2. Biografía
Primeros años
José Eloy Alfaro Delgado nació el 25 de junio de 1842 en
la ciudad ecuatoriana de Montecristi, sus padres fueron
Juan Alfaro González, republicano español natural de
Cervera del Río Alhama (La Rioja) quien llegó a Ecuador
en calidad de exiliado político y María Natividad Delgado
López, nacida en Montecristi el 8 de septiembre de
1808, hija de Rafael de la Cruz Delgado, que fue en
repetidas ocasiones regidor del Cabildo de Montecristi y
de María de la Cruz López, mestiza.
3. Primer Gobierno: Desde el 5 de
junio de 1895 al 31 de agosto de
1901
Alfaro ejerció la jefatura suprema hasta el 17 de enero de 1897. En este año y
medio, la revolución cabalgó sobre un potro de tormentos nacidos del espíritu
conciliador y de la prudencia reformista de Alfaro, de las exigencias de
cambios drásticos pedidos por la impaciencia de los radicales, de la subversión
de los conservadores, de la violencia del clero y de la represión y ambiciones
de los propios alfaristas.
La primera medida fue exonerar a los indios del pago de la contribución
territorial y del trabajo subsidiario, y gobernar con todos los sectores del
liberalismo. La segunda, aplacar a la Iglesia: escribió al papa León XIII para
presentarse y le pidió que canonizara a la quiteña Mariana de Jesús Paredes y
Flores. El Papa le contestó con paternal bondad, pero la Iglesia local no estaba
dispuesta a la paz. "Rechace el Señor a los espíritus infernales (del
liberalismo)", arengaba el huido obispo de Manabí, que dirigió una invasión
desde Colombia, mientras el desterrado obispo de Loja lo hacía desde el Perú.
Los conservadores se sublevaban en el norte, en el centro y en el sur de la
Sierra. Los predicadores incitaban a la guerra santa. Hubo abusos y
desmanes: el coronel Manuel Antonio Franco, el hombre duro de Alfaro,
expulsó a los capuchinos de Ibarra. Las tropas liberales asaltaron el Palacio
Arzobispal de Quito, quemaron la biblioteca y el archivo, injuriaron al
arzobispo González y Calisto, paladín de la cruzada antiliberal, e hicieron la
parodia de fusilarlo si no gritaba "!Viva Alfaro!".
4. Segunda Administración:16
de enero de 1906 a 11 de
agosto de 1911
El golpe militar de Eloy Alfaro contra el presidente Lizardo García influyó para que los dos
primeros años de la segunda presidencia del Viejo Luchador fueran perturbados por la
oposición de los liberales placistas y de los conservadores. Lo más notable de este segundo
período fue la consolidación del laicismo, la llegada del ferrocarril a Quito y la unión nacional
en torno al conflicto bélico con el Perú. El 9 de diciembre de 1906, el general conservador
Antonio Vega Muñoz levantó a Cuenca contra Alfaro. Vega esperaba refuerzos conservadores
de otras provincias de la Sierra. Fue derrotado por el general liberal Ulpiano Páez en
Ayancay, entre Azuay y Cañar. Vega murió de un balazo cuando entraba a pie en Cuenca
como prisionero de las tropas alfaristas. Los gobiernistas dieron la versión de que Vega se
había suicidado; pero lo más probable es que fue asesinado.
Este hecho aumentó la impopularidad de Alfaro. Vega era un ciudadano distinguido y
respetado en Ecuador. La impopularidad creció cuando en el mismo mes de diciembre el
batallón "Vargas Torres" saqueó la ciudad de Loja con la connivencia de las autoridades
alfaristas locales, y cuando el desmán quedó impune. Muchos liberales radicales se pasaron
a la oposición. Había descontento contra los abusos del Ejército, cuyo liderazgo iba
escurriéndose de las manos de Alfaro, quien, débil y achacoso, permitía que el Poder se
repartiera entre los favoritos y sus familias. Consultado el nuevo arzobispo de Quito,
Federico González Suárez, sobre qué hacer contra estos y otros abusos, aconsejó votar por
personas capaces y patriotas. En Quito se constituyó un Club Político Universitario para
luchar por la libertad de sufragio en las elecciones del próximo Congreso. Como se preparaba
el fraude electoral, el pueblo se levantó para apoyar a los universitarios. El 25 de abril de
1907 se dio un choque sangriento. Alfaro perdió el apoyo de un sector de los intelectuales.
Un poco más tarde, el 19 de julio, se intentó asesinar a Alfaro en la gobernación de
Guayaquil. Al defenderlo, murieron ocho oficiales, y se fusiló a ocho de los 16 complotados
que habían sido reducidos a prisión.
5.
