2. El espantapájaros y el cuervo travieso.
Había una vez un espantapájaros al que su dueño lo construyo con mucho esfuerzo,
rellenado su ropa con mucha paja y regalándole un bonito sombrero. El sería el
encargado de asustar a los cuervos que se comían su maíz, pero en especial a un cuervo
muy travieso que nunca respetaba a nadie, ya que no solo se comía el maíz también
picaba las calabazas sembradas, se la pasaba realizando travesuras por toda la granja.
Un día le dijo el espantapájaros -¡eh tú, cuervo travieso!- dijo el espantapájaros.
-¡debes obedecer las reglas de la granja, ya que tú no vives aquí!-
-¡ja ja jaj!- sonrió el cuervo, -¡tú solo eres un espantapájaros que no puede moverse, y en
esta granja hago lo que yo quiero!- replico el cuervo.
-¡pero cuervo, recuerda que si el granjero te ve te va a desplumar por no respetar su
granja!- prosiguió el espantapájaros. -¡no me hagas reír, el granjero nunca podrá parar
que yo me divierta en este lugar!- contesto el cuervo.
En ese momento el cuervo estaba tan distraído que no sintió la presencia del granjero, el
cual tomo una piedra arrojándosela al cuervo y desplumándolo de un solo golpe, el
cuervo asustado huyo de la granja y prometió jamás volver hacer travesuras.
La moraleja es que siempre debemos ser respetuosos en cualquier lugar donde nos
encontremos. FIN.