Este documento narra la historia de la familia Hernández, quien denunció a sus vecinos por presunto expendio de drogas. Luego de hacer la denuncia, la familia sufrió amenazas y el ataque a su vivienda por parte de los vecinos. A pesar de la denuncia, la justicia colombiana no brindó protección a la familia ni sancionó adecuadamente a los agresores, dejando un sabor amargo por la falta de seguridad y justicia.
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Noticia_Judicial_David_Contreras
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UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA
COMUNICACIÓN SOCIAL
GÉNEROS PERIODÍSTICOS
ACTIVIDAD: PROYECTO FINAL
DAVID JULIÁN CONTRERAS VELÁSQUEZ
CÓD: 1’069.744.708
CEAD ARBELÁEZ- FUSAGASUGA
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La familia Hernández García está
conformada por cuatro integrantes, la
señora Nohora García su esposo Jaime
Hernández y sus dos hijos Esneider y
Liliana, viven en las cercanías del centro
de Fusagasugá en un barrio llamado
San Diego segundo sector y son un
hogar de estrato medio como la mayoría
de familias de Colombia, a base de
esfuerzo y largas jornadas laborales que
muchas veces no compensan el
esfuerzo y el cansancio que sus mentes
y sus cuerpos cargan al final del día,
Nohora se gana la vida como líder y
también representante de las ventas por
catálogo, y Jaime conduce un autobús
de servicio público, su hijo Esneider se
encuentra cursando 10 de bachillerato
en un institución Municipal y Liliana
estudia Ing. Industrial en una
Universidad Pública. Aunque el lugar
donde residen es un lugar tranquilo, los
alrededores son unas de las
catalogadas "ollas" de Fusagasugá y
estas se convierten en verdaderas
tuberías de desechos que desembocan
en el tranquilo sector que residen los
Hernández tanto así que en frente de su
casa ha habido ya expendios de droga,
de los cuales uno fue exitosamente
desmantelado gracias a la denuncia
oportuna y a la rápida y atenta acción
de la unidad correspondiente de la
Policía Nacional, sin embargo el caso
más reciente no contó con la misma
fortuna, ya que frente al domicilio de los
Hernández en una casa que está
escriturada a nombre del señor Néstor
Rodríguez quien es pensionado de la
Policía Nacional vivían como
arrendatarios otros presuntos
expendedores de drogas y quizás
cuando Jaime tomó la decisión de
ampliar su hogar y hacer la construcción
de un segundo piso para su casa no
imaginó que la altura le podría otorgar
una mejor perspectiva de los que hasta
ese momento habían sido normales
movimientos en la casa de enfrente.
Mientras estaban en la etapa de
elevación del segundo piso Jaime y
Nohora comenzaron a notar con extraño
que muchas personas visitaban la casa
de enfrente a diario y en su visita
dejaban dinero y recibían algo a cambio
lo que alertó algún negocio extraño en
dicha casa, aunque no era la primera
vez que en la casa de Néstor se
presentaba algo así, Jaime quiso
comentar con un vecino muy amigo la
impresión que tenía de esos inquilinos,
en dicha conversación sostienen que los
movimientos que se realizaban eran
similares a los que se llevaban en la
casa que fue desmantelada en meses
pasados y que debían tomar cartas en
el asunto, pensaron entonces que sería
mejor advertirle al dueño de la casa
quizás siendo él un ex militar pudiera
tomar cartas en el asunto pero vaya
sorpresa que su reacción fue advertirle
a los inquilinos que ya los residentes del
sector estaban sospechando de su
proceder.
