3. “Siempre hay una Palabra de Dios que nos guía en
nuestra desorientación; y a través de nuestros
cansancios y decepciones hay siempre un Pan
partido que nos hace ir adelante en el camino”.
(Regina Coeli, 4 de Mayo de 2014)
4. • Estos discípulos habían presenciado atónitos
los acontecimientos de la pasión y aunque les
había sido anunciada ya la Resurrección de
Jesús, ellos simplemente decidieron regresar a
su aldea de Emaús; ante esa Buena Nueva, no
buscaron al Señor como María Magdalena en el
sepulcro, pareciese que el anuncio de la
Resurrección no les causo alegría como a las
mujeres, tampoco sintieron la curiosidad de
averiguar sobre lo ocurrido, más bien fue
indiferencia y nada detuvo su regreso.
5. • Y es que muchas veces nos olvidamos de
caminar con el Señor, pero Él no se olvida de
caminar con nosotros; caminamos solos o
caminamos con amigos (buenos o malos), pero
no invitamos al recorrido al “Amigo que nunca
falla”… y cuando ya hemos avanzado algún
trecho, el Señor Jesús aligera el paso y se
pone a caminar con nosotros. ¿Curioso no? El
Señor “en persona” se acercó a aquellos
discípulos y se puso a caminar con ellos, sin
importar el ánimo con el que estos iban o si
estos le reconocían o no.
6. • ¿Qué nos impide reconocer a Jesús como compañero
de camino? Algo impide que nuestros ojos de
discípulos le reconozcan, aunque lo tengamos cara a
cara, no le vemos, más bien, no le queremos ver… en
realidad es nuestro corazón el que está cerrado
(cegado) por el pecado, por el odio y los
resentimientos, por el vacío de Dios. A veces nos
pasa como a los discípulos de Emaús, que estaban
más enfocados en el problema o en las “malas
noticias” de lo sucedido en aquellos días, que en la
“Buena Nueva” de la resurrección de Cristo que les
había sido anunciada y de su salvación misma.
7. • Estos discípulos, como nosotros, conocían a Jesús
y le amaban, pero cuando las “cosas no ocurrieron
como ellos querían”, en vez de buscar
reencontrarse con su Maestro, decidieron alejarse
de la comunidad cristiana, regresar a sus vidas
anteriores y simplemente pasar la página.
• La Cruz no era de su agrado y la Resurrección les
parecía algo tan increíble como para
verdaderamente ser cierto.
8. • Los discípulos de Emaús recordaban
perfectamente a Jesús, sus obras y palabras, le
reconocían como un profeta ungido por Dios y
sabían de su “popularidad” ante el pueblo, pero no
le reconocían aún como EL SEÑOR.
• Aún siendo testigos de su propia salvación, Jesús
seguía siendo para ellos un “profeta poderoso”,
más no el Señor de sus vidas
9. • La Palabra de Dios siempre está en el caminar del
cristiano, aún y cuando tratemos de apartarla de
nuestra cotidianidad. Hoy como siempre, Dios
“desciende” para hablar con el hombre a través de
su Palabra, por eso su efecto no es una lectura
histórica, poética o intelectiva, más bien viva, que
toca el corazón, transforma, renueva y convierte
10. • “Quédate con nosotros Señor” esta es la frase que
cada cristiano guarda en su corazón como respuesta
eterna al encuentro con Cristo; es como el desahogo
del alma que se siente amada y salvada por Dios,
como primera aceptación de su misericordia en la
vida misma. Cuando estamos con Dios, cuando
caminamos con Él, cuando estamos frente a Cristo,
el alma se siente atraída a su unión perfecta en la
santidad con Él, aún y cuando humanamente no
comprendamos su amor y no le reconozcamos por
completo, somos del Señor, porque “hemos sido
comprados con Su Sangre”, a un precio muy alto y
desde la Cruz.
11. • El encuentro con Cristo por excelencia siempre será
la Eucaristía y esta es verdadero signo de comunión
del discípulo con su Señor. Los discípulos de Emaús
invitaron a su compañero de camino a la mesa para
compartir su pan, más no sabían que sería Jesús
mismo el que iba a compartir su “Pan de Vida” con
ellos. Y precisamente le reconocieron en la fracción
del pan. Es que no se puede decir que se ha
encontrado a Jesús sin haberle encontrado en la
Eucaristía; Palabra y Eucaristía, ambos, no solos, son
presencia eterna de Dios que quiere permanecer con
nosotros “todos los días, hasta el fin de los tiempos
(Mt 28, 20).
12. • Cualquier encuentro con Cristo no es indiferente al
corazón humano y sí, le hace arder porque enciende
la fe, inflama la caridad y calienta la esperanza del
cristiano.
• Arde nuestro corazón porque Él “nos habla al
corazón” (Oseas 2, 16) y porqué es en el corazón
que se obra la conversión. Dejemos que Dios haga
arder nuestro corazón con su Palabra eterna, el
verbo encarnado, su Palabra de Amor porque Él es el
AMOR.
13. • Tarde o temprano, el encuentro con Cristo siempre
nos impulsará al encuentro con los hermanos en la
comunidad; no somos islas de fe, porque tenemos
una misma identidad, somos “UN SOLO CUERPO, UN
SOLO ESPÍRITU, UNA SOLA ESPERANZA… UN SOLO
SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO BAUTISMO, UN
SOLO DIOS Y PADRE…” (Efesios 4, 4-6).
• Porque Jesús no quería que camináramos solos, sino
en comunidad, para apoyarnos, levantarnos los unos
a los otros ante cada caída, darnos aliento cuando
estamos desanimados y hacernos crecer también a
partir de la experiencia cristiana de otros.
14. • El propósito del cristiano es testimoniar el Amor
eterno de Dios al mundo, que entrego a su hijo único,
“para que todo aquel que crea, no se pierda, más
bien tenga vida eterna” (Jn 3, 16); debemos de ser
capaces de compartir las maravillas de Dios con
otros, contagiarles la alegría de ser cristianos, ser
embajadores de Cristo y misioneros de su
misericordia (2 Cor 5, 18-20). Capaces y dispuestos
por el Bautismo a “ir por todo el mundo y anunciar el
Evangelio, haciendo que todos sean Sus discípulos”
(Mt 28, 19)
16. Quédate con nosotros Señor porque el día acaba, el sol cae y en la oscuridad no
sabemos hacia donde caminar; si te quedas con nosotros Señor, siempre
tendremos luz para seguir y nuestro corazón será inflamado en la fe por tu
Palabra. Quédate con nosotros Señor, queremos reconocerte en tú Palabra y
participar de tu entrega; quédate en nosotros, camina a nuestro lado, porque
andando de tu mano la vida es diferente. No queremos caminar sin ti, si nos faltas
Tú, nos perdemos en los caminos del mundo, contigo en cambio caminamos hacia
la eternidad. Quédate Jesús y guíanos hacia el encuentro también con nuestra
comunidad, que también seamos signo vivo de tu presencia en nuestras vidas…
Quédate en mi vida Señor, quiero caminar contigo, cansarme por causa de tu
Evangelio, ser misionero de tu Misericordia y reposar cerca de tu corazón cuando
me falten fuerzas, para siempre estar junto a ti Señor Jesús. Amén.