El documento presenta diferentes perspectivas sobre cómo Chile debe enfrentar la reconstrucción tras el terremoto de 2010. Se argumenta que esta es una oportunidad para repensar el país en términos no solo materiales sino también sociales, económicos y culturales, y para fortalecer aspectos públicos que se han debilitado. Algunos advierten que la reconstrucción podría usarse para imponer un modelo ideológico privado sin contrapesos, mientras que otros ven la oportunidad de construir un país más democrático e inclusivo.