos omitidos cambiaría los resulta-
dos de nuestro análisis, indicando un funcionamiento distinto
del modelo. Y de plantearse así la cuestión, estoy seguro que
los elementos enumerados resultarían suficientes.
¿Cómo transcurre en esta configuración la vida económica y
qué regularidades presenta? Esto es lo que trataremos de mos-
trar en el presente trabajo. Y si nuestro razonamiento, en más
24 CAPITULO SEGUNDO
de un caso, habrá de apoyarse en fundamentos empíricos relati-
vamente débiles, esto se debe a qu~ el enorme material cientí-
fico relativo a la historia económica de Polonia en los siglos
XVI-XVTII no fue acopiado desde el punto de vista de nume-
rosas cuestiones que nos ocupan. En caso de que las investiga-
ciones ulteriores invalidaran tal o cual hipótesis nuestra, será
para nosotros motivo de satisfacción el haber contribuido a
esclarecer "cómo era aquello en realidad".
"El gusto del manjar se conoce al comer". Lo mismo ocu-
rre con la construcción de un modelo. Séame entonces per-
mitido cocinar el manjar. . . y su sabor que lo juzgue el lec-
tor. El lector dirá si el intento ha sido fecundo.
('npftulo III
1>inámica a corto plazo
El cálculo económico de la empresa f-eudal
Afirmaciones tales como: "Cada época tiene sus propias leyes
económicas" o "Para investigar una realidad diferente hacen
falta instrumentos de investigación también diferentes" se repi-
ten con frecuencia, pero generalmente sin reflexionar mucho
sobre su contenido exacto. No obstante, estos enunciados son
realmente justos y el haberlos subestimado ha dado origen a
muchos errores de la ciencia.
Enormes dificultades, si bien a menudo uno no se percata de
ellas, surgen ante todo en el análisis del funcionamiento econó-
mico de la empresa feudall. El análisis de la empresa debería,
en principio, proporcionarnos respuestas a dos preguntas:
1) ¿cuáles son los resultados objetivos de la actividad de la
empresa, o sea si los productos elaborados por ella repre-
sentan mayor valor que la suma de los bienes empleados
en su producción?
2) ¿cuáles son los motivos y la orientación de la actividad
del sujeto económico observado (y por lo tanto, proba-
blemente, de sujetos análogos)? En este sentido, el análi-
sis de la empresa es un método que puede y debe aplicar·
se a cualquier sistema económico investigado. En cambio
no se puede -según veremos a continuación- aplicar al
análisis de la empresa feudal métodos elaborados para el
análisis de la empresa capitalista.
Los métodos de análisis de la empresa capitalista fu.eron utili-
1 Acerca de la aplicabilidad del concepto de "empresa" a la época
precapitalista, cf. W. Kula, Problemy í metody historíí gospodarczej [Pro-
blemas y métodos de la historia económica], cap. "Míkroanaliza 1".
26 CAPITULO TERCERO
zados en el análisis de empresas no capitalistas en múltiples
ocasiones, tanto en Polonia como en otros países, tanto con
referencia al material histórico como en lo que respecta a paí-
ses contemporáneos económicamente atrasados. Pero el efecto
fue siempre un reductio ad absurdum.
Para explicar este punto veamos los datos del balance econó-
mico de una propiedad señorial mediana en el sur de Polonia,
que comprendía tres haciendas, en los años 1786-1798 (en
zlotys: 1 zloty = 30 gr:osz1 .
Ingresos en efectivo 13 826,20 7 388,27 6 980,03
Egresos en efectivo 3 988,14 3 354,22 4 373,06
Ganancia en efectivo 9 838,06 4 034,05 2 606,27
Prestaciones personales (corveas) 12 703,10 7 223 18 4180,24
Otras prestaciones de
los campesinos 3 533,04 1290,24 330,15
Suma de las prestaciones
-
de los campesinos 16 236,14 8 514,12 4 511,09
Valor de la propiedad 160 000,- 61000,-
Ganancia en metálico
en % del valor 6,2% 4,3%
Tasa de monetización* 24% 32% 51%
1 uoty gastado reporta
una ganancia anual de 2,5 zl 1,2 zl 0,6 zl
Gastos en efectivo del señor 3 988,14 3 354,22 4 373,06
Aporte de las prestaciones
personales 12 703,10 7 223,18 4180,24
Suma de los costos de
producción (mínimo) 16 691,24 10 578,10 8 554,-
Ingresos en efectivo del señor 13 826,20 7 388,27 ~~80,03
Pérdidas 2 065,04 3189,13 1573,27
* Relación porcentual entre los gastos en dinero y suma:
efectivo + valor de las prestaciones personales.
gastos en
1 R. Zubyk, Gospodarstwo folwarczne z koócem XVill w. (Economía
de la hacienda señorial a fines del s. XVIII], en Studia z historii spotecznej
i gospodarczej poswiecone pro{. dr. Franciszkowi Bujakowi, Lwów, 1931,
pp. 227-261.
lli NAMICA A CORTO PLAZO 27
Como vemos, esta "empresa" es rentable y en alto grado.
l~s rentable como quiera que analicemos el cálculo.
Las dos reservas señoriales cuyo precio de compra cono-
cemos, reportan anualmente más del 5%, y si se agrega las
prestaciones de los campesinos en especie y en metálico, más
del 7%. En el curso del año, cada zloty gastado reporta casi 1,5
zloty, o sea el 50% de los gastos corrientes en metálico. El
capital circulante es relativamente reducido' (11 .716 zlotys 12
btrosz al año, ¡en tanto que dos de las tres reservas costaron .
221 000 zlotys! ) pero produce anualmente una ganancia neta
de 16 479 zl. 8 gr. Agreguemos que los gastos en metálico en
consumo personal de la familia del propietario son ínfimos, ya
que ascienden apenas a 1 948 zl. 2 gr por añal .
Pero la situación se presenta de modo totalmente distinto si
la miramos desde el punto de vista del campesino. Las cargas
anuales del campesino representan casi el doble de la ganancia
anual neta del señor. ¡Así que los campesinos pierden mucho
más de lo que gana el señor! ¡¿Qué ocurre con el resto? !
Calculando el costo social de producción de aquellas tres
1 El problema de la función del dinero en el consumo corriente de la
pequeña y mediana nobleza terrateniente fue objeto de una disputa entre
Korzon y Smoleñski. Este último impugnó la generalización de Korzon de
que "la hacienda alimentaba y vest ía (al noble) prácticamente sin gastos
en metálico". En apoyo de su crítica, Smoleitski cita datos de las cuentas
domésticas de la familia de Tomasz l:.fcki, señor de Unistawice, aldea de
una veintena de hogares campesinos en la comarca de Wt oct awek, de 1792
a 1795. Tratándose de una familia numerosa, se gastó allí durante los tres
años 14 200 zlotys en metálico. Por cuanto esta suma incluye 4 300
zlotys pagados por concepto de provisión a las hermanas, el resultado es
de 3 300 zlotys por año destinados al consumo. Desgraciadamente,
Smoleñski no cita los gastos en detalle, indicando solamente que en el año
1793 fueron gastados 438 zlotys 27 grosz en "mesa y otras necesidades
vitales", y 2 861 zlotys 3 grosz en vestimenta, remuneración de los cria-
dos, impuestos y útiles de trabajo. Puesto que los impuestos y los útiles
difícilmente pueden considerarse como gastos de consumo, los datos de
S moleñski no son muy concluyentes. (W. Smoleñski, "Z dziejów
we wn~trznych Polski za króla Stanisl awa Augusta" 1De la historia interna
de Polonia durante el reinado de Estanislao Augusto], en Pisma Histo·
ryczne. [Escritos históricos) t. l, Cracovia 1901, pp. 22·29, publicados por
primera vez en "Ateneum" en los. años 1883, 1884 y 1887). Korzon cita
nsimismo, siguiendo a J. S. Dembowski (O podatkowaniu [De los impues·
tos), Cracovia, 1791) los gastos medios de un noble que vive en la ciudad
28 CAPITULO TERCERO
reservas según reglas capitalistas, habría que incluir al menos los
gastos del señor destinados a la producción y el valor del tra-
bajo aportado por los campesinos. El total asciende a 35 824
zl. 4 gr, mientras que el ingreso total monetario representa sólo
28 195 zl. 20 gr. Es cierto que la propiedad dejaba también
una ganancia no monetaria, sobre todo en forma de consumo
propio del señor y su familia, pero por otra parte no hemos
incluido en los costos diversas inversiones no monetarias reali-
zadas tanto por ·el señor como -sobre todo- por los campe-
sinos.
~
sin mujer ni hijos y cuya entrada es de 500 zloty. Estos gastos anualmen-
te se distribuían al parecer, como sigue:
Carne: bueyes, terneros, aves
Cerveza
Vinos, café, azúcar, especias
Sebo
Ropa blanca, vestimenta, calzado
Tabaco
Lavandera, cocinero, criado, cochP.ro
Total
418 zl.
48 zl .
475 zl.
174 zl .
1 032 zl .
84 zl.
1 672 zl.
3 895 zl.
22,5 gr.
6 gr.
28,5 gr.
(T. Korzon, Wewn~trz ne dzieje [Historia interna de Bolonia durante el
reinado de Estanislao Augusto], T. IJ. p. 104 ). Los gastos que casi siempre
se efectúan en metálico, independientemente de que uno viva en la ciudad
o en el campo, o sea vinos, especias, tabaco, ropa y calzado, representan
aquí apenas 1 591 zl. 6 gr. (un 40% del total), pero el que vive en el
campo seguramente consume menos artículos de esta clase. Cuando se
vive en la ciudad, el gasto que resulta ruinoso es la remuneración de los
criados (un 43% del total), cosa que en el campo no entraña generalmente
gastos en metálico.
Finalmente, Jarosz Kutasinski (de la obra de F . S. Jezierski), dice de un
pequeño noble de Pocllasie que éste "habiendo comprado hierro, herra-
mientas agrícolas, zapatos y sal, estaba libre de todo gasto doméstico"
(Jarosza Kutasinskiego herbu D!boróg, szlachcica tukowskiego uwagi nad
stanem nieszlachekim w Polszcze, 1790, 1Observaciones de Jarosz Kuta-
si:ñski del linaje de D',fuoróg, noble de la región de I:..uków, sobre el estado
no nobiliario en Polonia! , en F. S. Jezierzki, Wybór Pism [Obras escogi-
das} , ed. Z. Skwarczynski, Varsovia, 1952, p. 87). De los gastos de con·
sumo propiamente dichos queda aquí solamente el calzado y la sal. Es
cierto que el autor quiere pintar el cuadro de una explotación rural pri-
mitiva de un pequeño noble de provincias.
El carácter "natural" de la economía de la hacienda señorial llama la
atención a cada paso. Cuando leemos las "instrucciones" o la correspon-
lii NAMlCA A CO RTO PLAZO 29
Desde el punto de vista del señor, la propiedad es muy
rentable, ya que deja más de 16 479 zr 8 gr de ganancia neta
(dec imos "más de", ya que nQ podemos determinar la
magnitud de los beneficios monetarios). Pero de incluirse el
costo del trabajo campesino utilizado en la producción, el ba-
lance arrojará una pérdida anual de 7 618 zt 14 gr, que en
realidad es mayor aún, sólo que no estamos en condiciones
de determinar el valor de las inversiones no monetarias (por
ej. la conservación de los útiles de trabajo y del ganado en
las explotaciones campesinas). Por último si incluimos el valor
de las otras prestaciones de los campesinos (aparte del traba-
jo), la pérdida anual alcanzará 12 782 zi 27 gr.
No obstante, la "empresa" funciona durante años y no llega
a quebrar ni mucho menos. Su propietario lleva una vida lujosa
y no limita sus gastos monetarios. Su caja rebosa de caudales
(anualmente ingresan en ella 16 478 zl 8 gr de ganancia neta en
metálico, mientras que sus gastos en metálico con fines de con-
sumo alcanzan apenas 1 948 zl 2 gr). Tampoco nada indica que
la propiedad se vaya desvalorizando' · Naturalmente, no puede
descartarse la pauperización de las explotaciones campesinas
obre la cual callan las fuentes- pero con seguridad son más
frecuentes los casos en que esto no ocurre. El señor puede ven-
dencia de la época concerniente a las cuestiones económicas, en todas
partes tropezamos con esta regla suprema de la buena administración de
los bienes: evitar los gastos en metálico. Cuando se leen los inventarios, se
Liene a veces la impresión de que se trata. de una verdadera obsesión, al
' otarse con qué minuciosidad son registrados hasta los goznes aherrumbra-
dos o "algo daii.ados" de las puertas (W. Kula, Szkice o m anufakturach
1Ensayos sobre las m;onufactura.s], pp. 70-71 ). "Cada objeto por el que
hay que pagar en metálico -dice Baranowski refiriéndose a la nobleza, si
bien es cierto que se trata de una rebrión pobre como es la de Podlasie en
el siglo XVI- cobra un valor especial; los nobles no tienen reparos en
entablar un pleito y hasta en apelar al rey, por e jemplo, a causa de dos
hachas o de un vestido de paño rojo" (l. ·T. Baranowski, Podlasie w
przededniu Unii Lubelskiej 1La región Podlasie en vísperas de la Unión de
Lublin 1 en Pt-zeglad Historyczny, VII, pp. 53-54).
1
Po1· casualidcd conocemos la historia. ulterior de la familia del propie-
tario; de las mem orias de su hijo, que se han conservado , sabemos que
éste llegó a ser un hombre bastante acaudalado. M_ Smarzewski, Pamiel-
rlill, 1809-1831 [Memorias, 1809-18311, Wroclaw 191)2, p. VIII, 21, 130.
30 C A!'I'l'l 'LU T~: HCERU
der su propiedad en cua"lquicr momento y el precio que reciba
por ella dependerá únicamente del juego de la oferta y la de-
manda de propiedades rurales en el memento dado.
Buscando índices adecuados al caráder específico de la em-
presa analizada hemos aplicado, come¡ se ve, algunos coeficien-
tes "inusitados":
1) calculamos la relación gastos monetarios con fines pro-
ductivos -ganancia monelaria neta, en otras palabras, cal-
culamos cuánta ganancia anual neta reporta un zloty gas-
tado con fines productivos;
2) calculamos aquello que hemos llamado "tasa de moneti-
zación de la producción", o sea el índice que ha de mos-
trarnos la importancia de los gastos productivos en metá-
lico dentro del conjunto de los gastos productivos, y al
no poder calcularlo con toda exactitud consideramos
como aproximación verosímil la relación entre los gastos
monetarios y la suma de éstos más el valor de las presta-
ciones personales.
El primero de estos índices es relativamente verídico, puesto
que la contabilidad de Jos nobles - despreocupada en materia
de inversiones no monetarias-- registra escrupulosamente los in-
gresos y egresos monetarios. El segundo de estos índices es con
toda seguridad exagerado, puesto que conocemos con suficiente
exactitud los gastos monetarios, mientras que los gastos produc-
tivos globales eran seguramente mayores que la suma de los gas-
tos en metálico y del valor del trabajo aportado por los campe-
sinos. Pero dado que los gastos no monetarios aparte del traba-
jo existían en cada reserva, este coeficiente conserva su valor
informativo.
Cabe recalcar que los datos presentados sugieren que existe
una relación inversa no sólo entre el grado de monetización del
proceso de producción y la rentabilidad monetaria (cosa nada
extraña ya que se desprende del supuesto mismo) sino que tam-
bién entre el grado de monetización y la rentabilidad en gene-
ral. El coeficiente de monetizaciófl de la producción es del 51~:,
111 NAMICA A CORTO PLAZO 31
,.n iVIoczerady, mientras que en Izdebki sólo del 24%, pero un
1.loty invertido en la producción rinde en lzdebki 2,5 zl de
l''mancía neta, mientras que en Moczerady sólo 0,6 zl, y la uti-
lidad que produce el capital invertido en la compra de la ha-
c·ienda representa un 6,2% en Izdebki, mientras que en Mocze-
rady sólo un 4,3%. Esta importante cuestión exige, por supues-
to, una verificación basada en un material más amplio 1 •
Pero volvamos al problema de la rentabilidad de la empresa.
l ~n el ejemplo citado, la empresa investigada resultó altamente
rentable cuando tomamos en cuenta sólo el aspecto monetario,
y claramente deficitaria cuando incluimos en el cálculo una
estimación de los costos no monetarios. Este resultado lo pode-
mos considerar típico .:o. Semejantes resultados los obtendremos
casi siempre cuando analicemos una empresa feudal.
Este problema, en apariencia relativo a la técnica de investi-
gación, en realidad es mucho más amplio y alude a cuestiones
teóricas fundamentales. Por un lado, atañe a todo tipo de
empresa cuya actividad no se basa en el trabajo asalariado3; por
el otro lado, remite a una cuestión de carácter esencial: al cálculo
económico y a la racionalidad de las decisiones económicas en
sistemas que no se basan en ei libre juego del mercado.
1 Las cifras citadas impli can que al cabo de t:uatro aüos aproximada-
f!lcnte, el propietar io pocl ía t:omprar una cuarta hacienda del mismo valor
que 1vloczerady. ¿Era réalmente as í? ¿Qué ocurriría si todos Jos propie·
t.arios de haciend as medí· nas pudiesen extender sus propiedades a un ril·
rn o semejante') Incluso si excluimos a los que eran eliminados a causa de
las catástrofes y catacli smos, que no eran raros ni mucho menos, los
precios de la tiena de berían de aumentar rápidamente. Por desgracia,
nuestro conocimiento de la fluct uació n de los precios de la tierra en la
anligt1a Polonia es sumamente limitado.
.! A concl usiones análogas llegó PuczyÍlski, quien investigó la historia
de estas mismas haciendas du ra nte las tres décadas siguientes. B.
Puczyñski , "G ospodarstwu folwarczne z pocz. X I X w . na podstawie ksiw i
wchunkowej . marzewskich z llocz.erad. 1798-1828 " 1La hacienda señorial
a principios del siglo XIX, en base al libro de cuentas de los Smarzewski
de l'vloczerady , 1798-1 R28 1. Rocznilli dziejów .<polecznych i gospodar-
czych, IV, 19:15, pp. 7 1-104.
.1 Préd<'ric Mauro ha obtenido últimamente resultados análogos: Le
/'orttlgal el 1'!l lanlique au 17·!' si!!cle. 1570-1670. París, 1960, principal-
m f' ntP p. 21 3 y SS.
32 CAPITULO TEHCERO
A todas estas cuestiones tendremos ocasión de volver en esta
obra.
Pero la dificultad en cuestión no se refiere, ni mucho menos,
únicamente al trabajo oblígatorio; puede concernir a todos los
elementos de la producción que no sean adquiridos en el mer-
cado.
