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ORIENTACIONES DESDE
EL ENFOQUE BILINGÜE PARA
 LA ATENCIÓN EDUCATIVA
   DE ALUMNOS SORDOS
        QUE CURSAN
   LA EDUCACIÓN BÁSICA

          Marzo, 2010
1.- Introducción                                                         4

2.- Antecedentes                                                          6
      2.1 Marco jurídico y normativo                                      6
      2.2 Breve historia sobre la educación del niño sordo en            11
      México
      2.3 Modelos de atención: Modelo médico y modelo                    16
      sociocultural

3.- El niño sordo, definiciones generales                                19
        3.1 Crecer comunicados                                           20
        3.2 Lo que los padres necesitan saber                            21

4.- Lenguaje y comunicación                                              24
       4.1 Adquisición vs aprendizaje: acceso natural a la lengua y el   26
       periodo crítico de adquisición
       4.2 El aprendizaje de la lengua oral: oralizar vs educar; la      29
       terapia del lenguaje como complemento
       4.3 Ser bilingüe: el derecho del niño sordo                       31

5.- Generalidades sobre el Modelo Bilingüe                               32
      5.1 Características básicas                                        32
      5.2 Una escuela bilingüe: necesidades y retos                      35
      5.3 Ambientes óptimos de aprendizaje con orientación visual        36
                  Trabajo por proyectos                                  38
                  Películas y documentales                               42
                  Las representaciones                                   43
                  La información visual                                  44
                  Mapas mentales y ordenadores gráficos                  46
                  La ciencia experimental                                47
                  Uso de material concreto                               47
                  La literatura infantil                                 48
                  Visitas y paseos                                       50

6.- Lectura y escritura en el contexto bilingüe: el aprendizaje del      50
español como una segunda lengua
       6.1 Lectura modelada                                              52
       6.2 Lectura con textos predecibles                                55
       6.3 Leer y recontar                                               58
       6.4 Conocer la lengua: aprendizaje del español en su forma        59
       escrita




                                          2
7.- Los adultos sordos como modelos de lengua y vida                     62
       7.1 Adultos sordos en la escuela                                  62
       7.2 Perfil y funciones del adulto sordo dentro de la escuela      63
       7.3 Aspectos culturales de la comunidad sorda                     64

8.- Inclusión del niño sordo: mitos y realidades                         67
       8.1 ¿Cómo y cuándo incluirlo?: escuelas con énfasis en la         69
       atención a la discapacidad
       8.2 Y al sordo ¿quién le habla?: maestros de comunicación         71
       competentes en Lengua de Señas Mexicana. Los intérpretes
       en el aula
       8.3 De la teoría a la práctica: cómo atender al niño sordo        73
       dentro de los servicios de educación inicial y básica (Centros
       de Atención Múltiple y aula regular)
       8.4 Condiciones óptimas para la educación bilingüe en los         74
       servicios escolarizados de educación especial y en las
       escuelas regulares con el apoyo de la Unidad de Servicios de
       Apoyo a la Educación Regular

9.- Ejemplos de experiencias exitosas: aprender por ellos, con ellos y   76
de ellos

10. Bibliografía                                                         83

11. Directorio de Intérpretes de LSM por entidad

12. Directorio de Asociaciones de sordos por entidad

13. Bibliografía complementaria




                                          3
“La comunicación es el corazón de las dificultades, y de los éxitos, asociados con
la sordera… Y la sordera no se refiere a la audición. Se refiere a la comunicación.
Y al final de cuentas, la comunicación no está limitada al intercambio de ideas o
de información, o inclusive emociones y experiencias. La comunicación se
relaciona con el conocerse el uno al otro.
             Y el conocer es empezar a entender (Ogden, 1996, p. 100).
  Para entender a los sordos, hay que empezar por conocerles. La sordera, no la
    padecen los sordos, la padecemos quienes no hemos querido escucharles.


         1. Introducción

Este documento tiene como propósito brindar información a los maestros de
educación básica, tanto a aquellos que laboran en algún servicio de Educación
Especial como aquellos maestros de aulas regulares que atienden a niños sordos
en las escuelas con ayuda de los equipos de apoyo de Educación Especial, para
que conozcan de manera más precisa las necesidades de estos alumnos y
puedan generar mejores condiciones para su desarrollo integral.

A través del mismo, se pretende explicar con objetividad una realidad que por
todos es clara a simple vista pero a la que no hemos dado una respuesta
acertada: un gran número de sordos no alcanzan, en las condiciones en las que
les estamos atendiendo, un desarrollo del lenguaje eficiente que les permita
saciar sus necesidades comunicativas básicas, ni un nivel educativo acorde a sus
capacidades.

Como lo explica claramente Skliar, “la educación para los sordos es un problema
educativo, como lo son también los problemas educativos relacionados con la
educación rural, la educación de las clases populares, los niños de la calle, los
indígenas, los inmigrantes, las minorías raciales, religiosas, las diferencias de
género, los adultos, los presos, la tercera edad, los que están en proceso de
alfabetización, los que son analfabetos, etcétera. Se trata de aquellos grupos que
con cierta displicencia cuantitativa tendemos a llamar grupos minoritarios o,
directamente, minorías; minorías que sufren una misma exclusión, o una exclusión
parecida, en los procesos educativos culturalmente significativos” (Skliar, p.2), y
hasta que no demos a estas minorías la atención especializada que requieren, no
podremos lograr la equidad por la que tanto se ha luchado.

En lo que a la educación se refiere, ser equitativos no supone dar a todos lo
mismo, supone dar a cada uno lo que necesita para lograr un desarrollo pleno.
Implica, ofrecer a todos las mismas oportunidades, aunque no necesariamente
bajo las mismas condiciones.




                                         4
Respetar las diferencias no significa dejar de verlas. Por el contrario, significa
conocerlas a fondo para responder a las mismas de manera acertada. Como se
nos explica en el Plan de Estudios de Educación Primaria 2009: “El reto de atender
con calidad educativa a las poblaciones vulnerables parte de un principio
irrenunciable de equidad…no debe ofrecerse lo mismo a poblaciones con
diferentes necesidades sin riesgo de perpetuar las desventajas. La equidad en
educación no significa igualar los servicios que se ofrecen, significa lograr la
misma calidad de resultados en poblaciones diferentes” (SEP, 2009 p. 24).

En su Capítulo III (inciso VIII, de la educación), la Ley General de las Personas con
Discapacidad estipula que la educación que imparta el Estado deberá contribuir
al desarrollo integral de las personas con discapacidad, y que deberá garantizar
el acceso de la población sorda a la educación pública obligatoria y bilingüe,
que comprenda la enseñanza del idioma español y la Lengua de Señas
Mexicana, así como, que deberá establecer en los programas educativos que se
transmiten por televisión, estenografía proyectada e intérpretes de Lengua de
Señas Mexicana (inciso VI).

En la práctica, poder cumplir con estas condiciones se hace muy difícil, sino es
que imposible, al atender a los niños sordos en los mismos centros y salones de
clase que a los niños oyentes con diversos tipos de discapacidad y/o además,
con una necesidad de modalidad lingüística diferente.

Poder asegurar el brindar este derecho, requiere de que los sordos estén
agrupados con otros sordos y sean atendidos por maestros y/o con el apoyo de
intérpretes que dominen la Lengua de Señas Mexicana, para que puedan
impartir o traducir, los contenidos del programa escolar a través de la misma, y en
primera instancia, para que puedan ser transmisores de esta lengua, patrimonio
cultural de los sordos, para sus alumnos con este distintivo.

Para alcanzar este propósito, una minoría de Centros de Atención Múltiple en
distintas partes de la República, han mantenido una población mayoritaria de
alumnos sordos y han capacitado a sus maestros en el aprendizaje de la LSM.
Otras organizaciones, no gubernamentales, ofrecen programas que reconocen y
utilizan la LSM como primera lengua en sus proyectos educativos para niños
sordos y que trabajan bajo el enfoque de atención que propone la educación
bilingüe. Sin embargo, aún son muy pocos los lugares en los cuales, los sordos
encuentran la posibilidad de ejercer sus derechos.

Este documento no pretende marcar una línea específica de atención hacia los
sordos, ni mucho menos, defender modelos o posturas con el propósito de
prolongar el tan desgastado e infructuoso debate entre oralistas y manualistas
extremistas.




                                          5
Lo que pretende, es informar para hacer consciencia, para reflexionar sobre
nuestro propio quehacer. Que el maestro pueda contar con mayor sustento para
hacer cambios en la atención de sus alumnos sordos, para tomar decisiones sobre
lo qué podemos hacer cada uno desde el lugar en el que estemos, con las
posibilidades reales del entorno en el que nos toca recibirles y atenderles, en aras
de impulsar la calidad en su educación, recordando que: “el principio de un
movimiento hacia la calidad, es el reconocimiento de que hay problemas”
(Schmelkes, 1992, p.42).


           2. Antecedentes

                2.1 Marco jurídico normativo

En México existen las condiciones normativas donde se prohíbe todo tipo de
discriminación así como los fundamentos para que las autoridades educativas
garanticen el derecho de las personas con discapacidad a tener acceso a la
educación en todos los niveles y modalidades. Así lo señala el capítulo I° y 3° de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:
      Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta
      Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella
      misma establece… Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la
      edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias,
      el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar
      los derechos y libertades de las personas

      Artículo 3o. Todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado -federación, estados, Distrito
      Federal y municipios-, impartirá educación preescolar, primaria y secundaria. La educación preescolar,
      primaria y la secundaria conforman la educación básica obligatoria.
      La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser
      humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en
      la independencia y en la justicia.


Por su parte la Ley General de Educación en su artículo en su Artículo 39, indica
que en el sistema educativo nacional queda comprendida la educación inicial,
la educación especial y la educación para adultos, y en el artículo 41, enfatiza la
atención de los alumnos con necesidades educativas especiales dentro de los
cuales se encuentran los alumnos con discapacidad
      Artículo 41. La educación especial está destinada a individuos con discapacidades transitorias o definitivas, así
      como a aquellos con aptitudes sobresalientes. Atenderá a los educandos de manera adecuada a sus propias
      condiciones, con equidad social.

      Tratándose de menores de edad con discapacidades, esta educación propiciará su integración a los planteles de
      educación básica regular, mediante la aplicación de métodos, técnicas y materiales específicos. Para quienes no
      logren esa integración, esta educación procurará la satisfacción de necesidades básicas de aprendizaje para la
      autónoma convivencia social y productiva, para lo cual se elaborarán programas y materiales de apoyo
      didácticos necesarios.




                                                                6
Esta educación incluye orientación a los padres o tutores, así como también a los maestros y personal de
      escuelas de educación básica regular que integren a alumnos con necesidades especiales de educación.




En el Programa Sectorial de Educación 2007-2012, también se sustenta la atención
educativa de los grupos vulnerables, entre los cuales se encuentra la población
con discapacidad (objetivo, 2): Ampliar las oportunidades educativas para
reducir desigualdades entre grupos sociales, cerrar brechas e impulsar la equidad.
Así mismo, enfatiza la necesidad de ampliar la cobertura, el apoyo al ingreso y la
permanencia de los estudiantes en la escuela, el combate al rezago educativo y
mejoras sustanciales a la calidad y la pertinencia.

Por su parte, el Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Dakar, Senegal en
el año 2000, subraya: “El suministro de una Educación para Todos (EPT) a los niños
y adultos excluidos requiere un enfoque holístico encaminado a cambiar no sólo
las prácticas actuales sino también los valores, las creencias y las actitudes”.

Uno de los objetivos a los que se comprometieron los participantes del Foro es:
“Mejorar todos los aspectos cualitativos de la educación, garantizando los
parámetros más elevados, para conseguir resultados de aprendizaje reconocidos
y mensurables, especialmente en lectura, escritura, aritmética y competencias
prácticas esenciales”.

En los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones
Unidas 2008 también abordan el derecho a la educación para todos y comenta:
      “Lograr la educación primaria universal implica más que la cobertura total de la matrícula. Abarca también
      educación de calidad, lo cual significa que toda la población infantil que asista a la escuela en forma regular,
      aprenda habilidades básicas de lecto-escritura y matemática y finalice a tiempo la escuela primaria”.


Esto dio paso a la fundamentación de la educación inclusiva, la cual es un
proceso de fortalecimiento de la capacidad del sistema educativo de cada país
para llegar a todos los educandos; y puede entenderse como una estrategia
clave para alcanzar la Educación para Todos. Como principio general, debe
orientar a todas las políticas y prácticas educativas, partiendo del hecho de que
la educación es un derecho humano básico y el fundamento de una sociedad
más justa e igualitaria

Al igual que la Educación para Todos, el sentido de la educación inclusiva es
asegurar el derecho a la educación de todos los alumnos, cualquiera que sean
sus características o dificultades individuales, a fin de construir una sociedad más
justa. Temario abierto sobre educación inclusiva. UNESCO, 2004.

Garantiza el acceso, permanencia, participación y aprendizaje de todos los
estudiantes con especial énfasis en aquellos que están excluidos, marginados o
en riesgo de estarlo, a través de la puesta en práctica de un conjunto de


                                                            7
acciones orientadas a eliminar o minimizar las barreras que limitan el aprendizaje
y la participación de los alumnos y que surgen de la interacción entre los
estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas
y las prácticas. Glosario de Educación Especial, PFEEIE, 2010.

La inclusión se ve pues como un proceso que permite tener debidamente en
cuenta la diversidad de las necesidades de todos los niños, jóvenes y adultos a
través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y
comunitarias, así como reducir la exclusión de la esfera de la enseñanza y dentro
de ésta, y en último término acabar con ella. Entraña cambios y modificaciones
de contenidos, enfoques, estructuras y estrategias basados en una visión común
que abarca a todos los niños en edad escolar y la convicción de que
corresponde al sistema educativo ordinario educar a todos los niños y niñas.
Directrices sobre políticas de inclusión en la educación, UNESCO, 2009.

A nivel internacional y nacional se cuenta con sustento legal y jurídico que
menciona el derecho de las personas sordas a la educación.

La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad entró en vigor el 3 de mayo del 2008 y tiene como propósito
promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad,
y promover el respeto de su dignidad inherente. Acerca de la educación para las
personas sordas, menciona en su artículo 24 el “facilitar el aprendizaje de la lengua
de señas y la promoción de la identidad lingüística de las personas sordas”.

La Ley General de las Personas con Discapacidad1, aprobada el 10 de junio de
2005, en su artículo 10 de la educación a la letra dice:
          VIII. Garantizar el acceso de la población sorda a la educación pública obligatoria y bilingüe, que
          comprenda la enseñanza del idioma español y la Lengua de Señas Mexicana. El uso suplementario
          de otras lenguas nacionales se promoverá cuando las circunstancias regionales así lo requieran;

          X. Implementar el reconocimiento oficial de la Lengua de Señas Mexicana y el Sistema de Escritura
          Braille, así como programas de capacitación, comunicación, e investigación, para su utilización en
          el Sistema Educativo Nacional;

          XII. Impulsar toda forma de comunicación escrita que facilite al sordo hablante, al sordo señante o
          semilingüe2, el desarrollo y uso de la lengua en forma escrita;


1
  Cabe mencionar que esta Ley todavía no está reglamentada.
2
  Se entiende por Sordo hablante es toda aquella persona que creció hablando una lengua oral pero que en algún
momento quedó sorda. Puede seguir hablando y, sin embargo, ya no puede comunicarse satisfactoriamente de esta
manera.
Sordo señante es toda aquella persona cuya forma prioritaria de comunicación e identidad social se define en torno de la
cultura de una comunidad de sordos y su lengua de señas.
Sordo semilingüe es toda aquella persona que no ha desarrollado a plenitud ninguna lengua, debido a que quedó sordo
antes de desarrollar una primera lengua oral y a que tampoco tuvo acceso a una lengua de señas.



                                                           8
Esta ley define como Lengua de Señas (inciso IX), la lengua de una comunidad de
sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y
acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal,
dotados de función lingüística, que forma parte del patrimonio lingüístico de
dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como
cualquier lengua oral. Esta lengua (en adelante LSM), es considerada, bajo esta
ley (artículo 12), una de las lenguas nacionales que forman parte del patrimonio
lingüístico con que cuenta la nación mexicana.

También establece (Artículo 2, inciso III)que para los efectos de esta ley, se
entiende por Comunidad de Sordos, todo aquel grupo social cuyos miembros
tienen como característica fundamental no poseer el sentido auditivo para
sostener una comunicación y socialización natural y fluida en lengua oral alguna
(sin embargo, sabemos que algunos sordos competentes en la comunicación
oral, así como en el uso de la Lengua de Señas, se consideran igualmente
miembros de la misma).

En el Programa Nacional para el Desarrollo de las Personas con Discapacidad
(PRONADDIS) 2009-2012, estrategia 4.7, se contempla la educación bilingüe para
las personas sordas y el uso de la Lengua de Señas Mexicana en las siguientes
líneas de acción:
4.7.4 Ampliar la producción y mejorar la distribución y difusión de materiales audiovisuales interpretados en
Lengua de Señas Mexicana, para poder implementar el Método de Educación Bilingüe para la atención
educativa de alumnos sordos.

         4.7.5 Capacitar a maestros en la Lengua de Señas Mexicana para favorecer la educación bilingüe
         para personas sordas en escuelas regulares.

         4.7.6 Diversificar la producción de material didáctico y tecnológico para mejorar la calidad de la
         educación de personas sordas o con hipoacusia.




El siguiente cuadro muestra las leyes estatales sobre las personas con
discapacidad en las que se mencionan entre otras cosas el derecho de las
personas sordas a la educación y al uso de la LSM.




                                                      9
ENTIDAD FEDERATIVA                 LEY ESTATAL                   ARTÍCULO
                     Ley para el desarrollo integral de
  Baja California    personas con capacidades diferentes          Art. 19°
                     para el estado de Baja California, 2003.
                     Ley para el desarrollo integral de las
    Campeche         personas con discapacidad en el               Art. 6°
                     estado de Campeche, 2008.
                     Ley para la Atención de las Personas
    Chihuahua        con Discapacidad en el Estado de             Art. 65°
                     Chihuahua, 2006.
                     Ley para las Personas con Discapacidad
     Chiapas         del Estado de Chiapas, 2004.                  Art. 9°

                     Ley para la Integración y Desarrollo
                     Social    de      las    Personas     con
     Colima                                                       Art. 27°
                     Discapacidad del Estado de Colima,
                     2007.
                     Ley Estatal para la Integración Social
     Durango         de las Personas con Discapacidad,            Art. 25°
                     2007.
                     Ley de Atención Integral para Personas
     Morelos         con Discapacidad en el Estado de             Art. 49°
                     Morelos. 2007.
                     Ley de Personas con Discapacidad del
   Nuevo León                                                      Art 18°
                     Estado de Nuevo León, 2007.
                     Ley de Protección y Desarrollo Integral
   Quintana Roo      para las Personas con Discapacidad del       Art. 39°
                     Estado de Quintana Roo, 2007.
                     Ley Estatal para las Personas con
  San Luis Potosí                                                 Art. 41°
                     Discapacidad, 2006.
                     Ley de Integración Social de Personas
     Sinaloa         con Discapacidad del Estado de                Art 40°
                     Sinaloa, 2000.
                     Ley de Integración Social para Personas
     Sonora                                                      Art. 42° Bis
                     con Discapacidad, 2009.
                     Ley Estatal para la Integración al
    Zacatecas        Desarrollo Social de las Personas con        Art. 53°
                     Discapacidad, 2005.




                                      10
2.2 Breve historia sobre la educación de los sordos en México

Conocer y entender la historia, nos da la posibilidad de poder explicarnos
posturas y corrientes en lo que a la educación de los sordos concierne. Poder
observar los movimientos y cambios que han impactado en la educación de los
sordos, nos permite poder hacer nuestros propios razonamientos y
posicionamientos el día de hoy.

Como lo explica (Montañés, 2001 p. 5-7): “Una historia propia no sólo es
indispensable para explicar el presente, sino también para fundamentar el futuro
en la medida que prestemos atención a los diversos indicios del pasado,
podremos ir reconstruyendo, poco a poco, la historia de quiénes eran, cómo eran
vistos, a qué se dedicaban, de qué forma se comunicaban, a qué instituciones
dieron origen, tanto los oyentes que trabajaban a su favor, como los mismos
sordos en un período posterior”. Aprender del pasado nos permite tomar
decisiones y ejecutar acciones en el presente que nos ha tocado vivir como
maestros.

Los orígenes de la educación especial en México se remontan al año de 1861,
cuando el Presidente Benito Juárez decretó el establecimiento en la capital de la
República, de una escuela para “sordo-mudos”, lo cual representó el primer
proyecto de una escuela específica para los sordos auspiciada por el gobierno
en nuestro país (Segura, 2007). Sin embargo, con la intervención francesa, fue
bajo el gobierno de Maximiliano de Habsburgo cuando se concretó la creación
de la primera escuela de carácter público especializada en atender a los niños y
jóvenes sordos en México.

