"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Viernes santo san damián
1. VIERNES SANTO_ETAPA SAN DAMIÁN 1
DEJATE MOVER POR EL AMOR DE CRISTO CLAVADO EN LA CRUZ
Estamos a viernes Santo. Algo se nos ha tenido que ir moviendo el corazón tras pasar por la
experiencia de la cena del Señor. Llegamos al momento de contemplar el amor de
Cristo que mueve a todo hombre a dar su vida por amor y al amor de Dios. Vamos a
mirar con atención la cruz y lo que rodeo a la cruz que carga Cristo buscando que
nuestro corazón se mueva para tener la cobertura de la wifi de la cruz.
Hoy está ahí, en medio de todos nosotros y en el centro del corazón, para ser venerada y
querida. Pero no está la cruz sola.
Si vemos la cruz sola, nos será insufrible, llegando incluso a ser temible. Si, la cruz nos
recuerda a la muerte y sólo pensar en ella nos da tanto miedo que a veces nos lleva a
vivir dejándola a un lado.
Pero la cruz, esa cruz que está hoy en el centro, es la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Así,
todo es distinto, todo cambia. Cristo ilumina la cruz, la dota de sentido. Es gracias a
Cristo que su cruz, y las nuestras, tienen sentido y gracia.
Debemos seguir los pasos del amor de Jesús por nosotros manifestado en la cruz, pues es el
fundamento del Evangelio (Buena noticia) que Jesús muere y resucita por amor a
nosotros, para salvarnos. Sin embargo, a veces no sabemos cómo afrontar esa cruz. La
respuesta es el sentirnos amados por Dios, su amor. Debemos saber que Jesús no
estaba solo, que Él siente el amor del Padre en todo momento.
Vamos a releer como varias personas vinculadas a Cristo vivieron y reaccionaron al amor de
Jesús en su camino al calvario y su crucifixión. Esto nos ayudara a situar hoy nuestro
corazón al lado del de Jesús y a reflexionar sobre el misterio de la cruz.
1. VIRGEN MARIA (María mira la cruz)
2. SUMO SACERDOTE (en su proceso)
3. SAN PEDRO (acompañando hasta la flaqueza)
2. VIERNES SANTO_ETAPA SAN DAMIÁN 2
1. María mira la cruz (Jn 19,25-30)
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Hay muchas formas de sentirnos unidos a otra persona pero sin duda la unión más grande es
aquella que se da desde el amor. María estaba unida a Jesús desde que el ángel Gabriel
vino a darle la noticia de que sería madre del Hijo de Dios. Y esta unión va más allá de la
cruz.
María acompañó a Jesús durante toda su vida, incluso vivió de cerca la pasión del Señor.
María vivió bajo su corazón de madre todo el sufrimiento de Jesús, mintiéndose fiel y a
su lado en todo momento. Sufrió las traiciones, sufrió los latigazos, sufrió la misma
corona de espinas como si fuese ella quien la soportara. María sufrió todas y cada una
de las acciones que le menospreciaban y le desechaban. Esto no es algo que parezca
fácil pero ella, nuestra Madre, pudo con todo ello gracias a su gran fe y confianza,
gracias a su certeza de que todo lo que Dios hace es por nuestro bien.
¿Y nosotros? También nos sentimos unidos a personas, también sentimos amor por otros.
No siempre entendemos los designios del Señor y se nos hace muy difícil ver sufrir a
aquel que amamos. Buscamos mil formas de dar fin a su sufrimiento y la mayoría de las
veces no encontramos la manera, porque la mayoría de las veces no está de nuestra
mano. No siempre encontramos la fortaleza que tuvo María para mantenerse fiel, a su
lado, sabiendo que no podía hacer nada por evitarle ese sufrimiento a su Hijo.
Preguntas para la reflexión:
- Entender… ¿somos capaces de entender el sufrimiento de aquel a quien amamos?
- ¿Y el sufrimiento de Cristo?
- ¿y el de la gente desconocida?
- ¿nos mueve este sufrimiento a ayudarles?
- Fortaleza… ¿nos mantenemos fuertes ante el dolor de esas personas?
- ¿Afecta el sufrimiento a nuestro amor?
- ¿Dónde buscamos esa fortaleza?
3. VIERNES SANTO_ETAPA SAN DAMIÁN 3
2. El Sumo Sacerdote interroga a Jesús Jn 18,19-24
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga
y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. ¿Por
qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben
bien lo que he dicho".
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole:
"¿Así respondes al Sumo Sacerdote?"
Jesús le respondió:
"Si he hablado mal, muestra en qué ha sido;
pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?"
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás
El Sumo Sacerdote no tenía confianza en Jesús y mucho menos en su palabra. Temía por su
puesto, por su poder, y esto le oscurecía el corazón de tal manera que le era imposible
aceptar la palabra del Señor. A pesar de obtener coherentes respuestas por parte de
Jesús, respuestas que le dejaban descalzo ante cualquier acusación, Anás terminó por
mandar a nuestro Señor a Caifás.
Preguntas para la reflexión:
¿Cuántas veces nos ha pasado esto en nuestro día a día? Nos dejamos llevar por banalidades
de la vida y terminamos pasando de largo por Cristo. Nos dejamos llevar por distintas
corrientes que nos impiden ver a Cristo y disfrutar en Su Amor.
- ¿Cuántas cruces hemos dejado de lado por miedo?
- ¿Cuántas veces hemos traicionado la cruz (el amor a Dios o al otro)?
- ¿Cuántas veces hemos pasado una cruz al otro, solo porque no entendemos qué está
sucediendo?
4. VIERNES SANTO_ETAPA SAN DAMIÁN 4
3. Pedro, acompañando en la flaqueza Jn 18,15-18
Primera negación
“Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que
era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras
Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo
Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese
hombre?" Él le respondió: "No lo soy".
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque
hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.”
Nuevas negaciones
“Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú
también uno de sus discípulos?". Él lo negó y dijo: "No lo soy".
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado
la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?"
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.”
Pedro fue un gran apóstol que confiaba en el Señor. Llegó a cortar una oreja a uno de los
criados del Sumo Sacerdote. Era alguien muy conocido en el entorno de Jesús. Sin
embargo, no dudo en acercarse cuando llevaron al Señor frente al Sumo Sacerdote.
Sabía que podía ser reconocido y aún así llegó hasta allí. Aún así, en el momento en que
es preguntado si era un seguidor de Jesús, él lo negó. Pedro fue acusado de ser
enemigo por ser seguidor de Cristo.
A pesar de todo, el amor de Cristo va más allá. Pedro sufrió un momento de flaqueza y la
debilidad se hizo su cruz. Pero Jesús, igualmente, le confió como pastor de la Iglesia.
Preguntas para la reflexión:
En ocasiones, también nosotros somos acusados de “enemigos” por ser seguidores de Cristo.
Y nosotros, también caemos en debilidad y negamos. Tenemos también otros momentos
de flaqueza en nuestras vidas, momentos que todo nos supera y terminamos
derrumbándonos.
- ¿Qué situaciones me llevan a negar a Jesús o la cruz de Jesús?
- ¿Cómo me ayuda Dios a superar este negativismo?
- ¿Nos sentimos acompañados por Cristo?
- ¿Vivimos nuestra cruz con la seguridad de que Él está con nosotros?