6. Derrota y asesinato: La Hoguera
Bárbara
Desde mediados de 1911, en Quito y en todo el país, se fue afianzando y extendiendo, un
clima anti-alfarista que culminó el 11 de agosto con un golpe de estado militar, que obligó a
Eloy Alfaro a dimitir de la presidencia, a refugiarse en la Legación de Chile y posteriormente
exiliarse a Panamá. Según estima Cristóbal Gangotena, un testigo presencial de los hechos
que dejó una crónica, la vida de Alfaro ya corrió peligro durante su derrocamiento, siendo
salvado por los cónsules de Brasil y Chile. Este último, de apellido Eastman, fue el
responsable de un acuerdo que permitió que Alfaro salga ileso, pero comprometiéndose a
salir del país por lo menos un año. Desde entonces, el Viejo luchador, perdería todo el apoyo
en el Congreso, en donde la "mayoría constitucionalista" lanzaba furibundos ataque contra
él, llegándose a plantear incluso la colocación de una placa difamatoria contra el Alfarismo en
el Palacio de Carondelet y a pedir su extradición, para juzgarlo, mientras los hombres del
antiguo régimen eran apresados y sufrían las consecuencias de la ira de un populacho que
enfurecido linchó al Coronel Quiroga. En este clima, Víctor Emilio Estrada, asumió el poder,
pero sus problemas del corazón lo llevaron a la tumba después de tres meses. El Congreso
en donde los placistas y conservadores dominaban, eligieron al presidente del Congreso
Carlos Freile Zaldumbide para que se encarge del Gobierno, lo que fue rechazado por los
alfaristas de Esmeraldas que eligieron a Flavio Alfaro como Jefe Supremo, a la vez que el
general Pedro J. Montero, fiel seguidor de Alfaro y Jefe Militar de Guayaquil, se proclamó por
su parte, como Jefe Supremo del Guayas. El general Leonidas Plaza Gutiérrez en nombre del
Gobierno, como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para combatir el levantamiento de
Montero, que había recibido el apoyo de Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó
de Panamá, ante el pedido de Montero para actuar como mediador y pacificador. Alfaro
regresó, para servir de mediador entre los suyos y el Gobierno y evitar mayores problemas
para el radicalismo y aún la mismísima desaparición del partido.
7. "Enseguida desembarcó Plaza con su ejército. Su primera decisión
en Guayaquil, fue la violación de las Capitulaciones. En algunos de sus
telegramas manifestó sorpresa porque los Generales no habían fugado:
ésta es declaración de que él lo hubiera hecho, porque para él nada
importa un compromiso. En la mejor acción de este hombre se deja
vislumbrar la estrofa de una canalla. Mandó prender á los generales
Eloy Alfaro y Ulpiano Páez, quienes se hallaban juntos, esperando la
designación del vapor en que debían embarcarse (...) Plaza había
tenido buen cuidado de incorporar en el populacho a soldados
disfrazados y escogidos, para que mataran a los generales en la calle,
cuando los conducían a prisión". Se refiere a Plaza: "Y a su cómplice
Valverde le telegrafiaba a Manabí en las mismas horas: "El hecho de
haber caído prisioneros todos los cabecillas está revelando que una
justicia superior va á destruir el mal de una manera radical y para
siempre"5
Guardaban el Penal García Moreno el Regimiento No. 4, los batallones
"Quito" y "82", y secciones de policía. Se estimó en el año de 1919, en
600 soldados armados a la guarnición que debía proteger la prisión y
mantener el orden, pero no lo hizo.
8. "El cadáver, entonces, fue abandonado en las calles,
descuartizado y por fin quemado en una plaza"4
El Presidente Freile ordena que los otros prisioneros sean
llevados a Quito. Plaza, aparece como contrario a esta
disposición, pero el historiador Roberto Andrade lo acusa de
haber manipulado la decisión y planeado el asesinato de los
jefes del radicalismo, que finalmente ocurrió en la capital el
28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno. Como una
ironía histórica, el general Alfaro fue llevado a Quito en el
mismo tren que él construyó.
9.
10. “Penetré por medio de aquel populacho hasta la puerta de aquel
establecimiento, que ya la encontré despedazada y que habían botado una
especie de muro de adobe, que habían hecho para resguardarle. Habiendo subido
la escalera de la Serie ‘E’ encontré en una celdilla a los Generales Eloy Alfaro y
Ulpiano Páez, y me consta que el cochero José Cevallos, dirigiéndose al General
Alfaro le dijo: ‘dónde están los millones que has robado viejo sinvergüeza’, le dio
de golpes con un palo que tenía en la mano, lo boto al suelo, y en seguida con el
rifle que tenía, lo mató, y luego hizo lo mismo con el General Páez. Cuando
muerto ya el General Páez, el carpintero Emilio Suárez, le dio un barretazo en la
cara que le hizo tortilla, sacaron sus cadáveres que los botaron de ese altillo para
abajo, y los bajaron. En seguida volvió a subir Cevallos, gritando ‘falta un
bandido’, y dirigiéndose a la celdilla en donde había estado el General Flavio E.