En 1866 arribó a nuestro país Eduardo Huet, francés sordo educado en la escuela
francesa del abate Charles Michel de L´Epée, quien se encargaría, junto con su
esposa, de dirigir durante varios años la nueva escuela para sordos.

En l875 la Escuela Nacional de Sordomudos estaba dirigida todavía por Huet
(Oviedo, 2007). José Martí quien visitó aquella escuela, reportó que en la misma,
los alumnos escribían con claridad, tenían nociones elementales y claras de
geografía, historia, historia natural, aritmética y gramática. En aquel tiempo,
explica Oviedo, las escuelas para sordos eran muy escasas en América Latina,
por lo que la impresión de Martí fue grande expresando después de su visita, que
la enseñanza los revelaba a la vida.

Montañés explica que con la muerte de Maximiliano y el regreso de Benito Juárez,
la Escuela Nacional de Sordomudos cambiaría sensiblemente y Ramón I. Alcaraz
sería el responsable de muchas reformas encaminadas a mejorar el desempeño
de las actividades dentro de la misma.


                                       11
“En síntesis, el primer programa de 1867 pretendió dotar de cierta instrucción
básica a los sordos, aunque la diferenciación que existió entre este plan de
estudios y los cursados por los oyentes de la época no pueden ser equiparados
(Montañés p. 88). La escuela preparaba a los sordos en oficios prácticos como:
litografía, tornería, sastrería, zapatería, tipografía, encuadernación y carpintería,
así como en el cultivo de hortalizas.

Los debates y conclusiones del Congreso de Milán realizado en 1880, empezaron
a influir en la tendencia educativa que se ofrecía a las personas sordas en Europa
principalmente, pero también en nuestro país. Dicho Congreso se convirtió en un
parteaguas en la educación de los sordos; y el oralismo durante el siglo XX,
comenzó a ser mirado como la única manera de integrarlos a nuestra sociedad:
“la lengua de señas fue prohibida y censurada. El dominio de la lengua oral pasó
a ser una condición “sine qua non”, para que el sordo tuviera la aceptación
dentro de una sociedad mayoritaria” (Segura, 2007). Esta influencia viajó hasta
México marcando la educación y vida de muchos sordos, quienes, sin embargo,
nunca alcanzaron el sueño del oralismo, y las lenguas de señas, a pesar de todo,
nunca dejaron de existir.

La escuela Nacional para Sordos y Ciegos funcionó hasta los últimos años de la
década de 1960. Hoy en día, aún podemos encontrarnos y dialogar, con
personas sordas adultas que fueron alumnos de esta escuela (Muciño, 2006).
Estos sordos reportan cómo la escuela residencial se convirtió para ellos en el
lugar en el cual encontraron comunicación, aprendizaje y amistades.           Estos
sordos, encontraron también, al salir de la escuela, vías para desarrollar una vida
digna, muchos de ellos desenvolviéndose profesionalmente como dibujantes.

Paralelamente a la Escuela Nacional, los Sacerdotes Claretianos, comenzaron a
trabajar con la comunidad de sordos en México desde el año de 1905, primero
bajo la dirección del Padre Clotet y el padre Camilo Torrente. Sin embargo, este
trabajo fue interrumpido durante mucho tiempo debido a la persecución religiosa
que tuvo lugar en nuestro país, en la cual los sacerdotes extranjeros fueron
expulsados del mismo.

Fue hasta 1929, cuando termina la persecución Cristera, que el padre Rosendo
Olleta, retoma la atención hacia los sordos y brinda un gran impulso en su iglesia
hacia el trabajo con esta comunidad. El templo de San Hipólito desde entonces
y hasta la fecha, hizo de la atención de los sordos un apostolado, y la especial
acogida que esta orden religiosa ha brindado a los mismos, convirtió este lugar en
un punto importante de reunión para ellos.

Existen referencias (Araujo, 1946) en las cuales se menciona la labor que el padre
Rosendo Olleta comenzó a realizar con los sordos en el caserón ubicado junto al


                                         12
templo de San Hipólito. En un principio, dedicada a niñas y jóvenes sordas
(únicamente mujeres), quienes recibían clases de lecto-escritura, aritmética y
costura y con quienes experimentaba el trabajo de oralización, que en 1926,
había observado al visitar en Barcelona una casa para sordos. Además, la Iglesia
de San Hipólito ofrecía misas interpretadas todos los domingos, trabajo de
catequesis y ejercicios cuaresmales para los sordos, lo cual se sigue llevando a
cabo hasta el día de hoy.

Conscientes de la necesidad de intervención en otras partes del país, los
claretianos llevaban a cabo actividades con sordos en los estados, a través de las
iglesias, las misiones, encuentros deportivos que realizaban anualmente, y cursos
de lengua de señas que ofrecían en diversos lugares con el propósito de
multiplicar la experiencia desarrollada en su iglesia.

Posteriormente, ya en el año de 1993 (Comunidad de San Hipólito, 1993), los
Padres Macario Sánchez, Martín Montoya y Anibal Carballo creyeron conveniente
redefinir los objetivos que la obra tenía hacia los sordos para continuar el trabajo
para la promoción integral de esta población. Poco después de esta fecha, se
delimitaron nuevos objetivos y el área educativa se dirigió específicamente a
jóvenes y adultos sordos a quienes se ofrece, hasta la fecha, alfabetización,
educación primaria y secundaria y algunos talleres técnicos en el Centro CLOTET
A.C.

Pero fue hasta el inicio de la década de los setentas, que se creó la Dirección
General de Educación Especial, para dar atención a alumnos con necesidades
educativas especiales desde el ámbito público. Durante este periodo se
empezaron a formar los primeros grupos integrados en el Distrito Federal y la
ciudad de Monterrey y aparecieron, así mismo, los primeros Centros de
Rehabilitación y Educación Especial (CREE).

Durante los años ochentas, se extendió la creación de Coordinaciones en los
estados con el propósito de abarcar la totalidad del país. Para los niños con
problemas de audición (sordos e hipoacúsicos), la Dirección General de
Educación Especial empezó a ofrecer programas de intervención temprana,
escuelas especiales para niños sordos (CREE especializados) y grupos integrados
en la escuela regular.

La orientación oficial de atención hacia los sordos, variaba entre una intervención
bajo el Método Oral, o bien, la atención bajo el enfoque de la Comunicación
Total (lengua de señas/lengua oral) metodología que estuvo en boga en aquel
tiempo pero que fue perdiendo valor por investigaciones que probaron que es
imposible hablar dos lenguas al mismo tiempo y que la efectividad de este
modelo resultaba, por ende, muy limitada.




                                         13
La orientación, así como el emplazamiento en los CREE o en los Grupos Integrados
Específicos para Hipoacúsicos (GIEH), dependían del grado de pérdida auditiva
que presentaban los alumnos. El objetivo fundamental de estos servicios, era
brindar a los niños sordos la posibilidad de comunicarse (en una u otra
modalidad) para poder adaptarse a la sociedad oyente (SEP, 1985).

Considerando la diferencia entre aquellos niños que logran un buen desarrollo de
la lengua oral por sus restos auditivos (niños hipoacúsicos o con menor
dependencia visual) y aquellos con sorderas profundas (mayor dependencia
visual), la clasificación de los servicios y de los enfoques (que en el momento se
conocían), se considera una clasificación acertada de acuerdo a las
necesidades educativas de la población sorda. De esta manera, las escuelas
especializadas en sordos, pudieron ofrecer, aunque en una modalidad no
completamente acertada, el desarrollo de la Lengua de Señas para los alumnos
sordos, así como espacios en los que estos encontraron una integración social
con otros compañeros sordos (tanto en los CREE como en los GIEH).

En 1984, la Dirección General de Educación Especial atendía a 6,098 niños con
problemas de audición y lenguaje en 58 Centros y escuelas (grupos integrados)
en todo el país.

Instituciones privadas también surgieron para dar respuesta a la atención de los
sordos, tanto en el Distrito Federal, como en otras partes de la República
Mexicana, en su mayoría, si no es que todas, con el enfoque oralista fuertemente
difundido y arraigado a lo largo del siglo XX.

Fue hasta 1960, a raíz de estudios realizados por el lingüista norteamericano
William Stokoe (Sánchez, 2007), que las lenguas de señas y su importancia en la
educación de los sordos, fueron re-valorizadas haciendo surgir las nuevas
propuestas de educación bilingüe hacia el término del siglo.

Resultado de estas propuestas, han surgido en muchos países, en los últimos años,
propuestas de educación bilingüe para los sordos. En nuestro país, desde
organizaciones no gubernamentales, se han implementado algunos proyectos
para ofrecer educación bajo este enfoque utilizando y respetando como
primordial medio de comunicación la Lengua de Señas Mexicana (LSM). Estos
proyectos, aunque a pequeña escala, son muestra del trabajo en México, que
han buscado la transmisión y preservación de la LSM y el logro de mejores
resultados en la calidad de la educación ofrecida a los sordos.

De acuerdo con cifras de la SEP (SEP, 2009 p.24), actualmente se atienden a 7,232
alumnos dentro de las escuelas regulares de Educación Básica con apoyo de las
Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) y a 6,327 y en los




                                        14
Centros de Atención Múltiple (CAM), lo que suma un total de 13,5593 alumnos
con discapacidad auditiva atendidos. El doble de niños que hace veinte años.

Por otro lado, la SEP en el año 2006 publicó el documento Orientaciones
generales para el funcionamiento de los servicios de educación especial, en el
que se menciona que los servicios escolarizados (Centros de Atención Múltiple,
CAM) “…tienen la responsabilidad de escolarizar a aquellos alumnos y alumnas
que presentan necesidades educativas especiales asociadas con discapacidad
múltiple, trastornos generalizados del desarrollo o que por la discapacidad que
presentan requieren de adecuaciones curriculares altamente significativas y de
apoyos generalizados y/o permanentes, a quienes las escuelas de educación
regular no han podido integrar por existir barreras significativas para
proporcionarles una atención educativa pertinente y los apoyos específicos para
participar plenamente y continuar con su proceso de aprendizaje”.

A pesar de que la intención es que los sordos asistan a las escuelas regulares con
apoyos necesarios para su inclusión, las cifras muestran que en la realidad, casi la
mitad de la población de niños sordos sigue siendo atendida en los CAM, por lo
que cabe preguntarnos, si esto se debe a que en dichos Centros, los alumnos
sordos han encontrado una mejor respuesta educativa debido a que en la
escuelas regulares, no existen las condiciones necesarias para que puedan recibir
una atención educativa de calidad.

Por otro lado, es innegable la realidad que muestra a niños sordos con
certificados de primaria, que ni siquiera han podido, al final de esta, adquirir una
lengua eficiente para satisfacer sus necesidades básicas de comunicación,
realidad que nos indica, que todavía hay mucho por hacer para ofrecer a los
sordos un esquema de inclusión que contemple sus necesidades lingüísticas y
educativas.

El enfoque de atención bilingüe desde el ámbito público, es incipiente.
Recientemente, en algunas entidades comienzan a surgir propuestas de inclusión
a la escuela regular con un enfoque de esta índole, y de implementar las
condiciones que el mismo requiere para poder ser exitoso.     Mismas que se
describen más adelante.




3
    Fuente: Base de datos de la estadística 911 de inicio escolar 2007-2008, DGPP, SEP.


                                                  15
2.3 Modelos de atención: Modelo médico y modelo sociocultural

Desde finales del siglo XIX, los pioneros en la educación del sordo entendieron
que el sordo era capaz de adquirir una lengua, de aprender y de integrarse a la
sociedad, a través de la adquisición y dominio de la lengua de señas que les
permitía acceder a la información y comunicarse. (Sacks, 1989).

Sin embargo, a lo largo del siglo XX, esta mirada socio-cultural de la sordera fue
abandonándose poco a poco, a raíz del éxito de algunos alumnos sordos en el
logro del aprendizaje de la lengua oral y de su comprensión a través de la lectura
labio-facial, lo cual, alimentó la esperanza de que todos los sordos podrían
comunicarse de esta forma e integrarse sin problemas a la sociedad oyente
como resultado de ello. Aunado a estos hechos, los avances tecnológicos y la
postura médica de intentar “reparar” la sordera, dieron como resultado una
mirada diferente hacia la misma, a la que se le conoce como modelo médico o
clínico.

Bajo esta perspectiva, el sordo pasó a mirarse como un ser con discapacidad, al
que debía curarse, aunque, como bien lo dice Sánchez: “la sordera no se cura, ni
existen prótesis de ningún tipo (incluyendo por cierto, el implante coclear) que
permitan que un niño sordo adquiera normalmente el lenguaje por la vía
auditiva” (Sánchez, 2007. p.38).

El Modelo Médico pretende hacer todo lo posible para que el niño sordo “oiga y
hable”, que en la mayoría de los casos, sin embargo, resulta en sordos que hablan
con unas cuantas palabras, y que hacen como que entienden. El ideal impuesto
por este modelo ha sido un ideal que pocos sordos han alcanzado, por lo que la
gran mayoría de ellos, han quedado sin lenguaje y por ende, sin educación. “La
meta que les ha sido impuesta por el oralismo, superar la sordera, dejar de ser
sordos, no sólo es un imposible, sino un atropello a sus derechos, a la posibilidad
de desarrollarse plenamente como lo que son, simplemente sordos” (Sánchez,
2007, p. 47).

Por el otro lado, el Modelo Sociocultural, que ha vuelto a florecer en los últimos
tiempos, tiene una mirada antropológica hacia la sordera, mirada que
contempla a los sordos como una minoría lingüística y cultural, que a través de sus
lenguas de señas, se desarrollan como cualquier otra persona.

Desde este enfoque sociocultural, el sordo no es una persona con una carencia
que requiere ser curada, es una persona con una característica distintiva, como
lo es cualquier otra, por su nacionalidad, religión o raza, y que lo hace
pertenecer a una minoría con características y necesidades específicas.




                                        16
El oralismo y la prohibición de las lenguas de señas, han provocado un deterioro
grave en el desarrollo cultural y en la alfabetización de los sordos: “…la sordera no
es en sí ninguna calamidad. Una persona sorda puede ser culta y elocuente,
puede casarse, viajar, llevar una vida plena y fructífera, y no considerarse nunca,
ni ser considerada, incapacitada ni anormal. Lo crucial, (y esto es precisamente lo
que varía muchísimo entre los diferentes países y culturas) es nuestro
conocimiento de los sordos y nuestra actitud hacia ellos, la comprensión de sus
necesidades (y facultades) específicas, el reconocimiento de sus derechos
humanos fundamentales: el acceso sin restricciones a un idioma natural y propio,
a la enseñanza, el trabajo, la comunidad, la cultura, a una existencia plena e
integrada” (Sacks, 1989, p.42).

En nuestro país, una gran parte de los sordos ha crecido sin lenguaje y esta es una
de las calamidades más terribles que puede padecer una persona, ya que el
lenguaje es un elemento esencial de nuestra condición humana, elemento que
nos permite comunicarnos y a través del cual, adquirimos y compartimos
información (Sacks, 1989).

Sin lenguaje, una persona, no puede lograr un desarrollo intelectual acorde a su
potencial, limitándose seriamente su desarrollo pleno como ser humano.

El siguiente esquema4 presenta en resumen, las dos perspectivas o enfoques sobre
los cuales se mira o entiende a las personas sordas:



                                                  Enfoque médico                                Enfoque sociocultural

             Entiende las             Discapacitados del oído. Se les
                                                                                        Ni discapacitados ni deficientes.
            personas con              denomina “deficientes auditivos”,
                                                                                        El colectivo se autodefine como
              pérdidas                “pacientes”, “personas que no
                                                                                        “personas sordas”.
           auditivas como...          oyen bien”, “sordomudos”...

                                      La sordera comporta la amenaza                    La persona sorda no tiene
                                      de un retraso o de una disfunción                 problemas lingüísticos, puesto
                                      en el aprendizaje del lenguaje,                   que en la lengua de señas logra
                Lenguaje              que es necesario abordar de                       una competencia lingüística, sin
                                      manera temprana con un trabajo                    embargo sí no tiene accede a
                                      logopédico de tipo educativo,                     una    lengua      sí   desarrolla
                                      rehabilitador y estimulador.                      problemas lingüísticos.




4 Información retomada de http://www.xtec.cat/~cllombar/espanol/implicacions/implicacions.htm




                                                                     17
Lengua de señas como primera
                                                        lengua. Lengua/s oral/es de la
                    Lengua oral exclusivamente.         comunidad como segunda/s
                    La lengua de señas es perjudicial   lengua/s, en su versión escrita
   Lenguas a        para el aprendizaje de la lengua    siempre, y en su versión oral en la
adquirir/aprender   oral. (“El gesto mata la palabra.   medida de las posibilidades o
                    Quien hace signos no aprenderá      voluntad de cada cual.
                    a hablar”).                         Las personas sordas se definen
                                                        como bilingües en la acepción
                                                        lengua de señas / lengua oral.

                                                        En centros específicos para
                                                        alumnado sordo que realicen
                                                        una    educación      bilingüe    y
Escuelas donde      En centros ordinarios. Modalidad    bicultural.   O    en       centros
 ser educados       oral. Apoyo logopédico.             ordinarios de la modalidad
                                                        bilingüe (lengua oral / lengua de
                                                        señas). Valoración de la figura
                                                        del profesor/a sordo/a.

                    Que hable y se integre en la
                    sociedad para llegar a ser como
                    aquel adulto que hubiese sido en
                    caso de ser oyente, es decir, una   Las      personas   sordas     son
  Modelo de
                    persona        integrada        y   integrantes de una minoría
 persona sorda
                    “normalizada”, una más en la        lingüística, determinada por la
 que se quiere
                    sociedad.    Se puede vivir sin     primacía del sentido de la vista.
                    contacto con otras personas
                    sordas. La Comunidad Sorda es
                    un “ghetto”.

                                                        Además de adaptarse las
                                                        personas sordas a la sociedad, la
                    El sordo se ha de adaptar a la
                                                        sociedad ha de adaptarse a
                    sociedad: debe hablar, se ha de
                                                        ellas.      Reivindicación     de
                    esforzar en entender aquello que
                                                        intérpretes en lengua de señas
                    le dicen. Las personas oyentes le
                                                        en los organismos oficiales,
                    deben      hablar    pausada    y
                                                        museos, etc., para no ser
                    claramente para facilitarle la
  Barreras de                                           discriminados en relación a los
                    comprensión, o en todo caso
 comunicación                                           oyentes.     Reivindicación    del
                    hacerle resúmenes de aquello
                                                        derecho a toda la información,
                    que se habla entre oyentes.
                                                        no sólo a resúmenes bien
                    Subtitulado en la TV y supresión
                                                        intencionados. Subtitulado en la
                    de las barreras de comunicación
                                                        TV y supresión de las barreras de
                    auditivas mediante informaciones
                                                        comunicación             auditivas
                    escritas o visuales.
                                                        mediante informaciones escritas
                                                        o visuales.




                                          18
3. El niño sordo: definiciones generales

Existen diferentes maneras de definir y clasificar la sordera. En general, el nivel
auditivo que es determinado a través de un estudio audiológico cuidadoso, es el
determinante para clasificar la misma en: audición normal, pérdidas leves,
moderadas, severas y profundas (SEP, 2006 p.58).

Se considera audición normal aquella que reconoce el sonido entre los 0 y los 20
decibles. La pérdidas leves y moderadas incluyen niveles auditivos entre los 25 y
65 decibeles; las pérdidas profundas y severas de los 65 decibeles en adelante
(ver gráfica en SEP 2006 p.60). La discriminación de las palabras después de los 70
decibles de pérdida, es muy deficiente o nula y por lo tanto, la accesibilidad a la
lengua hablada.

Para una mayor comprensión de la sordera, conservemos también las
definiciones hechas por Romero y Nasielsker (1999) para recordar la distinción
entre aquellos alumnos con menor dependencia visual, es decir, con pérdidas
auditivas menores y aquellos alumnos con mayor dependencia visual por
presentar pérdidas auditivas mayores. Como estas autoras bien lo aclaran, esta
distinción es el punto de partida para entender las diferentes necesidades de uno
y otro grupo de niños.

Cuando un alumno tiene una pérdida auditiva menor (hipoacusia o sordera leve
o moderada), generalmente logrará desenvolverse en el medio oral recibiendo
la ayuda necesaria para desarrollar estrategias que le ayuden a compensar su
pérdida, y hacer el óptimo uso de sus restos auditivos (Romero y Nasielsker, 1999),
más aún, si cuenta con auxiliares auditivos que le ofrezcan una buena ganancia y
con el apoyo de terapia de lenguaje que reciba de un especialista capacitado.

Sin embargo, cuando un alumno presenta desde el nacimiento una pérdida
auditiva mayor, (sorderas severas y profundas), tendrá mucha dificultad para
aprender la lengua oral de forma natural, y como ya se ha explicado (Romero y
Nasielsker, 1999.p. 41) el desarrollo del lenguaje no suele ser completo ni suficiente
para cubrir debidamente sus necesidades de socialización ni de aprendizaje.