Tomemos como ejemplo la madera. En 1785 un tal Torzews-
ki publicó en Berdyczow un manual polaco de fundición de vi-
drio1. Este manual, redactado en forma de diálogo, empieza
por la escena donde el Alcalde (símbolo de terrateniente acau-
dalado) encomia ante el señor Wiadomski (portavoz del autor)
el modo de administración que ha introducido en sus propieda-
des. Menciona como la mayor ventaja del sistema aplicado, la
autosuficiencia de sus reservas (no necesita comprar casi nada).
Se dirige a Wiadomski pidiéndole consejo en una sola cuestión:
¿cómo aprovechar Jos muchos bosques que tiene, donde los
árboles crecen sin ningún provecho y la madera se desperdicia?
Wiadomski le presenta entonces el proyecto de construir una
vidriería en cuyos hornos la madera podría aprovecharse como
combustible. Es interesante que Wiadomski motive su proyecto
indicando que existe un mercado local para artículos de vi-
drio 2; por otra parte, la manera corno formula la cuestión el
Alcalde indica que en ese período y en esa región no había
posibilidades de vender madera en bruto. Para el Alcalde, esta
madera es por el momento inútil y por lo tanto sin valor. Con
gran alegría acepta entonces el proyecto de quemarla en una
vidriería.
¿Qué lección podemos sacar de este breve coloquio, cierta-
mente realista? La situación pintada en esta escena indica que
la decisión económica de utilizar la madera como combustible
1 Tortewski, Rozmowa o sztukach robienia szkta, palenia potaszów i
topienia 2elaza. .., w Berdyczowie, w Fortecy N. M. P. za przywilejem J.
K. M. Roku 1785 [Discurso sobre el arte de hacer vidrio, calcinar potasas
y fundir el hierro... en Berdyczów, en la fortaleza de Nuestra Señora, con
privilegio de S. M., año 1785].
2 Cf. W. Kula, Szkice o manufakturach. .. [Ensayos sobre las manufac-
turas]. Varsovia, 1956, pp. 210-211.
I>I N AMlCA A CORTO PLAZO 33
1' 11 una fundición no es una opc10n económica, ya que justa-
IIWnte el Alcalde no tiene, o al menos no percibe, ninguna otra
¡n>si bilidad. Por supuesto, el modo de formular esta tesis es un
1 1nlo paradójico. La construcción de la vidriería por el Alcalde
representará, con todo, una opción económica. Lo que este co-
loquio demuestra, sin lugar a dudas, es que si quisiéramos luego
..rectuar el balance de aquella vidriería, contando la madera
quemada en ella al precio que el Alcalde o su vecino tuviesen
que pagar de querer comprarla, obtendríamos resultados exor-
bitantes. El propietario de un bosque situado a orillas de un río
navegable, antes de levantar, por ejemplo, una fábrica de vidrio,
1iene que calcular si gana más transportando la madera a flote
hasta el puerto o vendiendo el vidrio obtenido mediante la
rom bustión de esa misma madera (tomando en cuenta la dife-
r ncia de otros costos relacionados con una y otra operación).
Pero el Alcalde del manual de Torzewski no razonaba en estos
términos. ¿Qué instrumentos de cálculo aplicar entonces a sus
decisiones económicas?
La plena posibilidad de elección existe sólo en un mercado
"perfecto". Pero el mercado "perfecto" es una abstracción teó-
rica de la cual se aleja en diferentes puntos incluso la realidad
capitalista liberal. Aplicar esta abstracción al estudio de la
economía feudal es un craso anacronismo.
No obstante, en la economía precapitalista la gente también
calcula, aunque lo hace a su manera. No tenía razón Sombart
al considerar la contabilidad un invento " del espíritu capita-
lista". Tal vez en épocas precapitalistas se tome más a menudo
en cuenta motivos extraeconómicos, pero no es cierto que en el
capitalismo estos motivos no figuren para nada. ¿Cómo enton-
ces investigar el cálculo económico precapitalista y las leyes del
obrar económico que le son propias?
En base al estado actual de la ciencia, se puede formular la
suposición de que si hiciéramos el balance de una "empresa"
feudal cualquiera (latifundio, grandes dominios, reserva señorial
o manufactura) utilizando métodos propios de la contabilidad
capitalista, o sea asignando un precio a todos los elementos que
34 CAPITULO TERCERO
entran en la producción sin ser adqutridos en el mercado 1 (te-
rreno, edificaciones, materias primas, etc.), casi siempre resulta-
ría que dicha empresa funciona con pérdidas. Si en cambio lo
calculáramos sin tener para nada en cuenta aquellos elementos,
el balance arrojaría por lo general enormes ganancias.
De esto se puede inferir que la diferencia entre estas dos
magnitudes podría ser la medida del desperdicio social. Sin
embargo, afirmar semejante cosa sería simplificar demasiado.
El problema es más complejo.
Ante todo convengamos en que el primero de estos resul-
tados es evidentemente absurdo: todas o casi todas las "empre-
sas" de un país no pueden a la larga funcionar casi constante-
mente con déficit, cuando al mismo tiempo no se observa indi-
cios de una catastrófica decadencia económica del país. Asi-
mismo es inverosímil el segundo resultado, en el cual todas o
casi todas las empresas reportan constantemente enormes ga-
nancias, sin que se observe mayores indicios de progreso de la
economía nacional.
En el primer caso, aplicando el método capitalista de conta-
bilidad, llegamos a una tremenda exageración de los costos. En
la economía capitalista es lícito (con ciertas reservas, por ejem-
plo, con relación a la econom ía minifundisia) calcular a precio
de mercado los elementos que entran en la producción sin
haber sido comprados, puesto que la fórmula: "si hubiesen
pasado por el mercado, el precio de mercado no habría va-
riado", no se aparta mucho de la realidad. En otros términos,
tenemos razones para suponer que el propietario de dichos ele-
mentos (materia prima o mano de obra), en vez de utilizarlos
en la producción, puede venderlos en el mercado a precio co·
rriente. Aplicado al feudalismo, todo este razonamiento se vuel·
ve absurdo. En el ejemplo de la madera en una región carente
de vías navegables, hemos visto que con frecuencia no había
posibilidad alguna de vender determinada materia prima en el
1 Como lo sugirió C. E. Labrousse en una discusión que sostuvo conmi·
go en París.
l tiN AMICA A CORTO PLAZO 35
111Crcado y que, por lo tanto, esa materia prima no podía consi-
,[crarse efectivamente "mercadería". Análogamente, suponga-
mos que toda la mano de obra en Polonia en el siglo XVITI
pasa por el mercado; estará claro entonces que su precio se
lliLuará muy por debajo de los precios efectivamente pagados en
•·sa época a la reducida parte de la masa de trabajadores que
trabajaban por salario.
En el segundo caso -o sea si se excluyen del cálculo de cas-
Ios los elementos no adquiridos en el mercado- los costos que-
d;m reducidos al mínimo, tendiendo a cero en los casos extre-
mos. En la manufactura de paños de los Radziwill en Nieswiez
caso investigado por mí- prácticamente el único gasto mone-
tario relacionado con su fundación fue la compra de tinturas en
Koenigsberg. Así que este cálculo también deforma la realidad.
La deformación será más evidente si recordamos un fenómeno
muy conocido en la historia del latifundio polaco cual era la
"degradación" de la propiedad, de la que se acusó tantas veces
a los administradores o arrendatarios. Traducida al lenguaje eco-
nómico, dicha "degradación" significa disminución de la capa·
cidad productiva que representa potencialmente dicha propie-
dad. Como se sabe, los pleitos por "degradación" eran por lo
general extraordinariamente embrollados y era sumamente difí-
cil probar o refutar la acusación. Y no es extraño. La contabi-
lidad de entonces tenía reglas elaboradas y uniformes sólo en lo
concerniente al aspecto monetario de los ingresos y los gastos,
pero por lo general no tomaba en cuenta el valor de la propie-
dad ni los cambios que podían afectarlo 1 . Este hecho no es
mera expresión de falta de "sentido de cálculo" o de conoci-
mientos económico-matemáticos. La evaluación de todos los
bienes (muebles o inmuebles) que componían la reserva según
precios corrientes de mercado habría sido una operación injusti-
ficada, incluso teóricamente en las condiciones económicas de
1 J. Rutkowski, Badania nad podzialem dochodów w Polsce czasach
nowozytnych [Investigaciones sobre la distribución de los ingresos en
Polonia en la Edad Moderna 1, t. 1., pp. 66·61l.
36 CAPITULO TERCERO
entonces 1 • Y aunque se procediera a semejante evaluación, se-
ría imposible reducir a un denominador común los cambios en
el potencial productivo de la propiedad en determinado perío-
do económico: edificios y enseres, número de cabezas de ga-
nado, superficie de los bosques, etc. De ahí que fuese objetiva-
mente insoluble la cuestión si la "degradación" había tenido
efectivamente lugar y, en caso afirmativo, cuáles habían sido
sus dimensiones (lo cual abría ante la nobleza polaca, conocida
por su afición a los pleito's, posibilidades realmente fantásticas).
En la economía de dos sectores (monetario y natural), el sec-
tor natural es, en principio, primordial para el campesino, y el
monetario para el noble. Todo lo que pueda acrecentar las
entradas en efectivo es visto con agrado por el noble. Sin em-
bargo, en el sistema imperante no puede saber con exactitud si
ese incremento no ha sido logrado a expensas del haber general
de la propiedad. De ahí la contradicción entre el ansia de au-
mentar las entradas en efectivo y el deseo de evitar la "degrada-
ción".
De todos modos, descartando los elementos no adquiridos y
utilizados en la producción, llegaríamos a considerar como ren-
table una manufactura cuyo funcionamiento redujese notable-
mente el potencial productivo de la reserva en otros aspectos.
Tyzenhaus, administrador de los bienes reales en Lituania en
los años 1768-1780, construyendo manufacturas aumentó ~nor­
memente los ingresos del rey, pero también es verdad que aque-
llos dominios sufrieron una fuerte "degradación" en aquel
período 2 •
1
J. Rutkowski ibid. p. 68 f se opone, y con toda razón, a que el
c.álculo económico de la gran propiedad sea fundado en la evaluación de
los bienes muebles e inmuebles; aunque esto fuese factible "llegaríamos a
cifras totalmente ajenas a las condiciones reinantes en la época, ajenas a la
mentalidad de Jos hombres que organizaban la vida económica en ese
entonces y, por lo tanto, sin influencia posible sobre el curso de la vida
económica". La tesis es justa, aunque la argumentación toma en cuenta
un solo aspecto del problema.
2 W. Kula, Szkice o manu{acturach. .. op. cit. pp. 309-310, 443-448.
111 NA MICA A CORTO PLAZO 37
A más de esto, el problema se complica con un elemento
11 dicional difícil de precisar. Figurémonos una manufactura
(I'Omo aquella vidriería del ejemplo anterior) que devasta los
I111Sques de una propiedad determinada. La evaluación econó-
lnica de este fenómeno depende de si existían en el lugar y
11cmpo señalados otras posibilidades de aprovechar la madera,
v. gr. flotándola hasta una ciudad portuaria, lo cual como sabe-
Inos, no siempre tenía lugar. Faltando tales posibilidades, la
"quema" del bosque en los hornos de una fundición de hierro
1> de una vidriería constituirá el único modo económicamente
fundado, y de cualquier manera rentable, de utilizar aquella
madera.
Razonando en simples términos de oferta y demanda a escala
de la economía nacional, es perfectamente posible una situa-
t;ÍÓn en la cual la oferta sea superior a la demanda en el con-
junto de la economía, mientras en el sector comercializado ocu-
rra lo contrario: la demanda sea superior a la oferta.
Traduciéndolo al lenguaje gráfico:
"'-&?2aLLL.LL.I.'---------' Oferta
~""'""""''-"-"-L.LLA----'' Demanda
La parte rayada representa la oferta y la demanda por el mel,'cado.
Con toda seguridad, es así que se presenta a fines del siglo
XVIII el problema del factor más importante de la producción,
o sea la mano de obra. Por una parte, tenemos numerosos
ejemplos de desperdicio de la mano de obra campesina en la
economía latifundista, por otra, los precios de la mano de obra
libre alcanzan en el mercado un nivel relativamente alto 1 • Pues-
1 Rutkowski afirma que los elevados precios de la mano de obra asala·
riada limitaron su empleo en las ha!ien das de Ucrunia occidental;
Zabko·Polopowicz analiza un fenóm eno análogo en las tierras lituanas (J.
11utkowski, Studia z dz iejów w.~i polskiej X VJ-XVJI.I w. 1Estudios sobre la
historia del campo polaco, siglos XVI-XVIII], ed. W. Kula, Varsovia,
38 CAPITULO TERCERO
to que la abrumadora mayoría de los brazos existentes en el país
están ligados por la servidumbre, en el mercado del trabajo apa-
rece una parte proporcionalmente insignificante de la mano de
obra; comparada con ella, la reducida demanda del trabajo
asalariado viene a ser relativamente considerable. Y si ahora
evaluamos toda la mano de obra empleada en la reserva según
los altos precios del mercado, llegaremos forzosamente a la con .
clusión de que la reserva era deficitaria y no podría subsistir sin
la servidumbre. Al parecer, situaciones análogas se producían
muy a menudo también con respecto a muchos otros factores
económicos.
La evaluación monetaria -a precios del mercado- de aque-
llos elementos que integran el proceso de producción sin pasar
por el mercado, o de los frutos de la producción que no van a
parar al mercado, se apoya en varios supuestos que pecan a
ojos vistas por falta de realismo:
1) se supone la existencia de un precio de mercado relati-
vamente uniforme para cada uno de estos elementos, con
la mano de obra en primer lugar;
2) se supone que todos los elementos y todas las categorías
de la mano de obra poseen un valor económico y un pre-
cio que permite medir este valor;
3) se supone que el "empresario", organizador de la activi-
dad económica y propietario de los medios de produc-
ción, tiene siempre la posibilidad de elegir entre vender el
artículo dado en el mercado a precio corriente y utilizar
este artículo en el proceso de producción. Además, la
1956, p. 124; Zabko-Potopowic-.;;, Praca najemnn i najemnik w rolnictwie
w Wielkim Ksi<:stwie Lite!!Jskim w XVIII w. [El trabajo asalariado y el
asalariado en la agricultura del Gran Ducado de Lituania en el siglo
XVIII), Varsovia, 1929, pp. 98-99). Con toda seguridad, en estas regiones
el fenómeno era particularmente intenso, aunque no cabe duda que en
menor grado se registraba en todo el país. Al plantear esta tesis en forma
de regla, no nos olvidamos que en las diferentes subdivisiones del período
considerado, la situación podía variar; por ejemplo, en la segunda mitad
del siglo XVII y a principios del XVIII, cuando a raíz de las guerras, una
mayor movilidad de la población campesina originaba una mayor oferta
de la mano de obra asalariada.
O!NAMICA A CORTO PLAZO 39
última decisión la tomará únicamente cuando tenga fun-
dadas razones para esperar una ganancia mayor de la pro-
ducción.
En otras palabras, reproducir el cálculo económico de una
empresa equivale en cierto modo a verificar la racionalidad de
las decisiones del empresario. El cálculo de los costos tiene por
objeto reconstituir la suma de las pérdidas sufridas en favor de
la producción. En este cálculo, el valor monetario de la madera
utilizada en la producción, mas no comprada, puede conside-
rarse pérdida sólo cuando aquella madera pudo haberse vendido
a precio dado. ¿Pero realmente habría podido venderse? In-
cluir en los costos el valor de las prestaciones personales ten-
dría sentido sólo si al renunciar a la producción fuese posible
vender dichas prestaciones a determinado precio. ¿Pero acaso
era posible hacerlo?
El que fuese partidario de otro procedimiento de investi-
gación podría plantear aquí una objeción. Concretamente,
podría decir que al incluir en el cálculo de los costos el valor
estimado de los artículos no provenientes del mercado, nos pro·
ponemos no tanto reproducir el. cálculo de las ganancias y pér-
didas del empresario, cuanto reconstituir las ganancias y pérdi-
das sociales. Pero esta objeción es, a su vez, objetable. Toda
utilización productiva de una madera que no puede venderse, es
rentable desde el punto de vista social ya que engrosa la renta
nacional aunque sea en ínfimo grado. El único límite percep-
tible es aquí el deterioro de la propiedad y de su futura capa-
cidad productiva. Con toda razón, el concepto de "degradación
de bienes" desempeñó una función tan notable en el razona-
miento económico de la nobleza polaca 1 •
Muy interesante en relación con estas cuestiones es el análisis
1 El problema se puede explicar asimismo en categorías marginalistas:
el elemento que entra en la producción pero que carece de precio de mer·
cado, es decir el elemento al que no se le puede dar otro uso , podemos
tratarlo como factor sobrante con respecto a los otros factores indispensa·
bies para la produccion y, en consecuencia, igual a cero en el cálculo de
los costos.
40 CAPJTULO TERCERO
del sistema de contabilidad de las reservas señoriales. El nunca
bien ponderado Gostomski, también en esta materia da sus con-
sejos al propietario de la reserva 1 • Este ~egún dice Gostomski
en el año 1588- debería establecer una cuenta aparte para
cada uno de los elementos materiales y monetarios que integran
la producción y el consumo de la reserva: para el centeno y la
zanahoria, para las manzanas y el carbón, para los camarones y
aros de barril, para los derechos de peaje y para las multas co-
bradas a los campesinos, etcétera. . . ¡En total, 156 cuentas de
'valores materiales, cada una aparte y, lo que es más, irreduci-
bles a un denominador común! Cuando todas las cuentas
denoten incremento, la conclusión será incuestionable: la finca
funciona con ganancia. Quien tuviese dudas con respecto a esta
interpretación de la contabilidad recomendada por Gostomskí,
hallará en su libro un enunciado que la confirma expressis ver-
bis : "El encargado .~ . debe velar por que no haya mengua al-
guna, antes tiene que preocuparse por que en cada cosa haya
crecimiento"2 • Pero ¿cómo apreciar la actividad de la reserva
cuando aumentan las reservas de trigo almacenadas en el gra-
nero al tiempo que disminuye la cantidad de manzanas en la
despensa?
La primera impresión que le produce a uno la lectura de
Gostomski y del sinnúmero de "instrucciones" de la época,
redactadas por los grandes propietarios para el uso de los admi-
nistradores de sus bienes, es la de que todos ellos propagan una
economía multifacética, o sea el policultivo. Pero esta es una
impresión superficial. En realidad se trata de un policultivo al
servicio del monocultivo. La mayoría de los artículos se ha de
producir no para venderlos, sino para no tener que comprar-
losJ, es decir, para.aprovechar me.ior el dinero obtenido por los
1
A. Gostomski. Gospodarstwu, 1588 1La hacienda, 1588), ed. S.
Inglot, Wroclaw, 19 51. , pp. 119·122.