Alfaro, en cuyas puertas que habían estado aseguradas con candado, rompió éste
a balazos, penetró, le hizo un tiro, con el que cayó muerto, en cuyas
circunstancias entró un joven con pistola en mano, con la que también le hizo un
tiro: no conocí a ese joven, pero debe dar razón el sindicado Cevallos. Vi también
al zapatero Montenegro con cuchillo y que gritaba también, que había que
matarles a los Flavistas, y el cochero de la señora Isabel Palacios, hacía tiros en
las celdillas de los presos, en compañía de muchas personas a quienes no pude
conocer porque eran numerosas y debido también a la ofuscación que existía;
pues es inexplicable lo que acontecía, puesto que los hechos que pasaban eran
terribles”. 7
Al parecer, Cevallos tras golpear al ex presidente le disparó dos tiros, uno en la
cara y otro en el ojo, quedando en la celda un charco de sangre y la botella rota.
11.
12. Según relató Gangotena, Ulpiano Páez había escondido un revólver en la bota, con el que pudo
defenderse y abatir a uno de los atacantes, antes de recibir un tiro fatal en el rostro.
Flavio Alfaro, que tenía la puerta de su celda cerrada, pudo resistir varios minutos a los
balazos que le disparaban desde el exterior, pero finalmente fue alcanzado por tiros de rifle.
Los asesinos mataron a un preso común, al que confundieron con uno de los políticos
liberales.
En la versión de Andrade, un individuo de apellido Pesantes llamó al pueblo y abrió las
puertas, entregó los cadáveres y ordenó, que los arrastrasen y quemasen. Según estableció el
fiscal Pío Jaramillo Alvarado en 1919, un grupo de artesanos mestizos, llamados José Cevallos,
José Emilio Suárez, Alejandro Salvador Martínez, Julio Vaca Montaño, María Mónica Constante,
Emilia Laso y Silverio Segura 9 fueron los principales cabecillas del grupo de asesinos que
ingresó por la fuerza al Penal de Quito y los organizadores del linchamiento, y posterior quema
de los restos. A pesar lo escrito por José María Vargas Vila, en su libro "La muerte del Cóndor",
no participaron en el crimen indígenas ni personas venidas de otras ciudades, pues casi todos
eran personas conocidas como artesanos y cocheros de Quito. Sobre Cevallos, el fiscal no
pudo concretar su relación con el ministro de Gobierno, Octavio Díaz, con quien al parecer
trabajaba y estuvo pocos minutos antes de sumarse a la turba y liderar el asesinato de Alfaro.
Esto fue negado siempre por Díaz.
El espectáculo fue horrendo. Los cadáveres desnudos fueron amarrados por la turba de pies y
manos. Al cadáver del periodista liberal Luciano Coral un abogado le cortó la lengua y la
llevaba en la punta de su bastón mostrándola a la gente.
13.
14. "En los momentos en que los cadáveres de los Generales Eloy Alfaro y
Ulpiano Páez, eran arrastrados por la Plaza de la Independencia, un
grupo del pueblo penetró al Palacio Arzobispal y se dirigió decididamente
a los departamentos ocupados por el I. y Rvmo. señor Arzobispo. Al oír el
ruido, salió de su cuarto Monseñor González Suárez y adelantándose a
los del grupo, les preguntó qué querían. A lo que le contestaron: Dénos
su Señoría Ilustrísima el permiso para repicar las campanas de la
Catedral, porque el señor Sacristán Mayor (entonces el Presbítero señor
José Miguel Meneses) no quiere permitirnos. Y ¿por qué quieren ustedes
repicar las campanas de la Catedral?, replicó el I. señor Arzobispo.
Porque, contestaron, debemos alegrarnos de que hayan desaparecido los
que tanto perseguían a la Iglesia. La Iglesia no puede aplaudir esta
conducta, y así ustedes deben retirarse de aquí y les prevengo que no
han de poner un dedo en las campanas de ninguna iglesia, concluyó el
Prelado. No hubo, pues, repiques de campana en las iglesias católicas,
como pretendieron algunos exaltados” 11
Ni el Ejército ni la Policía presentes intervinieron, hasta cuando los
asesinos dejaron la hoguera que el escritor Alfredo Pareja Diezcanseco
llamó "la Hoguera Bárbara". Se supo que el Gobierno dio la orden de no
reprimir ni intervenir, tanto a los mandos militares, cuanto al intendente
de Policía de Quito. El intendente declaró en el proceso que fue el propio
Freile quien le dio la orden de no impedir los desmanes, por lo que
renunció inmediatamente.