Es muy importante entender, que muchas veces, las pérdidas auditivas
observadas en las audiometrías no son reflejo exacto ni contundente de las
posibilidades de oralización de un pequeño. Al respecto, Sánchez nos explica:
“un niño es sordo cuando la pérdida auditiva, le impide adquirir naturalmente,
espontáneamente, una lengua natural oral como primera lengua…. Es así que,
independientemente de la audición remanente, es la imposibilidad de desarrollar
un lenguaje pleno a través de la vía auditiva lo que le pone la rúbrica a la sordera
infantil” (Sánchez, 2007. P. 22).




                                          19
De este modo, podemos considerar como sordos, a todos aquellos individuos
que, independientemente de su nivel de pérdida auditiva, ésta no les permite
adquirir una lengua oral, de manera natural.

Es importante aclarar que en este texto, tomando la explicación realizada por
Oviedo (2006), entenderemos el término lengua, como el sistema de signos
utilizado por una comunidad, en este caso, Lengua de Señas para hablar de
lenguas signadas utilizadas en diversos países, Lengua de Señas Americana,
Sueca, Francesa, Danesa, Venezolana, etcétera, y Lengua de Señas Mexicana, la
utilizada por la mayoría de los sordos en nuestro país. Y utilizaremos el término
lenguaje, para hacer referencia a la habilidad o facultad humana, que nos
permite construir un sistema lingüístico para comunicarnos, un sistema de signos o
lengua, es decir, la capacidad de crear y usar las lenguas.

Es común encontrar los términos lenguaje manual o lenguaje de signos (aunque
no sean los utilizados en México), como un sinónimo de lengua, para hacer
referencia a la lengua o lenguas utilizadas por las comunidades de sordos, que
tienen como característica común, utilizar las manos, la cara y el cuerpo como
sistemas lingüísticos completos, por lo que en este texto podrá aparecer este
término en algunas citas textuales.

Para terminar este apartado, podemos decir, que definir la sordera no es fácil,
pero la definición que más se aproxima a la realidad, cuando conocemos a
personas sordas, es la que hace Ogden sobre la misma (Prefacio): “La sordera no
es silencio; no es algo descriptible en una simple frase o palabra. Por el contrario,
es una gama y un espectro de condiciones. El término es aplicado a la gente
que es profundamente sorda, con muy poca o con ninguna audición, a la gente
con una pérdida muy leve de la audición, y a cualquier otra persona con una
pérdida moderada. Al contrario de los estereotipos, la gente sorda no es
silenciosa. Muchos hablan y todos ríen, lloran, y se emocionan de forma
prominente”.

                      3.1 Crecer comunicados

Cuando un niño sordo nace en el seno de una familia sorda, tiene la suerte de ser
visto como un niño completo, un hermoso niño, un niño con un gran futuro, como
cualquier otro. Tiene la suerte de ver la lengua de señas desde que su mamá lo
lleva en brazos, como cualquier niño oyente oye a la suya hablar. Tiene la
capacidad de decir sus primeras palabras cuando apenas puede andar sólo,
como casi todos los niños, y tiene la capacidad de expresarse ampliamente,
antes de ir a la escuela, como la mayoría.

Pero no todos los niños sordos corren esta suerte, de hecho, muy pocos lo hacen.
Los niños sordos son por lo general, extraños en el mundo oyente, diferentes.


                                         20
Como claramente lo explican Romero y Nasielsker, cuando un niño tiene una
pérdida auditiva superficial, comúnmente puede adquirir lenguaje, recibir
información y adaptarse, con la ayuda necesaria al entorno, sin embargo, “si la
pérdida auditiva es de grado mayor, esta necesidad de compensación implica
modificaciones importantes en su forma de vida, en su familia y su ambiente
escolar” (Romero y Nasielsker,1999, p.18) Habrá niños sordos con mayor y menor
dependencia visual para lograr desarrollarse plenamente, y de acuerdo a este
distintivo, es muy importante, tomar decisiones oportunas y acertadas en aras de
su desarrollo óptimo.

El niño con pérdida auditiva profunda, dependerá en gran medida de la
información que reciba visualmente para comunicarse y aprender, y tendrá
mucha dificultad (aunque de ningún modo deba entenderse que esto sea un
imposible) para aprender la lengua oral. Aún así, lograr que un niño sordo
profundo pueda desarrollar el lenguaje transmitido a través de la lengua oral, es
un trabajo arduo y lento, y en la mayoría de los casos, insuficiente para
desarrollar una comunicación eficiente y efectiva, y más aún, para que el niño
desarrolle su pensamiento y análisis de la información acorde a su edad.



                     3.2 Lo que los padres necesitan saber


Padres y maestros de niños sordos deben tener muy en claro, antes que cualquier
otra cosa, que el niño sordo no es solamente una persona sorda. “Él o ella es un
ser humano completo con una identidad y personalidad que son distintas de la
sordera. La sordera es un rasgo más, como tener el pelo de un color y los ojos de
otro” (Ogden, 1996).

Aunque muy probablemente uno de nuestros alumnos, sea el único sordo con el
que nosotros hayamos tenido contacto, no es el único en el mundo. Conocer a
otras personas sordas, niños, jóvenes y adultos, nos ayudará, de manera muy
importante a entender la sordera de manera diferente. Además, para el niño
sordo, conocer adultos sordos, es crucial, ya que en ésas personas podrá ver un
futuro para sí mismo.

Los padres de un niño sordo, al conocer la realidad sobre la sordera de su hijo, se
enfrentarán a una serie de problemas. El primero de ellos, no saber lo que ser
sordo significa e implica, y muy probablemente, no conocer a otras personas
sordas o a padres de otros niños sordos a través de los cuales entiendan qué
pueden esperar de su propio hijo.




                                        21
Acercarles a adultos sordos que puedan hablar con ellos desde sus propias
experiencias, es uno de los mejores regalos que podemos ofrecerles. En realidad,
los sordos son los verdaderos expertos, son ellos quienes han crecido con la
sordera y han tenido que sobrellevarla toda su vida (Ogden, 2002 p.27, 37).

Médicos y maestros, debemos informar a estos padres con claridad, precisión y
objetividad, con el fin de que puedan tomar decisiones oportunamente,
asegurándonos de que cuenten con los elementos para hacer lo más benéfico
para sus hijos. Debemos estar seguros de informar verazmente, todo lo que
sabemos sobre las personas sordas. Sus aptitudes y dificultades para el desarrollo
del lenguaje; la importancia de adquirir una lengua en edad temprana; la
realidad que enfrentan la mayor parte de los sordos. Para hacer esto, tendremos
que empezar por conocer a los sordos, hablar con ellos, escucharles.

Como lo dice Ogden hablando a los padres (Ogden, 2002, p.28): “Recuerde que
es usted el que toma las decisiones. Nadie tiene la respuesta con respecto a lo
que usted debe hacer por su hijo. Lo que los mejores profesionales tienen que
ofrecer es guía, información y apoyo. No se conforme con menos”.

¿Qué tipo de decisiones deberán tomar los padres? ¿Qué tipo de información
requieren de nosotros para poder tomarlas?

      Qué lenguaje ofrecerán a sus hijos como primera alternativa de
       comunicación
      Qué tipo de escuelas o programas existen y cuál es aquel que elegirán
       para sus hijos.
      Cómo se comunicarán ellos mismos con sus hijos.
      Cómo y cuándo entrar en contacto con otras personas sordas o familiares
       de otros niños sordos para enriquecerse con sus experiencias.

Algunos datos que consideramos importantes que padres y maestros conozcan
son:

       Que la mayoría de los sordos en México, a pesar de haber pasado años en
       escuelas especiales para aprender a comunicarse a través de la lengua
       oral como primera lengua, no han logrado un nivel satisfactorio de
       comunicación a través de esta modalidad y por ende, han optado por
       aprender y comunicarse, en algún punto de sus vidas, a través de la
       Lengua de Señas que les fue negada en su niñez.

       Que la mayoría de los sordos en nuestro país, no han alcanzado un nivel
       real de educación básica, comparativo al de sus pares oyentes, por no
       haber tenido un medio de comunicación que les permitiera recibir y




                                        22
comprender la información. Que la falta de lenguaje tiene un efecto
directo y rotundo en el crecimiento intelectual de las personas.

Que se ha comprobado que la lengua de señas es la forma natural en la
que los sordos pueden desarrollar sus capacidades intelectuales al máximo
(Johnson, Liddell y Erting, 1989).

Que la mayoría de los sordos, pese a todos los intentos de integración al
mundo oyente, prefieren relacionarse afectivamente con otros sordos, a los
cuales eligen libremente como amigos y parejas.

Que existen investigaciones realizadas en Estados Unidos (Ramsey,1997),
que muestran que aquellos niños sordos que asisten a escuelas
especializadas para sordos, y en las cuales los sordos son educados en ASL
(Lengua de Señas Americana), obtienen un nivel académico muy superior
a aquellos alumnos sordos integrados en las escuelas regulares con niños
oyentes.

Que existen investigaciones, realizadas con adultos sordos, que muestran
que los sordos que se consideran más felices y plenos, son aquellos que
tuvieron la oportunidad de convivir, educarse y crecer, rodeados de otros
sordos Lugares en donde desarrollaron relaciones profundas y un sentido
de identidad y pertenencia (Foster en Parasnis, 1996).

Que desarrollar el lenguaje, no impide que se realice el trabajo de
oralización y que si el niño tiene restos auditivos y aptitudes para desarrollar
la lengua oral, aprenda a hacerlo. Por el contrario, un niño sordo, que
desde edad muy temprana conoce el poder de las palabras, tratará de
utilizarlas en una u otra modalidad, dependiendo quién sea su receptor,
como lo hace cualquier niño bilingüe hablando con su padre en inglés y su
madre en español alternativamente, sin problema. Ser bilingüe, será
siempre mejor que ser monolingüe, aunque en el caso de los sordos se siga
tratando de demostrar lo contrario.

Que la relación individuo-comunidad, sobre la que se asienta el proceso
de socialización de un niño, es de fundamental importancia para el
desarrollo pleno y armónico de toda persona y en tal sentido, debe ser una
prioridad el pensar en que este proceso pueda darse, en vez de
empeñarnos en una integración indiferenciada que muchas veces, sino es
que siempre, deja al niño sordo fuera del mismo (Nervi, 2003).




                                   23
4. Lenguaje y comunicación

Tristemente, un gran número de sordos adultos expresa haber vivido aislado y
desintegrado dentro de sus propias familias, debido a que la comunicación entre
ellos con sus padres y hermanos no era una comunicación rica y efectiva.
Muchos otros, han expresado y descrito también sus experiencias de integración
en la escuela regular y el aislamiento social y académico que sufrieron en dicho
proceso (Parasnis, I. 1996).

A pesar de haber pasado años recibiendo terapias de lenguaje, y asistiendo a
escuelas de línea oralista, muchos sordos encuentran, de un modo u otro, a otros
sordos y aprenden de ellos la Lengua de Señas.

Muchos, la mayoría, se relacionan afectiva y efectivamente con otros sordos,
“…con frecuencia se acercan a estos grupos culturales en su vida adulta o antes,
para cubrir necesidades comunicativas y afectivas, pues las relaciones que
logran establecer con la comunicación oral suelen ser escasas y superficiales”
(Pineda en Romero y Nasielsker, p.38).

Esto no quiere decir que nuestros ideales de integración hayan fracasado.
Significa que los sordos se identifican mejor con otros, que como ellos, también lo
son. Que a los sordos, les gusta tener amigos sordos, formar parejas con otros
sordos y que estar integrados, significa en realidad, vivir plenamente, para lo cual
no tienen que dejar de ser sordos o aparentar no serlo, ni mucho menos, no tener
contacto con otras personas sordas, sino todo lo contrario.

Es necesario saber que “los problemas más importantes que surgen de la sordera,
no están relacionados con las restricciones en la audición, sino con las
restricciones en la comunicación” (Ogden, 2002, p.46). Por esta razón, tenemos
que asegurar que nuestros alumnos sordos adquieran una lengua, sea cual sea
(oral o de señas), a través de la cual puedan comunicarse eficientemente,
lengua que les asegure el poder recibir la información que recibe cualquier otro
niño a través del lenguaje.

Los niños oyentes tienen acceso a mucha información que nadie dirige a ellos
directamente, la escuchan en la televisión, en la radio, en las conversaciones de
sus padres, de sus vecinos, en la calle, en el metro. El niño sordo en cambio, no
importa que modalidad lingüística utilice (la lectura labial, sus restos auditivos o la
lengua de señas), requiere de que sus padres y maestros se aseguren de
informarle sobre lo que ocurre a su alrededor; sobre lo que se habla en un
programa de televisión; sobre lo que pasa en una película; sobre lo que está
hablando papá en la mesa; sobre lo que vino a decir el maestro de deportes a
“todo” el grupo; sobre el anuncio que hizo la directora a la hora de hacer filas,
etcétera.


                                          24
Ogden, dirigiéndose a los padres dice: “Hacer que la información continúe
llegándole a su hijo sordo de tal manera que el niño obtenga un entendimiento
adecuado de su mundo…Usted es la clave para el desarrollo emocional
saludable de su hijo y usted jugará un papel central en el desarrollo de sus
habilidades de comunicación” (Ogden, 2002, p. 48-53). Nosotros, como maestros,
también lo somos, también jugamos un papel vital en el desarrollo integral de
nuestros alumnos o bien, deberíamos hacerlo.

Al llegar a la escuela, el niño sordo debe hacer lo que cualquier niño de su edad
estaría haciendo: relacionarse con otros, comunicarse con otros, jugar, descubrir,
aprender, recibir información. Crecer. Aunque el lenguaje y el pensamiento
parecen surgir de una capacidad humana innata, únicamente se desarrollan y se
nutren a través de situaciones de interacción social. La escuela entonces, debe
poner los medios para que esto suceda. Sólo cuando el niño en verdad ha
adquirido un lenguaje, la escuela puede garantizar el aprendizaje que se da a
través del mismo.

Generalmente, los programas educativos para los sordos continúan con la
pretensión de lograr que los niños accedan al currículo escolar transmitido a
través de la lengua oral que en algunos casos comprenden imperfectamente,
mientras que en la mayoría de ellos, no comprenden del todo. Por esta razón, el
niño sordo típicamente se encuentra en una gran desventaja con respecto a los
niños oyentes de su edad, no sólo en su desarrollo lingüístico, sino también en su
desarrollo cognitivo y social.

Este rezago es resultado de la falta de acceso a la información y al contenido
académico debido a la ausencia de una verdadera competencia lingüística, de
una lengua que les permita acceder a la información y a desarrollarse
plenamente como humanos, a través de la comunicación con los demás
(Obregón, 2006).




                                        25
4.1   Adquisición vs aprendizaje: acceso natural a la lengua y el
                  periodo crítico de adquisición.

La mayor parte de los niños en el mundo ingresa al preescolar con un lenguaje
asombroso, adquirido de manera natural en sus hogares. Se estima que a los seis
años, los niños cuentan con un vocabulario de 8,000 palabras. Sin embargo, la
gran mayoría de los sordos, inician la adquisición, o el aprendizaje de la lengua,
hasta ingresar a la escuela.

Adquirir una lengua implica poder tener acceso a la misma. El niño sordo
profundo no puede tener acceso a la lengua que no escucha, puede
aprenderla, pero no de manera natural, y requiriendo años de trabajo
especializado.

Las consecuencias de una privación total o parcial de accesibilidad para la
adquisición de una lengua, ha sido el punto crucial en las políticas educativas
para los sordos en muchos países que han hecho, que la exposición temprana a
la lengua de señas, sea un obligado para no poner en este riesgo a ningún niño.

Existe evidencia sustentada, de que la capacidad de aprender una primera
lengua más eficientemente, ocurre durante los primeros años de vida de un niño
(Lenneberg, 1981; Rodríguez, Ortiz, 2005).

“Si un niño no tiene acceso a la adquisición de su lengua primera, se
compromete seriamente el desarrollo normal del lenguaje” (Sanchez, 2007 p.13).
Es por ello muy importante entender, que para la mayoría de los niños sordos, el
proceso de adquisición de una lengua se ve casi siempre demorado: “Los sordos,
excepción hecha de los hijos de sordos, no tienen un desarrollo normal del
lenguaje” (Sánchez, 2009, p.4). Esto se debe, en primera instancia, a que la
lengua de la mayoría, la lengua oral, les es inaccesible, y en segunda, a la
tardanza en el diagnóstico oportuno y la falta de acceso a ambientes en los
cuales, el niño sordo desde edad temprana, y sus padres, al descubrir su sordera,
puedan entrar en contacto con una lengua de señas, lengua que su hijo podría
adquirir de manera natural.

“El compartir interacciones significativas y disfrutables y el juego mutuo con toma
de turnos tempranamente, son pre-requisitos cruciales para el desarrollo del
lenguaje. Las cosas más significativas que el niño necesita aprender sobre el
lenguaje, están escritas en nuestro rostro, en nuestro cuerpo, en los gestos y las
voces de quienes hablan” (Preisler, 1999, p.40). Por ello es fundamental proveer al
niño sordo lo más tempranamente posible, del ambiente lingüístico y visual que le
es accesible (Svartholm, 2004).




                                        26
Los investigadores sobre la adquisición del lenguaje, han comprobado que existe
un período crítico para la adquisición de cualquier lengua. Algunos lingüistas
piensan que éste periódo critico ocurre desde que el bebé nace hasta los cuatro
años de vida; otros, extienden el mismo hasta los siete años (como se sustenta en
el Programa de Educación Inicial). Otros más, extienden este plazo hasta la
pubertad.

Ahora bien, cabe señalar que está comprobado, que la posibilidad de aprender
una lengua naturalmente, se va perdiendo con los años. Entonces, no hay tiempo
que perder. Para un niño sordo profundo, adquirir un lenguaje a través de la
lengua oral dentro de este período crítico de adquisición es casi imposible de
lograrse, aun cuando las metodologías sean aplicadas de manera efectiva.

El proceso de oralización, es un proceso sumamente largo y complejo. En los
sordos profundos, hablar es una técnica que hay que enseñar y que requiere de
años, lo cual implica que mientras tanto, el niño sordo se pierda de la información
a la que un niño oyente tiene acceso por poseer un lenguaje complejo y eficiente
desde muy pequeño (Preisler, 1999).

Como lo explican Romero y Nasielsker (1999, p.41) “…en los niños con pérdida
auditiva mayor, la adquisición de la lengua oral excede los tiempos del desarrollo
normal y las etapas críticas del desarrollo, esto es, los períodos biológicamente
ideales para acceder a cierto conocimiento en forma natural y completa”. Por
esta razón, entre más pronto se exponga al niño sordo a la lengua de señas
utilizada por niños y adultos que la hablen eficientemente, éste logrará una mejor
competencia lingüística, y el rezago lingüístico y cognitivo será menor ó nulo, ya
que la seña les es plenamente accesible por tratarse de un lenguaje visual
(Sacks,1989).

Por estas razones, explica Rodríguez, cuando se comparan a los niños con sordera
expuestos a lenguas de señas desde su nacimiento, con otros que únicamente
han sido expuestos a la lengua oral, al menos en la infancia temprana, “el
desarrollo cognitivo, socio-emocional y comunicativo de los primeros, es superior
al de los segundos” (Rodríguez, Ortiz, 2005 p. 31).

Padres, médicos y maestros debemos estar conscientes de estos hechos y de los
alcances y limitaciones que puede tener una apuesta única hacia la oralización.

En nuestro país, existen contados centros de atención que se han esforzado por
brindar un lugar en donde el contacto con la Lengua de Señas Mexicana pueda
darse para sus alumnos sordos desde la edad preescolar, por lo que el rezago
lingüístico que sufre la mayoría de los sordos, sigue siendo enorme.




                                        27
La Lengua de Señas es una lengua que por ser visual es plenamente accesible a
los sordos, y si bien, pocos de ellos pueden estar expuestos a la misma desde muy
temprana edad debido a la demora en el diagnóstico temprano, es importante
asegurar que una vez hecho éste, la exposición a la misma sea inmediata, con el
fin de no seguir deteniendo el proceso de adquisición del lenguaje.

En algunos países existen proyectos de guarderías para bebés sordos en las
cuales el personal de las mismas son adultos sordos o adultos que tienen una
buena competencia en la Lengua de Señas, con lo que se ofrece al bebé un
contacto con el lenguaje visual desde los primeros meses de vida. (Johnson,R.E.,
Liddell, S.K. y Erting,1989; Sánchez, 2009).

Desafortunadamente en México, la mayor parte de los niños sordos siguen
llegando a la edad escolar con poca o ninguna competencia lingüística y con
serias limitaciones en las habilidades sociales y culturales esperadas en niños de su
edad. “El lenguaje debe transmitirse y aprenderse lo antes posible porque si no,
puede quedar permanentemente trastornado y retardado su desarrollo” (Sacks,
1989, p.42).

El niño sordo expuesto únicamente a ambientes orales, pierde además, toda la
información que un niño oyente adquiere de manera “informal”. De esta
manera, se limita su acceso a la cultura general, a experiencias socio-
emocionales y a otra clase de interacciones que pueden afectar su desarrollo
cognitivo seriamente (Johnson,R.E., Liddell, S.K. y Erting, C. 1989, p.4). Esto ocurre
igualmente para aquellos niños sordos que han adquirido una lengua de señas,
pero que nadie se preocupa por interpretar lo que se dice a su alrededor.

