Este pasaje advierte a los discípulos sobre la destrucción de Jerusalén y les aconseja huir a los montes cuando vean la abominación de la desolación. Jesús les dice que no crean a falsos mesías y profetas que realizarán señales para engañar a los elegidos. Les pide estar atentos porque les ha predicho todo lo que sucederá.
1. La gran señal (13, 14-23) 14
Pero cuando veáis la abominación de la desolación erigida
donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que
estén en Judea, huyan a los montes; 15 el que esté en el
terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa, 16 y el
que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
18 Orad para que no suceda en invierno.
2. 19 Porque aquellos días habrá una tribulación cual no
la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios,
hasta el presente, ni la volverá a haber. 20 Y si el Señor
no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero
en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado
los días.21 Entonces, si alguno os dice: ‘Mirad, el Cristo
aquí’, ‘Miradlo allí’, no lo creáis.22 Pues surgirán falsos
cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios
con el propósito de engañar, si fuera posible, a los
elegidos. 23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad
que os lo he predicho todo.
3. Este pasaje está todo él configurado bajo determinados
oráculos del libro de Daniel. Según él se profanará el
santuario instaurando en el altar un ídolo (la abominación
de la desolación). Se da así principio a la guerra contra los
santos. Al final, intervendrá Dios y restituirá al pueblo.
¿Estaba en la mente de los discípulos este trasfondo de
pensamiento cuando interrogan a Jesús acerca de la señal
(13, 4)? En este caso los discípulos aceptarían la
destrucción del templo como paso previo para la
intervención final de Dios, que volvería a poner en pie a
Israel. Ésta parece ser la actitud de los Doce a lo largo
del evangelio y que queda reflejada muy claramente en
los Hechos de los Apóstoles.
4. Como es lógico Jesús no va a responder en
ese sentido. La ciudad va a ser destruida,
pero no va haber intervención alguna de Dios
para restituir a Israel. La destrucción de la
ciudad es el síntoma de un mundo que se
está descomponiendo. La fuerza del
evangelio le irá penetrando. Pero al igual que
en el libro de Daniel habrá una intervención,
no para restaurar a Israel, sino para salvar a
los seguidores de Jesús.
5. El pasaje suscita muchas preguntas: ¿Habló Jesús de la
destrucción de la ciudad? Y si lo hizo, ¿en qué sentido?.
Solamente al comienzo del discurso se habla del templo,
del que no va a quedar piedra sobre piedra. Después ya a
lo largo del discurso se ignora la cuestión del templo.
Todo se puede explicar así: el Jesús histórico se
experimentó y comprendió a sí mismo como novedad
absoluta. Siente en sí una gran experiencia de majestad y
percibe que con él han llegado los tiempos finales. Por
otra parte, su evangelio constituye una novedad con
respecto a Israel, al que no le queda con relación a Jesús
otra función más que la de precursor; función que ejerce
Juan Bautista.
6. Con la desaparición del Bautista, Israel carece de
sentido. Por tanto, Jesús en su vida prepascual se ha
tenido que ver obligado a explicar muchas veces ante sus
discípulos el sentido de Israel. Su convicción no ha podido
ser otra que las instituciones de Israel ya no tenían
sentido. En su autoafirmación como Hijo del Hombre ha
encontrado en los textos de Daniel su mejor referente,
con los que ha logrado expresar su experiencia. Después
de Pascua el evangelista ha encontrado nuevas luces.
Pero el punto de referencia central ha sido el libro de
Daniel32. Por otra parte, no hay que olvidar que, como
hemos dicho, éste es un discurso que corresponde a
Jesús en estado de Resucitado; es el discurso del
Resucitado a su comunidad.
7. Es una advertencia a sus discípulos preocupados por la fecha
del final de los tiempos. Algunos consejos que se dan a los que
están en la ciudad para que se salven, son de sentido común y
sólo quieren poner de relieve la magnitud de la catástrofe y la
prisa que deben darse para evitarla. No es improbable que nos
encontremos aquí con una segunda intención de Marcos para
disuadir a los dirigentes judeo-cristianos de todo protagonismo
en la comunidad.
Con estos sucesos se demostraba claramente que a Israel no le
quedaba ya ningún privilegio33. Pero, dentro de la catástrofe
que se avecina, Dios reserva un cuidado especial para sus
elegidos. Ante el miedo y terror que va a suscitar tanto dolor, los
elegidos pueden sentirse tentados de dar fe a los falsos mesías
que van a surgir35. Al hablar del Cristo, el evangelio de Marcos
se sitúa claramente en la perspectiva de la resurrección.
8. También se ha querido determinar aquí a qué falsos profetas.
Ignoramos si quiere referirse a algún personaje histórico en
particular. Pero sus afirmaciones entran dentro del contexto del
suceso escatológico del que viene hablando. Al igual que en el A.T.
en la época, de Jeremías, surgieron falsos profetas, también en el
contexto de una catástrofe nacional, del mismo modo acontecerá
ahora. Es algo que necesariamente tiene que suceder. El final de
Israel es como un inmenso dolor de parto que abre el camino al
resurgimiento de una nueva humanidad. Va a surgir algo
totalmente nuevo: por ello no debe quedar en pie nada de lo
anterior. Si Jerusalén había pasado por pruebas muy duras y
severas a lo largo de su historia, ahora que han llegado los tiempos
últimos la prueba final va a ser mucho más dolorosa y grave.
9. Todo el discurso parte y se enhebra en el hecho de que Jesús
tiene conciencia de que en él el A.T. ha llegado a su final. Por eso
el discurso se elabora en presente. Después de Jesús no hay
espacio intermedio. Israel ha llegado a su término. Esto es lo que
no alcanzaban a comprender sus discípulos. De ahí, el aviso de
Jesús de que no hagan caso a los falsos Mesías que
inevitablemente van a aparecer. ¿Qué tipo de mensaje era el de
estos falsos mesías?37 Sin duda, el de que Israel iba a ser
restablecido; que la catástrofe presente era la señal de que
pondría en pie de nuevo a Israel una intervención grandiosa de
Dios. Pero Jesús les advierte a los suyos que Israel ha llegado a su
final. La idea de que los profetas ejecutaron señales y prodigios
también se halla dentro de lo que se dice de los profetas falsos.
Seguimos en un lenguaje común a este tipo de discursos. Crecerá
el entusiasmo mesiánico, y la esperanza en la llegada del Mesías
será el último agarradero. Pero Jesús advertirá claramente que se
trata de un falso mesianismo.