2 A. Gostomski, op. cit., p. 22.
3 Esta tendencia se ha puesto de manifiesto repetidas veces durante mis
investigaciones sob1·e las ma11Ufacturas polacas del siglo XVIII, pero ella
no se limita, ni mucho menos, a las inversiones manufactureras.
n t NAMICA A CORTO PLAZO 41
únicos productos que interesan de verdad: los productos expor-
tables. Todo ha de estar subordinado al monocultivo de cen-
teno y trigo, y el dinero obtenido por ese centeno y ese trigo
ha de ser gastado sólo en artículos que de ninguna manera
podrían producirse en la reserva misma sin recurrir al numera-
rio. En este sentido es rentable la producción de cualquier cosa,
siempre que se efectúe mediante fuerzas propias, sin involucrar
gastos en metálico1 •
Hasta ahora nos hemos referido principalmente al análisis
económico de la reserva. Desgraciadamente, la falta de fuentes
impide un análisis similar de la explotación feudal campesina,
mas todo indica que el resultado sería análogo. Lo indican ante
todo los resultados de las investigaciones que se llevan a cabo
en los países hoy económicamente atrasados, principalmente en
la India, donde en torno de este terna se ha desarrollado una
amplia discusión (la cual, por otra parte, recuerda en más de un
aspecto las discusiones económicas en la Polonia de preguerra).
Una enorme signíficación vigente posee el análisis teórico de
la explotación campesina pre o semi-capitalista como tipo de
"empresa". Esta cuestión ha cobrado suma actualidad cientí-
fica, por cuanto se relaciona con un problema candente en el
mundo de nuestros días, donde la mayoría de la población
corresponde a los países subdesarrollados, y la mayoría de la
población de éstos vive precisamente en pequeñas explotaciones
campesinas de tipo familiar, apenas vinculadas con el mercado,
que trabajan principalmente para satisfacer sus propias nece-
sidades de consumo 2. Hoy por hoy, la explotación campesina
1 Kluk (1779) no sabe todavía indicar un mélodo, cuando señala que
"es menesler saber y contar bien si el provecho será mayor que los gastos
necesarios en trabajo y herramientas, y si este provecho compensará las
escaseces que mientras tanto pueden producirse por esta causa".
(Krzyszto{ Kluk, O rolniclwie, zbozach , /acach, chmielnikach, winnicach i
roslinach gospodarskich, 1779 1De la agricultura, los cereales, los pasti-
zales, e l cultivo del lúpulo, viñas y planlas útiles, 1779 1, ed. S. lnglot,
Wroclaw, 1954, p . 29. )
1 "Lo que se ha dich o aquí de sociedades campesinas investigadas por
un etnólogo es, en buena parte, lo mismo que dicen los historiadores,
42 CA PITU LO TERCERO
autárquica (si se nos permite este término convencional) es sin
duda alguna la forma más difundida de organización de la acti-
vidad productiva en el mundo. ¿Podrá llamársela "empresa"?
¿Convendrán para su investigación los criterios empleados en el
ar1álisis de la actividad económica de la empresa? ¿Y sí no, en
qué plar1o analizarla entonces? 1
• A la ciencia actual le falta
mucho para poder responder a estas preguntas fundamentales.
Los métodos tradicionales de análisis de la empresa fueron
aplicados a este tipo de explotación un sinnúmero de veces. En
términos generales, sabemos qué resultados podemos esperar de
ellos. Limitémonos a citar un ejemplo por demás elocuente: el
estudio de 600 explotaciones llevado a cabo en 1937-1938 en
21 aldeas hindúes :.> demostró que estas explotaciones produ-
cían, por término medio, 88 rupias de ganancia arJual calculán-
dolo a precios de mercado y sin tener en cuenta el costo de la
mar1o de obra familiar ni la amortización del capital. En cam-
bio, incluyendo el costo de dicha mar1o de obra según los sala-
rios pagados en este lugar y esa época a los jornaleros y agre-
gando un 3% de amortización del capital, las mismas resultaban
altamente deficitarias (90 rupias de déficit ar~u al ).
Recordemos que en el agro polaco, reducido al primitivismo
económico en época de crisis mundial, resultados ar~ álo gos fue-
ron obtenidos por el Instituto de Pulawy en su investigación
del minifundio campesino en el año 19323 .
Recordem os también que obtuvimos prácticamente el mismo
+--
usando otra Lem1inología, ac,rca de la vida ('Conómica en la Edad Me-
dia" - dice R. Fi1·th ~n Elements o( So cial Organ ization, Lo ndres. 19 51,
p. 137.
1 D. Thorner, The Releuance o( lhe Theory o( the Pirm to Produc/ion
by Peasant 1-louseholds (manuscrito cuya copia me ha sido fac ilitada gen-
lilmen te por el autor).
2 D.R. Gadgil y V.R. Gadgil , .4 S urvey o/ f<'ar'n /Jusíness in Wai T u-
tul<a. Gahhale lnstilule o( Pulitics and Econumic.s , Poona , l ~J40 (cit<Jdo
por D Thorner).
_¡ Cf. Maly Hocz,¡¡/l Statysly cz ny 193'7 1Pcq ueiio Anuario Estad ístieo
1937, Varsovia, 1937, P- 61:l. A la misma conclusión llegó V. Lenin , en
"Nuevas transformaciones ec0nómic¿¡s en la vida campesina ''. Obras, vp.
cit., l. 1, pp. 32 33. .
IIINIMlCA 11 CORT() PLA7.0 43
resultado (rentabilidad cuando se excluye de los costos el valor
1:stimado del trabajo no adquirido, y déficit en el caso contra-
rio) al analizar una reserva típica basada en la servidumbre y
lambién muchas manufacLuras feudales.
Como se ve, el problema es de gran importancia.
La ciencia tradicional no advertiría mayores dificultades en
esta cuestión. Respondería que el campesino medio no cuenta
el costo del trabajo de su familia ni la amortización del capital
por desconocer estos conc~ptos y por no saber calcular corree-
lamente. Respondería además que el cálculo correcto debe
tomar en cuenta estos dos factores, que la única manera de
medirlos consiste en aplicar los precios de mercado propios del
Jugar y del tiempo dados, y que por lo tanto estas explota-
ciones son en realidad deficitarias sin que sus propietarios lo
sepan.
La conclusión de que media humanidad está empeñada en
una actividad productiva deficitaria, constituye una especie de
reductio ad absurdum. Igualmente absurdo sería afirmar que
todas las reservas señoriales y todas las parcelas de los campe-
sinos adscriptos a la gleba en Polonia eran permanentemente
deficitarias a lo largo de los cuatro siglos de su existencia.
Por otra parte, este método no resiste la crítica ni siquiera
desde el punto de vista de la ciencia tradicional. Si para dar
comienzo a una actividad productiva se precisa, supongamos, A
kilogramos de materia prima y B jornadas de trabajo, y el
"empresario" dispone de A kg de materia prima y de B más X
jornadas de trabajo, y al mi<>mo tiempo no existe ninguna otra
posibilidad de aprovechar la mano de obra excedente, entonces
el valor de toda la fuerza de trabajo incorporada a la produc-
ción debe calcularse como equivalente a cero. En este sentido
podría decirse que el campesino-propietario hace buen uso de
la teoría marginalista 1 .
1
Por qué el campesino no toma en cuen ta en su cálculo ni la ganancia
media del capi tal ni la renta , por qúé es falso que este mism o campesino
no toma en cuenta su trabajo (al contrario, este trabajo es lo úni co que
tom a en cuen ta , lo cual no quiere decir que lo calcule a precio de mer·
44 CAPITULO TERCERO
Con todo, es evidente que en ciertas condiciones es total-
mente justificado efectuar el balance económico de la explo-
tación campesina ateniéndose estrictamente a los métodos capi-
talistas (incluyendo el trabajo familiar a precio de mercado, la
amortización del capital, etc.).
Para el historiador de la economía es precisamente cuestión
fundamental responder a la pregunta cuáles métodos deben
aplicarse en tales o cuales condiciones sociales (en relación con
el nivel de desarrollo socio-económico). Es un tema vastísimo,
aquí sólo podemos esbozar una sugerencia.
Como criterio -así nos parece- se podría adoptar la forma
que revisten las cargas exteriores de la explotación. Nos referi-
mos a las prestaciones al Estado (impuestos) y al latifundista
(renta feudal y, a veces, aun la capitalista). En la misma C3tego-
ría puede incluirse la forma del crédito. Allí donde los impues-
tos, las prestaciones al señor y Jos préstamos se paguen en
especie (en trabajo o en productos), el balance de la explota-
ción campesina efectuado según normas capitalistas carecerá de
sentido y casi siempre dará resultados como los arriba descrip-
tos (déficit al incluir el costo del trabajo no asalariado y la
amortización; rentabilidad en caso de no incluirlos). En esta
situación tenemos:
1) que el productor calcula en unidades naturales;
2) que los precios de mercado no son válidos ni para los
factores de la producción (cuyo valor, por lo general,
exageran), ni para los productos;
3) que el productor, en principio, no reacciona a los estímu-
los del mercado (bajas y alzas de precios).
Allí donde el régimen socio-económico impone el pago en
dinero de los impuestos estatales, de las prestaciones al señor
(propietario de la tierra) así como del crédito, la situación sufre
+-
ca do ), lo ex plicó Karl Marx en é'/ capital, t. Ifi, 3, pp. 184 -185 de la
edición francesa, París, 1967. Acerca de cuánto tiempo el campesino pue-
de pasar por alto el capital y la renta en su cálculo, y de que siempre
cuenta de alhrún modo su trabajo, cf. V. Lenin El ~apita/i.~ m o en /a econo-
mía a¡¡raria en Ob ras, cit., t. IV, pp. 122-123.
lllNAMICA A COHTO PLAZO 45
un cambio radical. Aparece entonces un fenómeno que podría-
mos llamar "comercialización forzada". El campesino necesita
vender a fin de obtener el dinero para cubrir todas estas obliga-
ciones, a riesgo de perder su tierra. Su reacción a los estímulül"
del mercado es contraria de Jo que supondría la ciencia econó-
mica burguesa: cuando los precios aumentan, vende menos; y
cuando bajan, precisamente tiene que vender más. Los gravá-
menes que tiene que soportar son, en general, rígidos, por lo
cual las cantidades que vende (con frecuencia a expensas de su
propio consumo) y el nivel de los precios son magnitudes inver-
samente proporcionales. En más de un caso el alto nivel de los
precios ocasiona un retorno parcial de estas explotaciones a la
economía natural y viceversa 1 • En la conducta económica del
campesino, el sector natural prevalece sobre el monetario, y los
precios de mercado resultan inadecuados para reconstruir sus
modalidades de cálculo o evaluar los resultados de su actividad
productiva.
Sólo cuando la explotación campesina empiece a reaccionar
positivamente a los estímulos del mercado (mayor venta en
caso de alza de precios y viceversa) Jos métodos de contabilidad
capitalista serán aplicables a este tipo de "empresa". En otros
términos, sólo entonces la explotación se convierte en empresa
propiamente dicha. Esta reacción positiva a los estímulos del
mercado aparece únicamente cuando existen posibilidades opta-
tivas de aprovechar los medios de producción existentes (sobre
todo cuando el trabajo utilizado en la explotación agrícola
puede ser vendido en el mercado en caso de que aquélla resulte
poco rentable, y cuando la tierra llega a representar una inver-
sión de capital como cualquier otra).
Resumiendo: aplicar una contabilidad de tipo capitalista (o
sea aquella que evalúa a precios de mercado los bienes y servi-
1
M. Postan, por ejemplo, ha demostrado en sus conferencias en París,
en 1961, que el campesino en la Edad Media en Inglaterra o bien no reac-
ciona del todo a los estímulos del mereado, o bien reacciona en sentido
inverso: la baja de precios lo inclina u redoblar sus esfuerzos por aumentar
la cantidad de productos ofrecidos en venta.
46 CAPITULO TE RCERO
cios no adquiridos ni vendidos) a las relaciones económicas
precapitalistas, equivale a proceder anacrónicamente. Aplicar a
la totalidad de la producción del país los precios de mercado
- a través del cual pasa una ínfima parte de los bienes y ser-
vicios producidos- tiene que conducir forzosamente al absurdo.
Este método es particularmente peli¡,<roso aplicado a la mano de
obra, ya que el mercado del trabajo en el régimen feudal es ex.
de{initione sumamente reducido, en realidad marginal. Como la
parte fundamental de la mano de obra no tiene derecho a ofre-
cerse en el mercado, es natur(ll que el precio de la mano .de
obra libre sea por regla general extraordinariamente alto (aun-
que suele haber excepciones). Ahora bien, si nos servimos de
este precio para evaluar las prestaciones de los campesinos en
favor de la reserva, o el trabajo invertido por éstos en sus pro-
pias parcelas, no debe extrañarnos el que obtengamos resul-
tados exorbitantes al tratar de establecer los respectivos cálcu-
los de costos.
Economía del dominio feu dal
Pese a que los estudios históricos sobre el agro polaco - tan-
to los antiguos como los recientes- pueden preciarse de mu-
chos e incuestionables logros, no es empresa fácil proceder a un
análisis siquiera aproximativo de la economía del dominio feu-
dal, y menos aún, de la economía campesina.
Con respecto a la reEerva, esta afirmación puede parecer
paradójica, si se considera la gran cantidad de trabajos mo-
nográficos y, mayor aún, de fuentes publicadas (con los inven-
tarios e instTucciopes en primer lugar) que tenemos a nuestra
disposición.
El problema consiste en que estas fuentes y los trabajos basa-
dos sobre todo en ellas presenLan serios inconvenientes cuando
se trata de investigar este preciso aspecto de la economía, y
especialmente lo más importante de cada economía especiali-
zada: su funcionamiento.
OJNAMICA A CORTO PLAZO 47
Las antiguas investigaciones sobre la historia agraria se apo-
yaban sobre todo en fuentes de tipo normativo, empezando por
la legislación histórica y terminando en las instrucciones para
los administradores de las grandes propiedades. Rutkowski, cu-
yos estudios marcaron un vira.ie en este terreno, desconfiaba
manifiestamente de este tipo de (uentes. Y tenía mucha razón.
Se negaba a sacar conclusiones acerca de "cómo fue" a partir
de una fuente que decía "cómo debía ser". De ahí que para
Rutkowski el tipo preferido de fuentes fuesen los inven tarios
(inclusive su categoría especial constituida por las "actas de
inspección"): descripción positiva del estado de cosas en cada
propiedad en un momento dado.
En otro trabajo señalélm os que Rutkowski no advertía en
toda su extensión la presencia de elementos normativos en los
inven tarios 1 . Pero en este momento, no es esto lo que nos in-
teresa. A esta altura, lo decisivo para nosotros es el carácter lla-
mémosle "representativo" de las informaciones que nos propor-
ciona el inventario. Si bien en algunos casos es posible reunir
cierto número de inventarios concernientes a una misma aldea
y, por consiguiente, obtener una serie de muestras representa-
tivas, entre multiplicar muestras y captar la dinámica de las
transformaciones hay un largo trecho .?. Es evidente que la com-
paración de dos muestras nos informa sobre el rumbo de los
cambios; sin embargo, la interpretación causal o funcional de
este rumbo sólo es posible en conexión con nuestro conoci-
miento general de la époc.:;l. Y en esto reside todo el peligro del
método. Si comparamos lo · inventarios anteriores al año 1648
con los posteriores al año 1655, veremos en qué dirección fue
evolucionando la situación en el agro. Pero como sabemos por
1 W. Kula, l'rohlcmy i m elody histurii guspodarcze] [Problemas y mé·
todos de la hisloria eco n óm ic~l , capilul o Zrúd la du dz iejów gospodm·-
czych Polshi nowuzylnej 1Fuentes para la historia económica de Polonia
en la Edad Moderna l.
2 W. Kui<J, Prólogo a J. Rut kowsld i, S ludia z dziejów wsi polsskiej
Xil-XVI11 w., cit., p. 2t>, dond<' s • sen'" " que t·ambié,; en su síntesis Rut·
kowski demuestra la tendenci:~ a capt<Jí· la dinámica mediante una multi·
plicación de mu e~ lras .
Witold kula   teoria eocnomica del sistema feudal
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Witold kula teoria eocnomica del sistema feudal

  • 1.