Por todo esto, es fácilmente comprensible que nuestro papel como maestros
frente al niño sordo sea crucial, y nuestra responsabilidad muy grande. Los padres
y madres de familia necesitan nuestra orientación y que les ofrezcamos, opciones
reales a través de las cuales su hijo pueda entrar en contacto con la lengua de
señas, la cual puede adquirir más rápido y eficientemente por ser visual, y
comprender la importancia de que ellos padres, y nosotros maestros, iniciemos
también el aprendizaje de la misma sin que esto implique, que no se pueda
trabajar paralela y simultáneamente en la oralización de su pequeño.

Este contacto, puede lograrse acercándonos a las asociaciones de sordos que
hay en las entidades federativas, a los grupos de intérpretes competentes en
lengua de señas, a grupos religiosos o comunitarios que abren espacios para los
sordos en sus iglesias y comunidades, a familias que como ellos, tienen hijos o
familiares sordos y que ya han recorrido un camino y ganado experiencias y
aprendizajes que pueden compartirles.




                                          28
El niño sordo, como cualquier otro, debe cubrir a través de su lenguaje una serie
de necesidades: comunicarse con sus padres y familiares; desarrollar sus
capacidades cognitivas durante la infancia; adquirir conocimientos sobre el
mundo; comunicarse integralmente con el mundo circundante (Grosjean en
Parasnis 1996). No nos conformemos con menos, conformarnos es limitarles.



      4.2     El aprendizaje de la lengua oral: oralizar vs educar; la terapia del
            lenguaje como complemento.

El aprendizaje del habla para el niño sordo profundo, no puede darse como un
proceso natural de adquisición, requiere por lo tanto, de una enseñanza directa
que implica la repetición, la corrección, la retroalimentación y la enseñanza de
habilidades complejas y específicas que en la mayoría de los casos requieren
años de trabajo terapéutico. Cabe decir también, que en algunos casos, con
resultados sorprendentes. Hay sordos que logran hablar y dominar la lectura de los
labios asombrosamente.

Los modelos tradicionales seguidos en la educación del sordo, invierten muchos
años en la enseñanza de la lengua oral, bajo el pretexto de que si el niño sordo
logra hablar y comprender a través de la lectura labio-facial, se integrará
plenamente a la sociedad, no obstante que está comprobado, que la mayoría
de los sordos, no logra un dominio suficiente de estas habilidades para poder
comunicarse eficientemente.

El desarrollo de las habilidades del habla y la lectura labio-facial deben
considerarse aprendizajes por desarrollar, que dependen en gran medida, de los
restos auditivos de cada niño.

La mayoría de los sordos en México, a pesar de haber pasado años en escuelas
especiales para aprender la lengua oral como primordial medio de expresión, no
han logrado un nivel satisfactorio de comunicación a través de estas habilidades
y han optado por aprender y comunicarse principalmente, a través de la Lengua
de Señas que aprendieron posteriormente en su vida.

Además, el criterio, de enfocar la educación a la enseñanza de la modalidad
oral de una lengua que no se puede adquirir de manera natural, esto es, de
hacer énfasis en las habilidades del habla, ha tenido como consecuencia el dejar
de lado el óptimo desarrollo cognitivo y emocional de los sordos. Tristemente, los
resultados de este enfoque se ven claramente en el nivel educativo que la gran
mayoría de ellos han alcanzado en México.




                                            29
Como lo explica Morales (2007), en la educación de los sordos, las escuelas, hasta
el momento, han funcionado más como lugares destinados a desarrollar
estrategias compensatorias para adquirir la lengua oral, en lugar de ser espacios
para aprender y crecer como individuos integrales.

Bajo un enfoque bilingüe, “el éxito o el fracaso de los estudiantes sordos y su
capacidad de integrarse plenamente a la sociedad, como seres productivos y
ciudadanos educados, no depende de sus habilidades de habla” (Johnson,
Liddell y Erting, 1989: 18).

La terapia de lenguaje puede, y debe darse, como un complemento terapéutico
y no como la única opción de comunicación. El erróneo supuesto de que un niño
sordo sólo aprenderá a hablar y leer los labios si es expuesto únicamente a la
lengua oral, ha tenido consecuencias sumamente nocivas en las prácticas
educativas para esta población y ha expuesto a muchos sordos a crecer
incomunicados y desinformados.

Es muy importante saber, que los auxiliares auditivos no sustituyen la audición.
Éstos, pueden compensar, sólo en cierta medida la pérdida auditiva, y su uso y
aprovechamiento requiere además, de un entrenamiento específico.

En últimas fechas, la nueva tecnología ofrece como alternativa “curativa”, el
implante coclear. Si bien, para algunos sordos el implante puede tener un
considerable impacto en el desarrollo del habla, no sucede así en todos los casos.

La información auditiva por sí sola, no es suficiente para el desarrollo de la lengua
oral y el éxito de una implantación depende de múltiples factores. Además, el
implante implica una serie de riesgos quirúrgicos y una larga rehabilitación del
habla que no siempre dará los resultados esperados (Morales, 2003) y sobre todo,
los padres no deben buscar en el mismo, una solución mágica al problema que
representa tener un hijo “diferente” a los demás, sino aceptarlo con esa
diferencia, pues el niño sordo, no dejará de ser sordo con o sin implante.

Aquellos niños con mayores probabilidades de beneficiarse de un implante
coclear, serán los que antes de tenerlo han desarrollado ya un buen nivel de
comunicación oral; aquellos que ya hacían un buen uso de la audición residual
con sus auxiliares auditivos y, por supuesto, aquellos niños que están perdiendo la
audición paulatinamente o bien, que hablaban antes de perderla, denominados
sordos postlingüísticos (London, 2000).

También hay que ser conscientes de que para la gran mayoría de las familias
mexicanas, la posibilidad no sólo de adquirir, sino de mantener un implante
coclear, es imposible. Hasta que el gobierno, a través de sus servicios de salud
pública, no se haga responsable de asumir el costo de los mismos y del trabajo


                                         30
terapéutico complementario que requieren para su éxito, como sucede en otros
países (Venezuela y Argentina, por ejemplo), la mayoría de los niños sordos no
serán candidatos al implante simplemente por una cuestión económica.

Al orientar a los padres y tomar en nuestras manos la educación de sus hijos
sordos, recordemos que apostar exclusivamente al éxito del niño sordo
basándonos en que éste aprenderá a hablar, “es apostar con el futuro del niño.
Es arriesgar su desarrollo cognitivo y personal y negarle la posibilidad de
identificarse culturalmente con los dos mundos a los que pertenece” (Grosjean, p.
4).


      4.3 Ser bilingüe: derecho del niño sordo

El bilingüismo en la educación de los sordos, implica desarrollar al máximo dos
lenguas de modalidad distinta (Herrera, 2003). Por un lado, la Lengua de Señas
como primera lengua, la cual les es a los sordos plenamente accesible y, por el
otro, la lengua de la mayoría, en nuestro caso el español, en su modalidad escrita
y para algunos de ellos, también en su modalidad hablada, como una segunda
lengua.

Las lenguas de señas son, como cualquier otra lengua, lenguas completas, con
estructuras gramaticales que pueden expresar el pensamiento de igual manera
que cualquier lengua oral. Esto es, que cumplen las mismas funciones que
cualquier otra.

Ser bilingüe, no significa hablar dos idiomas al mismo tiempo, ni en el caso de los
sordos, como en ningún otro. Diversas investigaciones sobre lenguas de señas en
diferentes partes del mundo, han demostrado que el intento de la Comunicación
Total (hablar y signar a la vez) no es válido ni posible.

El uso de algunas señas para apoyar la lengua oral, tampoco es hablar en
Lengua de Señas. El hecho de tratar simultáneamente de hablar y signar, parece
ser una habilidad que rebasa al hablante física y psicológicamente deteriorando
ambas lenguas al tratar de hacerlo (no se habla bien ni en una ni en la otra)
dando como resultado una comunicación solo parcialmente comprensible.

Ser bilingüe significa conocer y manejar, en un nivel u otro, dos lenguas diferentes.
“El bilingüismo no requiere que la persona sea igual de competente en todas las
lenguas, ni que su competencia permanezca invariable a lo largo del tiempo”
(Rodríguez, 2005 p.39), esto es, que el niño sordo que desarrolla un rico lenguaje, a
través de la lengua de señas, puede ir aprendiendo también el español como
una 2ª lengua, en su modalidad escrita o hablada (o en ambas, de acuerdo a sus
posibilidades de oralizar y de los restos auditivos que posea), pero que su


                                         31
competencia en la última, no será necesariamente igual que en la primera, y que
dependerá del trabajo que realicemos en la escuela, el que logre ir accediendo
a un nivel de competencia superior en el conocimiento de la lengua de la
mayoría (en nuestro caso, del español).

De acuerdo con Cummings (Rodríguez, 2005), el bilingüismo no es un fenómeno
de todo o nada. El niño puede ser ya muy competente en su comunicación a
través de la lengua de señas y mucho menos competente en la comprensión y
expresión del español escrito. El dominio de las lenguas, es progresivo e infinito.

“Todo niño sordo, cualquiera que sea el nivel de pérdida auditiva que presente,
debe tener derecho a crecer bilingüe. Conociendo y usando la lengua de signos
y la lengua oral (en su modalidad escrita y, cuando sea posible, en su modalidad
hablada) el niño alcanzará un completo desarrollo de sus capacidades
cognitivas, lingüísticas y sociales” (Grosjean, p.2).



         5. Generalidades sobre el Modelo Bilingüe

            5.1 Características básicas

Los educadores e investigadores en la enseñanza de los sordos, han propuesto en
las últimas dos décadas, una filosofía de enseñanza bilingüe en la cual la lengua
de señas es utilizada como el medio primario y principal de comunicación y
enseñanza, y el aprendizaje del idioma del país en que viven, como el
aprendizaje de una segunda lengua. A esto, es a lo que se ha denominado
educación bilingüe para el niño sordo (Brisk y Harrington, 2000).

La revisión de tres décadas en la implementación de este modelo en Suecia,
Dinamarca y Estados Unidos, muestran que el dominio de una lengua de señas
como primera lengua, es un factor poderoso que influye muy positivamente en el
dominio de la lengua de la mayoría como segunda lengua (Mahshine, 1995),
entendiéndose que, el dominio de esta lengua de la mayoría, no necesariamente
implica la habilidad para articularla correctamente, implica su comprensión y
expresión a través de la lectura, la escritura y en algunos casos también, a través
de la voz y la lectura labiofacial. Así mismo, la mejoría en cuanto a habilidades de
lectura y escritura, es otro de los resultados más importantes que sustentan este
modelo educativo.

Los resultados educativos que se han logrado a través de la implementación de
este modelo, han mostrado sobrepasar por mucho los logros obtenidos con
generaciones previas de estudiantes sordos (Mashine, 1995). En Suecia, por
ejemplo, se ha demostrado tras la implementación del Modelo Bilingüe en las


                                          32
escuelas para sordos, que un 50% de los estudiantes sordos que terminan la
educación básica, lo hacen ya con el mismo nivel de lectura que sus pares
oyentes, hecho que no sucedía antes (Svartholm, 2004). Svartholm justifica estos
éxitos, como el resultado de haber proporcionado a estos alumnos el acceso
temprano a la lengua de señas sueca como primera lengua.

Los programas bilingües, promueven el desarrollo del lenguaje así como la
competencia académica; desde los años 60, las investigaciones reportan
beneficios académicos y cognitivos asociados al bilingüismo (Espino Calderón y
Minaya-Rowe, 2003).

Este modelo educativo parte de la creencia de que los sordos no son iguales a los
oyentes, los sordos son sordos, forman una minoría, y como tal, se deben
contemplar sus necesidades y garantizar:

      Su contacto inmediato con un lenguaje que les sea plenamente accesible
      y, que puedan adquirir de manera natural y en un periodo de tiempo
      razonable, y de ser posible, con un diagnóstico oportuno, en el período
      crítico de adquisición (entre los 0 y 7 años).

      Que el niño sordo reciba la misma información que recibe un pequeño
      oyente cuando está adquiriendo un lenguaje.

      Que pueda tener un desarrollo emocional óptimo ya que, como es fácil
      imaginar, el impacto que provoca la imposibilidad de comunicarse plena y
      eficientemente, muchas veces durante años, no afecta únicamente el
      desarrollo intelectual de los niños sordos por la falta de adquisición del
      lenguaje, sino también, y muy gravemente, su desarrollo emocional por el
      terrible aislamiento al que el niño se ve sometido.

      Que el niño sordo conviva con otros niños que como él son sordos, con
      adultos sordos que le sirvan como modelos de lengua y de vida, a ellos y a
      sus padres, para el desarrollo pleno de su identidad como individuos sordos.
      Como lo explica Sacks (1989), los sordos forman una minoría lingüística y
      cultural que necesita (y tiene el derecho) a estar juntos, ir juntos a clase,
      aprender en una lengua accesible a ellos y vivir en compañía y en
      comunidad con otros que como ellos, son también sordos.

      Que durante el tiempo en que el niño esté en un contexto escolar, se
      dedique a informarle y formarle, en lugar de únicamente entrenarle al
      desarrollo de habilidades de habla. Esto puede hacerse paralelamente en
      horario alterno al que asiste a la escuela a través de un complemento
      terapéutico. Empeñados por oralizarlos, invertimos horas, meses y años, en
      que un niño “aprenda a hablar”, olvidando lo que realmente debería estar


                                        33
aprendiendo cualquier niño a la misma edad y cómo y sobre qué, debería
      estar realmente hablando.

      Que el niño desarrolle un lenguaje a través del cual pueda preguntar,
      opinar, discutir, resolver un problema, aprender, persuadir, relacionarse,
      vincularse con otros, compartir sueños, hacer amigos, enamorarse, en fin,
      vivir plenamente como ser humano.
“La educación de los sordos, en la actualidad, tiene como propósito garantizar el
desarrollo normal del lenguaje y de la inteligencia, promover la prosecución
académica de los estudiantes y propiciar su apropiada integración emocional y
social…” (Sánchez, 2007. P.38).

Rodríguez (2005) explica, cómo las primeras experiencias de educación bilingüe
surgieron, o estuvieron motivadas por un lado, por el fracaso escolar de los sordos
educados en las escuelas oralistas, y por otro, por los resultados de
investigaciones sobre los sordos y las lenguas de señas que finalmente hallaron
acomodo en un ambiente socio-histórico-cultural sensible al respeto de las
diferencias.

Como lo explica esta autora, el fracaso educativo para con esta población, no se
limita al fracaso en poder alcanzar los objetivos curriculares, sino que se extiende
a la comunicación, a la sociabilización y en consecuencia, a la inclusión social de
las personas sordas, fallando en el logro de sus principales objetivos: que el sordo
hable y se integre (en todo el sentido de la palabra) a nuestra sociedad.

Es de gran importancia aclarar, que los modelos educativos bilingües surgen y
crecen con características distintas en relación al momento y lugar de su
desarrollo, y que el tratar de copiar modelos que han sido implementados en
otros países y contextos, como recetas de cocina, no sólo es imposible, sino
erróneo. Como lo explica Skliar: “¿Existe un modelo de educación bilingüe para la
escuela de sordos? Si por modelo se piensa automáticamente en un método, en
una única propuesta educativa ya madura, acabada, lista para ser trasplantada
sin dificultades en todas las escuelas para sordos del mundo, tal modelo no existe.
Ninguna práctica educativa es exportable o importable. En este sentido dice
Freire (1992): “Una misma comprensión de la práctica educativa y una misma
metodología de trabajo no operan necesariamente de forma idéntica en
contextos diferentes”. La intervención es histórica, es cultural, es política. Es por
eso que insisto tanto en que las experiencias no pueden ser trasplantadas, sino
reinventadas" (Skliar, p.8).

De acuerdo con esta idea, es tiempo entonces de iniciar proyectos de
orientación bilingüe en nuestras escuelas, en nuestros salones, en nuestras
comunidades educativas. Existen diversas formas de introducir un modelo
educativo en nuestros lugares de trabajo. Un Centro de Atención Múltiple, puede


                                         34
hacer una propuesta específica para su población sorda. Una escuela regular,
puede hacer una propuesta para la inclusión de la población sorda. Podemos
iniciar también, por ofrecer talleres específicos de manera extra-escolar para
niños sordos, donde alumnos de diversas escuelas puedan encontrarse en los
mismos.

Si bien, hemos de empezar por seguir lineamientos generales de modelos
pedagógicos que ya tienen un camino recorrido, cada proyecto, por naturaleza,
irá tomando su propio matiz. Recordemos, como lo explica Skliar, que “el
bilingüismo no esté hecho y haya que hacerlo nos dice, sólo, que se trata de una
proceso educativo, de una transformación pedagógica… ¿porqué insistir tanto
en tener modelos de educación bilingüe al alcance de la mano, para imitar o
copiar, si realmente queremos fundar y desarrollar una nueva perspectiva
educativa?” (Skliar, p.9).

Es importante también, estar conscientes de que el Modelo de Educación Bilingüe
para niños sordos se ha implementado en diversos países, y que conocer las
diferentes experiencias y no centrarnos en una sola (por lo general la visión
norteamericana), nos enriquece y nos aporta mayores alternativas.


           5.2   Una escuela bilingüe: necesidades y retos

Tampoco debemos olvidar que para implementar el modelo bilingüe-bicultural
para la atención educativa de niños sordos, es necesario el apoyo institucional
para garantizar una serie de condiciones como la contratación de adultos sordos
que funjan como modelos de la lengua y cultura, e intérpretes, de igual manera
las facilidades para brindar la capacitación y los materiales didácticos en LSM
como lengua vehicular necesarios para el trabajo del docente con alumnos
sordos, flexibilidad para la organización interna del CAM o escuela regular para
conformar los grupos con alumnos sordos, entre otras cosas.

De igual manera el trabajo con los padres de familia es imprescindible, ya que si
la educación bilingüe para sus hijos sordos no es una opción elegida por ellos,
este modelo de atención no será posible. Por lo tanto, es urgente paralelamente
a la implementación de dicho modelo crear programas de enseñanza de la LSM
para mejorar la comunicación en el ámbito familiar así como brindarles apoyo y
orientación. Sabemos que es posible que al principio, las familias reaccionen con
desconfianza y dudas al respecto, pues durante muchos años, la sociedad se ha
encargado de poner en mal el uso de la lengua de señas, pero una vez
informándolos y sensibilizándolos, se podrá lograr un trabajo colaborativo entre
escuela y padres.




                                       35
Por lo tanto, implementar un modelo educativo requiere de gran voluntad,
trabajo y aprendizaje, pero siempre es posible.



            5.3 Ambientes óptimos de aprendizaje con orientación visual.

Resulta un punto crucial, al hablar de la educación de los sordos, que
reconsideremos la calidad de la curricula y el nivel de la instrucción que hemos
ofrecido hasta ahora, a los alumnos con esta característica.

Generalmente, por no contar con los elementos para brindar a los sordos la
educación especializada que requieren, ofreciéndoles el derecho fundamental
de contar con una lengua, el contenido del programa se ve simplificado a tal
grado, que el niño sordo recibe, en el mejor de los casos, una información
fragmentada y pobre, incomparable con aquella que es aprendida por sus pares
oyentes, y más bien, equiparable a la que recibe un niño con deficiencia
intelectual.

Es común justificarnos pensando que la pobre o elemental información con la que
cuentan nuestros alumnos sordos, se debe a su falta de audición, “a su
discapacidad auditiva”, y no a la calidad de la educación que les estamos
ofreciendo y a la falta de acceso para poder desarrollar un lenguaje.

Si los objetivos, las estrategias, los contenidos y materiales para nuestros alumnos
sordos, no son equivalentes a aquellos que tenemos contemplados para nuestros
alumnos oyentes, quiere decir que nuestro trabajo como docentes para con estos
niños, no está siendo ni el justo, ni el necesario, y que tenemos entonces que
cuestionar nuestro quehacer para encontrar la forma de brindar esa igualdad en
calidad y oportunidades: “Tanto las habilidades comunicativas como las altas
expectativas, son dos variables críticas sin las cuales el aprendizaje al máximo, no
puede ocurrir…Para lograr un desempeño igual (entre sordos y oyentes) todas las
partes de la ecuación deben ser iguales” (Lytle & Rovins, 1997 p.13).

Es por esto, que el maestro que integra a niños con características especiales en
su salón de clase, y los maestros de las USAER que los apoyan, deberán hacer un
esfuerzo aún mayor que cualquier otro maestro, para convertir sus salones en
verdaderas aulas de construcción de aprendizaje, de trabajo colaborativo, de
investigación y de trabajo en proyectos significativos para sus alumnos.

Desde el marco constructivista, bajo el cual se ha venido enfocando la
educación en los últimos años, los maestros debemos aprovechar las experiencias
de la vida diaria como aspectos integrales de la educación. Este enfoque




                                         36
educativo ha recibido distintos nombres como Filosofía del Lenguaje Integral,
Constructivismo Holístico y en últimas fechas, Educación por Competencias.