El sábado 29 de Marzo de 2014
transcurrían las 06:40 de la tarde
cuando una reunión se llevaba a cabo a
las afueras del domicilio de Jaime, un
grupo de jóvenes entre hombres y
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mujeres estaban frente al sector de la
casa que queda frente al garaje, las
reuniones allí son poco usuales y en
esa ocasión la reunión no sería para
menos que para tomar retaliaciones en
contra de la casa de los Hernández, con
piedras romperían los vidrios de la
puerta del garaje, posterior a esto no
huirían y por el contrario se quedarían
para amenazar de muerte a los
integrantes de la familia, la policía llegó
a los pocos minutos pero sólo se
limitaba a pedir a los agresores que se
entraran a su respectiva casa y mientras
la familia pedía que los llevaran presos
la policía respondía que “No podían
hacer nada si no atentaban contra la
integridad de alguna de las personas” y
sólo se llevaron a un menor de edad y
tres adultos de los aproximadamente
quince integrantes que cometieron este
atropello contra la integridad tanto del
domicilio como de las personas de la
familia Hernández que resultaron
seriamente afectados por las esquirlas
que los vidrios al romperse arrojaban.
Esa misma noche luego de todo el
altercado Jaime y Nohora acudieron a la
fiscalía para hacer la respectiva
denuncia, en los calabozos de la
Fiscalía de Fusagasugá se encontraban
los cuatro detenidos que al ver a la
familia denunciante siguieron
arremetiendo con amenazas de muerte
a sus integrantes. Pero como muestra
de la negligencia la displicencia de la
justicia para las personas del común
seguían afirmando que esas no eran
causantes de apresamiento de más de
24 horas para los capturados. Como por
si fuera poco al día siguiente son
liberados los capturados y como
garantía la familia Hernández sólo tenía
una citación a la fiscalía para completar
su denuncia, no son escoltados,
tampoco protegidos, ni ellos ni su casa
están exentos de recibir nuevas
retaliaciones por parte de los agresores.
La primera citación dada para el 08 de
abril a la cual no asiste el menor agresor
no tiene mayor relevancia para la
fiscalía, quien bajo el seguimiento
periodístico es preguntada por éste
caso y aseguran está siendo procesado
y también afirman no pueden dar
nombres ni entrevistas al respecto ya
que simplemente no se tomarían
acciones penales en contra del menor
sino la simple conciliación pacífica de
las pates implicadas. La segunda
citación pactada para el 09 de Mayo en
dónde aseguran los inquilinos y/o el
arrendatario deben pagar la totalidad de
los daños que efectuaron al hogar,
hasta la fecha 17 de junio de 2014 no
han recibido ninguna compensación y
no hay conciliación alguna por los
bienes que fueron destruidos, parte de
lo que podría llamarse una “burla” de la
justicia a las personas del común, pocos
días atrás estando en horas laborales
Jaime recibe una llamada en la que la
fiscalía le pregunta si desean él y su
familia protección, casi 3 meses luego
de los sucesos, tres meses en los que
muchas cosas hubieran podido tener
lugar, en los que esta familia podría ser
sólo la historia contada desde un
Apogeo y dónde las entidades y la
justicia sólo parecen saber abrir
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archivos, expedientes pero culminarlos
llegar al fondo no es una prioridad,
tampoco lo es otorgar información a
quienes la requieran para cumplir su rol
periodístico, quizás haga falta un buen
apellido y algo de “estatus” para ser
tenido en cuenta por la justicia y más
aún pertenecer a una cadena radial o
televisiva para que los elementos de
trabajo sean brindados a un
comunicador que desea desempeñar su
labor. Aún en la familia Hernández
queda el sabor amargo de la
destrucción de lo que con tanto esfuerzo
lograron como lo es su hogar, queda un
sin sabor por lo que representan en
Colombia la seguridad y la justicia,
también aún permanece la sensación de
inseguridad en sus mentes y el temor de
salir a altas horas de la noche o de
quedarse solos en la residencia, habita
también la duda de las casualidades
que genera el ver que los arrendatarios
de la casa de Néstor Rodríguez estén
usualmente involucrados en negocios
ilícitos y sobre todo que es necesario
para hacer justicia en Colombia y de
qué manera debe ser no reprendida
sino evitada la delincuencia en nuestro
país.