  • 3. /' / ( Teoría económica del sistema ·feudal/ , por/ Witold~ula )K) stglo vemtzuno edztores rmiXICO esparia argennna
  • 4. szglo vezntzuno editores, sa AV. CERRO DEL AGUA 248. MEXICO 20. D.F. s1¡jo llt'mtzww deesparw editores, St1 CALLE PLAZA 5. MADRID - 33, ESPAI<JA szglo vemmmo argentma editores, sa PERU 952, BUENOS AIRES • ARGENTINA N" Editorial: 143 Primera edición en polaco: 1962 T(tulo original: Teoda ekonomiczna ustroju feudalnego. Próba modelu © Pánstwowe Wydawnlctwo Naukowe, Varsovia Primera edición er. espanol: 1974 Segunda edición en espanol, corregida: agosto 1976 © Siglo XXI Argentina E ditores S. A. Perú 952, Buenos A Ires Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina Printed In Argentina
  • 5. Indice l. ¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER UNA TEORIA ECONOMICA DEL FEUDALISMO? 3 II. LA CONSTRUCCION DEL MODELO 13 III. DINAMICA A CORTO PLAZO 25 El cálculo económico de la empresa feudal 25 Economía del dominio feudal 46 La explotación campesina en el régimen de pres- taciones personales 70 La economía de la corporación artesanal 89 Confrontaciones empíricas 98 Tentativa de interpretación 128 IV. DINAMICA A LARGO PLAZO 137 V. POSIBILIDADES DE VERIFICACION 201 Vl. LA RACIONALIDAD DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA EN EL SISTEMA FEUDAL 209 VII. "SISTEl1A ECONOMICO" Y "TEORIA DE UN SISTEMA ECONOlHCO" 225 187981
  • 6. Capítulo I ¿A qué preguntas debe responder una teoría económica del feudalismo? Dice Engels en el Anti-Dühring que "quien se empeñase en reducir la Economía Política de la Tierra del Fuego a las mismas leyes por las que se rige hoy la economía de In- glaterra, no sacaría evidentemente nada en limpio, como no' fuesen unos cuantos lugares comunes de la más vulgar tri- vialidad"1 . Cabe preguntarse si esta afirmación no contradice los fun- damentos del legado científico de Marx y Engels. En efecto, en la teoría elaborada por ellos hay muchas tesis fundamenta- les ·que, por una parte, se refieren lo mismo a la economía de la Tierra del Fuego que de la Inglaterra de mediados del siglo XIX, y por otra, no son ni tampoco fueron para sus creadores o para el mundo de la ciencia de su época lugares comunes ni mucho menos. A esta categoría pertenece la tesis de que las relaciones económicas dependen de las fuerzas pro- ductivas y que los cambios en estas fuerzas revolucionan aquellas relaciones, la teoría sobre la mutabilidad y sucesión ordenada de las estructuras socio-económicas, la idea de que dicha sucesión va acompañada de una creciente productividad del trabajo, y mucho más. Para que la citada frase de Engels fuese congruente con la esencia del legado de los creadores del socialismo científico, habría que convenir en que todas estas tesis de aplicación universal pertenecen no a la econo- mía política sino al correspondiente campo de la filosofía (el 1 F. Engels, Anti-Dühring (en español Ediciones Frente Cultural, Mé- xico, sin fecha, p.1 39). 11!1
  • 7. 4 CAPITULO PRIMERO materialismo histórico). En tal caso, la economía política propiamente dicha sólo abarcaría tesis válidas como máximo en el terreno de una sola formación socio-económica. Pero esto requeriría una concepción particular de los límites de la filosofía y una concepción particular de las dependencias y las relaciones entre las diferentes disciplinas especializadas (en este caso, la economía política) y la filosofía. Sin embargo, como quiera que resolvamos esta dificultad, l'S un hecho evidente -y hasta una perogrullada- que entre las tesis que se pueden formular sobre el obrar económico humano, no pocas tienen diferentes grados de aplicación cronológica y geográfica, teniendo en cuenta que cuanto mayor sea el campo de aplicación, tanto más estrecho será el contenido. Y aunque. según parece, los creadores de la economía clásica hayan pa- sado por alto esta verdad, los economistas occidentales de nues- tros días llegaron a comprenderla a través de sus investigaciones sobre la economía de los países socialistas, como también sobre la economía contemporánea de los países subdesarrollados, semifeudales, o de los pueblos primitivos. El rasgo específico del marxismo en esta materia podría resumirse en dos enuncia- ciones: 1) que existen relativamente pocas tesis generales de aplicación universal, mientras que son incomparablemente más numerosas las tesis de aplicación limitada en el tiempo y el espacio (principio que se desprende de la convicción sobre la mutabilidad absoluta de los fenómenos sociales en todas sus formas, inclusive fenómenos de la vida económica), y 2) que aquella limitación en el espacio y el tiempo de la mayor parte de las tesis económicas está definida por los límites de los propios sistemas socio-económicos (dado el carácter integrante de estos últimos en la vida social). En su forma extrema, la tesis de que las leyes económicas cambian simultáneamente con el cambio de las estructuras so- cio-económicas desempeñó, como es notorio, determinada e importante función ideológica en el período staliniano. Esta concepción iba a impedir cabalmente el uso de las leyes econó- micas universales (aun aquellas de más amplia aplicación, inclu-
  • 8. ¿A QUE PREGUNTAS DEBJ:: RESP?NDER NUESTRO MODELO? 5 yendo las marxistas) para el análisis de la sociedad soviética. Por eso, a nuestro juicio, tien(' gran trascendencia científica y social afirmar que hay en el marxismo (contrariamente a la frase citada .de Engels) toda una serie de tesis de cardinal im- portancia, y nada triviales, que son de aplicación universal a la actividad económica humana, aunque por convención las adscri- bamos al campo de la economía política o al de la filosofía. Sería sumamente útil para la ciencia si se pudiese "codificar"1 en cierto modo el alcance de estas tesis, seleccionando aquellas que han resistido la prueba de las investigaciones científica¡; pos-marxianas, y especialmente de la experiencia histórica pos- marxiana; dándoles también, para evitar escollos dogmáticos, forma de indicaciones metodológicas más que de leyes. Teniendo todo esto en cuenta, parece sin embargo cierta la tesis marxista de que la mayor parte de las leyes económicas, y justamente las más ricas en contenido, tienen un alcance espa- cial y temporal limitado, circunscrito por lo general a un deter- minado sistema socio-económico. En este sentido Marx creó su teoría del sistema capitalista, mientras que Engels procuró crear, a la altura de la ciencia de su época, una teoría econó- mica del sistema de la comunidad primitiva. En cuanto a la formación de una teoría económica del sistema socialista, ésta se vio impedida por fenómenos harto notorios que frenaron el desarrollo del pensamiento científico marxista, encauzándo-. lo más bien por la vía empírica y pragmática e imponiéndole el método de aproximaciones sucesivas. Estas últimas, a su vez, esperaban en vano una síntesis teórica y sólo hoy puede vislum- brarse un viraje en este campo. Por otra parte, la teoría del sistema feudal ha sido hasta ahora la que menos ha atraído la atención de los investigadores marxistas2 . Sin emb"argo, el problema es importante desde el l En este sentido se orientan los trabajos de A. Malewski, particular· mente "Empiryczny sens ieorii materializmu historycznego" lEl sentido empírico de la teoría del materialismo histórico !. Sludia Filozo{iczne, 1957. NO 2, pp. 58-81. 2 Esto se debe a que Marx sólo estudió aquellos elementos del sistema
  • 9. 6 CAPITULO PRIMERO punto de vista teórico e incluso práctico. Desde el punto de vista teórico, lo es en razón de una sui generis universalidad del feudalismo (en el sentido marxista del término). En efecto, una u otra forma de feudalismo la conocen todas las sociedades que hayan pasado la etapa de la comunidad primitiva. Mientras tanto, la falta de la universalidad del régimen esclavista es una verdad comúnmente admitida por la ciencia marxista desde el triunfo logrado en esta materia por B. D. Grekov después de su homérica pugna con Pokrovski. El capitalismo surgió de manera "espontánea", es decir sin que operase la influencia de algún capitalismo preexistente, y sólo una vez en la historia de ·la humanidad. Lo mismo se refiere al socialismo. En cambio, co- nocemos diferentes feudalismos en el mundo, surgidos en dis- tintas sociedades y épocas, independientemente uno del otro I. La teoría del sistema feudal es asimismo importante desde el punto de vista práctico, en razón de sus numerosas y muy fuertes supervivencias en Q1Uchas naciones; supervivencias que pesan hasta hoy .sobre la economía y el conjunto de la vida social de la mayoría de los países que se suele llamar subdesa- rrollados y cuyos esfuerzos por avanzar en la vía del progreso económico cambian ante nuestros ojos la faz del mundo. De ahí el interés que despierta el funcionamiento de economías de este tipo tanto entre los investigadores de los países del Tercer Mundo (la India) como entre aquellos de los países avanzados (EE. UU., Inglaterra, Francia, Alemania, etc. y la URSS). La construcción de una teoría económica del sistema feudal tiene singular importancia para la investigación histórica. Por un lado, el historiador del feudalismo -si no le es totalmente ajena la reflexión metodológica- siente lo inadecuado de la teoría económica del capitalismo cuando se enfrenta al objeto de su +-- feudal que le eran necesarios para investigar el proceso de desarrollo del capitalismo. CL V. Lenin, Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo luchan contra los socialdemócratas [en Obras, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1959, t. I, pp. 183-184). 1 W. Kula, Rozwaiania o historii [Reflexiones sobre la historia), Var· sovia. 1958, pp. 34·36.
  • 10. ¿A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 7 investigación1 ; por otro lado, su conoc;miento de los antiguos feudalismos (si bien menos accesibles a la investigación a causa de las muchas lagunas en las fuentes, pero que tienen la ventaja de ser "puros", independientes de las influencias del capita- lismo, el imperialismo o el socialismo) le permite aportar a esta empresa una contribución insustituible2. En Occidente se observa últimamente un redoblado interés por la investigación comparativa del feudalismo. Como obra precursora en este aspecto debe considerarse sin duda "La societé feódale"J de Marc Bloch, y como la "última palabra" de la ciencia -por lo menos hasta el momento- la obra colec- tiva bajo la dirección de R. Coulborn4 • En la Unión Soviética, el interés teórico por el feudalismo incrementó de modo particular después de que Stalin hubo publicado sus "Problemas económicos del socialismo en la URSS". Como se sabe, Stalin formuló en esta obra aquello que él llamó .''leyes fundamentales" del sistema capitalista y socia· lista. Esto implicaba que entre las muchas leyes que es posible descubrir y que rigen el funcionamiento de la economía de cada sistema por separado, una y sólo una tiene "carácter fun- damental". No está del todo claro qué entendía Stalin por 1 En Polonia lo eomprendió perfectamente J. Rutkowski. "¿Czy potrzebna jest teoria ekonomiczna ustroju feudalnego?" [¿Es menester una teoría económica del sistema feudal? l. Sprawozd. Pozn. TPN 1934, 1er semestre, pp. 44-52. · 2 Con respecto a los problemas metodológicos relacionados con el estudio comparado de la economía de los países subdesarrollados de nues· tra época y la econgmía de las fases anteriores de desarrollo de los países hoy avanzados cf. W. Kula, Problemy i metody llistorii gospodarczej (Pro· blemas y métodos de la historia económica). Varsovia 1963, pp. 717·28. 3 M. Bloch, La société féodale, t. I: La formalion des liens de dépen- dance, t. II: Les clas..~es el le gouvernemenl des hommes, Paris, 1939-1940 [en español: La sociedad feudal. T. I y II. UTEHA. México, NO 52, 53). 4 R. Coulborn, ed. Feuda/ism in Hislory, prefacio de A. L. Kroeber, Princeton, 1956. Contribuciones de J. R. Strayer (Europa occidental), E. O. Reischauer (Japón), D. Bodde (China), B. C. Brundage (Antigua Meso· potamia e Irán), W. F. Edgerton (Antiguo Egipto), D. Thorner (lndia), E. H. Kantorowicz (Bizancio), M. Szeftel (Rusia) y A Comparative Study of Feudalism de R. Coulborn. Cf. reseña-de esta obra, de O. Lattimore, en Past and Present, no 12, nov. 1957, pp. 48-57.
  • 11. 8 CAPITULO PRIMERO "carácter fundamental". ¿Se trataría de un elemento de defini- ción del sistema ("llamamos capitalismo o bien socialismo a un sistema donde rige tal o cual ley")? ¿O tal vez ese "carácter fundamental" establecía la superioridad de tal o cual ley con respecto a otras leyes "no fundamentales", las cuales en cierto modo se desprenderían de aquella ley "fundamental" l? Sea como fuere, los historiadores soviéticos (y también de algunos otros países socialistas) reaccionaron emprendiendo la búsqueda de una "ley fundamental del feudalismo". Una prolija discusión sobre este tema transitó por las columnas de la revista "Voprosi Istorü" y, como suele a menudo suceder en la ciencia, no obs- tante el falso punto de partida y el falso objetivo, desembocó en la formulación de no pocas observaciones y generalizaciones interesantes y acertadas2 . Falso era el presupuesto en que se basaba el viaje de Colón, pero verdadera la América que descu- brió3. Si ahora queremos reflexionar sobre la teoría económica del sistema feudal, debemos poner en claro a qué preguntas debe responder una teoría de esta índole, cuál debe ser su dominio 1 Omito aquí, por ser ajeno al tema, el análisis de estas "leyes" que de modo evidente no pueden sostenerse ni desde el punto de vista de la lógica ni por razones de fondo. La "ley fundamental del socialismo", por ejemplo, no dice nada de lo que necesariamente debe aparecer en cada sistema socialista, sino que está formulada a modo de postulado. 2 Independientemente de esta discusión, los problemas de la economía feudal fueron encarados en casi todos los manuales económicos soviéticos (p. ej. : K. V. Ostrovitianov, Introducción a lll economía de los sistemas precapitalistas, o Econom(a Política, Manual). Mas lo que allí encontra· mos no es, en realidad, una teoría económica del sistema feudal, sino más bien una síntesis superficial de la lústoria económica del feudalismo. Esta forma de evitar generalizaciones teóricas y de reemplazarlas con historia (concepción deformada del historicismo del método marxista) fue algo tan evidente (y esto no sólo en conexión con los problemas del feudalismo), que el mismo Stalin censuró este fenómeno en Problemas económicos del socialismo en la URSS. 3 La cuestión de "ley fundamental" es hoy motivo de amplia discusión en los círculos científicos soviéticos. L. Leontév ("Reminiscencias del pa- sado y elocuencia de la realidad," Ehonomicheskaia Gazeta, no 16. 20.IX.l961) se pronuncia categóricamente contra dicho concepto. Pero éste halla también defensores (p. ej. I Jermakov, "Sobre las leyes econó- micas del socialismo," ibid., 19.II,l962). En Polonia, la concepción de "leyes económicas fundamentales" fur defendida por Oskar Lange. l
  • 12. ¿ A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 9 efectivo, a qué preguntas debe responder cualquier teoría eco- nómica de cualquier sistema; finalmente, hay que ver si el ca- rácter específico de cada sistema implica que su teoría debe responder a ciertas preguntas también específicas, inaplicables en el análisis de otros sistemas. De todo lo que se ha dicho anteriormente se desprende que no es menester incorporar a la teoría económica de un sistema dado tesis concernientes a la teoría general de la economía (o bien tesis del materialismo histórico sobre el obrar económico humano). En esta categoría incluimos también la propia defi- nición del sistema (en este caso, el feudalismo). Decir, por ejemplo, que el feudalismo es un sistema fundado en la gran propiedad rural y en relaciones de dependencia personal entre el productor directo y el propietario latifundista, significa dar una definición del feudalismo, m~ esta definición pertenece a la teoría de las formaciones socio-económicas, es decir, a un aspecto de la ciencia general sobre la actividad humana. Ade- más, la formulación de semejantes proposiciones en forma de leyes científicas ("cuantas veces tropezamos con el feudalismo tantas veces comprobamos la existencia de la gran propiedad rural... etc.") nos conduciría a evidentes tautologías. Dejando, pues, a un lado las afirmaciónes relativas a toda actividad económica o bien a las formaciones antagónicas, en una palabra, todas aquellas tesis cuya aplicación excedería los límites de la época feudal; procuraremos a continuación formu- lar los problemas esenciales que debería abordar, a nuestro jui- cio, la teoría económica de cualquier sistema y, por lo tanto, del feudal 1 • A nuestro parecer, toda teoría económica de un sistema dado debería explicar: 1) las leyes que regulan el volumen del excedente econó- 1 Un problema específico ~n esta materia son las afirmaciones concer- nientes a toda economía comercializada, es decir también a los sistemas precapitalistas en la medida en que la comercialización interviene en ellos. Más adelante volveremos a esta cuestión.
  • 13. 10 G A P!T UL< l PJOI1lo:H u mico1 y las modalidades de su apropiación (p. ej. las leyes que rigen el empleo de los métodos extensivos o inten- sivos en la producción, las que rigen el grado de utiliza- ción de las fuerzas y medios de producción, la teoría de la renta feudal); 2) las leyes que rigen la distribución de las fuerzas y medios de producción, y sobre todo del mencionado excedente (aquí caben las reglas que rigen toda actividad inversio- nista desde el asentamiento de colonos hasta las inver- siones en la industria, el problema de la utilización pro- ductiva o improductiva de dicho excedente, etc.); 3) las leyes que rigen la adaptación de la economía a las cambiantes condiciones sociales, o sea la dinámica a cor- to plazo (adaptación de la producción al incremento o a la disminución de la población, el paso del estado de guerra al estado de paz, etc.); 4) las leyes de la dinámica a largo plazo, en particular los factores internos de desintegración del sistema dado y de su transformación en otro sistema. Ninguna teoría estará completa mientras no contenga este elemento. Es digno de admiración el que Marx haya sabido incluir esta pro- blemática en su teotía del capitalismo, pese a que su teoría maduró en el período de la temprana juventud del sistema capitalista. Formulando de otro modo estas mismas ideas, podría decirse que la finalidad de la teoría económica de cualquier sistema consiste en formular las leyes que rigen la magnitud del exce- dente económico y su utilización (puntos 1 y 2), teniendo en cuenta que ambas cuestiones deben ser elucidadas en sus dos dimensiones: a corto y a largo plazo (puntos 3 y 4). Queda por examinar el lugar que correspondería al análisis del funcionamiento de los fenómenos del mercado (interno e 1 Acerca del concepto de "excedente", cf. P. Baran, Ekonomia poli· tyczna wzrostu [en español Economía política del crecimiento, FCE, Mé· xico, 1959, p. 25 y ss.l.
  • 14. ¡, A QUE PREGUNTAS DEBE RESPONDER NUESTRO MODELO? 11 internacional) y de su rol en el conjunto de la vida económica en la época feudal. Este problema debería desglosarse siguiendo otro criterio. Los aspeCtos que abarca guardan mayor o menor relación (dependiendo sobre todo de la fase del sistema feudal que investiguemos) con las cuestiones incluidas en nuestros cua- tro puntos. La conveniencia de separar esta problemática se debe a que ella da lugar a muchos malentendidos en la investi- gación: muy a menudo no se percibe que los fenómenos del mercado en la economía pre-capitalista se rigen por leyes a veces completamente distintas, y sobre todo que es totalmente diferente su influencia sobre el sector restante de la economía, o sea el sector no mercantil, y por lo tanto, sobre la totalidad de la vida económica. Queda entonces por determinar: a} el funcionamiento de los fenómenos del mercado en un medio no mercantil y además no capitalista; b} el mecanismo de la influencia del sector mercantil sobre el · no mercantil y viceversa; e) la periodización de estos fenómenos según la fase del desa- rrollo del sistema feudal, y especialmente en relación con los factores de su desint~gración presentes en dichos fenó- menos. No obstante, hemos decidido no desglosar este tema, ya que de otro modo sería irrealizable el estudio de cualquiera de los men.cionados cuatro grupos de problemas. Esta cuestión podría plantearse también de otra manera. El sistema feudal es un sistema donde predominan pequeñas unidades de producción y una economía natural. Ahora bien, si nos imagináramos el caso extremo de una pequeña explotación campesina con una econo- mía totalmente natural, que realizara como máximo la repro- ducción simple y sin otra carga que las prestaciones personales en trabajo (corveas), las posibilidades de análisis teórico del fenómeno (entre otras razones, por falta de fuentes) serían sumamente limitadas. El hecho es que en la práctica, a escala social, casi nunca ocurre esto. Sólo tales fenómenos como los
  • 15. 12 CAPITULO PRIMERO esfuerzos por acrecentar la renta social, la lucha por su distribu- ción, los procesos de adaptación a largo y corto plazo, abren campo al análisis teórico. Y todos ellos se producen no sin relación con los fenómenos del mercado. Los fines que acabamos de enumerar, y que a nuestro juicio son los que debería proponerse la teoría de cualquier sistema social, indican claramente que en primer lugar nos interesan problemas de la producción, su volumen y su utilización, la producción para el consumo inmediato y para el consumo fu- turo (las inversiones) y sus cambios a corto y a largo plazo. El quid del problema reside en que la producción que se efectúa en una explotación cerrada y aislada del mundo, difícilmente se presta a la investigación. Por lo general, sólo el contacto entre los sujetos económicos, las relaciones interhumanas que son esencialmente relaciones de trueque, abren posibilidades de aná- lisis científico, porque sólo ellas originan fuentes históricas y, lo que es más importante, porque sólo ellas permiten comparar los efectos de la actividad y la conducta económica de los diferentes grupos sociales. Por ende, un importante papel de- sempeñará en nuestro ensayo el análisis de los fenómenos del mercado, pero su propósito será casi siempre penetrar en aque- lla zona oculta de la vida económica de la que menos hablan las fuentes, pero que es la más importante y decisiva: la pro- ducción.