Bajo esta filosofía, se busca que los alumnos puedan establecer conexiones entre
los contenidos trabajados en la escuela, y lo que sucede fuera de la misma. Este
movimiento iniciado por Dewey y luego enriquecido y difundido por muchos otros
(como Goodman y Goodman, 1990) ha alcanzado un impacto muy significativo
(Mason & Ewoldt, 1996).


Desde este enfoque educativo, se brinda a los alumnos (sordos como oyentes), la
oportunidad y acceso a un ambiente rico en lenguaje (signado u oral, según sea
el caso, y en el lenguaje escrito en ambos), ofreciéndoles múltiples oportunidades
de experimentar, planear y participar activamente en el aprendizaje (Ruiz et al
1996).

Esto lleva a los maestros hacia la construcción de actividades de aprendizaje
junto con sus alumnos, que les resultan, a ambos, realmente relevantes,
significativas, disfrutables y enriquecedoras (Mason & Ewoldt, 1996; Gaudemar en
Azpeitia, 2006; Ruiz et al 2006). Actividades que desarrollan competencias, que
movilizan y dirigen todos los conocimientos hacia la consecución de objetivos
concretos y que se manifiestan en la acción de manera integrada tal como lo
propone el plan de estudios 2009 de primaria, en el cual se define una
competencia como algo que implica un “saber hacer (habilidades, con saber
(conocimientos), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer
(valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia
revela la puesta en práctica de conocimientos, habilidades, actitudes y valores
para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas”. (Plan de Estudio
Primaria 2009, SEP)

Los sordos, al igual que los oyentes, pueden ser responsables de su propio
aprendizaje. Sin embargo, cuando no existe la motivación personal por aprender
algo, en realidad el aprendizaje difícilmente podrá ocurrir.

Algunas características fácilmente observables, en ambientes que trabajan bajo
esta filosofía educativa son las siguientes:

               Salones en los que ocurre continuamente la interacción social:
               trabajo    en      equipo,     diálogo,     discusiones,      debates,
               presentaciones…
               Salones donde la literatura es una herramienta básica y de uso
               diario: donde se lee a los niños, se lee con los niños y los niños leen
               de manera independiente todos los días.




                                         37
Orientaciones desde el enfoque bilingüe para la atención educativa de alumnos sordos
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Orientaciones desde el enfoque bilingüe para la atención educativa de alumnos sordos

