1. La geología y sus métodos de estudio
BIOGRAFÍAS UNIDAD
1. Alfred Wegener
Alfred Lothar Wegener nació en Berlín, Alemania, en 1880, y murió en Groenlandia en
1930. En su juventud se interesó por la astronomía, llegando a doctorarse en dicha ciencia
por la Universidad de Berlín en 1904. Pero sus intereses también abarcaban la geofísica,
la climatología y la meteorología, una disciplina que empezaba a tomar cuerpo en la época.
Wegener, uno de los precursores de la interdisciplinariedad de la Ciencia, estaba casado
con la hija del meteorólogo y climatólogo Wladimir Köppen, y participó en algunas expe-
diciones a Groenlandia para estudiar la circulación del aire polar en esa región. Realizó
importantes aportaciones a la meteorología, siendo pionero en la utilización de globos-
sonda, cuyos datos sistematizó en un libro que se convertiría en un texto básico para la
meteorología, La termodinámica de la atmósfera.
Accedió a una plaza de profesor universitario en Marburg en 1911. Fue allí precisamente
donde realizó un hallazgo sorprendente: investigando en la biblioteca de la Universidad,
Wegener encontró evidencias de la existencia de fósiles idénticos de animales y vegeta-
les en estratos geológicos que hoy están separados por océanos. Las teorías existentes
no le convencieron, y el enigma rondaría su cabeza durante años, madurando su teoría
1. Las ciencias geológicas
sobre la deriva de los continentes. Como él mismo escribió: «La sonoridad de la idea echó
raíces en mi mente».
Al estallar la Primera Guerra Mundial, en 1914, Wegener participó en el servicio climatoló-
gico del ejército alemán. Pero fue herido y regreso a Alemania. En la convalecencia de sus
heridas, se dedicó a madurar sus ideas sobre la deriva continental. Estaba convencido
de la existencia de un continente original que existió hace unos doscientos millones de
años, y al que llamó Pangea, a partir del cual se separaron los actuales continentes.
En 1915 publicó su obra El origen de los continentes y de los océanos donde expuso su teoría,
que fue ampliando en sucesivas ediciones de su libro, añadiendo nuevas evidencias y
observaciones. Sus teorías fueron ridiculizadas por los geólogos de la época, quienes le
despreciaban al considerarle un intruso en su campo científico. Además, Wegener no
supo explicar satisfactoriamente cuál era el mecanismo causante de la deriva continental.
La última edición de su libro provocó tal hostilidad en Estados Unidos, que no llegó a ser
revisada. La prestigiosa Asociación Americana de Geólogos Petroleros organizó un sim-
posio exclusivamente para oponerse a la hipótesis de la deriva continental. Solo unos
pocos científicos apoyaron sus ideas, como el geólogo sudafricano Alexander Du Toit y el
inglés Arthur Holmes.
En 1924, Wegener aceptó una plaza de profesor de meteorología y geofísica en la Univer-
sidad de Graz, en Austria. Unos años después, en 1930, estuvo al mando de una nueva
expedición a Groenlandia, cuyo objetivo era abastecer una estación meteorológica. Las
malas condiciones del tiempo provocaron múltiples retrasos, hasta el punto de que
todos los miembros de la expedición renunciaron a seguir. Solo Wegener estaba decidido
a continuar, sabedor de las necesidades de víveres y equipamiento de los investigadores
de la estación. Soportando temperaturas de hasta 54 grados bajo cero, Wegener consiguió
llegar, y, tras realizar la entrega emprendió el regreso, aunque nunca llegó a su destino.
Su cuerpo sin vida fue encontrado el siguiente verano.
Años después, en la segunda mitad del siglo XX, se produjeron diversos descubrimientos
geológicos que corroboraron las teorías de Wegener, otorgándole el mérito que se le
negó en vida como padre fundador de una de las principales revoluciones científicas del
siglo XX. El descubrimiento de la separación de los lechos marinos, y el hallazgo de la
zona Wadati-Benioff, harían resurgir la hipótesis de la deriva continental, como paso
anterior a la teoría de la tectónica de placas.
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