  • 16. Capítulo II La construcción del modelo La elaboración de una teoría requiere la construcción previa de un modelo1 • Esta cuestión provoca muchos malentendidos en las ciencias humanas en general, y en la historia económica en particular. La gran mayoría de los historiadores no siente necesidad alguna de construir un modelo, y cuando uno de ellos lo cons- truye, sus colegas se indignan. El mito de la historia como ciencia de lo concreto, como ciencia del hecho único, el mito de la historia descriptiva y narrativa a la que sólo interesa lo individual, ha sido no sólo ajeno, sino también hostil, a toda construcción de modelos. No vale la pena citar ejemplos. Si hasta en las investigaciones sobre la historia de los precios hubo autores para los cuales la noticia de que tal o cual día Fulano había comprado una cantidad X de arrobas de centeno a tal o cual precio, era fuente histórica utilizable, mientras que no lo era, o al menos no interesaba al historiador, el registro oficial 1 La elaboración del presente ensayo habría sido imposible sin la ayuda y el consejo de numerosos colegas. El autor desea agradecer particular· mente al Prof. Stanislaw Hoszowski por haberle facilitado los resultados de sus estudio& sobre los precios de los cereales en Poznan; al Prof. Henryk Greniewsk:i y Lic. Brunon Górecki, por sus consejos y por haber efectuado numerosos cálculos; a los profesores Stanistdw Arnold, Maria Bogucka, Broníslaw ~remek, Aleksander Gieysztor, Oskar Lange, Janina Leskiewiczowa, Marian Maiowíst, Antoni M~zak, Henryk Samsonowicz, Andrzej Wyczaflski y Benedykt Zientara, por haber leído la primera ver· sión de este trabajo y por las observaciones que me han hecho. Fernand Braudel, Camille·Ernest Labrousse, Jean Meuvret y Michel Postan, con sus observaciones críticas durante las reuniones de trabajo en la Ecole Pra· tique des Hautes Etudes, ayudaron igualmente al autor a profundizar en máS de un aspecto el análisis aquí presentado. Mucho me ha ayudado también en el Dr. Jerzy Jedlickj.
  • 17. 14 CAPITULO SEGUNDO de precios de los cereales {H. Hauser). La concepción idiográ- fica de la historia implica no sólo un método de interpretación de los datos; es una actitud que determina todos los elementos y etapas del trabajo del historiador, empezando por la crítica de las fuentes y la selección de los hechos. La ciencia marxista, contraria por principio a la historia idiográfica, desgraciada- mente coincidió más de una vez con esta actitud en la práctica de la investigación en la época pasada. Concebida dogmática- mente, la justa tesis de que la "verdad debe ser concreta", imposibilitó de hecho la búsqueda de nuevas leyes. Por otra parte, en la historia de la ciencia encontramos tam- bién una actitud que peca por extremismo en el sentido contra- rio. En el Congreso de Heidelberg en 1903, Sombart, irritado por las mezquinas críticas a la primera parte (que trataba de la Edad Media) de su "Der moderne Kapitalismus", exclamó: "Para hacer comprensible la vida económica contemporánea he creado una construcción que se llama "Medioevo". Me es abso- lutamente indiferente cómo se presentaban en realidad las cosas en aquella época. Querer invalidar mis teorías con objeciones sacadas de trabajos históricos es absurdo"1 • No tomemos es- tas palabras al pie de la letra, como manifestación de la acti- tud metodológica de Sombart, sino más bien como exclama- ción lanzada en el fervor de la discusión; con todo, ella pa- tentiza la actitud que hemos señalado. Si la teoría a construir ha de ser algo más que juego intelec- tual, el sistema de premisas debe responder a las relaciones realmente existentes en las sociedades que sean objeto de nues- tro interés. La teoria construida tendrá validez sólo con refe- rencia a sociedades (conocidas hoy o a descubrirse en el futuro) en las cuales aparezcan efectivamente los elementos que haya- mos introducido en nuestro modelo. Cuanto mayor sea la canti- dad de elementos que incorporemos al modelo, tanto más rica 1 Cito según A. Sapori " Esame di coscienzia di uno storico," Universi- tii degli Studi di Napoli. Instituto di Storia Economica e Sociale. Annali, l , Napo li 1960, p. 6.
  • 18. 1,/ CONSTRUCCION DEL MODELO 15 podrá ser la teoría construida, pero simultáneamente, tanto menor el número de sociedades abarcadas por ella. Para los fines que perseguimos, debemos considerar aquí las p sibilidades de construcción de modelos de este tipo sobre la hase de la observación de sociedades precapitalistas en el pa- mldo, como también sobre la base de la investigación de las nlrasadas sociedades preindustriales de hoy, cuya economía pre- Nenta un baj.o grado de comercialización. En las investigaciones sobre los países atrasados de hoy, el modelo más generalizado y el de mayor utilidad (aunque no I'Sté formalizado) es el modelo de Lewis1 . Este modelo se basa ~n la delimitación de dos sectores: capitalist y subsistance se- ¡{Ún la terminología del autor, los que corresponden a los con- ceptos corrientes de "sector comercializado" y "sector natu- ral" 2 . En el modelo de Lewis; todos los factores del sector comercializado son más elevados: el capital, el ingreso per cá- pita, la tasa de ahorros y la tasa de crecimiento. El sector "natural" es totalmente estático. Hay una serie de instituciones llamadas a mantener este estado de desequilibrio .económico entre los dos sectores. En el sector comercializado, por ejem- plo, hay instrumentos institucionalizados que mantienen los salarios a un nivel superior del resultante de la oferta de la mano de obra. Prácticamente, el único contacto entre ambos sectores es la oferta de trabajo del sector "natural" al capita- lista, oferta excepcionalmente elástica: en cualquier momento es posible· recurrir a masas suplementarias .de obreros, a los cuales, en caso necesario, es posible despedir con la misma facilidad, mandándolos de vuelta al sector "natural". Todo el proceso de crecimiento de este modelo se realiza en el sector 1 W. A. Lewis, Economic Development with Unlimited Supplies o{ Labour, Manchester School, May 1954, pp. 139-191 y, del mismo autor, Theory o{ Economic Growlh, London, 1955 . 2 Empleamos aquí el término "natural" a falta de otro mejor. Muy interesantes son las asociaciones m entales de orden sociológico que han d.1do lugar a este término para designar a la economía no comercializada.
  • 19. Hi CAPT'I'Ul.O S E: t;U N DO comercializado, reduciéndose simultáneamente el sector "natu- ral" que tiende a ser absorbido por aquél. La utilidad del modelo de Lewis para la investigación de los países atrasados de nuestros días es notable, pero en ciertos aspectos limitada. Lo que despierta mayores objeciones es la tajante disyunción de los dos sectores y su extrema contrapo- sición 1 • En primer lugar, la división en sectores en el modelo de Lewis concuerda con la división según el tipo de empresa, inclu- yéndose por lo tanto en el sector comercializado toda la in- dustria y la gran propiedad rural. Si como criterio de clasifi- cación adoptáramos la importancia que tienen para la gestión de la empresa sus vínculos con el mercado, la clasificación de Lewis .;ería justa. Sin embargo, es evidente que una empresa industrial, y con tanto mayor razón una gran propiedad rural, actúan y calculan de diferente modo en el medio típico de un país atrasado. La división en dos sectores, con justa razón lle- vada al primer plano por Lewis, no corresponde a división al- guna de las empresas, ya que en la mayoría de los casos la lí- nea divisoria pasa a través de cada una de ellas. Tanto es así que a menudo podemos abrigar razonables dudas sobre si una gran propiedad rural pertenece al sector capitalista o no. Justa- mente el carácter peculiar del cálculo económico de la empresa en una realidad "bisectorial" es aquí el problema más impor- tante y sin comprenderlo a fondo es imposible aventurar, una explicación de los frenos fundamentales del crecimiento econó- mico autónomo en la mayoría de los países subdesarrollados (especialmente aquellos que incluimos en el grupo de países postfeudales). Lewis tiene asimismo razón en recalcar las ilimitadas posibili- dades de oferta de trabajo. Pero tarnbién este postulado lo plantea de un modo demasiado abstracto. El notorio exceso de población en el agro que produce aquella oferta de trabajo teó- 1 P. T. Bauer, "Lewis Theory of Economic Growth. A Review Arti- cle", American Economic R euiew, XLVI 1956, 4, pp. 632-641.
  • 20. 1. , lNSTRUCCJON DEL MODELO 17 1,. •mente ilimitada va acompañado generalmente de manifesta- 1111 11cs de extrema inmovilidad de dicha oferta. Para que esta 1tl•·rta de trabajo teóricamente ilimitada se vuelva efectiva, es i'""'iso un estado relativamente avanzado de desintegración de 111 tradicional sociedad campesina. Posibilidades efectivamente l11nitadas de oferta de trabajo existían, por ejemplo, en Polonia '"''''s de la última guerra, no existen todavía en cambio en el M"xico de hoy 1 • Además, no siempre es cierto que tal oferta ,¡,, trabajo coexista con factores institucionales que mantengan ¡, 111 salarios en el sector comercializado por encima del nivel dnl. ·rminado por esa oferta. Al contrario, allí donde aquella ili- '"'l.ada oferta existe efectiva y no teóricamente, como por ej. •'' la Polonia de preguerra, los salarios tienden a bajar, si bien •• cierto que siempre se mantienen por encima del ingreso me- ,¡,., de la pequeña explotación agrícola. En cambio, los salarios m nservan su alto nivel en aquellos países donde precisamente ludores institucionales y económicos obstruyen la conversión do la oferta potencial en efectiva. Además, al construir un mo- dolo es difícil hacer abstracción de un fenómeno tan signifi- •·unte y difundido en la economía de los países subdesarrolla- d"s como es la enorme amplitud del espectro salarial que llega l111sta el punto donde sería posible hablar de dos mercados de 1r •bajo. Esto se refiere especialmente al trabajo calificado (por lo general extraordinariamente caro en tales países) y al no cali- f'll·ado (por lo general muy barato). En muchos países esta divi- ,,¡¿,n es ahondada por diferencias étnicas y privilegios institucio- rudes concedidos a obreros inmigrantes, "blancos", respecto de lus "indígenas". Ciertos aspectos de este fenómeno se dejan 1 W. Moore. lnduslrializa lion and Labour Ithaca, 1951. Cf. tam· hií·n M. Meier y R. E. Baldwin, Economic Deve/opment Theory , 1/¡s/ory, Policy, New York, 1957, p. 295 y ss., W. Kula "Recherches ··omparatives sur la fo rmation de la classe ouvriére", en Premiere r'onférence lnlerna liona/e d 'J-listoire Eco nomique, Estocolmo, 1960, pp. Id L-523. El fenómeno de la coexistencia de una numerosa población libre Y de la falta de mano de obra en la industria, es el tema principal de la 11bra de N. Assorodobraj, PoczQLki klusy robolniczej 1Los comienzos de la .-!use obrera], Varsovia, 1946.
  • 21. 18 C AP! T U LO S Hi UNfJO observar en Polonia en el siglo XIX y comienzos del XX, por ejemplo en la región de Lodz o en la Alta Silesia, en las condi- ciones respectivas del obrero alemán y el polaco. En algunos paÍSeS subdesarrollados de nuestros tiempos ésta es una de las manifestaciones de "economía dualista" 1 • Finalmente, también despierta objeciones el postulado de que el sector "natural" sea totalmente estable 2 . Si así fuera, la perspectiva del desarrollo económico de estos países sería más triste de lo que es en realidad. No es cierto que la pequeña explotación agrícola jamás tenga posibilidades de reproducción ampliada, de inversión y aumento de la productividad del trabajo. En Birmania, el State Agricultura] Marketing Board, al ga- rantizar a los agricultores la venta de cualquier cantidad de arroz a precio fijo (aunque algo inferior al precio mundial), dio origen a un aumento de la producción del orden de un 10% en el curso de 4 añosJ. Es notorio cuán grandes posibilidades de crecimiento libera toda reforma agraria. Tampoco se puede in- troducir en el modelo el flujo de la mano de obra desde el sec- tor "natural" al comercializado, al tiempo que se niega la posi- bilidad de desarrollo de las pequeñas explotaciones agrícolas: justamente cuando éstas se ven libradas del lastre de "brazos superfluos", elevan el grado de comercialización y acumulación, empiezan a tener posibilidades de invertir y, por consiguiente, de aumentar la productividad del trabajo y de la tierra; empie- zan a representar un mercado de venta para la industria, o sea, para el sector comercializado. etc. Por último, Lewis considera como fenómeno positivo toda transferencia del sector "natural" hacia el comercializado, pues- to que la productividad marginal del trabajo en el primero - a 1 J . H. Boeke, Economics and Economic Policy of Dual Socielies, Haarlem , 19 53. Muchas y valiosas observaciones críticas en cont ra de la teor ía de la economía dualista concebida de esta manera, hallamos en los trabajos de D. Thorner. 2 P. T. Bauer, loe. cit. 3 C. Wolf J., " Institutions and Economic Development'1 , ,American Economic Reuiew, XLV, 19 55, 5, p. 877.
  • 22. 1,1 CONSTRUCCION DEL MODELO 19 t tusa del exceso de población- es igual a cero. Dado que esta. pr ' misa es impugnable con relación a algunos países subdesarro- lltdos, también la conclusión no siempre será válida. No se puede desc~tar "a limine" la existencia de factores de t·r•cimiento en el sector minifundista de un país subdesa- rrollado. A menudo estos factores son insignificantes y operan ll'ntamente, por lo general es muy difícil registrarlos estadística- mente, pero al producirse a escala masiva desempeñan con fre- t·uencia un importante papel en la vida económica del país. La historia económica, y especialmente la historia económica marxista, hace mucho que comprendió el papel de la capitali- zación, la comercialización y la intensificación de la agricultura en el período de surgimiento de la sociedad industrial. Sabemos ulgo de esto tanto con respecto a Inglaterra, como con respecto u Europa central o Rusia. El historiador de la economía se da perfectamente cuenta de las ingentes dificultades que entraña el estudio de esta problemática. Por eso la colaboración entre el investigador de la economía de los países subdesarrollados con el historiador de la economía puede ser mutuamente provechosa. Retengamos entonces del modelo de Lewis sobre todo la división en dos sectores, concibiéndola de manera un tanto diferente. A nuestro juicio, esta división es punto de partida para el análisis económico de toda sociedad preindustrial. De la crítica que le hemos hecho a Lewis, guardemos en la memoria también la distinción entre los países de avanzada desintegra- ción de la sociedad campesina tradicional, donde la oferta efec- tiva de mano de obra es prácticamente ilimitada y el precio de ésta es bajo, y los países donde, no obstante el exceso de po- blación en la agricultura, se observa una movilidad muy débil de la mano de obra y donde los salarios son más bien elevados. Como ejemplo de construcción de otro modelo de este tipo, emprendido en este caso por un historiador y con fines de investigación histórica, podría servir el intento de F. Maurol. 1 F. Mauro, "Pour une théorie du capitalisme commercial", Viettel- jahrschri(t für Sozia/-und Wirtscha{IS!{eschichle, XLII, 1955, pp. 117-121
  • 23. 1 20 CAPITULO SEGUNDO El autor aborda la construcción del modelo para elaborar una teoría de funcionamiento de la economía de Europa occidental, particularmente la de Francia, en los siglos XVI-XVIII, que según él constituyen el período del capitalismo mercantil, es decir, período en el cual la dirección y los beneficios de la pro- ducción se encuentran en manos de los comerciantes y en el cual -aunque, naturalmente, no toda la vida económica se reduzca a esto- el capital mercantil es el "sector motriz" que gravita sobre la totalidad de la vida económica del país. Los trabajos de Labrousse y sus sucesores, son para Mauro el fundamento sobre el que se construye una teoría de la diná- mica económica del capitalismo mercantil a escala macroeconó- mica, a su parecer les deben suceder, como etapa siguiente, la investigación microeonómica: estudies sobre la contabilidad de las empresas, la relación precios-costos, el cálculo de las inver- siones, la distribución de los ingresos, etc. Dqda la aversión hacia las generalizaciones teóricas, tan di- fundida entre los historiadores, Mauro juzga necesario demos- trar la razón de sus postulados, afirmando que el establecer correlaciones constantes permitirá al historiador comprender los casos en que se carece de documentación histórica, ligar los elementos conocidos en un todo coherente, y sobre todo efec- tuar comparaciones con las leyes que actúan en el período si- guiente (denominado por él período del capitalismo industrial) y por lo tanto comprenderlas mejor, puesto que "para com- prender la economía del presente es preciso comprender la del pasado". Mauro divide las leyes económicas en: 1) universalmente válidas, que se aproximan mucho a las le- yes de la lógica; 2) las que se manifiestan universalmente en un sistema so- cio-económico dado, v. gr. el mecanismo de la ganancia como elemento inherente al sistema capitalista; ~ y del mismo autor "Théorie économique et histoire économique, Recher- ches et Dialogues Philosophiques et JJ:conomiques", IV (Cahiers de !Insti- tut de Science Économique Appliquée, no 79), Paris, 1959, pp. 45-75.
  • 24. 1./ ' ONSTRUCCION DEL MODELO 21 3) mecanismos propios de lo que llamamos una estructura definida, como p. ej. el "capitalismo mercantil" en el sentido arriba indicado, o sea un sistema de relaciones que se manifiesta en más de un pdÍs, pero en un marco temporal y espacial mucho más estrecho que los grandes sistemas socio-económicos 1 • Según Mauro, el método conveniente de análisis comprende lrcs etapas: 1) macroanálisis estático; 2) microanálisis; 3) ma- n oanálisis dinámico 2 • De esto podría deducirse que el elemen- to impulsor de la economía social reside, según él, en la activi- dnd de entidades económicamente operantes ("empresas"). No es así porque en su esquema el microanálisis sigue al macro- nnálisis estático, de manera que es este último el que debe pro- porcionar el "sistema social de referencia" apto para explicar la actividad de las empresas. El modelo, propiamente dicho Mauro lo construye, al pare- cer, a partir de los siguientes elementos: 1) predominio cuanti- tativo de la agricultura en la economía del país; 2) tendéncia al estancamiento de esta agricultura; 3) alto grado de comerciali- zación que abre enormes posibilidades de actividad a los comer- ciantes; 4) influencia de la actividad comercial sobre la incesan- te variación de los factores del cálculo económico de las empre- sas agrícolas e industriales, las cuales dependen grandemente de la comercialización debido a la significación de ésta; 5) pene- tración gradual del capital mercantil en la producción. Para nuestros fines este modelo puede servir únicamente como "mo- delo de contraste". Ante la falta de pautas y ensayos en este sentido en el acer- vo actual de la ciencia, hemos resuelto abordar nuestra tarea de un modo relativamente estrecho, construyendo un esquema de funcionamiento de la economía sobre la base del ejemplo con- creto de las relaciones económicas imperantes en Polonia en los siglos XVI-XVIII, o sea, en la época en que dominaba el sis- ' 1 F. Mauro, "Théorie économique. . .'.'p. 47. 2 /bid., p. 59.