  • 1. ORIENTACIONES DESDE EL ENFOQUE BILINGÜE PARA LA ATENCIÓN EDUCATIVA DE ALUMNOS SORDOS QUE CURSAN LA EDUCACIÓN BÁSICA Marzo, 2010
  • 2. 1.- Introducción 4 2.- Antecedentes 6 2.1 Marco jurídico y normativo 6 2.2 Breve historia sobre la educación del niño sordo en 11 México 2.3 Modelos de atención: Modelo médico y modelo 16 sociocultural 3.- El niño sordo, definiciones generales 19 3.1 Crecer comunicados 20 3.2 Lo que los padres necesitan saber 21 4.- Lenguaje y comunicación 24 4.1 Adquisición vs aprendizaje: acceso natural a la lengua y el 26 periodo crítico de adquisición 4.2 El aprendizaje de la lengua oral: oralizar vs educar; la 29 terapia del lenguaje como complemento 4.3 Ser bilingüe: el derecho del niño sordo 31 5.- Generalidades sobre el Modelo Bilingüe 32 5.1 Características básicas 32 5.2 Una escuela bilingüe: necesidades y retos 35 5.3 Ambientes óptimos de aprendizaje con orientación visual 36 Trabajo por proyectos 38 Películas y documentales 42 Las representaciones 43 La información visual 44 Mapas mentales y ordenadores gráficos 46 La ciencia experimental 47 Uso de material concreto 47 La literatura infantil 48 Visitas y paseos 50 6.- Lectura y escritura en el contexto bilingüe: el aprendizaje del 50 español como una segunda lengua 6.1 Lectura modelada 52 6.2 Lectura con textos predecibles 55 6.3 Leer y recontar 58 6.4 Conocer la lengua: aprendizaje del español en su forma 59 escrita 2
  • 3. 7.- Los adultos sordos como modelos de lengua y vida 62 7.1 Adultos sordos en la escuela 62 7.2 Perfil y funciones del adulto sordo dentro de la escuela 63 7.3 Aspectos culturales de la comunidad sorda 64 8.- Inclusión del niño sordo: mitos y realidades 67 8.1 ¿Cómo y cuándo incluirlo?: escuelas con énfasis en la 69 atención a la discapacidad 8.2 Y al sordo ¿quién le habla?: maestros de comunicación 71 competentes en Lengua de Señas Mexicana. Los intérpretes en el aula 8.3 De la teoría a la práctica: cómo atender al niño sordo 73 dentro de los servicios de educación inicial y básica (Centros de Atención Múltiple y aula regular) 8.4 Condiciones óptimas para la educación bilingüe en los 74 servicios escolarizados de educación especial y en las escuelas regulares con el apoyo de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular 9.- Ejemplos de experiencias exitosas: aprender por ellos, con ellos y 76 de ellos 10. Bibliografía 83 11. Directorio de Intérpretes de LSM por entidad 12. Directorio de Asociaciones de sordos por entidad 13. Bibliografía complementaria 3
  • 4. “La comunicación es el corazón de las dificultades, y de los éxitos, asociados con la sordera… Y la sordera no se refiere a la audición. Se refiere a la comunicación. Y al final de cuentas, la comunicación no está limitada al intercambio de ideas o de información, o inclusive emociones y experiencias. La comunicación se relaciona con el conocerse el uno al otro. Y el conocer es empezar a entender (Ogden, 1996, p. 100). Para entender a los sordos, hay que empezar por conocerles. La sordera, no la padecen los sordos, la padecemos quienes no hemos querido escucharles. 1. Introducción Este documento tiene como propósito brindar información a los maestros de educación básica, tanto a aquellos que laboran en algún servicio de Educación Especial como aquellos maestros de aulas regulares que atienden a niños sordos en las escuelas con ayuda de los equipos de apoyo de Educación Especial, para que conozcan de manera más precisa las necesidades de estos alumnos y puedan generar mejores condiciones para su desarrollo integral. A través del mismo, se pretende explicar con objetividad una realidad que por todos es clara a simple vista pero a la que no hemos dado una respuesta acertada: un gran número de sordos no alcanzan, en las condiciones en las que les estamos atendiendo, un desarrollo del lenguaje eficiente que les permita saciar sus necesidades comunicativas básicas, ni un nivel educativo acorde a sus capacidades. Como lo explica claramente Skliar, “la educación para los sordos es un problema educativo, como lo son también los problemas educativos relacionados con la educación rural, la educación de las clases populares, los niños de la calle, los indígenas, los inmigrantes, las minorías raciales, religiosas, las diferencias de género, los adultos, los presos, la tercera edad, los que están en proceso de alfabetización, los que son analfabetos, etcétera. Se trata de aquellos grupos que con cierta displicencia cuantitativa tendemos a llamar grupos minoritarios o, directamente, minorías; minorías que sufren una misma exclusión, o una exclusión parecida, en los procesos educativos culturalmente significativos” (Skliar, p.2), y hasta que no demos a estas minorías la atención especializada que requieren, no podremos lograr la equidad por la que tanto se ha luchado. En lo que a la educación se refiere, ser equitativos no supone dar a todos lo mismo, supone dar a cada uno lo que necesita para lograr un desarrollo pleno. Implica, ofrecer a todos las mismas oportunidades, aunque no necesariamente bajo las mismas condiciones. 4
  • 5. Respetar las diferencias no significa dejar de verlas. Por el contrario, significa conocerlas a fondo para responder a las mismas de manera acertada. Como se nos explica en el Plan de Estudios de Educación Primaria 2009: “El reto de atender con calidad educativa a las poblaciones vulnerables parte de un principio irrenunciable de equidad…no debe ofrecerse lo mismo a poblaciones con diferentes necesidades sin riesgo de perpetuar las desventajas. La equidad en educación no significa igualar los servicios que se ofrecen, significa lograr la misma calidad de resultados en poblaciones diferentes” (SEP, 2009 p. 24). En su Capítulo III (inciso VIII, de la educación), la Ley General de las Personas con Discapacidad estipula que la educación que imparta el Estado deberá contribuir al desarrollo integral de las personas con discapacidad, y que deberá garantizar el acceso de la población sorda a la educación pública obligatoria y bilingüe, que comprenda la enseñanza del idioma español y la Lengua de Señas Mexicana, así como, que deberá establecer en los programas educativos que se transmiten por televisión, estenografía proyectada e intérpretes de Lengua de Señas Mexicana (inciso VI). En la práctica, poder cumplir con estas condiciones se hace muy difícil, sino es que imposible, al atender a los niños sordos en los mismos centros y salones de clase que a los niños oyentes con diversos tipos de discapacidad y/o además, con una necesidad de modalidad lingüística diferente. Poder asegurar el brindar este derecho, requiere de que los sordos estén agrupados con otros sordos y sean atendidos por maestros y/o con el apoyo de intérpretes que dominen la Lengua de Señas Mexicana, para que puedan impartir o traducir, los contenidos del programa escolar a través de la misma, y en primera instancia, para que puedan ser transmisores de esta lengua, patrimonio cultural de los sordos, para sus alumnos con este distintivo. Para alcanzar este propósito, una minoría de Centros de Atención Múltiple en distintas partes de la República, han mantenido una población mayoritaria de alumnos sordos y han capacitado a sus maestros en el aprendizaje de la LSM. Otras organizaciones, no gubernamentales, ofrecen programas que reconocen y utilizan la LSM como primera lengua en sus proyectos educativos para niños sordos y que trabajan bajo el enfoque de atención que propone la educación bilingüe. Sin embargo, aún son muy pocos los lugares en los cuales, los sordos encuentran la posibilidad de ejercer sus derechos. Este documento no pretende marcar una línea específica de atención hacia los sordos, ni mucho menos, defender modelos o posturas con el propósito de prolongar el tan desgastado e infructuoso debate entre oralistas y manualistas extremistas. 5
  • 6. Lo que pretende, es informar para hacer consciencia, para reflexionar sobre nuestro propio quehacer. Que el maestro pueda contar con mayor sustento para hacer cambios en la atención de sus alumnos sordos, para tomar decisiones sobre lo qué podemos hacer cada uno desde el lugar en el que estemos, con las posibilidades reales del entorno en el que nos toca recibirles y atenderles, en aras de impulsar la calidad en su educación, recordando que: “el principio de un movimiento hacia la calidad, es el reconocimiento de que hay problemas” (Schmelkes, 1992, p.42). 2. Antecedentes 2.1 Marco jurídico normativo En México existen las condiciones normativas donde se prohíbe todo tipo de discriminación así como los fundamentos para que las autoridades educativas garanticen el derecho de las personas con discapacidad a tener acceso a la educación en todos los niveles y modalidades. Así lo señala el capítulo I° y 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece… Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas Artículo 3o. Todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado -federación, estados, Distrito Federal y municipios-, impartirá educación preescolar, primaria y secundaria. La educación preescolar, primaria y la secundaria conforman la educación básica obligatoria. La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia. Por su parte la Ley General de Educación en su artículo en su Artículo 39, indica que en el sistema educativo nacional queda comprendida la educación inicial, la educación especial y la educación para adultos, y en el artículo 41, enfatiza la atención de los alumnos con necesidades educativas especiales dentro de los cuales se encuentran los alumnos con discapacidad Artículo 41. La educación especial está destinada a individuos con discapacidades transitorias o definitivas, así como a aquellos con aptitudes sobresalientes. Atenderá a los educandos de manera adecuada a sus propias condiciones, con equidad social. Tratándose de menores de edad con discapacidades, esta educación propiciará su integración a los planteles de educación básica regular, mediante la aplicación de métodos, técnicas y materiales específicos. Para quienes no logren esa integración, esta educación procurará la satisfacción de necesidades básicas de aprendizaje para la autónoma convivencia social y productiva, para lo cual se elaborarán programas y materiales de apoyo didácticos necesarios. 6
  • 7. Esta educación incluye orientación a los padres o tutores, así como también a los maestros y personal de escuelas de educación básica regular que integren a alumnos con necesidades especiales de educación. En el Programa Sectorial de Educación 2007-2012, también se sustenta la atención educativa de los grupos vulnerables, entre los cuales se encuentra la población con discapacidad (objetivo, 2): Ampliar las oportunidades educativas para reducir desigualdades entre grupos sociales, cerrar brechas e impulsar la equidad. Así mismo, enfatiza la necesidad de ampliar la cobertura, el apoyo al ingreso y la permanencia de los estudiantes en la escuela, el combate al rezago educativo y mejoras sustanciales a la calidad y la pertinencia. Por su parte, el Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Dakar, Senegal en el año 2000, subraya: “El suministro de una Educación para Todos (EPT) a los niños y adultos excluidos requiere un enfoque holístico encaminado a cambiar no sólo las prácticas actuales sino también los valores, las creencias y las actitudes”. Uno de los objetivos a los que se comprometieron los participantes del Foro es: “Mejorar todos los aspectos cualitativos de la educación, garantizando los parámetros más elevados, para conseguir resultados de aprendizaje reconocidos y mensurables, especialmente en lectura, escritura, aritmética y competencias prácticas esenciales”. En los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas 2008 también abordan el derecho a la educación para todos y comenta: “Lograr la educación primaria universal implica más que la cobertura total de la matrícula. Abarca también educación de calidad, lo cual significa que toda la población infantil que asista a la escuela en forma regular, aprenda habilidades básicas de lecto-escritura y matemática y finalice a tiempo la escuela primaria”. Esto dio paso a la fundamentación de la educación inclusiva, la cual es un proceso de fortalecimiento de la capacidad del sistema educativo de cada país para llegar a todos los educandos; y puede entenderse como una estrategia clave para alcanzar la Educación para Todos. Como principio general, debe orientar a todas las políticas y prácticas educativas, partiendo del hecho de que la educación es un derecho humano básico y el fundamento de una sociedad más justa e igualitaria Al igual que la Educación para Todos, el sentido de la educación inclusiva es asegurar el derecho a la educación de todos los alumnos, cualquiera que sean sus características o dificultades individuales, a fin de construir una sociedad más justa. Temario abierto sobre educación inclusiva. UNESCO, 2004. Garantiza el acceso, permanencia, participación y aprendizaje de todos los estudiantes con especial énfasis en aquellos que están excluidos, marginados o en riesgo de estarlo, a través de la puesta en práctica de un conjunto de 7
  • 8. acciones orientadas a eliminar o minimizar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de los alumnos y que surgen de la interacción entre los estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las prácticas. Glosario de Educación Especial, PFEEIE, 2010. La inclusión se ve pues como un proceso que permite tener debidamente en cuenta la diversidad de las necesidades de todos los niños, jóvenes y adultos a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y comunitarias, así como reducir la exclusión de la esfera de la enseñanza y dentro de ésta, y en último término acabar con ella. Entraña cambios y modificaciones de contenidos, enfoques, estructuras y estrategias basados en una visión común que abarca a todos los niños en edad escolar y la convicción de que corresponde al sistema educativo ordinario educar a todos los niños y niñas. Directrices sobre políticas de inclusión en la educación, UNESCO, 2009. A nivel internacional y nacional se cuenta con sustento legal y jurídico que menciona el derecho de las personas sordas a la educación. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad entró en vigor el 3 de mayo del 2008 y tiene como propósito promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente. Acerca de la educación para las personas sordas, menciona en su artículo 24 el “facilitar el aprendizaje de la lengua de señas y la promoción de la identidad lingüística de las personas sordas”. La Ley General de las Personas con Discapacidad1, aprobada el 10 de junio de 2005, en su artículo 10 de la educación a la letra dice: VIII. Garantizar el acceso de la población sorda a la educación pública obligatoria y bilingüe, que comprenda la enseñanza del idioma español y la Lengua de Señas Mexicana. El uso suplementario de otras lenguas nacionales se promoverá cuando las circunstancias regionales así lo requieran; X. Implementar el reconocimiento oficial de la Lengua de Señas Mexicana y el Sistema de Escritura Braille, así como programas de capacitación, comunicación, e investigación, para su utilización en el Sistema Educativo Nacional; XII. Impulsar toda forma de comunicación escrita que facilite al sordo hablante, al sordo señante o semilingüe2, el desarrollo y uso de la lengua en forma escrita; 1 Cabe mencionar que esta Ley todavía no está reglamentada. 2 Se entiende por Sordo hablante es toda aquella persona que creció hablando una lengua oral pero que en algún momento quedó sorda. Puede seguir hablando y, sin embargo, ya no puede comunicarse satisfactoriamente de esta manera. Sordo señante es toda aquella persona cuya forma prioritaria de comunicación e identidad social se define en torno de la cultura de una comunidad de sordos y su lengua de señas. Sordo semilingüe es toda aquella persona que no ha desarrollado a plenitud ninguna lengua, debido a que quedó sordo antes de desarrollar una primera lengua oral y a que tampoco tuvo acceso a una lengua de señas. 8
  • 9. Esta ley define como Lengua de Señas (inciso IX), la lengua de una comunidad de sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal, dotados de función lingüística, que forma parte del patrimonio lingüístico de dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como cualquier lengua oral. Esta lengua (en adelante LSM), es considerada, bajo esta ley (artículo 12), una de las lenguas nacionales que forman parte del patrimonio lingüístico con que cuenta la nación mexicana. También establece (Artículo 2, inciso III)que para los efectos de esta ley, se entiende por Comunidad de Sordos, todo aquel grupo social cuyos miembros tienen como característica fundamental no poseer el sentido auditivo para sostener una comunicación y socialización natural y fluida en lengua oral alguna (sin embargo, sabemos que algunos sordos competentes en la comunicación oral, así como en el uso de la Lengua de Señas, se consideran igualmente miembros de la misma). En el Programa Nacional para el Desarrollo de las Personas con Discapacidad (PRONADDIS) 2009-2012, estrategia 4.7, se contempla la educación bilingüe para las personas sordas y el uso de la Lengua de Señas Mexicana en las siguientes líneas de acción: 4.7.4 Ampliar la producción y mejorar la distribución y difusión de materiales audiovisuales interpretados en Lengua de Señas Mexicana, para poder implementar el Método de Educación Bilingüe para la atención educativa de alumnos sordos. 4.7.5 Capacitar a maestros en la Lengua de Señas Mexicana para favorecer la educación bilingüe para personas sordas en escuelas regulares. 4.7.6 Diversificar la producción de material didáctico y tecnológico para mejorar la calidad de la educación de personas sordas o con hipoacusia. El siguiente cuadro muestra las leyes estatales sobre las personas con discapacidad en las que se mencionan entre otras cosas el derecho de las personas sordas a la educación y al uso de la LSM. 9
  • 10. ENTIDAD FEDERATIVA LEY ESTATAL ARTÍCULO Ley para el desarrollo integral de Baja California personas con capacidades diferentes Art. 19° para el estado de Baja California, 2003. Ley para el desarrollo integral de las Campeche personas con discapacidad en el Art. 6° estado de Campeche, 2008. Ley para la Atención de las Personas Chihuahua con Discapacidad en el Estado de Art. 65° Chihuahua, 2006. Ley para las Personas con Discapacidad Chiapas del Estado de Chiapas, 2004. Art. 9° Ley para la Integración y Desarrollo Social de las Personas con Colima Art. 27° Discapacidad del Estado de Colima, 2007. Ley Estatal para la Integración Social Durango de las Personas con Discapacidad, Art. 25° 2007. Ley de Atención Integral para Personas Morelos con Discapacidad en el Estado de Art. 49° Morelos. 2007. Ley de Personas con Discapacidad del Nuevo León Art 18° Estado de Nuevo León, 2007. Ley de Protección y Desarrollo Integral Quintana Roo para las Personas con Discapacidad del Art. 39° Estado de Quintana Roo, 2007. Ley Estatal para las Personas con San Luis Potosí Art. 41° Discapacidad, 2006. Ley de Integración Social de Personas Sinaloa con Discapacidad del Estado de Art 40° Sinaloa, 2000. Ley de Integración Social para Personas Sonora Art. 42° Bis con Discapacidad, 2009. Ley Estatal para la Integración al Zacatecas Desarrollo Social de las Personas con Art. 53° Discapacidad, 2005. 10
  • 11. 2.2 Breve historia sobre la educación de los sordos en México Conocer y entender la historia, nos da la posibilidad de poder explicarnos posturas y corrientes en lo que a la educación de los sordos concierne. Poder observar los movimientos y cambios que han impactado en la educación de los sordos, nos permite poder hacer nuestros propios razonamientos y posicionamientos el día de hoy. Como lo explica (Montañés, 2001 p. 5-7): “Una historia propia no sólo es indispensable para explicar el presente, sino también para fundamentar el futuro en la medida que prestemos atención a los diversos indicios del pasado, podremos ir reconstruyendo, poco a poco, la historia de quiénes eran, cómo eran vistos, a qué se dedicaban, de qué forma se comunicaban, a qué instituciones dieron origen, tanto los oyentes que trabajaban a su favor, como los mismos sordos en un período posterior”. Aprender del pasado nos permite tomar decisiones y ejecutar acciones en el presente que nos ha tocado vivir como maestros. Los orígenes de la educación especial en México se remontan al año de 1861, cuando el Presidente Benito Juárez decretó el establecimiento en la capital de la República, de una escuela para “sordo-mudos”, lo cual representó el primer proyecto de una escuela específica para los sordos auspiciada por el gobierno en nuestro país (Segura, 2007). Sin embargo, con la intervención francesa, fue bajo el gobierno de Maximiliano de Habsburgo cuando se concretó la creación de la primera escuela de carácter público especializada en atender a los niños y jóvenes sordos en México. En 1866 arribó a nuestro país Eduardo Huet, francés sordo educado en la escuela francesa del abate Charles Michel de L´Epée, quien se encargaría, junto con su esposa, de dirigir durante varios años la nueva escuela para sordos. En l875 la Escuela Nacional de Sordomudos estaba dirigida todavía por Huet (Oviedo, 2007). José Martí quien visitó aquella escuela, reportó que en la misma, los alumnos escribían con claridad, tenían nociones elementales y claras de geografía, historia, historia natural, aritmética y gramática. En aquel tiempo, explica Oviedo, las escuelas para sordos eran muy escasas en América Latina, por lo que la impresión de Martí fue grande expresando después de su visita, que la enseñanza los revelaba a la vida. Montañés explica que con la muerte de Maximiliano y el regreso de Benito Juárez, la Escuela Nacional de Sordomudos cambiaría sensiblemente y Ramón I. Alcaraz sería el responsable de muchas reformas encaminadas a mejorar el desempeño de las actividades dentro de la misma. 11
  • 12. “En síntesis, el primer programa de 1867 pretendió dotar de cierta instrucción básica a los sordos, aunque la diferenciación que existió entre este plan de estudios y los cursados por los oyentes de la época no pueden ser equiparados (Montañés p. 88). La escuela preparaba a los sordos en oficios prácticos como: litografía, tornería, sastrería, zapatería, tipografía, encuadernación y carpintería, así como en el cultivo de hortalizas. Los debates y conclusiones del Congreso de Milán realizado en 1880, empezaron a influir en la tendencia educativa que se ofrecía a las personas sordas en Europa principalmente, pero también en nuestro país. Dicho Congreso se convirtió en un parteaguas en la educación de los sordos; y el oralismo durante el siglo XX, comenzó a ser mirado como la única manera de integrarlos a nuestra sociedad: “la lengua de señas fue prohibida y censurada. El dominio de la lengua oral pasó a ser una condición “sine qua non”, para que el sordo tuviera la aceptación dentro de una sociedad mayoritaria” (Segura, 2007). Esta influencia viajó hasta México marcando la educación y vida de muchos sordos, quienes, sin embargo, nunca alcanzaron el sueño del oralismo, y las lenguas de señas, a pesar de todo, nunca dejaron de existir. La escuela Nacional para Sordos y Ciegos funcionó hasta los últimos años de la década de 1960. Hoy en día, aún podemos encontrarnos y dialogar, con personas sordas adultas que fueron alumnos de esta escuela (Muciño, 2006). Estos sordos reportan cómo la escuela residencial se convirtió para ellos en el lugar en el cual encontraron comunicación, aprendizaje y amistades. Estos sordos, encontraron también, al salir de la escuela, vías para desarrollar una vida digna, muchos de ellos desenvolviéndose profesionalmente como dibujantes. Paralelamente a la Escuela Nacional, los Sacerdotes Claretianos, comenzaron a trabajar con la comunidad de sordos en México desde el año de 1905, primero bajo la dirección del Padre Clotet y el padre Camilo Torrente. Sin embargo, este trabajo fue interrumpido durante mucho tiempo debido a la persecución religiosa que tuvo lugar en nuestro país, en la cual los sacerdotes extranjeros fueron expulsados del mismo. Fue hasta 1929, cuando termina la persecución Cristera, que el padre Rosendo Olleta, retoma la atención hacia los sordos y brinda un gran impulso en su iglesia hacia el trabajo con esta comunidad. El templo de San Hipólito desde entonces y hasta la fecha, hizo de la atención de los sordos un apostolado, y la especial acogida que esta orden religiosa ha brindado a los mismos, convirtió este lugar en un punto importante de reunión para ellos. Existen referencias (Araujo, 1946) en las cuales se menciona la labor que el padre Rosendo Olleta comenzó a realizar con los sordos en el caserón ubicado junto al 12
  • 13. templo de San Hipólito. En un principio, dedicada a niñas y jóvenes sordas (únicamente mujeres), quienes recibían clases de lecto-escritura, aritmética y costura y con quienes experimentaba el trabajo de oralización, que en 1926, había observado al visitar en Barcelona una casa para sordos. Además, la Iglesia de San Hipólito ofrecía misas interpretadas todos los domingos, trabajo de catequesis y ejercicios cuaresmales para los sordos, lo cual se sigue llevando a cabo hasta el día de hoy. Conscientes de la necesidad de intervención en otras partes del país, los claretianos llevaban a cabo actividades con sordos en los estados, a través de las iglesias, las misiones, encuentros deportivos que realizaban anualmente, y cursos de lengua de señas que ofrecían en diversos lugares con el propósito de multiplicar la experiencia desarrollada en su iglesia. Posteriormente, ya en el año de 1993 (Comunidad de San Hipólito, 1993), los Padres Macario Sánchez, Martín Montoya y Anibal Carballo creyeron conveniente redefinir los objetivos que la obra tenía hacia los sordos para continuar el trabajo para la promoción integral de esta población. Poco después de esta fecha, se delimitaron nuevos objetivos y el área educativa se dirigió específicamente a jóvenes y adultos sordos a quienes se ofrece, hasta la fecha, alfabetización, educación primaria y secundaria y algunos talleres técnicos en el Centro CLOTET A.C. Pero fue hasta el inicio de la década de los setentas, que se creó la Dirección General de Educación Especial, para dar atención a alumnos con necesidades educativas especiales desde el ámbito público. Durante este periodo se empezaron a formar los primeros grupos integrados en el Distrito Federal y la ciudad de Monterrey y aparecieron, así mismo, los primeros Centros de Rehabilitación y Educación Especial (CREE). Durante los años ochentas, se extendió la creación de Coordinaciones en los estados con el propósito de abarcar la totalidad del país. Para los niños con problemas de audición (sordos e hipoacúsicos), la Dirección General de Educación Especial empezó a ofrecer programas de intervención temprana, escuelas especiales para niños sordos (CREE especializados) y grupos integrados en la escuela regular. La orientación oficial de atención hacia los sordos, variaba entre una intervención bajo el Método Oral, o bien, la atención bajo el enfoque de la Comunicación Total (lengua de señas/lengua oral) metodología que estuvo en boga en aquel tiempo pero que fue perdiendo valor por investigaciones que probaron que es imposible hablar dos lenguas al mismo tiempo y que la efectividad de este modelo resultaba, por ende, muy limitada. 13
  • 14. La orientación, así como el emplazamiento en los CREE o en los Grupos Integrados Específicos para Hipoacúsicos (GIEH), dependían del grado de pérdida auditiva que presentaban los alumnos. El objetivo fundamental de estos servicios, era brindar a los niños sordos la posibilidad de comunicarse (en una u otra modalidad) para poder adaptarse a la sociedad oyente (SEP, 1985). Considerando la diferencia entre aquellos niños que logran un buen desarrollo de la lengua oral por sus restos auditivos (niños hipoacúsicos o con menor dependencia visual) y aquellos con sorderas profundas (mayor dependencia visual), la clasificación de los servicios y de los enfoques (que en el momento se conocían), se considera una clasificación acertada de acuerdo a las necesidades educativas de la población sorda. De esta manera, las escuelas especializadas en sordos, pudieron ofrecer, aunque en una modalidad no completamente acertada, el desarrollo de la Lengua de Señas para los alumnos sordos, así como espacios en los que estos encontraron una integración social con otros compañeros sordos (tanto en los CREE como en los GIEH). En 1984, la Dirección General de Educación Especial atendía a 6,098 niños con problemas de audición y lenguaje en 58 Centros y escuelas (grupos integrados) en todo el país. Instituciones privadas también surgieron para dar respuesta a la atención de los sordos, tanto en el Distrito Federal, como en otras partes de la República Mexicana, en su mayoría, si no es que todas, con el enfoque oralista fuertemente difundido y arraigado a lo largo del siglo XX. Fue hasta 1960, a raíz de estudios realizados por el lingüista norteamericano William Stokoe (Sánchez, 2007), que las lenguas de señas y su importancia en la educación de los sordos, fueron re-valorizadas haciendo surgir las nuevas propuestas de educación bilingüe hacia el término del siglo. Resultado de estas propuestas, han surgido en muchos países, en los últimos años, propuestas de educación bilingüe para los sordos. En nuestro país, desde organizaciones no gubernamentales, se han implementado algunos proyectos para ofrecer educación bajo este enfoque utilizando y respetando como primordial medio de comunicación la Lengua de Señas Mexicana (LSM). Estos proyectos, aunque a pequeña escala, son muestra del trabajo en México, que han buscado la transmisión y preservación de la LSM y el logro de mejores resultados en la calidad de la educación ofrecida a los sordos. De acuerdo con cifras de la SEP (SEP, 2009 p.24), actualmente se atienden a 7,232 alumnos dentro de las escuelas regulares de Educación Básica con apoyo de las Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) y a 6,327 y en los 14
