El documento resume la controversia iconoclasta entre los siglos VII y IX sobre el uso de imágenes religiosas en la Iglesia bizantina. Detalla las posiciones de San Germán de Constantinopla, San Juan Damasceno y el II Concilio de Nicea de 787 a favor de las imágenes, frente a los emperadores iconoclastas como León III y Constantino V. Finalmente, la emperatriz Teodora puso fin a la persecución iconoclasta en 843.