15. "Había ahí, a las 4 y media que llegué, cuatro (luego destaca que son
cinco) piras ardiendo. En el número 1 estaban Eloy Alfaro y Luciano Coral. En
el 2 el general Manuel Serrano, en el 3 el general Ulpiano Páez, en el 4,
Flavio y Medardo Alfaro, en el 5 había sido puesto Medardo, pero como se
apagara, habían traslado el cadáver a la hoguera en la que estaba Flavio. A la
hora en que yo vi este terrible espectáculo, el fuego estaba ya casi apagado.
No había llamas, sino apenas brazas de candela, los cuerpos medio
carbonizados con la propia grasa entretenían al fuego expirante,lo que
producía mucho humo, de un olor nauseabundo(...) en la primera el que
estaba más consumido por el fuego era don Eloy Alfaro, Coral también estaba
irreconocible, los dos tenían carbonizadas las cabezas y el flanco del cuerpo y
los muslos, don Eloy tenía una canilla enteramente carbonizada, los pies y las
manos de los dos, contraidas horriblemente, estaban casi intactas. Esta
hoguera parece ser la que más combustible tuvo, y por ende, la que más
destruyó los cadáveres." 12
Empero, como si nada hubiera ocurrido, una banda de música ofreció una
retreta frente a la casa de gobierno, el Palacio de Carondelet. Los diarios de
la época apenas reportaron el hecho con pequeñas notas. Al término de su
relato, Gangotena precisa que el sentir de la opinión pública fue de condena
hacia las atrocidades cometidas, pero se justificaban los asesinatos. También
anota que solo a balazos podría el Gobierno haber recuperado los cuerpos e
impedido la barbarie, pero estima que es poco probable que el Ejército
hubiera cumplido la orden de disparar a la turba. Reprocha también al
coronel Sierra su absoluta inacción frente a lo que ocurría y el accionar de la
prensa con diarios políticos, que representaban a Leonidas Plaza y Julio
Andrade.
18. A escondidas, sin los honores a los que tenía derecho como
ex presidente de la República y general del Ejército, los
irreconocibles restos del presidente Alfaro y sus tenientes
fueron enterrados en un cementerio público de Quito. En el
acta de defunción se anotó como causa de muerte que "lo
había matado el pueblo". El acta no registra peritaje médico
alguno y tomando en cuenta que según Gangotena, en la
misma pira se quemó a Alfaro y Luciano Coral, hasta quedar
irreconocibles, no hay certeza de que se hayan podido
identificar sus restos debidamente, a diferencia de otros de
los martirizados cuyos cuerpos no fueron totalmente
quemados por falta de suficiente combustible. En los años 40
del siglo XX se trasladaron las que se cree son sus cenizas
hacia Guayaquil, en cuyo Cementerio General se levantó un
Mausoleo, con un busto de bronce. Durante la presidencia de
Rafael Correa Delgado, en 2008, parte de las supuestas
cenizas del Viejo Luchador fueron retiradas y trasladadas con
honores militares al complejo llamado Ciudad Alfaro, en la
población manabita de Montecristi, su tierra natal, que
también albergó a la Asamblea Constituyente de 2008. El
Mausoleo, decorado con murales, contiene lo que se supone
son las cenizas de Alfaro en una urna. La celda del Penal
García Moreno donde fue muerto nunca más fue ocupada.
Actualmente hay un busto de Alfaro en ella.
19. En los años 1980 surgió un armado terrorista llamado Alfaro Vive ¡Carajo!.
En las principales ciudades ecuatorianas hay calles y avenidas en honor a
Alfaro. La avenida Eloy Alfaro es una de las principales de Quito.
En la capital se levanta también un obelisco que señala un lugar muy cercano
al real, en el cual la turba quemó los despojos del presidente Alfaro y sus
tenientes, probablemente en el sitio que Gangotena señaló como la pira
número uno. El obelisco, pintado de rojo, está coronado por una antorcha en el
centro del parque de El Ejido. El obelisco tiene una placa que dice "Martirio y
glorificación de Alfaro, 28 de enero de 1912".
Condecoración General Eloy Alfaro Delgado.
En frente del obelisco, el alcalde Paco Moncayo hizo levantar una estatua de
Alfaro. Cada 5 de junio, aniversario de la Revolución, los colegios públicos de
Quito le rinden homenaje, depositando ofrendas florales. También realizan una
ceremonia en su memoria las logias masónicas de la capital.
En Guayaquil, un gran monumento levantado a mediados del siglo XX recuerda
al general Alfaro, y lo muestra liderando la Revolución liberal.
Actualmente el principal premio que otorga la Asamblea Nacional lleva su
nombre: Condecoración General Eloy Alfaro Delgado.