  • 15. Centros de Atención Múltiple (CAM), lo que suma un total de 13,5593 alumnos con discapacidad auditiva atendidos. El doble de niños que hace veinte años. Por otro lado, la SEP en el año 2006 publicó el documento Orientaciones generales para el funcionamiento de los servicios de educación especial, en el que se menciona que los servicios escolarizados (Centros de Atención Múltiple, CAM) “…tienen la responsabilidad de escolarizar a aquellos alumnos y alumnas que presentan necesidades educativas especiales asociadas con discapacidad múltiple, trastornos generalizados del desarrollo o que por la discapacidad que presentan requieren de adecuaciones curriculares altamente significativas y de apoyos generalizados y/o permanentes, a quienes las escuelas de educación regular no han podido integrar por existir barreras significativas para proporcionarles una atención educativa pertinente y los apoyos específicos para participar plenamente y continuar con su proceso de aprendizaje”. A pesar de que la intención es que los sordos asistan a las escuelas regulares con apoyos necesarios para su inclusión, las cifras muestran que en la realidad, casi la mitad de la población de niños sordos sigue siendo atendida en los CAM, por lo que cabe preguntarnos, si esto se debe a que en dichos Centros, los alumnos sordos han encontrado una mejor respuesta educativa debido a que en la escuelas regulares, no existen las condiciones necesarias para que puedan recibir una atención educativa de calidad. Por otro lado, es innegable la realidad que muestra a niños sordos con certificados de primaria, que ni siquiera han podido, al final de esta, adquirir una lengua eficiente para satisfacer sus necesidades básicas de comunicación, realidad que nos indica, que todavía hay mucho por hacer para ofrecer a los sordos un esquema de inclusión que contemple sus necesidades lingüísticas y educativas. El enfoque de atención bilingüe desde el ámbito público, es incipiente. Recientemente, en algunas entidades comienzan a surgir propuestas de inclusión a la escuela regular con un enfoque de esta índole, y de implementar las condiciones que el mismo requiere para poder ser exitoso. Mismas que se describen más adelante. 3 Fuente: Base de datos de la estadística 911 de inicio escolar 2007-2008, DGPP, SEP. 15
  • 16. 2.3 Modelos de atención: Modelo médico y modelo sociocultural Desde finales del siglo XIX, los pioneros en la educación del sordo entendieron que el sordo era capaz de adquirir una lengua, de aprender y de integrarse a la sociedad, a través de la adquisición y dominio de la lengua de señas que les permitía acceder a la información y comunicarse. (Sacks, 1989). Sin embargo, a lo largo del siglo XX, esta mirada socio-cultural de la sordera fue abandonándose poco a poco, a raíz del éxito de algunos alumnos sordos en el logro del aprendizaje de la lengua oral y de su comprensión a través de la lectura labio-facial, lo cual, alimentó la esperanza de que todos los sordos podrían comunicarse de esta forma e integrarse sin problemas a la sociedad oyente como resultado de ello. Aunado a estos hechos, los avances tecnológicos y la postura médica de intentar “reparar” la sordera, dieron como resultado una mirada diferente hacia la misma, a la que se le conoce como modelo médico o clínico. Bajo esta perspectiva, el sordo pasó a mirarse como un ser con discapacidad, al que debía curarse, aunque, como bien lo dice Sánchez: “la sordera no se cura, ni existen prótesis de ningún tipo (incluyendo por cierto, el implante coclear) que permitan que un niño sordo adquiera normalmente el lenguaje por la vía auditiva” (Sánchez, 2007. p.38). El Modelo Médico pretende hacer todo lo posible para que el niño sordo “oiga y hable”, que en la mayoría de los casos, sin embargo, resulta en sordos que hablan con unas cuantas palabras, y que hacen como que entienden. El ideal impuesto por este modelo ha sido un ideal que pocos sordos han alcanzado, por lo que la gran mayoría de ellos, han quedado sin lenguaje y por ende, sin educación. “La meta que les ha sido impuesta por el oralismo, superar la sordera, dejar de ser sordos, no sólo es un imposible, sino un atropello a sus derechos, a la posibilidad de desarrollarse plenamente como lo que son, simplemente sordos” (Sánchez, 2007, p. 47). Por el otro lado, el Modelo Sociocultural, que ha vuelto a florecer en los últimos tiempos, tiene una mirada antropológica hacia la sordera, mirada que contempla a los sordos como una minoría lingüística y cultural, que a través de sus lenguas de señas, se desarrollan como cualquier otra persona. Desde este enfoque sociocultural, el sordo no es una persona con una carencia que requiere ser curada, es una persona con una característica distintiva, como lo es cualquier otra, por su nacionalidad, religión o raza, y que lo hace pertenecer a una minoría con características y necesidades específicas. 16
  • 17. El oralismo y la prohibición de las lenguas de señas, han provocado un deterioro grave en el desarrollo cultural y en la alfabetización de los sordos: “…la sordera no es en sí ninguna calamidad. Una persona sorda puede ser culta y elocuente, puede casarse, viajar, llevar una vida plena y fructífera, y no considerarse nunca, ni ser considerada, incapacitada ni anormal. Lo crucial, (y esto es precisamente lo que varía muchísimo entre los diferentes países y culturas) es nuestro conocimiento de los sordos y nuestra actitud hacia ellos, la comprensión de sus necesidades (y facultades) específicas, el reconocimiento de sus derechos humanos fundamentales: el acceso sin restricciones a un idioma natural y propio, a la enseñanza, el trabajo, la comunidad, la cultura, a una existencia plena e integrada” (Sacks, 1989, p.42). En nuestro país, una gran parte de los sordos ha crecido sin lenguaje y esta es una de las calamidades más terribles que puede padecer una persona, ya que el lenguaje es un elemento esencial de nuestra condición humana, elemento que nos permite comunicarnos y a través del cual, adquirimos y compartimos información (Sacks, 1989). Sin lenguaje, una persona, no puede lograr un desarrollo intelectual acorde a su potencial, limitándose seriamente su desarrollo pleno como ser humano. El siguiente esquema4 presenta en resumen, las dos perspectivas o enfoques sobre los cuales se mira o entiende a las personas sordas: Enfoque médico Enfoque sociocultural Entiende las Discapacitados del oído. Se les Ni discapacitados ni deficientes. personas con denomina “deficientes auditivos”, El colectivo se autodefine como pérdidas “pacientes”, “personas que no “personas sordas”. auditivas como... oyen bien”, “sordomudos”... La sordera comporta la amenaza La persona sorda no tiene de un retraso o de una disfunción problemas lingüísticos, puesto en el aprendizaje del lenguaje, que en la lengua de señas logra Lenguaje que es necesario abordar de una competencia lingüística, sin manera temprana con un trabajo embargo sí no tiene accede a logopédico de tipo educativo, una lengua sí desarrolla rehabilitador y estimulador. problemas lingüísticos. 4 Información retomada de http://www.xtec.cat/~cllombar/espanol/implicacions/implicacions.htm 17
  • 18. Lengua de señas como primera lengua. Lengua/s oral/es de la Lengua oral exclusivamente. comunidad como segunda/s La lengua de señas es perjudicial lengua/s, en su versión escrita Lenguas a para el aprendizaje de la lengua siempre, y en su versión oral en la adquirir/aprender oral. (“El gesto mata la palabra. medida de las posibilidades o Quien hace signos no aprenderá voluntad de cada cual. a hablar”). Las personas sordas se definen como bilingües en la acepción lengua de señas / lengua oral. En centros específicos para alumnado sordo que realicen una educación bilingüe y Escuelas donde En centros ordinarios. Modalidad bicultural. O en centros ser educados oral. Apoyo logopédico. ordinarios de la modalidad bilingüe (lengua oral / lengua de señas). Valoración de la figura del profesor/a sordo/a. Que hable y se integre en la sociedad para llegar a ser como aquel adulto que hubiese sido en caso de ser oyente, es decir, una Las personas sordas son Modelo de persona integrada y integrantes de una minoría persona sorda “normalizada”, una más en la lingüística, determinada por la que se quiere sociedad. Se puede vivir sin primacía del sentido de la vista. contacto con otras personas sordas. La Comunidad Sorda es un “ghetto”. Además de adaptarse las personas sordas a la sociedad, la El sordo se ha de adaptar a la sociedad ha de adaptarse a sociedad: debe hablar, se ha de ellas. Reivindicación de esforzar en entender aquello que intérpretes en lengua de señas le dicen. Las personas oyentes le en los organismos oficiales, deben hablar pausada y museos, etc., para no ser claramente para facilitarle la Barreras de discriminados en relación a los comprensión, o en todo caso comunicación oyentes. Reivindicación del hacerle resúmenes de aquello derecho a toda la información, que se habla entre oyentes. no sólo a resúmenes bien Subtitulado en la TV y supresión intencionados. Subtitulado en la de las barreras de comunicación TV y supresión de las barreras de auditivas mediante informaciones comunicación auditivas escritas o visuales. mediante informaciones escritas o visuales. 18
  • 19. 3. El niño sordo: definiciones generales Existen diferentes maneras de definir y clasificar la sordera. En general, el nivel auditivo que es determinado a través de un estudio audiológico cuidadoso, es el determinante para clasificar la misma en: audición normal, pérdidas leves, moderadas, severas y profundas (SEP, 2006 p.58). Se considera audición normal aquella que reconoce el sonido entre los 0 y los 20 decibles. La pérdidas leves y moderadas incluyen niveles auditivos entre los 25 y 65 decibeles; las pérdidas profundas y severas de los 65 decibeles en adelante (ver gráfica en SEP 2006 p.60). La discriminación de las palabras después de los 70 decibles de pérdida, es muy deficiente o nula y por lo tanto, la accesibilidad a la lengua hablada. Para una mayor comprensión de la sordera, conservemos también las definiciones hechas por Romero y Nasielsker (1999) para recordar la distinción entre aquellos alumnos con menor dependencia visual, es decir, con pérdidas auditivas menores y aquellos alumnos con mayor dependencia visual por presentar pérdidas auditivas mayores. Como estas autoras bien lo aclaran, esta distinción es el punto de partida para entender las diferentes necesidades de uno y otro grupo de niños. Cuando un alumno tiene una pérdida auditiva menor (hipoacusia o sordera leve o moderada), generalmente logrará desenvolverse en el medio oral recibiendo la ayuda necesaria para desarrollar estrategias que le ayuden a compensar su pérdida, y hacer el óptimo uso de sus restos auditivos (Romero y Nasielsker, 1999), más aún, si cuenta con auxiliares auditivos que le ofrezcan una buena ganancia y con el apoyo de terapia de lenguaje que reciba de un especialista capacitado. Sin embargo, cuando un alumno presenta desde el nacimiento una pérdida auditiva mayor, (sorderas severas y profundas), tendrá mucha dificultad para aprender la lengua oral de forma natural, y como ya se ha explicado (Romero y Nasielsker, 1999.p. 41) el desarrollo del lenguaje no suele ser completo ni suficiente para cubrir debidamente sus necesidades de socialización ni de aprendizaje. Es muy importante entender, que muchas veces, las pérdidas auditivas observadas en las audiometrías no son reflejo exacto ni contundente de las posibilidades de oralización de un pequeño. Al respecto, Sánchez nos explica: “un niño es sordo cuando la pérdida auditiva, le impide adquirir naturalmente, espontáneamente, una lengua natural oral como primera lengua…. Es así que, independientemente de la audición remanente, es la imposibilidad de desarrollar un lenguaje pleno a través de la vía auditiva lo que le pone la rúbrica a la sordera infantil” (Sánchez, 2007. P. 22). 19
  • 20. De este modo, podemos considerar como sordos, a todos aquellos individuos que, independientemente de su nivel de pérdida auditiva, ésta no les permite adquirir una lengua oral, de manera natural. Es importante aclarar que en este texto, tomando la explicación realizada por Oviedo (2006), entenderemos el término lengua, como el sistema de signos utilizado por una comunidad, en este caso, Lengua de Señas para hablar de lenguas signadas utilizadas en diversos países, Lengua de Señas Americana, Sueca, Francesa, Danesa, Venezolana, etcétera, y Lengua de Señas Mexicana, la utilizada por la mayoría de los sordos en nuestro país. Y utilizaremos el término lenguaje, para hacer referencia a la habilidad o facultad humana, que nos permite construir un sistema lingüístico para comunicarnos, un sistema de signos o lengua, es decir, la capacidad de crear y usar las lenguas. Es común encontrar los términos lenguaje manual o lenguaje de signos (aunque no sean los utilizados en México), como un sinónimo de lengua, para hacer referencia a la lengua o lenguas utilizadas por las comunidades de sordos, que tienen como característica común, utilizar las manos, la cara y el cuerpo como sistemas lingüísticos completos, por lo que en este texto podrá aparecer este término en algunas citas textuales. Para terminar este apartado, podemos decir, que definir la sordera no es fácil, pero la definición que más se aproxima a la realidad, cuando conocemos a personas sordas, es la que hace Ogden sobre la misma (Prefacio): “La sordera no es silencio; no es algo descriptible en una simple frase o palabra. Por el contrario, es una gama y un espectro de condiciones. El término es aplicado a la gente que es profundamente sorda, con muy poca o con ninguna audición, a la gente con una pérdida muy leve de la audición, y a cualquier otra persona con una pérdida moderada. Al contrario de los estereotipos, la gente sorda no es silenciosa. Muchos hablan y todos ríen, lloran, y se emocionan de forma prominente”. 3.1 Crecer comunicados Cuando un niño sordo nace en el seno de una familia sorda, tiene la suerte de ser visto como un niño completo, un hermoso niño, un niño con un gran futuro, como cualquier otro. Tiene la suerte de ver la lengua de señas desde que su mamá lo lleva en brazos, como cualquier niño oyente oye a la suya hablar. Tiene la capacidad de decir sus primeras palabras cuando apenas puede andar sólo, como casi todos los niños, y tiene la capacidad de expresarse ampliamente, antes de ir a la escuela, como la mayoría. Pero no todos los niños sordos corren esta suerte, de hecho, muy pocos lo hacen. Los niños sordos son por lo general, extraños en el mundo oyente, diferentes. 20
  • 21. Como claramente lo explican Romero y Nasielsker, cuando un niño tiene una pérdida auditiva superficial, comúnmente puede adquirir lenguaje, recibir información y adaptarse, con la ayuda necesaria al entorno, sin embargo, “si la pérdida auditiva es de grado mayor, esta necesidad de compensación implica modificaciones importantes en su forma de vida, en su familia y su ambiente escolar” (Romero y Nasielsker,1999, p.18) Habrá niños sordos con mayor y menor dependencia visual para lograr desarrollarse plenamente, y de acuerdo a este distintivo, es muy importante, tomar decisiones oportunas y acertadas en aras de su desarrollo óptimo. El niño con pérdida auditiva profunda, dependerá en gran medida de la información que reciba visualmente para comunicarse y aprender, y tendrá mucha dificultad (aunque de ningún modo deba entenderse que esto sea un imposible) para aprender la lengua oral. Aún así, lograr que un niño sordo profundo pueda desarrollar el lenguaje transmitido a través de la lengua oral, es un trabajo arduo y lento, y en la mayoría de los casos, insuficiente para desarrollar una comunicación eficiente y efectiva, y más aún, para que el niño desarrolle su pensamiento y análisis de la información acorde a su edad. 3.2 Lo que los padres necesitan saber Padres y maestros de niños sordos deben tener muy en claro, antes que cualquier otra cosa, que el niño sordo no es solamente una persona sorda. “Él o ella es un ser humano completo con una identidad y personalidad que son distintas de la sordera. La sordera es un rasgo más, como tener el pelo de un color y los ojos de otro” (Ogden, 1996). Aunque muy probablemente uno de nuestros alumnos, sea el único sordo con el que nosotros hayamos tenido contacto, no es el único en el mundo. Conocer a otras personas sordas, niños, jóvenes y adultos, nos ayudará, de manera muy importante a entender la sordera de manera diferente. Además, para el niño sordo, conocer adultos sordos, es crucial, ya que en ésas personas podrá ver un futuro para sí mismo. Los padres de un niño sordo, al conocer la realidad sobre la sordera de su hijo, se enfrentarán a una serie de problemas. El primero de ellos, no saber lo que ser sordo significa e implica, y muy probablemente, no conocer a otras personas sordas o a padres de otros niños sordos a través de los cuales entiendan qué pueden esperar de su propio hijo. 21
  • 22. Acercarles a adultos sordos que puedan hablar con ellos desde sus propias experiencias, es uno de los mejores regalos que podemos ofrecerles. En realidad, los sordos son los verdaderos expertos, son ellos quienes han crecido con la sordera y han tenido que sobrellevarla toda su vida (Ogden, 2002 p.27, 37). Médicos y maestros, debemos informar a estos padres con claridad, precisión y objetividad, con el fin de que puedan tomar decisiones oportunamente, asegurándonos de que cuenten con los elementos para hacer lo más benéfico para sus hijos. Debemos estar seguros de informar verazmente, todo lo que sabemos sobre las personas sordas. Sus aptitudes y dificultades para el desarrollo del lenguaje; la importancia de adquirir una lengua en edad temprana; la realidad que enfrentan la mayor parte de los sordos. Para hacer esto, tendremos que empezar por conocer a los sordos, hablar con ellos, escucharles. Como lo dice Ogden hablando a los padres (Ogden, 2002, p.28): “Recuerde que es usted el que toma las decisiones. Nadie tiene la respuesta con respecto a lo que usted debe hacer por su hijo. Lo que los mejores profesionales tienen que ofrecer es guía, información y apoyo. No se conforme con menos”. ¿Qué tipo de decisiones deberán tomar los padres? ¿Qué tipo de información requieren de nosotros para poder tomarlas?  Qué lenguaje ofrecerán a sus hijos como primera alternativa de comunicación  Qué tipo de escuelas o programas existen y cuál es aquel que elegirán para sus hijos.  Cómo se comunicarán ellos mismos con sus hijos.  Cómo y cuándo entrar en contacto con otras personas sordas o familiares de otros niños sordos para enriquecerse con sus experiencias. Algunos datos que consideramos importantes que padres y maestros conozcan son: Que la mayoría de los sordos en México, a pesar de haber pasado años en escuelas especiales para aprender a comunicarse a través de la lengua oral como primera lengua, no han logrado un nivel satisfactorio de comunicación a través de esta modalidad y por ende, han optado por aprender y comunicarse, en algún punto de sus vidas, a través de la Lengua de Señas que les fue negada en su niñez. Que la mayoría de los sordos en nuestro país, no han alcanzado un nivel real de educación básica, comparativo al de sus pares oyentes, por no haber tenido un medio de comunicación que les permitiera recibir y 22
  • 23. comprender la información. Que la falta de lenguaje tiene un efecto directo y rotundo en el crecimiento intelectual de las personas. Que se ha comprobado que la lengua de señas es la forma natural en la que los sordos pueden desarrollar sus capacidades intelectuales al máximo (Johnson, Liddell y Erting, 1989). Que la mayoría de los sordos, pese a todos los intentos de integración al mundo oyente, prefieren relacionarse afectivamente con otros sordos, a los cuales eligen libremente como amigos y parejas. Que existen investigaciones realizadas en Estados Unidos (Ramsey,1997), que muestran que aquellos niños sordos que asisten a escuelas especializadas para sordos, y en las cuales los sordos son educados en ASL (Lengua de Señas Americana), obtienen un nivel académico muy superior a aquellos alumnos sordos integrados en las escuelas regulares con niños oyentes. Que existen investigaciones, realizadas con adultos sordos, que muestran que los sordos que se consideran más felices y plenos, son aquellos que tuvieron la oportunidad de convivir, educarse y crecer, rodeados de otros sordos Lugares en donde desarrollaron relaciones profundas y un sentido de identidad y pertenencia (Foster en Parasnis, 1996). Que desarrollar el lenguaje, no impide que se realice el trabajo de oralización y que si el niño tiene restos auditivos y aptitudes para desarrollar la lengua oral, aprenda a hacerlo. Por el contrario, un niño sordo, que desde edad muy temprana conoce el poder de las palabras, tratará de utilizarlas en una u otra modalidad, dependiendo quién sea su receptor, como lo hace cualquier niño bilingüe hablando con su padre en inglés y su madre en español alternativamente, sin problema. Ser bilingüe, será siempre mejor que ser monolingüe, aunque en el caso de los sordos se siga tratando de demostrar lo contrario. Que la relación individuo-comunidad, sobre la que se asienta el proceso de socialización de un niño, es de fundamental importancia para el desarrollo pleno y armónico de toda persona y en tal sentido, debe ser una prioridad el pensar en que este proceso pueda darse, en vez de empeñarnos en una integración indiferenciada que muchas veces, sino es que siempre, deja al niño sordo fuera del mismo (Nervi, 2003). 23
  • 24. 4. Lenguaje y comunicación Tristemente, un gran número de sordos adultos expresa haber vivido aislado y desintegrado dentro de sus propias familias, debido a que la comunicación entre ellos con sus padres y hermanos no era una comunicación rica y efectiva. Muchos otros, han expresado y descrito también sus experiencias de integración en la escuela regular y el aislamiento social y académico que sufrieron en dicho proceso (Parasnis, I. 1996). A pesar de haber pasado años recibiendo terapias de lenguaje, y asistiendo a escuelas de línea oralista, muchos sordos encuentran, de un modo u otro, a otros sordos y aprenden de ellos la Lengua de Señas. Muchos, la mayoría, se relacionan afectiva y efectivamente con otros sordos, “…con frecuencia se acercan a estos grupos culturales en su vida adulta o antes, para cubrir necesidades comunicativas y afectivas, pues las relaciones que logran establecer con la comunicación oral suelen ser escasas y superficiales” (Pineda en Romero y Nasielsker, p.38). Esto no quiere decir que nuestros ideales de integración hayan fracasado. Significa que los sordos se identifican mejor con otros, que como ellos, también lo son. Que a los sordos, les gusta tener amigos sordos, formar parejas con otros sordos y que estar integrados, significa en realidad, vivir plenamente, para lo cual no tienen que dejar de ser sordos o aparentar no serlo, ni mucho menos, no tener contacto con otras personas sordas, sino todo lo contrario. Es necesario saber que “los problemas más importantes que surgen de la sordera, no están relacionados con las restricciones en la audición, sino con las restricciones en la comunicación” (Ogden, 2002, p.46). Por esta razón, tenemos que asegurar que nuestros alumnos sordos adquieran una lengua, sea cual sea (oral o de señas), a través de la cual puedan comunicarse eficientemente, lengua que les asegure el poder recibir la información que recibe cualquier otro niño a través del lenguaje. Los niños oyentes tienen acceso a mucha información que nadie dirige a ellos directamente, la escuchan en la televisión, en la radio, en las conversaciones de sus padres, de sus vecinos, en la calle, en el metro. El niño sordo en cambio, no importa que modalidad lingüística utilice (la lectura labial, sus restos auditivos o la lengua de señas), requiere de que sus padres y maestros se aseguren de informarle sobre lo que ocurre a su alrededor; sobre lo que se habla en un programa de televisión; sobre lo que pasa en una película; sobre lo que está hablando papá en la mesa; sobre lo que vino a decir el maestro de deportes a “todo” el grupo; sobre el anuncio que hizo la directora a la hora de hacer filas, etcétera. 24
  • 25. Ogden, dirigiéndose a los padres dice: “Hacer que la información continúe llegándole a su hijo sordo de tal manera que el niño obtenga un entendimiento adecuado de su mundo…Usted es la clave para el desarrollo emocional saludable de su hijo y usted jugará un papel central en el desarrollo de sus habilidades de comunicación” (Ogden, 2002, p. 48-53). Nosotros, como maestros, también lo somos, también jugamos un papel vital en el desarrollo integral de nuestros alumnos o bien, deberíamos hacerlo. Al llegar a la escuela, el niño sordo debe hacer lo que cualquier niño de su edad estaría haciendo: relacionarse con otros, comunicarse con otros, jugar, descubrir, aprender, recibir información. Crecer. Aunque el lenguaje y el pensamiento parecen surgir de una capacidad humana innata, únicamente se desarrollan y se nutren a través de situaciones de interacción social. La escuela entonces, debe poner los medios para que esto suceda. Sólo cuando el niño en verdad ha adquirido un lenguaje, la escuela puede garantizar el aprendizaje que se da a través del mismo. Generalmente, los programas educativos para los sordos continúan con la pretensión de lograr que los niños accedan al currículo escolar transmitido a través de la lengua oral que en algunos casos comprenden imperfectamente, mientras que en la mayoría de ellos, no comprenden del todo. Por esta razón, el niño sordo típicamente se encuentra en una gran desventaja con respecto a los niños oyentes de su edad, no sólo en su desarrollo lingüístico, sino también en su desarrollo cognitivo y social. Este rezago es resultado de la falta de acceso a la información y al contenido académico debido a la ausencia de una verdadera competencia lingüística, de una lengua que les permita acceder a la información y a desarrollarse plenamente como humanos, a través de la comunicación con los demás (Obregón, 2006). 25
  • 26. 4.1 Adquisición vs aprendizaje: acceso natural a la lengua y el periodo crítico de adquisición. La mayor parte de los niños en el mundo ingresa al preescolar con un lenguaje asombroso, adquirido de manera natural en sus hogares. Se estima que a los seis años, los niños cuentan con un vocabulario de 8,000 palabras. Sin embargo, la gran mayoría de los sordos, inician la adquisición, o el aprendizaje de la lengua, hasta ingresar a la escuela. Adquirir una lengua implica poder tener acceso a la misma. El niño sordo profundo no puede tener acceso a la lengua que no escucha, puede aprenderla, pero no de manera natural, y requiriendo años de trabajo especializado. Las consecuencias de una privación total o parcial de accesibilidad para la adquisición de una lengua, ha sido el punto crucial en las políticas educativas para los sordos en muchos países que han hecho, que la exposición temprana a la lengua de señas, sea un obligado para no poner en este riesgo a ningún niño. Existe evidencia sustentada, de que la capacidad de aprender una primera lengua más eficientemente, ocurre durante los primeros años de vida de un niño (Lenneberg, 1981; Rodríguez, Ortiz, 2005). “Si un niño no tiene acceso a la adquisición de su lengua primera, se compromete seriamente el desarrollo normal del lenguaje” (Sanchez, 2007 p.13). Es por ello muy importante entender, que para la mayoría de los niños sordos, el proceso de adquisición de una lengua se ve casi siempre demorado: “Los sordos, excepción hecha de los hijos de sordos, no tienen un desarrollo normal del lenguaje” (Sánchez, 2009, p.4). Esto se debe, en primera instancia, a que la lengua de la mayoría, la lengua oral, les es inaccesible, y en segunda, a la tardanza en el diagnóstico oportuno y la falta de acceso a ambientes en los cuales, el niño sordo desde edad temprana, y sus padres, al descubrir su sordera, puedan entrar en contacto con una lengua de señas, lengua que su hijo podría adquirir de manera natural. “El compartir interacciones significativas y disfrutables y el juego mutuo con toma de turnos tempranamente, son pre-requisitos cruciales para el desarrollo del lenguaje. Las cosas más significativas que el niño necesita aprender sobre el lenguaje, están escritas en nuestro rostro, en nuestro cuerpo, en los gestos y las voces de quienes hablan” (Preisler, 1999, p.40). Por ello es fundamental proveer al niño sordo lo más tempranamente posible, del ambiente lingüístico y visual que le es accesible (Svartholm, 2004). 26
