Existen dos paradigmas éticos principales: 1) el paradigma de los bienes de Aristóteles, que define una acción como buena si conduce al bienestar del hombre a través de las virtudes como la prudencia; y 2) el paradigma de los procedimientos de Kant, que establece que una acción es moralmente válida si surge de la racionalidad y la voluntad de actuar de forma que no entre en conflicto con la libertad de los demás.