  • 25. 22 CAPITULO SE<~U)'.DO tema de hacienda señorial fundada en la servidumbre. ¿Será aplicable este esquema, siquiera parcialmente, al análisis de otros entes históricos? No está descartado que sí (por ej. Hungría o Rusia), pero dejemos esta cuestión a la investigación ulterior. Del conjunto de las relaciones imperantes en Polonia en esa época, incorporaremos al modelo, en forma simplificada, los siguientes elementos: 1) el predominio abrumador de la agricul- tura en la economía; 2) el hecho de que la tierra no sea mer- cancía, ante todo a causa del monopolio de la propiedad rústi- ca ejercido por la nobleza, pero también porque la tasa de inte- rés de los préstamos en numerario supera la rentabilidad de la explotación agrícola; 3) distribución de la totalidad de las fuer- zas productivas en la agricultura entre la aldea y la reserva se- ñorial; 4) eficientes barreras institucionales contra la movilidad social y geográfica, especialmente de los campesinos (servi- dumbre de la gleba); 5) la mayor parte de las prestaciones del campesinado se dan en forma de trabajo; 6) producción artesa- nal e industrial encuadrada o bien en la gran propiedad rural, o bien en las organizaciones gremiales; 7) falta de restriccio- nes jurídicas que limiten la libertad de opción económica de la nobleza; 8) fuerte propensión de la nobleza al consumo de lujo determinada por factores inherentes al régimen social; 9) existencia de países económicamente más desarrollados en un radio accesible a la comunicación; 10) falta de interven- ción del Estado en la vida económica (ni siquiera mediante aranceles proteccionistas o medidas similares). La selección y conveniencia de estos postulados, y sobre todo su categórica formulación, podrían discutirse interminable- mente. Es cierto que hubo en Polonia aldeas pertenecientes a la burguesía, pero no sólo que eran muy contadas, sino que ade- más no hay seguridad alguna de que el propietario burgués las administrase de modo diferente que el noble, en cambio sí es seguro que se encontraba frente a los mismos elememos de cálculo que el noble (fluctuación de las cosechas, nivel y fluctua-
  • 26. 1. 1 CONSTRUCCI()N DEL MOIJF.l.<J 23 ,." •n de los precios, costos de tranporte, etc). Es cierto que l1u bo en Polonia una clase denominada la pequeña nobleza, que no poseía siervos, pero este fenómeno, sí bien numéricamente nq~nificante, existía sólo en regiones estrictamente determinadas v dudo que su introducción en el modelo pueda cambiar algo •·n él. Es cierto que hubo en Polonia campesinos exentos de prestaciones, pero nadie osará calificar de típico este fenómeno. t•:s también cierto que existía en las ciudades una artesanía l'ucra de los gremios, pero es de suponer (aunque la investiga- o·ión de la historia de la artesanía en Polonia esté poco desarro- llada) que, por una parte, a menudo estaba sujeta a la depen- dencia personal, y por otra, que en atención a sus propios inte- reses, tal como el outsider frente al trust, no atentaba contra el monopolio de los gremios, sino que lo aprovechaba vendiendo >us productos a menor precio -pero no mucho- que el estable- cido por el gremio. Las objeciones podrían multiplicarse, pero dejemos a los objetadores el onus probandi. Estos postulados podrían discutirse también desde el punto de vista de su limitación geográfica y cronológica. Con seguri- dad ellos no se aplican a territorios excéntricamente situados (Pomerania, Ucrania) ni a períodos extremos (primera mitad del siglo XVI y posiblemente, segunda mitad del XVITI). El temor a la crítica debería inducirnos a estrechar los límites en el tiempo y el espacio. ¿Pero dónde entonces trazar estos lími· tes? Quizá sea mejor no reducirlos, sino simplemente declarar que nos ocupamos de los aspectos dominantes en la historia económica de Polonia en la Edad Moderna. La lista de elementos de nuestro modelo podría también extenderse sin dificultad. Pero entonces cabría preguntar si la incorporación de los elementos omitidos cambiaría los resulta- dos de nuestro análisis, indicando un funcionamiento distinto del modelo. Y de plantearse así la cuestión, estoy seguro que los elementos enumerados resultarían suficientes. ¿Cómo transcurre en esta configuración la vida económica y qué regularidades presenta? Esto es lo que trataremos de mos- trar en el presente trabajo. Y si nuestro razonamiento, en más
  • 27. 24 CAPITULO SEGUNDO de un caso, habrá de apoyarse en fundamentos empíricos relati- vamente débiles, esto se debe a qu~ el enorme material cientí- fico relativo a la historia económica de Polonia en los siglos XVI-XVTII no fue acopiado desde el punto de vista de nume- rosas cuestiones que nos ocupan. En caso de que las investiga- ciones ulteriores invalidaran tal o cual hipótesis nuestra, será para nosotros motivo de satisfacción el haber contribuido a esclarecer "cómo era aquello en realidad". "El gusto del manjar se conoce al comer". Lo mismo ocu- rre con la construcción de un modelo. Séame entonces per- mitido cocinar el manjar. . . y su sabor que lo juzgue el lec- tor. El lector dirá si el intento ha sido fecundo.
  • 28. ('npftulo III 1>inámica a corto plazo El cálculo económico de la empresa f-eudal Afirmaciones tales como: "Cada época tiene sus propias leyes económicas" o "Para investigar una realidad diferente hacen falta instrumentos de investigación también diferentes" se repi- ten con frecuencia, pero generalmente sin reflexionar mucho sobre su contenido exacto. No obstante, estos enunciados son realmente justos y el haberlos subestimado ha dado origen a muchos errores de la ciencia. Enormes dificultades, si bien a menudo uno no se percata de ellas, surgen ante todo en el análisis del funcionamiento econó- mico de la empresa feudall. El análisis de la empresa debería, en principio, proporcionarnos respuestas a dos preguntas: 1) ¿cuáles son los resultados objetivos de la actividad de la empresa, o sea si los productos elaborados por ella repre- sentan mayor valor que la suma de los bienes empleados en su producción? 2) ¿cuáles son los motivos y la orientación de la actividad del sujeto económico observado (y por lo tanto, proba- blemente, de sujetos análogos)? En este sentido, el análi- sis de la empresa es un método que puede y debe aplicar· se a cualquier sistema económico investigado. En cambio no se puede -según veremos a continuación- aplicar al análisis de la empresa feudal métodos elaborados para el análisis de la empresa capitalista. Los métodos de análisis de la empresa capitalista fu.eron utili- 1 Acerca de la aplicabilidad del concepto de "empresa" a la época precapitalista, cf. W. Kula, Problemy í metody historíí gospodarczej [Pro- blemas y métodos de la historia económica], cap. "Míkroanaliza 1".
  • 29. 26 CAPITULO TERCERO zados en el análisis de empresas no capitalistas en múltiples ocasiones, tanto en Polonia como en otros países, tanto con referencia al material histórico como en lo que respecta a paí- ses contemporáneos económicamente atrasados. Pero el efecto fue siempre un reductio ad absurdum. Para explicar este punto veamos los datos del balance econó- mico de una propiedad señorial mediana en el sur de Polonia, que comprendía tres haciendas, en los años 1786-1798 (en zlotys: 1 zloty = 30 gr:osz1 . Ingresos en efectivo 13 826,20 7 388,27 6 980,03 Egresos en efectivo 3 988,14 3 354,22 4 373,06 Ganancia en efectivo 9 838,06 4 034,05 2 606,27 Prestaciones personales (corveas) 12 703,10 7 223 18 4180,24 Otras prestaciones de los campesinos 3 533,04 1290,24 330,15 Suma de las prestaciones - de los campesinos 16 236,14 8 514,12 4 511,09 Valor de la propiedad 160 000,- 61000,- Ganancia en metálico en % del valor 6,2% 4,3% Tasa de monetización* 24% 32% 51% 1 uoty gastado reporta una ganancia anual de 2,5 zl 1,2 zl 0,6 zl Gastos en efectivo del señor 3 988,14 3 354,22 4 373,06 Aporte de las prestaciones personales 12 703,10 7 223,18 4180,24 Suma de los costos de producción (mínimo) 16 691,24 10 578,10 8 554,- Ingresos en efectivo del señor 13 826,20 7 388,27 ~~80,03 Pérdidas 2 065,04 3189,13 1573,27 * Relación porcentual entre los gastos en dinero y suma: efectivo + valor de las prestaciones personales. gastos en 1 R. Zubyk, Gospodarstwo folwarczne z koócem XVill w. (Economía de la hacienda señorial a fines del s. XVIII], en Studia z historii spotecznej i gospodarczej poswiecone pro{. dr. Franciszkowi Bujakowi, Lwów, 1931, pp. 227-261.
  • 30. lli NAMICA A CORTO PLAZO 27 Como vemos, esta "empresa" es rentable y en alto grado. l~s rentable como quiera que analicemos el cálculo. Las dos reservas señoriales cuyo precio de compra cono- cemos, reportan anualmente más del 5%, y si se agrega las prestaciones de los campesinos en especie y en metálico, más del 7%. En el curso del año, cada zloty gastado reporta casi 1,5 zloty, o sea el 50% de los gastos corrientes en metálico. El capital circulante es relativamente reducido' (11 .716 zlotys 12 btrosz al año, ¡en tanto que dos de las tres reservas costaron . 221 000 zlotys! ) pero produce anualmente una ganancia neta de 16 479 zl. 8 gr. Agreguemos que los gastos en metálico en consumo personal de la familia del propietario son ínfimos, ya que ascienden apenas a 1 948 zl. 2 gr por añal . Pero la situación se presenta de modo totalmente distinto si la miramos desde el punto de vista del campesino. Las cargas anuales del campesino representan casi el doble de la ganancia anual neta del señor. ¡Así que los campesinos pierden mucho más de lo que gana el señor! ¡¿Qué ocurre con el resto? ! Calculando el costo social de producción de aquellas tres 1 El problema de la función del dinero en el consumo corriente de la pequeña y mediana nobleza terrateniente fue objeto de una disputa entre Korzon y Smoleñski. Este último impugnó la generalización de Korzon de que "la hacienda alimentaba y vest ía (al noble) prácticamente sin gastos en metálico". En apoyo de su crítica, Smoleitski cita datos de las cuentas domésticas de la familia de Tomasz l:.fcki, señor de Unistawice, aldea de una veintena de hogares campesinos en la comarca de Wt oct awek, de 1792 a 1795. Tratándose de una familia numerosa, se gastó allí durante los tres años 14 200 zlotys en metálico. Por cuanto esta suma incluye 4 300 zlotys pagados por concepto de provisión a las hermanas, el resultado es de 3 300 zlotys por año destinados al consumo. Desgraciadamente, Smoleñski no cita los gastos en detalle, indicando solamente que en el año 1793 fueron gastados 438 zlotys 27 grosz en "mesa y otras necesidades vitales", y 2 861 zlotys 3 grosz en vestimenta, remuneración de los cria- dos, impuestos y útiles de trabajo. Puesto que los impuestos y los útiles difícilmente pueden considerarse como gastos de consumo, los datos de S moleñski no son muy concluyentes. (W. Smoleñski, "Z dziejów we wn~trznych Polski za króla Stanisl awa Augusta" 1De la historia interna de Polonia durante el reinado de Estanislao Augusto], en Pisma Histo· ryczne. [Escritos históricos) t. l, Cracovia 1901, pp. 22·29, publicados por primera vez en "Ateneum" en los. años 1883, 1884 y 1887). Korzon cita nsimismo, siguiendo a J. S. Dembowski (O podatkowaniu [De los impues· tos), Cracovia, 1791) los gastos medios de un noble que vive en la ciudad
  • 31. 28 CAPITULO TERCERO reservas según reglas capitalistas, habría que incluir al menos los gastos del señor destinados a la producción y el valor del tra- bajo aportado por los campesinos. El total asciende a 35 824 zl. 4 gr, mientras que el ingreso total monetario representa sólo 28 195 zl. 20 gr. Es cierto que la propiedad dejaba también una ganancia no monetaria, sobre todo en forma de consumo propio del señor y su familia, pero por otra parte no hemos incluido en los costos diversas inversiones no monetarias reali- zadas tanto por ·el señor como -sobre todo- por los campe- sinos. ~ sin mujer ni hijos y cuya entrada es de 500 zloty. Estos gastos anualmen- te se distribuían al parecer, como sigue: Carne: bueyes, terneros, aves Cerveza Vinos, café, azúcar, especias Sebo Ropa blanca, vestimenta, calzado Tabaco Lavandera, cocinero, criado, cochP.ro Total 418 zl. 48 zl . 475 zl. 174 zl . 1 032 zl . 84 zl. 1 672 zl. 3 895 zl. 22,5 gr. 6 gr. 28,5 gr. (T. Korzon, Wewn~trz ne dzieje [Historia interna de Bolonia durante el reinado de Estanislao Augusto], T. IJ. p. 104 ). Los gastos que casi siempre se efectúan en metálico, independientemente de que uno viva en la ciudad o en el campo, o sea vinos, especias, tabaco, ropa y calzado, representan aquí apenas 1 591 zl. 6 gr. (un 40% del total), pero el que vive en el campo seguramente consume menos artículos de esta clase. Cuando se vive en la ciudad, el gasto que resulta ruinoso es la remuneración de los criados (un 43% del total), cosa que en el campo no entraña generalmente gastos en metálico. Finalmente, Jarosz Kutasinski (de la obra de F . S. Jezierski), dice de un pequeño noble de Pocllasie que éste "habiendo comprado hierro, herra- mientas agrícolas, zapatos y sal, estaba libre de todo gasto doméstico" (Jarosza Kutasinskiego herbu D!boróg, szlachcica tukowskiego uwagi nad stanem nieszlachekim w Polszcze, 1790, 1Observaciones de Jarosz Kuta- si:ñski del linaje de D',fuoróg, noble de la región de I:..uków, sobre el estado no nobiliario en Polonia! , en F. S. Jezierzki, Wybór Pism [Obras escogi- das} , ed. Z. Skwarczynski, Varsovia, 1952, p. 87). De los gastos de con· sumo propiamente dichos queda aquí solamente el calzado y la sal. Es cierto que el autor quiere pintar el cuadro de una explotación rural pri- mitiva de un pequeño noble de provincias. El carácter "natural" de la economía de la hacienda señorial llama la atención a cada paso. Cuando leemos las "instrucciones" o la correspon-
  • 32. lii NAMlCA A CO RTO PLAZO 29 Desde el punto de vista del señor, la propiedad es muy rentable, ya que deja más de 16 479 zr 8 gr de ganancia neta (dec imos "más de", ya que nQ podemos determinar la magnitud de los beneficios monetarios). Pero de incluirse el costo del trabajo campesino utilizado en la producción, el ba- lance arrojará una pérdida anual de 7 618 zt 14 gr, que en realidad es mayor aún, sólo que no estamos en condiciones de determinar el valor de las inversiones no monetarias (por ej. la conservación de los útiles de trabajo y del ganado en las explotaciones campesinas). Por último si incluimos el valor de las otras prestaciones de los campesinos (aparte del traba- jo), la pérdida anual alcanzará 12 782 zi 27 gr. No obstante, la "empresa" funciona durante años y no llega a quebrar ni mucho menos. Su propietario lleva una vida lujosa y no limita sus gastos monetarios. Su caja rebosa de caudales (anualmente ingresan en ella 16 478 zl 8 gr de ganancia neta en metálico, mientras que sus gastos en metálico con fines de con- sumo alcanzan apenas 1 948 zl 2 gr). Tampoco nada indica que la propiedad se vaya desvalorizando' · Naturalmente, no puede descartarse la pauperización de las explotaciones campesinas obre la cual callan las fuentes- pero con seguridad son más frecuentes los casos en que esto no ocurre. El señor puede ven- dencia de la época concerniente a las cuestiones económicas, en todas partes tropezamos con esta regla suprema de la buena administración de los bienes: evitar los gastos en metálico. Cuando se leen los inventarios, se Liene a veces la impresión de que se trata. de una verdadera obsesión, al ' otarse con qué minuciosidad son registrados hasta los goznes aherrumbra- dos o "algo daii.ados" de las puertas (W. Kula, Szkice o m anufakturach 1Ensayos sobre las m;onufactura.s], pp. 70-71 ). "Cada objeto por el que hay que pagar en metálico -dice Baranowski refiriéndose a la nobleza, si bien es cierto que se trata de una rebrión pobre como es la de Podlasie en el siglo XVI- cobra un valor especial; los nobles no tienen reparos en entablar un pleito y hasta en apelar al rey, por e jemplo, a causa de dos hachas o de un vestido de paño rojo" (l. ·T. Baranowski, Podlasie w przededniu Unii Lubelskiej 1La región Podlasie en vísperas de la Unión de Lublin 1 en Pt-zeglad Historyczny, VII, pp. 53-54). 1 Po1· casualidcd conocemos la historia. ulterior de la familia del propie- tario; de las mem orias de su hijo, que se han conservado , sabemos que éste llegó a ser un hombre bastante acaudalado. M_ Smarzewski, Pamiel- rlill, 1809-1831 [Memorias, 1809-18311, Wroclaw 191)2, p. VIII, 21, 130.