  • 27. Los investigadores sobre la adquisición del lenguaje, han comprobado que existe un período crítico para la adquisición de cualquier lengua. Algunos lingüistas piensan que éste periódo critico ocurre desde que el bebé nace hasta los cuatro años de vida; otros, extienden el mismo hasta los siete años (como se sustenta en el Programa de Educación Inicial). Otros más, extienden este plazo hasta la pubertad. Ahora bien, cabe señalar que está comprobado, que la posibilidad de aprender una lengua naturalmente, se va perdiendo con los años. Entonces, no hay tiempo que perder. Para un niño sordo profundo, adquirir un lenguaje a través de la lengua oral dentro de este período crítico de adquisición es casi imposible de lograrse, aun cuando las metodologías sean aplicadas de manera efectiva. El proceso de oralización, es un proceso sumamente largo y complejo. En los sordos profundos, hablar es una técnica que hay que enseñar y que requiere de años, lo cual implica que mientras tanto, el niño sordo se pierda de la información a la que un niño oyente tiene acceso por poseer un lenguaje complejo y eficiente desde muy pequeño (Preisler, 1999). Como lo explican Romero y Nasielsker (1999, p.41) “…en los niños con pérdida auditiva mayor, la adquisición de la lengua oral excede los tiempos del desarrollo normal y las etapas críticas del desarrollo, esto es, los períodos biológicamente ideales para acceder a cierto conocimiento en forma natural y completa”. Por esta razón, entre más pronto se exponga al niño sordo a la lengua de señas utilizada por niños y adultos que la hablen eficientemente, éste logrará una mejor competencia lingüística, y el rezago lingüístico y cognitivo será menor ó nulo, ya que la seña les es plenamente accesible por tratarse de un lenguaje visual (Sacks,1989). Por estas razones, explica Rodríguez, cuando se comparan a los niños con sordera expuestos a lenguas de señas desde su nacimiento, con otros que únicamente han sido expuestos a la lengua oral, al menos en la infancia temprana, “el desarrollo cognitivo, socio-emocional y comunicativo de los primeros, es superior al de los segundos” (Rodríguez, Ortiz, 2005 p. 31). Padres, médicos y maestros debemos estar conscientes de estos hechos y de los alcances y limitaciones que puede tener una apuesta única hacia la oralización. En nuestro país, existen contados centros de atención que se han esforzado por brindar un lugar en donde el contacto con la Lengua de Señas Mexicana pueda darse para sus alumnos sordos desde la edad preescolar, por lo que el rezago lingüístico que sufre la mayoría de los sordos, sigue siendo enorme. 27
  • 28. La Lengua de Señas es una lengua que por ser visual es plenamente accesible a los sordos, y si bien, pocos de ellos pueden estar expuestos a la misma desde muy temprana edad debido a la demora en el diagnóstico temprano, es importante asegurar que una vez hecho éste, la exposición a la misma sea inmediata, con el fin de no seguir deteniendo el proceso de adquisición del lenguaje. En algunos países existen proyectos de guarderías para bebés sordos en las cuales el personal de las mismas son adultos sordos o adultos que tienen una buena competencia en la Lengua de Señas, con lo que se ofrece al bebé un contacto con el lenguaje visual desde los primeros meses de vida. (Johnson,R.E., Liddell, S.K. y Erting,1989; Sánchez, 2009). Desafortunadamente en México, la mayor parte de los niños sordos siguen llegando a la edad escolar con poca o ninguna competencia lingüística y con serias limitaciones en las habilidades sociales y culturales esperadas en niños de su edad. “El lenguaje debe transmitirse y aprenderse lo antes posible porque si no, puede quedar permanentemente trastornado y retardado su desarrollo” (Sacks, 1989, p.42). El niño sordo expuesto únicamente a ambientes orales, pierde además, toda la información que un niño oyente adquiere de manera “informal”. De esta manera, se limita su acceso a la cultura general, a experiencias socio- emocionales y a otra clase de interacciones que pueden afectar su desarrollo cognitivo seriamente (Johnson,R.E., Liddell, S.K. y Erting, C. 1989, p.4). Esto ocurre igualmente para aquellos niños sordos que han adquirido una lengua de señas, pero que nadie se preocupa por interpretar lo que se dice a su alrededor. Por todo esto, es fácilmente comprensible que nuestro papel como maestros frente al niño sordo sea crucial, y nuestra responsabilidad muy grande. Los padres y madres de familia necesitan nuestra orientación y que les ofrezcamos, opciones reales a través de las cuales su hijo pueda entrar en contacto con la lengua de señas, la cual puede adquirir más rápido y eficientemente por ser visual, y comprender la importancia de que ellos padres, y nosotros maestros, iniciemos también el aprendizaje de la misma sin que esto implique, que no se pueda trabajar paralela y simultáneamente en la oralización de su pequeño. Este contacto, puede lograrse acercándonos a las asociaciones de sordos que hay en las entidades federativas, a los grupos de intérpretes competentes en lengua de señas, a grupos religiosos o comunitarios que abren espacios para los sordos en sus iglesias y comunidades, a familias que como ellos, tienen hijos o familiares sordos y que ya han recorrido un camino y ganado experiencias y aprendizajes que pueden compartirles. 28
  • 29. El niño sordo, como cualquier otro, debe cubrir a través de su lenguaje una serie de necesidades: comunicarse con sus padres y familiares; desarrollar sus capacidades cognitivas durante la infancia; adquirir conocimientos sobre el mundo; comunicarse integralmente con el mundo circundante (Grosjean en Parasnis 1996). No nos conformemos con menos, conformarnos es limitarles. 4.2 El aprendizaje de la lengua oral: oralizar vs educar; la terapia del lenguaje como complemento. El aprendizaje del habla para el niño sordo profundo, no puede darse como un proceso natural de adquisición, requiere por lo tanto, de una enseñanza directa que implica la repetición, la corrección, la retroalimentación y la enseñanza de habilidades complejas y específicas que en la mayoría de los casos requieren años de trabajo terapéutico. Cabe decir también, que en algunos casos, con resultados sorprendentes. Hay sordos que logran hablar y dominar la lectura de los labios asombrosamente. Los modelos tradicionales seguidos en la educación del sordo, invierten muchos años en la enseñanza de la lengua oral, bajo el pretexto de que si el niño sordo logra hablar y comprender a través de la lectura labio-facial, se integrará plenamente a la sociedad, no obstante que está comprobado, que la mayoría de los sordos, no logra un dominio suficiente de estas habilidades para poder comunicarse eficientemente. El desarrollo de las habilidades del habla y la lectura labio-facial deben considerarse aprendizajes por desarrollar, que dependen en gran medida, de los restos auditivos de cada niño. La mayoría de los sordos en México, a pesar de haber pasado años en escuelas especiales para aprender la lengua oral como primordial medio de expresión, no han logrado un nivel satisfactorio de comunicación a través de estas habilidades y han optado por aprender y comunicarse principalmente, a través de la Lengua de Señas que aprendieron posteriormente en su vida. Además, el criterio, de enfocar la educación a la enseñanza de la modalidad oral de una lengua que no se puede adquirir de manera natural, esto es, de hacer énfasis en las habilidades del habla, ha tenido como consecuencia el dejar de lado el óptimo desarrollo cognitivo y emocional de los sordos. Tristemente, los resultados de este enfoque se ven claramente en el nivel educativo que la gran mayoría de ellos han alcanzado en México. 29
  • 30. Como lo explica Morales (2007), en la educación de los sordos, las escuelas, hasta el momento, han funcionado más como lugares destinados a desarrollar estrategias compensatorias para adquirir la lengua oral, en lugar de ser espacios para aprender y crecer como individuos integrales. Bajo un enfoque bilingüe, “el éxito o el fracaso de los estudiantes sordos y su capacidad de integrarse plenamente a la sociedad, como seres productivos y ciudadanos educados, no depende de sus habilidades de habla” (Johnson, Liddell y Erting, 1989: 18). La terapia de lenguaje puede, y debe darse, como un complemento terapéutico y no como la única opción de comunicación. El erróneo supuesto de que un niño sordo sólo aprenderá a hablar y leer los labios si es expuesto únicamente a la lengua oral, ha tenido consecuencias sumamente nocivas en las prácticas educativas para esta población y ha expuesto a muchos sordos a crecer incomunicados y desinformados. Es muy importante saber, que los auxiliares auditivos no sustituyen la audición. Éstos, pueden compensar, sólo en cierta medida la pérdida auditiva, y su uso y aprovechamiento requiere además, de un entrenamiento específico. En últimas fechas, la nueva tecnología ofrece como alternativa “curativa”, el implante coclear. Si bien, para algunos sordos el implante puede tener un considerable impacto en el desarrollo del habla, no sucede así en todos los casos. La información auditiva por sí sola, no es suficiente para el desarrollo de la lengua oral y el éxito de una implantación depende de múltiples factores. Además, el implante implica una serie de riesgos quirúrgicos y una larga rehabilitación del habla que no siempre dará los resultados esperados (Morales, 2003) y sobre todo, los padres no deben buscar en el mismo, una solución mágica al problema que representa tener un hijo “diferente” a los demás, sino aceptarlo con esa diferencia, pues el niño sordo, no dejará de ser sordo con o sin implante. Aquellos niños con mayores probabilidades de beneficiarse de un implante coclear, serán los que antes de tenerlo han desarrollado ya un buen nivel de comunicación oral; aquellos que ya hacían un buen uso de la audición residual con sus auxiliares auditivos y, por supuesto, aquellos niños que están perdiendo la audición paulatinamente o bien, que hablaban antes de perderla, denominados sordos postlingüísticos (London, 2000). También hay que ser conscientes de que para la gran mayoría de las familias mexicanas, la posibilidad no sólo de adquirir, sino de mantener un implante coclear, es imposible. Hasta que el gobierno, a través de sus servicios de salud pública, no se haga responsable de asumir el costo de los mismos y del trabajo 30
  • 31. terapéutico complementario que requieren para su éxito, como sucede en otros países (Venezuela y Argentina, por ejemplo), la mayoría de los niños sordos no serán candidatos al implante simplemente por una cuestión económica. Al orientar a los padres y tomar en nuestras manos la educación de sus hijos sordos, recordemos que apostar exclusivamente al éxito del niño sordo basándonos en que éste aprenderá a hablar, “es apostar con el futuro del niño. Es arriesgar su desarrollo cognitivo y personal y negarle la posibilidad de identificarse culturalmente con los dos mundos a los que pertenece” (Grosjean, p. 4). 4.3 Ser bilingüe: derecho del niño sordo El bilingüismo en la educación de los sordos, implica desarrollar al máximo dos lenguas de modalidad distinta (Herrera, 2003). Por un lado, la Lengua de Señas como primera lengua, la cual les es a los sordos plenamente accesible y, por el otro, la lengua de la mayoría, en nuestro caso el español, en su modalidad escrita y para algunos de ellos, también en su modalidad hablada, como una segunda lengua. Las lenguas de señas son, como cualquier otra lengua, lenguas completas, con estructuras gramaticales que pueden expresar el pensamiento de igual manera que cualquier lengua oral. Esto es, que cumplen las mismas funciones que cualquier otra. Ser bilingüe, no significa hablar dos idiomas al mismo tiempo, ni en el caso de los sordos, como en ningún otro. Diversas investigaciones sobre lenguas de señas en diferentes partes del mundo, han demostrado que el intento de la Comunicación Total (hablar y signar a la vez) no es válido ni posible. El uso de algunas señas para apoyar la lengua oral, tampoco es hablar en Lengua de Señas. El hecho de tratar simultáneamente de hablar y signar, parece ser una habilidad que rebasa al hablante física y psicológicamente deteriorando ambas lenguas al tratar de hacerlo (no se habla bien ni en una ni en la otra) dando como resultado una comunicación solo parcialmente comprensible. Ser bilingüe significa conocer y manejar, en un nivel u otro, dos lenguas diferentes. “El bilingüismo no requiere que la persona sea igual de competente en todas las lenguas, ni que su competencia permanezca invariable a lo largo del tiempo” (Rodríguez, 2005 p.39), esto es, que el niño sordo que desarrolla un rico lenguaje, a través de la lengua de señas, puede ir aprendiendo también el español como una 2ª lengua, en su modalidad escrita o hablada (o en ambas, de acuerdo a sus posibilidades de oralizar y de los restos auditivos que posea), pero que su 31
  • 32. competencia en la última, no será necesariamente igual que en la primera, y que dependerá del trabajo que realicemos en la escuela, el que logre ir accediendo a un nivel de competencia superior en el conocimiento de la lengua de la mayoría (en nuestro caso, del español). De acuerdo con Cummings (Rodríguez, 2005), el bilingüismo no es un fenómeno de todo o nada. El niño puede ser ya muy competente en su comunicación a través de la lengua de señas y mucho menos competente en la comprensión y expresión del español escrito. El dominio de las lenguas, es progresivo e infinito. “Todo niño sordo, cualquiera que sea el nivel de pérdida auditiva que presente, debe tener derecho a crecer bilingüe. Conociendo y usando la lengua de signos y la lengua oral (en su modalidad escrita y, cuando sea posible, en su modalidad hablada) el niño alcanzará un completo desarrollo de sus capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales” (Grosjean, p.2). 5. Generalidades sobre el Modelo Bilingüe 5.1 Características básicas Los educadores e investigadores en la enseñanza de los sordos, han propuesto en las últimas dos décadas, una filosofía de enseñanza bilingüe en la cual la lengua de señas es utilizada como el medio primario y principal de comunicación y enseñanza, y el aprendizaje del idioma del país en que viven, como el aprendizaje de una segunda lengua. A esto, es a lo que se ha denominado educación bilingüe para el niño sordo (Brisk y Harrington, 2000). La revisión de tres décadas en la implementación de este modelo en Suecia, Dinamarca y Estados Unidos, muestran que el dominio de una lengua de señas como primera lengua, es un factor poderoso que influye muy positivamente en el dominio de la lengua de la mayoría como segunda lengua (Mahshine, 1995), entendiéndose que, el dominio de esta lengua de la mayoría, no necesariamente implica la habilidad para articularla correctamente, implica su comprensión y expresión a través de la lectura, la escritura y en algunos casos también, a través de la voz y la lectura labiofacial. Así mismo, la mejoría en cuanto a habilidades de lectura y escritura, es otro de los resultados más importantes que sustentan este modelo educativo. Los resultados educativos que se han logrado a través de la implementación de este modelo, han mostrado sobrepasar por mucho los logros obtenidos con generaciones previas de estudiantes sordos (Mashine, 1995). En Suecia, por ejemplo, se ha demostrado tras la implementación del Modelo Bilingüe en las 32
  • 33. escuelas para sordos, que un 50% de los estudiantes sordos que terminan la educación básica, lo hacen ya con el mismo nivel de lectura que sus pares oyentes, hecho que no sucedía antes (Svartholm, 2004). Svartholm justifica estos éxitos, como el resultado de haber proporcionado a estos alumnos el acceso temprano a la lengua de señas sueca como primera lengua. Los programas bilingües, promueven el desarrollo del lenguaje así como la competencia académica; desde los años 60, las investigaciones reportan beneficios académicos y cognitivos asociados al bilingüismo (Espino Calderón y Minaya-Rowe, 2003). Este modelo educativo parte de la creencia de que los sordos no son iguales a los oyentes, los sordos son sordos, forman una minoría, y como tal, se deben contemplar sus necesidades y garantizar: Su contacto inmediato con un lenguaje que les sea plenamente accesible y, que puedan adquirir de manera natural y en un periodo de tiempo razonable, y de ser posible, con un diagnóstico oportuno, en el período crítico de adquisición (entre los 0 y 7 años). Que el niño sordo reciba la misma información que recibe un pequeño oyente cuando está adquiriendo un lenguaje. Que pueda tener un desarrollo emocional óptimo ya que, como es fácil imaginar, el impacto que provoca la imposibilidad de comunicarse plena y eficientemente, muchas veces durante años, no afecta únicamente el desarrollo intelectual de los niños sordos por la falta de adquisición del lenguaje, sino también, y muy gravemente, su desarrollo emocional por el terrible aislamiento al que el niño se ve sometido. Que el niño sordo conviva con otros niños que como él son sordos, con adultos sordos que le sirvan como modelos de lengua y de vida, a ellos y a sus padres, para el desarrollo pleno de su identidad como individuos sordos. Como lo explica Sacks (1989), los sordos forman una minoría lingüística y cultural que necesita (y tiene el derecho) a estar juntos, ir juntos a clase, aprender en una lengua accesible a ellos y vivir en compañía y en comunidad con otros que como ellos, son también sordos. Que durante el tiempo en que el niño esté en un contexto escolar, se dedique a informarle y formarle, en lugar de únicamente entrenarle al desarrollo de habilidades de habla. Esto puede hacerse paralelamente en horario alterno al que asiste a la escuela a través de un complemento terapéutico. Empeñados por oralizarlos, invertimos horas, meses y años, en que un niño “aprenda a hablar”, olvidando lo que realmente debería estar 33
  • 34. aprendiendo cualquier niño a la misma edad y cómo y sobre qué, debería estar realmente hablando. Que el niño desarrolle un lenguaje a través del cual pueda preguntar, opinar, discutir, resolver un problema, aprender, persuadir, relacionarse, vincularse con otros, compartir sueños, hacer amigos, enamorarse, en fin, vivir plenamente como ser humano. “La educación de los sordos, en la actualidad, tiene como propósito garantizar el desarrollo normal del lenguaje y de la inteligencia, promover la prosecución académica de los estudiantes y propiciar su apropiada integración emocional y social…” (Sánchez, 2007. P.38). Rodríguez (2005) explica, cómo las primeras experiencias de educación bilingüe surgieron, o estuvieron motivadas por un lado, por el fracaso escolar de los sordos educados en las escuelas oralistas, y por otro, por los resultados de investigaciones sobre los sordos y las lenguas de señas que finalmente hallaron acomodo en un ambiente socio-histórico-cultural sensible al respeto de las diferencias. Como lo explica esta autora, el fracaso educativo para con esta población, no se limita al fracaso en poder alcanzar los objetivos curriculares, sino que se extiende a la comunicación, a la sociabilización y en consecuencia, a la inclusión social de las personas sordas, fallando en el logro de sus principales objetivos: que el sordo hable y se integre (en todo el sentido de la palabra) a nuestra sociedad. Es de gran importancia aclarar, que los modelos educativos bilingües surgen y crecen con características distintas en relación al momento y lugar de su desarrollo, y que el tratar de copiar modelos que han sido implementados en otros países y contextos, como recetas de cocina, no sólo es imposible, sino erróneo. Como lo explica Skliar: “¿Existe un modelo de educación bilingüe para la escuela de sordos? Si por modelo se piensa automáticamente en un método, en una única propuesta educativa ya madura, acabada, lista para ser trasplantada sin dificultades en todas las escuelas para sordos del mundo, tal modelo no existe. Ninguna práctica educativa es exportable o importable. En este sentido dice Freire (1992): “Una misma comprensión de la práctica educativa y una misma metodología de trabajo no operan necesariamente de forma idéntica en contextos diferentes”. La intervención es histórica, es cultural, es política. Es por eso que insisto tanto en que las experiencias no pueden ser trasplantadas, sino reinventadas" (Skliar, p.8). De acuerdo con esta idea, es tiempo entonces de iniciar proyectos de orientación bilingüe en nuestras escuelas, en nuestros salones, en nuestras comunidades educativas. Existen diversas formas de introducir un modelo educativo en nuestros lugares de trabajo. Un Centro de Atención Múltiple, puede 34
  • 35. hacer una propuesta específica para su población sorda. Una escuela regular, puede hacer una propuesta para la inclusión de la población sorda. Podemos iniciar también, por ofrecer talleres específicos de manera extra-escolar para niños sordos, donde alumnos de diversas escuelas puedan encontrarse en los mismos. Si bien, hemos de empezar por seguir lineamientos generales de modelos pedagógicos que ya tienen un camino recorrido, cada proyecto, por naturaleza, irá tomando su propio matiz. Recordemos, como lo explica Skliar, que “el bilingüismo no esté hecho y haya que hacerlo nos dice, sólo, que se trata de una proceso educativo, de una transformación pedagógica… ¿porqué insistir tanto en tener modelos de educación bilingüe al alcance de la mano, para imitar o copiar, si realmente queremos fundar y desarrollar una nueva perspectiva educativa?” (Skliar, p.9). Es importante también, estar conscientes de que el Modelo de Educación Bilingüe para niños sordos se ha implementado en diversos países, y que conocer las diferentes experiencias y no centrarnos en una sola (por lo general la visión norteamericana), nos enriquece y nos aporta mayores alternativas. 5.2 Una escuela bilingüe: necesidades y retos Tampoco debemos olvidar que para implementar el modelo bilingüe-bicultural para la atención educativa de niños sordos, es necesario el apoyo institucional para garantizar una serie de condiciones como la contratación de adultos sordos que funjan como modelos de la lengua y cultura, e intérpretes, de igual manera las facilidades para brindar la capacitación y los materiales didácticos en LSM como lengua vehicular necesarios para el trabajo del docente con alumnos sordos, flexibilidad para la organización interna del CAM o escuela regular para conformar los grupos con alumnos sordos, entre otras cosas. De igual manera el trabajo con los padres de familia es imprescindible, ya que si la educación bilingüe para sus hijos sordos no es una opción elegida por ellos, este modelo de atención no será posible. Por lo tanto, es urgente paralelamente a la implementación de dicho modelo crear programas de enseñanza de la LSM para mejorar la comunicación en el ámbito familiar así como brindarles apoyo y orientación. Sabemos que es posible que al principio, las familias reaccionen con desconfianza y dudas al respecto, pues durante muchos años, la sociedad se ha encargado de poner en mal el uso de la lengua de señas, pero una vez informándolos y sensibilizándolos, se podrá lograr un trabajo colaborativo entre escuela y padres. 35
  • 36. Por lo tanto, implementar un modelo educativo requiere de gran voluntad, trabajo y aprendizaje, pero siempre es posible. 5.3 Ambientes óptimos de aprendizaje con orientación visual. Resulta un punto crucial, al hablar de la educación de los sordos, que reconsideremos la calidad de la curricula y el nivel de la instrucción que hemos ofrecido hasta ahora, a los alumnos con esta característica. Generalmente, por no contar con los elementos para brindar a los sordos la educación especializada que requieren, ofreciéndoles el derecho fundamental de contar con una lengua, el contenido del programa se ve simplificado a tal grado, que el niño sordo recibe, en el mejor de los casos, una información fragmentada y pobre, incomparable con aquella que es aprendida por sus pares oyentes, y más bien, equiparable a la que recibe un niño con deficiencia intelectual. Es común justificarnos pensando que la pobre o elemental información con la que cuentan nuestros alumnos sordos, se debe a su falta de audición, “a su discapacidad auditiva”, y no a la calidad de la educación que les estamos ofreciendo y a la falta de acceso para poder desarrollar un lenguaje. Si los objetivos, las estrategias, los contenidos y materiales para nuestros alumnos sordos, no son equivalentes a aquellos que tenemos contemplados para nuestros alumnos oyentes, quiere decir que nuestro trabajo como docentes para con estos niños, no está siendo ni el justo, ni el necesario, y que tenemos entonces que cuestionar nuestro quehacer para encontrar la forma de brindar esa igualdad en calidad y oportunidades: “Tanto las habilidades comunicativas como las altas expectativas, son dos variables críticas sin las cuales el aprendizaje al máximo, no puede ocurrir…Para lograr un desempeño igual (entre sordos y oyentes) todas las partes de la ecuación deben ser iguales” (Lytle & Rovins, 1997 p.13). Es por esto, que el maestro que integra a niños con características especiales en su salón de clase, y los maestros de las USAER que los apoyan, deberán hacer un esfuerzo aún mayor que cualquier otro maestro, para convertir sus salones en verdaderas aulas de construcción de aprendizaje, de trabajo colaborativo, de investigación y de trabajo en proyectos significativos para sus alumnos. Desde el marco constructivista, bajo el cual se ha venido enfocando la educación en los últimos años, los maestros debemos aprovechar las experiencias de la vida diaria como aspectos integrales de la educación. Este enfoque 36
  • 37. educativo ha recibido distintos nombres como Filosofía del Lenguaje Integral, Constructivismo Holístico y en últimas fechas, Educación por Competencias. Bajo esta filosofía, se busca que los alumnos puedan establecer conexiones entre los contenidos trabajados en la escuela, y lo que sucede fuera de la misma. Este movimiento iniciado por Dewey y luego enriquecido y difundido por muchos otros (como Goodman y Goodman, 1990) ha alcanzado un impacto muy significativo (Mason & Ewoldt, 1996). Desde este enfoque educativo, se brinda a los alumnos (sordos como oyentes), la oportunidad y acceso a un ambiente rico en lenguaje (signado u oral, según sea el caso, y en el lenguaje escrito en ambos), ofreciéndoles múltiples oportunidades de experimentar, planear y participar activamente en el aprendizaje (Ruiz et al 1996). Esto lleva a los maestros hacia la construcción de actividades de aprendizaje junto con sus alumnos, que les resultan, a ambos, realmente relevantes, significativas, disfrutables y enriquecedoras (Mason & Ewoldt, 1996; Gaudemar en Azpeitia, 2006; Ruiz et al 2006). Actividades que desarrollan competencias, que movilizan y dirigen todos los conocimientos hacia la consecución de objetivos concretos y que se manifiestan en la acción de manera integrada tal como lo propone el plan de estudios 2009 de primaria, en el cual se define una competencia como algo que implica un “saber hacer (habilidades, con saber (conocimientos), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en práctica de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas”. (Plan de Estudio Primaria 2009, SEP) Los sordos, al igual que los oyentes, pueden ser responsables de su propio aprendizaje. Sin embargo, cuando no existe la motivación personal por aprender algo, en realidad el aprendizaje difícilmente podrá ocurrir. Algunas características fácilmente observables, en ambientes que trabajan bajo esta filosofía educativa son las siguientes: Salones en los que ocurre continuamente la interacción social: trabajo en equipo, diálogo, discusiones, debates, presentaciones… Salones donde la literatura es una herramienta básica y de uso diario: donde se lee a los niños, se lee con los niños y los niños leen de manera independiente todos los días. 37