  • 33. 30 C A!'I'l'l 'LU T~: HCERU der su propiedad en cua"lquicr momento y el precio que reciba por ella dependerá únicamente del juego de la oferta y la de- manda de propiedades rurales en el memento dado. Buscando índices adecuados al caráder específico de la em- presa analizada hemos aplicado, come¡ se ve, algunos coeficien- tes "inusitados": 1) calculamos la relación gastos monetarios con fines pro- ductivos -ganancia monelaria neta, en otras palabras, cal- culamos cuánta ganancia anual neta reporta un zloty gas- tado con fines productivos; 2) calculamos aquello que hemos llamado "tasa de moneti- zación de la producción", o sea el índice que ha de mos- trarnos la importancia de los gastos productivos en metá- lico dentro del conjunto de los gastos productivos, y al no poder calcularlo con toda exactitud consideramos como aproximación verosímil la relación entre los gastos monetarios y la suma de éstos más el valor de las presta- ciones personales. El primero de estos índices es relativamente verídico, puesto que la contabilidad de Jos nobles - despreocupada en materia de inversiones no monetarias-- registra escrupulosamente los in- gresos y egresos monetarios. El segundo de estos índices es con toda seguridad exagerado, puesto que conocemos con suficiente exactitud los gastos monetarios, mientras que los gastos produc- tivos globales eran seguramente mayores que la suma de los gas- tos en metálico y del valor del trabajo aportado por los campe- sinos. Pero dado que los gastos no monetarios aparte del traba- jo existían en cada reserva, este coeficiente conserva su valor informativo. Cabe recalcar que los datos presentados sugieren que existe una relación inversa no sólo entre el grado de monetización del proceso de producción y la rentabilidad monetaria (cosa nada extraña ya que se desprende del supuesto mismo) sino que tam- bién entre el grado de monetización y la rentabilidad en gene- ral. El coeficiente de monetizaciófl de la producción es del 51~:,
  • 34. 111 NAMICA A CORTO PLAZO 31 ,.n iVIoczerady, mientras que en Izdebki sólo del 24%, pero un 1.loty invertido en la producción rinde en lzdebki 2,5 zl de l''mancía neta, mientras que en Moczerady sólo 0,6 zl, y la uti- lidad que produce el capital invertido en la compra de la ha- c·ienda representa un 6,2% en Izdebki, mientras que en Mocze- rady sólo un 4,3%. Esta importante cuestión exige, por supues- to, una verificación basada en un material más amplio 1 • Pero volvamos al problema de la rentabilidad de la empresa. l ~n el ejemplo citado, la empresa investigada resultó altamente rentable cuando tomamos en cuenta sólo el aspecto monetario, y claramente deficitaria cuando incluimos en el cálculo una estimación de los costos no monetarios. Este resultado lo pode- mos considerar típico .:o. Semejantes resultados los obtendremos casi siempre cuando analicemos una empresa feudal. Este problema, en apariencia relativo a la técnica de investi- gación, en realidad es mucho más amplio y alude a cuestiones teóricas fundamentales. Por un lado, atañe a todo tipo de empresa cuya actividad no se basa en el trabajo asalariado3; por el otro lado, remite a una cuestión de carácter esencial: al cálculo económico y a la racionalidad de las decisiones económicas en sistemas que no se basan en ei libre juego del mercado. 1 Las cifras citadas impli can que al cabo de t:uatro aüos aproximada- f!lcnte, el propietar io pocl ía t:omprar una cuarta hacienda del mismo valor que 1vloczerady. ¿Era réalmente as í? ¿Qué ocurriría si todos Jos propie· t.arios de haciend as medí· nas pudiesen extender sus propiedades a un ril· rn o semejante') Incluso si excluimos a los que eran eliminados a causa de las catástrofes y catacli smos, que no eran raros ni mucho menos, los precios de la tiena de berían de aumentar rápidamente. Por desgracia, nuestro conocimiento de la fluct uació n de los precios de la tierra en la anligt1a Polonia es sumamente limitado. .! A concl usiones análogas llegó PuczyÍlski, quien investigó la historia de estas mismas haciendas du ra nte las tres décadas siguientes. B. Puczyñski , "G ospodarstwu folwarczne z pocz. X I X w . na podstawie ksiw i wchunkowej . marzewskich z llocz.erad. 1798-1828 " 1La hacienda señorial a principios del siglo XIX, en base al libro de cuentas de los Smarzewski de l'vloczerady , 1798-1 R28 1. Rocznilli dziejów .<polecznych i gospodar- czych, IV, 19:15, pp. 7 1-104. .1 Préd<'ric Mauro ha obtenido últimamente resultados análogos: Le /'orttlgal el 1'!l lanlique au 17·!' si!!cle. 1570-1670. París, 1960, principal- m f' ntP p. 21 3 y SS.
  • 35. 32 CAPITULO TEHCERO A todas estas cuestiones tendremos ocasión de volver en esta obra. Pero la dificultad en cuestión no se refiere, ni mucho menos, únicamente al trabajo oblígatorio; puede concernir a todos los elementos de la producción que no sean adquiridos en el mer- cado. Tomemos como ejemplo la madera. En 1785 un tal Torzews- ki publicó en Berdyczow un manual polaco de fundición de vi- drio1. Este manual, redactado en forma de diálogo, empieza por la escena donde el Alcalde (símbolo de terrateniente acau- dalado) encomia ante el señor Wiadomski (portavoz del autor) el modo de administración que ha introducido en sus propieda- des. Menciona como la mayor ventaja del sistema aplicado, la autosuficiencia de sus reservas (no necesita comprar casi nada). Se dirige a Wiadomski pidiéndole consejo en una sola cuestión: ¿cómo aprovechar Jos muchos bosques que tiene, donde los árboles crecen sin ningún provecho y la madera se desperdicia? Wiadomski le presenta entonces el proyecto de construir una vidriería en cuyos hornos la madera podría aprovecharse como combustible. Es interesante que Wiadomski motive su proyecto indicando que existe un mercado local para artículos de vi- drio 2; por otra parte, la manera corno formula la cuestión el Alcalde indica que en ese período y en esa región no había posibilidades de vender madera en bruto. Para el Alcalde, esta madera es por el momento inútil y por lo tanto sin valor. Con gran alegría acepta entonces el proyecto de quemarla en una vidriería. ¿Qué lección podemos sacar de este breve coloquio, cierta- mente realista? La situación pintada en esta escena indica que la decisión económica de utilizar la madera como combustible 1 Tortewski, Rozmowa o sztukach robienia szkta, palenia potaszów i topienia 2elaza. .., w Berdyczowie, w Fortecy N. M. P. za przywilejem J. K. M. Roku 1785 [Discurso sobre el arte de hacer vidrio, calcinar potasas y fundir el hierro... en Berdyczów, en la fortaleza de Nuestra Señora, con privilegio de S. M., año 1785]. 2 Cf. W. Kula, Szkice o manufakturach. .. [Ensayos sobre las manufac- turas]. Varsovia, 1956, pp. 210-211.
  • 36. I>I N AMlCA A CORTO PLAZO 33 1' 11 una fundición no es una opc10n económica, ya que justa- IIWnte el Alcalde no tiene, o al menos no percibe, ninguna otra ¡n>si bilidad. Por supuesto, el modo de formular esta tesis es un 1 1nlo paradójico. La construcción de la vidriería por el Alcalde representará, con todo, una opción económica. Lo que este co- loquio demuestra, sin lugar a dudas, es que si quisiéramos luego ..rectuar el balance de aquella vidriería, contando la madera quemada en ella al precio que el Alcalde o su vecino tuviesen que pagar de querer comprarla, obtendríamos resultados exor- bitantes. El propietario de un bosque situado a orillas de un río navegable, antes de levantar, por ejemplo, una fábrica de vidrio, 1iene que calcular si gana más transportando la madera a flote hasta el puerto o vendiendo el vidrio obtenido mediante la rom bustión de esa misma madera (tomando en cuenta la dife- r ncia de otros costos relacionados con una y otra operación). Pero el Alcalde del manual de Torzewski no razonaba en estos términos. ¿Qué instrumentos de cálculo aplicar entonces a sus decisiones económicas? La plena posibilidad de elección existe sólo en un mercado "perfecto". Pero el mercado "perfecto" es una abstracción teó- rica de la cual se aleja en diferentes puntos incluso la realidad capitalista liberal. Aplicar esta abstracción al estudio de la economía feudal es un craso anacronismo. No obstante, en la economía precapitalista la gente también calcula, aunque lo hace a su manera. No tenía razón Sombart al considerar la contabilidad un invento " del espíritu capita- lista". Tal vez en épocas precapitalistas se tome más a menudo en cuenta motivos extraeconómicos, pero no es cierto que en el capitalismo estos motivos no figuren para nada. ¿Cómo enton- ces investigar el cálculo económico precapitalista y las leyes del obrar económico que le son propias? En base al estado actual de la ciencia, se puede formular la suposición de que si hiciéramos el balance de una "empresa" feudal cualquiera (latifundio, grandes dominios, reserva señorial o manufactura) utilizando métodos propios de la contabilidad capitalista, o sea asignando un precio a todos los elementos que
  • 37. 34 CAPITULO TERCERO entran en la producción sin ser adqutridos en el mercado 1 (te- rreno, edificaciones, materias primas, etc.), casi siempre resulta- ría que dicha empresa funciona con pérdidas. Si en cambio lo calculáramos sin tener para nada en cuenta aquellos elementos, el balance arrojaría por lo general enormes ganancias. De esto se puede inferir que la diferencia entre estas dos magnitudes podría ser la medida del desperdicio social. Sin embargo, afirmar semejante cosa sería simplificar demasiado. El problema es más complejo. Ante todo convengamos en que el primero de estos resul- tados es evidentemente absurdo: todas o casi todas las "empre- sas" de un país no pueden a la larga funcionar casi constante- mente con déficit, cuando al mismo tiempo no se observa indi- cios de una catastrófica decadencia económica del país. Asi- mismo es inverosímil el segundo resultado, en el cual todas o casi todas las empresas reportan constantemente enormes ga- nancias, sin que se observe mayores indicios de progreso de la economía nacional. En el primer caso, aplicando el método capitalista de conta- bilidad, llegamos a una tremenda exageración de los costos. En la economía capitalista es lícito (con ciertas reservas, por ejem- plo, con relación a la econom ía minifundisia) calcular a precio de mercado los elementos que entran en la producción sin haber sido comprados, puesto que la fórmula: "si hubiesen pasado por el mercado, el precio de mercado no habría va- riado", no se aparta mucho de la realidad. En otros términos, tenemos razones para suponer que el propietario de dichos ele- mentos (materia prima o mano de obra), en vez de utilizarlos en la producción, puede venderlos en el mercado a precio co· rriente. Aplicado al feudalismo, todo este razonamiento se vuel· ve absurdo. En el ejemplo de la madera en una región carente de vías navegables, hemos visto que con frecuencia no había posibilidad alguna de vender determinada materia prima en el 1 Como lo sugirió C. E. Labrousse en una discusión que sostuvo conmi· go en París.
  • 38. l tiN AMICA A CORTO PLAZO 35 111Crcado y que, por lo tanto, esa materia prima no podía consi- ,[crarse efectivamente "mercadería". Análogamente, suponga- mos que toda la mano de obra en Polonia en el siglo XVITI pasa por el mercado; estará claro entonces que su precio se lliLuará muy por debajo de los precios efectivamente pagados en •·sa época a la reducida parte de la masa de trabajadores que trabajaban por salario. En el segundo caso -o sea si se excluyen del cálculo de cas- Ios los elementos no adquiridos en el mercado- los costos que- d;m reducidos al mínimo, tendiendo a cero en los casos extre- mos. En la manufactura de paños de los Radziwill en Nieswiez caso investigado por mí- prácticamente el único gasto mone- tario relacionado con su fundación fue la compra de tinturas en Koenigsberg. Así que este cálculo también deforma la realidad. La deformación será más evidente si recordamos un fenómeno muy conocido en la historia del latifundio polaco cual era la "degradación" de la propiedad, de la que se acusó tantas veces a los administradores o arrendatarios. Traducida al lenguaje eco- nómico, dicha "degradación" significa disminución de la capa· cidad productiva que representa potencialmente dicha propie- dad. Como se sabe, los pleitos por "degradación" eran por lo general extraordinariamente embrollados y era sumamente difí- cil probar o refutar la acusación. Y no es extraño. La contabi- lidad de entonces tenía reglas elaboradas y uniformes sólo en lo concerniente al aspecto monetario de los ingresos y los gastos, pero por lo general no tomaba en cuenta el valor de la propie- dad ni los cambios que podían afectarlo 1 . Este hecho no es mera expresión de falta de "sentido de cálculo" o de conoci- mientos económico-matemáticos. La evaluación de todos los bienes (muebles o inmuebles) que componían la reserva según precios corrientes de mercado habría sido una operación injusti- ficada, incluso teóricamente en las condiciones económicas de 1 J. Rutkowski, Badania nad podzialem dochodów w Polsce czasach nowozytnych [Investigaciones sobre la distribución de los ingresos en Polonia en la Edad Moderna 1, t. 1., pp. 66·61l.
  • 39. 36 CAPITULO TERCERO entonces 1 • Y aunque se procediera a semejante evaluación, se- ría imposible reducir a un denominador común los cambios en el potencial productivo de la propiedad en determinado perío- do económico: edificios y enseres, número de cabezas de ga- nado, superficie de los bosques, etc. De ahí que fuese objetiva- mente insoluble la cuestión si la "degradación" había tenido efectivamente lugar y, en caso afirmativo, cuáles habían sido sus dimensiones (lo cual abría ante la nobleza polaca, conocida por su afición a los pleito's, posibilidades realmente fantásticas). En la economía de dos sectores (monetario y natural), el sec- tor natural es, en principio, primordial para el campesino, y el monetario para el noble. Todo lo que pueda acrecentar las entradas en efectivo es visto con agrado por el noble. Sin em- bargo, en el sistema imperante no puede saber con exactitud si ese incremento no ha sido logrado a expensas del haber general de la propiedad. De ahí la contradicción entre el ansia de au- mentar las entradas en efectivo y el deseo de evitar la "degrada- ción". De todos modos, descartando los elementos no adquiridos y utilizados en la producción, llegaríamos a considerar como ren- table una manufactura cuyo funcionamiento redujese notable- mente el potencial productivo de la reserva en otros aspectos. Tyzenhaus, administrador de los bienes reales en Lituania en los años 1768-1780, construyendo manufacturas aumentó ~nor­ memente los ingresos del rey, pero también es verdad que aque- llos dominios sufrieron una fuerte "degradación" en aquel período 2 • 1 J. Rutkowski ibid. p. 68 f se opone, y con toda razón, a que el c.álculo económico de la gran propiedad sea fundado en la evaluación de los bienes muebles e inmuebles; aunque esto fuese factible "llegaríamos a cifras totalmente ajenas a las condiciones reinantes en la época, ajenas a la mentalidad de Jos hombres que organizaban la vida económica en ese entonces y, por lo tanto, sin influencia posible sobre el curso de la vida económica". La tesis es justa, aunque la argumentación toma en cuenta un solo aspecto del problema. 2 W. Kula, Szkice o manu{acturach. .. op. cit. pp. 309-310, 443-448.
  • 40. 111 NA MICA A CORTO PLAZO 37 A más de esto, el problema se complica con un elemento 11 dicional difícil de precisar. Figurémonos una manufactura (I'Omo aquella vidriería del ejemplo anterior) que devasta los I111Sques de una propiedad determinada. La evaluación econó- lnica de este fenómeno depende de si existían en el lugar y 11cmpo señalados otras posibilidades de aprovechar la madera, v. gr. flotándola hasta una ciudad portuaria, lo cual como sabe- Inos, no siempre tenía lugar. Faltando tales posibilidades, la "quema" del bosque en los hornos de una fundición de hierro 1> de una vidriería constituirá el único modo económicamente fundado, y de cualquier manera rentable, de utilizar aquella madera. Razonando en simples términos de oferta y demanda a escala de la economía nacional, es perfectamente posible una situa- t;ÍÓn en la cual la oferta sea superior a la demanda en el con- junto de la economía, mientras en el sector comercializado ocu- rra lo contrario: la demanda sea superior a la oferta. Traduciéndolo al lenguaje gráfico: "'-&?2aLLL.LL.I.'---------' Oferta ~""'""""''-"-"-L.LLA----'' Demanda La parte rayada representa la oferta y la demanda por el mel,'cado. Con toda seguridad, es así que se presenta a fines del siglo XVIII el problema del factor más importante de la producción, o sea la mano de obra. Por una parte, tenemos numerosos ejemplos de desperdicio de la mano de obra campesina en la economía latifundista, por otra, los precios de la mano de obra libre alcanzan en el mercado un nivel relativamente alto 1 • Pues- 1 Rutkowski afirma que los elevados precios de la mano de obra asala· riada limitaron su empleo en las ha!ien das de Ucrunia occidental; Zabko·Polopowicz analiza un fenóm eno análogo en las tierras lituanas (J. 11utkowski, Studia z dz iejów w.~i polskiej X VJ-XVJI.I w. 1Estudios sobre la historia del campo polaco, siglos XVI-XVIII], ed. W. Kula, Varsovia,
  • 41. 38 CAPITULO TERCERO to que la abrumadora mayoría de los brazos existentes en el país están ligados por la servidumbre, en el mercado del trabajo apa- rece una parte proporcionalmente insignificante de la mano de obra; comparada con ella, la reducida demanda del trabajo asalariado viene a ser relativamente considerable. Y si ahora evaluamos toda la mano de obra empleada en la reserva según los altos precios del mercado, llegaremos forzosamente a la con . clusión de que la reserva era deficitaria y no podría subsistir sin la servidumbre. Al parecer, situaciones análogas se producían muy a menudo también con respecto a muchos otros factores económicos. La evaluación monetaria -a precios del mercado- de aque- llos elementos que integran el proceso de producción sin pasar por el mercado, o de los frutos de la producción que no van a parar al mercado, se apoya en varios supuestos que pecan a ojos vistas por falta de realismo: 1) se supone la existencia de un precio de mercado relati- vamente uniforme para cada uno de estos elementos, con la mano de obra en primer lugar; 2) se supone que todos los elementos y todas las categorías de la mano de obra poseen un valor económico y un pre- cio que permite medir este valor; 3) se supone que el "empresario", organizador de la activi- dad económica y propietario de los medios de produc- ción, tiene siempre la posibilidad de elegir entre vender el artículo dado en el mercado a precio corriente y utilizar este artículo en el proceso de producción. Además, la 1956, p. 124; Zabko-Potopowic-.;;, Praca najemnn i najemnik w rolnictwie w Wielkim Ksi<:stwie Lite!!Jskim w XVIII w. [El trabajo asalariado y el asalariado en la agricultura del Gran Ducado de Lituania en el siglo XVIII), Varsovia, 1929, pp. 98-99). Con toda seguridad, en estas regiones el fenómeno era particularmente intenso, aunque no cabe duda que en menor grado se registraba en todo el país. Al plantear esta tesis en forma de regla, no nos olvidamos que en las diferentes subdivisiones del período considerado, la situación podía variar; por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVII y a principios del XVIII, cuando a raíz de las guerras, una mayor movilidad de la población campesina originaba una mayor oferta de la mano de obra asalariada.
  • 42. O!NAMICA A CORTO PLAZO 39 última decisión la tomará únicamente cuando tenga fun- dadas razones para esperar una ganancia mayor de la pro- ducción. En otras palabras, reproducir el cálculo económico de una empresa equivale en cierto modo a verificar la racionalidad de las decisiones del empresario. El cálculo de los costos tiene por objeto reconstituir la suma de las pérdidas sufridas en favor de la producción. En este cálculo, el valor monetario de la madera utilizada en la producción, mas no comprada, puede conside- rarse pérdida sólo cuando aquella madera pudo haberse vendido a precio dado. ¿Pero realmente habría podido venderse? In- cluir en los costos el valor de las prestaciones personales ten- dría sentido sólo si al renunciar a la producción fuese posible vender dichas prestaciones a determinado precio. ¿Pero acaso era posible hacerlo? El que fuese partidario de otro procedimiento de investi- gación podría plantear aquí una objeción. Concretamente, podría decir que al incluir en el cálculo de los costos el valor estimado de los artículos no provenientes del mercado, nos pro· ponemos no tanto reproducir el. cálculo de las ganancias y pér- didas del empresario, cuanto reconstituir las ganancias y pérdi- das sociales. Pero esta objeción es, a su vez, objetable. Toda utilización productiva de una madera que no puede venderse, es rentable desde el punto de vista social ya que engrosa la renta nacional aunque sea en ínfimo grado. El único límite percep- tible es aquí el deterioro de la propiedad y de su futura capa- cidad productiva. Con toda razón, el concepto de "degradación de bienes" desempeñó una función tan notable en el razona- miento económico de la nobleza polaca 1 • Muy interesante en relación con estas cuestiones es el análisis 1 El problema se puede explicar asimismo en categorías marginalistas: el elemento que entra en la producción pero que carece de precio de mer· cado, es decir el elemento al que no se le puede dar otro uso , podemos tratarlo como factor sobrante con respecto a los otros factores indispensa· bies para la produccion y, en consecuencia, igual a cero en el cálculo de los costos.
  • 43. 40 CAPJTULO TERCERO del sistema de contabilidad de las reservas señoriales. El nunca bien ponderado Gostomski, también en esta materia da sus con- sejos al propietario de la reserva 1 • Este ~egún dice Gostomski en el año 1588- debería establecer una cuenta aparte para cada uno de los elementos materiales y monetarios que integran la producción y el consumo de la reserva: para el centeno y la zanahoria, para las manzanas y el carbón, para los camarones y aros de barril, para los derechos de peaje y para las multas co- bradas a los campesinos, etcétera. . . ¡En total, 156 cuentas de 'valores materiales, cada una aparte y, lo que es más, irreduci- bles a un denominador común! Cuando todas las cuentas denoten incremento, la conclusión será incuestionable: la finca funciona con ganancia. Quien tuviese dudas con respecto a esta interpretación de la contabilidad recomendada por Gostomskí, hallará en su libro un enunciado que la confirma expressis ver- bis : "El encargado .~ . debe velar por que no haya mengua al- guna, antes tiene que preocuparse por que en cada cosa haya crecimiento"2 • Pero ¿cómo apreciar la actividad de la reserva cuando aumentan las reservas de trigo almacenadas en el gra- nero al tiempo que disminuye la cantidad de manzanas en la despensa? La primera impresión que le produce a uno la lectura de Gostomski y del sinnúmero de "instrucciones" de la época, redactadas por los grandes propietarios para el uso de los admi- nistradores de sus bienes, es la de que todos ellos propagan una economía multifacética, o sea el policultivo. Pero esta es una impresión superficial. En realidad se trata de un policultivo al servicio del monocultivo. La mayoría de los artículos se ha de producir no para venderlos, sino para no tener que comprar- losJ, es decir, para.aprovechar me.ior el dinero obtenido por los 1 A. Gostomski. Gospodarstwu, 1588 1La hacienda, 1588), ed. S. Inglot, Wroclaw, 19 51. , pp. 119·122. 2 A. Gostomski, op. cit., p. 22. 3 Esta tendencia se ha puesto de manifiesto repetidas veces durante mis investigaciones sob1·e las ma11Ufacturas polacas del siglo XVIII, pero ella no se limita, ni mucho menos, a las inversiones manufactureras.
  • 44. n t NAMICA A CORTO PLAZO 41 únicos productos que interesan de verdad: los productos expor- tables. Todo ha de estar subordinado al monocultivo de cen- teno y trigo, y el dinero obtenido por ese centeno y ese trigo ha de ser gastado sólo en artículos que de ninguna manera podrían producirse en la reserva misma sin recurrir al numera- rio. En este sentido es rentable la producción de cualquier cosa, siempre que se efectúe mediante fuerzas propias, sin involucrar gastos en metálico1 • Hasta ahora nos hemos referido principalmente al análisis económico de la reserva. Desgraciadamente, la falta de fuentes impide un análisis similar de la explotación feudal campesina, mas todo indica que el resultado sería análogo. Lo indican ante todo los resultados de las investigaciones que se llevan a cabo en los países hoy económicamente atrasados, principalmente en la India, donde en torno de este terna se ha desarrollado una amplia discusión (la cual, por otra parte, recuerda en más de un aspecto las discusiones económicas en la Polonia de preguerra). Una enorme signíficación vigente posee el análisis teórico de la explotación campesina pre o semi-capitalista como tipo de "empresa". Esta cuestión ha cobrado suma actualidad cientí- fica, por cuanto se relaciona con un problema candente en el mundo de nuestros días, donde la mayoría de la población corresponde a los países subdesarrollados, y la mayoría de la población de éstos vive precisamente en pequeñas explotaciones campesinas de tipo familiar, apenas vinculadas con el mercado, que trabajan principalmente para satisfacer sus propias nece- sidades de consumo 2. Hoy por hoy, la explotación campesina 1 Kluk (1779) no sabe todavía indicar un mélodo, cuando señala que "es menesler saber y contar bien si el provecho será mayor que los gastos necesarios en trabajo y herramientas, y si este provecho compensará las escaseces que mientras tanto pueden producirse por esta causa". (Krzyszto{ Kluk, O rolniclwie, zbozach , /acach, chmielnikach, winnicach i roslinach gospodarskich, 1779 1De la agricultura, los cereales, los pasti- zales, e l cultivo del lúpulo, viñas y planlas útiles, 1779 1, ed. S. lnglot, Wroclaw, 1954, p . 29. ) 1 "Lo que se ha dich o aquí de sociedades campesinas investigadas por un etnólogo es, en buena parte, lo mismo que dicen los historiadores,
  • 45. 42 CA PITU LO TERCERO autárquica (si se nos permite este término convencional) es sin duda alguna la forma más difundida de organización de la acti- vidad productiva en el mundo. ¿Podrá llamársela "empresa"? ¿Convendrán para su investigación los criterios empleados en el ar1álisis de la actividad económica de la empresa? ¿Y sí no, en qué plar1o analizarla entonces? 1 • A la ciencia actual le falta mucho para poder responder a estas preguntas fundamentales. Los métodos tradicionales de análisis de la empresa fueron aplicados a este tipo de explotación un sinnúmero de veces. En términos generales, sabemos qué resultados podemos esperar de ellos. Limitémonos a citar un ejemplo por demás elocuente: el estudio de 600 explotaciones llevado a cabo en 1937-1938 en 21 aldeas hindúes :.> demostró que estas explotaciones produ- cían, por término medio, 88 rupias de ganancia arJual calculán- dolo a precios de mercado y sin tener en cuenta el costo de la mar1o de obra familiar ni la amortización del capital. En cam- bio, incluyendo el costo de dicha mar1o de obra según los sala- rios pagados en este lugar y esa época a los jornaleros y agre- gando un 3% de amortización del capital, las mismas resultaban altamente deficitarias (90 rupias de déficit ar~u al ). Recordemos que en el agro polaco, reducido al primitivismo económico en época de crisis mundial, resultados ar~ álo gos fue- ron obtenidos por el Instituto de Pulawy en su investigación del minifundio campesino en el año 19323 . Recordem os también que obtuvimos prácticamente el mismo +-- usando otra Lem1inología, ac,rca de la vida ('Conómica en la Edad Me- dia" - dice R. Fi1·th ~n Elements o( So cial Organ ization, Lo ndres. 19 51, p. 137. 1 D. Thorner, The Releuance o( lhe Theory o( the Pirm to Produc/ion by Peasant 1-louseholds (manuscrito cuya copia me ha sido fac ilitada gen- lilmen te por el autor). 2 D.R. Gadgil y V.R. Gadgil , .4 S urvey o/ f<'ar'n /Jusíness in Wai T u- tul<a. Gahhale lnstilule o( Pulitics and Econumic.s , Poona , l ~J40 (cit<Jdo por D Thorner). _¡ Cf. Maly Hocz,¡¡/l Statysly cz ny 193'7 1Pcq ueiio Anuario Estad ístieo 1937, Varsovia, 1937, P- 61:l. A la misma conclusión llegó V. Lenin , en "Nuevas transformaciones ec0nómic¿¡s en la vida campesina ''. Obras, vp. cit., l. 1, pp. 32 33. .
  • 46. IIINIMlCA 11 CORT() PLA7.0 43 resultado (rentabilidad cuando se excluye de los costos el valor 1:stimado del trabajo no adquirido, y déficit en el caso contra- rio) al analizar una reserva típica basada en la servidumbre y lambién muchas manufacLuras feudales. Como se ve, el problema es de gran importancia. La ciencia tradicional no advertiría mayores dificultades en esta cuestión. Respondería que el campesino medio no cuenta el costo del trabajo de su familia ni la amortización del capital por desconocer estos conc~ptos y por no saber calcular corree- lamente. Respondería además que el cálculo correcto debe tomar en cuenta estos dos factores, que la única manera de medirlos consiste en aplicar los precios de mercado propios del Jugar y del tiempo dados, y que por lo tanto estas explota- ciones son en realidad deficitarias sin que sus propietarios lo sepan. La conclusión de que media humanidad está empeñada en una actividad productiva deficitaria, constituye una especie de reductio ad absurdum. Igualmente absurdo sería afirmar que todas las reservas señoriales y todas las parcelas de los campe- sinos adscriptos a la gleba en Polonia eran permanentemente deficitarias a lo largo de los cuatro siglos de su existencia. Por otra parte, este método no resiste la crítica ni siquiera desde el punto de vista de la ciencia tradicional. Si para dar comienzo a una actividad productiva se precisa, supongamos, A kilogramos de materia prima y B jornadas de trabajo, y el "empresario" dispone de A kg de materia prima y de B más X jornadas de trabajo, y al mi<>mo tiempo no existe ninguna otra posibilidad de aprovechar la mano de obra excedente, entonces el valor de toda la fuerza de trabajo incorporada a la produc- ción debe calcularse como equivalente a cero. En este sentido podría decirse que el campesino-propietario hace buen uso de la teoría marginalista 1 . 1 Por qué el campesino no toma en cuen ta en su cálculo ni la ganancia media del capi tal ni la renta , por qúé es falso que este mism o campesino no toma en cuenta su trabajo (al contrario, este trabajo es lo úni co que tom a en cuen ta , lo cual no quiere decir que lo calcule a precio de mer·
  • 47. 44 CAPITULO TERCERO Con todo, es evidente que en ciertas condiciones es total- mente justificado efectuar el balance económico de la explo- tación campesina ateniéndose estrictamente a los métodos capi- talistas (incluyendo el trabajo familiar a precio de mercado, la amortización del capital, etc.). Para el historiador de la economía es precisamente cuestión fundamental responder a la pregunta cuáles métodos deben aplicarse en tales o cuales condiciones sociales (en relación con el nivel de desarrollo socio-económico). Es un tema vastísimo, aquí sólo podemos esbozar una sugerencia. Como criterio -así nos parece- se podría adoptar la forma que revisten las cargas exteriores de la explotación. Nos referi- mos a las prestaciones al Estado (impuestos) y al latifundista (renta feudal y, a veces, aun la capitalista). En la misma C3tego- ría puede incluirse la forma del crédito. Allí donde los impues- tos, las prestaciones al señor y Jos préstamos se paguen en especie (en trabajo o en productos), el balance de la explota- ción campesina efectuado según normas capitalistas carecerá de sentido y casi siempre dará resultados como los arriba descrip- tos (déficit al incluir el costo del trabajo no asalariado y la amortización; rentabilidad en caso de no incluirlos). En esta situación tenemos: 1) que el productor calcula en unidades naturales; 2) que los precios de mercado no son válidos ni para los factores de la producción (cuyo valor, por lo general, exageran), ni para los productos; 3) que el productor, en principio, no reacciona a los estímu- los del mercado (bajas y alzas de precios). Allí donde el régimen socio-económico impone el pago en dinero de los impuestos estatales, de las prestaciones al señor (propietario de la tierra) así como del crédito, la situación sufre +- ca do ), lo ex plicó Karl Marx en é'/ capital, t. Ifi, 3, pp. 184 -185 de la edición francesa, París, 1967. Acerca de cuánto tiempo el campesino pue- de pasar por alto el capital y la renta en su cálculo, y de que siempre cuenta de alhrún modo su trabajo, cf. V. Lenin El ~apita/i.~ m o en /a econo- mía a¡¡raria en Ob ras, cit., t. IV, pp. 122-123.
  • 48. lllNAMICA A COHTO PLAZO 45 un cambio radical. Aparece entonces un fenómeno que podría- mos llamar "comercialización forzada". El campesino necesita vender a fin de obtener el dinero para cubrir todas estas obliga- ciones, a riesgo de perder su tierra. Su reacción a los estímulül" del mercado es contraria de Jo que supondría la ciencia econó- mica burguesa: cuando los precios aumentan, vende menos; y cuando bajan, precisamente tiene que vender más. Los gravá- menes que tiene que soportar son, en general, rígidos, por lo cual las cantidades que vende (con frecuencia a expensas de su propio consumo) y el nivel de los precios son magnitudes inver- samente proporcionales. En más de un caso el alto nivel de los precios ocasiona un retorno parcial de estas explotaciones a la economía natural y viceversa 1 • En la conducta económica del campesino, el sector natural prevalece sobre el monetario, y los precios de mercado resultan inadecuados para reconstruir sus modalidades de cálculo o evaluar los resultados de su actividad productiva. Sólo cuando la explotación campesina empiece a reaccionar positivamente a los estímulos del mercado (mayor venta en caso de alza de precios y viceversa) Jos métodos de contabilidad capitalista serán aplicables a este tipo de "empresa". En otros términos, sólo entonces la explotación se convierte en empresa propiamente dicha. Esta reacción positiva a los estímulos del mercado aparece únicamente cuando existen posibilidades opta- tivas de aprovechar los medios de producción existentes (sobre todo cuando el trabajo utilizado en la explotación agrícola puede ser vendido en el mercado en caso de que aquélla resulte poco rentable, y cuando la tierra llega a representar una inver- sión de capital como cualquier otra). Resumiendo: aplicar una contabilidad de tipo capitalista (o sea aquella que evalúa a precios de mercado los bienes y servi- 1 M. Postan, por ejemplo, ha demostrado en sus conferencias en París, en 1961, que el campesino en la Edad Media en Inglaterra o bien no reac- ciona del todo a los estímulos del mereado, o bien reacciona en sentido inverso: la baja de precios lo inclina u redoblar sus esfuerzos por aumentar la cantidad de productos ofrecidos en venta.
  • 49. 46 CAPITULO TE RCERO cios no adquiridos ni vendidos) a las relaciones económicas precapitalistas, equivale a proceder anacrónicamente. Aplicar a la totalidad de la producción del país los precios de mercado - a través del cual pasa una ínfima parte de los bienes y ser- vicios producidos- tiene que conducir forzosamente al absurdo. Este método es particularmente peli¡,<roso aplicado a la mano de obra, ya que el mercado del trabajo en el régimen feudal es ex. de{initione sumamente reducido, en realidad marginal. Como la parte fundamental de la mano de obra no tiene derecho a ofre- cerse en el mercado, es natur(ll que el precio de la mano .de obra libre sea por regla general extraordinariamente alto (aun- que suele haber excepciones). Ahora bien, si nos servimos de este precio para evaluar las prestaciones de los campesinos en favor de la reserva, o el trabajo invertido por éstos en sus pro- pias parcelas, no debe extrañarnos el que obtengamos resul- tados exorbitantes al tratar de establecer los respectivos cálcu- los de costos. Economía del dominio feu dal Pese a que los estudios históricos sobre el agro polaco - tan- to los antiguos como los recientes- pueden preciarse de mu- chos e incuestionables logros, no es empresa fácil proceder a un análisis siquiera aproximativo de la economía del dominio feu- dal, y menos aún, de la economía campesina. Con respecto a la reEerva, esta afirmación puede parecer paradójica, si se considera la gran cantidad de trabajos mo- nográficos y, mayor aún, de fuentes publicadas (con los inven- tarios e instTucciopes en primer lugar) que tenemos a nuestra disposición. El problema consiste en que estas fuentes y los trabajos basa- dos sobre todo en ellas presenLan serios inconvenientes cuando se trata de investigar este preciso aspecto de la economía, y especialmente lo más importante de cada economía especiali- zada: su funcionamiento.
  • 50. OJNAMICA A CORTO PLAZO 47 Las antiguas investigaciones sobre la historia agraria se apo- yaban sobre todo en fuentes de tipo normativo, empezando por la legislación histórica y terminando en las instrucciones para los administradores de las grandes propiedades. Rutkowski, cu- yos estudios marcaron un vira.ie en este terreno, desconfiaba manifiestamente de este tipo de (uentes. Y tenía mucha razón. Se negaba a sacar conclusiones acerca de "cómo fue" a partir de una fuente que decía "cómo debía ser". De ahí que para Rutkowski el tipo preferido de fuentes fuesen los inven tarios (inclusive su categoría especial constituida por las "actas de inspección"): descripción positiva del estado de cosas en cada propiedad en un momento dado. En otro trabajo señalélm os que Rutkowski no advertía en toda su extensión la presencia de elementos normativos en los inven tarios 1 . Pero en este momento, no es esto lo que nos in- teresa. A esta altura, lo decisivo para nosotros es el carácter lla- mémosle "representativo" de las informaciones que nos propor- ciona el inventario. Si bien en algunos casos es posible reunir cierto número de inventarios concernientes a una misma aldea y, por consiguiente, obtener una serie de muestras representa- tivas, entre multiplicar muestras y captar la dinámica de las transformaciones hay un largo trecho .?. Es evidente que la com- paración de dos muestras nos informa sobre el rumbo de los cambios; sin embargo, la interpretación causal o funcional de este rumbo sólo es posible en conexión con nuestro conoci- miento general de la époc.:;l. Y en esto reside todo el peligro del método. Si comparamos lo · inventarios anteriores al año 1648 con los posteriores al año 1655, veremos en qué dirección fue evolucionando la situación en el agro. Pero como sabemos por 1 W. Kula, l'rohlcmy i m elody histurii guspodarcze] [Problemas y mé· todos de la hisloria eco n óm ic~l , capilul o Zrúd la du dz iejów gospodm·- czych Polshi nowuzylnej 1Fuentes para la historia económica de Polonia en la Edad Moderna l. 2 W. Kui<J, Prólogo a J. Rut kowsld i, S ludia z dziejów wsi polsskiej Xil-XVI11 w., cit., p. 2t>, dond<' s • sen'" " que t·ambié,; en su síntesis Rut· kowski demuestra la tendenci:~ a capt<Jí· la dinámica mediante una multi· plicación de mu e~ lras .